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Etiqueta: guerra fría

El fin de la Guerra Fría y la decadencia de Occidente (II-IV)

Gilberto Lopes
San José, 6 mayo de 2024

Ir a Parte I de esta serie

I – La decadencia de Occidente

  1. Quebrando a los sindicatos
  2. Los implacables intereses del capital
  3. El fin del poder popular
  4. El fin de la historia

En su trabajo, Fritz Bartel incursiona en un cuidadoso y original análisis sobre el Fin de la Guerra Fría y el surgimiento de las políticas neoliberales, a fines de los años 80’s y principios de los 90’s del siglo pasado.

El libro nos deja una propuesta de interpretación de estos eventos que no es el tema de este artículo. No es sobre el pasado que pretendo hablar, sino del mundo vencedor de la Guerra Fría, proceso en el que quedaron sembradas las raíces de su decadencia. A eso me refiero cuando hablo de “Fin de la Guerra Fría y la decadencia de Occidente”. Tema sobre el que, como veremos, el libro de Bartel nos da un sólido sustento de datos, aunque su análisis no va orientado en esa dirección.

Quebrando a los sindicatos

Uno de los detonantes del proceso que determinó el resultado de esa guerra fue el cambio de política económica cuando, en agosto de 1979, Jimmy Carter reemplazó a William Miller por Paul A. Volcker al frente de la Reserva Federal. El escenario económico en los Estados Unidos era mediocre: la tasa de paro era de 7,5%; la inflación, de 13,3%; y el déficit fiscal, de 59 mil millones de dólares, era el segundo más alto de la historia, solo inferior a los 66 mil millones de Gerald Ford, en 1976.

Para Volcker, el gran desafío era controlar la inflación. Su política monetarista significó un aumento de las tasas de interés a cifras hoy inimaginables, de casi 18%. Hay quienes estiman que esta medida le costó al reelección a Carter; pero también quienes opinan que fue la base para la recuperación económica de Estados Unidos.

Ciertamente, Carter perdió las elecciones en noviembre de 1980, pero Volcker siguió en el cargo cuando Ronald Reagan asumió la presidencia, en enero del año siguiente. Volcker le ayudaría a imponer un cambio de mentalidad en el país: acabar con la preocupación por el pleno empleo (que había caracterizado las políticas económicas después de la II Guerra Mundial), e imponer la idea de que el gobierno no era la solución, sino el problema.

Era la misma visión y propuesta que John Hoskyns había hecho a Margaret Thatcher: imponer un ajuste que, como el de Volcker, supuso la quiebra de miles de empresas y un enorme desempleo. Un modelo de la llamada “economía de la oferta”, que apuesta por la desregulación de la economía como herramienta para su reactivación, sin importar los enormes costos sociales del período de ajuste.

Pero no solo eso. Como su colega Margaret Thatcher que, enfrentada al desafío de eliminar la influencia de los sindicatos en la política, desató la guerra contra los poderosos sindicatos mineros británicos, Reagan despidió a miles de controladores aéreos, cambiando el carácter de las relaciones laborales en el país. Una medida que, indirectamente, contribuyó a cambiar la “psicología inflacionaria” que se atribuía a la lucha de los trabajadores por mejores salarios. La política económica estaría orientada, a partir de entonces, a atender los intereses de los grandes capitales.

Inglaterra y Estados Unidos estaban profundamente endeudados. Y se siguieron endeudando. Tenían el apoyo de grandes recursos financieros de los sectores beneficiados con sus reformas. Contaban con recursos suficientes para imponer sus políticas en Inglaterra y en Estados Unidos y, al final, en gran parte del mundo.

Pero la inmensa cantidad de recursos –lo señala el propio Bartel– no era producto de nuevas iniciativas económicas de los capitalistas norteamericanos, estimulados por la “economía de la oferta”, sino consecuencia de un capitalismo globalizado, alimentado por la libre circulación de capitales alrededor del mundo.

Los países socialistas, enfrentados a la escasez de recursos y al aumento del precio del petróleo, no tenían el apoyo del capital financiero mundial, y eso selló su suerte en la Guerra Fría.

Como muestra Bartel –ese me parece uno de los logros más sólidos de su trabajo–, la creciente dificultad de acceso a los préstamos empezó a corroer las condiciones en las que se habían desarrollado las economías de los países del Europa del Este, cada vez más endeudados con la banca occidental.

Las mismas fuerzas del mercado de capitales que debilitaron la posición del bloque socialista contribuyeron a restablecer, sobre todo, la posición de Estados Unidos en el sistema internacional.

Para eso fueron fundamentales tanto la permanencia del dólar como moneda de reserva mundial, como la posibilidad de convivir con un creciente déficit fiscal, resultado de la confianza que las políticas de Volcker daban a los tenedores de capital: sus inversiones les daban grandes rendimientos en los Estados Unidos.

Los dos factores resultan clave para la revisión del estado actual de la economía y la política norteamericana. Por un lado, el dólar no ha cesado de debilitarse, resultado de un imparable déficit fiscal. En abril de este año. el FMI ha hecho dos advertencias sobre los riesgos que ejerce sobre la economía norteamericana y mundial, elevando las tasas de interés y aumentando la inestabilidad financiera. Esto, sumado a las tensiones políticas, hace que se multipliquen las iniciativas para abandonar el dólar como moneda de intercambio entre los países del “sur global” y, en particular, en el comercio entre Rusia y China.

En las características de este proceso está la clave para a comprensión de los cambios de vemos hoy. Al contrario de lo que, con frecuencia, se piensa, estaban ya insertas ahí las condiciones para la decadencia de un modelo que entonces aparecía como triunfante.

Los implacables intereses del capital

Como señala Bartel, la decisión de imponer el ajuste económico a la población norteamericana mostró a los tenedores de capital que los líderes políticos estaban decididos a “proteger los intereses del capital sobre los intereses del trabajo”.

La política de reducción de impuestos de Reagan y Volcker tuvo enormes consecuencias para diversos grupos, “principalmente los trabajadores norteamericanos y los de los países del Sur Global”. Aunque aumentó la desigualdad, relanzó la “prosperidad” norteamericana y proyectó sus intereses y sus políticas en el resto del mundo. Fue el inicio de período neoliberal.

El neoliberalismo no se impuso por ofrecer una “relativamente atractiva visión ideológica”. Se impuso porque tenía los recursos financieros y políticos para eso. Como Hoskyns dejó claro, puso el Estado al servicio del capital. Al servicio de los pocos ricos, como dice Bartel.

Para el “mundo comunista”, los resultados fueron distintos. Con el redireccionamiento de los capitales hacia Estados Unidos, no llegó a perder del todo, ni de forma permanente, el acceso al mercado global de capitales, a principios de los años 80’s. Pero –nos recuerda Bartel–, nunca más tuvo el apoyo incondicional de los tenedores de esos capitales, que los habían financiado de forma generosa a fines de los años 70’s, gracias a la enorme abundancia de dólares, resultado del aumento del precio del petróleo a partir de 1973.

Los países socialistas eventualmente fueron perdiendo el acceso a los mercado de capital. Los gobiernos occidentales, las instituciones financieras internacionales y los capitales globales, actuando en conjunto a veces, de forma independiente otras, se encontraron con todo el poder en las manos para decidir la suerte de sus adversarios y fueron dejando sin alternativas a los gobiernos de Europa del este. Había recursos disponibles, estaban dispuestos a hacer nuevos préstamos, pero a cambio de concesiones políticas y diplomáticas.

Lo que, para Estados Unidos, fue un enorme estímulo para su economía, para el campo socialista fue una carga imposible de llevar. Desde mi punto de vista, fue la razón fundamental de su triunfo en la Guerra Fría, resultado de una realidad heredada del mundo de posguerra.

El fin del poder popular

Para Bartel, los pueblos de las naciones de Europa del este jugaron un papel esencial en la caída de los regímenes que los gobernaban. La caída del comunismo y el surgimiento de democracias electorales representaron una nueva era, de soberanía popular y de autodeterminación.

Es su interpretación, pero su mismo relato nos muestra otra cosa: la importancia del cerco financiero, que fue dejando sin alternativas a esos gobiernos y generando la desesperación de sus ciudadanos. Siguiendo el mismo guion de su libro, queda claro que los directores de esa película no eran los pueblos de esas naciones, sino los capitales capaces de desarrollar el guion.

Siempre sensible a los diversos ángulos de los problemas, Bartel no deja de percibirlo cuando dice que, al caer el régimen socialista de Polonia, los polacos sintieron que, finalmente, tenían a “su” gobierno manejando el país. Pero –agrega– era un gobierno que servía a dos señores: al pueblo y al mercado, al capital y al trabajo. Como sabemos, no es posible servir igualmente a esos dos señores, y el trabajo no estaba en condiciones de imponer condición alguna, salvo aceptar las que imponía el capital.

En todo caso, hay un aspecto que no se puede dejar de considerar aquí. Los gobiernos de los países de Europa del este eran resultado de la II Guerra Mundial y fueron impuestos por los intereses políticos de la Unión Soviética, sustentados en su enorme esfuerzo militar, base de la derrota del nazismo. Pero, como lo mostró la historia, ese poder militar no tenía, en ese período, ni un poder político, ni un poder económico, capaz de consolidar su triunfo militar.

Mientras estuvo asociado el poder de Occidente para derrotar el nazismo, pudo desempeñar un papel fundamental en la guerra. Pero, concluida la guerra, lo aislaron. Se consolidó el mundo occidental detrás del capital y los intereses de Washington. En el este europeo se debilitó, primero, la estructura política interna de la Unión Soviética, con las desviaciones del estalinismo. Después, su estructura económica, dependiente el poder de Occidente, muy superior en ese entonces a la del mundo socialista.

Así fue como la historia condicionó los resultados. Cuando desaparecieron las condiciones económicas en las que se sostenía el mundo del mercado socialista, ni lo político, ni lo militar, fueron suficientes para mantener la coalición, ni el orden en que se sustentaban.

En todo caso, no puedo acompañar a Bartel –por los mismos argumentos expuestos en su libro– en su conclusión de que el final de la Guerra Fría fue el momento en el que el poder popular alcanzó su mayor expresión. Me parece todo lo contrario: fue el fin del poder popular, el momento de triunfo del poder del capital.

Nuevamente, Bartel lo intuye cuando dice que, en el momento en que la relación entre los ciudadanos y el Estado está cada vez más intermediada por los préstamos de capital, cuando las deudas soberanas de los Estados alcanzan cifras estratosféricas, no debe sorprender que se transforme en una relación entre prestatarios y prestamistas, ni que el Estado deba renunciar a su papel de proteger los intereses del trabajo, para defender los intereses del capital. La referencia que hace el mismo Bartel a la caída del gobierno socialista en Polonia lo deja en evidencia.

El fin de la historia

Cuando se derrumbó el mundo político del este europeo, la euforia de Occidente les hizo soñar con el “fin de la historia” y del socialismo, incluyendo a los países donde aún sobrevivía: China, Cuba, Vietnam, Corea del Norte. Pero –y aquí está la clave de la explicación– en esos países los regímenes políticos no fueron consecuencia de la imposición de las tropas soviéticas, como resultado de la II Guerra Mundial, sino de revoluciones políticas nacionales, que Occidente no pudo derrotar.

El caso de Cuba es particularmente patético para América Latina. Sometida a un bloqueo que tiene ya más de 60 años, la isla ha pagado un precio exorbitante por un cerco ilegal, al que urge poner fin.

Al contrario de lo ocurrido en los demás países de América Latina, donde todo intento reformista fue derrocado por grupos civiles conservadores, apoyados por los militares y por Washington, en Cuba no lo han podido hacer, pese a las dramáticas condiciones de vida impuesta a su pueblo.

Es evidente que la historia no ha terminado y que su desarrollo es muy distinto al que soñaban los ganadores de aquella guerra fría.

FIN

El fin de la Guerra Fría y la decadencia de Occidente (I-IV)

Gilberto Lopes

San José, 6 mayo de 2024

INTRODUCCIÓN

Quizás David Miliband, Secretario de Estado del Reino Unido entre 2007 y 2010, lo describió con particular sensibilidad: la brecha entre Occidente y el resto del mundo es resultado de la rabia provocada por la forma como manejaron el proceso de globalización desde el final de la Guerra Fría. Lo escribió en un artículo publicado en la revista Foreign Affairs, en la edición de mayo/junio del año pasado.

Sobre el fin de la Guerra Fría y el surgimiento del neoliberalismo escribió Fritz Bartel (*), profesor de Asuntos Internacionales en la Universidad de Texas, un notable libro, basado en cuidadosa investigación y un original marco interpretativo, que acude a los cambios económicos ocurridos en los años 70’s y 80’s del siglo pasado para explicar ambos fenómenos.

A dos aspectos hace referencia especial: a la abundancia de capital disponible en el mundo, consecuencia del extraordinario aumento de precio del petróleo después de la guerra de Yom Kippur, en octubre de 1973, y el cambio en la política económica de Estados Unidos, cuando Jimmy Carter puso al frente de la Reserva Federal a Paul Volcker, poco antes de las elecciones de 1980, con la misión de combatir la inflación. Su restrictiva política monetaria elevó los intereses a cifras inimaginables, provocando la más grave depresión de posguerra y el desempleo de millones de personas. Pero creó las condiciones para que el capital se sintiera atraído por los altos rendimientos pagados por Estados Unidos y paulatinamente abandonara las economías del este europeo.

Su libro se dedica a mostrar, con particular detalle, como ambas medidas crearon las condiciones para que la crisis hiciera inviable la supervivencia de las economías del mundo socialista europeo, mientras creaban las condiciones para imponer en todo el mundo las drásticas exigencias de reformas neoliberales, de recortes de gastos y privatizaciones. Paulatinamente, los Estados occidentales fueron abandonando su compromiso de proteger los intereses de los trabajadores para proteger los del capital.

Al concluir su libro nos señala que el neoliberalismo –la ideología gobernante del capital– se impuso al final del siglo XX porque la dependencia de los Estados-naciones del capital financiero para satisfacer sus compromisos sociales no paró de crecer.

Bartel analiza por qué Estados Unidos e Inglaterra –Reagan y Thatcher– pudieron imponer sus políticas conservadoras, pudieron proteger los intereses del capital sobre los intereses del trabajo, mientras en los países socialistas todo intento de reformar la economía, manteniendo el régimen político, fracasaron. Bartel atribuye a las características del capitalismo democrático (superiores a las del socialismo estatal) los mayores méritos en este “éxito”.

Desde mi punto de vista, su propio libro aporta razones distintas. Nos muestra la enorme disparidad de recursos entre el capitalismo occidental y el socialismo del este europeo. Más que los sistemas políticos, fueron el apoyo del capital, los inmensos recursos puestos a disposición de Washington y Londres, el secreto de ese triunfo.

El mundo de posguerra, organizado según el poder militar desarrollado por cada potencia durante la guerra, dividió Europa en dos grandes bloques, que parecían igualmente poderosos. Pero ocultó la debilidad de la economía de Europa del este, que el libro de Bartel desnuda.

Otra visión sobre el desenlace de la Guerra Fría

Si para Bartel el orden político imperante en cada bloque fue decisivo para el desenlace de la Guerra Fría, la lectura cuidadosa de su libro me llevó, como ya lo señalé, a otra conclusión: a la enorme diferencia de poder económico, como explicación fundamental para ese desenlace.

Trabajo mi texto con las cifras –sobre todo las económicas– que da Bartel en su libro, aunque revisé en otras fuentes algunos datos y relatos sobre acontecimientos que me parecían indispensables. Naturalmente, la responsabilidad de estas decisiones son solo mías.

Pero quería, sobre todo, hacer énfasis en esa visión distinta sobre los factores que incidieron sobre el resultado de la Guerra Fría. No se trata de ninguna pretensión intelectual. Mi interés es más bien político, porque de la diferente interpretación derivan también análisis muy distintos de los desafíos políticos actuales.

Las condiciones económicas que condujeron al desenlace de la Guerra Fría en los años 80’s son hoy radicalmente distintas. Y si eso fue lo fundamental (y no los órdenes políticos que Bartel definía como “capitalismo democrático” y “socialismo estatal”), el análisis del actual orden internacional, las perspectivas de futuro, lo son también.

Nos permiten entender que en el triunfo de Occidente, en aquellos años de Guerra Fría, residía ya el germen de su decadencia, sobre todo en una política de endeudamiento sin fin, que ha hecho de Estados Unidos el mayor deudor mundial.

Por otro lado, el haber dejado la imposible carga de sostener con sus subvenciones a los países de Europa del Este creó las condiciones para la recuperación de la economía rusa. Mientras Estados Unidos gestionaba la globalización en los términos denunciados por Miliband, librando guerras permanentes en todo el mundo, China organizaba, bajo nuevas formas, su economía y su orden político, que se han revelado particularmente exitosos.

Ese es el mundo de hoy, el que pretendo analizar discutiendo la armazón que Bartel nos ofrece en su notable libro.

FIN


(*) The triumph of broken promises

The end of Cold War and the raise of neoliberalism

Fritz Bartel

Harvard University Press, 2022

El fin de la Guerra Fría o el origen del mundo actual

Gilberto Lopes
San José, 26 de abril del 2024

(I)

De la Casa Común a la nueva Cortina de Hierro

Es diciembre del 2014 y, hace un año, las protestas de Maidán impusieron un cambio de gobierno en Ucrania. El expresidente de la Unión Soviética (URSS), Mijail Gorbachov, entonces de 83 años, conversaba con Pilar Bonet, que había sido corresponsal del diario español El País en Moscú durante 34 años.

“Construir la casa común europea es más urgente que nunca”, le dice Gorbachov. “Hay que crear un sistema de seguridad que incluya a Estados Unidos, Canadá, Rusia y a los países europeos”, afirma vehemente, a la vista de las turbulencias por las que atraviesa la relación de Rusia con Occidente. En marzo de ese 2014, la población de Crimea y de la ciudad de Sebastopol había aprobado su adhesión a Rusia, en un referendo.

