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Etiqueta: golpe de Estado

El odio al indio

Álvaro García Linera / https://www.celag.org/

El fascismo, el odio racial, no sólo es la expresión de una revolución fallida sino, paradójicamente también en sociedades postcoloniales, el éxito de una democratización material alcanzada.

16 NOVIEMBRE, 2019

Como una espesa niebla nocturna, el odio recorre vorazmente los barrios de las clases medias urbanas tradicionales de Bolivia. Sus ojos rebalsan de ira. No gritan, escupen; no reclaman, imponen. Sus cánticos no son de esperanza ni de hermandad, son de desprecio y discriminación contra los indios. Se montan en sus motos, se suben a sus camionetas, se agrupan en sus fraternidades carnavaleras y universidades privadas y salen a la caza de indios alzados que se atrevieron a quitarles el poder.

En el caso de Santa Cruz organizan hordas motorizadas 4×4 con garrote en mano a escarmentar a los indios, a quienes llaman “collas”, que viven en los barrios marginales y en los mercados. Cantan consignas de que “hay que matar collas”, y si en el camino se les cruza alguna mujer de pollera la golpean, amenazan y conminan a irse de su territorio. En Cochabamba organizan convoyes para imponer su supremacía racial en la zona sur, donde viven las clases menesterosas, y cargan -como si fuera un destacamento de caballería- sobre miles de mujeres campesinas indefensas que marchan pidiendo paz. Llevan en la mano bates de béisbol, cadenas, granadas de gas; algunos exhiben armas de fuego. La mujer es su víctima preferida; agarran a una alcaldesa de una población campesina, la humillan, la arrastran por la calle, le pegan, la orinan cuando cae al suelo, le cortan el cabello, la amenazan con lincharla, y cuando se dan cuenta de que son filmadas deciden echarle pintura roja simbolizando lo que harán con su sangre.

En La Paz sospechan de sus empleadas y no hablan cuando ellas traen la comida a la mesa. En el fondo les temen, pero también las desprecian. Más tarde salen a las calles a gritar, insultan a Evo y, con él, a todos estos indios que osaron construir democracia intercultural con igualdad. Cuando son muchos, arrastran la Wiphala, la bandera indígena, la escupen, la pisan la cortan, la queman. Es una rabia visceral que se descarga sobre este símbolo de los indios al que quisieran extinguir de la tierra junto con todos los que se reconocen en él.

El odio racial es el lenguaje político de esta clase media tradicional. De nada sirven sus títulos académicos, viajes y fe porque, al final, todo se diluye ante el abolengo. En el fondo, la estirpe imaginada es más fuerte y parece adherida al lenguaje espontáneo de la piel que odia, de los gestos viscerales y de su moral corrompida.

Todo explotó el domingo 20, cuando Evo Morales ganó las elecciones con más de 10 puntos de distancia sobre el segundo, pero ya no con la inmensa ventaja de antes ni el 51% de los votos. Fue la señal que estaban esperando las fuerzas regresivas agazapadas: desde el timorato candidato opositor liberal, las fuerzas políticas ultraconservadoras, la OEA y la inefable clase media tradicional. Evo había ganado nuevamente pero ya no tenía el 60% del electorado; estaba más débil y había que ir sobre él. El perdedor no reconoció su derrota. La OEA habló de “elecciones limpias” pero de una victoria menguada y pidió segunda vuelta, aconsejando ir en contra de la Constitución, que establece que si un candidato tiene más del 40% de los votos y más de 10% de votos sobre el segundo es el candidato electo. Y la clase media se lanzó a la cacería de los indios. En la noche del lunes 21 se quemaron 5 de los 9 órganos electorales, incluidas papeletas de sufragio. La ciudad de Santa Cruz decretó un paro cívico que articuló a los habitantes de las zonas centrales de la ciudad, ramificándose el paro a las zonas residenciales de La Paz y Cochabamba. Y entonces se desató el terror.

Bandas paramilitares comenzaron a asediar instituciones, quemar sedes sindicales, a incendiar los domicilios de candidatos y líderes políticos del partido de gobierno. Hasta el propio domicilio privado del presidente fue saqueado; en otros lugares las familias, incluidos hijos, fueron secuestrados y amenazados de ser flagelados y quemados si su padre ministro o dirigente sindical no renunciaba a su cargo. Se había desatado una dilatada noche de cuchillos largos, y el fascismo asomaba las orejas.

