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Etiqueta: Juan Rafael Mora Porras

«Juan Rafael Mora Porras: Primer ensayista costarricense»

Freddy Pacheco León

DON JUANITO MORA. Ensayista rescatado por don Juan Durán Luzio.

¡Gracias a su ingenio y a la pasión conque abordó su investigación, logró desechar las actitudes y opiniones prejuiciadas contra nuestro héroe, principalmente exhibidas por algunos historiadores!

Le exposición de don Juan Durán Luzio en este video:

Está pendiente el Funeral de Estado para el presidente Juan Rafael Mora Porras

Vladimir de la Cruz

Esta Semana la Academia Morista Costarricense está realizando la Semana Morista, como todos los años, coincidiendo con el 30 de setiembre, que nos recuerda el asesinato de Estado perpetrado contra el Benemérito de la Patria, Juan Rafael Mora Porras, Presidente de la República, Gran Conductor Político y Estratega de la Guerra Nacional contra los filibusteros norteamericanos, que querían hacer de las Repúblicas centroamericanas Estados anexos y sometidos a los Estados sureños de los Estados Unidos, y convertir a nuestros pueblos en mano de obra esclava de los estados sureños esclavistas.

Esta Semana, las conferencias programadas, se realizan con colaboración de la Biblioteca Nacional, a las 4 p.m., actividades que se pueden seguir en el Facebook de la Biblioteca. El lunes pasado Susana Trejos Marín disertó sobre las “Ideas y valores del Padre de la Patria”, y ayer martes lo hizo Ana María Botey Sobrado sobre “La salud pública en la década de Mora. Desafíos y avances”. Hoy miércoles lo hará Álvaro Ramírez Bogantes sobre “La política fiscal del presidente Mora”, mañana jueves disertará Manuel Araya Incera sobre “La política exterior de Costa Rica en tiempos de Mora”. El día viernes 30, en Puntarenas, por la mañana se realizará una actividad oficial especial.

El 30 de setiembre, el día del asesinato del presidente Mora, nos llama a recordar que tenemos una deuda pendiente con él, con su Memoria, la realización oficial de un Funeral de Estado.

La sociedad costarricense, el mundo político nacional, tiene esa gran deuda histórica con el Benemérito de la Patria, con el Héroe y Libertador Nacional, con el gran conductor, gran estratega y táctico, de la Guerra Nacional contra los filibusteros norteamericanos, en 1856 -1857, el tres veces presidente de la República, el Capitán General Juan Rafael Mora Porras. Es hora de saldar esa deuda.

Su tercer período fue interrumpido por un Golpe de Estado, el 14 de agosto de 1859, en un acto traicionero que realizaron los militares, que también se habían distinguido en los combates de la Guerra Nacional, el coronel Lorenzo Salazar y el Mayor Máximo Blanco, que tenían a la sombra a José María Montealegre Fernández, conspirador e instigador del Golpe de Estado, quien había estado casado con una hermana de Juan Rafael Mora, a esa fecha ya fallecida.

Como premio del Golpe de Estado el presidente José María Montealegre Fernández, que sucedió a Juan Rafael Mora, ascendió al grado de Generales a los militares traidores, Máximo Blanco y Lorenzo Salazar.

El Golpe de Estado obligó a que Juan Rafael Mora, su hermano José Joaquín, y su cuñado, José María Cañas, ambos Generales, y su sobrino Manuel Argüello Mora, tuvieran que marchar forzadamente, por extrañamiento, hacia El Salvador, la Patria del General José María Cañas Escamilla.

En las nuevas elecciones, en 1860 quedó electo José María Montealegre Fernández. El presidente Mora se aprestó y preparó para regresar a recuperar el Mandato Presidencial que le había sido arrebatado. Buscó el apoyo correspondiente.

El 17 de setiembre de 1860, de regreso en Puntarenas, quienes le apoyaban tomaron el Puerto de Puntarenas hasta el Río Barranca. Traicionado, nuevamente, por falsa información que había recibido, fue derrotado en la llamada Batalla de la Angostura, por fuerzas leales al gobierno de José María Montealegre Fernández. Terminó siendo capturado y sometido a un juicio militar sumario, condenándosele a la muerte. En la negociación de su fusilamiento se había eximido de igual desenlace al General José María Cañas.

