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Etiqueta: Iglesia Católica

El duelo como espejo del honor: resabios coloniales en la Costa Rica decimonónica

Dr. Fernando Villalobos Chacón*

Introducción

El país enfrentó momentos en que el honor valía más que la vida, y la palabra empeñada tenía la dignidad de un juramento. En la Costa Rica republicana del siglo XIX, los duelos de honor formaron parte de una sensibilidad heredada de la Europa ilustrada, pero también de los resabios de barbarie de la sociedad colonial, donde la honra personal se confundía con la virtud moral. En aquellos años, los hombres públicos; políticos, escritores, militares y abogados, defendían su reputación con las armas, bajo la idea de que la verdad moral debía sostenerse no solo con argumentos, sino con valor.

El duelo de Eusebio Figueroa Oreamuno y León Fernández Bonilla

El duelo a muerte entre Eusebio Figueroa Oreamuno y León Fernández Bonilla, ocurrido en 1889, es quizá el más célebre de nuestra historia republicana. Ambos eran miembros prominentes de la élite intelectual costarricense. Figueroa, periodista combativo y de verbo incendiario, había criticado duramente a Fernández, médico, humanista y académico, en una serie de artículos que cruzaron los límites de la polémica ideológica. La disputa, alimentada por la vanidad y la pasión, se convirtió en cuestión de honor. Ninguno quiso ceder.

El encuentro se celebró en las afueras de San José, con pistolas reglamentarias y padrinos de respeto. Tras los disparos, Eusebio Figueroa cayó mortalmente herido, mientras León Fernández, consternado, arrojó su arma al suelo y se retiró de la vida pública durante años. La noticia estremeció al país. El arzobispo Bernardo Augusto Thiel condenó el hecho como “una afrenta a Dios y a la civilización”, mientras la prensa liberal lo presentó como una tragedia inevitable de su tiempo. Como escribí en el artículo: Honor y modernidad en la Costa Rica decimonónica: “el duelo entre Figueroa y Fernández no fue un acto de barbarie individual, sino la expresión ritual de una sociedad que aún no sabía conciliar la razón ilustrada con el orgullo caballeresco” (Villalobos Chacón, 2018, p. 59).

El duelo entre Eusebio Figueroa Oreamuno y León Fernández Bonilla, ocurrido el 4 de mayo de 1889, no solo marcó un hito trágico en la historia de los duelos costarricenses, sino también un punto de inflexión en las relaciones entre el Estado liberal y la Iglesia Católica. Tras el mortal desenlace, el cuerpo de Figueroa, periodista incisivo, polemista brillante y figura cercana al pensamiento anticlerical, fue objeto de controversia. El entonces arzobispo Bernardo Augusto Thiel, fiel a la doctrina que prohibía otorgar sepultura eclesiástica a quienes murieran en duelo, denegó los honores religiosos y la inhumación en campo santo. Para la Iglesia, Figueroa había cometido pecado mortal, tanto por desafiar el precepto “no matarás” como por haber participado voluntariamente en un acto condenado por el derecho canónico desde el Concilio de Trento.

La negativa episcopal escandalizó a los liberales, quienes vieron en esa decisión no un acto de piedad doctrinal, sino una intromisión intolerable en los derechos ciudadanos. En el contexto de una Costa Rica en proceso de secularización, el entierro de Figueroa se convirtió en un símbolo político: la lucha por la autonomía del Estado frente al poder eclesiástico. El presidente Próspero Fernández Oreamuno, suegro del fallecido, intervino de inmediato, profundamente indignado por lo que consideraba una humillación pública a la memoria de su yerno y a su propia autoridad como jefe del gobierno.

La respuesta fue fulminante. En un gesto de afirmación republicana, Fernández ordenó la apertura de los cementerios a la administración civil, decretando que todos los camposantos del país quedarían bajo jurisdicción del Estado y no de la Iglesia. El decreto de secularización, emitido el 19 de mayo de 1889, transformó de raíz la relación entre ambos poderes. Desde entonces, los cementerios costarricenses dejaron de ser lugares de exclusión moral y pasaron a ser espacios de igualdad ciudadana ante la muerte, donde la pertenencia religiosa no podía determinar el derecho a ser sepultado.

Este episodio fue más que una disputa ritual: representó la culminación de la ideología liberal que buscaba emancipar las instituciones públicas de la tutela clerical. Como señala Iván Molina Jiménez, “la secularización de los cementerios fue el gesto más visible del proceso de modernización liberal, pues simbolizaba el control del cuerpo aún en la muerte, por parte del Estado y no de la Iglesia” (Anticlericalismo y construcción del Estado liberal en Costa Rica, 2002, p. 97). En esa confrontación, el duelo dejó de ser solo un asunto de honor personal para convertirse en una batalla por la soberanía moral del país.

El propio Bernardo Augusto Thiel, figura culta y moderada, sufrió las consecuencias del conflicto. En 1889 fue expulsado temporalmente del país por decisión del gobierno, acusado de obstaculizar las reformas seculares. Su exilio simbolizó el choque entre dos concepciones del mundo: la de la fe que todo lo subordina a la ley divina y la del Estado moderno que reivindica la libertad de conciencia. En palabras de Eduardo Oconitrillo García, “la muerte de Figueroa cerró un ciclo: con su entierro civil comenzó la verdadera República laica de Costa Rica” (Historia política de la secularización, 1996, p. 143).

Con el paso del tiempo, la figura de Figueroa fue reinterpretada no solo como víctima del duelo, sino como mártir involuntario de la secularidad republicana. Su tumba, erigida en el nuevo cementerio civil, simbolizó el tránsito de la nación costarricense hacia una modernidad moral en la que el Estado, y no el púlpito, dictaba las normas de convivencia. La sangre del periodista y la indignación del presidente, unidas en la historia, sellaron la separación definitiva entre el “crucifijo y el poder civil”.

La doble tragedia del honor: venganza y redención

El duelo entre León Fernández Bonilla y Eusebio Figueroa Oreamuno, marcó una de las páginas más oscuras de la historia republicana costarricense a finales del siglo XIX. Lo que comenzó como una polémica entre intelectuales, una disputa entre la razón ilustrada y la pasión periodística, concluyó en una tragedia doble, moral y humana. Figueroa cayó mortalmente herido en el campo del honor; pero años después, su hijo, incapaz de soportar la afrenta que la muerte del padre simbolizaba, asesinó a León Fernández, consumando un acto de venganza que sobrecogió a la nación entera.

Aquel crimen, sucedido durante los últimos meses del gobierno del general Próspero Fernández Oreamuno, se convirtió en una parábola nacional sobre el ciclo del odio. La Costa Rica liberal, que se debatía entre el racionalismo emergente y las herencias caballerescas del pasado, vio en este hecho un espejo trágico de sí misma. La sangre derramada ya no respondía al honor, sino al desequilibrio moral que produce el orgullo cuando se disfraza de justicia. Como señala Norbert Elías, “toda sociedad que se emancipa de la violencia ritual lo hace pagando el precio del dolor que la violencia dejó en la memoria” (El proceso de la civilización, 1987, p. 156). El duelo, elevado antaño a símbolo de virilidad y civismo, mostraba así su rostro más bárbaro: la herencia de una cultura que confundía el valor con la venganza.

El asesinato de Fernández a manos del hijo de Eusebio Figueroa, tuvo una resonancia ética que trascendió la anécdota. Los periódicos de la época hablaron de “la maldición del honor”, y los intelectuales liberales comprendieron que la violencia simbólica debía ser sustituida por la palabra pública. El jurista costarricense Manuel María de Peralta escribió en una carta de 1890 que “la justicia del duelo pertenece a los pueblos sin ley, y su resurgimiento es un signo de que la civilización aún no ha completado su obra” (Cartas políticas y diplomáticas, 1892, p. 47). La sociedad aprendía, con espanto, que los ritos del orgullo no generan héroes, sino víctimas.

La muerte de León Fernández, además, tuvo un profundo efecto simbólico sobre el imaginario nacional. Aquel hombre que había fundado el Archivo Nacional, depositario de la memoria de Costa Rica, terminaba siendo él mismo víctima de una memoria distorsionada por el rencor. La ironía histórica no pasó desapercibida: quien había preservado el pasado, perecía por la incapacidad de otro de perdonarlo. Como ha expresado Tzvetan Todorov, “el verdadero uso de la memoria no es repetir el daño, sino aprender a no reproducirlo” (Los abusos de la memoria, 2000, p. 21). En esa enseñanza dolorosa se encierra la lección más profunda del episodio: la civilización comienza cuando el recuerdo del agravio se transforma en conciencia moral.

A partir de entonces, el duelo perdió legitimidad ética y social. El país comprendió que el honor no podía seguir siendo un pretexto para la violencia, y que el perdón, sublimación cristiana de la justicia, debía ocupar el lugar del odio. En el drama Figueroa–Fernández, la historia costarricense halló su más amarga pedagogía: la libertad no se defiende con balas, sino con la serenidad del espíritu y la grandeza del perdón.

León Fernández Bonilla: del duelo a la memoria nacional

Más allá del duelo, León Fernández Bonilla ocupa un lugar eminente en la cultura costarricense. Fue el fundador del Archivo Nacional de Costa Rica, concebido como el santuario de la memoria pública, el “granero del historiador”, según la hermosa metáfora de Lucien Febvre. En una época en que los documentos se dispersaban en archivos eclesiásticos o casas particulares, Fernández comprendió que la nación solo podría reconocerse a sí misma si ordenaba su pasado.

El gesto tiene algo de redentor: quien había conocido el peso trágico del duelo dedicó su vida a preservar la memoria escrita. En palabras propias: “Fernández comprendió que los pueblos sin archivos son pueblos sin destino, pues el olvido es la peor forma de muerte” (Villalobos Chacón, 2022, p. 91). Su obra fundacional estableció la tradición documental de la historiografía costarricense.

Fue además padre del notable historiador Ricardo Fernández Guardia, autor de Crónicas coloniales y El Erial, quien heredó la sensibilidad humanista y el amor por el pasado. En ambos, padre e hijo; se funde la conciencia de que la pluma debía reemplazar a la espada, y que la historia es el lugar donde el honor se purifica en la palabra.

Duelos y pasiones republicanas

El duelo no fue patrimonio exclusivo de los intelectuales. También los caudillos y hombres públicos del siglo XIX participaron en estos lances, donde el coraje personal servía como medida del liderazgo.

El propio Juan Rafael Mora Porras, héroe de la Campaña Nacional de 1856, protagonizó un duelo simbólico con un ciudadano de apellido Molina, tras un agrio intercambio de palabras. Ambos se presentaron al campo de honor, pero Mora disparó al aire y ofreció disculpas solemnes. Según relatan los cronistas, declaró: “No se mata a un compatriota por una palabra”. Aquel gesto de moderación lo engrandeció más que cualquier victoria. Como escribí en Ensayos sobre la República Liberal, “Mora comprendió que el valor más alto no era la puntería, sino el dominio de sí mismo, y que el honor podía defenderse también con prudencia” (Villalobos Chacón, 2021, p. 112).

Otro episodio recordado es el duelo frustrado entre Tomás Guardia Gutiérrez y el expresidente Jesús Jiménez Zamora, en 1872. Ambos, símbolos de visiones opuestas del poder, el militar autoritario y el civil ilustrado, estuvieron a punto de enfrentarse por agravios personales. La mediación de amigos comunes y del obispo Llorente evitó el derramamiento de sangre. Sin embargo, la anécdota reveló que, bajo la república liberal, el honor individual aún competía con la ley escrita.

La condena de la Iglesia y la prohibición legal

La Iglesia Católica condenó con firmeza los duelos desde mediados del siglo XIX. El arzobispo Thiel y sus predecesores advirtieron que quienes participaran en ellos incurrían en pecado mortal y serían excomulgados. La moral cristiana consideraba el duelo una herencia pagana, incompatible con la doctrina de la reconciliación. El papel de la iglesia en la erradicación moral del duelo como práctica para dirimir disputas, fue decisivo. Desde los primeros años de la república, los prelados observaron con inquietud la persistencia de este ritual violento entre los sectores ilustrados.

En una sociedad mayoritariamente católica, el duelo constituía no solo una ofensa al mandamiento “no matarás”, sino también una negación del principio cristiano del perdón. Los obispos costarricenses, especialmente Anselmo Llorente y La Fuente y Bernardo Augusto Thiel, denunciaron el fenómeno en sus pastorales, recordando que “ningún agravio justifica la muerte voluntaria de un hermano”.

La condena eclesiástica fue constante y severa. En 1884, el Boletín Eclesiástico de Costa Rica calificaba los duelos como “resabios de barbarie incompatible con la moral evangélica”, reflejo de una época en que la razón civil todavía no había reemplazado la emoción caballeresca. La excomunión era automática para quienes participaran como duelistas o padrinos, y los funerales cristianos podían ser negados a los caídos en tales enfrentamientos. De esa manera, la Iglesia actuó no solo desde la fe, sino también como poder pedagógico, intentando formar una ciudadanía capaz de resolver sus conflictos mediante la palabra y el juicio moral, y no por el acero o la pólvora. Como señala el historiador Jean Delumeau, “toda civilización cristiana se mide por su capacidad para transformar la violencia en penitencia y el orgullo en humildad” (El miedo en Occidente, 1989, p. 211).

