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Etiqueta: guerra

“Un grito por la vida y la justicia” Universidad Bíblica Latinoamericana – Pronunciamiento

Universidad Bíblica Latinoamericana

“Un grito por la vida y la justicia”

Pronunciamiento

Desde la Universidad Bíblica Latinoamericana observamos con angustia y preocupación el recrudecimiento de violencia en territorios palestinos. Como Raquel en Ramá, nos “lamentamos y tenemos un llanto amargo” por la muerte de palestinos, como también de civiles israelíes. Tras décadas de despojo y sometimiento, Gaza y Cisjordania se encuentran hoy bajo una cruenta ocupación que crece día tras día, y de forma acelerada se incrementa el número de víctimas inocentes en dichos territorios considerados Tierra Santa para las tres religiones monoteístas: judía, cristiana y musulmana. 

Como institución de educación teológica, nos preocupa el uso de argumentos y lenguajes religiosos para justificar la violencia; discursos que hacen un uso inadecuado de escritos y símbolos, particularmente la Biblia, con relación a Dios, madre y padre, dador de la vida y defensor de los y las débiles. 

Violencia no solo de balas y las bombas que ponen en evidencia el desprecio por la vida humana dejando miles de personas muertas y heridas; sino también la insana destrucción de la infraestructura habitacional y de hospitales, el bloqueo de ayuda alimentaria y médica. Todo eso ha ocasionado condiciones de hacinamiento que están contribuyendo a la propagación de la desnutrición y enfermedades que afectan a toda la población.

Ante este Vía Crucis que atravesamos como humanidad, el guardar silencio implica la complicidad contra quienes son los y las personas crucificadas de la historia. Como Universidad Bíblica Latinoamericana nos resistimos a justificar la violencia y la muerte y levantamos nuestra voz y afirmamos lo siguiente: 

Denunciamos:

Los procesos de colonización y despojo surgidos desde inicios del siglo XX, promovidos por potencias imperiales, y que han traído la conmoción y la violencia a los territorios de Palestina e Israel, con incontables vidas perdidas. 

La irracional violencia militar ejercida contra la población civil palestina está sujeta a los asesinatos extrajudiciales, la ejecución de civiles, el bombardeo de zonas habitacionales y la infraestructura de salud, así como el impedimento al acceso de recursos médicos y alimenticios. 

La violencia ejercida con la complicidad de los países más poderosos, pone en evidencia una necropolítica, como llama Achille Mbembe, a los estados que ejercen la “licencia para matar” bajo un discurso de orden y de seguridad.   

El irrespeto a los mínimos acuerdos internacionales de defensa de los derechos humanos, negados sistemáticamente para el pueblo palestino por las instituciones y poderes globales. 

La instrumentalización de la religión, de la fe, de los símbolos y objetos sagrados, para legitimar el exterminio y la violencia contra los pueblos. 

Afirmamos:

La voluntad del Dios de la vida, que nos invoca a la construcción de sociedades pacíficas, inclusivas, y que defiendan a todas las personas que las conforman, especialmente a quienes son objeto de violencia, sometimiento y opresión. 

La urgencia de un alto al fuego y a las hostilidades en Gaza y Cisjordania, así como la provisión de los recursos básicos – alimentación, salud, infraestructura habitacional – para las poblaciones desplazadas que hoy se encuentran al borde de la muerte. 

El derecho a la paz, al bienestar, a la dignidad, y al territorio, para todos los pueblos, sin importar su procedencia étnica, su cultura o su religión. 

La constitución de una solución que garantice el derecho a la reivindicación, a la vida y a la justicia del pueblo palestino, en su tierra ancestral.

Pascua de Resurrección, 2024

El mundo de Charles Michel a las tres y media de la mañana

Gilberto Lopes, en San José
27 de marzo de 2024

Eran las tres y media de la mañana cuando lo despertó una llamada del presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski anunciando la invasión de su país. Al oír su voz sombría, el presidente del Consejo Europeo (el órgano que agrupa a los jefes de Estado y de gobierno de los 27 estados miembros), el belga Charles Michel, comprendió que el orden internacional surgido de la II Guerra Mundial había cambiado para siempre.

Michel, un conservador que encabezó un gobierno de coalición en su país entre 2014 y 2019 antes de asumir la presidencia del Consejo Europeo, lo cuenta en un artículo que publicó el pasado 19 de marzo en el diario español El País.

En su visión del mundo, ante las nuevas amenazas que enfrenta Europa, “es necesario reforzar nuestra capacidad de defender el mundo democrático, tanto por Ucrania como por Europa”.

Hoy, en Europa, esa defensa es entendida casi exclusivamente como un desafío militar. Michel lo resume con un viejo cliché: “Si queremos la paz, debemos prepararnos para la guerra”.

Son frases potentes, uno de cuyos efectos principales es eximirnos de pensar. ¿De qué guerra nos habla Michel? ¿De la OTAN contra Rusia?

Michel repite afirmaciones que oímos con frecuencia hoy: “Rusia no se detendrá en Ucrania, del mismo modo que no se detuvo hace diez años en Crimea”.

“Rusia constituye una grave amenaza militar para nuestro continente europeo y para la seguridad mundial”. Prosigue con sus tácticas de desestabilización en todo el mundo, en Moldavia, en Georgia, en el Cáucaso meridional, en los Balcanes Occidentales e incluso en el continente africano”.

Ningún analista serio, ni político ni militar, confirma la idea de que Rusia, una vez finalizada la guerra en Ucrania, se disponga a avanzar sobre sus vecinos europeos. Estaríamos hablando de una guerra contra la OTAN, de un conflicto nuclear. Eso no tiene sentido y es precisamente la naturaleza nuclear de esa guerra lo que le quita todo sentido a la frase de Michel. A menos que estemos todos dispuestos a la tragedia que eso significaría.

Pero Michel no tiene dudas: –Nos enfrentamos a la mayor amenaza a nuestra seguridad desde la Segunda Guerra Mundial, asegura.

Otras visiones del mundo

David Milband, exsecretario de Estado para Asuntos Exteriores del Reino Unido (2007-2010), publicó, hace un año, un artículo con el título de “El mundo más allá de Ucrania” (“The World Beyond Ukraine”. Foreign Affairs, abril 2023).

Ahí dice que la invasión de Ucrania produjo una notable unidad de acción de las democracias liberales del mundo. Pero –agregó– esa unidad de Occidente no fue respaldada por el resto del mundo. Dos tercios de la población mundial, dice Miliband, vive en países oficialmente neutrales, o apoyan a Rusia en este conflicto, incluyendo notables democracias como Brasil, India, Indonesia o Sudáfrica.

Esa distancia entre Occidente y el resto del mundo –agrega el político inglés– “es el resultado de una profunda frustración –ira, en realidad– por la forma como Occidente condujo la globalización desde finales de la Guerra Fría”.

Algo similar ha dicho el presidente ruso, Vladimir Putin. Es una de las razones por las que explica su decisión de irrumpir en el escenario internacional de tal manera, que ha hecho a Michel decir que el orden internacional, heredado de la II Guerra Mundial, “había cambiado para siempre”.

Lo cierto es que una guerra con la OTAN es vista como poco probable por muy diversos analistas. Aunque, naturalmente, dada la naturaleza de la guerra en Ucrania, no se puede descartar, incluyendo la posibilidad de que se desate por un mal cálculo o hasta por accidente.

El pasado 24 de marzo, por ejemplo, Polonia afirmó que un proyectil ruso lanzado contra una base ucraniana cerca de la frontera polaca, había sobrevolado su espacio aéreo por cerca de 40 segundos. Y pedía explicaciones al gobierno ruso, que al final decidió no dárselas, porque Polonia no presentó prueba alguna de lo que estaba afirmando.

Dos días antes, un ex oficial norteamericano, Stanislav Krapivnik, dijo al medio ruso RT, que el gobierno polaco estaba preparando a su población para una guerra con Rusia. Recordó afirmaciones del jefe del Estado Mayor polaco, general Wieslaw Kukula, de que Rusia “se estaba preparando para un conflicto con la OTAN” en la próxima década. Lo que, para Krapivnik, es parte de la preparación psicológica del pueblo para la guerra. No descartó tampoco que Polonia pueda descargar un ataque preventivo contra Rusia, con apoyo de países como la República Checa, o los países bálticos, lo que desataría un inevitable conflicto con la OTAN.

En todo caso, un estudio hecho para la Rand Co. por Samuel Charap y Miranda Priebe, publicado en enero del año pasado, con el título de “Avoid a long war”, concluye que, para Estados Unidos, es más importante evitar tanto una guerra entre la OTAN y Rusia, como una guerra de larga duración entre Rusia y Ucrania.

Todos se sienten amenazados

Predomina entre diversos políticos europeos una misma visión alarmista. Joschka Fischer, exministro de Relaciones Exteriores de Alemania y líder de los verdes, ha insistido en que “no se trata solo de la libertad de Ucrania. Se trata de todo el continente europeo”. Rusia quiere borrar a su vecino del mapa, asegura.