Cuando las fuerzas populares movilizadas para resistir este golpe civil comenzaron a retomar el control territorial de las ciudades con la presencia de obreros, trabajadores mineros, campesinos, indígenas y pobladores urbanos -y el balance de la correlación de fuerzas se estaba inclinando hacia el lado de las fuerzas populares- vino el motín policial.

Los policías habían mostrado durante semanas una gran indolencia e ineptitud para proteger a la gente humilde cuando era golpeada y perseguida por bandas fascistoides. Pero a partir del viernes, con el desconocimiento del mando civil, muchos de ellos mostraron una extraordinaria habilidad para agredir, detener, torturar y matar a manifestantes populares. Claro, antes había que contener a los hijos de la clase media y, supuestamente, no tenían capacidad; sin embargo ahora, que se trataba de reprimir a indios revoltosos, el despliegue, la prepotencia y la saña represiva fueron monumentales. Lo mismo sucedió con las Fuerzas Armadas. Durante toda nuestra gestión de gobierno nunca permitimos que salieran a reprimir las manifestaciones civiles, ni siquiera durante el primer golpe de Estado cívico del 2008. Y ahora, en plena convulsión y sin que nosotros les preguntáramos nada, plantearon que no tenían elementos antidisturbios, que apenas tenían 8 balas por integrante y que para que se hagan presentes en la calle de manera disuasiva se requería un decreto presidencial. No obstante, no dudaron en pedir/imponer al presidente Evo su renuncia rompiendo el orden constitucional. Hicieron lo posible para intentar secuestrarlo cuando se dirigía y estaba en el Chapare; y cuando se consumó el golpe salieron a las calles a disparar miles de balas, a militarizar las ciudades, asesinar a campesinos. Y todo ello sin ningún decreto presidencial. Para proteger al indio se requería decreto. Para reprimir y matar indios sólo bastaba obedecer lo que el odio racial y clasista ordenaba. Y en sólo 5 días ya hay más de 18 muertos, 120 heridos de bala. Por supuesto, todos ellos indígenas.

La pregunta que todos debemos responder es ¿cómo es que esta clase media tradicional pudo incubar tanto odio y resentimiento hacia el pueblo, llevándola a abrazar un fascismo racializado y centrado en el indio como enemigo?¿Cómo hizo para irradiar sus frustraciones de clase a la policía y a las FF. AA. y ser la base social de esta fascistización, de esta regresión estatal y degeneración moral?

Ha sido el rechazo a la igualdad, es decir, el rechazo a los fundamentos mismos de una democracia sustancial.

Los últimos 14 años de gobierno de los movimientos sociales han tenido como principal característica el proceso de igualación social, la reducción abrupta de la extrema pobreza (de 38 al 15%), la ampliación de derechos para todos (acceso universal a la salud, a educación y a protección social), la indianización del Estado (más del 50% de los funcionarios de la administración pública tienen una identidad indígena, nueva narrativa nacional en torno al tronco indígena), la reducción de las desigualdades económicas (caída de 130 a 45 la diferencia de ingresos entre los más ricos y los más pobres); es decir, la sistemática democratización de la riqueza, del acceso a los bienes públicos, a las oportunidades y al poder estatal. La economía ha crecido de 9.000 millones de dólares a 42.000, ampliándose el mercado y el ahorro interno, lo que ha permitido a mucha gente tener su casa propia y mejorar su actividad laboral.

Pero esto dio lugar a que en una década el porcentaje de personas de la llamada “clase media”, medida en ingresos, haya pasado del 35% al 60%, la mayor parte proveniente de sectores populares, indígenas. Se trata de un proceso de democratización de los bienes sociales mediante la construcción de igualdad material pero que, inevitablemente, ha llevado a una rápida devaluación de los capitales económicos, educativos y políticos poseídos por las clases medias tradicionales. Si antes un apellido notable o el monopolio de los saberes legítimos o el conjunto de vínculos parentales propios de las clases medias tradicionales les permitía acceder a puestos en la administración pública, obtener créditos, licitaciones de obras o becas, hoy la cantidad de personas que pugnan por el mismo puesto u oportunidad no sólo se ha duplicado -reduciendo a la mitad las posibilidades de acceder a esos bienes- sino que, además, los “arribistas”, la nueva clase media de origen popular indígena, tiene un conjunto de nuevos capitales (idioma indígena, vínculos sindicales) de mayor valor y reconocimiento estatal para pugnar por los bienes públicos disponibles.

