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Etiqueta: intolerancia

Siguen los bárbaros

Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)

En el estadio del Atlético de Madrid en España este fin de semana se escucharon insultos xenófobos y racistas en contra del jugador Nico Williams, del Athletic Club.

Lo destacable del hecho es que en esta ocasión el bárbaro fue solamente un aficionado. Por su acción, (la imitación del sonido de un mono al estar cerca el jugador del equipo contrario) el equipo madridista fue multado a nivel económico y el sector donde este bárbaro profirió sus insultos, será cerrado en los dos partidos siguientes.

Acciones como estas, estamos claros, son ejemplarizantes, pero no detendrán el mal estructural del racismo y la intolerancia en una sociedad que poco ha entendido de qué va el ejercicio de la convivencia.

El racismo no es una contingencia. No es un grito por allá. Un insulto por acá. Es el resultado del ejercicio de un poder colonial de décadas que entiende la superioridad biológica y social como un juego de aniquilación sistemática del otro al que considera inferior.

En Costa Rica, un día si y otro también los actos de barbarie racista se repiten en los campos de juego. En Pérez Zeledón, ubicado al sur del país, un juego fue detenido y un aficionado fue sacado del estadio por su acción contra el jugador Joel Campbell. Eso estuvo bien.

Dias después en otro estadio ubicado en el Pacífico costarricense otro jugador, Jonathan McDonald, denunció haber sido insultado de la misma forma. Pero en esta ocasión el protocolo no fue activado. Eso estuvo mal.

Las acciones contra los bárbaros deben ser sistemáticas y sostenidas. En la medida en que se vean acorralados y limitados en sus actos, sentirán que la sociedad los señala por lo que hacen. Esto es el principio de la construcción de una nueva colectividad, más cercana a los valores de la horizontalidad y el reconocimiento del otro y la otra. Una sociedad donde los bárbaros como estos no vuelvan a sentirse empoderados.

Entre Bibby Stockholm y la xenofobia: la vergüenza del mundo poscovid

Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)

Como si no hubiese sido ya lacerante el escrutinio al que fueron sometidas cientos de miles de personas en condiciones de movilidad humana a nivel global durante la época pandémica, el mundo sigue esforzándose hasta el retorcimiento con acciones concretas y discursivas en contra de estas humanidades.

Entre julio y agosto los ejemplos han sido contundentes. Algunos lejanos, otros más cercanos a los contextos costarricenses.

El nombre Bibby Stockholm quizá no diga mucho para alguna gente por estos lares. Pero si ese enunciado se explica con una imagen extraña, llena de incertidumbre, como sacada de alguna trampa ficcional de cuento o novela, entonces adquiere otra dimensión.

Trataré de describirla.

Es una gran caja cuadrada de varios cientos de metros de extensión. Incrustada en algún lugar de los mares europeos como la noción moderna del Arca de Noé.

A simple vista parece un mal diseño de un crucero de turistas, de esos que un día sí y otro también bajan borrachos en puertos exóticos y se sacan fotografías hirientes con la pobreza y la desigualdad que el sistema neoliberal ha generado en casi todos los destinos paradisiacos del amor líquido, como llamó el sociólogo polaco-británico Zygmunt Bauman al turismo posmoderno alguna vez.

Pero esta caja no es ni por asomo ningún crucero del amor. Se trata de un proyecto más de esa Europa fortaleza, encargado por el gobierno británico para alojar allí, en el mar al sur de Inglaterra, cerca de 500 migrantes irregulares a la espera de la resolución de su estatus jurídico.

Es una cárcel flotante.

Se estima que en los próximos meses sean instalados más proyectos de este tipo, para “alivianar la carga social y económica que representan miles de migrantes en su intento de ingresar a esa Europa”, cada vez más conservadora y autoritaria.

Es una vergüenza compartir en la misma generación en la que estas ideas han sido puestas en funcionamiento. Da vergüenza y dolor.

Por otra parte, el ejemplo más cercano lo vemos en las calles costarricenses, donde de forma cotidiana se producen las actitudes de rechazo, sospecha y discriminación contra las migraciones en tránsito, sea de donde sea que vengan y éstas son traducen en discursos xenofóbicos vertidos en redes sociales y medios de comunicación.

Es esta una hora clave para la humanidad. Si nos logramos entender, habremos sido capaces de superar la pandemia del odio y la intolerancia. Habremos trascendido la vergüenza.

Pero si segregamos y rechazamos al otro, o lo desechamos fuera de nuestras fronteras como basura humana, los propios miedos y errores nos ganarán la partida. Seremos partícipes de la clausura de nuestra especie. Definitivamente.