La doctrina católica veía en el duelo un síntoma del orgullo desmedido y de la confusión entre honor y soberbia, virtudes terrenales que debían sublimarse en la humildad cristiana. Su lucha no fue sencilla: muchos de los protagonistas de estos encuentros eran hombres influyentes, miembros del gobierno, de la prensa o del foro judicial, lo que convirtió la batalla espiritual en un pulso contra las costumbres sociales más arraigadas. Como advierte José Manuel Núñez Espinoza, “la Iglesia costarricense del siglo XIX fue el principal agente de moralización pública, capaz de convertir el perdón en un acto de ciudadanía” (La Iglesia y la formación moral del Estado costarricense, 2010, p. 84). Con el paso del tiempo, la prédica pastoral, unida al avance del Estado de derecho y la educación laica, logró desacralizar la violencia como medio de reparación del honor. La palabra sustituyó al disparo, y la conciencia reemplazó a la espada.

El Estado costarricense, sin embargo, tardó en asumir una postura definitiva. Durante décadas, las autoridades civiles contemplaron los duelos como “asuntos privados entre caballeros”. No fue sino hasta 1906, bajo la presidencia de Cleto González Víquez, que el Código Penal incorporó disposiciones explícitas que prohibían y sancionaban el duelo, equiparándolo al homicidio o a las lesiones graves según el caso. Como he señalado en La cultura política costarricense y sus metamorfosis, “la penalización del duelo simbolizó el triunfo de la razón jurídica sobre la pasión aristocrática, y marcó la consolidación del Estado como único depositario legítimo de la violencia” (Villalobos Chacón, 2022, p. 88).

El duelo en América Latina: del rito de honor a la norma republicana

La práctica del duelo tuvo un recorrido paralelo en toda Hispanoamérica. En palabras de la historiadora Franziska E. Schmid, “durante las décadas finales del siglo XIX los duelos en Hispanoamérica formaban un sistema paralelo de justicia de caballeros, que nunca llegó a integrarse al derecho penal, pero sí operó como mecanismo de control social entre élites” (Law, Honor and Impunity in Spanish America: The Debate over Dueling, 1870-1920, 2015, p. 12). Fue un ritual de clase, pero también un mecanismo de legitimación social entre quienes creían que la ley era aún demasiado débil para proteger la honra.

En el ámbito latinoamericano, Argentina y Uruguay fueron los países donde la práctica alcanzó mayor intensidad. El historiador David S. Parker sostiene que “el duelo, y los códigos de honor que lo regían, funcionaron durante décadas como un sistema sombra de la ley, regulando en la práctica lo que la ley formal no quería o no podía decir” (The Pen, the Sword and the Law: Dueling and Democracy in Uruguay, 2022, p. 4). En esas repúblicas rioplatenses, el duelo fue parte del discurso liberal y del periodismo militante, donde la palabra escrita y la bala se confundían en un mismo concepto de virilidad cívica.

El país latinoamericano que más tardó en prohibirlo legalmente fue Uruguay, donde, paradójicamente, llegó a ser legalizado parcialmente en 1920 y mantuvo vigencia jurídica hasta su derogación en 1992. En palabras de Armando Braun Menéndez, “la persistencia del duelo en el Río de la Plata revela que la transición hacia un gobierno de normas fue más lenta de lo que se suele imaginar: incluso cuando el homicidio ya era delito, la ofensa al honor continuaba dirimiéndose al aire libre” (Mapocho, 1980, p. 31). Ello convierte a Uruguay en el último reducto del duelo codificado, un anacronismo elegante que sobrevivió hasta el umbral de la posmodernidad.

Conclusiones: el fin del duelo y el afianzamiento de una cultura de respeto a las leyes

Con el siglo XX, los duelos se extinguieron lentamente. El honor, antes ligado al coraje físico, comenzó a redefinirse como virtud cívica, vinculada a la verdad, la ética pública y el servicio al bien común. Las armas cedieron su lugar a la palabra, y la valentía se transformó en integridad moral. Como afirmé en El espíritu cívico y la metamorfosis del honor, “la Costa Rica republicana cambió el duelo por el debate, y en esa transición moral se jugó su madurez democrática” (Villalobos Chacón, 2020, p. 137).

No obstante, la memoria de aquellos lances nos recuerda que toda civilización nace también del conflicto entre la pasión y la ley, entre la emoción y la razón. La desaparición del duelo no fue una derrota del honor, sino su elevación a un plano moral superior. Hoy, el verdadero coraje no consiste en disparar por orgullo, sino en defender la verdad sin violencia, el respeto sin humillación y la justicia sin rencor.

En última instancia, como he sostenido en Ensayos sobre la virtud republicana, “una nación que pierde el sentido del honor, aunque sea pacífica, corre el riesgo de ser una nación sin alma” (Villalobos Chacón, 2019, p. 76). Costa Rica no perdió el honor: lo civilizó. En esa civilización moral, hecha de leyes, de educación y de respeto, reside la más alta victoria del espíritu.

Referencias

  • Braun Menéndez, A. (1980). Un duelo histórico: Mackenna–Carrera. Mapocho, 31.

  • Delumeau, J. (1989). El miedo en Occidente (siglos XIV–XVIII): Una ciudad sitiada. Madrid: Taurus.

  • Elias, N. (1987). El proceso de la civilización. Madrid: Fondo de Cultura Económica.

  • Molina Jiménez, I. (2002). Anticlericalismo y construcción del Estado liberal en Costa Rica (1870–1900). San José: Editorial de la Universidad de Costa Rica.

  • Núñez Espinoza, J. M. (2010). La Iglesia y la formación moral del Estado costarricense (1821–1914). San José: Editorial de la Universidad de Costa Rica.

  • Oconitrillo García, E. (1996). Historia política de la secularización. San José: EUNED.

  • Parker, D. S. (2022). The Pen, the Sword and the Law: Dueling and Democracy in Uruguay. Montevideo: Ediciones Universitarias.

  • Peralta, M. M. de. (1892). Cartas políticas y diplomáticas. París: Tipografía A. Lahure.

  • Schmid, F. E. (2015). Law, Honor and Impunity in Spanish America: The Debate over Dueling, 1870-1920. Cambridge University Press.

  • Todorov, T. (2000). Los abusos de la memoria. Barcelona: Paidós.

  • Villalobos Chacón, F. (2018). Honor y modernidad en la Costa Rica decimonónica. San José: Ediciones Humanidades.

  • Villalobos Chacón, F. (2019). Ensayos sobre la virtud republicana. Puntarenas: Editorial Pacífico.

  • Villalobos Chacón, F. (2020). El espíritu cívico y la metamorfosis del honor. San José: Editorial UTN.

  • Villalobos Chacón, F. (2021). Ensayos sobre la República Liberal. San José: EUNED.

  • Villalobos Chacón, F. (2022). La cultura política costarricense y sus metamorfosis. San José: Universidad Técnica Nacional.

*Historiador y Analista Político

Orientaciones pastorales de la Iglesia Católica frente a la minería: un compromiso por la Casa Común

La Red Iglesias y Minería, con el apoyo del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (CELAM), ha coordinado la elaboración de un documento que ofrece propuestas y orientaciones pastorales frente a los impactos de la minería en América Latina. El texto es fruto de un proceso de reflexión, discernimiento, oración y compromiso de comunidades eclesiales que dialogan de forma permanente con otras Iglesias y movimientos sociales de la región.

El documento se inspira en un reciente encuentro de obispos latinoamericanos que viven en territorios amenazados o afectados por la minería, y subraya la misión ética y profética de la Iglesia en un contexto de creciente colapso ambiental y climático. Retoma, además, el espíritu de la encíclica Laudato Si’, a diez años de su publicación, y lo vincula al Año Jubilar 2025, cuyo lema es “Peregrinos de Esperanza”.

Contenido del documento

La publicación se estructura en seis apartados principales:

  1. El clamor de personas empobrecidas y de la Madre Tierra, como punto de partida para entender la crisis socioambiental.

  2. El extractivismo, analizado en su dimensión destructiva sobre comunidades y ecosistemas.

  3. La opción de la Iglesia por las comunidades y sus territorios, reafirmando la defensa de la vida y los derechos colectivos.

  4. Fortalecimiento de las Iglesias locales para la conversión ecológica, impulsando una pastoral que integre la ecología integral.

  5. La relación de la Iglesia con Estados y empresas, señalando los desafíos éticos y políticos que implica.

  6. Conclusión, con llamados a una acción pastoral comprometida y transformadora.

En el año de especial relevancia —marcado tanto por el Jubileo como por la COP30 sobre el Clima en la Amazonía—, el documento propone a la Iglesia y a la sociedad abrir espacios de discernimiento, acción y acompañamiento a los pueblos que defienden sus territorios y, con ellos, la vida de toda la humanidad.

Puede descargar el documento completo aquí:

Orientaciones pastorales de las Iglesias católicas frente a la minería (PDF)

Compartido con SURCOS por Carlos Tamez.

«El monaguillo, el cura y el jardinero»: breves apuntes desde la perspectiva internacional

Nicolas Boeglin, Profesor de Derecho internacional público, Facultad de Derecho, Universidad de Costa Rica (UCR). Contacto: nboeglin(a)gmail.com

El pasado 21 de julio, el programa mañanero de Desayunos de Radio Universidad de la UCR dedicó la emisión al recién estrenado documental costarricense titulado «El monaguillo, el cura y el jardinero» (véase enlace): en este caso, se pudo contar con la presencia de su director y de uno de los protagonistas de este documental así como de una reconocida activista desde México. Esta nota de ElPais (España) del 3 de julio del 2025 fue publicada días después de su primera proyección en un sala de cine en Costa Rica, el 25 de junio del 2025, en el marco de un festival internacional de cine realizado en la capital costarricense (véase nota del Semanario Universidad). 

Se trata de un esfuerzo muy valioso y valiente, desde la técnica del documental, en aras de visibilizar la denuncia hecha por dos jóvenes costarricenses, Anthony Venegas y Josué Alvarado, con relación a los abusos sexuales que sufrieron de niños por parte de un sacerdote en la parroquia católica de la localidad de Patarrá. 

En esta nota del medio digital Delfino.cr se pueden conocer los horarios de proyección previstos durante esta cuarta y última semana del mes de julio del 2025.

El tema de los abusos sexuales dentro la Iglesia Católica ha cobrado una particular relevancia ante la reiteración de revelaciones y de escándalos, siendo por ejemplo el motivo por el que un ícono en España (véase nota del ElPais de España del 2021) y otro ícono en Francia (véase nota de Le Figaro del 2025) dejaran de serlo.

En febrero del 2023, se anunció que la Iglesia Católica costarricense había alcanzado un «acuerdo» con algunas víctimas de abusos sexuales, sin que precisara nombre de las víctimas ni el contenido exacto del acuerdo, en razón de una «clausula de confidencialidad»  (véase cable de la agencia de noticias AP del 6/02/2023). 

El año siguiente (noviembre), al oponerse totalmente la Iglesia Católica a levantar el secreto de testimonios derivados de la confesión en un proyecto de ley, se leyó por parte de una diputada (véase artículo del Semanario Universidad del 1.11.2024) que:

«Este proyecto de ley no busca perseguir a la Iglesia Católica ni a los religiosos. Con el mayor de los respetos, y siendo creyente, no puede el sigilo sacramental estar por encima de los derechos de nuestros menores y de nuestras personas discapacitadas; es más, no puede estar por encima del derecho de nadie.»

Este proyecto de ley se tramita bajo el Expediente Legislativo 21.415 (véase texto) y el informe de Servicios Técnicos sobre esta iniciativa de ley (véase documento)  reviste cierto interés.

En las líneas que siguen, nos abocaremos, a partir de los que expone en este documental, a referir a algunas experiencias observadas en el exterior sobre este mismo tipo de denuncias en el seno de la Iglesia Católica, así como a las obligaciones internacionales que el Estado del Vaticano ha asumido con respecto a los derechos de la niñez. Este último aspecto, asociado con algunas regulaciones futuras, podría permitir a Costa Rica dotarse de figuras, mecanismos, y medidas de carácter preventivo observados en varias otras latitudes: siempre y cuando, claro está, se tenga voluntad en el seno de su clase política para lograrlo.

Una Iglesia Católica ante sus obligaciones éticas y …

Si bien la Iglesia Católica se ha mostrado históricamente resistente a escuchar a las víctimas de abusos sexuales contra menores de edad, y a abrir sus archivos sobre las denuncias no atendidas así como como sobre los casos de sacerdotes «rotados» hacia otras parroquias (a raíz de denuncias en sus comunidades de feligreses por abusar sexualmente a menores), desde la asunción del Papa Francisco, las máximas autoridades en Roma han instruido a sus obispos en todo el mundo a cambiar de actitud: véase por ejemplo este mensaje muy reciente (marzo del 2025) de su Santidad el Papa Francisco, disponible en castellano, así como varias regulaciones relacionadas a la tramitación de denuncias por abusos sexuales contenidas en este enlace oficial del mismo Vaticano, todas bastante recientes.