Se trata, por tanto, de un desplome de lo que era una característica de la sociedad colonial: la etnicidad como capital, es decir, del fundamento imaginado de la superioridad histórica de la clase media por sobre las clases subalternas porque aquí, en Bolivia, la clase social sólo es comprensible y se visibiliza bajo la forma de jerarquías raciales. El que los hijos de esta clase media hayan sido la fuerza de choque de la insurgencia reaccionaria es el grito violento de una nueva generación que ve cómo la herencia del apellido y la piel se desvanece ante la fuerza de la democratización de bienes. Así, aunque enarbolen banderas de la democracia entendida como voto, en realidad se han sublevado contra la democracia entendida como igualación y distribución de riquezas. Por eso el desborde de odio, el derroche de violencia; porque la supremacía racial es algo que no se racionaliza, se vive como impulso primario del cuerpo, como tatuaje de la historia colonial en la piel. De ahí que el fascismo no sólo sea la expresión de una revolución fallida sino, paradójicamente también en sociedades postcoloniales, el éxito de una democratización material alcanzada.

Por ello no sorprende que mientras los indios recogen los cuerpos de alrededor de una veintena de muertos asesinados a bala, sus victimarios materiales y morales narran que lo han hecho para salvaguardar la democracia. Pero en realidad saben que lo que han hecho es proteger el privilegio de casta y apellido.

El odio racial solo puede destruir; no es un horizonte, no es más que una primitiva venganza de una clase histórica y moralmente decadente que demuestra que, detrás de cada mediocre liberal, se agazapa un consumado golpista.

Publicado por https://www.celag.org y compartido con SURCOS por Carmen Chacón y Vania Solano.

Wiphala, símbolo de la cosmovisión de los pueblos originarios y su vínculo con la Pachamama.

LA BIBLIA EN EL GOLPE

Dr. Paulo Barrera Rivera,

Profesor, Universidad Metodista de Brasil

La foto es una excelente síntesis de lo esencial del golpe en Bolivia: la Biblia sobre una bandera tricolor. Camacho, líder del golpe oligárquico, fascista, racista y religioso, arrodillado frente a la Biblia que (según sus declaraciones) debía volver al palacio de donde habría sido retirada por el «izquierdista» Evo. El fundamento es la bandera boliviana tricolor, símbolo de la independencia de la colonización española, que nada significó para la mayoría india. La wiphala, bandera multicolor del Tawantinsuyo, ha sido retirada.

El golpe no es sólo contra el único presidente que puso al indio/a en primer lugar en su proyecto de gobierno, Bolivia es el único país plurinacional que resulta de su gestión. Es un golpe, entonces, contra el indio, el pobre, el migrante, el analfabeto en toda América Latina. Es un golpe contra la soberanía boliviana sobre sus recursos energéticos. Golpe en el que la Biblia es un accesorio importante.

No son pocos los ingenuos que culpan a Evo: «se emborrachó de poder». Esa idea (simplificadora) está presente en los más diversos (de)formadores de opinión, desde el discurso histriónico de un presentador (pero ya en campaña para Presidente en 2022) de la poderosa tv “Globo” en Brasil (https://valor.globo.com/politica/noticia/2019/11/11/luciano-huck-apaga-tuite-sobre-renuncia-de-evo-morales-na-bolivia.ghtml) hasta el discurso de un politólogo norteamericano (https://www.brasil247.com/mundo/steven-levitsky-o-que-ocorreu-na-bolivia-foi-um-golpe). Son discursos sobre la democracia sin perspectiva histórica. ¿Qué son 14 años de gobierno del MAS contra 500 años de colonización racista y casi 2 siglos de República? La misma Biblia cristiana fue usada para evangelizar toda América Latina y es usada hoy como justificación del golpe contra Evo, golpe contra un modelo de sociedad alternativo al impuesto por el imperialismo capitalista y sus aliados. Precisamente Trump y Bolsonaro han sido los primeros en reconocer la autoproclamación de la nueva Presidenta cuya legitimidad política estaría en la enorme Biblia que portaba. No son pocas las noticias de los evangélicos que apoyaron y apoyan el golpe en nombre de Dios. Por eso esa imagen es elocuente y cuestiona discursos «democráticos» de cristianos “progresistas” que culpan a Evo por el golpe.