¿Cómo imaginar una guerra de Rusia para conquistar el continente europeo? Fischer se siente amenazado. Michel también. No fue Rusia la que se acercó a las fronteras de la OTAN. Fueron las fronteras de la OTAN las que se fueron acercando a Rusia durante 40 años. Pero esa es una reflexión que no está en el razonamiento de esos políticos europeos.

Como dice el ministro de Relaciones Exteriores sueco (el último país a incorporarse a la OTAN), Tobias Billstrom, “armar a Ucrania es una forma de enfrentar los apetitos de Moscú”. Me parece que Moscú podría pensar que esa es una forma de alimentar los apetitos de la OTAN en su contra.

Para el ministro sueco, en todo caso, no son su país, ni la OTAN, los que constituyen un problema; es el comportamiento irresponsable e imprudente de Rusia, que procura reconstruir su viejo imperio en el Báltico.

¿No se les ocurre pensar que Rusia también se siente amenazada y que antes de invadir Ucrania advirtió muchas veces del riesgo que representaba para ellos el avance sistemático de la OTAN hacia sus fronteras?

Un asomo de sensatez

El tono belicista ocupa cada vez más el espacio del debate. La cumbre de la Unión Europea, el pasado 22 de marzo, “llegó precedida de un ambiente belicista como no se recordaba en Bruselas en muchos años”, dijeron los corresponsales de El País.

La UE pidió a la sociedad civil que se prepare para “todos los peligros”. Michel pidió a Europa pasar “a un régimen de economía de guerra”. En Alemania, una ministra sugirió introducir en los colegios cursos de preparación para enfrentar conflictos.

Se va creando un ambiente de histeria belicista que ha terminado por asustar a algunos de los mismos dirigentes europeos. “No me siento reconocido cuando se habla de convertir Europa en una economía de guerra, ni con expresiones como la tercera guerra mundial”, dijo, en Bruselas, el jefe de gobierno español, Pedro Sánchez.

No es que discrepe de la sugerencia de Michel, de prepararse para la guerra, aunque no comparte el tono que ha adoptado el debate. Pero su propia ministra de Defensa, Margarita Robles, recordaba hace unos días, en una entrevista, que “un misil balístico puede llegar perfectamente desde Rusia a España”.

El mismo representante de la política exterior de la UE, Josep Borrell, quién, con frecuencia, ha alimentado ese ambiente guerrerista, ha preferido ahora advertir contra la tendencia de andar asustando a los ciudadanos europeos con una guerra, exagerando la amenaza de un conflicto directo con Rusia.

“He oído voces que hablan de una guerra inminente. Gracias a dios la guerra no es inminente. Vivimos en paz. Apoyamos a Ucrania, pero no somos parte de esa guerra”. No se trata, para Borrell, de que los soldados europeos “vayan a morir a Donbass”.

Un riesgo que el presidente de Francia y otros países, especialmente los bálticos y Polonia, parecen dispuestos a correr. El canciller de Ucrania, Dimitry Kuleba, en entrevista para Politico, el pasado 25 de marzo, no descartó que países europeos decidan desplegar tropas en Ucrania para contener los avances rusos. “Si Ucrania pierde –aseguró–, Putin no se detendrá”.

Es evidente que la afirmación de Borrell está cargada de contradicciones. Es difícil entender que viven en paz mientras la participación de la OTAN es cada vez mayor en una guerra a la que han desviado recursos que multiplican muchas veces los destinado a cualquier otro de sus proyectos en el mundo.

Fascismo como extrema derecha

«Los políticos europeos están perdiendo la cabeza. La voz de la paz está retrocediendo por completo. Muchos líderes políticos europeos están sufriendo una psicosis de guerra», en opinión el ministro húngaro de Asuntos Exteriores, Peter Szijjarto, el pasado domingo 24.

Hungría –a la que, con frecuencia, acusan en Europa de “populista” y de “extrema derecha”– es un país opuesto a los proyectos de enviar armas a Ucrania.

“Populismo”, un concepto que ha alimentado miles de muy variadas páginas académicas, tiene la ventaja de evitar muchas complicaciones a los periodistas. El calificativo, inútil para explicar el escenario político, sirve para salir del paso sin necesidad de mayores elaboraciones. Les ahorra mucho pensar a ciertos periodistas.

En Alemania le dedican particular atención al papel de un partido al que ubican en la “extrema derecha”: Alternativa para Alemania, AfD por sus siglas en alemán.

El Grand Continent (publicación del Groupe d’études géopolitiques, un centro de investigación independiente con sede en la École Supérieure de París, fundado en mayo de 2019), ha decidido acompañar los abundantes procesos electorales previstos para este año con una serie de entrevistas. Para el caso alemán, entrevistó al historiador Johann Chapoutot (la entrevista puede ser vista aquí: https://legrandcontinent.eu/es/2024/03/24/que-significa-la-afd-en-alemania-una-conversacion-con-johann-chapoutot/)

Chapoutot habló sobre lo que significa AfD para Alemania. “La AfD pasó de un enfoque centrado en cuestiones monetarias a una postura populista más pronunciada”, asegura. “Como muchos partidos de extrema derecha, propone un discurso populista que promete devolver el poder al pueblo frente a una élite que supuestamente se apresura a oprimirlo”.

Pero el mismo Chapoutot –que acude aquí al concepto de “populismo”– aporta elementos para un análisis más profundo sobre esa derecha alemana, extrema, ciertamente, pero representada en las más diversas formaciones políticas del país, no solo en AfD.

En Baviera, donde los muy conservadores socialcristianos de la CSU dominan el panorama electoral, AfD encuentra “poco o casi ningún espacio” para desarrollarse. El fuerte particularismo bávaro parece limitar su avance en una región donde el dominio de una derecha bastante radical (CSU y Freie Wähler) es “abrumador”, dice Chapoutot.

Tras la reunificación de Alemania, en 1990 –insiste Chapoutot–, jóvenes del Este se volcaron al nacionalismo, en respuesta a lo que percibían como un robo de identidad de cara a la dominación occidental, tras la caída de la RDA.

Un desempleo del 30%, la liquidación de la industria y de la artesanía de Alemania Oriental, la violencia de la “toma del poder” (Übernahme) o de la “anexión” (Anschluss) por parte de las empresas de Alemania Occidental provocaron un trauma social “cuya intensidad nos cuesta medir, y cuyas secuelas culturales y políticas siguen muy vivas 35 años después”, agrega.

Helmut Kohl, canciller demócrata cristiano que condujo el proceso de unificación, y su ministro de Hacienda, Wolfgang Schäuble (el mismo que, años después, impondría condiciones leoninas en la renegociación de la deuda griega, para salvar a los bancos alemanes comprometidos con esos préstamos) habían permitido a las empresas renunciar a la legislación laboral, a cambio de que se instalasen en el Este. Y que se volvieron un laboratorio de “políticas sociales”, impuestas a continuación en el Oeste por los socialdemócratas Gerhard Schröder y Peter Hartz, con sus ofertas de “mini jobs” para os alemanes desempleados.

Chapoutot nos recuerda el acercamiento de los verdes a la CDU, los mismos verdes que integran la actual coalición de gobierno con los socialdemócratas y liberales, y defienden una agresiva política contra Rusia.

Los liberales (FDP), cada vez más extremistas en sus posiciones conservadoras, asumen las propuestas más duras de la AfD, dice Chapoutot. Al igual que la extrema derecha, el FDP es anti-ecologista, pro-empresa, anti-impuestos, anti-estándares… La propuesta de bajar impuestos tiene como corolario la destrucción de los servicios públicos y el abandono de las infraestructuras.

Esa es la extrema derecha alemana y europea que, según las más diversas estimaciones, no solo se consolidará en el escenario político europeo (en el Parlamento, en la Comisión y en el Consejo) en las elecciones de junio próximo, sino que se inclinará aún más hacia la derecha, sin que haga falta, para comprender lo que está en juego, acudir a “populismos”, ni a la búsqueda de posiciones más extremas, porque no las hay (aunque se discrepe sobre migración y algún otro tema).

Los mismos que luchan contra Rusia, sostienen a Ucrania y a Israel, y piensan que para conseguir la paz hay que prepararse para la guerra, en vez de negociar una paz que ofrezca a los europeos (y al resto del mundo) seguridad y garantías de un desarrollo común.

No es necesario reforzar la capacidad europea “de defender el mundo democrático, tanto por Ucrania como por Europa”, como pretende Michel. El problema, esta vez, es que una nueva guerra europea nos arrastrará a todos, pondrá fin a la humanidad, tal como la conocemos. En una guerra así no habrá espectadores. Seremos todos víctimas.

FIN

OTAN: ¿Una confrontación de décadas con Rusia?

Gilberto Lopes

13 febrero 2024

Con el dedo en el gatillo

La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) debe prepararse para una confrontación de décadas con Rusia, dijo su secretario general, Jens Stoltenberg, en una entrevista concedida a la cadena alemana Welt en febrero.

Una afirmación así queda resonando en la cabeza: ¿Una confrontación de décadas con Rusia? ¿Es posible imaginar algo así? ¿Es para eso que nos tenemos que preparar?