Como observado en otros ámbitos como las reiteradas denuncias de las exacciones de Israel contra la población  civil palestina en Gaza, la protección internacional del ambiente, la minería y las actividades extractivas contaminantes y los derechos de las comunidades aledañas (véase carta encíclica del 2015), o bien ratificación del Acuerdo de Escazú en América Latina (Nota 1), las posiciones de la máxima autoridad de la Iglesia Católica en Roma no son siempre seguidas de efecto, y mucho menos de pronunciamientos por parte de los obispos costarricenses.

 … sus obligaciones jurídicas internacionales

En el caso específico de las denuncias por abuso sexual contra menores de edad, desde el punto de vista internacional, no está de más recordar que, en derecho internacional público, la Santa Sede es considerada como un Estado: y que encontramos precisamente a la Santa Sede, al igual que Bélgica, Costa Rica, España, Francia, Italia, Irlanda o Suiza como Estado Parte a la Convención sobre los Derechos del Niño de 1990 (véase estado actual oficial de firmas y ratificaciones). 

En las observaciones al informe oficial remitido por el Estado del Vaticano al Comité de Derechos del Niño de Naciones Unidas (véase documento CRC/VA/CO/2, documento de febrero del 2014), se lee que:

«8. El Comité tiene presente la doble naturaleza de la ratificación por la Santa Sede de la Convención sobre los Derechos del Niño como Gobierno del Estado de la Ciudad del Vaticano y también como sujeto soberano de derecho internacional, poseedor de una personalidad jurídica original, autónoma e independiente de cualquier autoridad o jurisdicción. Aunque el Comité tiene plena conciencia de que los obispos y los principales directivos de los institutos religiosos no actúan como representantes o delegados del Romano Pontífice, observa que los subordinados en las órdenes religiosas católicas deben obediencia al Papa, de conformidad con los cánones 331 y 590 del Código de Derecho Canónico. Por consiguiente, el Comité recuerda a la Santa Sede que, al ratificar la Convención, asumió el compromiso de aplicarla no solo dentro del territorio del Estado de la Ciudad del Vaticano, sino también en su calidad de poder supremo de la Iglesia Católica en todo el mundo, por los particulares y las instituciones sujetos a su autoridad».

La Convención sobre Derechos de los Niños contempla mecanismos para que las víctimas puedan llevar las violaciones a las disposiciones de esta convención multilateral al conocimiento del órgano de tratado, a saber, el Comité de los Derechos del Niño (Nota 2). 

Ahora bien, si  se considera que:

– desde el 2012, a nivel europeo, existe un tratado regional que contiene regulaciones que deben de adoptar los Estados contra el abuso sexual de menores (véase texto), una convención en la que no encontramos a la Santa Sede como Estado Parte (véase enlace), y; 

– si desde 1990 (fecha en que la Santa Sede aprobó la Convención de los Derechos del Niño como Estado), la Iglesia Católica sigue acumulando denuncias, revelaciones y escándalos a repetición en diversas partes del mundo por abuso sexual de menores que involucran a sus máximas autoridades, 

es también hora de pensar en recurrir ante los mecanismos internacionales de denuncia existentes a disposición de las víctimas de estos abusos contra el Estado del Vaticano como tal. 

Los católicos de muchas partes del mundo no deberían conformarse con una Iglesia Católica sacudida una y otra vez con escándalos a repetición, y con señalamientos sobre su encubrimiento: una entidad religiosa que sigue, hasta la fecha, sin encontrar la manera de sancionar a sacerdotes pederastas en su seno.

En este sentido, el Comité de Derechos del Niño de Naciones Unidas ya le había hecho una excitativa a Italia en el 2019 para que se creara un mecanismo que investigara lo que ocurre en materia de abuso sexual a menores en el seno de la Iglesia Católica (véase y nota de la prensa italiana del 2019). Es de notar que el informe remitido por Italia en el 2022 fue considerado … como una verdadera «burla» por las asociaciones de víctimas y sus familiares (véase nota de The Guardian del 2022). 

Algunos esfuerzos más recientes

Este informe anterior del 2020 sobre abusos sexuales en Irlanda (véase versión en español) indicaba pistas a ser seguidas, que no lo fueron, o de manera muy aproximativa, en el caso de Italia.  

En Bélgica, en parte a raíz de la aprobación del convenio regional del 2012 antes mencionado en el marco europeo, se creó un «Centre d’arbitrage en matière d’abus sexuels«, órgano a cargo de conocer y de examinar hechos prescritos por la legislación penal de abusos sexuales contra menores de edad por parte de sacerdotes, con 168 víctimas identificadas y objeto de una indemnización cada una (véase nota encontrada en el sitio Cath.ch en Suiza del 2013): muy pocamente conocido y difundido, por razones que sería de sumo interés conocer, el mecanismo creado por Bélgica a raíz de recomendaciones hechas por una comisión de investigación del Parlamento belga y de la Iglesia Católica belga, merecería ser analizado y replicado (Nota 3). Una acción presentada ante la Corte Europea de Derechos Humanos contra Bélgica por varias víctimas belgas (véase enlace)  fue finalmente desechada por la Corte Europea de Derechos Humanos (véase sentencia) en el 2021, con un voto disidente de uno de sus integrantes cuya lectura se recomienda). En el 2023 se informó que la Fundación Dignity entregó a varias víctimas en Bélgica una suma superior a los 6 millones de Euros (véase nota de RTBF /Actus). 

La combinación belga comisión de arbitraje – fondo de reparación  a partir de un mecanismo instituido por una comisión mixta parlamentarios/Iglesia Católica ha inspirado en Suiza la creación del CECAR en el 2016 (véase enlace oficial), aún menos conocido: su último informe de actividades (2024) da cuenta de las reparaciones acordadas a las víctimas en Suiza a partir de reglas muy claras concertadas en el marco de su comisión de indemnización (véase enlace). El informe del CECAR titulado»Rapport concernant le projet pilote sur l’histoire des abus sexuels dans le contexte de l’Église catholique romaine en Suisse depuis le milieu du 20ème siècle» (2023) constituye un valioso esfuerzo.  

Después de la cuestionable manera de investigar este tipo de denuncias en Italia en el 2022, se han observado investigaciones mucho más integrales por parte de la misma Iglesia Católica, que ameritarían ser replicadas y mejoradas en diversas partes de mundo, Costa Rica incluida: 

    – es así como en Francia, luego de 2 años y medio de investigaciones internas    dentro y fuera de la Iglesia Católica gala, se dio a conocer el informe final de la Comisión CIASE en octubre del 2021 (véase enlace) (Nota 4). Una pregunta sobre los hallazgos en Francia de un senador fue la ocasión para el ministerio del interior en Francia de detallar una serie de iniciativas tendientes a ayudar a las víctimas de abusos sexuales en Francia a partir de las recomendaciones de la Comisión CIASE: véase enlace a pregunta (julio 2022) y respuesta (agosto del 2023).

    – en España, fue en el 2023 que se dio a conocer el «Informe sobre los abusos sexuales en el ámbito de la Iglesia Católica y el papel de los poderes públicos» realizado por el Defensor del Pueblo en España (véase enlace). Un grupo de víctimas llevaron inicialmente sus pretensiones contra España unos años antes, ante la Corte Europea de Derechos Humanos, las cuales fueron rechazadas (véase sentencia, de junio del 2014, con una opinión disidente suscrita esta vez por ocho integrantes de la Corte, cuya lectura se recomienda).

Los ejemplos antes mencionados no cubren la gran cantidad de iniciativas existentes en diversas partes del mundo para enfrentar el problema de los abusos sexuales a menores en el seno de la Iglesia Católica. Sí se puede observar que comisiones de investigación inter-disciplinarias que reúnan a expertos de diversas ramas, a familiares de víctimas así como a integrantes de la Iglesia Católica en servicio o retirados (con una palabra más libre que los que siguen sometidos a las autoridades eclesiales), permiten un primer diagnóstico en aras de tener una idea, en cada país, de los alcances de esta práctica y de proponer reformas legales que agilicen la tramitación mucho más expedita de este tipo de denuncias en vista de sancionar penalmente a los sacerdotes involucrados e indemnizar a las víctimas.  

No obstante esta apertura muy reciente observada en Roma, las pocas víctimas que han optado por alzar la voz  en muchas partes del mundo siguen esperando que los responsables sacerdotales de estos abusos sean sancionados por la justicia nacional: en octubre del 2024 una comisión pontifical en Roma del Vaticano reconoció que aún falta mucho por recorrer en diversas  partes del mundo (véase reportage de «The Guardian«). 

En este otro reportaje sobre la situación de varias niñas colombianas de la BBC difundido en marzo del 2025 (cuya lectura completa se recomienda: véase enlace) se lee que:

«En los más de 20 años que han pasado desde los hechos que denuncian Natalia, Liliana, Paula, Gisele, Luisa, Carla y Orlando, numerosos casos de pederastia en la Iglesia católica han salido a la luz en todo el mundo, golpeando duramente su credibilidad.

No solo ha sido señalada de permitir que sacerdotes acusados sigan ejerciendo, sino de encubrirlos y de no colaborar a tiempo con la justicia civil para que sean investigados como cualquier otro ciudadano».

No está de más citar lo que se lee en esta extensa investigación  del equipo periodístico de Connectas, publicada en Perú, sobre las presiones dentro de la Iglesia Católica recibidas por cuatro sacerdotes peruanos por denunciar casos en su seno, y titulada «Pederastia en Perú: batalla al interior de la Iglesia«:

«También había cartas firmadas por el mismo Desposorio y otros religiosos, dirigidas a líderes de la Iglesia católica. Denunciaban encubrimiento de obispos y vicarios, además de castigos que los dirigentes católicos habían llevado a cabo contra religiosos que, de acuerdo con él, han visibilizado a presuntos abusadores sexuales«.

Un documental que delata un «sistema» para proteger a algunos en Costa Rica

En el caso de Costa Rica, el documental «El monaguillo, el cura y el jardinero» pone en evidencia que quien atendió las denuncias del joven Anthony en su calidad de Vicario (sin que ello fuera seguido de efecto), es hoy quien… encabeza la Iglesia Católica costarricense. 

Y que el sacerdote que oficiaba en la parroquia de Patarrá autor de los hechos (2003), luego de presentadas las denuncias, fue promovido dentro de la misma Iglesia Católica durante varios años en Costa Rica, como vocero oficial, antes de ser trasladado discretamente hacia México por su misma jerarquía. 

Se lee en este artículo del Semanario Universidad de octubre del 2019 que:

«Las actuaciones del arzobispo Quirós son sujeto de estudio en el Vaticano, donde se recibió una denuncia en su contra por supuesto encubrimiento de delitos sexuales del sacerdote Mauricio Víquez. Quirós conocía de las denuncias contra Víquez desde 2003 y lo removió de parroquia. En 2018 lo premió nombrándolo Director del Instituto Arquidiocesano de Investigación Histórica y Patrimonial.

Las supuestas víctimas de Víquez también lo denunciaron civilmente por los mismos hechos. Aseguran que en 2018 cuando presentaron las denuncias canónicas formales, Quirós les dijo que el asunto «se le pasó».»

En esta nota de prensa anterior (febrero del 2019) sobre las «gestiones» de la Fiscalía de Costa Rica para dar con el paradero del mismo sacerdote de la parroquia de Patarrá, se lee que la Curia Metropolitana «desconoce» donde se encuentra el sacerdote.

Finalmente, no fue gracias a las «gestiones» de la Fiscalía, sino gracias a una campaña llevada por el mismo Anthony en México ante los medios de prensa mexicanos, fotos en mano, con entrevistas en los principales medios televisivos, que fue identificado, capturado en Monterrey (México) y entregado a las autoridades judiciales costarricenses el fugitivo, de conformidad con una orden de captura emitida por la agencia internacional policial INTERPOL, en agosto del 2019 (véase artículo de la BBC del 20/08/2019). 

A la fecha se desconoce  a qué pudieron obedecer «gestiones» tan poco eficientes de la Fiscalía costarricense para llevar a las mismas víctimas a emprender ellas mismas un viaje a México … y lograr finalmente la captura del sacerdote fugitivo pocos días antes de que el caso prescribiera.

Nótese que en el 2019, a raíz de las denuncias sobre lo ocurrido en la parroquia de Pararrá con menores de edad, se logró adoptar el proyecto de ley 21.261 de manera a ampliar el plazo de prescripción de 10 a 25 años para denuncias por abusos sexuales contra menores en la legislación penal de Costa Rica (véase texto del Expediente Legislativo 21.261 y esta nota del medio digital Delfino.cr del 17.06.2019).

Dos valientes luces en, en medio de la oscuridad, ahora  propulsadas al mundo, exhibiendo  … a Costa Rica

Al enorme valor que hay que saludar, demostrado por Anthony así como por Josué, así como por sus familiares y allegados, para denunciar y apoyar sus respectivas denuncias contra un sacerdote perteneciente a una entidad tan influyente como la Iglesia Católica en Costa Rica, hay que saludar el esfuerzo del director de este documental y la calidad de la película, ganadora reciente de un Festival internacional de Cine realizado en Costa Rica en la categoría documental (véase nota del 2 de julio del Semanario Universidad). 