Junto al presidente Mora fue fusilado el General Ignacio Arancibia, de origen chileno, distinguido militar que también había participado en la Guerra Nacional contra los filibusteros y acompañaba al presidente Mora.

El acto traidor e infame del fusilamiento se llevó a cabo el 30 de setiembre de 1860, a las 3 de la tarde, en el sitio conocido como Los Jobos, en Puntarenas. Quienes ordenaron su fusilamiento, su asesinato, lo hicieron a conciencia, sabiendo el crimen que realizaban, como un crimen de Estado, por ello es más importante rectificar su muerte con un Funeral de Estado.

Allí fueron asesinados Juan Rafael Mora Porras e Ignacio Arancibia, después de que se entregó bajo el compromiso, del ministro de Relaciones Exteriores, Francisco María Iglesias Llorente, de respetarle la vida a quienes lo acompañaban. Su muerte, informó el ministro al presidente José María Montealegre, “fue con dignidad y valor”.

El Consejo Militar, que actuó como Consejo de Guerra, y Consejo de Asesinos uniformados, que lo fusilaron tres horas después de su entrega, estuvo integrado por el General Máximo Blanco, el General Florentino Alfaro, el coronel Pedro García, Francisco Montealegre Fernández, que era el Primer Designado a la Presidencia de la República y el ministro de Relaciones Exteriores, Francisco María Iglesias.

La tradición cuenta que los soldados que participaron en el acto del fusilamiento lloraban con dolor al momento de recibir la orden de disparar.

Violando lo pactado, al General José María Cañas lo fusilaron dos días después, el 2 de octubre, en el mismo lugar, a las 9 de la mañana. La orden de fusilamiento del General José María Cañas había sido por el Consejo de Gobierno. La comunicación de este acuerdo la llevaron a Puntarenas los Capitanes Ramón Castro Araya y Pablo Quirós.

El trato que le dieron a los cuerpos fusilados del presidente y del General Arancibia fue de desprecio total. Los dejaron expuestos, a la intemperie, con el ánimo de que las aguas del estero se los llevaran, y los animales hicieran de las suyas.

Gracias a un grupo de entrañables amigos, y parientes, del presidente, entre ellos los Cónsules de Gran Bretaña y de Francia, los señores Richard Farrer y Jean Jacques Bonnefil, junto con los yernos de Bonnefil, Santiago Constantine y Julio Rosat, y el Capitán Francisco Roger, se impidió que los cuerpos acabaran en el estero.

Una vez que recuperaron los cuerpos procedieron a enterrarlos en el cementerio del estero, en una fosa cavada por ellos mismos, donde depositaron también el cuerpo de General José María Cañas, y resguardada por los siguientes seis años.

El 20 de mayo de 1866 el Cónsul francés Jean Jacques Bonnefil, con cuatro personas, marineros, Carlos Leonara, Enrique Ligoneff, Francisco Hervé y Guillermo Noubée, exhumaron los cadáveres, los recogieron y mantuvieron durante un breve período de tiempo en la residencia del Cónsul, en Puntarenas, de donde los trasladaron después a San José, a la residencia del Cónsul, que estaba frente al Hospital San Juan de Dios.

En su casa se guardaron los restos de los Héroes hasta que el 13 de mayo de 1885 fueron depositados en el Cementerio General de la ciudad de San José, sin que se hubiera hecho nunca, a partir de esta fecha, ningún ceremonial oficial de Entierro de Estado, de Funeral de Estado, al presidente de la República, Benemérito y Héroe de la Campaña Nacional de 1856 y 1857 contra la presencia filibustera en Costa Rica y en Centroamérica.

Sobran los méritos de sus administraciones de Gobierno, que dejaré para comentar en otro artículo.

Lo que está pendiente desde aquel Asesinato de Estado es un gran acto nacional, que debe realizarse con un Gran Funeral de Estado, donde se cumpla, con el reconocimiento oficial, a la figura del Presidente Juan Rafael Mora Porras, y que se realice con toda la pompa, ceremonia y desfile que merezca, y donde resultado de este Funeral de Estado, se celebren las Honras Fúnebres Oficiales, y se reivindique, de esa manera, su memoria depositándolo oficialmente en su sepultura, en el Cementerio General, o en el Mausoleo, que con ese motivo se podría erigir de manera distinguida en el mismo Cementerio.