Es lo que piensa el jefe del Estado Mayor del ejército alemán, general Carsten Breuer. Como Stoltenberg, tiene el cuidado de afirmar que la confrontación no es “inevitable”, pero la estima posible en los próximos cinco años. Y especula con los tiempos necesarios para la preparación adecuada del ejército alemán para esa guerra.

¿En qué guerra estará pensando el general? ¿Otra vez? ¿No hemos aprendido nada de las dos anteriores a las que su ejército llevó el mundo?

Alemania no es una potencia nuclear. Pero es miembro de la OTAN. Tiene detrás a Estados Unidos, Francia e Inglaterra, potencias nucleares. ¿No tiene el mundo nada que decir sobre las especulaciones de Stoltenberg y del general alemán?

La última guerra “mundial” empezó antes de que existiera la bomba atómica. Pero terminó con la explosión de una, de potencia muy modesta comparadas con las actuales.

Stoltenberg llamó a reconstruir las reservas militares de los miembros de la OTAN y ampliar rápidamente su base industrial, para aumentar los suministros a Ucrania y reponer sus propias reservas. A adaptar la industria a los tiempos de guerra.

Como si los países miembros de la OTAN estuvieran en condiciones económicas de hacer un esfuerzo de esta naturaleza, cuando los agricultores protestan en las calles, la economía alemana se ralentiza y el país se enfrenta a un proceso de desindustrialización, consecuencia, entre otras cosas, de los atentados contra los gasoductos Nord Stream y del corte del suministro energético ruso.

El alemán y el noruego no son, naturalmente, los únicos a alinearse con esta perspectiva. En diciembre, Martin Herem, jefe de las Fuerzas de Defensa de Estonia, afirmaba, en declaraciones a un canal local, que Rusia estaría lista para atacar la OTAN dentro de un año, al terminar el conflicto en Ucrania. Los jefes militares de los demás países bálticos, de Finlandia, de Suecia y otros, se aventuran a hacer las mismas predicciones y llaman a prepararse para la guerra contra Rusia.

La misma idea que sugiere Ed Arnold, investigador del Royal United Services Institute (RUSI), una institución inglesa dedicada al estudio de temas de seguridad y defensa, para quien los países de la OTAN “deben estar listos para la guerra” contra Rusia. Arnold recuerda que el documento sobre “Concepto Estratégico”, adoptado por la OTAN en 2022, considera Rusia ya no un socio sino una amenaza.

Parece evidente que en estas circunstancias lo único sensato es sacar el dedo de esa gente del gatillo y crear las condiciones para que sus sueños no se cumplan. Serían la última pesadilla para la humanidad.

Putin se acerca a Europa

No hace muchos años, la perspectiva de una mayor integración europea parecía tomar vuelo. A fines de noviembre del 2010 Putin, entonces primer ministro de Rusia, visitaba Alemania y anunciaba el acuerdo con la OTAN para la construcción de un escudo antimisiles en suelo europeo. La Unión Europea, después de una cumbre con Rusia, saludaba la perspectiva de que, finalmente, se incorporarían a la Organización Mundial de Comercio (OMC), lo que ocurrió en agosto del 2012.

Pero quizás aún más importante fue la propuesta de Putin, hecha en declaraciones al diario Süddeutsche Zeitung, de integrar una comunidad económica que se extendiera desde Lisboa a Vladivostock.

“Apoyamos la idea de crear una zona de libre comercio entre Rusia y la UE” respondió la entonces canciller alemana, Angela Merkel. Hace tiempo –agregó– “Rusia ha dejado de ser un enemigo para ser un socio de Alemania y de la UE”.

Las advertencia de Putin

La propuesta no puede ser debidamente valorada sin una mirada al escenario internacional que Putin, tres años antes, había expuesto en la Conferencia de Múnich sobre Políticas de Seguridad. La misma conferencia que se realizará de nuevo este mes de febrero, ahora sin la participación de Rusia.

Terminaría Putin su segundo período como presidente de la República en 2008. Empezó su exposición afirmando que el formato de la conferencia le permitía decir lo que realmente pensaba sobre los problemas de seguridad internacional.

Hacía dos décadas había terminado la Guerra Fría, con el triunfo de Occidente y la disolución de la Unión Soviética. Pero el mundo unipolar surgido entonces no funcionaba.

¿Qué es un mundo unipolar?, se preguntó Putin. “Es un mundo donde hay un señor, un soberano”, se respondió. “Es un mundo pernicioso para todos, no solo inaceptable sino imposible en el mundo de hoy”. “Es algo que no tiene nada en común con la democracia”.

Hay que leer esos discursos, si queremos seguir el rastro de los conflictos de hoy.

“Lo que está ocurriendo en el mundo es el intento de introducir estos conceptos en los asuntos internacionales”, dijo. “Constantemente están tratando de enseñarnos sobre democracia. Pero, por alguna razón, aquellos que nos enseñan no quieren aprender ellos mismos”. Estamos viendo un hiper abuso de la fuerza militar en las relaciones internacionales, que está empujando el mundo al abismo de conflictos permanentes. “Una nación –y naturalmente estamos hablando principalmente de Estados Unidos­– actúa más allá de sus fronteras y trata de imponer a otras naciones sus intereses políticos, económicos, culturales y educacionales”.

¡Nadie se siente seguro, esto es extremadamente peligroso!, advirtió. “Hemos llegado a un momento decisivo en el que debemos pensar seriamente en la arquitectura de la seguridad global”.

Ya entonces se refirió a la expansión de la OTAN hacia el este. Esa expansión no tiene nada que ver con la modernización de la alianza, ni con el establecimiento de mayores normas de seguridad en Europa. Por el contrario, “representa una seria provocación que reduce el nivel de confianza mutua”. Tenemos el derecho a preguntarnos: ¿contra quién va dirigida esa expansión?

Y citó declaraciones del entonces Secretario General de la OTAN, el general Manfred Wörner quien, en Bruselas, el 17 de mayo de 1990, había asegurado que “no ubicar armas de la OTAN fuera del territorio alemán le daba a la Unión Soviética una firme garantía de seguridad”.

¿Dónde están esas garantías?, se preguntó Putin en Múnich.

El año siguiente, en abril del 2008, en su reunión de Bucarest, la OTAN se felicitaba de las aspiraciones de Ucrania y Georgia de incorporarse a la organización. Y le reiteraban a Rusia que su politica de ampliación (de “puertas abiertas”, decían) “lejos de representar una amenaza para nuestra relación, ofrece oportunidades para profundizar los niveles de cooperación y estabilidad”. Una afirmación que, naturalmente, Moscú no compartía.

La intervención de Putin en Múnich fue extensa, imposible de resumir aquí. Quien quiera conocer sus puntos de vista debe acudir al texto, disponible en inglés en la página del Kremlin.

Pero sus preocupaciones ya estaban claramente expresadas, tres años antes de la visita del 2010 a Alemania y de la cumbre con la Unión Europea (a la que ya nos referimos) y 15 años antes de la intervención militar en Ucrania.

Para sectores conservadores (y aquí me limito a hacer referencia a dos artículos publicados en el diario español El País) “Putin se presentó con su habitual cinismo y estilo directo”, como publicó su corresponsal Andrés Ortega desde Múnich, el día siguiente. Desde su punto de vista, “lo que excitó los ánimos en Múnich fueron las críticas tan directas de Putin a Estados Unidos”.

Más recientemente, solo dos meses después de la invasión rusa de Ucrania, una escritora de origen checo, Monika Zgustova, se refería, también en El País, al discurso de Putin en Múnich, 15 años antes, afirmando que pretendía “recuperar el territorio perdido tras el final de la Guerra Fría” y vender a los europeos un “sueño”: “desde Vladivostok hasta Lisboa, Rusia debería compartir con Europa algo más que la seguridad”.

¿Nuevas reglas o un juego sin reglas?

En octubre del 2014 Putin hizo otro largo discurso en el Club de Valdai, en pleno desarrollo de la crisis provocada por las protestas de Maidán en Ucrania, apoyadas por Occidente, con las que se destituyó al presidente Viktor Yanokóvich e instaló un régimen afín en Kiev.

Las protestas, que se habían iniciado en noviembre del 2013, terminaron en febrero del año siguiente. El 18 de marzo Putin declara Crimea parte fundamental de Rusia, luego de un referendo en que una mayoría abrumadora en esa región se manifestó a favor de la medida.

En Valdai, Putin volvió a referirse al estado político del mundo. El tema de la reunión era “Nuevas reglas o un juego sin reglas”.

Victorioso en la Guerra Fría, Estados Unidos, “en vez de establecer un nuevo balance de poder, esencial para mantener el orden y la estabilidad, adoptó medidas que provocaron un desbalance agudo y profundo”, dijo Putin.

Este período de dominación unipolar mostró claramente que tener un solo centro de poder no hace más manejable el proceso global. Por el contrario, este tipo de construcción inestable se mostró incapaz de hacer frente a las “verdaderas amenazas”. Ucrania –agregó– “es un ejemplo de este tipo de conflictos, que afecta el balance internacional de poder, y estoy seguro de que no será el último”.