Queda muy claro luego de haber visto este documental, que el caso de estos dos jóvenes es a penas la punta de un iceberg y que son en realidad muchas más las víctimas en Costa Rica de abusos de este tipo en sus parroquias. 

No se ha escuchado, al menos a la fecha de redactar estas líneas, de ninguna iniciativa tendiente realizar a una investigación exhaustiva, que pueda cuantificar la cantidad de víctimas potenciales de abusos sexuales por parte de sacerdotes católicos en Costa Rica. 

En junio del 2020 se anunció por parte de la Iglesia Católica la puesta en línea de guías para denuncias por abusos sexuales contra menores y la conformación de una Comisión de la misma Iglesia denominada CONAPROME (véase artículo del Semanario Universidad): revisando su sitiono se visualiza un informe de actividades que permita conocer con mayor en detalle su labor y la cantidad de denuncias tramitadas y de sanciones a sacerdotes desde su creación, hace más de 5 años. La comparación con el informe «Para dar luz» (diciembre del 2023, verisón actualizada a marzo del 2024, 962 páginas) dado a conocer en España por una comisión similar da una idea de lo que no se ha investigado en Costa Rica. En la página 154 de dicho informe sobre la Iglesia Católica española del 2023, se lee que:

«Desde su creación, prevista por el motu propio Vos estis lux mundi, para antes del 1 de junio de 2020, hasta el 31 de diciembre de 2023 las Oficinas para la protección de menores y prevención de abusos han recibido 908 testimonios de abusos sexuales cometidos contra menores en el ámbito de la Iglesia católica. De ellos, 361 testimonios fueron recibidos en las Oficinas diocesanas, 532 en las Oficinas de las congregaciones y 15 en las Oficinas de otras instituciones eclesiales. Algunos de esos testimonios se refieren a casos ya conocidos, que tuvieron su recorrido en los ámbitos civil y/o canónico. Otros se han conocido recientemente a partir de las denuncias presentadas en las oficinas o a través de los medios de comunicación «.

Hacemos desde ya voto para que este documental sea proyectado en las diversas salas de cine en toda Costa Rica, en particular en sus siete provincias, y que contribuya a romper el pesado silencio que ha imperado desde demasiado tiempo en muchas familias y pequeñas comunidades de feligreses. Y ojalá que, liberada la palabra, se multipliquen acciones como las de Anthony y las de Josué ante la justicia costarricense contra sacerdotes que debieran de ser inmediatamente sancionados por su jerarquía (en vez de ser protegidos y discretamente «rotados»).  

Coincidencia (o no) de la difusión de este documental, fue hace pocos días que ilustres nadadoras que le dieron medallas olímpicas a Costa Rica en los años 90 denunciaron los abusos a los que fueron sometidas por su entrenador de natación, con hechos que remontan a hace más de 37 años (véase nota de prensa de Radio UCR).

Con relación a los abusos sexuales dentro de la Iglesia Católica, tampoco se ha escuchado de una iniciativa desde las mismas autoridades públicas costarricenses al respecto, que tienen también algún grado de responsabilidad: esta responsabilidad deriva, a diferencia de la mayoría de los Estados,  de la misma… Constitución Política. En efecto, para quienes nos lean (tal vez) desde otras latitudes, Costa Rica persiste desde el punto de vista jurídico en mantenerse como el único Estado en América Latina en tener una religión oficial de Estado. En efecto, al leerse el Artículo 75 de la Constitución de Costa Rica (siempre vigente), se lee que:

«ARTÍCULO 75.- La Religión Católica, Apostólica, Romana, es la del Estado, el cual contribuye a su mantenimiento, sin impedir el libre ejercicio en la República de otros cultos que no se opongan a la moral universal ni a las buenas costumbres«.

En el 2011, se supo de negociaciones entre Costa Rica y la Santa Sede de cara a establecer un nuevo concordato, sin que ello fuese objeto de debate público tal y como solicitado por algunos sectores: véase posiblemente uno de los pocos artículos de prensa al respecto del Semanario Universidad, titulado precisamente «Piden discusión pública antes de negociar concordato con la iglesia«, editado el 6 de julio del 2011. En este otro enlace de octubre del 2011 del CIDCE, se discutió sobre la conveniencia de semejante iniciativa. En mayo del 2016, se informó que se «relegaba» la negociación de dicho concordato (véase nota de La Nación).

Más allá de la voluntad expresada en el 2011 de las autoridades diplomáticas de Costa Rica de negociar un nuevo concordato con el Estado del Vaticano (y ello sin mayores consultas ni publicidad), es muy probable que abusos sexuales contra menores de edad se estén dando también dentro de otros credos religiosos en Costa Rica: desde este punto de vista, resulta incorrecto designar a la Iglesia Católica como la única entidad religiosa padeciendo de estas prácticas. 

De igual manera, dentro de la Iglesia Católica, no se puede nunca generalizar, sino que son algunos sacerdotes en Costa Rica (pero… ¿cuántos? y… ¿desde cuando? … y … ¿cuántos niños y niñas abusaron?  y … ¿qué tipo de sanciones recibieron?… y muchas preguntas más) los que se han prestado para abusar de menores en sus respectivas parroquias. 

Lo que sí pone en evidencia este documental de manera magistral, con imágenes de rostros de autoridades religiosas que lo dicen todo, es el velado «sistema» de encubrimiento y de «rotación» que han aplicado las instancias superioras de la Iglesia Católica cuando les han llegado denuncias contra un sacerdote por abusos contra menores. Este verdadero «sistema» no es propio de la Iglesia Católica en Costa Rica, sino que se ha observado y ampliamente documentado en los informes antes citados elaborados en Irlanda, en Bélgica, en Francia, en España y en Suiza en años recientes,  así como en otras investigaciones sobre denuncias de este tipo.  

A modo de conclusión

El documental «El monaguillo, el cura y el jardinero«, exhibe una grave y persistente omisión de la Iglesia Católica costarricense y del Estado, tanto ante la misma sociedad costarricense como ahora ante el mundo (conforme sea presentado este documental en festivales internacionales de cine).

¿Acaso la cúpula católica realizó cambios significativos para abrir sus archivos y para sancionar a los responsables de estos abusos sexuales perpetrados hace muchos años y que en muchos casos han caído en un pesado silencio? Un silencio en el que las víctimas han optado, en algunos casos, por las drogas, el alcohol, el suicidio o bien por replicar los abusos de los que fueron víctimas en el seno de sus propias familias: esta entrevista en ElPais (España) del 2022 a otro costarricense víctima de abusos por parte de un sacerdote bien explica la «autodestrucción» interna que sufren muchas veces las victimas, en el silencio más absoluto.

Salvo error de nuestra parte, no se han observado cambios de la Iglesia Católica costarricense en los últimos años ni tampoco reformas legales: la entrevista en Desayunos de Radio UCR a Anthony con la que iniciamos estas reflexiones, así lo da a entender.  

Si el daño provocado a un número indeterminado  de menores de edad costarricenses no se conoce, y si el precitado «sistema» que denuncia de manera documentada «El monaguillo, el cura y el jardinero» persiste, además de las sanciones penales individuales contra sacerdotes que abusan de menores de edad por parte de la justicia costarricense, ¿no habrá llegado también el momento de pensar en otro tipo de medidas? ¿Medidas tales como exigir, en beneficio de estas víctimas y de sus familiares, compensaciones y reparaciones como las observadas en Europa, así como medidas que en derecho internacional de los derechos humanos, se denominan las «garantías de no repetición» o GNR (Nota 5)?

Para nuestros estimables lectores poco familiarizados con este término, pero que conocen muy bien quienes trabajan en materia de derechos humanos, los referimos a lo que se lee en un extenso artículo publicado en el 2017 en México (UNAM) sobre las garantías de no repetición (o GNR) en el sistema interamericano de derechos humanos (DDHH):

«La práctica interamericana ha sido vanguardista en el sentido de intentar maximizar la función preventiva del derecho con el uso de estas medidas; de hecho, la jurisprudencia de este siglo demuestra el interés por explorar las posibilidades que se tienen desde los estrados para configurar condiciones sociales generales más a tono con los requerimientos de la justicia en materia de DDHH, y no sólo para responder a las exigencias de la justicia en los casos individuales. Estas características de las GNR explican por qué su finalidad no es reparar integralmente a las víctimas —como a veces se juzga—, sino eliminar de manera directa una alegada deficiencia estructural del Estado para prevenir violaciones repetitivas (hacia el futuro) de los derechos humanos» (Nota 6).

En un sentido similar al de plantear garantías de no repetición para Costa Rica, referimos también en esta parte conclusiva, a una carta del 2021 (véase texto) a las máximas autoridades eclesiales del Vaticano, firmada por varios relatores especiales de derechos humanos de Naciones Unidas.

– – Notas – – 

Nota 1: Desde esta nota del VaticanNews del mes de setiembre del 2020 sobre el Acuerdo de Escazú, se espera que la Conferencia de Obispos Católicos de Costa Rica se manifieste al respecto, expresando su apoyo a la aprobación del Acuerdo de Escazú en Costa Rica. Al 24 de julio del 2025, se mantiene la espera.

Nota 2: Sobre el Estado del Vaticano y la Convención sobre los Derechos del Niño, véase el informe de investigación preparado por el Children Rights International Network (CRIN), titulado «Los abusos sexuales a niños y la Santa Sede. Necesiada de justicia, rendición de cuenta y reforma«. Texto integral disponible aquí.

Nota 3: Sobre la propuesta inicial en Bélgica, véase al respecto MONTERO E.; «Le Centre d’arbitrage en matiere d’abus sexuels, un solution inespérée pour les victimes de faits prescrits«, Université de Namur, 2013, 36 páginas. Texto disponible aquí

Nota 4: Para un un análisis de los resultados y hallazgos en Francia de esta comisión que tuvo acceso a toda la información que requirió, desde la perspectiva archivistica, véase, AIRIAU P., BOULLU Th., LANCIEN A., PORTIER Ph., «Les violences sexuelles sur mineurs dans l’Église : l’enquête de la Commission indépendante sur les abus sexuels (CIASE)«, La Gazette des archivesVol. 266 (2022), pp. 191-204. Texto integral disponible aquí

Nota 5: En esta publicación de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, se puede revisar en qué consisten esta medidas específicas (pp. 124-273). En materia ambiental, por ejemplo, podemos referir  la histórica sentencia contra Honduras del 2009 (caso de la ecologistas hondureña Jeannette Kawas Fernandez asesinada en Honduras, en particular párrafos  196-226 de la sentencia). Por «garantías de no repetición» que suelen aparecer en sentencias condenatorias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en complemento a las indemnizaciones por el daño moral, podríamos pensar en medidas tales como la creación de programas de asistencia a víctimas de abusos sexuales en parroquias católicas, la creación de fondos o fideicomisos que puedan acompañar a los familiares de estas víctimas ante la justicia penal costarricense, becas de estudio, pero también programas comunitarios, programas radiales y televisivos de prevención sobre los riesgos que corren – por ejemplo –  los monaguillos y otros jóvenes al aceptar servir en sus parroquias, y muchas otras medidas de índole preventiva.

Nota 6: Véase LONDOÑO LAZARO M.C y HURTADO M., «Las garantías de no repetición en la práctica judicial interamericana y su potencial impacto en la creación de derecho nacional«, Boletín Mexicano de Derecho Comparado, UNAM, 2017, pp. 725-775, p. 730. Texto integral de este extenso  artículo disponible aquí.  

Conmemoración del Legado de Monseñor Víctor Manuel Sanabria

La Asociación de Promoción Humana Monseñor Víctor Manuel Sanabria Martínez, con el apoyo de la Municipalidad de Oreamuno realizó una invitación para la conmemoración del 73 aniversario desde el fallecimiento del benemérito de la patria. La actividad se programó para este lunes 9 de junio en la parroquia de San Rafael Arcángel, de dicho cantón.

La actividad conmemorativa se enmarca en recordar la memoria de Monseñor Sanabria. El evento inició con una Eucaristía, remarcando el componente espiritual y de fe que siempre caracterizo la figura del Monseñor, y que sitúa la ceremonia en un contexto de profunda devoción y respeto. Posteriormente, se realizó un desfile hacia la tumba del Monseñor, simbolizando el recorrido de memoria y homenaje hacia quien fue considerado un benemérito de la patria, subrayando el valor patrimonial de su legado.

Entre las organizaciones que se unieron para realizar este homenaje se encuentra la Municipalidad de Oreamuno, la parroquia de San Rafael Arcángel, diversas instituciones educativas y la propia Asociación, lo que refuerza el carácter colaborativo y comunitario del evento.