Frente a la violencia de la derecha fascista y racista no hay lugar para cristianismos del medio, mediocres: o con el proyecto de Evo o contra él. Con un país plurinacional o con un país racista, patriarcal y homófobo. La derecha ya entró al Palacio, pero la violencia contra el MAS continúa. La derecha está sedienta de venganza acumulada en 14 años. Su objetivo mayor no es la “alternancia” del poder y sí acabar con un modelo alternativo de sociedad al que califica groseramente de “dictadura”. Es el caso de la “Coordinadora de la Democracia” entre cuyos líderes hay hasta pastores metodistas. (https://www.youtube.com/watch?v=qm9g0nvu1Qs). Las oligarquías nacionales no perdonan que un indio les haya arrebatado su histórica hegemonía y demostrado que una sociedad igualitaria es posible. Toda nuestra solidaridad al pueblo boliviano. Todo nuestro apoyo a Evo. El pueblo indígena y las organizaciones sociales y comunitarias empoderadas en esos 14 años sabrán mostrar que no hay “caudillismo”. Evo no está solo. La esperanza no ha muerto. El vecino pueblo chileno en las calles lo está demostrando. Jesús, el pobre carpintero, camina por las calles de América Latina sin Biblia en las manos.

 

Enviado por Álvaro Vega Sánchez.

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Bolivia: los entretelones de un golpe de Estado

Por Rogelio Cedeño Castro, sociólogo y escritor

Lo que se ha producido en Bolivia, a lo largo de los últimos días es algo que puede calificarse, ni más menos, como la materialización de un golpe de estado (así con todas sus letras, a pesar de que algunas gentes y medios trataron de hacernos pasar gato por liebre, vendiéndonos la idea de que no lo era, en un vano intento de lavarnos el cerebro, con métodos totalitarios) ejecutado por etapas, el que ha quedado evidenciado en la descarada, violenta e hipócrita usurpación de los poderes públicos y de los mandatos legítimos del pueblo boliviano, empezando por las acciones violentas para sembrar el terror en las ciudades y pueblos de Bolivia, las que fueron ejecutadas por bandas armadas asesoradas y armadas desde el exterior. Durante días quemaron y apedrearon casas de dirigentes del MAS en ciudades como Santa Cruz, Cochabamba, Sucre, Potosí y hasta en La Paz, además lincharon, secuestraron e incluso llegaron a vejar a las familias de funcionarios públicos, militantes del MAS y dirigentes de las organizaciones obreras y campesinas. En un determinado momento, la policía dejó de resguardar al orden público para permitirle al “fascismo civil” hacer de las suyas, con toda la impunidad del caso, desatando el caos…noches y días de terror en muchas regiones del territorio boliviano se vivieron, algo que recuerda el comportamiento de las bandas fascistas en la Alemania Nazi cuando sembraban el terror entre los judíos alemanes, allá en la segunda mitad de los años treinta del siglo anterior.

Después vino la “sugerencia” o “recomendación” de los altos jefes militares para obligar a renunciar a sus cargos al presidente legítimo y también al vicepresidente de la república que lo acompañaba, una vez hecho esto se empezó a construir el “nuevo orden” por parte de un “fascismo uniformado” -militares y policías, algunos de ellos armados de Biblias, como los conquistadores europeos de hace cinco siglos-, en ese momento empezó la represión más descarnada contra el pueblo boliviano, el de las mayorías indígenas, obreras y campesinas, ese que molesta y le causa terror-escozor a los señoritingos y señoritingas de la burguesía y algunos sectores medios paceños, alborozados por la renuncia forzada del presidente, como asimismo a los integristas religiosos y racistas de Santa Cruz de la Sierra, en las tierras cambas del oriente del país, de ahí acaba de surgir una presidenta usurpadora, quien Biblia en mano después de una sesión parlamentaria en la que no hubo quórum, pues los dos tercios de los integrantes del senado y la cámara de diputados son del Movimiento al Socialismo MAS, quienes están siendo perseguidos y no pudieron hacerse presentes, por lo que sin contar con el apoyo parlamentario en ambas cámaras (senado y cámara de diputados), la supradicha integrista dispuso, ayer martes 12 de noviembre de 2019, que quedará como una fecha sombría en la historia de Bolivia, consumar el golpe de Estado que en vano habían venido intentando disimular, presentándolo como una “rebelión cívica” de unos angelitos lectores de la Biblia (¿Talibanes acaso como entre los musulmanes integristas?), muy bien armados que se dedicaron a quemar, sólo por entretención la whipala o bandera de los pueblos originarios y a ofender sus creencias más profundas (la pachamama, no volverá, dicen estos integristas), cuando en realidad son gentes que acaban de pisotear toda la institucionalidad democrática del país. Sus actos carecen de toda legitimidad, razón por la que Evo Morales Ayma y Álvaro García Linera siguen siendo los gobernantes legítimos de la nación boliviana. Un capítulo aparte merece la digna actitud de México, que no reconoce al gobierno de facto y dio asilo al presidente de Bolivia, también la felonía rastrera y cobarde de gobernantes como los de Perú y Ecuador quienes negaron hasta el espacio aéreo al avión de la Fuerza Aérea de México que llevó a Evo y sus compañeros hasta la capital mexicana. Bolivia resiste, no al totalitarismo fascista, no al golpe militar, viva el heroico pueblo boliviano, la lucha sigue…