Les dijimos a Europa y a los Estados Unidos que medidas como la asociación de Ucrania a la Unión Europea representaba una serie de amenazas para nuestra economía, que era el mayor socio comercial del país. Insistimos en que era necesaria una discusión de estos temas. Nadie quiso oírnos, nadie quiso hablar con nosotros. Simplemente nos dijeron: estos no es asunto suyo. Punto, ¡fin de la discusión!

Ya entonces reiteró que los argumentos de que Rusia estaba tratando de crear una nueva clase de imperio, de someter a sus vecinos, no tenían fundamento. “Quiero enfatizar eso”, agregó Putin.

Tucker Carlson, el periodista que lo entrevistó en febrero, en Moscú, reiteró este punto de vista. Hablando en la Cumbre Mundial de Gobierno, en Dubái, el 12 de febrero, afirmó que la postura de Putin se ha endureciendo porque «Rusia fue desairada por Occidente». El líder ruso propuso al presidente estadounidense Bill Clinton que Rusia se adhiriera a la OTAN e intentó hacer un trato sobre misiles. “Fue la Alianza Atlántica la que rechazó a Moscú”, recalcó Carlson.

No hay tampoco “pruebas de que Putin tenga interés en ampliar sus fronteras», dijo. Rusia es el país más grande del mundo, no necesita recursos naturales. «No hay nada en Polonia que él quiera. No ganará nada tomando Polonia, salvo más problemas», agregó Carlson.

Al contrario, Putin ha insistido en su interés en negociar una salida a la crisis en Ucrania, propuesta rechazada tanto por la OTAN como por la propia Ucrania. Los informes militares de fuentes profesionales insisten en que los movimientos de las tropas rusas en Ucrania no son compatibles con el objetivo de conquistar militarmente todo el territorio del país.

Naturalmente, es una visión distinta a la de quienes insisten en que se trata de recrear un imperio y que un triunfo en Ucrania sería solo un primer paso en ese sentido. En su entrevista a Carlson, Putin insistió en que los Estados de la OTAN, al hablar de un posible conflicto nuclear, están «intentando asustar a su población con una amenaza rusa imaginaria».

El error más fatal

Echar una mirada hacia atrás ayuda a entender la crisis en Ucrania. No se trata de la visión rusa, que hemos venido analizando, sino de la de uno de los diplomáticos más destacados de los Estados Unidos, George F. Kennan (1904-2005), notable promotor de una política de contención de la Unión Soviética, en el inicio de la Guerra Fría.

Kennan, que vivió muchos años como diplomático en Moscú y fue embajador en Rusia durante un corto período, en 1952, en el gobierno de Truman, siguió acompañando la política internacional.

El 5 de febrero de 1997, cuando la OTAN negociaba su ampliación con tres países del antiguo Pacto de Varsovia –Chequia, Hungría y Polonia– Kennan publicó, en el New York Times, un artículo con el título de “Un error fatídico”.

“Algo de la mayor importancia está en juego aquí”, dijo. “Y quizás no sea demasiado tarde para exponer un punto de vista que –creo– no es solo mío, sino que es compartido por otros con una amplia y, en muchos casos, más recientes experiencias en los asuntos rusos. El punto de vista, expresado claramente, es que la expansión de la OTAN puede ser el más fatal error de la política norteamericana en toda la época de la post Guerra Fría”.

“Esa decisión puede exacerbar las tendencias nacionalistas, antioccidentales y militaristas en Rusia”, “puede restablecer la atmósfera de la Guerra Fría y empujar la política exterior rusa en una dirección que no nos gustaría nada”. Esto –agregó– “es doblemente desafortunado, considerando lo completamente innecesario de esta medida”.

Sobre la reacción rusa, Kennan advertía que no les quedaba más opción que aceptar la ampliación de la OTAN, pero lo seguirían considerando como una amenaza de Occidente. Podrían entonces “buscar en otra parte garantías para un futuro seguro y esperanzador”.

En abril de 1951, en plena Guerra Fría, Kennan –uno de los artífices del Plan Marshall, con que Estados Unidos consolidó sus posiciones en Europa después de la II Guerra Mundial– publicó en Foreign Affairs otro artículo: “America and the Russian Future”.

Ahí escribe que los países bálticos no deberían nunca más ser forzados a tener ningún tipo de relación con Rusia, si no quisieran, pero estarían mal de la cabeza si rechazaban cualquier cooperación con una Rusia tolerante y no imperialista, interesada en dejar atrás los desgraciados recuerdos del pasado, para establecer las relaciones sobre la base del respeto mutuo.

Luego hablaría de Ucrania. Sus palabras son particularmente agudas, de un conocedor profundo de la idiosincrasia de ese pueblo.

Ucrania merece todo reconocimiento, por el carácter de su pueblo, por las posibilidades de desarrollar sus características culturales y lingüísticas. Pero –agregaba Kennan– “Ucrania es económicamente más parte de Rusia que Pensilvania de los Estados Unidos.

Como antiguo satélite de Rusia, debe recobrar totalmente su independencia, “pero no asegurarán un futuro estable y promisor si cometen el error de actuar con sentimiento de revancha y odio hacia el pueblo ruso, que compartió su tragedia”.

«Estoy exponiendo los hechos”

Como dijo Carlson en Dubái, «no estoy apoyando a Putin, soy estadounidense, no voy a vivir en Rusia, no amo a Vladímir Putin, estoy exponiendo los hechos». Parece una actitud sensata.

Distinta a la del canciller alemán, Olaf Scholz, para quien las explicaciones de Putin sobre las causas de la guerra son “absurdas”; o las del premier británico, Rishi Sunak, para quien son “ridículas” las apreciaciones de Putin sobre el papel de la OTAN y de los Estados Unidos en la provocación del conflicto.

Hay ideas mucho más peligrosas en Europa, como la del general polaco Jaroslaw Kraszewski, para quien el despliegue de armas nucleares en Polonia contribuiría a la seguridad del país. Retirado en 2019, Kraszewski hoy comercia con armas y municiones, entrena policías y militares y sueña con garantizar la seguridad de Polonia con armas nucleares norteamericanas.

Leer a Kennan (como oír a Putin) son tareas indispensables para entender y negociar un orden internacional adecuado al mundo de la post Guerra Fría, que reemplace el instaurado cuando los ganadores parecían convencidos –con mirada corta– de que habíamos llegado al “fin de la historia”.

FIN

Una hora crucial

Freddy Vargas Aguilar
Teléfono 8620 0780

  1. La humanidad se halla demasiado cerca de una guerra nuclear con dos guerras en donde uno de los países tiene poder nuclear y que, si la segunda se extiende, puede posibilitar un tercer conflicto, también con otro país con bombas nucleares.
  2. La hora final de un desastre ambiental se va acercando. Los pasos hacia allí no pueden decirse que sean silenciosos. Lo sabemos, así como que una nueva pandemia, más grave que la del COVID 19, es bastante probable.
  3. Paradójicamente, las mismas fuerzas económicas, tecnológicas, científicas, políticas que apuntan hacia un abismo oscuro son, a su vez, las que pueden emplearse para conseguir construir una humanidad solidaria, con justicia, con verdad.
  4. El amor, el deseo y la disposición para procurar lo mejor para sí mismo procurando, al mismo tiempo, lo mejor para el otro, haciendo uso de un universo que se nos ha dado gratuito, es un factor decisivo.

¿Quién está dispuesto?  ¿Quién se atreve?

Mambrú se va a Palestina

Por Carlos Meneses Reyes

Palestina hoy, significa pueblo en resistencia,
es valentía que se niega a ser dominada por el amo impuesto;
es el corazón de una nación que puja por liberarse de las cadenas del invasor.
(Tomado del poema “Palestina Grita” de Ángel Ricardo Barriga Ibáñez).

Transitamos por un ejercicio de diplomacia y política internacional de nuevo tipo, bajo la conducción del presidente G. Petro. Inocultable su buen desempeño en el desarrollo de la agenda internacional y diplomática, en varios aspectos y en temas álgidos de ambiente especial en tratándose del mundo diplomático. Distintos medios alternativos mundiales califican de valerosa la postura del señor presidente G. Petro, al condenar el genocidio que a diario ejecuta el Estado de Israel, con su ejército y concepción política expansionista, racista, discriminadora, asesina y genocida contra la población palestina. Una cosa es el pueblo judío y otra el gobierno violador, terrorista de Estado, que derogó todo el sistema normativo y consuetudinario internacional de respeto al ser humano. El sistema sionista, que es modelo expansionista imperialista, agrede impunemente a la Humanidad y se colude con la indiferencia, apoyo directo y tácito de las potencias y Estados-parte de la organización de las Naciones Unidas. Indigna el asesinato de niños y de población civil desarmada. Trasciende fronteras el grito, el dolor de inocente niños elevados inertes por los brazos de sus padres, que rasgan el cielo, que atormentan la vista, que erizan la piel, sin escucharse llantos, sino el ruido ensordecedor de las bombas, en el pasaje más oscuro que registra la historia de la Humanidad.