El Papado en el siglo XXI

Por Arnoldo Mora

La reciente desaparición del universalmente popular PAPA Francisco y la elección, como sucesor, del primer PAPA de origen estadounidense, y que ha escogido el nombre de León XIV, noticias que han acaparado la atención del mundo entero por varias semanas, ha puesto de manifiesto el nuevo rostro de la más antigua institución de Occidente, la Iglesia de Roma; ejemplo en que deberían inspirarse otras organizaciones e instituciones políticas y culturales, que pretendan sobrevivir ante los retos con que la vorágine de la época actual nos desafía. Con el inicio del tercer milenio de la era cristiana, que se caracteriza por una globalización que abarca todos los ámbitos del quehacer humano, el sujeto que constituye la vanguardia de los cambios cualitativos del devenir histórico ya no es ni una etnia ni una «raza», así sea el homo sapiens, ni una identidad cultural o políticamente articuladas, sino la humanidad en su conjunto. La humanidad toma conciencia cada vez más lúcidamente de su «singularidad». Ese sentimiento de unidad repercute en el ámbito de lo político, dramáticamente acentuada por la amenaza de una autodestrucción apocalíptica provocada, ya sea por una guerra termonuclear, o por una crisis terminal de origen ecológica que cause la destrucción de los recursos naturales.

La institución más antigua de Occidente como es el papado romano, heredero, tanto de las culturas antiguas del Mediterráneo, como del Medioevo y del Renacimiento que fueron la fragua de la modernidad, da muestras de una vitalidad que, luego de la Revolución Francesa y durante el siglo XIX, daba signos de decrepitud hasta el advenimiento de León XIII. Desde entonces, el Papado Romano no ha hecho sino crecer en influencia y presencia en la escena mundial. Ahora, con la llegada al papado de dos papas provenientes del continente americano, es decir, de la periferia de Occidente, una vez más en su dos veces milenaria historia, el papado adquiere un inusitado vigor. Por contraste, la crisis (¿terminal?) que afecta a la hegemonía multisecular de Occidente se hace cada día más evidente, como lo prueba la invasión en todas sus fronteras de multitudes provenientes de los pueblos hasta no hace mucho sojuzgados. Occidente vive el mayor proceso de mestizaje de su historia, que no es solo racial sino, ante todo, cultural. Y con ello, sus visiones de mundo se confrontan.

Esas visiones de mundo se han expresado y conservado a través del tiempo gracias al simbolismo religioso. Lo vivimos ahora, aunque de modo dramático, en las guerras del Medio Oriente, es decir, en el lugar donde surgieron las culturas que han configurado a Occidente. Las violentas confrontaciones, que han tenido como escenario la cuenca del Mediterráneo, han mostrado siempre una connotación religiosa, que remonta a inicios del milenio pasado con las Cruzadas. En ese mismo período histórico se dio la división entre las Iglesias de Oriente y Occidente. Siguió luego la división de la Iglesia Occidental con la Reforma protestante, iniciada con el grito de rebeldía de un fraile agustino alemán, Martín Lutero. El primer y trascendental paso para la superación de la división de la cristiandad al más alto nivel, se dio en el Concilio Vaticano II, que mostró un rostro ecuménico en la Iglesia Católica, la mayor y más antigua iglesia de inspiración cristiana.

Las guerras de religión, que han ensangrentado la historia, deben desaparecer; sus líderes deben ser los primeros en dar el ejemplo, sus divergencias se funden y confunden en un abrazo fraterno que borra siglos de distanciamiento. Los muros deben convertirse en peldaños, las fronteras en brazos que se extienden, las culturas en corazones que palpitan al unísono, las religiones en signos que señalan los nuevos senderos que ha de seguir una humanidad que ha entrado de lleno en el nuevo milenio, ese que —esperamos— hará por fin realidad la utopía de la fraternización de todos los pueblos que habitan el planeta.

El Vaticano: juego político de pesos y contrapesos

Álvaro Vega Sánchez, sociólogo

En el reciente nombramiento del Papa, una vez más se ha puesto en evidencia la inteligencia política del Vaticano. Una estrategia de pesos y contrapesos lo ha sostenido, contra viento y marea, como una sólida institución religiosa. Ha sabido enfrentar las disidencias y movimientos contestatarios, algunas veces con medidas disciplinarias y censuras y otras asimilándolos para vaciarles o diezmarles su poder disruptivo. Así, por ejemplo, asimiló el movimiento de reforma impulsado por San Francisco de Asís, que invitaba a una conversión al mundo de los pobres y la hermandad con toda la creación. La contraparte fue la descalificación del movimiento de reforma protestante del Siglo XVI, particularmente por sus tesis fundantes de la salvación por gracia (sola gratia y sola fide) que venían a deslegitimar la venta de indulgencias, la que anteponía a la autoridad papal la autoridad centrada en la Biblia (sola scriptura) y la del sacerdocio universal de los creyentes que enfrentaba a la estructura jerárquica de la Iglesia.

Para el filósofo italiano Antonio Gramsci, si la Iglesia hubiese perseguido y deslegitimado al movimiento franciscano habría anticipado la Reforma en dos siglos. Sin embargo, más bien lo inmuniza, dispersa a sus discípulos y reduce a la nueva religión a una simple orden monástica a su servicio (Citado por Portelli, 1977,72). Un claro ejemplo de cómo apelando al mecanismo de la asimilación, por canonización también en este caso, la Iglesia se legitima y consolida institucionalmente.

Podríamos decir que hoy la Iglesia Católica reivindica el legado franciscano al nombrar al cardenal Jorge Bergoglio, un jesuita que emula, simbólicamente con sus gestos e ideario teológico y pastoral, a San Francisco de Asís; y ahora al cardenal Robert Prevost, un agustino que se presenta como continuidad del magisterio de su antecesor. La gran diferencia con la recuperación anterior es que ahora en lugar de asimilarlo para quitarle o restarle su fuerza disruptiva y reformadora, más bien se potencia su legado para impulsar la iglesia hacia mejores rumbos; una revalorización no por asimilación sino por recuperación como agente que fermenta la masa eclesial y le señala nuevos desafíos y derroteros a asumir.

De esta manera, el peso conservador que privó, especialmente en lo dogmático y doctrinal, en los magisterios de Juan Pablo II y Benedicto XVI, se ve compensado por estos dos nuevos papas de perfil progresista y reformador. Esto explica, la paradoja de que fuese el Papa Benedicto XVI, perteneciente al ala conservadora quien, de alguna manera, contribuyera también con su renuncia para el nombramiento de un papa progresista como Francisco.

Efectivamente, el cardenal Joseph Ratzinger cuando ejercía como mano derecha (también en sentido político) del Papa Juan Pablo II impulsó, como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, las medidas disciplinarias que se aplicaron al teólogo latinoamericano de la liberación y franciscano, Leonardo Boff, por sus tesis críticas, particularmente eclesiológicas, contenidas en su libro Iglesia, carisma y poder. Cabe destacar que Leonardo Boff en una ocasión hizo referencia a los detalles del proceso a que fue sometido en el Vaticano. Relata que en el momento en que el Papa Juan Pablo II iba a dictar la censura, siendo conducido por Joseph Ratzinger a la sala respectiva, quien había sido su profesor cuando estudiaba en Alemania, le dijo que lucía bien la sotana a lo que él le respondió que el problema de vestirla en Brasil era que cuando se subía a un bus hasta la joven embarazada se paraba para darle campo, entonces, aquel símbolo perdía todo su significado diaconal. Y cuando el Papa avanzaba hacia el pódium para dictar la sentencia final, se arrodilló, y al lado en una pared había una pintura de San Francisco, entonces Leonardo se acercó al oído de Ratzinger y le dijo que viera el valioso gesto del Papa inclinándose ante el santo de los pobres. ¿Quién podría imaginar que Leonardo Boff, el censurado con la llamada ley mordaza, se convertiría en asesor del Papa Francisco en materia de ecología y cambio climático (ecoteología) para la elaboración de la Encíclica Laudato Sí?

No es casual tampoco, que siendo el magisterio de Juan Pablo II conservador en lo teológico y pro-neoliberal en lo económico y político, en algunas coyunturas, apelara al juego de los contrapesos. Por ejemplo, al final de su pontificado visita a Cuba donde pronunció la frase “que Cuba se abra al mundo y el mundo se abra a Cuba”. Asimismo, en una Conferencia de Obispos en Brasil se pronunció reconociendo la necesidad y utilidad de la Teología de la Liberación, incluso aduciendo que debía constituir una etapa nueva y ser incorporada en la reflexión teológica iniciada en la tradición apostólica y continuada en el magisterio ordinario y extraordinario de la Iglesia (Scannone, 1987,80).

Estamos ante una estrategia o juego de pesos y contrapesos por parte del vaticano, en donde debe privar la inteligencia política que sabe valorar las coyunturas históricas, sociales y religiosas, a la hora del nombramiento de la máxima autoridad de la Iglesia, el Papa. En este aspecto la Iglesia Católica, como lo destacara Gramsci, ha sido muy tenaz en su lucha por evitar que se formen dos religiones: la de los “intelectuales” y la de las “almas simples”. También, podríamos decir la de los conservadores y la de los reformistas, contribuyendo a procurar la unidad desde una política de contrapesos. Y el gran desafío sigue siendo, tener la inteligencia y lucidez para saber atender a los signos de los tiempos.

El Papa de la misericordia y la esperanza, Francisco, abrió nuevos senderos reformadores para una iglesia más sinodal que jerárquica, ensanchó el espacio para las mujeres, fue un defensor insigne de los migrantes y empobrecidos, del cuido y defensa de la naturaleza, benevolente con los estigmatizados por sus preferencias sexuales e impulsó el diálogo interreligioso para una convivencia fraterna y amistosa (Encíclica Fratelli Tutti).

A pesar de que con el nombramiento del nuevo Papa León XIV hay signos de continuidad reformista, como ya indicamos, también los hay en sentido contrario. Dentro del comportamiento político de pesos y contrapesos está por verse cuál orientación prevalecerá. Hacemos votos para que los grandes logros del magisterio de Francisco no se vean opacados por las fuerzas conservadoras que gravitan resistiéndose al cambio necesario de una Iglesia que ha sabido, en buena medida durante el magisterio de Francisco, leer los signos de los tiempos para contribuir a la paz mundial, la inclusión a todo nivel y particularmente comprometida con la defensa de los empobrecidos y los derechos de la naturaleza.

“Por sus hechos los conoceréis”

Alberto Salom Echeverría
albertolsalom@gmail.com

El papa Francisco: “Inauguró una nueva época en la Iglesia Católica.
Su estilo simple y descontracturado acercó a la institución
a los fieles de todo el mundo.”

Prólogo

La creación de una nueva época en la historia humana, en la de un país o en una institución como la “Iglesia Católica”, deviene como producto de la acumulación de una serie de hechos o acontecimientos generados por el pensamiento y la acción del ser humano y, ocasionalmente, concatenados con fenómenos naturales externos a la entidad. Estos hechos, van a contrapelo y rompen con la inercia, las creencias, costumbres o formas de hacer las cosas gestadas en épocas precedentes. En otras palabras, para que este cúmulo de sucesos den lugar a una nueva época, debe producirse una ruptura de la continuidad con relación a la concepción dominante del mundo. Es así como emerge una nueva cosmovisión que implica cambios en todos los órdenes de la vida social, política, económica y cultural, todo lo cual se traduce en cambios significativos en el comportamiento social.

¿Puede una persona por sí misma, generar un cambio de tal naturaleza? En la historia humana, ha habido líderes o lideresas que han desarrollado una influencia muy grande entre sus congéneres, a partir del núcleo más próximo al líder o a la lideresa. Este es el caso de algunas de las más grandes revoluciones sociales o religiosas, tales como la Revolución Francesa de 1789, donde los principales líderes en el período más radical fueron Robespierre, Danton y Marat. Por su parte, la Independencia de los Estados Unidos, fue guiada en lo militar por George Washington y, por algunos selectos intelectuales que, le proporcionaron el contenido a la gesta de independencia, tales como Thomas Jefferson, autor de la Declaración de Independencia, y otros de gran prestigio también como, Benjamin Franklin y John Adams. La revolución socialista en Rusia alcanzó el triunfo en octubre del 1917, bajo el liderazgo de Vladimir Ilich Ulianovsk, más conocido como Lenin. Otro tanto ocurrió con la revolución en China en 1949, conducida por Mao Zedong.

En América Latina, en los días de la Independencia de España, entre los más grandes inspiradores citamos a: Miguel Hidalgo y Costilla, José María Morelos Y Pavón, junto a Josefa Ortiz de Domínguez (conocida como “La Corregidora”) y Leona Vicario en México; descollaron en el sur del continente: Simón Bolívar, Francisco de Paula Santander, Antonio José de Sucre, José de San Martín, Bernardo O´Higgins, y José Gervasio Artigas y, entre las mujeres más destacadas mencionamos a Juana Azurduy y Manuela Sáenz.

En el ámbito religioso fue célebre en el siglo XVI la enorme Reforma de Martín Lutero, de origen alemán, nacido en 1483, pero cuya vida en su madurez, se desarrolló en el siglo XVI; fue Lutero el primero que desafió al catolicismo y dio origen al protestantismo. Posteriormente acaeció “La Segunda Reforma” propiciada por el teólogo francés, Juan Calvino, cuyo nacimiento y muerte se produjo, en el siglo XVI.