Gorbachov apoya la política de Putin en Crimea. “¡Se ha vertido tanta sangre rusa, se ha luchado tantos siglos por Crimea, por la salida [de Rusia] a los mares!”, exclama. “Para mí lo principal es que la gente quería regresar a Rusia” (el resultado del referendo fue abrumadoramente favorable a la idea). “Crimea es rusa y era una herida abierta que ahora se ha cerrado. En lo que se refiere a Crimea, en Occidente, deben dormir tranquilos”, dice Gorbachov a Bonet.

Ve como un “signo negativo” el aplazamiento del Diálogo de San Petersburgo, un foro bilateral ruso-alemán que reunía, cada año, a políticos, intelectuales y representantes de la sociedad civil de los dos países. “Si se suprimieran ahora las sanciones, se llegaría a acuerdos sobre muchas cosas con Rusia. Pero sin ultimátum, porque no se puede tratar así, sin contemplaciones, a Rusia”.

Gorbachov está de acuerdo con Putin cuando este afirma que, tras la Guerra Fría, los países occidentales se comportaron como “nuevos ricos”. “Comenzaron a limpiarse las botas en Rusia, como si fuera un felpudo. Elogiaban a Yeltsin, mientras el país estaba postrado”. “No es tarde para dar un viraje, todos juntos, aunque no se puede esperar nada de Ucrania, que está dispuesta a todo para que la admitan en la OTAN y en la Unión Europea”.

La Casa Común europea

Ya ha corrido mucho agua bajo el puente desde la unificación alemana, su incorporación a la OTAN y la disolución de la Unión Soviética. Casi 35 años.

Cuando todo eso aún no había ocurrido (pero era ya inminente e inevitable), en julio de 1989, Gorbachov habló en la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, en Estrasburgo. Propuso impulsar la construcción de la Casa Común europea. Ofreció negociar con la OTAN el retiro de los misiles nucleares de corto alcance. El desarme debe ser, según el líder del Kremlin, el pilar de la construcción de esa casa común.

Tres años después, en abril de 1992, ya disuelta la Unión Soviética, Gorbochov habla en un coloquio en la Sorbona. El tema es ¿Adónde va el Este?, organizado por Libération, El País, La Repubblica y otros medios de comunicación europeos. Propone la creación de un Consejo de Seguridad para Europa. Dice compartir la visión del general De Gaulle, “quien concebía a Europa como el espacio entre el Atlántico y los Urales”, la frontera natural entre Europa y Asia, unos 1.700 km al este de Moscú. Un enorme escenario europeo.

Solo un mes antes de su conversación con Bonet, Gorbachov había participado en las celebraciones de los 25 años de la caída del muro de Berlín, ocurrida el 9 de noviembre de 1989.

Gorbachov advierte contra la tentación de promover una nueva Guerra Fría. Reclama un diálogo con Moscú. El presidente del Parlamento Europeo, el socialdemócrata alemán Martin Schulz, también habla. Reconoce que, “nos guste o no, Rusia es una potencia clave, un miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU. Estamos comprometidos con la integridad territorial de Ucrania, pero hay que mantener todos los canales de comunicación abiertos con Rusia”.

Estados Unidos nunca permitirá una verdadera Europa unida

Gaspar Méndez, economista, profesor de Geografía e Historia, escribe en el Diario de León, el 15 de julio del 2022. Las tropas rusas habían cruzado la frontera ucraniana el 24 de febrero.

Cita al coronel de la reserva del ejército español, Pedro Baños, escritor especializado en geoestrategia, defensa, seguridad, y al reconocido periodista norteamericano, Robert Kaplan, colaborador asiduo de algunos de los medios más importantes de Estados Unidos.

Si analizamos la cuestión desde el punto de vista de los intereses geopolíticos, “Estados Unidos nunca permitirá una verdadera Europa unida, como tampoco puede permitir que la UE se una con Rusia, pues eso significaría un enorme perjuicio geopolítico y económico”.

Según el guion norteamericano, el arquitecto de la construcción europea debía ser la OTAN y a Gorbachov le preocupaba la ampliación de la alianza, ante la inminente unificación de Alemania. Como sabemos, fue este el guion que se impuso.

El profesor Méndez agrega que cobran renovado valor las palabras de Gorbachov cuando recordaba que “nuestro pueblo vincula la OTAN con la Guerra Fría, como una organización hostil a la Unión Soviética, como una fuerza que acelera la carrera armamentista y aumenta el peligro de guerra. Nunca aceptaremos confiarle el papel rector en la edificación de la nueva Europa”.

¿Un mundo unido detrás de Ucrania?

Hace un año, en abril del año pasado, David Miliband, Secretario de Estado del Reino Unido entre 2007 y 2010, publicó en Foreign Affairs unas reflexiones sobre “The World beyond Ukraine”. Discute afirmaciones del presidente de Ucrania, para quien la guerra había unido el mundo detrás de su país.

La realidad no es esa, dice Miliband. Unos 40 países, que representan cerca de la mitad de la población mundial, se han abstenido regularmente de votar las condenas a la invasión rusa. Dos tercios de la población mundial vive en países que son oficialmente neutrales o apoyan a Rusia, incluyendo algunas democracias notables, como India, Brasil, Indonesia o África del Sur. “Síntoma de un síndrome mayor: enojo, al percibir los dobles estándares de Occidente, y frustración por el fracaso de los esfuerzos por reformar el sistema internacional”. En especial, la reforma del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

El distanciamiento entre Occidente y el resto del mundo, dice Miliband, “es producto de una profunda frustración –ira, en verdad– por la forma como Occidente manejó la globalización desde el fin de la Guerra Fría”.

El artículo merece particular atención, por las muchas aristas que toca, por la posición particularmente importante que ocupó su autor, por el punto de vista muy distinto al del gobierno conservador inglés actual, que sueña con transformar la economía británica en una economía de guerra.

La “Cortina de Hierro” avanza hacia el este

Semanas antes de la invasión de Ucrania, Mary Sarotte, académica norteamericana de la universidad John Hopkins, publicó su libro “Not One Inch”. Es sobre las conversaciones de 1989, cuando Gorbachov negociaba con el canciller alemán, Helmut Kohl, y el presidente y el Secretario de Estado norteamericanos, George Bush y James Baker, la retirada de las tropas rusas de Europa central y la incorporación de Alemania a la OTAN. “Ni una pulgada” hacia el este, había sido la propuesta discutida en esas conversaciones, que Sarotte documenta.

Al comentar el libro, Carlos Tello, ensayista mexicano, escribía en la revista Milenio: “Ya entonces el avance hacia el este era imparable. Los más firmes defensores de la expansión eran, de hecho, los líderes y, en general, los pueblos del centro y del este de Europa. Vaclav Havel, tras pedir que las tropas norteamericanas y rusas salieran del centro de Europa, cambió de opinión, le expresó a Bill Clinton el deseo de la República Checa de ser parte de la OTAN. El polaco Lech Walesa también, temeroso del resurgimiento de Rusia”.

La nueva “Cortina de Hierro” comenzaba su avance hacia el este. En el congreso de Estados Unidos, al aprobarse el sábado, 20 de abril, la nueva ayuda a Ucrania, por poco más de 60 mil millones de dólares, el representante Gerry Connolly, proclamó: –¡La frontera ucraniano-rusa es nuestra frontera!

Difícil no imaginar ese avance hacia el este como otro movimiento de la Operación Barbarroja, el asalto a Moscú que las tropas alemanas iniciaron el 22 de junio de 1941, con las consecuencias que conocemos.

***   ***   ***

(II)

Lo que está en juego en esta guerra

Occidente, guiado por Estados Unidos, puede provocar una guerra potencialmente catastrófica entre dos potencias nucleares gracias a su postura abiertamente hostil hacia Rusia y a sus esfuerzos por poner fin a los acuerdos sobre control de armas existentes, dijo el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov, a fines de abril. Las tres mayores potencias nucleares, Estados Unidos, Inglaterra y Francia –agregó–, “están entre los principales sostenedores del régimen criminal de Kiev y son los principales organizadores de las provocaciones contra Rusia”.

Un punto de visa distinto es el del primer ministro británico, el conservador Rishi Sunak, para quien “defender Ucrania contra las brutales ambiciones de Rusia es vital para la seguridad de Inglaterra y de toda Europa”. “Si Putin tiene éxito en su guerra de agresión, no se detendrá en la frontera polaca”, dijo Sunhak, sumándose a quienes aseguran que Moscú estaría empeñado en una guerra de conquista en Europa.

Lo cierto es que prácticamente todos los análisis militares del conflicto con Ucrania indican que Rusia no está en disposición siquiera de controlar toda Ucrania. Mucho menos de llevar la guerra al territorio de la OTAN, desatando un conflicto nuclear.

El costo de perder Ucrania

El Institute for the Study of War (ISW), una institución creada en 2007, en Washington, con el objetivo de contribuir a mejorar la capacidad de Estados Unidos para ejecutar operaciones militares, responder a nuevas amenazas y lograr sus objetivos estratégicos, promovió dos estudios sobre “El alto costo de perder Ucrania”, publicados en diciembre del año pasado.

“Estados Unidos tienen mucho más en juego en la guerra de Rusia en Ucrania de lo que la gente se imagina”. La conquista de Ucrania por Rusia –dice el trabajo, firmado por Frederick W. Kagan, Kateryna Stepanenko, Mitchell Belcher, Noel Mikkelsen y Thomas Bergeron– “podría traer el ejército ruso, golpeado pero triunfante, hasta la frontera de la OTAN, desde el mar Negro hasta el Océano Ártico”.

Contribuir a la defensa ucraniana con apoyo militar “es mucho mejor y más barato para los Estados Unidos que permitir su derrota”, aseguran. “Hemos sostenido con fuerza que los valores norteamericanos están de acuerdo con los intereses norteamericanos en Ucrania”.

Llama la atención esa referencia a los riesgos de traer el ejército ruso a la frontera de la OTAN. Una de las razones fundamentales por la que los rusos explican su intervención en Ucrania es precisamente por el avance de la OTAN hacia sus fronteras desde el fin de la Guerra Fría, pese a los acuerdos para evitarlo, sobre los que Gorbachov conversó con Alemania y Estados Unidos, cuando se unificó Alemania.

Los más de 200 mil millones de dólares, invertidos solo por Estados Unidos en esa guerra, no dejan duda sobre lo que está en juego. A estos recursos hay que sumar los de las naciones europeas, principalmente Alemania e Inglaterra. Como dijo el Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, “ustedes defienden nuestra propia seguridad en las fronteras orientales de Europa”.

El 23 de abril pasado, Sunak anunció, en Varsovia, la mayor ayuda militar de su país a Ucrania. Un paquete valorado en 620 millones de dólares, que incluiría más de 400 vehículos, 60 botes y un número no determinado de misiles de largo alcance Storm Shadow, con los que los británicos pretenden contribuir a seguir debilitando la flota rusa en Sebastopol y a atacar Crimea.

Como destaca un entusiasmado guerrerista en las páginas del diario español El País, corresponsal de “asuntos globales”, “Europa arde con la guerra de Ucrania y ante una Rusia agresiva muchos aumentan el gasto en Defensa”. Estamos muy lejos de los tiempos de una periodista como Pilar Bonet.

Crear un mundo “horrible”

Nataliya Bogayova, en su trabajo para el ISW sobre “The Military Threat and Beyond”, asegura que, si Rusia vence en Ucrania, quedará claro para los adversarios de Estados Unidos que se le puede influenciar, hacerlo abandonar sus intereses en una lucha que, en su opinión, se podría ganar. Una victoria rusa –dice el estudio– podría estimular a otros a desafiarlo, a hacer creer a sus adversarios que pueden quebrar su voluntad de defender sus intereses estratégicos. A crear un mundo “horrible”, basado en las atrocidades cometidas por los rusos en la guerra.

Ya no se trata de la amenaza rusa de invadir Europa, sino del riesgo de que una Rusia victoriosa se muestre determinada a debilitar las posiciones de Estados Unidos. Apoyar a Ucrania no solo evitará la desaparición de una nación independiente, “sino que asestaría un golpe asimétrico a la alianza rusa y a la coalición antinorteamericana”.

En sus conclusiones, Bogayova afirma que una victoria rusa en Ucrania “puede crear un mundo fundamentalmente opuesto a los intereses y valores de los Estados Unidos”.

Uno de los problemas con esta argumentación es que ha sido Estados Unidos el que ha llevado la guerra a todo el mundo, el que se ha mantenido en guerra por décadas, cuyas atrocidades cometidas en Vietnam, o Irak, en los campos de tortura en ese país y en Cuba, han dejado imágenes imposibles de borrar.

De selvas y jardines

Para el presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, el más cercano aliado de Moscú, Ucrania es un escenario militar donde se decide, en parte, el nuevo orden mundial. Hablando ante la Asamblea del Pueblo, el parlamento de su país, el pasado 24 de abril, Lukashenko afirmó que es la última confrontación entre el este y el oeste y aunque ninguna de las partes se ha mostrado más fuerte, el actual orden mundial no saldrá indemne de este conflicto.

Dos años después de la invasión rusa a Ucrania, Borrell, hablaba ante la Rada ucraniana: –El estado natural de las cosas sigue siendo la lucha entre grandes potencias. En el mundo actual, la geopolítica está resurgiendo y Rusia no ha olvidado su propia ilusión imperial. “La UE ya no está ahí para hacer la paz entre nosotros, sino para hacer frente a los desafíos de nuestras fronteras”.

Tenemos que apoyar a Ucrania “cueste lo que cueste”, hacer lo que sea necesario para que Ucrania gane, dijo Borrell. Quienes afirman que hay que apaciguar a Putin se equivocan. “En lugar de buscar el apaciguamiento, deberíamos recordar las lecciones que hemos aprendido desde 2022, evitando repetir errores y redoblando nuestros esfuerzos en los ámbitos en los que hemos logrado éxitos”.

Es cierto que la UE no es la OTAN. Pero la OTAN se ha convertido en el brazo armado de la UE, encabezada por Estados Unidos. Y en el escenario de guerra, es también su principal instrumento de política exterior. Ya antes de la guerra, la diplomacia había estado prácticamente excluida de la mesa, si consideramos que inclusive los Acuerdos de Minsk, teóricamente negociados para poner fin al conflicto, en 2014 y 2015, no eran más que un recurso para ganar tiempo y armar a Ucrania, como reconocieron la Canciller alemana, Angela Merkel y el presidente francés, François Hollande, quienes debían servir de garantes de las negociaciones entre Rusia y Ucrania.

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(III)

Llevando la guerra a todas partes

Como dice Borrell, en lugar de buscar el apaciguamiento hay que prepararse para la guerra: “necesitamos urgentemente reactivar la industria europea de defensa. La capacidad de producción de nuestra industria ya ha aumentado un 40% desde el comienzo de la guerra. A finales de año alcanzaremos una capacidad de producción de 1,4 millones de municiones. Habremos entregado a Ucrania más de un millón de proyectiles para finales de año”.

En septiembre del año pasado, el Secretario General de la OTAN, Jens Stoltemberg, fue invitado por el Council on Foreign Relations (CFR) para hablar en la Russell C. Leffingwell Lecture, en Washington.

Stoltemberg reiteró que el apoyo a Ucrania “es algo que hacemos porque es de interés para nuestra seguridad”. Consultado sobre el interés de la OTAN de abrir una oficina de contacto en Japón, explicó que la seguridad no es regional, sino global. Desde su punto de vista, un triunfo de Rusia en Ucrania estimularía el uso de la fuerza por parte de Beijing. Para eso están reforzando sus alianzas con Japón, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda.

En el espacio de preguntas, Lucy Komisar, una periodista independiente basada en Nueva York se refirió al memo desclasificado de un encuentro entre el entonces Secretario de Estado, James Baker, y el presidente de la Unión Soviética, Mijail Gorbachov, en el que se prometía no avanzar la OTAN “ni una pulgada” hacia el este. Y cuando esto empezó a pasar –agregó la periodista– George Kennan, uno de los más brillantes diplomáticos norteamericanos, artífice de la visión de Washington sobre la Guerra Fría, predijo el desastre que la ampliación provocaría. Lo que se ha hecho una realidad, agregó Komisar, quién le preguntó a Stoltemberg si estaba satisfecho con los resultados.

–No estoy satisfecho, dijo Stoltemberg. Pero es culpa de Rusia, que decidió invadir otro país. “E, independientemente de lo que Ud. piense sobre la ampliación de la OTAN, eso no le da derecho a invadir otro país”.

Stoltemberg defiende el derecho de cada nación a decidir si se incorpora o no a la OTAN, sin que Moscú tenga derecho de veto sobre esa decisión. Stoltemberg es Secretario General de la OTAN y su papel no es decidir lo que hará cada país, sino lo que la OTAN debe hacer, según los compromisos históricos asumidos y el escenario político en que se desenvuelve. Pero Stoltemberg no es Kennan, el diplomático norteamericano que vislumbró el escenario de la Guerra Fría y supo ver el de la post Guerra Fría, muy distinto a la confrontación a la que la han llevado Washington y sus aliados europeos, a los que Stoltemberg sirve y en cuya guerra apuesta.

En la última década, la OTAN ha implementado el mayor refuerzo de la defensa colectiva en una generación, asegura. “Hemos fortalecido nuestra presencia militar en Europa del este e incrementado los gastos en defensa. Con la incorporación de Finlandia –y Suecia– la OTAN se hace mayor y más fuerte”.

Y concluye: –Espero que la OTAN confirme nuestro apoyo inquebrantable a Ucrania, continúe fortaleciendo nuestra propia defensa e incrementando nuestra cooperación con nuestros socios europeos e indo-pacíficos para defender el orden global basado en reglas”. Un sistema que “está siendo desafiado como nunca antes”.

La OTAN se prepara para la guerra. ¿Qué guerra?

Putin se ha preguntado quién define esas reglas, desafiando el sistema directamente, dijo Borrell, en su conferencia en la Academia Diplomática Europea, en Brujas, el 13 de octubre de 2022. En su opinión, Europa es un jardín, donde “todo funciona”. ¡Cuiden el jardín, sean buenos jardineros! “Gran parte del resto del mundo es una selva y la selva invade el jardín. Los jardineros deberían cuidarlo”, agregó, refiriéndose a los alumnos de la Academia.