En su memoria, en el Gobierno de Federico Tinoco Granados, el 8 de diciembre de 1918, en el período de la Dictadura, se erigió un Monumento, en el sitio del magnicidio, en la esquina sur oeste de la actual Plaza llamada Mora y Cañas, ubicada en el Barrio El Carmen, entre avenida 1 y calle 9 de la ciudad de Puntarenas. Allí están los bustos, desde 1960, de los Héroes Juan Rafael Mora Porras y el General José María Cañas Escamilla, esculpidos por Juan Rafael Chacón.

El Funeral de Estado comprende un acto, en este caso, el acto de exhumación, de exequias o del cortejo fúnebre que debe realizarse acompañando los restos, los actos oficiales que se realicen en su Memoria en la Asamblea Legislativa, bajo capilla ardiente, u otros sitios que se dispongan a este efecto, incluyendo un acto ceremonial religioso, católico, que también se le podría tributar, por razones de su credo y de la tradición de mediados del siglo XIX, y el de nuevo depósito de sus restos en el Cementerio General.

La exhumación de los restos del presidente Juan Rafael Mora, a los efectos del Funeral de Estado, deben sacarse del Cementerio General en un acto absolutamente privado, y llevado al sitio donde se le rendirá el Funeral de Estado.

El Funeral de Estado es la ceremonia pública que en Honor de la figura política del presidente Juan Rafael Mora Porras debe realizarse.

Un Funeral de Estado no es un funeral religioso. Con el Funeral de Estado se decretan por lo menos tres días de Duelo Nacional, con el Pabellón Nacional y la Bandera Nacional a media asta, en todos los edificios e instituciones de la administración pública, de las Escuelas y Colegios, en que se exhiban banderas en el exterior. A esas banderas no se les deben poner crespones o lazos negros.

Cuando las banderas están en el interior lo que procede es enrollarlas en el mástil de manera que se evite cualquier ondeo, y en la base de estas banderas, se debe poner una corbata negra, un lazo negro con cabos largos.

Las fuerzas de escolta que acompañen el féretro deben ir a pie, no a caballo, de manera que nadie esté por encima del féretro.

En el Funeral de Estado que se organizare para el presidente Juan Rafael Mora Porras se puede contemplar la realización de una Vela Pública, de uno a tres días, con Guardia de Honor, de la Fuerza Pública y de civiles que quieran participar de ella, donde los costarricenses, escolares, estudiantes, ciudadanos, sean invitados, a acompañar los restos del Héroe, antes del ceremonial oficial y de su entierro definitivo, resultado de este Funeral de Estado.

La Guardia de Honor, debe estar en absoluto silencio, durante unos minutos alrededor del féretro. Su silencio es para manifestar el respeto y el afecto hacia la persona a la que se le está rindiendo el Homenaje. La Guardia de Honor se hace por turnos de varias personas, dos, cuatro o seis.

La Vela Pública es para que el Pueblo de manera directa pueda despedirse del presidente Juan Rafael Mora Porras, el presidente más amado, más querido, más admirado de la Historia Patria.

El Funeral de Estado, en todos los países, corresponde a un jefe de Estado, a un presidente, o a una figura de alta relevancia para el país, como último homenaje que se le tributa.

Un Funeral de Estado, para el Presidente Juan Rafael Mora Porras, servirá no solo para reivindicar el acto de su muerte, sino para fortalecer su Memoria, el culto y el respeto al Héroe, para fortalecer la identidad nacional en lo que el Presidente Mora evoca y significa, para enriquecer la conciencia histórica, pero sobre todo para hacer Justicia Histórica con el Héroe Nacional, que no tuvo su Funeral de Estado, su Funeral Oficial, con el que estamos en deuda nacional, quien le aseguró la Soberanía y la Independencia nacional al País, a la Patria, al Pueblo costarricense y centroamericano.

Este Funeral de Estado no será de despedida, es de bienvenida y de inserción oficial a la Memoria Histórica nacional.