Huelen a chancho: el odio como expresión de poder

Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)

Hace algunos días volví a compartir el dispositivo de sensibilidad e implicación subjetiva sobre las movilidades humanas en la región centroamericana.

Conversamos, accionamos, sentimos.

Pienso que este tipo de acciones son cada vez más necesarias en un contexto marcado por la incomprensión y los discursos discriminatorios a todo nivel. Las personas que no entienden las causas por las cuales se produce la migración, no tienen forma de sentir empatía, de acercarse y entender sus motivos. Lo mismo harán con otras poblaciones a las que inferiorizarán al instante.

Entonces son necesarios otros tipos de acercamientos más allá del dato duro y la estadística o cierta tendencia a la solidaridad académica si esta no se acompaña de una actitud permanente y reflexiva que apoye el ejercicio de la comprensión y el trabajo con otras poblaciones, más allá del activismo y la supuesta corrección política. Hay que ir más allá.

Como más allá hay que ir para entender ciertas dinámicas de rechazo experimentadas por poblaciones locales.

Solo en este año 2023 el ámbito educativo costarricense nos ha proporcionado ejemplos que encienden las luces de alarma, vinculados con la dificultad para estar juntos, aceptar al otro en la diferencia, vivir con esta permanentemente.

Primero fueron las manifestaciones de racismo hacia una niña afrodescendiente por parte de una maestra. Más recientemente, otra docente en apariencia, directora de otro centro educativo, manifestó a un grupo de niños con los que trabaja, también ubicado en Limón, región atlántica costarricense, que “olían como chanchos, como indígenas”.

Este es un acto de racismo que debe ser investigado hasta las últimas consecuencias.

De acuerdo con Olga Sabido Ramos (2012) cuando se muestra asco o repulsión hacia el otro, se está construyendo una relación desequilibrada de poder, colocando a ese otro en posición de extrañamiento.

No es posible dimensionar el impacto psicológico y emocional en un niño que es animalizado de esta forma, que es reducido a la mínima expresión. De igual forma, no es aceptable que alguien que trabaje en educación tenga tal desprecio por las poblaciones originarias hasta el punto de relacionarlas con malos olores o prácticas diferentes.

Algo, mucho, se debe hacer con este tipo de actitudes: no es solo reprimirlas y castigarlas. Se debe profundizar en procesos de formación con contenidos sobre la convivencia como eje educativo. Se debe trabajar en la raíz de la intolerancia como expresión del odio, para erradicarla de toda relación social.

Vivir con el otro es entenderlo. Procuremos hacerlo sobre la base de la razón, pero sobre todo, del afecto. En eso creemos. En eso trabajamos.

Cacerías de brujas y estado de excepción en Costa Rica (II)

Rogelio Cedeño Castro, sociólogo y escritor costarricense

La pacífica y bucólica Costa Rica nunca ha estado exenta de la tentación de las cacerías de brujas, en distintos momentos de su historia, las que si bien no alcanzaron jamás las dimensiones de las ocurridas en la localidad de Salem, Massachussets, cuando un grupo de mujeres fueron acusadas de presuntos “tratos” con el diablo, siendo ejecutadas en la horca, durante los últimos años del siglo XVII, entre 1692 y 1693, no han estado ausentes del todo en nuestro horizonte político y social, teniendo como punto de partida la intolerancia religiosa, política o racial aún existentes entre nosotros.

La intolerancia y el fanatismo en materia religiosa y cultural, por parte del alto clero católico se puso de manifiesto durante el conflicto con los liberales, a lo largo de las últimas décadas del siglo XIX, el que se saldó con las leyes liberales y la prohibición al clero de participar en la vida política electoral. Sin embargo, hubo cierta persecución hacia quienes predicaron y adoptaron el protestantismo liberal durante las primeras décadas del nuevo siglo, especialmente en las zonas rurales donde el predominio católico era casi total.

Los protestantes, por su parte, se institucionalizaron y expandieron su ámbito de influencia a través de la creación del Hospital Clínica Bíblica, concebido para favorecer a los sectores populares (propósito que fue distorsionado durante la segunda mitad del siglo XX al convertirse la medicina privada en un gran negocio), y del Seminario Bíblico Latinoamericano fundado en 1923, que se convirtió en los últimos años del siglo XX en la Universidad Bíblica Latinoamericana, heredera de la tradición académica y de los recursos documentales del primero.