¿Defender un orden global basado en reglas? Sí, pero ¿cuáles? ¿Las del jardín de Borrell?

Para el presidente Lukashenko, el orden mundial no saldrá indemne del conflicto actual. Cuando las tropas rusas cruzaron la frontera de Ucrania, ese orden se hizo pedazos. Su reconstrucción dependerá del resultado de esa guerra. Pero ya no será el orden heredado de la Guerra Fría. Ese orden saltó por los aires.

Por ahora, Occidente apuesta por la guerra. Aprobados los 60,8 mil millones de dólares para Ucrania por el congreso de los Estados Unidos, Biden anunció que las armas comenzarán a fluir pocas horas después. Son parte del paquete aprobado por el congreso, que se sumarán a los ATACMS, misiles de largo alcance, ya suministrados en secreto a Ucrania, con el objetivo especial de atacar Crimea.

“Los líderes europeos no están discutiendo sobre el riesgo de una nueva guerra en el continente. Se están preparando para ella”, es el título del artículo publicado por Bloomberg, el pasado 24 de abril.

Sunak habla de poner la industria de defensa inglesa en “pie de guerra”. Donald Tusk, primer ministro polaco, dice que Europa vive una situación de “preguerra”. La presidente de la Comisión Europea, la alemana Ursula von del Leyen, pone como ejemplo el “modelo finlandés” de defensa civil. El nuevo presidente de Finlandia, Alexander Stubb, de derecha, se dice dispuesto a acoger en su territorio armas atómicas norteamericanas. Finlandia necesita la disuasión nuclear. Es la mejor forma de garantizar su seguridad, estima. El ministro de Relaciones Exteriores polaco, Radoslaw Sikorski, dice en su parlamento que Rusia debe temer a la OTAN, que podrían derrotarlos en el campo de batalla.

La OTAN hace una demostración de fuerza a la sombra de la guerra de Rusia, dice el NYT. Cerca de 90 mil soldados entrenan entre Lituania y Polonia, en la frontera de enclave ruso de Kaliningrado, para una guerra entre las grandes potencias.

Según el ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, la OTAN ya tiene cerca de las fronteras rusas hasta 33 mil efectivos, unos 300 tanques y más de 800 otros vehículos blindados.

¿Qué debe hacer el mundo?

¿Con qué guerra estarán soñando Sikorski y sus socios de la OTAN?

Europa se prepara para otra guerra y el resto del mundo ¿qué debe hacer? ¿Dejarles las manos libres para que jueguen con la suerte del mundo? ¿Para que nos lleven a la Tercera Guerra Mundial?

¿Qué guerra será esa? ¿Para defender los intereses de quiénes? Una Europa cada vez más conservadora, habla de guerra como si entre la segunda (que llevaron a cabo también contra Rusia) y una eventual tercera, no se hubiese poblado el mundo de armas nucleares.

La irresponsabilidad de los “jardineros” de Borrell parece no tener límites. Pero el mundo de hoy no es ya el de la II Guerra Mundial. De modo que los intentos por terminar lo que los alemanes no pudieron hacer hace más de 80 años tiene un solo destino, si el resto del mundo no logra amarrarles la manos.

Como recordó el asesor para asuntos internacionales del gobierno brasileño, el excanciller Celso Amorim, un sistema de seguridad basado en alianzas militares nos llevó a la guerra, en el pasado. Hablando en una reunión del Consejo de Seguridad ruso, el pasado 24 de abril, Amorim dijo que, en el mundo actual, la paz exige un orden robusto y legítimo, y no un orden basado en reglas, como su fundamento.

Dado lo que el conflicto representa para Occidente y para Rusia, es poco probable una victoria militar total de nadie. La única solución negociada posible es una que no deje evidentes vencedores ni vencidos. Es la construcción de la Casa Común que dio inicio a este debate sobre seguridad europea, al final de la Guerra Fría. Que la élite occidental prefirió desechar y que no podrá ser construida con los conservadores que gobiernan actualmente Europa. Un escenario en el que Rusia no sea el enemigo a abatir, ni Occidente el ejecutor de la Operación Barbarroja, en que se ha transformado. O sea, una realidad más acorde con el nuevo orden mundial y menos con los sueños del “fin de la historia” sobre la que se pretendió construir el escenario de la posguerra fría.

Logrado este acomodo, podrá entonces el mundo enfrentar el verdadero desafío sobre el que se construirá el nuevo orden internacional. Un orden en el que se tendrá que reconocer la decadencia de Occidente, el papel de China, el del sur global y el de una Europa ya no sometida a una derecha extrema, como la actual, ni a una OTAN, instrumento de la política de seguridad de Estados Unidos y de sus élites más conservadores.

La otra alternativa…

La Matrioshka Fecunda

Mauricio Ramírez Núñez
Académico

El presidente del Partido Liberación Nacional ha expresado su repudio hacia el presidente ruso, Vladimir Putin, en un artículo que parece estar impulsado más por la emoción que por un análisis objetivo. Sin embargo, es importante señalar que el artículo carece de fundamentos sólidos en cuanto a su crítica hacia Putin y su administración.

En vez de presentar argumentos razonados, el artículo parece estar impulsado por sentimientos negativos hacia Putin, lo cual resta credibilidad a las opiniones expresadas. Además, parece evidente una falta de comprensión de los complejos asuntos geopolíticos que rodean a Rusia, particularmente en relación con el conflicto en Ucrania y la posición de la OTAN y Estados Unidos. Hubiese sido más constructivo que el presidente del Partido Liberación Nacional ofreciera argumentos fundamentados y análisis profundos sobre la situación en Rusia y sus relaciones internacionales. Esto permitiría un debate más enriquecedor y productivo sobre estos temas importantes.

En su reciente comparación entre Rusia y países como Nicaragua o Venezuela, el señor parece hacer una asociación superficial que solo encuentra sentido en un contexto arraigado en mentalidades de la Guerra Fría. Sin embargo, es importante considerar varios aspectos que invalidan esta comparación. Es importante desmitificar la idea de que Rusia y su presidente, Vladimir Putin, representan una continuidad con la era comunista. Primero, es un error asumir que Rusia es una continuación de la Unión Soviética. Putin y su partido, Rusia Unida, se identifican más con una ideología de centro-derecha, en contraste con el pasado comunista del país. De hecho, si buscamos equivalencias en el espectro político costarricense, podríamos comparar a Rusia Unida con partidos de derecha como el PUSC, históricamente conservador.

En segundo lugar, Rusia posee una historia rica y compleja que abarca más de 800 años, lo que la distingue profundamente en términos de cultura, tradición y pensamiento político respecto al enfoque occidental e imaginario al cual el señor hace referencia. Este contexto histórico único de Rusia no se puede subestimar al evaluar sus políticas y acciones actuales. Por otro lado, es crucial reconocer el papel de Rusia como una potencia mundial que está forjando un camino alternativo en el escenario internacional junto con China. Este camino desafía el tradicional orden unipolar basado en la hegemonía estadounidense y europea, que es el verdadero tema de fondo de esta triste guerra en suelo ucraniano, lo que añade una capa adicional de complejidad a cualquier comparación simplista con países latinoamericanos y sus coyunturas internas.

En tercer lugar, es importante examinar los indicadores de desarrollo y calidad de vida al evaluar la posición de Rusia en relación con países como Nicaragua y Venezuela. En términos del PIB, Rusia, con una economía de mercado y abierta, supera significativamente a ambos países, con cifras que reflejan una economía mucho más robusta, abierta al mundo y diversificada. Por ejemplo, el PIB ruso en 2022, según datos del Banco Mundial, fue de $2,240 billones, mientras en Nicaragua y Venezuela, los valores son considerablemente menores; $15,7 y $482,4 billones, respectivamente.

Es evidente que, al comparar estos aspectos económicos, sociales y políticos, se revela la inadecuación de equiparar a Rusia con Nicaragua o Venezuela. Tal comparación no solo carece de fundamento en términos históricos y culturales, sino que también pasa por alto las diferencias significativas en términos de desarrollo y posicionamiento geopolítico de estos países. Es fundamental reconocer las diferencias contextuales, así como los matices inherentes a los procesos electorales en Rusia, Nicaragua y Venezuela. Si bien es cierto que existen críticas y preocupaciones legítimas sobre la transparencia y la democracia en todos estos países, es necesario abordar cada caso con un análisis detallado y contextualizado.

Mi reciente participación en febrero pasado en el Congreso Mundial de la Multipolaridad en Rusia, donde tuve la oportunidad de interactuar con una amplia gama de colegas de más de 130 países, me permitió obtener una visión más profunda de la situación política en ese país. Durante este evento, y los intercambios que pude tener personalmente con costarricenses que viven allá, así como con ciudadanos rusos, quedó patente que una mayoría significativa del pueblo ruso respalda al presidente Putin y su gestión.

Ahora bien, es importante tener en cuenta también que mi experiencia personal, aunque reveladora, representa sólo una perspectiva limitada y no puede extrapolarse para representar la totalidad de la opinión pública en Rusia, pero sí demuestra contundentemente, que las cosas no son como las pintan los medios occidentales, en guerra contra ese país.

El contraste entre el sistema político y electoral de Rusia con los de Nicaragua y Venezuela revela importantes diferencias que no pueden ser pasadas por alto. Mientras que en Rusia persisten críticas respecto a la falta de pluralismo político y competencia real en las elecciones, es esencial reconocer que aún existe la participación de múltiples partidos políticos y candidatos en el proceso electoral.

Es importante destacar que, en Rusia, a pesar de la influencia del gobierno sobre instituciones clave como la Duma, aún se mantienen ciertos mecanismos institucionales que permiten cierto grado de independencia y capacidad de deliberación. En contraste, en Nicaragua y Venezuela, los poderes legislativos han sido subordinados al ejecutivo, lo que ha socavado el equilibrio de poderes y la separación de poderes, elementos esenciales para el funcionamiento efectivo de la democracia.

El segundo argumento esgrimido y totalmente carente de fundamento real, es el de, y cito textualmente: “Lo peor de todo fueron unas elecciones en medio de una guerra invasora genocida contra Ucrania. Putin llamó a las urnas usando la guerra es un acto de cobardía porque cada muerto del enemigo se paga con votos inducidos por el odio. Fueron urnas manchadas de sangre”. El argumento presentado simplifica una vez más una situación compleja por lo cual es importante considerar varios puntos para refutar esta afirmación:

1- La convocatoria de elecciones durante un conflicto no es necesariamente un acto de cobardía por parte de un líder político. Las elecciones pueden ser vistas como un intento de mantener la estabilidad interna y la legitimidad del gobierno en medio de circunstancias adversas. Además, las elecciones son un derecho fundamental de los ciudadanos y su celebración no debería ser obstaculizada por la presencia de conflictos. A diferencia de lo que dice Occidente, Rusia es un país civilizado y su gente es culta. En última instancia, si realmente existiera un rechazo generalizado del pueblo ruso hacia la guerra y el presidente Putin, como algunos afirman sin presentar pruebas, esto habría quedado patente a través del abstencionismo y la apatía en las elecciones. Sin embargo, lo que vimos fue todo lo contrario: la participación activa en las elecciones mostró que no se pudo ocultar ninguna supuesta «mentira del Kremlin». La realidad es que la alta participación electoral refleja un respaldo significativo al sistema político y liderazgo actual en Rusia.

2- Es importante evitar asumir que todos los votantes rusos fueron influenciados por el «odio hacia Ucrania». Más bien a Ucrania lo ven como a Bielorrusia, un pueblo hermano. Las motivaciones para participar en unas elecciones son diversas y no se pueden generalizar. Muchos ciudadanos pueden haber tomado decisiones electorales basadas en consideraciones internas y domésticas, sin necesariamente estar directamente influenciados por el conflicto con Ucrania. Además, es crucial reconocer el impacto positivo del liderazgo del presidente Putin en Rusia posterior a la década de la humillación que vivió ese país en los años noventa. Este cambio ha generado un sentimiento de gratitud entre la mayoría de los ciudadanos rusos, lo que puede haber influido en su respaldo al liderazgo actual. Es evidente que el desconocimiento de esta transformación interna puede llevar a una interpretación incompleta de la dinámica política en Rusia.

3- Criticar las elecciones en Rusia y calificar las urnas de estar «manchadas de sangre» debido al conflicto con Ucrania es una simplificación subjetiva y poco fundamentada. Es válido señalar que sería deseable haber visto posturas críticas similares durante elecciones anteriores en Estados Unidos, especialmente durante períodos en los que el país estuvo involucrado en invasiones ilegales en Oriente Medio. Este tipo de posturas habrían reflejado un compromiso más consistente con los principios de justicia, democracia y responsabilidad internacional.

Además, catalogar a Putin como genocida es una afirmación que carece de respaldo sustancial, especialmente considerando que ni siquiera la ONU ha hecho tal declaración. En contraste, recientemente la relatora especial de la ONU en Israel, Francesca Albanese, durante la sesión ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, dijo que considera que hay motivos razonables para creer que se ha alcanzado el umbral que indica la comisión del delito de genocidio contra los palestinos como grupo en Gaza, situación frente a la cual este señor y su partido guardan silencio.

Por último, es crucial destacar que calificar las elecciones en Rusia como el derrumbe de la civilización es una afirmación absurda y paradójica. Rusia se destaca hoy en día como uno de los principales defensores de la verdadera civilización cristiana en Occidente, en contraposición a la ideología liberal atea occidental tanto de izquierda como de derecha. Mientras que en Occidente se promueven valores que desprecian la tradición y la fe, Rusia aboga por la preservación de las raíces cristianas, el orden, la familia y la moralidad.

La ideología rusa actual se basa en principios que valoran la estabilidad social, la cohesión familiar y el respeto por la tradición, en oposición al materialismo desenfrenado y el consumismo que caracterizan a la sociedad occidental. Además, mientras Occidente tiende hacia el nihilismo y la deshumanización, Rusia se esfuerza por promover una visión más equilibrada y humanista de la civilización.

Antes de terminar, y no sin dejar de lado el tema del lamentable conflicto en Ucrania, es menester considerar que responsabilizar exclusivamente a Rusia por la guerra en Ucrania es ignorar por completo la complejidad de la historia reciente y la implicación directa de países occidentales desde el golpe de estado de 2014 en Kiev. Es importante abordar abiertamente los intereses geopolíticos de Estados Unidos en la región, que claramente apuntan a contener a Rusia como un actor global de peso.

Además, no se puede pasar por alto el hecho de que la CIA ha estado operando en Ucrania durante más de una década, con el objetivo de socavar a Rusia, lo cual fue titular del prestigioso medio estadounidense, The New York Times, el pasado 28 de febrero. Pero parece que esto no refleja, ante los ojos de algunos, una amenaza para la seguridad nacional de Rusia. De igual manera, es crucial reconocer la presencia de laboratorios de experimentación biológica occidentales en las regiones ucranianas fronterizas con Rusia, lo cual añade una capa adicional de complejidad al conflicto.

Sumado a esto, es fundamental considerar el interés de convertir a Ucrania en un miembro de la OTAN para legitimar la instalación de misiles en las fronteras rusas apuntando hacia Moscú. Para comprender mejor esta situación, podemos plantear una analogía: ¿Cómo reaccionaría Estados Unidos si México se uniera a una alianza militar con Rusia y China, y decidiera establecer bases militares en la frontera con Texas? Esta perspectiva nos permite entender la sensibilidad de Rusia ante la posibilidad de una expansión de la OTAN hacia sus fronteras, similar a la situación que provocó la crisis de los misiles en Cuba en 1962, en este caso para los Estados Unidos.

La idea de que Putin y su ministro de defensa decidieron invadir Ucrania por mera voluntad es una simplificación absurda y refleja la decadencia del pensamiento occidental en su máxima expresión. Es necesario un análisis más profundo y equilibrado que considere todos los factores en juego, incluidos los intereses geopolíticos y las acciones de todas las partes involucradas, antes de tomar una postura al respecto.

Es importante no caer en el juego de la guerra psicológica ni en las campañas de rusofobia occidentales. Por estas y muchas otras razones yo no cuestiono el viaje de las diputadas a Moscú, sino que lo reconozco como un acto de valentía, pensamiento independiente y buena fe en el marco de una coyuntura geopolítica histórica y compleja. El hecho de comprender las razones detrás de las acciones de Rusia y reconocer la guerra mediática lanzada por Occidente no implica necesariamente un respaldo ciego a todas las acciones de Rusia o su presidente. Tampoco equivale a apoyar a dictadores, como erróneamente afirman algunos. Más bien, implica tener una comprensión más profunda de la complejidad del mundo y un intento de superar el pensamiento simplista de «buenos y malos» que a menudo prevalece en el pensamiento occidental.

Hay que tener cuidado con el fundamentalismo democrático, al igual que cualquier extremo ideológico, representa un riesgo significativo para la misma democracia. Si las cosas fueran de buenos y malos, entendidas desde una visión puramente idealizada de la democracia, países como Costa Rica, que no tienen ejército ni enemigos en el mundo, se vería obligada a aislarse del mundo, paradójicamente, como Corea del Norte, porque todas las naciones, independientemente de su sistema político, tienen sus propios intereses y participan en juegos geopolíticos en los cuales podemos o no estar de acuerdo, y donde no todos son democráticos.

Reconocer estas complejidades significa entender que hay más oportunidades de promover la paz a través del diálogo y la negociación que mediante sanciones unilaterales o la suposición de superioridades morales. La búsqueda de soluciones pacíficas requiere un compromiso con la comprensión mutua y el respeto por las perspectivas divergentes, en lugar de caer en la trampa de la demonización, la confrontación y la cultura de la cancelación que dañan y enferman a la democracia real en nuestras latitudes.