 

Imagen ilustrativa.

Enviado por el autor.

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Madre de Plaza de Mayo y Nobel de la Paz llaman a respetar institucionalidad en Bolivia

“Soy Nora Morales de Cortiñas, pertenezco a las Madres de la Plaza de Mayo, de la Línea Fundadora, desde este espacio repudio los golpes de Estado y repudio el perpetrado a Evo Morales y abrazo al pueblo boliviano (…)”.

“Les habla Adolfo Pérez Esquivel, desde Argentina, acabo de llegar de acompañar al pueblo chileno con sus grandes movilizaciones reclamando sus derechos y nos preocupa enormemente lo que está ocurriendo en el pueblo hermano de Bolivia. Primero toda la solidaridad y apoyo al presidente Evo Morales, por todo lo que hizo por el pueblo boliviano y por el continente latinoamericano (…)”.

Les compartimos en los siguientes videos ambas declaraciones:

Enviado por Gustavo Cabrera del Servicio Paz y Justicia Costa Rica (SERPAJ).

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NO AL GOLPE EN BOLIVIA – Declaración del Comité Directivo de CLACSO

11 de noviembre de 2019

El Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) rechaza el golpe de Estado en Bolivia que obligó a la renuncia del Presidente constitucional en ejercicio Evo Morales Ayma y del Vicepresidente Álvaro García Linera.

Asimismo, condena la injerencia de las Fuerzas Armadas y de Seguridad en la vida institucional: nada tienen que hacer el Ejército o la Policía en los problemas políticos de cualquier país. De los conflictos de la democracia se sale con más democracia, derechos y libertades y no con represión, violencia y persecuciones.

Igualmente, CLACSO rechaza toda injerencia extranjera que persiga la desestabilización en la región.

El Comité Directivo de CLACSO hace un llamado a preservar la vida de las bolivianas y los bolivianos, a que cesen los ataques y las persecuciones y a que se encuentre una solución pacífica y dialogada que, aunque sea trabajosa, se base en la voluntad de la mayoría del pueblo del Estado Plurinacional de Bolivia y de sus legítimas instituciones.

Comité Directivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales

 

Enviado por Arnoldo Mora Rodríguez.

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BUSSCO: Golpe de Estado contra la Caja Costarricense de Seguro Social

Comunicado de prensa BUSSCO sobre Proyecto de Ley 19.685

 

Los diputados de los diferentes partidos políticos, encabezados por el Diputado Guevara Guth, aprobaron una moción privilegiada, para que se tramita por la vía rápida, un proyecto de ley que pretende modificar la Ley Constitutiva de la CCSS y derogar el artículo 63 del Reglamento de Salud (proyecto Núm. 19685).

El proyecto de ley pretende ampliar las excepciones a la base mínima contributiva (BMC), contraviniendo el acuerdo de la Junta Directiva de la propia Caja, de forma que no se aplicará a los trabajadores contratados a tiempo fijo o plazo determinado y por obra determinada, así como a los contratos laborales por tiempo indefinido.

Las organizaciones del BUSSCO condenamos esta iniciativa por cuanto:

1.- Es un golpe de Estado contra la institucionalidad de CCSS

Este proyecto violenta el artículo 73 de la Constitución Política, que le otorga a la CCSS autonomía de gobierno y administrativa, lo que implica que la ley no puede interferir en materia de gobierno.

2.- Grave impacto financiero en la sostenibilidad del Seguro de Salud

UNDECA Y BUSSCO advertimos que este proyecto de ley tendrá un serio impacto financiero en la sostenibilidad del Seguro de Salud.