Respecto al presidente Juan Rafael Mora no son suficientes los actos que se han hecho recordatorios de su insigne figura. Falta este acto, el del Funeral de Estado.

De no hacerse este Funeral de Estado pesará todavía en la Historia Nacional, y en la conciencia de los Gobernantes actuales, y de la clase política vigente, el bochorno, la mala conciencia o la conciencia cómplice con el asesinato y magnicidio, de no haber hecho este reconocimiento y homenaje, como ya se debió haber hecho.

En el Protocolo del acto funeral, y el desfile que se organizará para llevar sus restos de nuevo al Cementerio General, se tomarán en cuenta, para participar, a las Autoridades de Gobierno, en el cual el Presidente de la República encabeza la actividad, las autoridades de los Poderes Públicos, a los Representantes del Cuerpo Diplomático acreditado en Costa Rica, a los descendientes del Presidente Juan Rafael Mora Porras, y a sus familias, a los miembros de las Juntas Directivas de las instituciones estatales, a representantes de los Gobiernos locales, a los miembros de las Academias de Historia y Geografía, de la Academia Morista Costarricense, de la Tertulia del 56, a los Consejos Universitarios de las Universidades públicas, representantes de los Partidos Políticos, a Representantes de las Iglesias oficiales reconocidas en Costa Rica, y de los movimientos sociales que deseen participar desfilando. El Funeral de Estado puede acompañarse, además, con desfile de escolares, estudiantes y representantes de la Fuerza Pública, simbolizando el Ejército Nacional que el presidente Mora dirigió.

El Protocolo de un Funeral de Estado es complejo por la organización que debe desarrollarse a su alrededor. El Funeral de Estado puede realizarse en día laborable o no laborable.

El féretro del presidente debe cubrirse con el Pabellón Nacional, para indicar en este caso, además, que el Estado se hace responsable de lo que ocasionó su muerte.

Flores, ramos y coronas se entienden como un símbolo de amor, de sensación de la vida, hacia el difunto, y de expresar dolor y condolencia.

El Funeral de Estado es el máximo respeto a su memoria, el que no se le tuvo en el acto vil de su fusilamiento.

El desfile del Funeral de Estado debe hacerse con el simbolismo de protegerlo, en su morada final, de cualquier agresión externa.

Si hoy no es una cuestión de Estado saber dónde estuvo enterrado y dónde está enterrado el presidente Juan Rafael Mora Porras, sí es una cuestión de realizar el Funeral de Estado que el Benemérito presidente se merece para la posteridad.

La deuda nacional es también con el hermano del presidente Juan Rafael Mora, con el General José Joaquín Mora Porras y también se tiene con el General José María Cañas Escamilla.

Que el acto que pueda organizarse de Funeral de Estado para el presidente Juan Rafael Mora Porras, sirva también para exaltar las figuras de los Generales José Joaquín Mora Porras y José María Cañas Escamilla, ambos Héroes de la Guerra de 1856, ambos también víctimas de ese Tribunal Asesino.

El Funeral de Estado como expresión, también, de tristeza ante la muerte del presidente Juan Rafael Mora Porras, es a la vez la oportunidad de brindar el respeto y cariño, en la magnitud de la ceremonia que pueda organizarse, y de agradecimiento a quienes defendieron leal y dignamente al país y a Centroamérica de la amenaza filibustera.

Qué mejor momento el Funeral de Estado para que de fondo estén los Himnos, compuestos por Manuel María Gutiérrez Flores, jefe de Bandas militares y combatiente de la Campaña Nacional, el Himno Nacional y la Marcha patriótica alusiva a la Batalla de Santa Rosa, del 20 de marzo de 1856, surgida y escrita al calor de la Batalla, himnos con los que regresaron triunfantes las tropas.

De igual modo, para esta ocasión del Funeral de Estado, debe tenerse presente la obra musical el “Duelo de la Patria”, un Himno que evoca la tristeza, la pena y el dolor nacional, de todo el pueblo, del Maestro Rafael Chávez Torres, discípulo de Manuel María Gutiérrez, y sucesor de él en la Dirección de Bandas Militares, Himno que por primera vez se entonó en el Funeral del Presidente Tomás Guardia Gutiérrez, quien también se había distinguido en la Campaña Nacional, bajo las órdenes del General José María Cañas Escamilla.