China propone La Iniciativa para la Civilización Global

Mauricio Ramírez Núñez
Académico

El pasado mes de marzo de 2023 se llevaron a cabo en China los Diálogos de Alto Nivel del Partido Comunista Chino (PCCh) con partidos políticos de todo el mundo. Esta actividad reunió líderes de partidos de todas partes, preocupados por los retos globales, la transición del sistema internacional y el futuro de la humanidad. En la actividad participó el presidente Xi Jinping, quien el día 15 de marzo presentó La Iniciativa para la Civilización Global, una potente propuesta al mundo que termina por complementar a la Iniciativa de Desarrollo Global y la Iniciativa para Seguridad Global dadas a conocer con anterioridad.

Durante su discurso el presidente Xi expresó la urgencia de unir las manos en el camino hacia la modernización y la necesidad de buscar nuevos modelos de desarrollo para la humanidad que trasciendan los viejos paradigmas que han mostrado no ser el camino adecuado para el bienestar de todos los pueblos. Además, mencionó los graves desafíos y crisis entrelazadas a las cuales se debe buscar y dar respuesta colectiva, dejando de lado los egoísmos y prejuicios ideológicos propios de siglos pasados. Los tres retos mencionados por el líder chino fueron; las brechas de desarrollo que se están ampliando en todo el mundo, o sea, hay más desigualdad y mala distribución de la riqueza, se sigue deteriorando con rapidez el entorno ecológico y la salud del planeta, y sigue persistiendo una mentalidad de Guerra Fría que, en lugar de ayudar a trabajar en la solución de estos problemas comunes, divide y crea desconfianza entre las naciones.

Frente a esto, cinco propuestas que hace el presidente Xi:

  • poner al pueblo en primer lugar y asegurarse de que la modernización y el desarrollo esté centrado en la gente;
  • adherirse al principio de independencia (soberanía) y explorar caminos diversificados hacia la modernización, siempre pensando en una civilización ecológica;
  • defender los principios fundamentales (valores comunes de la humanidad) y abrir nuevos caminos, para garantizar la continuidad del proceso de modernización;
  • es imperativo ayudar a otros a tener éxito, al buscar el éxito propio y asegurarse de que todos puedan disfrutar de los resultados de la modernización;
  • seguir adelante y garantizar un liderazgo firme sobre la modernización.

La modernización o el desarrollo debe cimentar sus raíces en las condiciones nacionales de cada país, por lo tanto, los modelos de desarrollo no se exportan ni se importan, no se imponen a la fuerza por presiones diplomáticas o préstamos con condiciones leoninas. Cada país debe explorar su propio camino hacia la modernización, aunque desde luego, se debe construir tomando la experiencia de otros países, así como buenas prácticas. Es un proceso que lleva la impronta de la historia y la cultura tradicional de cada pueblo, y también contiene elementos modernos para el beneficio compartido de toda la comunidad. El compromiso de China es no seguir el viejo camino de la colonización y el saqueo, ni el camino torcido que tomaron algunos países para buscar la hegemonía una vez que se fortalecieron.

La construcción de una gran comunidad global de desarrollo desde el punto de vista chino difiere totalmente del occidental, pues no busca imponer modelos ni ideologías, mucho menos sistemas políticos, al contrario, reconoce la pluralidad del mundo y a partir de ella busca consolidar un jardín para la prosperidad de todas las civilizaciones. Estamos hablando de una visión de la globalización radicalmente opuesta a la occidental, y mucho más sensata. Nos encontramos entonces ante una visión alternativa de esta, que toma lo mejor del viejo modelo y lo mejora de una manera dialéctica y con una visión real de inclusión, respeto y búsqueda de la prosperidad común. China ha tomado el liderazgo para redefinir la globalización desde una perspectiva realmente inclusiva, respetuosa de la soberanía de los estados, con apertura para los beneficios mutuos y las ganancias compartidas.

Todos estos esfuerzos exigen la superación de la mentalidad de Guerra Fría tradicionales que aún se mantienen en algunos países occidentales, de ahí que el presidente Xi planteara con contundencia que la práctica de avivar la división y el enfrentamiento en nombre de la democracia es en sí misma una violación del espíritu de la democracia. No recibirá ningún apoyo, y lo que trae es solo un daño interminable. Por ello, el intercambio y la cooperación entre las distintas civilizaciones que forman el mundo contemporáneo es importante, porque es el camino para una coexistencia más armoniosa y pacífica, donde la singularidad de cada civilización es lo que aporta la riqueza y la diversidad propias de la humanidad.

La Iniciativa de la Civilización Global presenta por el presidente Xi y en consonancia con una perspectiva de multipolaridad civilizatoria, como hace algunos años vienen hablando académicos rusos desde la Cuarta Teoría Política, propone lo siguiente:

  • apoyar conjuntamente por el respeto a la diversidad de civilizaciones en el mundo. A los países les incumbe defender los principios de igualdad, aprendizaje mutuo, diálogo e inclusión entre civilizaciones, donde el respeto mutuo permita superar enfrentamientos innecesarios y sentimientos de superioridad.
  • abogar en común por los valores comunes de la humanidad. La paz, el desarrollo, la equidad, la justicia, la democracia y la libertad son aspiraciones comunes de todos los pueblos. Los países deberían tener la mente abierta para apreciar las percepciones de valores de diferentes civilizaciones y abstenerse de imponer sus propios valores o modelos a los demás y de avivar la confrontación ideológica.
  • defender codo con codo por la importancia de la herencia y la innovación de las civilizaciones. Los países necesitan aprovechar al máximo la relevancia de sus historias y culturas en los tiempos actuales, e impulsar la transformación creativa y el desarrollo innovador de sus excelentes culturas tradicionales.
  • Es menester abogar mancomunadamente para fortalecer los intercambios y la cooperación cultural entre pueblos y a nivel internacional. Los países deberían explorar la construcción de una red global para el diálogo y la cooperación entre civilizaciones, enriquecer los contenidos de los intercambios y ampliar las vías de cooperación para promover el entendimiento mutuo y la amistad entre los pueblos de todos los países y promover conjuntamente el progreso de las civilizaciones humanas.

De esta manera, las puertas están abiertas para todas las naciones que deseen sumarse a los esfuerzos compartidos del liderazgo chino de cara a una nueva era de carácter multipolar en un mundo donde la tarea más ardua es la paz y las oportunidades para todos los países y la lucha contra el colapso eco-social. Los tiempos donde se discriminaba por ideologías deben dejarse de lado para abrir paso a una visión compartida del futuro que facilite enfrentar de manera colectiva los desafíos comunes de toda la humanidad. América Latina y el Caribe tienen una gran oportunidad, en la misma medida que el resto de las naciones del sur global, en optar por unos lazos de cooperación, entendimiento e intercambio para crear sus propios procesos de modernización y desarrollo. En otras palabras, de volver a construir nuestra propia historia, con dignidad y en el marco de una nueva era basada en un entorno internacional de verdadera pluralidad e intereses comunes.

El nuevo concepto de política exterior de Rusia

Mauricio Ramírez Núñez. Académico.

La Federación de Rusia, en un decreto firmado por el presidente Vladimir Putin el 31 de marzo de 2023 y con número 229, abre las puertas oficialmente a una nueva era en las relaciones internacionales dentro de un contexto de multipolaridad, como desde hace ya varios años lo vienen planteando junto con la República Popular China. Ese decreto lleva por nombre “Concepto de la Política Exterior de la Federación de Rusia”. No es casual que lo dieran a conocer en la actual coyuntura, después de la exitosa visita del presidente Xi a Moscú y en medio de la crisis de seguridad en Ucrania, donde, dicho sea de paso, en el plano militar y económico, los rusos siguen mostrando su superioridad.

Tanto China con sus iniciativas de desarrollo y seguridad globales, bajo la filosofía de una comunidad de destino compartido, y ahora Rusia, con su nuevo concepto de política exterior, dejan claro que el camino en este nuevo sendero del sistema internacional debe ser en el marco del respeto mutuo, la cooperación y el respeto por las tradiciones e identidades de cada pueblo. Un modelo de desarrollo con responsabilidad ambiental, solidaridad y ganancias compartidas. Ambas doctrinas abogan por el fin de los hegemonismos y prácticas de suma-cero, donde el matonismo y la imposición de sanciones dividen y aíslan a los países, crean desconfianza, y por ello, ambos hacen un llamado a superar esa mentalidad de Guerra Fría y de épocas superadas, al menos al otro lado del mundo.

Este nuevo concepto de política de exterior de Rusia tiene que ver con su visión de mundo y planificación estratégica en un entorno de cambios profundos e irreversibles. De la misma manera que lo ha planteado China, Rusia deja claro en este decreto de una forma transparente y honesta, sin dobles raceros, los intereses nacionales de la Federación de Rusia en materia de la política exterior, así como los principios básicos, objetivos estratégicos, tareas principales y prioridades de la política exterior de este país. El enfoque va en la dirección de fortalecer el verdadero multilateralismo, la cooperación y los lazos con el sur global para construir una ruta común a partir de las diferencias y coincidencias que existan entre todas las naciones.

Cabe resaltar algunos de los puntos más notorios de dicha doctrina, entre los que destacan la lucha conjunta contra el modelo injusto del desarrollo mundial, que durante siglos garantizó un crecimiento económico exponencial de las potencias coloniales mediante la apropiación de los recursos de Asia, África y América Latina. Esto es algo que debe quedar en el pasado. Rusia no se considera un enemigo de Occidente y espera que las naciones occidentales se den cuenta de la inutilidad de su política de confrontación y sus ambiciones hegemónicas. Rusia prioriza la eliminación de los vestigios de la dominación de EE. UU. y otros Estados hostiles en los asuntos mundiales. Rusia aboga por la indivisibilidad de la seguridad internacional y se esfuerza por garantizarla por igual para todos los Estados sobre la base del principio de reciprocidad.

La política humanitaria rusa tiene como objetivo formar la percepción positiva de Rusia en el extranjero, fortalecer la posición de la lengua rusa en el mundo, contrarrestar la campaña de rusofobia llevada a cabo por Estados extranjeros hostiles. Para Rusia es de suma importancia profundizar los vínculos con los nuevos centros de poder y desarrollo global soberanos, entiéndase China y la India. Rusia aspira a transformar Euro-Asia en un solo espacio continental de paz, estabilidad, confianza mutua, desarrollo y prosperidad. Nótese la similitud con las propuestas de China en cuanto al camino para un nuevo desarrollo compartido, así como para la estabilidad y seguridad internacional.

Rusia se dedica a reforzar la cooperación integral y de beneficio mutuo con los Estados de la civilización islámica amistosa. Rusia se propone promover el ulterior establecimiento de África como centro distintivo e influyente del desarrollo mundial. Rusia tiene la intención de desarrollar las relaciones con los Estados de América Latina y el Caribe de manera pragmática, desideologizada y mutuamente beneficiosa. Al igual que China, Rusia aboga en esta nueva doctrina al fortalecimiento real y despolitización de las instituciones y el derecho internacional, para poder garantizar de nuevo un sistema fiable y estable a todos los países por igual, de ahí el importante llamado que hacen por el respeto a la carta de la Naciones Unidas como referente de ese mundo multipolar.

Otro de los aspectos que quedan claros tanto en la Iniciativa de Desarrollo Global de China, como en el Nuevo Concepto de Política Exterior de Rusia, es que son propuestas que de ninguna manera buscan ideologizar, imponer voluntades ni mucho menos condicionar la cooperación que estén dispuestos a aceptar los países que se sumen a estos procesos de desarrollo global y de ganancias compartidas. Lo que sí es evidente, es la convergencia de todos estos nuevos polos de desarrollo en que el modelo de occidente se agotó y es momento de pensar más allá de los esquemas tradicionales para poder sortear de manera conjunta los graves desafíos ambientales, económicos y políticos en los que ese viejo sistemas nos ha sumido a todos por igual: “la imposición de actitudes ideológicas neoliberales destructivas que van en contra de los valores espirituales y morales tradicionales se convirtió en una forma común de injerencia en los asuntos internos de Estados soberanos. Como consecuencia, la influencia destructiva se extiende a todas las esferas de las relaciones internacionales”, así lo afirma este nuevo concepto ruso, y es el motor que motiva este viraje de rumbo en la política mundial hacia un orden multipolar.

A pesar toda la campaña de descrédito y desinformación contra Rusia producto de la crisis de seguridad en Europa, más allá de los medios occidentales y sus analistas, subyace una nueva realidad que no se puede de ninguna manera pasar por alto o menospreciar, es el nuevo mundo que nace en Oriente, de la mano de civilizaciones milenarias como China, India y Rusia, con saberes, experiencias y visiones de mundo más sólidas y claras, que con el paso de los años han sabido levantarse de difíciles épocas de humillaciones, y ahora han encontrado un espacio en el concierto de las naciones y de toma de decisiones globales para alzar la voz y exigir un trato igual para todos.

Estudiar con apertura y sin prejuicios los esfuerzos de Rusia y China por la consolidación de un nuevo orden es necesario, pues si los tiempos cambian, nuestras posturas deben estar sujetas a mirar con pragmatismo, sin dejar de lado nuestros valores, aquello positivo que nos ofrecen esos cambios. Las posibilidades objetivas para nuestros pueblos de mejorar su calidad de vida y emprender el camino práctico de un nuevo paradigma para que todos tengan un espacio de respeto y dignidad tan negado por siglos de colonialismo, hegemonismo e imposiciones ideológicas de uno y otro lado han llegado. Es tiempo de entender la importancia de estar bien con todos, y mirar aquello que nos une como humanidad, superando las actitudes revanchistas y egoístas del desarrollo a la vieja usanza que solo han ocasionado pérdidas de todo tipo, en especial a nuestros países del sur global.

La construcción de un nuevo orden mundial

Gilberto Lopes, en San José
Enero 2023

La duda de Olaf Scholz:
¿Cómo puede Europa permanecer como un actor independiente en un mundo multipolar?

I

“La agresión de Rusia contra Ucrania ha puesto fin a una era”, dijo el canciller alemán, Olaf Scholz, en artículo publicado en la edición de enero/febrero de la revista Foreign Affairs: The Global Zeitenwende. Algo así como un punto de no retorno. Es también el punto de partida del Foro Económico Mundial que se reunió en Davos a mediados de enero: “el mundo está hoy en un punto de inflexión crítico”, aseguran.

La cuestión central era esta, para Scholz: ¿cómo podemos, como europeos y como Unión Europea, seguir siendo actores independientes en un mundo cada vez más multipolar?

Algo sobre lo cual ha estado hablando también el presidente francés, Emmanuel Macron, para quien Europa debía replantear su “autonomía estratégica». Según Macron, “Europa debe desempeñar un papel más activo en la OTAN, reduciendo su dependencia de Estados Unidos y desarrollando sus propias capacidades de defensa para garantizar la paz en la región”.

Del lado ruso también se analiza el problema. Fyodor Lukyanov, director del Foro de Discusión de Valdai, señaló que la visita del presidente ucraniano Vladimir Zelensky a Washington, el pasado 21 de diciembre (dejando de lado la teatralidad que la envolvió) puede representar un hito para la definición de un nuevo marco de seguridad europea.

Con Ucrania transformada en un insumergible portaviones norteamericano –como dice Lukyanov, un papel similar al que jugó Honduras en la guerra de los “contras”, montada por Washington contra los sandinistas, en Nicaragua, en los años 80’s–, el esquema de seguridad que había propuesto Putin en diciembre del año pasado ya no tiene sentido. Con el ejército ucraniano bien preparado, con el apoyo de Occidente, sobre todo de Estados Unidos, se torna irrelevante su eventual pertenencia a la OTAN, dijo Lukyanov (su argumentación puede ser vista aquí: https://www.rt.com/news/568813-lukyanov-zelensky-visits-washington/).

Una posición similar ha expresado el exSecretario de Estado norteamericano, Henry Kissinger. Ucrania ha adquirido uno de los mayores y más efectivos ejércitos de tierra de Europa, equipado por los norteamericanos y sus aliados. La alternativa de neutralidad ya no es significativa, dijo Kissinger, sobre todo después de la incorporación de Suecia y Finlandia a la OTAN (el artículo de Kissinger puede ser visto aquí: https://www.spectator.co.uk/article/the-push-for-peace/). Ideas que repitió en su intervención en el foro de Davos, el 18 de enero pasado.

Los ganadores de la Guerra Fría

¿Qué época, según Scholz, es la que está llegando a su fin? En los 90’s parecía que un orden mundial más estable –resiliente, diría– se había instalado en el mundo. Se trataba del orden instaurado después de la Guerra Fría, de un mundo que percibe como de “relativa paz y prosperidad”.

La excanciller alemana, Angela Merkel, diría, en una entrevista publicada el 7 de diciembre en el medio alemán Zeit Magazine, que “la Guerra Fría nunca había de verdad terminado, pues Rusia nunca estuvo realmente en paz”.

Alemania no había podido alcanzar su objetivo de derrotar a Rusia, entonces cabeza de la Unión de República Socialistas Soviéticas (URSS), en la II Guerra Mundial. Enfrentada al resto de Europa, especialmente a Gran Bretaña, todavía una gran potencia en esos años (y que hizo lo imposible por evitar entrar en esa guerra), y luego a Estados Unidos, Alemania fue derrotada, en una guerra en la que el papel de la URSS fue decisivo.

El mundo se dividió después en dos grandes bloques. El encabezado por Estado Unidos asumió la tarea de continuar la lucha contra el que lideraba la Unión Soviética. Un largo conflicto, que duró casi 45 años, y terminó, como sabemos, con la victoria del bloque occidental y la disolución de la URSS.

Liberados los países de Europa del este, hasta entonces sometidos a la tutela soviética, un nuevo orden internacional emergió: una Europa “unida y libre” (“whole and free”, en palabras del presidente George H. W. Bush), ahora bajo la dirección norteamericana, inició la construcción de ese nuevo orden internacional.

Por un lado, se consolidaron las políticas económicas neoliberales, impulsadas por los organismos financieros internacionales, con las vastas privatizaciones en los países del este europeo, que se extendieron también por América Latina, región tradicionalmente bajo la tutela norteamericana. Fue la época del “no hay alternativa”, anunciada por una de las más puras representantes del período, la inglesa Margaret Thatcher.