El concepto de guerra está proscrito en la terminología del Derecho Internacional. Hoy se habla de agresión militar de un Estado a otro (Conflicto externo) y de agresión militar de una fuerza beligerante a un Estado-parte (Conflicto interno). El Estado de Israel no ataca al Estado Palestino, puesto que tiene la totalidad de su territorio ocupado militarmente. Israel ataca militarmente a la población civil palestina, sin distinción de edad, con el único objetivo de exterminarlos, de borrarlos de la faz de la tierra, en forma aleve y voraz que supera la crueldad selectiva del régimen nazi contra los judíos.

Desde antes del 07 de octubre del corriente año, el Estado colombiano había definido la creación de una Embajada ante el Estado palestino. El gobierno progresista adelanta las gestiones para la apertura de esa representación internacional y diplomática de Colombia en Palestina. Corresponde al señor presidente de la Republica en ejercicio y como gobierno nacional, evaluar las calidades humanas, profesionales y políticas de la persona en quien recaiga ese nombramiento. En este caso-in si tu- no caben requisitos de carrera, ni de atestados; ni mucho menos de ajustes de conveniencia de “gobernabilidad”. Corresponde explorar en la cantera de activistas de izquierda, de defensores de derechos humanos, de calificado profesional en Derecho, en Ciencias Políticas y Sociales, con experiencia en el trabajo político de masas. Expongo así, que sea experto (a) analista en el sistema de vida de una sociedad conflictiva; que asimile el escenario de las relaciones entre los ciudadanos y el poder público, en un Estado informal, por carecer de un territorio autónomo y demás aspectos relevantes del funcionamiento administrativo. Así lo destaco pues no se trata de instalar un(a) burócrata, ajeno(a) a una población en un medio natural agresivo, de comportamientos y sistema de vida inusuales. El funcionamiento de una Embajada como la de Colombia en Palestina, estará signada de dificultades. Para un blando o mamerto, no untado de calor y sensibilidad humana y solidaria; no arropado con las necesidades de una población con carencia de necesidades, resultaría no solo un embuchado, sino un fracaso de gestión diplomática.

Para que la titularidad de la Embajada de Colombia en Palestina no resulte una decepción e inoperancia resalto la directriz constitucional a observase. Cito el artículo 189-2 de la CP91, extractando el carácter de agente diplomático que califica como quien obra y tiene capacidad de hacerlo. En desarrollo de las relaciones internacionales puede darse tratados provisionales de carácter económico y cultural mediante ejecución provisional del presidente y a posteriori aceptar la decisión del Congreso de aceptarlo, es decir, ratificarlos o no. El presupuesto del principio de reciprocidad, entre ambos Estados, va a ser de difícil aplicación. En principio un embajador (a) debe actuar en beneficio a los connacionales residentes en el país de representación. La promoción de internacionalización de las relaciones económicas y políticas con el Estado Palestino, sobre bases de equidad, reciprocidad y conveniencia nacional, obedece u obedecerá al mandato constitucional que fundamenta las relaciones exteriores del Estado en la soberanía que emana del pueblo colombiano, el respeto a la autodeterminación del pueblo palestino y el reconocimiento y aplicación de los principios del derecho internacional aceptados por Colombia. Como agente diplomático de Colombia en Palestina debe manejar con organismos supranacionales y ser docto conocedor de la normativa internacional y consuetudinaria del Derecho Internacional (DI), el Derecho Internacional Humanitario (DIH), el Derecho Internacional de los Derechos Humanos (DIH) y la llamada jurisdicción internacional. Es en ese campo esencialmente donde primará la asesoría y trabajo de beneficio al Estado Palestino. Por lo mismo, han de ser taxativas las tareas que señale el señor presidente, como jefe de la diplomacia y las relaciones internacionales, acorde con la Cancillería. Ese Agente diplomático, allá destacado, reviste una actuación poco usual, o mejor, inusual e infrecuente. Por eso ha de ser un embajador(a) también de Nuevo Tipo, quien ejerza esa exigente y seguramente controvertida gestión; pero en modo alguna ilegal ni inconstitucional.

La masacre israelí contra la niñez palestina que pare. La tierra de palestina la arrebataron. No se las dio Dios. Yabe, es el dios criminal, conforme he leído. Esa tierra se la dio la banca sionista financiera de Inglaterra. En tanto subsista el sionismo, no sobrevivirá el pueblo palestino y judío en armonía humanitaria y civilizada.

¿Tierra de Israel o de Palestina? ¿Paz o el fin de la humanidad?

Martín Rodríguez E.

Los mapas más antiguos de la humanidad muestran que Palestina ya existía cuando llegaron los judíos.

No fue problema para los palestinos que llegaran los migrantes judíos, les abrieron las puertas de su casa, les dieron refugio, techo y comida.

Fueron llegando en pequeñas oleadas, año tras año, desde 1881 a tierra de Palestina, pero en 1933 llegaron aún más, prueba de ello es este documento emitido por el Estado de Palestina para los refugiados que entraban. Así convivieron muchos años en la tierra santa para muchas religiones.

Conformado el poder político de Israel, el sionismo, empezó el problema para Palestina.

El sionismo es una ideología política que defiende la necesidad de crear un Estado para el pueblo judío, a cualquier costo, aunque sea masacrando a quienes abrieron sus puertas, les recibieron y dieron alimento.

El sionismo es una corriente político-ideológica de poder. NADA tiene que ver con el judaísmo, incluso hoy millones de judíos israelíes están en contra de la acción militar contra Palestina, y son reprimidos, golpeados y encarcelados por manifestarse en contra.

Así que ser anti sionista no es ser antijudío, eso sería simplemente racismo, como son los sionistas contra los palestinos.

El 14 de mayo de 1948, luego de concluida la II Guerra Mundial y el triunfo de los pueblos soviéticos sobre Hitler, los judíos son liberados por estos, de los campos de concentración, y David Ben-Gurión proclamó la «independencia» de Israel, aunque ya existía entonces una población que había vivido en esa tierra, Palestina, durante siglos.

Su objetivo hoy, el de los criminales sionistas, es exterminar por completo a la población que una vez los recibió en su tierra y declararla suya.

No soy un experto, pero me preocupo por leer y analizar, conocer y aprender, para tener criterio propio, y tratar, basado en principios de humanidad, justicia, solidaridad, de identificar donde está la verdad de una determinada situación. Palestina, así como Yemen, como Siria, o como la República Árabe Saharaui Democrática, por poner algunos ejemplos, son invadidos y ven su tierra tomada por externos.

En el 75º Aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos, debemos retomar sus principios, hoy mancillados por Israel, los Estados Unidos de América y Europa. Debemos promover y proteger estos derechos y luchar colectivamente por un futuro basado en la dignidad humana, la libertad y la justicia social.

La humanidad se encuentra cada vez más cerca de su propio exterminio, el afán de poder del imperialismo estadounidense nos pone al filo de una guerra mundial de proporciones inimaginables y el fin de la vida en la tierra.

7 diciembre 2023

En el Mundo habrá paz, o no habrá mundo

Edgar Chacón Morales

Edgar Chacón Morales

Octubre, 2023

Poner énfasis en la paz, implica poner énfasis en lo que está en su contra: en este caso la violencia, la guerra.

Todas las agresiones a la población civil, fundamentalmente contra niñas, niños y personas con alguna discapacidad, vengan de dónde vengan, son condenables y debe lucharse por evitarlas.

Hay muchas “razones” para “justificar” acciones de guerra: económicas, políticas, culturales, religiosas, étnicas.

Los bonos de Estados Unidos, las simpatías internas de Nethanyahu y el Likud, o que Zelensky ya no se justifica. Ninguna es válida. Hasta a la miseria humana pretende acudirse.

En esta línea de pensamiento, hay cuestiones causales, que por sus consecuencias inmediatas; y porque sus justificaciones no se sostienen, no puede dejar de ponérseles la atención debida.

Integrando voces

Compartimos las palabras de la señora Ione Belarra Urteaga, ministra de derechos sociales de España:

“No somos indiferentes al atroz sufrimiento que el pueblo palestino lleva viviendo durante décadas.

Hoy queremos alzar nuestra voz, para denunciar que el Estado de Israel está llevando a cabo un genocidio planificado en la franja de Gaza; dejando sin luz, sin comida y sin agua a cientos de miles de personas y llevando a cabo bombardeos sobre población civil que, son un castigo colectivo; incumplen gravemente el derecho internacional y pueden considerarse crímenes de guerra.

Ante esto, Estados Unidos y la Unión Europea, no es sólo que miren hacia otro lado; es que están jaleando al Estado de Israel en su política de apartheid y de ocupación que, vulnera gravemente los derechos Humanos.

Usar los terribles asesinatos de civiles israelíes, por parte de las facciones armadas palestinas, como excusa para justificar los crímenes de Israel en general y la masacre en gaza en particular, es algo absolutamente inaceptable.

El Estado de Israel, su primer ministro y su partido, han reconocido en numerosas ocasiones que promocionaron a Hamás para debilitar a los sectores laicos de la resistencia palestina.

Usar a Hamás como una excusa para asesinar millares de civiles palestinos, incluidos niños y niñas, es de una hipocresía incalificable, tanto por parte de Israel, como de los países que le justifican.