 

Compartido con SURCOS por el autor.

Olas y Arenas

Palabras en acción

Puntarenas, jueves 20 de octubre 2021

Estimados y estimadas Moristas de Puntarenas, Olas y Arena tiene el honor de invitarle al programa literario: Palabras en Acción. Este encuentro será el viernes 29 de octubre 2021, a las 5 p.m. en la UNED Sede Puntarenas, en Pueblo Nuevo (Bo El Cocal).

Para esta ocasión, el invitado especial es el señor Fernando Villalobos Chacón, Ph D Catedrático, Historiador e Investigador, decano de la UTN, sede del Pacífico. El Doctor Villalobos Chacón, conversará sobre su vida, sus obras y sus sueños y acerca de sus trabajos de investigación sobre Juan Rafael Mora Porras (El Guerrero que Soñó Una Nación), como historiador y miembro asociado de la Academia Morista, pero sobre todo nos deleitará con la figura humana de don Juanito y su legado imperecedero.

Este programa será difundido en directo en nuestro territorio nacional por la UNED y en diferido por la BIBLIOTECA NACIONAL a los países hispanohablantes. Olas y Arena es organizado por el LEAP Laboratorio Experimental de las Artes de Puntarenas de La Fundación CamaleonArt y Acuarela Naranja.

Debido a las restricciones por aforo sanitario, no podemos extender presencialmente esta invitación. Podrán seguirnos por las plataformas tecnológicas de la UNED y la Biblioteca Nacional. Agradecemos su valioso seguimiento en este conversatorio.

Herbert E. Contreras Vásquez, M Sc.

Comandante en jefe (V. 2013)

La Verdad es inmutable y profunda como el Gran Océano; la mentira es un cadáver putrefacto y a la deriva sobre la superficie de las olas. 

Herbert E. Contreras Vásquez, poeta costeño. Escritos entre el año 2011 y el 30/X/2014, Puntarenas, Costa Rica.

A 150 años del Magnicidio de Juan Rafael Mora Porras

Odio,

odio, odio,

nuestro odio

surcará los tiempos.

Ay de quien

en medio de tinieblas

se atreva a encender

con flamante proclama

el pebetero de la Verdad,

la Justicia y el Coraje.

Ofreceremos treinta talentos de plata

a quien lo ponga en nuestras manos

o señale con dedo acusador.

Nuestros justicieros implacables

se encargarán del infortunio

de sus leales seguidores.

Al lado de los suyos

derramaremos su sangre

entre Angostura y el Altar de Jobo.

En siglo y medio ninguna pleamar 

lavará nuestro visceral odio

entre las cálidas arenas

de El Nicoya.

Le llamaremos traidor

por romper para siempre

las cadenas de servidumbre.

Jamás perdonaremos su osadía

por expulsar con armas en mano

a las huestes del Destino Manifiesto.

Será considerado sedicioso 

por construir una nación

libre y soberana.

Con plomo y pólvora

en su corazón ardiente

sacrificaremos sus ideales.

Por exponer nuestras cobardes

conspiraciones y turbios negocios

apagaremos su dignidad de guerrero.

Al pueblo le eclipsaremos

su dimensión de Elegido.

A la ciudadanía le ocultaremos

su proyección de Estadista.

Por decreto oficial,

a lo largo de siete generaciones

no se consignará su nombre

en el Libro de los Héroes.

Trataremos de dispersar sus mortajas,

para que no sea considerado mártir.

No tendremos reposo

tergiversando, difamando,

destruyendo su legado humanista.

Que esta no sea su tierra,

menos aún su Panteón.

Haremos de su noble espíritu

una sombra apátrida en las

brumas de la Historia.

Aborreceremos de su grandeza,

no sea que se le llegue a comparar

con Lincoln, Bolívar, Juárez o Martí.

Despreciaremos su visión universal.

Su valentía jamás nos quitará el sueño.

No permitiremos su lucidez y,

a nombre del poder terrenal.

Nosotros, los hijos de nuestros hijos

y los hijos de sus hijos también, odiaremos con odio cierto al Magno Libertador.