Por otro lado –hoy lo vemos con claridad– se fue diseñando, bajo el liderazgo norteamericano, una nueva política exterior y de defensa, cuya punta de lanza es la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

El objetivo de la OTAN, como diría, en 1952, su primer Secretario General, el general británico de origen hindú, Hastings Ismay, era “to keep the Soviet Union out, the Americans in, and the Germans down”, muy en la línea de la política exterior británica de entonces.

Setenta años después, la decadencia británica ha permitido a Scholz decir, en su artículo, que “los alemanes tratan de ser los garantes de la seguridad europea que nuestros aliados esperan que seamos, un constructor de puentes en la Unión Europea y un defensor de soluciones multilaterales para los problemas globales”.

El sueño de Inglaterra, expresado por el general Ismay, ha quedado hecho pedazos y gran parte del resto de Europa –de mirada corta, en mi opinión– entusiasmada con la guerra contra Rusia, parece olvidar las consecuencias del último rearme alemán.

Scholz destacó el cambió de la constitución alemana, que le prohibía armar a países en conflicto, y anunció el destino de cien mil millones de euros para el fortalecimiento de sus fuerzas armadas.

Lo que pertenece a un mismo mundo debe crecer junto, diría el canciller Willy Brandt, luego de la caída del muro de Berlín. Brandt se refería a Alemania, pero se aplica a Europa como un todo, dice Scholz.

Es lo que Occidente llama “un mundo basado en reglas”. Lo que Scholz percibe como un nuevo orden, más resiliente, como un mundo de relativa paz y prosperidad, que algunos definieron como “el fin de la historia”.

La construcción de un nuevo orden mundial

II

Una catástrofe geopolítica

Scholz se lamenta de que Putin, en vez de ver la pacífica caída del Muro de Berlín y del orden comunista como una oportunidad para promover más libertad y democracia, la haya calificado como “la mayor catástrofe geopolítica del siglo XX”.

La frase tiene una doble implicación. La primera es poner el fin de la URSS como una catástrofe mayor que las representadas por las I y II Guerras Mundiales. Parece un insensible error de evaluación del presidente ruso.

Pero tiene todavía otro significado, políticamente más importante para la construcción del discurso del canciller alemán: el de sugerir que el ataque de Rusia a Ucrania no es más que un paso en el esfuerzo por reconstruir la Unión Soviética.

No hace falta extenderse sobre eso para comprender el significado de lo que Scholz pretende atribuir al presidente ruso. “Cuando Putin dio la orden de ataque hizo pedazos una arquitectura europea e internacional de paz que tomó décadas construir”. “Su brutal ataque a Ucrania, en febrero pasado marcó el inicio de una nueva realidad: el retorno del imperialismo a Europa”.

La frase, tal como citada por el canciller alemán, deja al descubierto una sutil interpretación.

La cita a la que Scholz hace referencia corresponde al informe anual del presidente de Rusia a la Asamblea de la Federación Rusa (una versión en inglés de ese informe puede ser vista en la página oficial del Kremlin: http://en.kremlin.ru/events/president/transcripts/22931).

El texto citado por Scholz, en su versión en inglés, está en el sexto párrafo:

Above all, we should acknowledge that the collapse of the Soviet Union was a major geopolitical disaster of the century. As for the Russian nation, it became a genuine drama. Tens of millions of our co-citizens and compatriots found themselves outside Russian territory.

Como se puede ver, no es lo que dice Scholz, cuando, citando a Putin, afirma, entre comillas: “was the biggest geopolitical catastrophe of the twentieth century” (fue la mayor catástrofe geopolítica del siglo XX).

Lo que dice el texto de Putin es: “was a major geopolitical disaster of the century”, lo que puede traducirse por “uno de los mayores desastres geopolíticos del siglo”. Un genuino drama para la nación rusa, agregó Putin. “Millones de nuestros ciudadanos y compatriotas se vieron fuera del territorio ruso”.

La clave del debate está en las palabras usadas en inglés: “the”, por un lado; y “a”, por el otro.

Stephen Frand Cohen, un erudito estadounidense de estudios rusos, afirma que Putin ha sido obsesivamente mal citado en este tema, repitiéndose la frase “The collapse of the Soviet Union was the greatest geopolitical catastrophe of the twentieth century” cuando, en realidad, lo que dijo fue que había sido “a major geopolitical catastrophe of the twentieth century” (ese debate puede ser visto aquí: https://medium.com/illumination-curated/did-putin-really-say-that-78b5f901e634).

Scholz no se hace cargo de esos detalles y cita la frase como conviene a su argumentación. Ya veremos que no es la única cita donde aplica este procedimiento. Es en este entorno que el autoritarismo y las ambiciones imperialistas de Putin “empiezan a emerger”, afirma. Cita entonces el discurso que el presidente ruso pronunció dos años después, en 2007, en la Conferencia de Seguridad de Munich. Un discurso “agresivo” donde se “burlaba del orden internacional basado en reglas como un mero instrumento de dominio norteamericano” (una versión de ese discurso de Putin, en inglés, puede ser vista también en la página del Kremlin: http://en.kremlin.ru/events/president/transcripts/copy/24034).

El fracaso del mundo unipolar

Es importante considerar la fecha en la que está hablando el presidente ruso: 2007, hace 15 años. ¿Qué es lo que dice Putin en ese discurso? Lo primero es que el modelo de un mundo unipolar, como el surgido después del triunfo de Occidente en la Guerra Fría, “no solo es inaceptable como imposible en el mundo de hoy”. Lo que está ocurriendo en el mundo de hoy –y eso es lo que empezamos a discutir– es el intento de introducir este concepto en los asuntos internacionales.

¿Y cuáles han sido los resultados?, se pregunta Putin. “Las acciones unilaterales, y frecuentemente ilegítimas, no han resuelto ningún problema”. A finales del 2001 Estados Unidos había invadido Afganistán y, en marzo del 2003, Irak. “Estamos viendo el uso prácticamente incontenible de la fuerza militar en las relaciones internacionales, un creciente desdén por los principios básicos de las leyes internacionales, que ha hundido el mundo en el abismo de conflictos permanentes. Un Estado –principalmente Estados Unidos– actuando más allá de sus fronteras, ha tratado de imponer sus políticas a otras naciones, tanto en lo económico, como lo político, lo cultural o lo educacional”.

El resultado –dice Putin, ya en 2007– es que nadie se siente seguro. “Estoy convencido de que ha llegado el momento en que debemos pensar seriamente sobre la arquitectura de la seguridad global”.

Putin hablaba de un mundo multipolar, cuya base era el crecimiento económico de países como la India, China, o los miembros de los BRICs, integrado entonces por Brasil, Rusia, India y China.

Destacó la importancia de un marco legal sobre las armas de destrucción masiva, defendió la necesidad de respetar el tratado de no proliferación nuclear, la supervisión multilateral de las tecnologías de misiles, la prevención del uso de armas en el espacio.

El discurso trata aun otros temas, pero Putin se extiende sobre el Tratado sobre Fuerzas Armadas Convencionales en Europa, firmado en 1999. Han pasado siete años y solo cuatro países –incluyendo la Federación Rusa– han ratificado el tratado, dice Putin.

¿Qué ha ocurrido desde entonces? “La OTAN ha puesto sus fuerzas en nuestras fronteras, mientras nosotros seguimos respetando estrictamente las obligaciones del tratado y no hemos reaccionado a tales acciones”. Los países de la OTAN han declarado que no van a ratificar el tratado “hasta que Rusia elimine sus bases de Moldavia y Georgia”. Putin se refirió a la situación en Moldavia y aseguró que lo conversaban regularmente con el Secretario General de la OTAN, el español Javier Solana. No habló de la situación en Georgia.

Y recordó una afirmación de otro Secretario General de la OTAN entre 1988 y 1994, el exministro de Defensa alemán, Manfred Wörner, hecha en Bruselas el 17 de mayo de 1990: “el hecho de que estemos dispuestos a no colocar las tropas de la OTAN fuera del territorio alemán le dan a la Unión Soviética una firme garantía de seguridad”.

La expansión de la OTAN –agregó Putin– no tiene relación alguna con la modernización de la alianza, o con garantizar la seguridad de Europa. Por el contrario, “representa una seria provocación que reduce el nivel de confianza mutua”. ¿Dónde están esas garantías?, se preguntó.

Putin dijo también, en ese discurso, que “el único mecanismo que puede decidir sobre el uso de la fuerza militar como último recurso es la Carta de las Naciones Unidas”. Una afirmación difícil de conciliar con su decisión de atacar Ucrania, aunque revelaciones posteriores, sobre todo sobre las intenciones ocultas en las negociaciones de los Acuerdos de Minsk, agregan nuevos matices al escenario.

La construcción de un nuevo orden mundial

III

Visiones de un nuevo mundo

Volvamos al artículo de Scholz. En 2014 –dice– Rusia ocupó Crimea y envió tropas a Donbas “en directa violación de la ley internacional”. “Durante los ocho años que siguieron a la ilegal anexión de Crimea y el estallido del conflicto en el este de Ucrania, Alemania y sus socios europeos e internacionales del G-7 se enfocaron en salvaguardar la soberanía e independencia política de Ucrania, evitando una mayor escalada de Rusia, restaurando y preservando la paz en Europa”.

Junto con Francia –agregó Scholz– “Alemania se comprometió en el llamado Formato de Normandía, que condujo a los Acuerdos de Minsk y al correspondiente proceso de Minsk, que exigía a Rusia y a Ucrania un cese al fuego y a adoptar una serie de otras medidas. A pesar de los problemas y a la falta de confianza entre Moscú y Kiev, Alemania y Francia mantuvieron el proceso funcionando. Pero una Rusia revisionista hizo imposible el éxito de la diplomacia”.

Entonces las declaraciones de la excanciller Angela Merkel al ya mencionado Zeit Magazine dieron otra perspectiva sobre los acuerdos de Minsk. El primer acuerdo, de septiembre del 2014, dijo Merkel, tenía como objetivo “darle tiempo a Ucrania para fortalecerse, como podemos ver hoy. La Ucrania de 2014/2015 no es la Ucrania de hoy”.

Luego vino la batalla de Debatselvo, a principios del 2015, con un rápido triunfo de las fuerzas rusas, que llevaron a un segundo protocolo del acuerdo de Misnk, firmado en febrero de ese año. “Estaba claro para nosotros que el conflicto estaba congelado, que no se había resuelto el problema, pero esto dio a Ucrania un tiempo invaluable”, agregó Merkel.

Declaraciones similares hizo después el expresidente francés, François Hollande. Pyotr Poroshenko, quien asumió la presidencia de Ucrania luego del golpe de 2014, también reconoció que los Acuerdos de Minsk (en cuya negociación participó, así como Merkel) no eran más de una artimaña para ganar tiempo y fortalecer Ucrania militarmente. “Los acuerdos de Minsk, a pesar de las críticas, nos dieron tiempo para construir las capacidades de defensa ucranianas”.

Lo cierto es que el 10 de diciembre del 2019 el gobierno de Ucrania publicó un comunicado, luego de una reunión en París de los líderes de los cuatro países que dieron forma a los Acuerdos de Minsk –Francia, Alemania, Rusia y Ucrania– donde señalaba que seguían comprometidos con la completa implementación de los acuerdos y con la promoción de una arquitectura “sostenible e inclusiva de confianza y seguridad en Europa”.

La respuesta rusa fue que las declaraciones de Merkel eran “decepcionantes”. “No esperaba oír eso de la excanciller”, dijo Putin. “Pensaba que los líderes alemanes dialogaban con nosotros con sinceridad”. “La idea era llenar Ucrania de armas y prepararla para los combates. Nos dimos cuenta muy tarde”, agregó.

La visión de un nuevo mundo

Scholz afirma que “Putin quiere dividir Europa en zonas de influencia y al mundo en bloques de grandes poderes y Estados vasallos”. Afirma que “Putin no ha aceptado nunca a la UE como un actor político”. En su opinión, la UE es una unión de Estados libres, democráticos y soberanos, basados en el estado de derecho, antítesis de la “imperialista y cleptocrática” Rusia.

Es difícil encontrar en las propuestas de Putin medidas orientadas a esos fines. Aunque puedan parecer hoy completamente inviables, en 2010 Putin, entonces primer ministro ruso, hacía dos propuestas que hubiesen cambiado la cara de Europa. El 25 de noviembre de ese año la agencia alemana DW escribía sobre el tema: “No se ha secado todavía la tinta de los titulares que elogiaban como paso histórico el acuerdo entre los países miembros de la OTAN y Rusia en cuanto a la cooperación en la construcción de un escudo antimisiles en suelo europeo, cuando –después de la cumbre con la UE– se vislumbra, al fin, una integración de Moscú a la Organización Mundial del Comercio.

Por si fuera poco, el primer ministro ruso, Vladimir Putin, abogaba, pocas horas después, en el diario alemán Süddeutsche Zeitung, por la integración de una comunidad económica armónica desde Lisboa hasta Vladivostok.

Desde entonces, las tensiones solo aumentaron. Deberíamos preguntarnos por qué no fue posible un acuerdo con Rusia, en los términos propuestos por Putin en 2010 o en otros términos.

Entre lo más sensible en este escenario estaba la conexión del gasoducto Nord Stream II, que se transformaría en un vínculo estratégico entre Rusia y Europa occidental. Impedir su conclusión se transformó en un objetivo fundamental de los Estados Unidos. Un día conoceremos los detalles en torno a la cancelación del acuerdo sobre ese gasoducto y sobre los posteriores atentados –atribuidos a la inteligencia inglesa– contra las instalaciones existentes, tanto del Nord Stream II (que nunca entró en funcionamiento), como del Nord Stream I, que sí funcionaba.

Una visión distinta

¿Cómo puede Europa permanecer como un actor independiente en un mundo multipolar?, se preguntaba el canciller alemán.

Cuando el Grupo de Contacto para la Defensa de Ucrania se reunió en la base militar aérea norteamericana de Ramstein, en Alemania, el pasado 20 de enero, el presidente francés, Emanuel Macron, se refirió al escenario europeo.

En el marco de una visita a España, sostuvo una larga conversación con el escritor español Javier Cercas, en París, publicada por el diario El País. Hay una crisis inédita en Europa, por la guerra. La respuesta debe ser una Europa poderosa, dijo el presidente francés. Una Europa que debe decidir si quiere tener su propio papel en el escenario mundial o alinearse con alguna de las dos potencias, Estados Unidos o China.

Pese al sostenido apoyo militar a Ucrania, Macron no ha dejado de señalar la necesidad de vislumbrar un nuevo orden europeo, con Rusia incluida. “Rusia es una gran nación en busca de su destino”, dijo Macron, para quien solo habrá una paz duradera con Occidente mediante el diálogo.

Europa no terminó de digerir el escenario surgido al final de la Guerra Fría; se extendió rápidamente hacia el este, pensando que todos los problemas estaban resueltos, para descubrir hoy que hay dos bloques de naciones en el grupo, con visiones diferentes sobre el futuro. Un problema que –en su opinión– no afecta solo a Europa, sino a todas las democracias occidentales, “que viven una especie de fatiga, una pérdida de referencias colectivas”.

El presidente francés tiene antecedentes políticos cercanos en los que inspirarse. En marzo del año pasado se conmemoraron los 60 años de los Acuerdos de Évian, en el que se acordó un alto al fuego en la guerra por la independencia de Argelia.

No significó la paz de inmediato, pero fue el inicio de un proceso llevado a cabo por el general De Gaulle, el mismo que visitó Argel siendo primer ministro y ministro de Defensa, en junio de 1958, donde gritó ¡Viva la Argelia francesa!

Cuatro años después, siendo presidente de la República, negoció un acuerdo y promovió el proceso de paz que lo enfrentaría con sus antiguos aliados, sobre todo los militares ultranacionalistas y los pieds-noirs, los más de un millón de colonos franceses en Argelia, opuestos a la independencia de Argelia y dispuestos a seguir con una guerra aún más cruenta de lo que había sido hasta entonces, para tratar de impedirla.

Pero era De Gaulle, extraordinaria figura forjada en la resistencia a los alemanes en la II Guerra Mundial.

La televisión española, en un programa sobre los 60 años de los Acuerdos de Évian, recordó cómo “a través de los discursos a la nación de De Gaulle se observa el giro político que experimenta, adaptándose a la realidad y al tablero internacional” de su época.

Pasó del intento inicial de retener la Argelia francesa a reconocer su autodeterminación y a confrontarse con la violenta población colonial de pieds-noirs, una vez proclamada la independencia.

Visión y coraje indispensables para forjar una nueva era, una que impida el progreso de la confrontación militar –único camino seguido hasta ahora en la crisis de Ucrania– en que se van imponiendo los pieds-noirs, sin que aparezca hasta ahora un De Gaulle capaz de ponerlos en su lugar.

FIN

UCR, Voz experta: Masculinidades y violencia en las campañas electorales durante la Guerra Fría en Costa Rica

José Daniel Jiménez Bolaños, docente de la Escuela de Historia e investigador del Centro de Investigación en Identidad y Cultura Latinoamericanas Foto: Anel Kenjekeeva, UCR.

Jornadas de investigación del Ciicla

La necesidad de parecer duro hace que un presidente adopte posiciones autoritarias frente aquellos grupos e instituciones que lo cuestionen o problematicen sus políticas

El discurso político y, especialmente, los diferentes discursos que se despliegan en los medios de comunicación durante el periodo de campaña electoral son de los principales mecanismos por medio de los cuales se abre la posibilidad de construir, cuestionar y perpetuar elementos de la masculinidad. Las campañas electorales se pueden leer como espacios para la representación ritualizada de las masculinidades; lugares de demostración de los ideales de género, interpretados socialmente como requisitos para ocupar el puesto público de mayor importancia: la presidencia.