Solicitamos a nuestro socio, el Partido Socialista que trabajemos juntos, para presentar desde el gobierno de España, una petición ante la fiscalía de la Corte Penal Internacional, para que se investiguen los crímenes de guerra cometidos en Palestina por Netanyahu, así como los perpetrados por Hamás en Israel y los territorios ocupados contra población civil.

La Unión Europea debe dejar de ser cómplice de un criminal de guerra como Netanyahu, actuar con autonomía y cambiar sus discursos y sus acciones. Para ello es urgente reconocer públicamente que lo que estamos viendo en Gaza, son crímenes de guerra y que las vidas de los palestinos y las palestinas importan.

Israel tiene que sentir la presión internacional, para que ponga fin a los bombardeos, mediante todas las medidas que estén a nuestro alcance, como el embargo de armas o las sanciones a los responsables de los ataques.

La Unión Europea debe desplegar todos sus esfuerzos diplomáticos para terminar con la ocupación y el apartheid por parte de Israel sobre Palestina, que es la causa profunda del conflicto que se expresa en el día de hoy.

La Unión Europea puede y debe buscar la complicidad de países que tengan capacidad de interlocución con todos los actores del conflicto, para promover una salida negociada que asegure una paz justa, duradera y estable en la Región. Solo así, vamos a poder proteger todas las vidas a ambos lados”.

El testimonio de un judío:

“Porque somos judíos nos oponemos al sionismo, al Estado de Israel y a la totalidad de la ocupación.

Es directamente contrario a cada concepto, a cada ley de la Torá, del judaísmo. (Canal red)

Formidable la maquinaria de la guerra, “es un monstruo grande y piza fuerte”, máxime cuando los que suenan ya no son “tambores” sino portaviones de guerra; videojuegos de la guerra; productos hollywoodenses de guerra; y peor aún premios Nóbel ¿de la paz? que más bien son premios a los traficantes de la guerra; como el que le dieron a Kissinger en su momento y a Obama en el respectivo.

Construir el camino de la paz es impostergable. La paz sólo llegará cuando la promoción de la paz y sus actos tenga más acogida y asiento que, la propaganda y el abrazo a la guerra.

Causalidad de una guerra

Por José Luis Callaci

Con la intención de justificar lo injustificable se está difundiendo en las redes un escrito en el cual se describe, con extrema minuciosidad, las diversas presencias a lo largo de la historia de Estados e Imperios en Palestina.

Termina esa larga descripción con la falaz aseveración de que nunca existió un Estado Palestino como tal, y por tanto pone en entredicho el justo reclamo de libertad y soberanía de un pueblo con identidad propia, que desde siempre ha ocupado esas tierras.

Pareciera ser una forma más de desacreditar y rebatir lo que se afirma como derechos a luchar contra el despojo y la humillación de un pueblo por parte de quienes, irrespetando todos los acuerdos internacionales de los Dos Estados, actúan como verdaderos invasores al expandir sus dominios por medio de la fuerza, confinando al pueblo palestino en guetos, en campos de concentración en su propia tierra.

Palestina también es de los palestinos y no se justifica bajo ningún concepto que se le continúe arrebatando con violencia sus posesiones, destruyendo las vidas de millones de personas a quienes despectivamente los extremistas sionistas acaban de llamarlos públicamente “animales humanos”.

Que los buenos deseos unidos a meditaciones y profundas reflexiones permitan que la verdad se imponga y triunfe la justicia para con un pueblo que, a pesar de todas las agresiones, aún resiste.

Revertir esta trágica historia dependerá de que se hagan cumplir los acuerdos suscritos sobre los Dos Estados y evitar así que se continúe con la confiscación de tierras, los asentamientos ilegales de colonos, y esa implacable discriminación generalizada que alimenta la violencia y le sigue infligiendo un sufrimiento inmenso a una población palestina, que ha sido despojada de sus derechos fundamentales.

Que haya paz entre palestinos e israelíes, entre israelíes y palestinos.

Los estertores de la Pax Americana: La guerra de dos potencias en Ucrania

Gilberto Lopes

San José, 18 agosto 2023

No se trata de una guerra entre Rusia y Ucrania sino de una guerra en territorio ucraniano entre dos potencia nucleares, que estiman estar defendiendo intereses estratégicos esenciales. Esa es la opinión de un destacado y veterano diplomático brasileño, Jorio Dauster, hoy consultor de empresas.

O, en palabras de Luis Cebrián, exdirector del diario español El País, no se trata de una guerra entre Rusia y Ucrania, sino de una guerra por correspondencia entre la OTAN y Rusia. Una guerra de la que ninguno puede salir como perdedor absoluto “si aspiramos a una paz duradera en Europa”, o a evitar que se desate una tercera guerra mundial.

Para Dauster, lo que estamos viendo “es la trágica evolución de un conflicto de poder que tiene muy poco o nada que ver con el disfrute de la democracia por el pueblo ucraniano”. De lo que se trata es de la imposibilidad de que Rusia aceptara la expansión de la OTAN hasta su bajo vientre. Ningún ruso –nos recuerda– olvida que Napoleón y Hitler llegaron a Moscú cruzando las vastas planicies ucranianas.

Cebrián, en un artículo publicado en El País el pasado 13 de agosto, pide analizar no solo las causas próximas de esa guerra, sino también las lejanas. Cita el auspicio de Washington al golpe de Estado en Ucrania, en 2014; la invasión rusa de Crimea y la elección de Jens Stoltenberg como secretario general de la OTAN, “que ha llevado a cabo una política oportunista de declaraciones de cooperación con Rusia y despliegue de fuerzas en los países de Europa central”.

Consecuencia inmediata de esta guerra, dijo Cebrián, ha sido la absorción de la Unión Europea por una alianza militar.

Lo que está en juego

Lo que observamos en Ucrania –resumió Dauster– “es un intento de Estados Unidos, usando la OTAN como masa de maniobra, de postergar su gradual pérdida de poder hegemónico, amenazado por la impetuosa ascensión de China”.

Estados Unidos estaba decidido a impedir que Alemania y gran parte de Europa se transformase en una “colonia energética” de Rusia. Eso explica la destrucción de los gasoductos Nord Stream 1 y 2, que abastecían Alemania con el barato gas ruso, en atentados cuyos autores han permanecido en una bien iluminada sombra.

La naturaleza y la importancia de lo que estaba en juego para Washington en el conflicto de Ucrania quedó en evidencia desde el primer momento, con la rápida movilización de la OTAN y el monto de recursos asignados para esa guerra, que hoy suman cerca de 100 mil millones de dólares.

A los que se suma la solicitud de Biden al congreso, el pasado 10 de agosto, de gastos de emergencia por 40 mil millones más, de los cuales 24 son para Ucrania, incluyendo 9,5 mil millones para reponer municiones para la artillería ucraniana y otros equipos y 3,6 mil millones para apoyo militar y de inteligencia. Un paquete para atender las necesidades de esa guerra durante el próximo cuatrimestre fiscal de Estados Unidos, que comienza en octubre.

El presupuesto solicitado por Biden incluye también 12 mil millones para reponer las reservas destinadas a la atención de desastres naturales, luego del incendio que destruyó una isla de Hawai.

Pero no es solo Estados Unidos. Alemania anunció, a mediados de agosto, que otorgará una ayuda militar anual de 5,5 mil millones de dólares a Ucrania, en los próximos tres años.

Para dimensionar esos gastos se puede utilizar diversas comparaciones. Quizás sea útil, por ejemplo, hacerlo con la cifra de 33,2 mil millones que maneja en banco de desarrollo de los BRICS (la coalición que agrupa a Brasil, Rusia, India, China y África del Sur, en cuya capital se reunirán en septiembre) para proyectos de infraestructura y desarrollo sostenible. Cuando fue creado, en 2015, el banco estableció un fondo de reserva contingente de 100 mil millones de dólares para enfrentar eventuales problemas de balanza de pagos de los países miembros.

Los estertores de la Pax Americana

Para Dauster, estamos asistiendo, “en tiempo real, los estertores de la Pax Americana”, establecida con el fin del socialismo en el este europeo y de la misma Unión Soviética.

Si Dauster tiene razón (y me parece que la tiene), hay dos escenarios a los cuales dirigir la mirada si queremos entender el estado de una partida –como las de ajedrez– que está en su medio juego.

Uno, más inmediato, es el desarrollo de la guerra, el escenario del conflicto. El otro requiere luces más largas y una mirada hacia diversos horizontes, sobre la que habremos de volver en otro artículo.

Sobre el desarrollo de la guerra, no hay más recurso que acudir a la muy abundante y diversa información pública disponible.

Samuel Charap, cientista político senior de la Rand Co., tituló un polémico artículo, publicado en Foreign Affairs el 5 de junio pasado, “An Unwinnable War”. La idea de una guerra “imposible de ganar” no le gusta a los gobernantes ni a los aliados de Ucrania. La misma Foreign Affairs promovió una discusión en torno a la propuesta de Charap y nos remitió a tres textos, que podían servir como antecedente para el debate.