Palabra de HECO.

 

HUELLAS DE SANGRE (1814 – 2014)

“Dilecti Filii illustris et Honorabilis Viri Joannis Raphælis Mora.”

                                              Papa Pío IX

Cuando se cernía

en nuestro horizonte

la más ignominiosa amenaza

en medio del pueblo

se levantó un hombre

ilustre de mirada altiva

de temple de acero

y brazo combatiente

desde el plácido valle

con verbo profético

se dirigió a sus congéneres

para señalar camino y acciones

erguido y determinado

empezó a caminar

con su robusta pierna derecha

dio su primer paso

con su insobornable

pierna izquierda prosiguió

la Jornada de la Libertad

con voluntad inquebrantable

abarcó las distancias

la multitud bravía

avanzó tras él

inspirados

por el enemigo

de servidumbres

al fragor del combate

desde el pérfido Norte

se cebaron las intenciones

de los bárbaros esclavistas

y desalmados invasores

rubricando con vidas propias

la emancipación de la Nación

pero destino y prójimo

resultan con frecuencia

crueles e ingratos

no mucho después

de haber regresado

de la más grande gesta

el varón que caminó

sin hesitación a la batalla

con el pecho henchido de coraje

se enfrentaría con el

pelotón de fusilamiento

desde el improvisado calabozo

con indescriptible desolación

remembró a la amada esposa

y su desdichada progenie forzados

al dolor y el desamparo

abominó del poder

que le arrebataron

los conspiradores

elevó una plegaria por los suyos

y por quienes se anticiparon

no le atemorizaba

su cita con La Obscuridad

sólo le angustiaba dejar de vivir

cuando la sedición

cubrió los suelos envilecidos

por una gavilla de detractores

eran las quince horas en Puntarenas

los milicianos

no podían sostener

en sus brazos el peso

del inminente magnicidio

con el tiempo pendiente del instante

nadie nacido en esta tierra se atrevió

a proferir la orden de fuego

el caudillo sin parangón

observaba lágrimas deslizándose

por las mejillas de los carabineros

nunca antes

un corazón humano

habría latido con tanta fuerza

derrotando a los falsificadores de la Historia

ambición y traición

transmutadas en crimen

le resultaban inescrutables

al cerrarse

el círculo de la verdad

la propia existencia es ofrenda suprema

siendo este el mejor fin para los honorables

profirió la pólvora

su himno de muerte

las aves huyeron del horror

y el jobo lloró sangre

cayó abatido

el guerrero inmortal

era media tarde

cuando la Noche Sin Fin

amortajó al mártir con pabellón extranjero

entonces

el manglar y

el Silencio Eterno

besaron tiernamente

al hijo más dilecto

que hubiese recorrido

estos Senderos del Creador…

 

Compartido con SURCOS por Herbert E. Contreras Vásquez.

La marcha de una Democracia bicentenaria

Vladimir de la Cruz

La democracia costarricense es una forma de vida desarrollada desde los albores de la Independencia, el 29 de octubre de 1821, la fecha costarricense de su Declaración, que se originó con el detonante en Centroamérica con la Declaratoria de Independencia de Guatemala, el 15 de setiembre de 1821, la sede de la Capitanía General y del Reino de Guatemala, que hizo que El Salvador se pronunciara por la Independencia el 21 de setiembre y, Nicaragua y Honduras el 28 de setiembre.

Desde 1821 hasta 1823 el inicio de la Independencia condujo, en Costa Rica, al establecimiento de Gobiernos provisionales, transitorios, Junta de Legados y Juntas Superiores Gubernativas, hasta que de nuevo, en un afán de reconstruir la unidad política que se tenía de la región antes de la Independencia, se encaminaron estas comunidades, en 1823, y luego en 1824, a fundar las Provincias Unidas de Centroamérica, y la República Federal de Centroamérica, que bajo un modelo federal las agrupó, gestando al interior de cada una de ellas el nacimiento de Estados, con sus particulares órganos de Poder y Constituciones Políticas.