Desde el final de la Guerra Civil de 1948 y la consolidación de la polarización ideológica en el marco de la Guerra Fría, las actitudes culturales hacia la masculinidad presidencial han sido moldeadas, en gran medida, por la potencial amenaza externa, y sus posibles ramificaciones locales. En medio de un mundo que era interpretado como lleno de amenazas comunistas listas para hacerle daño a Costa Rica, la figura del presidente debía encarnar y exhibir fuerza, dureza e intolerancia total hacia esos supuestos enemigos. Por lo tanto, la construcción de masculinidades en el contexto de la segunda mitad del siglo XX está íntimamente vinculada con el despliegue de la violencia política, dirigida, en su mayor parte, a evitar que esos otros amenazantes pudieran acceder al poder.

Fuente: Partido Unión Nacional, «Campo pagado», Diario de Costa Rica, 7 de enero de 1962, 4.

Las campañas electorales son un espacio idóneo para la difusión y la competencia de ideologías culturales y políticas, por lo tanto, pueden ser también entendidas como luchas entre diferentes versiones del ideal masculino hegemónico, así como disputas sobre el tipo de cualidades masculinas mayormente apreciadas y esperadas por la mayoría del público elector. Quién es y cómo actúa el candidato presidencial – así como la forma en que la masculinidad es representada y construida en los discursos – tiene una gran influencia en la producción y reproducción de normas sociales y expectativas de lo que significa ser un hombre de verdad.i

En este contexto, las plazas públicas habían adquirido un peso simbólico muy fuerte en la cultura político-electoral; eran lugares de fiesta y celebración, y la tribuna era el escenario en el que los políticos ejecutaban una obra ritualizada, en la cual el candidato debía dar cuenta de sus cualidades y méritos para ser presidente, al mismo tiempo que los oponentes eran colocados en el lugar del villano, incapaces de asumir las riendas del país y siempre dispuestos a la subversión.

Otra actividad de demostración de fuerza que está presente es la toma simbólica de las principales avenidas del casco central de la ciudad de San José. Tanto las plazas públicas como la toma de las avenidas – además de ser espacios de celebración y fervor político – fueron también escenario para el despliegue de la violencia: insultos, golpes, disturbios, turbas, matonismo, brigadas de choque, hordas, mafias, prácticas gansteriles, batallas campales y luchas callejeras son algunos de los términos utilizados para caracterizar estas actividades. A continuación se presentan algunos casos específicos.

Campaña de 1953

Durante la campaña de 1953, en la que se enfrentaron José Figueres Ferrer del Partido Liberación Nacional (PLN) y Fernando Castro Cervantes del Partido Demócrata (PD), hubo constantes acusaciones de violencia política ejercida por los partidarios.

Desde la perspectiva liberacionista, la estrategia de sus opositores consistía en enviar “grupos de matones a provocar, durante la reunión, a figueristas que oyen los discursos a prudente distancia. Estos matones, al ver que el figuerismo no les hace caso, interpretan esa actitud como temor, y se pasan obligando a los figueristas a darles su merecido.”ii Desde el discurso del PLN, sus opositores eran catalogados como matones, como individuos que buscan generar conflicto e intimidar a la población. Hay una crítica al uso de la violencia, no obstante, dicha crítica es ambigua, ya que por un lado se les reprocha a sus contrincantes el matonismo, pero al mismo tiempo se reservan para sí mismos una potencial respuesta violenta.

Las acusaciones de violencia no provenían exclusivamente del PLN. Por ejemplo, el PD culpó a los liberacionistas de cometer actos de barbarie, de mandar turbas para que lanzaran piedras en las actividades políticas, por ejemplo en Cartago,iii y en Tilarán donde, incluso, se le achacó a Figueres que “las pasiones al rojo vivo que despierta sus prédicas […] dieron lugar a que se provocara entre vecinos de aquel lugar una grave serie de incidentes.”iv En el club político del PD en Alajuela se dio un conflicto debido a que grupos de figueristas se situaban frente al edificio para gritar e insultar. En esa ocasión se afirmó que a los liberacionistas “les fue muy mal y salieron duramente castigados, pero esta vez con el éxito inicial que dan la sorpresa y la agresión cobarde y carente de hombría […] demostraron su malacrianza, su agresividad y su falta de cultura.”v Dichas agresiones fueron, incluso, condenadas por el presidente Otilio Ulate, quien se posicionó como un “hombre decente” a quien este tipo de actos le producen indignación.vi

Campaña de 1970

Para las elecciones de ese año se perfilaban dos candidatos principales: José Figueres Ferrer del PLN y Mario Echandi Jiménez del Partido Unificación Nacional (PUN). Al igual que sucedió en ocasiones anteriores, fue a mediados de enero – a escasas semanas del día de la votación – cuando la violencia callejera se desató.

En un editorial de La Nación se informó que, desde hace días, los partidos políticos habían empezado con la práctica de tomar las vías céntricas de la capital como una forma de demostración de fuerza y desafío. Se señaló que “quien concibió ese nuevo método de campaña política, que inmediatamente ha sido emulado por los otros partidos, se propuso buscar en la calle, en la agitación de masas, lo que no encuentra en la propaganda oficial […] algo que suscite pasión y exaltación de los ánimos.”vii

Eso fue lo que sucedió el 16 de enero, ya que al menos 20 personas resultaron heridas en la Avenida Central, se destruyeron las vitrinas de múltiples tiendas y la policía tuvo que intervenir.viii En un segundo disturbio el 23 de enero, fueron detenidas 30 personas que se habían situado en la misma avenida,ix incluso el Instituto Costarricense de Turismo (ICT) se manifestó, argumentando que la violencia callejera afectaba la promoción del turismo extranjero, dejando en entredicho el nombre del país.x En medio de este contexto conflictivo, los delegados del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) tuvieron que afrontar las luchas callejeras, ejerciendo como mediadores entre los partidos y propiciando un “pacto de caballeros” con el fin de frenar la violencia.xi

Mario Echandi criticó varias veces a Figueres por su carácter violento y por su actitud en las plazas públicas. En un discurso televisado, el candidato del PUN afirmó que su oponente liberacionista había utilizado la tribuna política en Orotina y Nicoya para asegurar que “su método de acción política va a ser el garrote para los costarricenses.”xii En repetidas ocasiones Echandi hizo alusión a la supuesta “crisis nerviosa” que dominaba a Figueres. De acuerdo con el discurso del PUN, era alguien con los nervios quebrados, con crisis de temperamento, con poses de matonismo e incapaz de dominar sus emociones.xiii. Incluso se llegó a afirmar que Figueres había supuestamente golpeado con un palo al menor de edad Mariano Campos Garita.xiv En un campo pagado firmado por varias mujeres se exclamó: “Alto ahí Figueres. Vapulear menores no es de hombres. Eso es el matonismo llevado al máximo extremo.”xv

Fuente: Partido Unificación Nacional, «Campo pagado», La Nación, 21 de enero de 1970, 37.

Campaña de 1974

Compleja por la gran cantidad de candidatos: Daniel Oduber Quirós por el PLN, Fernando Trejos Escalante por el PUN, Jorge González Martén del Partido Nacional Independiente (PNI), Rodrigo Carazo Odio del Partido Renovación Democrática (PRD), G.W. Villalobos del Partido Demócrata (PD) y Manuel Mora del PASO. Al igual que en las campañas anteriores, fue a mediados de enero cuando los brotes de violencia callejera se empezaron a dar.

El 11 de enero se informó que grupos de jóvenes de Liberación y Unificación recorrieron la Avenida Central de San José, lo que desembocó en un intercambio de insultos y una lucha de banderazos que tuvo como resultado el envío de 7 personas al hospital.xvi En esa misma semana se comunicó que el club del PUN en el centro de San José había sido atacado por partidarios del PLN, lanzando piedras, rompiendo vidrios y lastimando a las personas que se encontraban en su interior, a lo que el TSE tuvo que intervenir.xvii En relación con estos hechos, desde el PUN se manifestó que “lo que pasa es que están envalentonados con las palabras del presidente Figueres, cuando dijo que nos iba a dar garrote.”xviii

Dicha afirmación hace referencia a una conferencia celebrada por Figueres en San Rafael de Cinco Esquinas, en Tibás, donde reprochó la publicación de un campo pagado del PUN sobre los gastos de Casa Presidencial y Relaciones Exteriores. Al respecto afirmó que “como gobernante tengo que contestar esas majaderías. A los mentirosos les daré una paliza.”xix Por su parte, Julio Suñol manifestó en un editorial del Diario de Costa Rica que el presidente Figueres “ofreció dar ‘una paliza a los mentirosos’. Los mentirosos son los que se le oponen. Quienes no coinciden con sus puntos de vista.”xx Para Suñol, las declaraciones de Figueres eran evidencia de la decadencia que vivía el país, ya que se presentaba un escenario donde solo se podía esperar lo peor: un campo de batalla que llevaría al país por la vía del enfrentamiento armado.xxi

Campaña de 1982

En la contienda en que se enfrentaron Luis Alberto Monge Álvarez del PLN, Rafael Ángel Calderón Fournier de la Unidad y Mario Echandi Jiménez del Movimiento Nacional, la violencia callejera se va a desatar a escasos días de la fecha de las votaciones. La Avenida Central y su posesión simbólica entre partidarios de las dos principales agrupaciones políticas fue lo que hizo estallar una lucha a garrotazos, hubo cinco jóvenes que tuvieron que ser enviados al Hospital San Juan de Dios, uno de ellos inconsciente.xxii Durante la misma semana, en una manifestación política de la Unidad en la ciudad de Palmares, estalló una bomba de gases lacrimógenos entre la multitud.

Muy similar a la estrategia de Virgilio Calvo durante la campaña de 1970, y de Carazo en la de 1974, Echandi se balanceaba entre el despliegue de violencia de los otros partidos políticos, lo que le abrió la posibilidad de representarse lejos de los supuestos extremismos, como el candidato de la paz, y el unificador de la familia costarricense, discurso que ya había utilizado en sus campañas anteriores de 1953, 1958 y 1970. En un contexto de crisis económica e intensificación del conflicto armado centroamericano, la construcción de la masculinidad en el ámbito de las campañas electorales experimentó una transformación: ya no se trataba de demostrar la violencia del candidato opositor, sino de tomar posesión simbólica de la paz. Las campañas políticas durante esta década se caracterizaron por una competencia entre los candidatos por establecer quién de ellos era su legítimo representante.

Fuente: Sin título, La República, 21 de enero de 1986, 10.

Masculinidades contemporáneas

La relación notoria entre la masculinidad y la política ha ido adquiriendo una centralidad notable en las discusiones contemporáneas a nivel internacional. Ante un panorama donde el compromiso, el diálogo y el consenso son vistos como signos de debilidad por parte de una configuración de masculinidad militante y combativa, la necesidad de parecer duro hace que un presidente adopte posiciones autoritarias frente aquellos grupos e instituciones que lo cuestionen o problematicen sus políticas. Se trata de una forma de masculinidad que no solo está en desacuerdo con otros sectores, sino que los demoniza, para menospreciarlos con apodos y ataques. Se hace necesario pensar críticamente sobre la relación entre masculinidad y política, tanto en el presente como en el pasado.

i Jackson Tambor Katz, “The Presidency as Pedagogy: A Cultural Studies Analysis of Violence, Media and the Construction of Presidential Masculinities,” (Tesis de doctorado, Los Angeles, University of California, 2009).

ii PLN, “El castrismo se violenta,” La República, 8 de julio de 1953, 9

iii “Cartago contra Figueres,” Diario de Costa Rica, 11 de julio de 1953; PD, “El figuerismo sepultó a José Figueres,” La Nación, 21 de julio de 1953, 21.

iv PD, “El figuerismo deja una estela de dolor por los lugares que transita,” La Nación, 4 de julio de 1953, 6.

v PD, “Rabioso ante la inminencia de su derrota el Figuerismo inició una etapa de provocaciones,” La Nación, 15 de julio de 1953, 8.

vi PD, “Las declaraciones del señore presidente Ulate,”, La Nación, 17 de julio de 1953, 9.

vii “Editorial: Propaganda y campaña política,” La Nación, 16 de enero de 1970, 14.

viii “Heridos anoche en refriegas en Avenida Central entre simpatizantes de los partidos políticos,” La Nación, 17 de enero de 1970, 32.

ix “Guardia Civil controló a provocadores,” La Nación, 24 de enero de 1970, 12.

x ICT, “Un llamado a la cordura,” La Nación, 24 de enero de 1970, 30.

xi “Editorial: El ejemplo de los delegados del T.S.E.,” La República, 28 de enero de 1970, 8.

xii PUN “Un hombre con los antecedentes de Figueres, no puede hacerle al pueblo la ofensa de pretender la Presidencia,” La República, 8 de enero de 1970, 18.

xiii PUN, “Esta es la diferencia,” La República, 15 de enero de 1970. 15; Mario Echandi, “Indigna a los costarricenses que Figueres ofrezca dar palo a los ciudadanos,” La Nación, 3 de enero de 1970, 23; PUN, “Ciérrele el paso al comunismo,” La Nación, 13 de enero de 1970, 32; PUN, “La victoria de Unificación será arrolladora,” La Nación, 24 de enero de 1970, 33.

xiv PUN, “Figueres agredió personalmente a un menor de edad,” La República, 13 de enero de 1970, 7.

xv PUN, “Cortina de humo para palabrotas de Figueres tienen mujeres liberacionistas,” La República, 14 de enero de 1970 12

xvi “Disturbios anoche en la Avenida Central: 7 heridos,” La Nación, 11 de enero de 1974, 8A.

xvii “Asaltado anoche por elementos de Liberación club de la Unificación,” La Nación, 12 de enero de 1974, 6A.

xviii “Guardia Civil sitió ayer el club de Unificación Nacional,” La Nación, 13 de enero de 1974, 6A.

xix “Figueres: G.W. ganará…”, La República, 11 de enero de 1974, 1.

xx Julio Suñol, “Editorial: Una paliza presidencial,” Diario de Costa Rica, 13 de enero de 1974, 4.

xxi Julio Suñol, “Editorial: Violencia maldita,” Diario de Costa Rica, 14 de enero de 1974, 4.

xxii “Violencia política estalló anoche,” La República, 27 de enero de 1982, 8.

 

José Daniel Jiménez Bolaños

Docente de la Escuela de Historia e investigador del Centro de Investigación en Identidad y Cultura Latinoamericanas

De la manipulación mediática y de la historia contemporánea rusa. Versión ampliada

Jiddu Rojas Jiménez

(Notas ampliadas sobre el llamado «Revisionismo» de la historia, el habitual embrutecimiento mediático del pueblo en el caso de la Guerra entre Rusia, Ucrania y la OTAN, y la nueva Rusofobia).

No podría dejar de expresar mi asombro por la Entrevista televisada que el Señor Ignacio Santos, –periodista en jefe de Telenoticias Canal 7—, le realizó a un tal señor Rustan Spirin, Ex-Embajador de Ucrania en México y Costa Rica, y que frente al público costarricense, reinventaron sin más, la historia de la Segunda Guerra Mundial, sin eruptar…

En esa Entrevista, dejaron entrever que los Rusos (les recuerdo que la Federación Rusa no existía hasta 1991) fueron incluso, «aliados» de los Nazis. Esto insulta nuestra inteligencia.

Entre 23 y 28 millones de muertos tuvo la URSS contra los Nazis. Muchos no sólo Rusos, sino Ucranianos obviamente.
Esto no se puede olvidar ni tergiversar.

Dicho lo anterior, debo compartir algunas brevísimas reflexiones históricas y críticas a partir de lo escuchado en televisión, y que he ampliado en mi indignación personal y cavilaciones nocturnas:

Balbucearon el periodista cubano/costarricense de Canal 7, y el ex- diplomático Ucraniano invitado virtualmente desde Kiev, que los Rusos (los Soviéticos sería), bombardearon una ciudad que antes era de Polonia y ahora es de Ucrania.
Sólo podemos decir que sin el Ejército Rojo, en Polonia y en Este de Europa (con la excepción partisana de Yugoslavia), hablarían ahora Alemán.

Claro lo que sí es cierto, es que las fronteras de la República Socialista de Ucrania, fueron ampliadas por la URSS, con partes de Polonia después de la Segunda Guerra Mundial; la cual compensó con territorios del Este de Alemania y corriendo su frontera con este país hasta el Río Oder. También creció Ucrania con la parte norte de Bucovina, antes parte de Rumanía. Rumanía perdió también Moldavia, que pasó a ser la República Socialista de Moldavia dentro de la URSS. Y Hungría le cedió a Rumanía, Transilvania y otros territorios. Y la Voivodina húngara pasó a control de Yugoslavia.

Así mismo la URSS victoriosa sobre el Nazismo, se quedó como compensación Geoestratégica, con el nuevo enclave de Kaliningrado en el Báltico, antes Prusia Oriental (incluido Konigsberg ciudad prusiana y cuna del filósofo Kant).

Estonia, Letonia y Lituania, ahora independientes, quedaron con autonomía dentro de la URSS como Repúblicas Socialistas, y la URSS con una salida extendida al Mar Báltico.
Sin hablar del Pacto de Varsovia.
Ahora que son independientes estas Repúblicas Bálticas, al interno, tienen políticas racistas que privan de sus derechos ciudadanos a la población de origen ruso.

En fin, para bien o mal, así funcionaba el llamado «Socialismo Histórico» (categoría de Helio Gallardo) en Europa del Este, en términos Geopolíticos.

No podemos olvidar cómodamente a las invasiones de Hungría en 1956 y el asesinato de Imre Nagy, y luego, la invasión a Checoeslovaquia de Alexander Dubcek en 1968. Tampoco la de Afganistán y su cruel guerra (1979-1989).

Estados Unidos con Bush, Jr., no fue muy original en Afganistán. En realidad, la brutalidad militar norteamericana, ya se había practicado en Corea, en Cuba con Bahía Cochinos, con la larga Guerra de Vietnam, las Invasión de Grenada, de Panamá, e Irak con Bush, padre la primera vez. (Sólo para mencionar el despliegue de tropas uniformadas, sin mencionar sus múltiples Golpes de Estado, sabotajes, bloqueos ilegales, asesinatos selectivos, etc.

Lo último puede sonar como lugares comunes, pero lo cierto es que parecemos olvidar esta dramática faceta de la historia. No construimos memoria histórica colectiva.