En el caso que nos ocupa hoy, el papa Francisco asume las riendas de la Iglesia Católica en la segunda década del actual siglo XXI, representando la corriente progresista. Su liderazgo fue creciendo cuando ya había sido nombrado papa, a medida que puso en práctica un vasto y extenuante programa de trabajo del cual intentaremos dar cuenta en este breve relato. Su prestigio se extendió sobre todo extramuros; visitó casi todos los continentes y se reunió tanto con fieles de la Iglesia Católica como de otras religiones, entablando con sus principales guías un diálogo inédito. Mientras tanto, al interior del Vaticano se acrecentó una fuerte oposición a su gestión por parte de la corriente conservadora. Un solo hombre, humilde de espíritu, pero inquebrantable y ambicioso en sus propósitos, supo aglutinar en torno a la fe en la Iglesia Católica y, a un intrépido programa de acción en procura de su renovación, a un valeroso grupo de hombres y mujeres eclesiásticos y seglares.

Por sus hechos los conoceréis.

Esta paremia o proverbio es de origen bíblico y se encuentra en Mateo 7,16. El refrán citado pertenece, según Mateo, al mismo Jesús cuando dio a sus discípulos el “Sermón de la Montaña”. No presumo de ser experto en la Biblia, pero he ido al capítulo introductorio de Mateo, el cual reza como sigue en el último párrafo de las Bienaventuranzas: “Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.” (Cfr. Mateo 5: 11-12). Antes de eso cuenta Mateo todas las “Bienaventuranzas” a manera de preludio al “Sermón”: Bienaventurados los pobres de espíritu…/…los mansos…/…los que lloran…/…los que tienen hambre y sed de justicia…/…los misericordiosos…/…los limpios de corazón…/…los que trabajan por la paz…/…los perseguidos por causa de la justicia…/. En resumen, se quiere elogiar al humilde, exaltar el perdón, y poner de ejemplo el generoso cuidado del prójimo. Esto, no es otra cosa -cita nuevamente Mateo a Jesús- que “el Reino de Dios en un mundo restaurado.”

Desde mi modesta interpretación, el “Sermón de la Montaña” ha procurado poner el acento en la capacidad del ser humano para ser humilde en la acción, como lo fue Cristo, como lo intentó Francisco de Asís, y como finalmente lo quiso ser el papa Francisco. No ignoro que en la doctrina eclesiástica hay varias interpretaciones, pero la consecuencia entre la prédica de la teoría de la moral cristiana y la acción concreta, en “los hechos” radica, a mi entender, lo esencial del planteamiento del papa Francisco en sus doce años de pontificado. Postulo por ende que, en esa acción consecuente del papa n° 266 de la Iglesia Católica, Francisco, cuyo nombre secular era Jorge Bergoglio, estriba el éxito de su gestión.

Tres Encíclicas

No obstante, lo recientemente expresado, el papa Francisco se ocupó también de dejar escritas tres encíclicas, para dar orientación a su pontificado. Estas fueron: “Lumen Fidei” (2013), enfocada en cuestiones relativas a la fe y continuando la que ya había comenzado su predecesor Benedicto XVI; “Laudato Si” (2015), volcada sobre lo que debe ser la ecología para los cristianos; y, “Fratelli Tutti” (2020), destinada a explicar y pregonar la fraternidad universal.

La encíclica “Laudato Si”, traducida al español como “Alabado Seas”, tiene para mí una centralidad en la gestión del Pontífice, pues versa sobre el “cuidado de la casa común”. Esta es la época en la que, las corporaciones multinacionales manejadas por seres humanos que extraen y producen los hidrocarburos, son quienes no han tenido misericordia ni contemplaciones para devastar la naturaleza, provocar la extinción de muchos de los ecosistemas, de plantas y animales, en el contexto del industrialismo y del capitalismo voraz. Es cierto que todos dejamos nuestra huella ecológica desde que nacemos, pero ineludiblemente hay grados de responsabilidad. En primerísimo lugar se encuentran los que promueven las guerras, los que explotan a los demás hombres, afectando al mismo tiempo el medio ambiente, sin capacidad para entender que, todos somos los hijos de la Madre Tierra, y esta es nuestra casa común. “Alabado seas, cantaba San Francisco de Asís, mientras tanto el mismo papa Francisco pregonó: “Hemos despojado a la tierra de sus bosques naturales, hemos contaminado las aguas, su tierra, y su aire. Las plantas y las especies se están extinguiendo a un ritmo alarmante. La Tierra, nuestro hogar, está empezando a parecerse, cada vez más, a un inmenso montón de suciedad. Nuestro creciente uso de combustibles fósiles contaminantes, especialmente el carbón, el petróleo y el gas, está ayudando a impulsar el cambio climático, que es uno de los mayores desafíos que enfrentamos hoy en día. El cambio climático nos afecta a todos, pero son las comunidades más pobres las que más lo sufren. [Finalmente terminó diciendo en este párrafo]…Ahora estamos en un punto crítico, donde el futuro de nuestro planeta está en peligro, ya que, a pesar de esta crisis, no parece haber ninguna desaceleración en los estilos de vida de los países ricos.”

(Cfr. https://www.Manosunidas.org/sites/default/files/laudato_si_dinamica_para_jovenes1.pdf).

Las grandes reformas en la época del papa Francisco

Sustanciales transformaciones habrían de producirse, merced a la inspiración del Papa nacido en Argentina, pero que pronto adquirió un renombre mundial. Tres fueron los grandes pivotes sobre los cuales se asentaron las reformas: 1- la gran austeridad del pontificado del papa, representada desde el inicio en su decisión de cambiar el lugar de su residencia del Palacio Apostólico, habitual residencia de los papas desde 1903, a la Casa de Santa Marta también dentro del Vaticano, pero un lugar mucho más austero. Con esta decisión buscó demostrar su decisión de compromiso con la Iglesia más humilde y accesible, alejado de los lujos y la ostentación. 2- El segundo pilar que sirvió de guía a su reforma fueron los reiterados gestos de inclusión. La Iglesia Católica habría de ser en el futuro una hospedera para los pobres excluidos, para dar cabida a las mujeres en su conducción, para albergar a los homosexuales y personas trans, a fin de convertirse en una iglesia realmente universal. 3- El tercer pivote lo constituyó la lucha contra los abusos, tanto de carácter sexual en los que han incurrido una gran cantidad de sacerdotes y dirigentes de la iglesia, como los relacionados con la búsqueda de la comodidad, el confort y el lujo dentro de la iglesia y la disposición de usufructuar los bienes de ésta.

Sobre estos pilares cito algunas de las más conspicuas realizaciones del papa Francisco que lo hacen célebre en su pontificado:

1- Transformó radicalmente las estructuras internas del Vaticano, en un claro desafío a los más conservadores de la Iglesia.

2- La Iglesia se tornó en muchos aspectos en un espacio de pobres y para los pobres.

3- Abrió las estructuras de poder de la Iglesia para dar mayor presencia a las mujeres dentro de ella. Un ejemplo conspicuo lo constituye el nombramiento de Rafaella Petrini como la primera mujer presidenta de la Gobernación de la Ciudad del Vaticano. La Gobernación es el órgano mediante el cual se ejerce el poder ejecutivo en la Santa Sede. Otra mujer ascendida a un cargo relevante lo fue Simona Brambilla, nombrada prefecta para el Dicasterio de los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica.

4- La Reforma Económica. Francisco promovió una reforma integral a la gestión de las arcas del Vaticano. Creó la Secretaría Económica, encargada de gestionar el patrimonio inmobiliario de la Iglesia. Por otra parte, se implementaron medidas para lograr la transparencia, el control de cuentas y una política de austeridad para los cardenales en el ejercicio de su ministerio. Se nombró una comisión para la búsqueda de fondos, debido a la disminución de las donaciones.

5- En el plano de la Ética, fue nodal la lucha contra la Pederastia y la protección de las víctimas dentro de la Iglesia. Asimismo, se creó una comisión pontificia para la protección de menores, la cual debe presentar un informe anual sobre su lucha contra los abusos. Se eliminó el secreto Pontificio en estos casos. Se exigió a las diócesis de cada país que crearan centros de atención a las víctimas (se ha reconocido que no se ha implementado en todas partes).

6- Se orientaron esfuerzos para una Iglesia más representativa y menos italiana.

7- En la parte administrativa, el papa junto a nueve cardenales se ocupó de promulgar una nueva Constitución “Praedicate Evangelium” (Predicad el Evangelio en español), por medio de la cual el papa Francisco reformó la Curia Romana, que es el cuerpo administrativo central de la Iglesia Católica, incluyendo a sus dicasterios.

8- Al papa Francisco le correspondió elegir al 80% de los cardenales que están hoy reunidos en el Colegio Cardenalicio y serán los responsables de elegir al nuevo papa. Gracias a ello, ahora, América Latina, Asia y África poseen una mayor representatividad en el conjunto del mencionado Colegio.

9- El papa bendijo parejas de homosexuales, lo que generó una gran oposición de parte de los sectores más conservadores.

(Cfr. https://www.emol.com/noticias/Internacional/2025/04/21/1164061/reformas-papa-francisco-iglesia-catolica.html).

10- Por último, citamos el cambio del Jubileo católico a un período de 25 años. (anteriormente era un lapso de 50 años.) La importancia del Jubileo para los católicos consiste en que “… se ofrece a los fieles la posibilidad de obtener indulgencia plenaria, que es el perdón completo de los pecados, tanto para ellos mismos como para los difuntos. La palabra “Jubileo” proviene del latín “iubilare”, que significa expresar o gritar alegría.” (Cfr. https://www.iglesiadesantiago.cl 28 de julio 2024).

En conclusión

Difícilmente puede haber mayor abundancia de “hechos” y de teoría fundamental en tres encíclicas y otros tantos documentos escritos en estos doce años, para llevar a la conclusión de que, con el pontificado de Francisco, comenzó sin duda una renovación en la Iglesia Católica. Una de las instituciones más grandes y significativas del mundo que, si el nuevo papa que resulte escogido por el colegio cardenalicio, junto con los cardenales, con todo el sínodo de los obispos, los sacerdotes renovados y, lo más importante, la feligresía centralmente constituida por los más humildes, seres bullentes, hombres y mujeres plenos, que sean ganados por el espíritu de las “Bienaventuranzas, entonces y solo entonces, la Iglesia Católica podrá convertirse en una de las instituciones más importantes del Planeta, para devolver la esperanza de vida a la Naturaleza entera. Habrá continuado una nueva época en la que se abra el camino para transformar los sistemas productivos del salvajismo, por otros en los que la Tierra se convierta en “una casa común”, un lugar de fraternidad y paz. ¿Utopía? Quizás, pero Francisco nos puso a soñar a creyentes y no creyentes, a hombres y mujeres de diferentes confesiones religiosas…a todos.

CTRN e Iglesia Católica en Costa Rica: camino andado juntos por la justicia social

Mons. Daniel Francisco Blanco Méndez
Obispo Auxiliar de San José

Lourdes de Montes de Oca,
29 de abril del 2025

Mensaje de Monseñor Daniel Francisco Blanco Méndez, obispo auxiliar de San José con motivo del 80 aniversario de la Central de Trabajadores y Trabajadoras Rerum Novarum.

Doña Fanny Sequeira Mata, secretaria general de la Confederación de Trabajadoras y Trabajadores Rerum Novarum; estimados integrantes de la Mesa Principal: señor Ministro de Trabajo y Seguridad Social, Andrés Romero Rodríguez, y Eliel Hasson, director de la oficina regional de la OIT; miembros de la Junta Directiva de la Confederación, estimadas señoras y señores:

Agradezco la atenta invitación para participar en el presente acto que festeja el Octogésimo Aniversario de la creación de la Confederación de Trabajadoras y Trabajadores Rerum Novarum.

Confederación que desde sus inicios lleva el nombre de la Encíclica Rerum Novarum del Papa León XIII, publicada el 15 de mayo de 1891 y que inspiró al movimiento obrero con principios de justicia social, el justo salario, el derecho laboral a la sindicalización, para plasmar valores evangélicos de fraternidad, bien común y solidaridad.

A 80 años de los inicios de la CTRN reconocemos la huella del II arzobispo de San José, Mons. Víctor Manuel Sanabria Martínez, benemérito de la Patria, que ideó un sindicalismo costarricense que se inspirara en principios de la doctrina social de la Iglesia, a favor de los trabajadores y sus familias.

En esa tarea contó con la colaboración del Padre Benjamín Núñez Vargas, que fuera presidente de la naciente Central Rerum Novarum, y de otros eclesiásticos, que aportaron con sus tareas y acciones, a la consolidación del movimiento sindical emergente, en unión con fieles laicos católicos que vieron una oportunidad para suscitar una sociedad más justa y equitativa a la luz de los principios cristianos. Así, se alcanzaron mejoras en las condiciones laborales desde la dignidad del trabajador, las luchas por la promulgación del Código de Trabajo, el fortalecimiento de la Caja Costarricense del Seguro Social y otras acciones.

Se dice que no sabemos para dónde vamos, si olvidamos de dónde venimos. De ahí, la importancia que reviste el presente acto al recordar los motivos e ilusiones que impulsaron a costarricenses amantes de la patria, por construir una sociedad más justa, equitativa y fraterna con los trabajadores y trabajadoras de nuestros campos y ciudades.