Uno de ellos, publicado en octubre del año pasado, era el de Andriy Zagorodnyuk, ministro de Defensa de Ucrania entre 2019 y 2020, donde señalaba el camino para la victoria de su país. Para ganar –afirmó– “Ucrania no necesita un milagro; solo necesita que Occidente incremente el suministro de armamento sofisticado”. Para él, Putin, desesperado, tenía claro que estaba perdiendo en el campo de batalla, que no podía imponerse a Ucrania y que no tenía oportunidad contra la OTAN. Y agregaba que solo la derrota de Rusia podía poner fin a las crecientes ambiciones de Putin que, en caso de victoria, se extenderían por Europa, más allá de Ucrania.

Una visión que Steven Myers, un veterano de la Fuerza Aérea norteamericana, miembro del Comité Asesor en Política Económica Internacional del Departamento de Estado durante dos administraciones, no comparte. En declaraciones al periódico USA Today, en julio pasado, Myers afirma que las tácticas militares rusas eran “absolutamente inconsistentes” con la conquista de Ucrania y de otros territorios. En su opinión, ”la agenda era, es y será siempre la de mantener Ucrania fuera de la OTAN a cualquier costo”.

Con luces largas

Quizás valga la pena echar una mirada un poco más atrás. Andrei V. Kozyrev, ministro de Relaciones Exteriores de Rusia entre octubre de 1990 y enero de 1996, durante el gobierno de Boris Yeltsin, hoy residente en Estados Unidos, un fuerte crítico de Putin, predecía un cambio de régimen en Rusia, en artículo publicado en el New York Times el 20 de julio del 2015. Un año antes, después del golpe de Estado en Ucrania, Rusia se había anexado Crimea, luego de un referendo ampliamente mayoritario a favor de la medida.

Kozyrev analizaba la situación y concluía que “un cambio de régimen en Rusia es inevitable, quizás inminente”. El gobierno de Rusia –agregó– “es simplemente incompatible con las reformas necesarias para un desarrollo económico sostenible, que exige liberalización y competitividad”. ¡Eso dicho en julio del 2015!

Ocho años después, en julio del 2023, Foreign Affairs puso en discusión nuevamente si Ucrania debía o no negociar con Rusia. “The debate how to end the war”, era el subtítulo del texto.

Aliba Polyakova, presidente del Center for European Policy Analysis, y Daniel Fried, exembajador de Estados Unidos en Polonia, defendieron la idea de que ”Ucrania debería buscar la victoria, no el compromiso”.

Si el objetivo es evitar que Rusia amenace las democracias alrededor del mundo, diría Dmytro Nattalukha, presidente del Comité de Asuntos Económicos del parlamento ucraniano, lograr un armisticio en Ucrania no sería de mucha ayuda. El objetivo sería lograr una Rusia menos anti Ocidente y, para eso, “Putin no puede seguir en el poder”.

Un cese al fuego en las actuales condiciones significaría “la victoria de Rusia y un triunfo personal para Putin”, diría Mikhail Podoliak, asesor de Zelensky, poco después de la “conferencia de paz” celebrada a principios de agosto en Arabia Saudita.

Solo días después Stian Jenssen, jefe de gabinete del Secretario General de la OTAN, Jens Stoltemberg, dijo en un foro en la ciudad de Arendal, en Noruega, que una posibilidad para poner fin al conflicto sería que Ucrania aceptara ceder territorio a Rusia, a cambio de su ingreso a la OTAN. La propuesta fue rechazada por Ucrania. El mismo Podoliak la calificó de “ridícula”, obligando a Jenssen a dar explicaciones sobre lo dicho.

Podoliak tuvo que salir de nuevo al debate, rechazando una propuesta del expresidente francés Nicolas Sarkozy para realizar referendos “bajo estricto control internacional” en las cuatro regiones reivindicadas por Rusia y en Crimea, como una fórmula para resolver el conflicto.

Podoliakk las calificó de “fantásticas” y “criminales” y reiteró que la única forma de terminar el conflicto es con la derrota de Rusia.

Una visión similar a la de Lawrence Freedman, profesor emérito de Estudios de Guerra, en el King’s College de Londres. Para Freedman Putin está quedando sin opciones en Ucrania, donde en todos los escenarios –el militar, el económico y el diplomático– los resultados son negativos para Moscú.

Una victoria rusa “sería una catástrofe” para la OTAN, dice Freedman, para quien lo mejor sería que fuera expulsada de Ucrania y su ejército degrado en ese proceso.

Pero las todavía muy optimistas evaluaciones sobre las posibilidades de Ucrania publicadas hasta junio, o julio, se han ido enfrentando a una realidad distinta.

Para el presidente de Bielorusia, Alexander Lukashenko, un estrecho aliado de Moscú, los objetivos de la “operación militar especial” rusa ya fueron alcanzados. Cuando esta guerra termine, Ucrania nunca más será tan agresiva contra Rusia como lo fue antes, será diferente, estimó. Y agregó: “Ucrania necesita parar la guerra e comenzar a reconstruir su Estado sobre bases más sanas, antes de que deje de existir completamente”.

Es el mismo tono de Moscú, que propuso a los militares ucranianos, el pasado viernes, 18 de agosto, derrocar el régimen de Kiev o deponer las armas.

¿Un acuerdo negociado?

No hay duda de que Ucrania enfrenta una amenaza existencial, en opinión de John Mearsheimer, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Chicago, y uno de los “más famosos críticos de la política exterior norteamericana desde el fin de la Guerra Fría”, según la revista The Atlantic.

Mearsheimer no cree en un acuerdo negociado. Cada parte ve a la otra como una amenaza existencial, que debe ser derrotada en el campo de batalla. En esas condiciones, hay poco espacio para un acuerdo. “Los rusos van a conquistar más del 23% de territorio ucraniano que ya han conquistado”, lo que dejará a Ucrania como un estado disfuncional, incapaz de librar una gran guerra contra Rusia. “La mejor solución, por ahora, es la de un conflicto congelado”, estimó.

Pero Podoliak se preguntaba: –¿por qué proponer congelar en conflicto, como quiere Rusia, en vez de acelerar el suministro de armas para Ucrania?

A estas alturas, no parece una opción capaz de cambiar el curso de la guerra. En el frente de batalla, a mediados de agosto la evaluación de Moscú era de que los esfuerzos militares de Ucrania por romper sus líneas habían fracasado. Según el ministerio de Defensa ruso, desde junio el ejército ucraniano ha perdido más de 43 mil hombres y cerca de cinco mil piezas de equipos pesados, incluyendo decenas de tanques occidentales, norteamericanos y alemanes.

Empiezan a asomarse entonces, aunque de forma incipiente, reflexiones sobre las formas de la paz, incluyendo las relaciones de Europa con Rusia. Pero, sobre todo, sus efectos en un escenario internacional como el percibido por Dauster, con Estados Unidos tratando de postergar su gradual pérdida de poder hegemónico, con el mundo asistiendo a los estertores de la Pax Americana, establecida con el fin del socialismo en el este europeo y de la misma Unión Soviética.

En un escenario como ese, la construcción de la paz requerirá más sabiduría que la necesaria para decidir ir a la guerra.

FIN

OPPENHEIMER

Daniel Lara

Quien esté libre de pecado alguno que lance la primera piedra.
Siempre será más fácil juzgar que la disposición de comprender.
Yo soy si tu eres.

El 20 de julio se estrenó a nivel mundial la última película de Christopher Nolan. En Costa Rica se exhibe en el Cine Magaly y desde semanas atrás se había creado una gran expectativa sobre este primer acercamiento biográfico, por parte del guionista, productor y director inglés-norteamericano sobre Robert Oppenheimer, físico cocreador de la primera bomba atómica. Trinity, así fue bautizada la criatura atómica, el primer engendro de muerte de dimensiones apocalípticas que abriría la carrera armamentística que ha puesto al mundo entero en vilo desde entonces. Las fechas coinciden en el mes de julio, tanto del estreno de la obra de Nolan como de la primera explosión de prueba, un día 16 de julio de 1945 en Nuevo México, en el suroeste de los EEUU.

Pocos días después, el 6 y 9 de agosto de 1945, se bombardearían, con hermanas de Trinity, las ciudades de Hiroshima y Nagasaki en Japón, en el Imperio del Sol Naciente, causando la muerte de cerca de un cuarto de millón de personas, civiles, niños, ancianos, gente común como usted y yo. Ha sido hasta la fecha la única vez que se ha utilizado el arma atómica. Un acto de terrorismo de estado injustificado desde todo punto de vista, tanto moral como militar. Recién la Alemania nazi había sido vencida y Japón se encontraba en los estertores de su derrota. Harry Truman, a la fecha presidente de los EEUU, fue el responsable superior político que dio luz verde a la detonación genocida. Hasta el presente los anglosajones americanos se han negado a pedir disculpas al pueblo japonés por el error y el horror cometido. Más bien los mismos genocidas de antaño ahora empujan a Japón hacia una confrontación con China, copatrocinada por la OTAN. Algo lejos está el Atlántico Norte de Japón, pero así son los intereses estúpidos de la geopolítica unipolar. Nuevamente y setenta y ocho años después Hiroshima se blande la posibilidad del uso del arma nuclear. Sí, nuclear y de hidrógeno para peores. De suceder ya no habrá ningún Nolan, ningún actor ni nadie en el planeta que pueda reflexionar sobre lo que hicimos. De momento nos ofrecen el edulcorado Barbie como si no pasara nada y todo fuera banalidad rosa.