Lamentablemente, este pernicioso proyecto se fundamentó en criterios de conveniencia política y económica, en beneficio exclusivo del sector patronal, sin un estudio técnico actuarial que justifique la consistencia del proyecto.

3.- El proyecto tampoco favorece a los trabajadores de los sectores de construcción, agrícolas, servicio doméstico, etc.

No se puede desconocer que buena parte de esos trabajadores está marginada de la seguridad social, pero excluida por el persistente incumplimiento de las obligaciones que impone la ley a los patronos.

De esta manera, los patronos inescrupulosos sacarán ventajas, que lerdos ni perezosos ya se estarán aprestando a reportar planillas muy inferiores a las sumas efectivamente devengadas por los trabajadores.

La sub declaración causaría un grave daño a los trabajadores que reciben subsidio por incapacidad o sobre el monto de las pensiones,

Este proyecto constituye una crónica de muerte anunciada del Seguro de Salud, que tanta aversión le tienen los políticos y sectores económicos que lucran con la salud de las personas.

4.- La vía antidemocrática y espuria de la tramitación rápida del proyecto de ley

El artículo 177 del Reglamento de la Asamblea Legislativa es utilizado por los diputados de los partidos políticos para dispensarlo de todo trámite para su aprobación a golpe de tambor en plenario, que es una vía de aprobación legislativa, cuasi clandestina, absolutamente antidemocrática y que proscribe la participación ciudadana.

BUSSCO se opone a proyectos que atentan contra la Seguridad Social, en perjuicio de toda la población costarricense.

 

*Para ampliar sobre el tema comunicarse con Marta Rodríguez González, secretaria general adjunta de UNDECA, al tel: 8398-3527

 

Imagen proporcionada por UNDECA.

Enviado a SURCOS Digital Martín Rodríguez E; Unidad de Comunicación, UNDECA.

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Brasil: táctica de golpe de estado y apariencias legales

Rogelio Cedeño Castro*

 

Primera parte

El resultado inmediato más visible del juicio político contra la presidenta brasileña Djilma Rousseff, un hecho perturbador que ha ocupado las páginas y pantallas de la prensa mundial durante más de un mes, como es en su esencia el acto ilegítimo, ilegal y desproporcionado dispuesto, hace pocos días, por la mayoría de los integrantes de la cámara de diputados y del senado de ese país, ha sido su separación del cargo y la formación de un nuevo gobierno encabezado por el vicepresidente Michel Temer, convertido ahora en su más encarnizado enemigo, cuyo gabinete aparece conformado solo por integrantes de la minoría rica, caucásica y conservadora del país. Dentro de lo que constituye un acto que implica una vuelta a las prácticas oligárquicas, racistas y sumamente excluyentes, además de grotescas, de un pasado no tan lejano y tan propias del manejo del poder, por parte de las viejas elites durante buena parte del siglo anterior, las que implicaron desde siempre la discriminación y la violencia, en diversos grados, en contra de los grupos negro, indígena y mestizo que conforman la mayoría de la población brasileña, dentro de un país con más población negra que cualquier país africano, aunque también esta figura entre las más apartadas del poder y la riqueza, incluso si lo consideramos a escala planetaria.

No conformes con esto, los integrantes del nuevo gobierno han procedido, de inmediato, a la aplicación de un programa político, económico y social más agresivo, de naturaleza neoliberal y poco respetuoso de los procedimientos legales, dentro de lo que son un conjunto de acciones que, en ningún momento, han recibido la sanción positiva del voto popular.

Es aquí donde se revela, de manera definitiva e inocultable, la singularidad y la violenta determinación de las acciones dispuestas por este conglomerado de diputados y senadores, sobre todo por su pretensión de imponerle a la población brasileña un paquete de acciones en materia de política social y económica principalmente, las que tendrán graves efectos sobre los más pobres y excluidos, en ese enorme y contrastante país, todo como resultado del fin del período de las llamadas vacas gordas, al caer estrepitosamente el precio de las materias primas o commodities de los países de la región, después de un período durante el que, según afirma el economista Alfredo Serrano Mancilla,: “la política económica de Brasil fue muy exitosa en redistribuir riqueza a favor de las mayorías. Políticas sociales, como el programa Bolsa Familia, fueron responsables de sacar a 36 millones de brasileños de la pobreza. Se generó empleo (20,8 millones de puestos de trabajo), se mejoraron los salarios y se crearon casi 80.000 nuevas pequeñas y medianas empresas. Sin embargo, todo esto se consiguió sin romper con las alianzas con el sector financiero. La banca privada nacional engordaba sus cuentas y el capital-golondrina financiero llegaba del exterior al calor de las altísimas tasas de interés. Por momentos, de las más atractivas del planeta. Un complejo equilibrio de ganar-ganar aplaudido por todos: alta aprobación de las mayorías y piropos de los medios internacionales. Por ese entonces se llegó a hablar de Brasil como la tercera vía latinoamericana”.