Esos costarricenses construyeron un proyecto de vida personal y social, inspirados en los valores cristianos, y en el pensamiento social de la Iglesia. Habían integrado a su escala de valores la paz como fruto de la justicia social, la verdad, el amor, la fe y la esperanza. Nunca tuvieron miedo ante corrientes contrarias.

Esos trabajadores contribuyeron a fortalecer un sistema de seguridad social, atento a robustecer un seguro de salud y un seguro de invalidez, vejez y muerte, con la recién creada Caja Costarricense del Seguro Social, para que fuera universal y solidaria con los más pobres.

El recordado Papa Francisco en su Encíclica Fratelli Tutti, todos hermanos, nos dejó estas hermosas palabras:

“Reconocer a cada ser humano como un hermano o una hermana y buscar una amistad social que integre a todos no son meras utopías. Exigen la decisión y la capacidad para encontrar los caminos eficaces que las hagan realmente posibles. Cualquier empeño en esta línea se convierte en un ejercicio supremo de la caridad. Porque un individuo puede ayudar a una persona necesitada, pero cuando se une a otros para generar procesos sociales de fraternidad y de justicia para todos, entra en «el campo de la más amplia caridad, la caridad política». Se trata de avanzar hacia un orden social y político cuya alma sea la caridad social. Una vez más convoco a rehabilitar la política, que «es una altísima vocación, es una de las formas más preciosas de la caridad, porque busca el bien común». Todos los compromisos que brotan de la Doctrina Social de la Iglesia «provienen de la caridad que, según la enseñanza de Jesús, es la síntesis de toda la Ley (cf. Mt 22,36-40)»” (Fratelli Tutti, 180-181).

Estimados sindicalistas de la Rerum Novarum, de las “cosas nuevas” de nuestro presente, no se dejen llevar por el pesimismo y la indiferencia ante las dificultades que nos toca vivir en el ambiente laboral, social, económico, cultural, político y ambiental. No se cansen de servir, no callen la verdad, superen el miedo y temores. No se dejen conquistar por el conformismo.

Que la herencia histórica de sus predecesores sindicalistas, que fortalecieron el Estado Social de Derecho, y otras reivindicaciones para la construcción de la justicia social, marque los derroteros del porvenir.

Finalmente, deseo felicitarlos por los 80 años de fundación de la Confederación de Trabajadoras y Trabajadores Rerum Novarum.

Asimismo, ruego a Dios que no falte la alegría en el desempeño de su misión y la esperanza en los años venideros en procura de una Confederación comprometida en continuar contribuyendo con la paz social, como fruto de la justicia y la defensa de los mejores intereses de los trabajadores.

Qué san José Obrero sea un modelo de entrega laboriosa para que el trabajo cotidiano sea camino de santificación y bienestar familiar para sus hijos e hijas.

¡Feliz Aniversario!

La Secretaría Técnica del Consejo de Salud Ocupacional y la Iglesia Católica se oponen a la jornada de 12 horas

Vladimir de la Cruz

Continúa en la Asamblea Legislativa la discusión del Proyecto de Ley N.º 24. 290 sobre las jornadas esclavista de trabajo de 12 horas diarias, llamada jornada 4-3, que se denomina “Establecimiento de jornadas laborales excepcionales, para casos que sean excepcionales y muy calificados”.

Se sigue sin precisar cuáles son los casos “determinados, excepcionales y muy calificados” que necesitan empresarialmente esta jornada de 12 horas diarias.

El día de ayer, el Director Ejecutivo de la Unión de Cámaras reconoció, en periódicos, que la economía costarricense, que se basa en el régimen de trabajo de ocho horas diarias, viene generando empleos, principalmente en todos los sectores orientados hacia la economía internacional, que es donde algunos sectores, que quieren establecer la jornada de 12 horas, señalan más se necesita esa jornada esclavista.

El Director Ejecutivo, igualmente, señaló que la aprobación de las jornadas de 12 horas podrían ser un estímulo para la competencia en algunos sectores de la economía nacional, sin precisar cuáles son esos sectores. Por ningún lado quieren o pueden señalar verdaderamente cuáles empresas necesitan la jornada laboral de doce horas. ¿Por qué no quieren señalarlas o precisarlas?

También reconoció que hay cerca de 200.000 personas desempleadas, “más las que han salido del mercado laboral por múltiples razones”. A lo que habría que agregar el altísimo componente de los que laboran el en sector informal de la economía, que llega casi al millón de personas.

Se dice por quienes defienden la jornada de 12 horas que los trabajadores tendrán más tiempo para estudiar y capacitarse, porque dispondrán de tres días de descanso seguidos. Eso tampoco es cierto.

No hay políticas públicas de ningún tipo, ni por el Ministerio de Educación o el Instituto Nacional de Aprendizaje, de ofrecer esas posibilidades de estudio. El Ministerio de Educación Pública ha visto reducir su presupuesto anual. En este gobierno de Rodrigo Chaves hay un ataque devastador sobre toda la educación pública. No solo no se le da el porcentual constitucional a la Educación pública y a las universidades, sino que se han eliminado, para los niños y jóvenes, en edad escolar y colegial, las becas de estudios, los comedores estudiantiles y los subsidios para el transporte de estudiantes, lo que ha contribuido a expulsar, en la práctica, a miles de niños y jóvenes del proceso educativo, agregados a los más de 100.000 que expulsó la pandemia, sin que se hayan recuperado para la educación.

Además, los colegios nocturnos no están operando. Escuelas nocturnas tampoco. En correspondencia con lo que se pide de las jornadas de 12 horas, no se anuncia, para los trabajadores, que esas escuelas y colegios nocturnos, o diurnos, para los fines de semana, por lo menos, sábados y domingos, puedan operar o estar abiertos.

No hay ningún interés de facilitar posibilidades se superación por el estudio para los trabajadores formales, como no la hay para los desempleados o los trabajadores de la informalidad.

Lo que realmente se quiere, por parte del gobierno del Jaguar, es llevar a la población laboral a los niveles más bajos de capacitación, para que por ese camino solo puedan aspirar a los salarios más bajos que se puedan pagar, aumentando en ese sentido la explotación de los trabajadores, y lanzarlos a competir, a ellos, por esos salarios más bajos, incluso en posibilidad de contratarlos por salario más bajos que los mínimos, como se hace en algunas empresas, por la vía de “contratos laborales”, y no por la inserción de ellos en las planillas, sujetas a control de la CCSS y del Ministerio de trabajo. El sistema de “contratos” se está “generalizando” en algunas empresas. Los sindicatos deberían ponerle atención a esto.

Todo esto es parte de lo que en el Proyecto de Ley de las 12 horas se contempla como “racionalización de costos”.

La Secretaría Técnica, que asesora al Consejo de Salud Ocupacional recomendó, desde hace varios meses, que esta jornada no se establezca. En el documento de la Secretaría Técnica se señala que el Proyecto de Ley de las 12 horas de trabajo continuo no reconoce el “tiempo dedicado al trabajo”, que es el lapso que invierte el trabajador para el desplazamiento de su casa al centro de labores y viceversa; así como tampoco se reconocen licencias, actividades de capacitación, interrupciones involuntarias al trabajo, entre otros aspectos.

La jornada esclavista de las 12 horas solo reconoce “el tiempo efectivo de trabajo”, como variable para justificar la reforma que se quiere imponer, tal y como se pretende en la propuesta que se está discutiendo.

La jornada de trabajo de 12 horas, la Secretaría Técnica, reconoce que esa jornada limita los lapsos mínimos necesarios para que el trabajador, como ser humano, recupere su energía, tenga calidad del sueño, y pueda conciliar su vida social y el trabajo, y tenga espacios básicos de ocio y recreación.

La exposición y sometimiento a la jornada de doce horas de trabajo predispone a enfermedades, a “patologías crónicas, músculo esqueléticas y de salud mental, en la posibilidad de manifestar conductas y hábitos poco saludables, tales como el tabaquismo, dieta desequilibrada, el consumo de alcohol y el sedentarismo, además de un posible aumento en probabilidad de sufrir accidentes”, como se afirma en ese informe de la Secretaría Técnica.

También se reconoce que una intensificación de la jornada disminuye el desempeño y eficiencia en el trabajo, posibilita errores en el cumplimiento de los sistemas de seguridad laboral, aumenta los síntomas de fatiga, disminución del estado de alerta y acortamiento del periodo dedicado al sueño a cuatro horas o menos.

El Proyecto de Ley de la jornada esclavista contraviene una serie de Convenios de la Organización Internacional del Trabajo.

Y para el sector empresarial, que se dice social cristiano, que se inspira en su vinculación afectiva, anímica, vital, con la Iglesia Católica, principalmente, y que hacen alarde algunos empresarios, que recuerdan con “nostalgia” las Reformas Sociales de 1943, apoyadas e impulsadas por Monseñor Víctor Manuel Sanabria Martínez, el Dr. Calderón Guardia y Manuel Mora Valverde, digo con nostalgia porque son reformas que se han venido perdiendo y ya casi no se tienen. De su práctica empresarial solo tienen el recuerdo cariñoso de aquellas reformas sociales.

El empresariado que se reconoce como socialcristiano, que ojalá no sea solo de palabra, debería revisar, estudiar y asimilar las Encíclicas papales la Rerum Novarum, la Quadragesimo Anno, Mater et Magistra, Pacem in Terris, Populorum Progressio, Octogesima adveniens, Laborem Exercens, Sollicitudo Rei Socialis, Centesimus Annus, Caritas in veritate, Laudato si y Fratelli tutti. Les recomiendo, además, el Código Social de Malinas de 1927, donde se defienden los derechos de los trabajadores, entre ellos el derecho a la organización sindical, a la huelga y a la jornada de trabajo de ocho horas, banderas que asumió la Iglesia desde 1891.

El Proyecto de Ley N.º 24.290 sobre las jornada esclavista de trabajo de 12 horas diarias lo está impulsando en la Asamblea Legislativa principalmente el gobierno del Jaguar, sus felinos diputados, y la fracción parlamentaria del partido Unidad Social Cristiana, que discute en su seno si eliminan lo de “cristiana”, porque ya no tiene nada ver con ellos esa denominación.

Recientemente, la Iglesia Católica de Costa Rica, por medio de la Conferencia Episcopal, que reúne a todos sus Obispos, se pronunció en contra de este Proyecto de Ley y del establecimiento de la jornada de trabajo de 12 horas.

La Iglesia Católica considera que estas jornadas afectarán la vida familiar, las dinámicas sociales y de las comunidades, la comunicación y convivencia al interior de las familias, el tiempo de convivencia conyugal, el tiempo de los trabajadores con sus hijos. Para la Iglesia Católica el tiempo de familia también se vería comprometido y disminuido.

Señala la Iglesia Católica que se obstaculizan las tareas de cuido, como se carece de ellas, para los dependientes de las familias, y se despersonaliza la atención de menores y de su atención en el propio hogar.

Los Obispos también señalan que el Proyecto de Ley no garantiza la invulnerabilidad para la exclusión laboral de personas. La Iglesia también reconoce que la jornada de 12 horas afectará la salud física y mental de los trabajadores.

La Iglesia Católica categóricamente afirmó que pueden reforzar un modelo de crecimiento económico que resulte exclusive e inequitativo, pronunciándose por la generación de empleo decente.

 

Compartido con SURCOS por el autor.

Monseñor Víctor Manuel Sanabria Martínez, el Reformista, el Revolucionario, el Benemérito de la Patria, el Hombre y Jefe de la Iglesia de su tiempo, ante el 72 aniversario de su fallecimiento

Vladimir de la Cruz

Mañana, 8 de junio, Mons. Víctor Manuel Sanabria Martínez, quien se desempeñó como el II Arzobispo de San José, durante los años 1940-1952, se cumple el 72 aniversario de su fallecimiento, a la edad de 54 años. Con este motivo la Iglesia Católica, especialmente la Diócesis de Cartago, esta semana ha conmemorado el fallecimiento de Monseñor Sanabria con actividades. El miércoles pasado, en el Auditorio del Centro Pastoral Monseñor Sanabria, hubo un conversatorio con historiadores cartagineses y hoy viernes con actividades religiosas en el Templo parroquial, con un desfile a las 10 a.m. que se hará hacia la Ermita donde yacen los restos de Monseñor Sanabria. El conversatorio giró destacando su figura de religioso, pero también del Gran Arzobispo que fue cuando el país necesitó un guía espiritual acompañando el acuerdo político de la Reforma Social de 1943 impulsada por el Gobierno de Rafael Ángel Calderón Guardia y el partido Comunista dirigido por Manuel Mora Valverde, estos tres grandes costarricenses declarados Beneméritos de la Patria.

Fue el Obispo que le tocó enfrentar los años convulsos de la II Guerra Mundial, 1939-1945, del inicio violento de la llamada Guerra Fría, a partir de 1945; de los gobiernos reformistas del Dr. Rafael Ángel Calderón Guardia, 1940-1944, del Lic. Teodoro Picado, 1944-1948, de los sucesos de las elecciones presidenciales de Otilio Ulate Blanco, anuladas en febrero de 1948 lo que dio origen a la Guerra Civil de marzo-abril, de 1948, al Gobierno de Facto fundador de la llamada Segunda República, encabezado por José Figueres, 1948-1949, y de los primeros años del gobierno de Otilio Ulate Blanco-1949-1952, cuando falleció.