Hay que reconstruir racionalmente una, o mejor varias, miradas históricas historizadas y sistémicas, para entender críticamente estos complejos hechos históricos.

En consecuencia, debemos recordarles entonces a los «expertos» del medio citado y a muchos otros más que pululan, –por ejemplo–, que la República de Polonia (Independiente) citada con total superficialidad, sólo existe gracias a los Revolucionarios Bolcheviques, Lenin y Trotsky, o sea después de la Revolución del 26 de Octubre (o del 7 de Noviembre en nuestro Calendario) de 1917.

En particular con la firma y la negociación de la Paz en Best- Litovsk (hoy Bielorrusia), y su dura negociación en Octubre de 1918 con los Imperios Centrales (Alemania, Austro-Hungría, Imperio Otomano) durante la Primera Guerra Mundial (1914-1919). Hecho que legitimó posteriormente la agresión comercial, política y militar, de las potencias Imperialistas occidentales vencedoras, sobre la naciente Revolución Socialista.

«Pan, Paz y Trabajo» fue la promesa de los Bolcheviques originales a sus pueblos, –y la cumplieron–, cuando se alzaron el 7 de Noviembre (26 de Octubre en su calendario) contra el Gobierno provisional de Kerenski, fruto de la primera Revolución de Abril de 1917, contra la autocracia Zarista y su Guerra interimperialista.

El Imperio Zarista de Rusia, había derrotado a las otras Revoluciones polacas anteriores, así como había castigado a las revueltas populares Ucranianas.
Es la Revolución Socialista en Rusia ( Nov. 1917), la firma del Armisticio (Dic. 1917); y la firma del Tratado formal de Paz (1918) contra una brutal carnicería inter-imperialista, la que permite las condiciones de la Independencia de Polonia.

Justo es decir, que la primera Rada Ucraniana, y la República Popular Ucraniana, no sólo habían firmado antes la paz con el Imperio Alemán en Enero del 1918 (y a regañadientas con el Imperio de Austro-Hungría), sino que –y esto se kes olvida a los Nacionalistas Ucranianos–, se comportaron como un Estado satélite alemán, y adversaron tanto al Gobierno provisional ruso de Kerenski, como al posterior Gobierno de Consejos (Soviets) de Obreros, Campesinos, y Soldados. Acaparando así, la venta de granos y la alimentación en contra de la Revolución Bolchevique y a favor de Alemania y en especial del Imperio de Austro-Hungría.

También se detuvo en Ucrania, la Reforma Agraria. Cuando estalló el descontento popular Ucraniano, la Rada no titubeó en llamar a tropas de Ocupación del Imperio del Káiser de Alemania para reprimir. Cae la frágil primera República Popular de Ucrania, y se sustituye por el contrarrevolucionario régimen del «Hetmanato» del “Hetman» o Caudillo, el aristócrata y Dictador Pavló Skoropadski, –luego amigo y colaborador del Nazi Ucraniano Stepán Bandera–, que murió obviamente asilado en la Alemania Nazi en 1945.

A su vez el «Hetmanato» fue derrocado por un levantamiento popular Ucraniano, creándose un caos organizado bajo el Directorio, caldo de cultivo de la Guerra Civil.

Este nuevo Directorio nacionalista, fue liderado por Simon Petliura (1879 -1926) todo un personaje, digno del peor populismo.

Si primero el Hetman Skoropadski, –era una vulgar reminiscencia del Zarismo ruso convertido al súbito nacionalismo de de derechas Ucraniano, y devino pro- Alemán–, en cambio, Simon Pietlura que primero fue supuestamente Socialdemócrata, o sea del POSD de Ucrania, devino en un furibundo anticomunista y antiruso. De hecho su breve gobierno fue reaccionario y persiguió a líderes sindicales y populares, además de racista, obviamente anticomunista y antisemita.

El Ejército Ucraniano Blanco, estaba dividido entre el Hetman y el Directorio, imponiéndose este último. Así que Simon Pietlura, antes revolucionario anti-zarista, y pro – occidental (o sea anti – Alemán), permitió terribles Progromos antisemitas. Hubo verdaderas brutalidades contra la población judía en Ucrania (estamos hablando de casi 20 años antes de los Nazis). Y la razón era que, según él, la población judía apoyaba a los Bolcheviques. Así que el racismo no era exclusividad del Hetman.

El 21 de abril de 1920, el populista ucraniano, Simon Petliura, firma un acuerdo con el Dictador militar polaco Jozef Piltsudski, para atacar a la Rusia Soviética (la URSS no existía); cede territorios frente a una Polonia con deseos de expandirse, a cambio del reconocimiento a su Ucrania. Ambos junto a tropas aliadas de Rumanía, son derrotados militarmente por el Ejército Rojo.

Finalmente por la ofensiva Bolchevique en Ucrania, Simon Pietlura se exilió en Francia (no en Alemania), donde fue asesinado con una bala con cianuro… Pero no por la temida «Cheka» comunista y soviética, sino por un judío, Sholom Schwartzbard en 1926, y quien fue absuelto en 1927, por los Tribunales de Francia por los motivos expuestos de su acto, a saber, los Progromos autorizados en Ucrania por el Directorio entre 1919 y 1920, donde se estima que entre 35000 y 50000 judíos y judías, perdieron la vida.

Esto puede dar una explicación general de la génesis del moderno Nacionalismo Ucraniano, aún décadas antes de S. Bandera y de su colaboración con la invasión Nazi a la URSS.

Así, la Rusia Bolchevique se vio cercada de enemigos desde su nacimiento hasta la victoria en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Esto creó una compleja guerra civil en Ucrania y el resto de Rusia (pues atacada por todos los frentes, desde Siberia y el Ártico, hasta el Pacífico Norte).

En Ucrania convergieron en batalla, desde enormes Divisiones contrarrevolucionarias de Ejército Blanco Ruso reorganizadas bajo el temible militar zarista Antón Denikin (continuador del zarista Kornilov con apoyo de los llamados «Kadetes»), siempre apoyadas por las Potencias Occidentales Imperialistas (una vez derrotada Alemania y destruido el Imperio de Austria-Hungría), y unidas a diferentes Nacionalistas Ucranianos, hasta campesinos autogestionados armados dirigidos por Néstor Majno (ó Machkno), contra tropas del naciente Ejército Rojo.

Analicemos otra figura del Nacionalismo populista Ucraniano, al Ataman Nífikor Grigóriev (1885-1919). Sabido es que un oficial anarquista de Majnó (quien participó en el Directorio de Simon Petliuski) mató al líder militar cosaco Nikífor Grigóriev (y a su Estado Mayor), después de una reunión para unificar tropas con «Ejército Negro» (Anarquista) contra los Bolcheviques (Rojos).
En principio, Majnó (o Makhno) lo mandó a ajusticiar por los Progromos judíos en Elisavetgrado y otras ciudades tomadas, o sea por las masacres de la población judía ordenados, y por el asesinato colectivo de pobladores no sólo judíos, sino griegos en la toma de Odessa.

Repasemos a la figura histórica del Ataman Grígoriev, –primero oficial zarista, luego con la República Popular de Ucrania y su Rada, después pasa por el apoyo al Golpe de estado del Hetman pro- alemán, luego apoya al Directorio nacionalista; desilusionado del no reparto de tierras y el gobierno reaccionario de Petliuski, incluso dio un breve apoyo militar al General Pavel Dybenko del Ejército Rojo en Ucrania, contra la Ocupación francesa de algunas ciudades; por supuesto iba a ser sancionado ( o sea ejecutado) por Dybenko por sus crímenes; y termina combatiendo a Rojos y Blancos; finalmente es detenido y fusilado por el Ejército Negro del anarquista Majnó, cuando intenta una alianza militar y política.

Sin embargo, su lema era:
«¡Ucrania para los Ucranianos libre de Bolcheviques y judíos!» (sic)
Éstas son las raíces racistas y populistas del Nacionalismo Ucraniano, anterior incluso a la ocupación Nazi.

De hecho Michel Foucault en su texto traducido al Castellano como «Genealogía del Racismo», señala al Báltico y al Este de Europa como los lugares de origen del racismo moderno, asociado a la extrema derecha.

Hago la aclaración pública, de que ese Antisemitismo atávico, se parece muchísimo al actual Sionismo Revisionista imperante en Israel y Palestina Ocupada. La víctima histórica, se convirtió en victimario. Y el racismo antisemita, se convirtió en la legitimidad del actual «Apartheid» Sionista. (Bueno, por eso son ahora aliados).

¿Se extrañan entonces, de la reinvindicación del fascista Batallón Azov, o del del Nazi Bandera elevado a Héroe Nacional después de la «Revolución Naranja» y su ultra-nacionalista Presidente Víctor Yúshchenko? ¿O del papel militar y cultural de los demás grupos Neonazis y de Extrema Derecha actuales apropiándose del legado del Nacionalismo de Ucrania?

Mientras el Partido Comunista de Ucrania y sus sindicatos son ilegalizados, junto a otras organizaciones Progresistas.

No hablemos de los Derechos Humanos de la población LGTBIQ+, porque son peores en Ucrania que en Rusia. En ningún caso se justifican.
¿Qué dicen al respecto Occidente y sus medios? ¿Realmente creen que a EEUU y a la OTAN le interesan los Derechos Humanos?

Continúamos con la historia del cosaco Grigóriev, pues su fiel lugarteniente, Yuri Tyutyúnik, siguió su guerra en menor escala en los campos de Kiev y Volinia, hasta que fue derrotado y ejecutado por los Bolcheviques en 1921.

Aclaro, –siguiendo el testimonio de la brillante comunicadora rusa Inna Afinogenova, antes con su programa cancelado, «Aquí les va» de RT–, que la manipulación con fines militares o políticos, de los hechos, de un lado y del otro, durante esta guerra, es una moneda muy frecuente. Esto incluye a la Rusia de Putin.

[Nota bibliográfica sobre el anterior tema del personaje Grigóriev:
Ver 1) Brovkin, Vladimir (2015).» «Behind the Front Lines of the Civil War: Political Parties Social Movements in Russia, 1918- 1922.»
2) Bullock, David (2012 a) «The Russian Civil War: 1918-1922). Westminster; Colchester: Osprey Publishing.]

Prosigamos con la reflexión histórica de la inexistente URSS y de su satanización, en el imaginario colectivo de Occidente y de su periferia:

El Ejército Rojo, en fin, prevaleció en esa Guerra Civil brutal de 1918 a1921, contra todos los demás bandos.

También hubo represión Bolchevique no sólo contra las fuerzas reaccionarias, sino contra Socialdemócratas Mencheviques que no se unificaron con los Bolcheviques, contra los Social – Revolucionarios (Eseristas o Populistas de Izquierda), y contra Anarquistas (Kronstadt, 1921). No como con Stalin, pero sí la hubo.

Fanny Kaplán una supuesta Eserista (SR), –quien también había sufrido antes como muchos Bolcheviques, la represión Zarista, trabajos forzados, cárcel y destierro a Siberia–, le disparó una bala a Lenin aparentemente con cianuro, en agosto de 1918. Y este atentado terrorista marcó el rumbo de la Dirección Bolchevique.

A duras penas sobrevivió Lenin; quedando con muchas dificultades físicas, los pocos años que le sobrevivió. Y poco a poco la conducción del proceso Bolchevique pasó de los Soviets (Consejos populares) al Partido y sus diferentes facciones, y de las manos de Trotsky, Kamenev, Zinoviev, Radek, Kolontai, M. Tomski, Bujarin, Rykov, etc., a Stalin y Beria. (No sobra decir, que todos los citados a excepción de la Kolontai marginada, fueron acusados, purgados, asesinados luego, por Stalin).

Con los llamados «Social- Revolucionarios» arriba mencionados, y quienes en su mayoría apoyaron la carnicería de la Primera Guerra Mundial, –y a veces idealizados como luchadores populares–, estuvo desde 1905 otro personaje, aliado de Grigóriev, el también Ataman cosaco Ucraniano Danilo Terpilo (1886-1919), quien aunque al principio simpatizó brevemente con la Revolución de Febrero de 1917, traicionó rápidamente a los Bolcheviques (llegados al poder después de Noviembre de 1917), iniciando una serie de Progromos contra judíos acusados de simpatizar con los Bolcheviques. Así que el populismo Ucraniano también fue claramente racista y antisemita, y anticomunista.

Entiéndase también, el contexto de la agresión exterior militar, diplomática y económica de las potencias Imperialistas contra la Rusia Soviética, y la severa crisis económica impuesta a toda Rusia.

Justo es reconocer, que muchos de estas facciones de Izquierda, incluidos Anarquistas, se unieron luego al PCR y al posterior PCUS. Incluso las cartas entre el líder anarquista Kropotkin y Lenin son conocidas.

Pero recordemos que hasta 1922 se crea formalmente la URSS. Que incluye la creación de las Repúblicas de Ucrania, Bielorrusia, Kazajstán, etc., dentro de la URSS. Polonia se mantiene independiente, y las Repúblicas del Báltico hasta la Segunda Guerra Mundial.

Así, la URSS nunca fue una mera extensión de la Federación Rusa. Entre 1917 y 1922, se creó la República Socialista Federativa Soviética de Rusia (RSFSR) con representantes de los consejos populares de todos las nacionalidades. Tras el triunfo comunista en la cruel Guerra Civil, se crea formalmente la URSS.

Los Bolcheviques originales, –con otros graves defectos políticos de autoritarismo–, creían firmemente en la Autodeterminación de los Pueblos.

Por eso la URSS era una gran confederación de pueblos y nacionalidades, con un modelo federal de República. Podemos achacarles a los Bolcheviques muchos defectos reales, pero el nacionalismo no.

Pero ese «Gran Rusismo», ese Chovinismo, ese Nacionalismo era muy perseguido dentro del POSDR- Bolchevique (también en la olvidada facción Menchevique), luego PCR y luego PCUS, en la URSS.

Ahora los y las Rusos /as, en este tipo de discurso como el de Spirin, son deformados/as como literalmente, peor que animales (sic). Eso es un ejemplo de la nueva Rusofobia.

No extrañan este tipo de declaraciones de superioridad étnica, en un Mundo donde artistas talentosos no pueden expresarse artísticamente, sólo por ser Rusos o Rusas. Como si todo el pueblo ruso fuese equivalente a su gobierno.

Contrastemos sin embargo, el discurso oficial ruso actual, con los temores de los y las Bolcheviques originales de la URSS, era el llamado “Gran-Rusismo».

Desde luego, el llamado «campo socialista» y su solidaridad estratégica, ya no existe.

Tampoco sus regímenes burocráticos, con sus luces y sombras. «Estados Obreros Degenerados burocráticos», les endilgó Trotsky. «Capitalismo de Estado», Raya Dunayeskaya y otros disidentes. «Campo socialista», le decía Fidel. «Socialismo real» los Conservadores de izquierda y derecha.

No existe más, ese supuesto aliado estratégico de los pueblos del Mundo. Al menos, ese tipo de aliado estratégico.

¿Tal vez existe para muchos y muchas nostálgicos/as con otra realidad Geopolítica en la Federación Rusa? Después de esta guerra, no creo que sea tan fácil. Más allá del tema de las BRICS siempre atinente.

Tampoco existe el viejo, y tal vez más sensato, equilibrio mundial de la Guerra Fría. Por otra parte, entre el poderío económico chino, y el poderío militar ruso actual, pareciera que hay una contención parcial del Imperialismo occidental.

¿Podrá mantenerse esta contención Antimperialista con las sanciones económicas occidentales sobre Rusia?

Desde la caída del «Bloque Socialista» y de la URSS (incluidas obviamente Rusia y Ucrania), sólo habíamos presenciado durante tres décadas, el despliegue arrogante y depredador del Imperialismo Norteamericano y Europeo occidental.

La OTAN, creada después de la Segunda Guerra Mundial, y su agresivo crecimiento militar después aún de la caída de la URSS y su Bloque, es un hecho innegable.

¿Qué excusa había para despliegue militar y Geoestratégico gratuito de la OTAN?
Y este dato estratégico, es invisibilizado por los medios hegemónicos.

Hay un desconocimiento histórico absoluto, sino es que es sólo mala fe y desinformación adrede.

La alianza estratégica entre Rusia y China es más que evidente. Lo que el «Socialismo Histórico» no lo logró, lo lograron los intereses Geopolíticos y económicos frente a la rapacidad de las economías centrales capitalistas occidentales.

Recordando a la URSS, –posiblemente llena de graves defectos estructurales–, hay que puntualizar que aún con su brutalidad totalitaria, Iósif Stalin y Lavrenti Beria, ni siquiera eran Rusos, eran de Georgia, y llegaron a dirigir la URSS. (Eso no les exime de sus crímenes políticos, aún contra los viejos Bolcheviques).

Sigamos recordando… Después de Stalin, el reformador comunista pero anti-stalinista, Nikita Jhrushov era de origen Ucraniano.
Crimea, –que siempre fue una unidad nacional y pluricultural diferente –, se incorpora con autonomía a la República Socialista de Ucrania. Repetimos, pero con total autonomía, durante su Gobierno, a la Ucrania Socialista. (Es con la disolución de la URSS que queda otra vez bajo control Ucraniano completo). Se suponía que esas luchas intestinas nacionalistas estaban superadas en la URSS.

Volvamos a un análisis comparativo del llamado «Campo Socialista»:
Si en Rusia existió el peligro del «Gran-Rusismo», eso era lo que en China Popular, –su contraparte y rival comunista de entonces–, se llamaba «Gran – Hanismo» . Por la gran mayoría china «Han».
El Tíbet, Mongolia Interior, Manchuria y Sinkiang, son terrenos fértiles para este tipo de conflicto en China Popular. Incluso en Taiwán, más allá del conservador y anticomunista Kuomintang actual estaba bajo dominio Han. Aclaramos que el revolucionario Kuomintang original del Dr. Sun Yat-sen (1866-1925), al principio fue aliado del PCCH, hasta la posterior traición, y la masacre de Comunistas de Shangai en 1927, dirigida por Chiang kai-shek.