Como antecedentes a los dos hongos atómicos asesinos sobre Japón, se había producido el bombardeo de la ciudad alemana de Dresde, también injustificado e innecesario desde el estricto juicio militar. Dresde ardió los días 13 y 15 de febrero del mismo año cuando la derrota de Hitler era inminente. Ingleses y norteamericanos descargaron miles de toneladas de bombas sobre una ciudad que no tenía ninguna importancia estratégica matando a más de 40 mil civiles desarmados. Churchill, el viejo gordo, borracho y fumador empedernido, había provocado en 1943 la hambruna en India, a la sazón colonia del Imperio del wiski, borrando de la faz de la tierra a más de dos millones de sus habitantes. Los nazis fueron unos asesinos despiadados, los japoneses también hicieron horrores en China, en Corea y en países cercanos. Los anglosajones de ambos lados del Atlántico los emularon, solamente que la historia la escribieron ellos como ganadores y la manipulación les lavo un poco la cara.

Nolan nos ha traído esta joya fílmica y tiene a su haber una saga de más de quince producciones. Dunkerque, es por su género, la más cercana y las anteriores cintas se enfilan en rasgos que tocan la distopía y las valoraciones de orden moral. Oppenheimer es su primer trabajo que se acerca a lo que se da en llamar un biopic, algo así como una cartografía de un personaje de la historia. Impresiona la habilidad narrativa y el sostenimiento dramático que logra mantener viva la atención a lo largo de los 180 minutos de metraje, acompañada de un elenco de lujo además de la propia excelente actuación de Cillian Murphy. Acompañan al irlandés de 47 años, músico también, actores como Kenneth Branagh, Emily Blunt, Rami Malek, Robert Downey Jr., Matt Demon, Gary Oldman, en fin gente probada y laureada por sus trabajos anteriores. Nolan se ha lucido en el tratamiento de la historia basada en la investigación sobre Oppenheimer, “American Prometheus”, una biografía de Oppenheimer escrita por Kai Bird y Martin J. Sherwin. Christopher Nolan echa mano, como en anteriores trabajos, a una narración no lineal, los flashbacks y el intercalado en blanco y negro suman para darle mayor verosimilitud y cercanía a la historia que nos vende con summa maestría.

Oppenheimer fue un ffísico teórico norteamericano, hijo de migrantes judíos alemanes adinerados, que tuvo en suerte una materia gris privilegiada logrando estudiar en las mejores universidades de su país y de Europa. Se codeó con los mejores físicos de su época, Einstein, Heisenberg, Bohr, Lawrence, Fermi y otros destacados académicos e investigadores. Además de la física teórica mantuvo intereses diversos en literatura, arte, política y se defendía como políglota. Le acompañó un espíritu abierto a los diversos saberes y la mecánica cuántica – estar y no estar en más de un lugar a la vez – parecía que también le animaba en sus disquisiciones morales y juicios éticos. Enamorado de dos mujeres a la vez, algo ególatra pero también empático, determinado y obstinado en su trabajo, pero débil en su propia defensa cuando le acusaron falsamente. Patriota norteamericano convencido, al calor de la Segunda Guerra Mundial, preocupado por el adelanto nazi en la investigación física que posibilitaría a Hitler poseer primero el arma atómica. Pero también algo iluso y cándido como Alfred Nobel con su dinamita. Ambos creyeron que el poder de sus invenciones conllevaría a la contención de la paz y al no uso de tan mortíferas posibilidades de exterminio. Erró Oppenheimer, luego de la fisión atómica nos sobrevino la fusión, algo así como sentar un cilindro de gas en el fogón de la abuela. Para matar la creatividad y la imaginación parecieran infinitas. Hoy día el mundo alberga una cifra de 12,700 ojivas nucleares, sucedáneas de Trinity, suficientes para quemar por completo el mundo entero varias veces. No es tema baladí, importa, y mucho.

Activista pacifista luego del horror de Hiroshima y Nagasaki, fue perseguido, acusado y humillado por personajes siniestros como Edgar Hoover, director del FBI y del Senador MacCarthy, incendiarios anticomunistas de la Guerra Fría que pusieron a muchos como Charles Chaplin contra la espada y la pared o haciendo maletas al exilio vergonzoso.

La historia de Oppenheimer bajo la lupa de Christopher Nolan tiene la virtud de llamarnos a la reflexión, no solo sobre la guerra, las armas atómicas y la destrucción masiva del mono sapiens. Es un campanazo brutal sobre el cómo proceder en la vida, ya sea como físico, como político o como el más simple y común de los habitantes pensantes de esta Tierra adolorida.

¿Quién no ha tomado una decisión en la vida que no haya comprometido la paz, la integridad, la tranquilidad, la salud, la buena estima de otra u otras personas? ¿Quién no se ha equivocado nunca con sus juicios creyéndose impoluto o al menos actuando de buena fe?

Max Weber, un brillante sociólogo y pensador, nos ofreció en su trabajo El científico y el político una aguda reflexión sobre los linderos y coincidencias de las acciones y omisiones del quehacer de las personas que se dedican a la ciencia y a la política. Ambos tienen una cuota de responsabilidad sobre lo que hacen por las consecuencias de sus descubrimientos y acciones que modifican para bien o para mal la vida de sus pares. Hoy el debate se centra sobre los peligros de la inteligencia artificial, de igual manera tenemos la papa caliente de las modificaciones e intromisiones genéticas, la misilística nuclear augura el Armagedón, el desarrollo científico técnico inundó el mundo de basura y ha destruido de manera irreparable la biodiversidad, ha provocado el cambio climático y como nunca antes esta fase histórica, bautizada como el Antropoceno, nos pone al borde de la desaparición como especie, llevándonos entre las patas todas las otras formas de vida. ¿Y el político? El político no se queda atrás. Truman, ejemplo, recreado por Nolan e interpretado por Gary Oldman es uno de los tantos miserables que han segado la vida de millones inocentes. En la Casa Blanca, en la escena en la que recibe en su despacho a Oppenheimer, Harry saca su pañuelo para que se enjugue las lágrimas el llorón del físico, se ufana el Presi de haber tomado la decisión de asesinar a un cuarto de millón de almas. Cuántos políticos no han conducido a sus pueblos y a otros pueblos allende sus fronteras a las hambrunas, a la miseria, a la inequidad y a la muerte en nombre del poder que ostentan. ¿Dónde queda la responsabilidad de sus acciones? ¿Quiénes pagan los platos rotos? ¿Basta el juicio histórico? ¿Hemos aprendido la lección?

Soy la muerte, el destructor de mundos… así se reconoce el propio Robert Oppenheimer y así deberíamos asumir la responsabilidad sobre nuestros actos, a la escala que sea, privada o pública, por cuanto seres sociales, los otros también nos deben importar. Hace pocos días nos dejó un brillante pensador, Franz Hinkelammert, alemán asentado en Costa Rica desde los años setenta, y entre sus advertencias teológicas, filosóficas y éticas nos resumía el asunto en: yo soy si tu eres.

Las reacciones en cadena de los balances entre partículas atómicas tienen su corolario en las relaciones entre las distintas personas que habitamos el planeta tierra, todo se conecta, todo tiene consecuencias y nadie queda indemne.

Robert Oppenheimer y su tortura por lo que hizo tiene dentro del mismo episodio histórico otra alma atormentada. Claude Eatherly, el piloto del bombardero Boing B-29 bautizado como Enola Gay, con su acción Claude abrió el vientre de donde saltó la bomba que cocinó a miles de japoneses. La cadena de relaciones vincula a Oppenheimer con Eatherly.

El piloto y su asalto ético provocó que le confinaran como loco, lo trataron tan mal como hicieran con el físico de la película de Nolan. Bien merece otra película este otro antihéroe que supo recibir la solidaridad epistolar del filósofo Gunther Anders. Precisamente G. Anders es de los primeros en reflexionar sobre el giro histórico que representa para la humanidad el tener la capacidad técnica de terminar con la vida y el planeta Tierra por completo. Luego del 16 de julio de 1945 la política y su extensión la guerra nos conmina a reflexionar y actuar. De ahí las responsabilidades de nuestros actos sobre la vida de los otros.

Oppenheimer, Eatherly, Snowden, y pilotos de los drones actuales pueden sufrir por sus actos mientras otros reciben medallas y suben al altar del patrioterismo.

Einstein, el genio de la relatividad advirtió a Oppenheimer: primero te utilizan y luego te desechan.

Los ciento ochenta minutos valen mucho la pena, tal vez a usted le haga tan bien como a mí. Puede sugerirle a su vecino que no saque la basura el día que no pasa el camión de la municipalidad. Sus actos tienen consecuencias. No se la pierda.