Su carrera eclesiástica fue notable y exitosa. Inició sus estudios sacerdotales en 1915, que lo llevaron al subdiaconado en 1919, siendo escogido en ese momento por el Obispo, Mons. Juan Gaspar Stork para enviarlo a estudiar Derecho Canónico a Roma, Italia, donde se graduó con un Doctorado en Derecho Canónico y en 1921, fue ordenado sacerdote. También, durante su estancia en Italia, estudió Filosofía, en la Academia Santo Tomás.

En su retorno a Costa Rica inició su labor pastoral en la Parroquia de Cartago, en 1922, como Coadjutor de la Parroquia y profesor de religión del Colegio San Luis Gonzaga. Fue párroco de San Ignacio de Acosta en 1923 y Capellán del Colegio de Sion en 1925. Desde 1924 había sido incorporado al gobierno de la Arquidiócesis de San José, bajo el Obispado de Mons. Otón Castro Jiménez, del cual fue su Secretario. En 1926 fue nombrado Vicario General y Canónigo Teologal.

Al fallecer el primer Obispo de Alajuela, en 1937, Mons. Antonio del Carmen Monestel, el Papa Pío XI, le nombró su sucesor, a partir del 12 de marzo de 1938, siendo Obispo de Alajuela hasta el 7 de marzo de 1940, cuando Pío XII, lo nombró como el Segundo Arzobispo de San José, a partir de esta fecha, asumiendo sus arzobispado unos días antes de que el Dr. Rafael Ángel Calderón Guardia asumiera la Presidencia de la República, el 8 de mayo de 1940.

Durante estas dos décadas, desde su ordenación sacerdotal hasta la asunción al arzobispado nacional, le tocó vivir cambios históricos importantes, como fueron el triunfo de la Revolución Rusa, en 1917, el fin de la I Guerra Mundial, el surgimiento de la Unión Soviética, en 1922, los procesos revolucionarios que en Europa, al calor de lo que sucedía en Rusia, intentaron desarrollar procesos políticos insurreccionales semejantes. El surgimiento de la Organización Internacional del Trabajo, el nacimiento y muerte de la Liga de las Naciones, 1919-1939, el surgimiento del fascismo en Italia, desde inicios de la década de 1920 y del nacionalsocialismo en Alemania, desde inicios de la década de 1930, y durante esta década de los sucesos de la Segunda República Española, 1931-1939, fracturada con la guerra civil española desde 1936-1939, con su derrota y el ascenso al poder dictatorial de Francisco Franco a partir de 1939, aliado de Hitler y de Mussolini, en los eventos de la II Guerra Mundial, así como el nacimiento y primeros pasos de las Naciones Unidas, 1945-1952.

En el campo de la Iglesia Católica hubo respuestas a los movimientos sociales y las luchas sindicalistas, anarquistas, socialistas y comunistas, de finales del siglo XIX y principios de siglo XX, que se expresaron en la Encíclica Rerum Novarum, 1891, cuando todavía no había triunfado ninguna revolución socialista o comunista y, a los nuevos eventos que arrancan con la Revolución Rusa, cuando se impulsa el Código Social de Malinas, publicado en 1927, que el Cardenal Desiré Joseph Mercier, divulgaba y debatía desde 1921 en sus fundamentos, antes de su publicación, que Monseñor Sanabria apreció desde sus orígenes, como también influyó este Código en el Dr. Rafael Ángel Calderón Guardia, que en esos días estudiaba en la Universidad Católica de Lovaina, y esta tradición social cristiana, y en la Universidad Libre de Bruselas. Igualmente fue la promulgación de la Encíclica Quadragesimo Anno, de 1931, que fue la respuesta eclesiástica a la existencia de la URSS y del desarrollo de los partidos comunistas, al calor de la III Internacional, que impulsó Lenin.

En lo interno, en Costa Rica, le tocó nacer y vivir la última etapa de la llamada República Liberal, que había surgido en 1870, con el General y Presidente Tomás Guardia Gutiérrez, la cual se prolongaba hasta 1940; al impacto de las Reformas Liberales de la década de 1880, República ya cuestionada por una nueva intelectualidad que surgía a partir de 1890, y por el surgimiento de movimientos obreros, sociales y políticos en el país, destacando las organizaciones sindicales, el movimiento socialista del Dr. Aniceto Montero, 1919-1923, identificado con la Revolución Rusa y con Lenin, el Partido Reformista, en 1923, identificado con los principios social cristianos de la Rerum Novarum, y el partido comunista de Costa Rica, en 1931, también identificado con la Revolución Rusa.

Los efectos de las reformas liberales habían sido, entre otros aspectos, la separación de la Iglesia del Estado en materia educativa y otras restricciones que se impusieron a la Iglesia.

En ese contexto Monseñor Sanabria se identificó, hasta iniciado el gobierno del Dr. Calderón Guardia, con las tesis conservadoras y anticomunistas de la Iglesia Católica, y las tesis conservadoras y similares del gobierno de León Cortés Castro, 1936-1940. Para él, ser comunista era casi un estado pecaminoso.

El Partido Comunista había tenido un desarrollo importante, en la década de 1930, con la huelga bananera de 1934, de otras luchas similares y el desarrollo de su influencia en el sector agrario del Valle Central, que lo llevó a convertirse en la segunda fuerza política y electoral para las elecciones de 1940.

El partido Republicano y el gobierno de León Cortés habían negociado el apoyo de la Iglesia a su candidato electoral, el Dr. Rafael Ángel Calderón Guardia, a condición de la derogatoria de las leyes liberales lo que el presidente electo, inmediatamente cumplió, en esos primeros meses de gobierno de 1940.

Frente a la alianza del gobierno con la Iglesia, con motivo de la derogatoria de las leyes liberales, se intentó una coalición de dichas fuerzas, encabezadas por el expresidente Ricardo Jiménez Oreamuno, que convocó a masones, liberales independientes, a los comunistas y a los seguidores del Dr. Francisco Vargas Vargas, del Partido Confraternidad Guanacasteca, alianza que no pudo concretarse, presentándose a las elecciones de 1939-1940, el partido Republicano Nacional, con el Dr. Rafael Ángel Calderón Guardia, el Partido Comunista que participaba por medio del Bloque de Obreros y Campesinos y el Dr. Francisco Vargas Vargas, del Partido Confraternidad Guanacasteca, ganando el Dr. Calderón Guardia con un 84.5% de votación siguiéndole los comunistas con un 9.8%, y con un 5.7% el Dr. Vargas Vargas.

Los discursos e intervenciones públicas del Obispo Sanabria, en esos días, se enmarcaban fuertemente contra el Partido Comunista, contra su naturaleza política y filosófica, pintándolo como un partido ajeno a la historia y la tradición nacional.

Efraín Jiménez Guerrero y Manuel Mora, ambos comunistas, y Rafael Ángel Calderón habían sido electos, simultáneamente, como diputados al Congreso de la República en 1934, manteniéndose electos continuamente en 1938, período que les permitió desarrollar una amistad política y personal profunda, fortalecida a partir de 1943 con la alianza que llegan a establecer.

El Surgimiento de la II Guerra Mundial, a partir de 1939 impactó violentamente la economía nacional, especialmente en sus exportaciones agrícolas, provocando una crisis aguda en la economía nacional.

Las luchas sociales se habían intensificado. El Partido Comunista controlaba el movimiento sindical urbano y agrario. La Unión General de Trabajadores, surgida en 1928, que fue la base social del nacimiento del Partido Comunista, fue disuelta por este partido en 1938, en la Unión Nacional Campesina y el Comité Sindical de Enlace, para dirigir mejor sus acciones sindicales y de lucha. Durante esos años, hasta 1942, hubo movilizaciones populares impulsadas por el Partido Comunista para enfrentar la crisis de la guerra.

El ataque de los japoneses, aliados de Hitler, a las bases militares de Estados Unidos en Pearl Harbor, en Hawái, provocó que el gobierno de Calderón Guardia en diciembre de 1941, solidarizándose con Estados Unidos, le declarara la guerra al Eje nazi fascista, rompiendo relaciones diplomáticas con Alemania, Italia y Japón, tomando medidas severas de control de estas poblaciones en el país, incluso con campos de concentración, lo que lo separa de las fuerzas políticas que se identificaban con León Cortés y sus intereses económicos.

Por su parte, los comunistas, a escala internacional, a partir del VII Congreso de la Internacional Comunista, celebrado en Moscú en 1935, frente al avance del nazi fascismo en Europa, impulsaban la política de Frentes Populares, de coaliciones políticas en defensa de la democracia que era amenazada por el fascismo internacional. El intento de la coalición liberal contra Calderón Guardia en 1939 calzó en esa perspectiva.

La crisis agudizada, de ese momento, creó las condiciones para que se aliaran los comunistas y el gobierno de Calderón Guardia, con apoyo de la Iglesia Católica, encabezada por Monseñor Sanabria, bajo el impulso de lo que se ha conocido como la Reforma Social, la aprobación del Capítulo de Garantías Sociales que se llevó a la Constitución de 1871, en ese momento vigente, y la aprobación del Código de Trabajo de 1943.

Esos días, entre las preocupaciones de Monseñor Sanabria estaba el importante papel que tenía el Partido Comunista en los sectores sociales, obreros y campesinos, en sus organizaciones, y en cómo enfrentarlo, combatirlo o neutralizarlo. En esa dirección apuntó a formar dos sacerdotes, ambos hermanos, inteligentes y talentosos, para que estudiaran y se formaran en el campo de las ciencias sociales, la sociología, con la intención de desarrollar una organización sindical propia, de la Iglesia, y de influir en la organización agraria, con el impulso de cooperativas. Así, envió a Benjamín y a Santiago Núñez Vargas, para que se prepararan en el sindicalismo y el cooperativismo. Había que romper el monopolio sindical que tenían los comunistas.

La crisis política del gobierno y la cercanía con los comunistas le abría esa oportunidad de negociación, para dar apoyo a esa alianza. Se iniciaron las negociaciones.

El gobierno necesitaba estabilidad política y apoyo popular, que lo había perdido. En la inauguración del Estadio Nacional, el 31 de agosto de 1941, el presidente fue chiflado, en el juego entre los equipos Liga Deportiva Alajuelense y la Sociedad Gimnástica Española.

El Partido Comunista le ofrecía ese apoyo popular y parlamentario, que urgía al gobierno. La Iglesia condicionó su apoyo para participar con los comunistas. Lo primero, entre varias, cosas, que el partido comunista cambiara de nombre. Cambió de nombre: surgió Vanguardia Popular. Que el partido comunista no se opusiera a la formación de una nueva central sindical. Los comunistas en 1942 habían fusionado sus organizaciones laborales en el Comité Nacional Sindical de Enlace, que para 1943 se llamaba Confederación de Trabajadores de Costa Rica, CTCR, que tenía dos representantes en la Junta Directiva de la CCSS, Rodolfo Guzmán y Enrique Benavides. Los comunistas no se opusieron a esa nueva central sindical, que dirigió el sacerdote Benjamín Núñez, la Confederación Costarricense de Trabajadores Rerum Novarum, CCTCR, y le cedieron el campo de Enrique Benavides en la CCSS, petición también de Sanabria. Igualmente, pedía Sanabria, que los comunistas reconocieran que las reformas sociales tenían inspiración social cristiana lo que también aceptaron.

Los comunistas no exigieron ni pidieron miembros en el Gabinete de Calderón Guardia. Pidieron la aceptación pública de parte de la Iglesia de que los católicos podían militar en su partido, lo que combatía Sanabria. Monseñor, inteligentemente, declaró públicamente que los católicos podían ingresar a la nueva organización, Vanguardia Popular, “sin cargo de conciencia alguna”; es decir sin que fuera pecado.

Electoralmente, este pacto por la Reforma Social se materializó en la coalición electoral, llamada Bloque de la Victoria, que llevó al gobierno al Lic. Teodoro Picado Michalski, para el período 1944-1948, dándole continuidad y fortaleza a la Reforma Social, cuyo origen electoral cuestionado por la oposición, condujo a un período de mucha agitación política y a los sucesos finales de su gobierno, con la nulidad de las elecciones de Otilio Ulate Blanco en 1948, justificando el levantamiento militar de José Figueres, en defensa de ese resultado electoral, a cuyo triunfo se le impuso a Otilio Ulate, quedándose dos años en el gobierno, denominado Junta Fundadora de la Segunda República, desde el 8 de mayo de 1948 hasta el 7 de noviembre de 1949, cuando la Presidencia se le entregó a Otilio Ulate.

Durante estos años, 1943-1949, Monseñor Sanabria se mantuvo fiel a la alianza de 1943 con los comunistas y con los gobiernos de Calderón y Picado. La Junta hizo lo posible, presionando en Roma, para su destitución, lo que paró Otilio Ulate. En un momento, durante el gobierno de la Junta, Monseñor se le enfrentó con valor, manifestando que mientras él fuera “el Jefe de la Iglesia en Costa Rica, ella no estará al servicio de los poderosos sino al servicio de los pobres”, sabiendo colocarse a la altura de su tiempo.

 

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