El descaro, el desenfado y la violencia, no tan implícita como pudiera pensarse en principio, con los que se exteriorizan todas estas medidas dentro del panorama político del Brasil contemporáneo, auguran un momento amargo y duro para las grandes mayorías populares de ese inmenso país sudamericano, una verdadera nación continente con casi 8 millones de kilómetros cuadrados y varias zonas horarias dentro de su extenso territorio, el que limita con la casi totalidad de los otros países sudamericanos, con las excepciones de Chile y Ecuador. Las complejas relaciones de poder hacia el interior de la nación brasileña aparecen aquí, provocando o mostrando una gran variedad de contrastes y problemáticas diversas planteadas a partir de su misma existencia, dada la gran variedad de contrastes en los órdenes más diversos que existen entre las diversas regiones y estados que las conforman, las que van entre las áridas y empobrecidas tierras del nordeste( el sertao, donde el hambre ha reinado desde hace mucho tiempo) y las ricas tierras gauchas del sur brasileño, con su característico verdor y las abundantes predios agrícolas, o entre las áreas costeras de Río de Janeiro o San Pablo con sus áreas urbanas y la inmensidad de las tierras amazónicas, un reservorio forestal de decisiva importancia para toda la especie humana y que se encuentra, cada vez más amenazado por la codicia de unas cuantas empresas transnacionales y los propios latifundistas brasileños, opuestos a cualquier modificación en la distribución de la tierra y en las prácticas depredadoras hacia los bosques de la Amazonía.

Dentro de semejante país, las camarillas locales del poder juegan un papel esencial en la toma de las decisiones más importantes, así como en la obstaculización de aquellas otras que puedan afectar a sus intereses y privilegios de casta, tal y como ha sucedido en esta oportunidad con todos los elementos de la trama del llamado impeachment o juicio político en contra la actual presidenta, que en realidad busca derribar su gobierno e imponer el programa político de la derecha, por el que no votaron en las últimas elecciones generales la gran mayoría de los brasileños y que los políticos de la derecha derrotados en las urnas apenas ayer están tratando de poner en ejecución, de manera acelerada, para impedir o mitigar la reacción de los movimientos populares, tales la Central Unitaria de Trabajadores o el Movimiento de los Sin Tierra(MST).

Este juicio político en esencia es promovido principalmente por sus antiguos aliados en el poder del Partido Movimiento Democrático Brasileño (MDB), a lo largo de los últimos trece años, a partir de la primera elección de Luis Ignacio Da Silva Lula, en las elecciones generales del año 2002, entre los que figura el presidente provisional recién designado y que había sido electo vicepresidente de la república, junto con la presidenta Djilma Rousseff en las pasadas elecciones generales de 2014. Los “aliados” de Lula y Djilma, provenientes de esta fuerza de derecha que ha sido siempre en realidad el MDB, aunque se autocalifiquen como un partido de centro(¿?), han roto con el actual gobierno de Djilma para buscar el retorno a un pasado o statu quo caracterizado por la miseria y creciente violencia contra los sectores populares, quienes a lo largo de la última década han despertado y se han movilizado por sus derechos, incluso enfrentándose al gobierno o a pesar suyo. El camino de los golpistas ahonda los graves problemas de ilegitimidad que ya enfrentaban los poderes públicos y el sistema político hasta ahora imperante en Brasil, además de ser una amenaza mortal para la débil democracia de un gigantesco país. La hipocresía de los protagonistas del drama y las apariencias legales con las que buscan cubrir sus acciones violentas, no ocultan las graves consecuencias de este asalto al poder en el mayor país sudamericano y sus implicaciones en la geopolítica mundial, a las que tendremos que referirnos más en detalle.

*Sociólogo y catedrático de la Universidad Nacional de Costa Rica (UNA).

 

Enviado a SURCOS Digital por Carlos Morales.

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