Después de la muerte de Stalin, y sobre todo durante la «Revolución Cultural», China devino enemiga estratégica de la URSS (aún siendo otra potencia comunista).

El Pacto de China con EEUU se realizó con Nixon y Henry Kissinger. China incluso fue admitida en la ONU y en el Consejo de Seguridad con derecho a veto. Así es la Geopolítica de cínica.

Para la China Popular de entonces, o al menos para el PCH, la URSS era «Social-Imperialista», y eran «Revisionistas» del supuesto modelo «Marxista- Leninista» (Este nefasto término no es ni de Marx ni de Lenin. Es un invento de un «Manual» atribuido a Stalin).

Sin embargo, el torpe rescate de la figura de Stalin por el Maoísmo, oscurece cualquier discurso propio chino. Sin hablar del terrible Pol-Pot en Camboya (derrocado con el apoyo del Vietnam socialista), o del tardío delirio de Sendero Luminoso en Perú.

La «Revolución Cultural» de 1966, y su intento de desburocratización fue un total fracaso. Su apología de lo peor de la burocracia soviética no ayudó tampoco. El líder militar Lin Piao o Lin Biao, muere tratando de escapar a la URSS en 1971. En 1976 muere Mao. Pronto caen la «Banda de los Cuatro» dirigida por la viuda de Mao, Jian Qing, acusados de crímenes y brutalidades, durante la Revolución Cultural. Son juzgados y ejecutados.

Zhou Enlai, rehabilita a Deng Xiaoping (cuyo hijo, familia, amigos y él mismo habían sufrido tortura y castigos brutales), Hua Guofeng toma el poder junto al Ejército Popular en contra de los Guardias Rojos. El camino de la reformas económicas (aunque no políticas) en China, está echado.

El tema económico se resolvió en la China post- Tiannanmen (1989), con la introducción y reconocimiento del valor de cambio dentro de una Economía «Socialista».

Para algunos de trata de Capitalismo de Estado.
De cualquier forma, –y sin entrar a hacer otro tipo de consideraciones internas–, China Popular se convirtió en una superpotencia económica.

Lo cierto es que el éxito económico de China Popular, es el verdadero enemigo del Imperialismo Norteamericano y Occidental. Y la alianza entre China y Rusia (con su gran Ejército Rojo) resulta amenazante para EEUU y su Hegemonía.

Volviendo a la antigua URSS, –para historizar el conflicto–, la Ucrania Socialista diseñada por la URSS, se queda primero con el Donbass rusoparlante, y luego con Crimea (en tiempo de Nikita Jhrushov). La misma Ucrania era bilingüe.

Volviendo a la Entrevista citada al inicio, –y que se convirtió en un pretexto reflexivo–, acotamos que la URSS, no se menciona prácticamente. Desaparece. Sin embargo, al mismo tiempo, se juega con el temor atávico anticomunista y antisoviético. Se habla de Rusia como si fuese la URSS, y se juega con el «peligro comunista». Sólo que el viejo Anticomunismo, se transforma en Rusofobia.

Es momento de volver a citar la frase del escritor francés Albert Camus: «El Anticomunismo es el comienzo del Fascismo».

Se pretende en este tipo de narrativa, reescribir la historia. Supongo que así era inevitable que harían referencia en la Entrevista, al Pacto Ribbentrop – Molotov (1939), y que permitió que una parte de Polonia no fuese tomada por los Nazis (sino por la URSS), y además ganar tiempo para modernizar al Ejército Rojo. Claro, reconozcamos que era la URSS bajo el control brutal de Stalin, y no del proyecto original Bolchevique.

No quiero sonar como haciendo apología fanática de Putin, o del accionar del actual Ejército Rojo (que conserva el nombre).

Estoy en contra de la lógica de la guerra. Y soy hijo de una cultura costarricense sin Ejército, imperfecta y violenta, pero sin Ejército permanente, y con una Proclama de Neutralidad Perpetua.

El actual gobierno nacionalista pero conservador, de Putin, tampoco me representa políticamente. Lo digo con toda claridad.

Pero tampoco podemos de forma simplista, negar sus brillantes méritos Geopolíticos, o su legitimidad interna en Rusia. Nos guste o no.

Tampoco podemos ignorar la contención estratégica Geopolítica de Putin y China Popular, frente a la voraz rapiña del Imperialismo Norteamericano y del Occidente Capitalista.

Debemos así, de intentar analizar y pensar con más objetividad. Éste es el tema de fondo de los medios hegemónicos, sean locales o globales.

Por otra parte, entiendo las razones Geopolíticas de Rusia, y personalmente me disgusta el Expansionismo de la OTAN, así como la hipocresía y la avaricia capitalista de Europa Occidental, Japón, Israel, Australia, Canadá, y del Imperialismo Norteamericano y «Anglosajón» en general.

Reconozcamos algo, si realmente queremos posicionarnos contra la «lógica de la guerra» (término usado por Habermas), debemos entender que la guerra en la zona, comenzó hace ocho años al menos. No reconocer esto es parte del sesgo mediático.

No abogo por un pacifismo a ultranza, en abstracto, absoluto. Eso no se sostiene. Sino Hitler en Europa, o William Walker en Centroamérica, habrían triunfado.

Me conformo con un país neutral como Costa Rica. O como lo fueron Suecia y Finlandia en la Guerra Fría. (Antes de lamentablemente pedir ingreso recientemente a la OTAN).

Hay que rehistorizar la reflexión sobre este cruel acontecimiento bélico actual, cuyas víctimas principales son la población civil de Ucrania y antes del Donbass, y que puede desembocar en una tragedia humana incluso nuclear. Advertidos estamos.

Creo finalmente, que el periodismo de los medios de comunicación hegemónicos de Costa Rica, Latinoamérica, y del Mundo en general, es realmente enfermizo. Tal cual. Es puro Tánatos (Freud) disfrazado de trivial irresponsabilidad.

Mienten y distorsionan la realidad social, deliberadamente. Y no creo que tenga nada que ver con la «Libertad de Expresión», un supuesto «derecho» a manipular, deformar y ocultar la información objetiva sobre este tema Geopolítico candente.

Al contrario, se oponen a la verdadera y auténtica Libertad de Información.

Hay quienes sostienen que el papel de los medios trascendió al de la propaganda belicista típica de otros tiempos, y se convirtió en causa y efecto de las llamadas «Guerras Híbridas».

Pareciera que desde la Primera Invasión a Iraq por George Bush, Senior, esto último es descaradamente cierto.
Si le sumamos a este clima global, el campo de lucha informática, y desinformación en las redes sociales, la tendencia mundial es francamente totalitaria.

Si tienen duda de lo anterior, fíjense en la forma de informar de estos medios respecto del tema estrictamente militar. Según estos medios prácticamente Rusia ha sido derrotada militarmente. Eso es no sólo falso sino irracional.

Escuchen sino a Ignacio Santos en Telenoticias, pero igualmente si escuchan REPRETEL, CÑÑ o Fox News. Esa es la norma, no la excepción.

Mientras, el pobre pueblo Ucraniano es tomado como «carne de cañón». Y el sucio complejo militar- industrial norteamericano y de otros países, se reactivan cin grandes ganancias.

Esta desinformación organizada y sistematizada, sólo prolonga y legitima un conflicto brutal y fratricida.
Insulta nuestra inteligencia y envenena a las masas.

La ignorancia de los pueblos produce fanatismo, permite la corrupción, y eso es letal para la democracia.

Esos Noticieros locales y regionales hegemónicos, –siempre serviles del discurso hegemónico Imperialista Norteamericano y Europeo Occidental–, son profundamente tóxicos, y no conocen un mínimo equilibrio informativo, o algún prurito ético.

Recomiendo sinceramente, tomar total distancia crítica de ellos, salvo para reflexionar críticamente sobre los mismos.

LA GUERRA CIVIL DEL 48: Una lectura historiográfica distinta

Trino Barrantes Araya
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camilosantamaria775@gmail.com
Tel: 00 (506) 8990 30 37
Alfonso Pardo Martínez
CE:
alfonsopar@gmail.com
Tel: 00 (506) 8362 52 06

Introducción

Recorrer historiográficamente los hechos políticos de 1948, obliga a armarse de un cuerpo teórico, para no quedar enredado en los intersticios y el tejido con que se ha escrito la historia oficial. En cualquiera de las corrientes, son los vencedores a los que se le ha otorgado la potestad de esa narrativa.

Algunos historiadores dan por sentado la lectura obligada de la Huelga de Brazos Caídos, como antecedente inmediato que supone las bases de los fenómenos que precipitarán más tarde la Guerra Civil (Calderón Hernández, 2002; Molina, 2002, Contreras, 2008, Lehoucq, 19912). Obviamente para explicar los hechos político-militares de 1948, estamos en la obligación de explicar muchos otros factores que precipitaron este conflicto armado. Pero los hechos del 48, no serían completos si no se tiene como marco de referencia el papel del Partido Vanguardia Popular, la política de alianzas y los capítulos de las Garantías Sociales, el Código de Trabajo, la aparición de la Caja Costarricense del Seguro Social y la fundación de la Universidad de Costa Rica. Obviamente, estos aspectos gustan ser soslayados por una parte de los historiadores y principalmente por la historia oficial.

Otros/as han señalado, a partir de los actores sociales, nuevas propuestas para describir el carácter tan violento que asumen estos hechos históricos. Un gran esfuerzo a partir de las memorias de los niños y niñas nacidos en el marco de la guerra. Interpretaciones y explicaciones desde lo militar, lo diplomático o confrontando relatos, recopilan de manera dialéctica visiones distintas del acontecimiento vivido en dicho momento.

I.- Los niveles de los contextos: Lo internacional y lo nacional

La Crisis Económica de 1929-1933, la inestabilidad económica resultado de la Segunda Guerra Mundial, el nuevo mapa bipolar surgido a partir de 1945. La nuevas vías y propuestas para el desarrollo de nuestras economías bajo la hegemonía del imperialismo norteamericano. El marco generado a partir de la “Guerra Fría” representan, sin lugar a dudas, el marco coyuntural de la situación internacional en que queda inscrito nuestro país y consecuentemente la Guerra Civil del 48.

En lo interno, es fácil adivinar que la década de los años 40, tienen en sus cimientos el germen que va a potenciar más tarde el caldo de cultivo en donde se precipitan los hechos político-militares del 48.

Nuevas divisiones políticas, consolidación de lecturas ideológicas diferentes, partidos minoritarios que asumen un papel protagónico, tal es el caso de Confraternidad Guanacasteca, el papel mediático de la prensa y las acusaciones mutuas respecto al fraude electoral, van dándole cuerpo al tejido en donde tendrá lugar el conflicto señalado.

Una pequeña burguesía intelectual, conducida por el Centro de Estudios de Problemas Nacionales, un cierto corrimiento del Partido Vanguardia Popular a las tesis gobiernistas, los pequeños empresarios políticos; nuevas políticas de alianza tendrán como resultado una polarización política cada vez mayor.

Todo lo anterior nos lleva a un hecho desencadenante que tendrá sus prolegómenos más marcados con los efectos generados a partir de las elecciones de 1948. Esta campaña polarizó dos visiones político-electorales, claramente diferenciadas. Por una parte, la figura de Otilio Ulate, encabezando el Partido Unión Nacional y por la otra, el Dr. Rafael Ángel Calderón Guardia, líder indiscutible del Partido Republicano Nacional. Monseñor Sanabria, Manuel Mora Valverde, el Partido Vanguardia Popular, el papel decidido de los sindicatos bajo la ideología marxista, forman ese complejo tejido donde se dan estos acontecimientos.

Es necesario tener presente, como lo reseña Iván Molina, que a pesar del contexto de fraude que sirve de aureola a las elecciones de 1944, se introdujo una de la más importante reforma al Código Electoral en 1946, la cual tuvo como objetivo independizar la organización de los comicios electorales por parte del Poder Ejecutivo, para dejarlo en manos del Tribunal Nacional Electoral (2002:181.

El otro elemento que es importante tener presente en esta aproximación, fue la creciente polarización política dentro de la misma oposición entre Cortés y Ulate, que de alguna manera será el que incida más directamente en el desencadenamiento de los conflictos de 1948 (Contreras,2008:190).

Actores sociales más relevantes en los hechos político-militares de la Guerra Civil de 1948

Debemos reiterar en esta apartado que, un aspecto que influyó decididamente en el espacio político en los años cuarenta, fueron las reformas sociales, orientadas a favorecer a las grandes mayorías y consecuentemente a potenciar su nivel político-ideológico (http://www.museocostarica.go.cr/es_cr/en-detalle/la-guerra-civil-de-1948-una-sintesis.html?Itemid=115)  Pero, con esa misma rigurosidad que vemos los antecedentes de este conflicto, estamos en la obligación de ver objetivamente los hechos ocurridos en el mismo contexto de la guerra. Estos factores y los nuevos actores sociales imprimen un sello de larga data a este acontecimiento (http://historia.fes.ucr.ac.cr/dialogos.htm).

No se trata de darle un lugar de privilegio a los actores que conoce el discurso oficial, a saber: Teodoro Picado M, José Figueres Ferrer, Otilio Ulate Blanco, Santos León Herrera. De igual envergadura es dar lectura al papel del Partido Social Demócrata, el Centro para el Estudio de los Problemas Nacionales, el Ejército de Liberación Nacional, la Legión del Caribe (Schifter, 1980:68 y 75) y, la doctrina social de la iglesia, el aporte del Partido Vanguardia Popular y claro está, la fracción oficialista.

Sobre la Legión del Caribe, Guillermo Villegas H, en su narrativa testimonios del 48, sostiene como tesis central que varios militares (Juan Rodríguez, de la República Dominicana, Rosendo Argüello, de Nicaragua, Horacio Julio Ornes, entre otros, se hicieron presentes en Costa Rica y su papel en el conflicto fue muy importante, además del aporte en la proporción de armas para darle un contenido real al proceso de la guerra (Cfr, Villegas, PP.: 199, 208, 210).

Recordemos aquí, tal y como lo señalamos en nuestra introducción en este apartado es necesario referir a la Huelga de Brazos Caídos de 1947. Aunque en esencia, este movimiento fue un paro patronal, lo cierto también es que sus demandas fueron aceptadas como definitivas por el Tribunal Nacional Electoral. Cabe destacar que los actores sociales más importantes de este evento lo constituyeron los trabajadores del sistema bancario nacional y los comerciantes. Aunque una buena masa de la clase trabajadora y otro poco más de contingentes sociales populares también sumaron su fuerza a este paro (Cfr. Manuel Rojas, Pp.: 109-110 y 150).

Cuarenta días que sacudieron el suelo patrio: La Guerra Civil de 1948

Distingamos, pues, dos grandes factores que está en la base de este conflicto. En primer lugar, existe, como tesis central por gran parte de la historiografía costarricense que, el “conflicto político-electoral” es sin duda la “chispa que encendió” la apacible pradera del suelo costarricense. Tal vez el punto más álgido del acontecimiento tuvo lugar el 12 de marzo de 1948, cuando los militares y soldados del Ejército de Liberación Nacional toman San Isidro del General, con el grave acontecimiento del asesinato del coronel gubernamental Rigoberto Pacheco; pero de la misma envergadura son los acontecimientos que se suceden en San Ramón de Alajuela, con la muerte de los figueristas Catalino Murillo y Federico Arce (López,2000:292).

A estos eventos político-militares le siguieron el día 13 de marzo con la toma de San Cristóbal Sur y sucesivamente la toma de San Marcos de Tarrazú y Santa María de Dota, por parte del Ejército de Liberación Nacional.

El autor citado, Juan diego López, en su texto: Los cuarenta días de 1948: La guerra civil de Costa Rica, reseña que dos días después los seguidores de Picado toman Buenos Aires, posteriormente el 9 de abril arranca la Marcha Fantasma. Operación bélica conducida por el ELN, que culmina el 12 de abril con la toma de Paraíso y Cartago. Más tarde, con la ayuda de la Legión del Caribe, bombardean Limón y el Ejército de Liberación Nacional se apunta un triunfo más,  tomándose el centro de esa provincia y el puerto de Moin. (http://www.slideshare.net/Socialesdigital/costa-rica-en-la-decada-de-los-40-134602245).

Vale reseñar que el papel jugado en todo este proceso de lucha civil, por los dirigentes comunistas, bajo el alero del Partido Vanguardia Popular, son imprescindibles para entender los alcances del conflicto al que referimos.

El final de la Guerra Civil lleva a un breve espacio de transición en el cual, en el gobierno de los 18 días, le corresponderá a Santos León Herrera, asumir la presidencia de la República. Su gran logro, poner fin, oficialmente, al conflicto político-militar en que se vio envuelto nuestro país. Pero en ese mismo orden, también se dictaron los decretos que pone en manos de los vencedores el aparato militar costarricense, los cuarteles, la Fuerza Armada y la Fuerza Policial.

En esta suerte de impase político, el 10 de mayo se establece formalmente la Junta Revolucionaria, a la cual le corresponderá el ejercicio del poder durante los dieciocho meses siguientes. Este gobierno de facto asume el nombre de Junta Fundadora de la Segunda República y de inmediato se abocó a convocar la Asamblea Nacional Constituyente.

Paralelo a la Constituyente, los nefastos Decretos Ley de la Junta Fundadora de la Segunda República, proscribiendo los sindicatos clasistas y al mismo partido comunista bajo el nombre de Partido Vanguardia Popular, tienen su epílogo más amargo en el asesinato impune de los mártires del Codo del Diablo. Necesitamos, entonces, reescribir la historia desde las voces de las grandes mayorías.

Sin lugar a dudas, estos acontecimientos siembran las bases del Estado Social de Derecho mediante el Estado Benefactor que tendrá lugar en los próximos quinquenios.

Una página que requerirá de un nuevo examen es la firma del Pacto de Ochomogo. Sin la verdadera y correcta interpretación de estos hechos históricos, no se le está otorgando a nuestra historia el contenido objetivo que como ciencia requiere. Si un atroz crimen como el que se ejecutó contra los mártires del Codo del Diablo, no se aclara, nuestra historia seguirá cargando grandes vacíos.

 

Imagen ilustrativa.