Por otra parte, no hubo partidos políticos confesionales hasta un siglo después, cuando las sectas neopentescostales irrumpen en la vida política, durante los últimos años del siglo XX, desde posiciones muy reaccionarias, integristas y proclives al neofascismo, que establecieron vínculos estrechos con Jair Bolsonaro en Brasil y Yanine Áñez en Bolivia. La incidencia de este factor terminó por favorecer al statu quo político, representado por el PAC en las elecciones de 2014 y 2018, especialmente esos comicios en que Carlos Alvarado se enfrentó al neopentecostal Fabricio Alvarado, a quien venció en las urnas con un programa político proclive a la derecha y al autoritarismo, como herramienta para imponer las políticas de shock impulsadas por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.

Tal y como habíamos dicho líneas atrás, Costa Rica vivió en un estado de excepción e intolerancia políticas, mucho más sufridas y percibidas por las víctimas que por los victimarios, quienes por lo general tienden a naturalizar o restarle importancia a estos hechos, durante el primer cuarto de la segunda mitad del siglo pasado, lo que constituye un período bastante extenso del devenir histórico de la sociedad costarricense, suficiente como para no haber dejado huellas profundas en la mentalidad de la población.

Con la derogatoria, más bien modificación, del párrafo segundo del artículo 98 de la constitución política de 1949, si bien se garantizaron los derechos políticos a la izquierda costarricense, se dejó siempre en manos del Tribunal Supremo de Elecciones todo lo relativo a la formación, medios de acción, ideología y estructuras organizativas de todos los partidos políticos, un hecho que a lo largo de los últimos años del siglo anterior y las dos primeras décadas del presente, terminó por dar al traste con la partidocracia costarricense, al distorsionarla esencialmente por la conversión de los partidos políticos en meros apéndices del estado, pudiendo el mencionado TSE disolverlos o distorsionarlos de acuerdo con los intereses de sus integrantes, por lo que la corrupción ha sido monstruosa, especialmente en lo que se refiere al financiamiento de las campañas electorales.

A pesar de la existencia del sostenido estado de excepción, a que hemos venido haciendo alusión y del feroz anticomunismo de oficio que imperaron durante la segunda mitad del siglo XX, el estado social de derecho y las conquistas sociales más importantes de la década del cuarenta mantuvieron su dinamismo hasta bien entrados los años ochenta, cuando empezaron los programas de ajuste estructural y se impuso en la región el mal llamado “Consenso de Washington” en la década de los noventa, dentro de lo que resulta una paradoja que confunde a mucha gente.

Al señor presidente de la República, con el respeto debido…

Mainier Barboza

Mainier Barboza Soto
Coordinador Movimiento Patriótico por Costa Rica

Señor presidente:

Este miércoles 29 de marzo de 2023 se realizó una marcha convocada por el sector del agro costarricense, con la presencia muy numerosa de los arroceros pequeños y medios, que como usted sabe la pasan mal; debería darse la vueltita a la zona de esta gente de la tierra y palpar la realidad por cuenta propia; digo esto porque se siente en sus acciones, su discurso, en su tono de voz y sus gestos, mucha intolerancia; misma que muchas veces raya en el irrespeto al pueblo trabajador y a los que participamos de otras organizaciones del sector público, cultura, mujeres, estudiantes, que para su conocimiento, el sector agrario fue directamente a las organizaciones sociales, sindicales y otras a cursar invitación, de manera que marchamos como costarricenses que conocemos las necesidades de nuestros agricultores, lo mismo que la crisis actual del modelo económico.

En una sociedad bajo el marco del sistema capitalista, la democracia no es solo representativa, es participativa, además, debe prevalecer la justicia distributiva, la cultura gregaria, la ética, conceptos y principios que se extraen entre otros de Adam Smith (Teoría de los Sentimientos Morales). El sistema está integrado de tal forma que todos participamos del proceso de producción, para el caso de la agricultura, los productos van al mercado (vendedores y compradores), serán para el consumo; toda la población entra en la cadena, ¿cierto, señor Presidente? En el intercambio, no toda la sociedad comprará, depende de su capacidad de ingreso, pero todos participan, aquí, entonces, mi pregunta: Si soy parte de la cadena de producción y soy académico, por ejemplo o empleado público, ¿por qué tengo que saber cosechar «rábanos o culantros»? Es la conciencia como miembro de la sociedad la que me mueve a ser solidario con otras personas.

La interpretación de la acción social, es deber de los políticos analizarla, con objetividad, a la luz de la realidad y, con mayor razón, los gobiernos, como el que a usted señor Presidente, el voto popular, lo eligió. «Lo cortés no quita lo valiente».

De usted con las consideraciones debidas:

«No es esperes a que te toque el turno de hablar: escucha de veras y serás diferente». Sir Charles Chaplin…