En Costa Rica la Junta de Legados, de mediados de noviembre de 1821, estableció una Comisión redactora de una Constitución, que se aprobó el 1 de diciembre de 1821, “Pacto Social Fundamental Interino de Costa Rica o Pacto de Concordia”, la primera de la región en época independiente, siguiendo los lineamientos clásicos de los contractualistas y de la propia Constitución de Cádiz de 1812.

Al mismo tiempo se evidenció desde el origen mismo de la Independencia la autonomía y separación real que vivían estos Estados, desde finales de la colonia, por múltiples razones, que hicieron que a partir de 1837 el modelo de la República Federal de Centroamérica se desintegrara, a pesar de los esfuerzos que hiciera en 1842, Francisco Morazán, desde su llegada al Poder en Costa Rica, por pocos meses.

Los mecanismos inmediatos que siguieron a la Independencia para el desarrollo del Estado y la vida independiente, además de declarar abolida la esclavitud en Centroamérica en 1824, pasó, en el caso costarricense, por la llegada al Gobierno, desde 1824 hasta 1833, del Primer Jefe de Estado, educador de formación, que impulsó la educación tempranamente de niños y de niñas, encomendándole esta tarea a las municipalidades en gestación. Desde entonces Costa Rica, a diferencia de los restantes países, o estados centroamericanos, apostó a la educación popular, fortaleciéndola de distintas maneras con el correr de los años, hasta hoy, lo que sigue siendo una distinción en la región.

La ausencia de una lucha militar por la Independencia no impulsó, en Costa Rica, estructuras militares ni caudillos surgidos de estas luchas que se impusieran en el Poder. Tampoco la lucha militar fue necesaria porque no había una fuerza militar colonia que derrotar.

El Ejército como institución se desarrolló especialmente a partir de 1835, y alcanzó su mayor esplendidez en la lucha nacional libertadora contra la presencia de los filibusteros norteamericanos, encabezados por William Walker, que se había establecido en Nicaragua en 1855, donde aprovechando contradicciones políticas en ese país, se impuso y hasta estableció la esclavitud, que quería expandir a toda la región, motivo por el cual el Gobierno de Costa Rica, jefeado por Juan Rafael Mora Porras decidió avanzar sobre Nicaragua para acabar con esa usurpación del poder por Walker y para evitar su llegada a Costa Rica, como para asegurar la Independencia existente, que lo hizo a finales de marzo de 1856, cuando invadió el territorio nacional y fue derrotado el 20 de marzo. A partir de ese momento dos nuevas derrotas, el 10 de abril, en Sardinal, territorio costarricense y el 11 de abril, en la ciudad de Rivas, en Nicaragua, produjeron la derrota de los filibusteros, interrumpida, en toda la línea, en ese momento, por la peste del cólera que se desató, lo que obligó a suspender las acciones militares hasta que de nuevo, en el segundo semestre de 1856, continuaron los combates, con mayor presencia de los ejércitos centroamericanos que se sumaron al costarricense, hasta que en 1857, el 1 de mayo, William Walker se rindió y fue expulsado de Centroamérica. En 1860 intentó de nuevo invadir Centroamérica, y apoyándose en los intereses británicos en la región llegó a Honduras donde fue capturado y fusilado.

Las contradicciones internas por el Poder en Costa Rica produjeron la caída del gobierno del Presidente Mora Porras y, en 1860, ante un intento de recuperarlo fue detenido y ejecutado, con otro de los héroes de la lucha contra los filibusteros, el General José María Cañas, de origen salvadoreño y cuñado suyo.

Los siguientes diez años se impusieron dos militares, Máximo Blanco y Lorenzo Salazar, detrás de los mandatarios civiles, anulando el recuerdo de la Campaña Nacional contra los filibusteros y la imagen de los conductores de la Guerra, los Mora, Juan Rafael y su hermano, el General Joaquín Mora, y el propio General Cañas.

En 1869 el Presidente Jesús Jiménez limitó el poder de estos militares, impuso la educación primaria obligatoria, gratuita y costeada por el Estado, afirmando una vez más esta vocación democrática apoyada en la educación.

En 1871, bajo el gobierno del General Tomás Guardia Gutiérrez, cuyo gabinete era de civiles, se aprobó el Código Militar estableció controles civiles y políticos sobre el Ejército y el aparato militar. Desde entonces se impulsaron políticas para ir debilitando al Ejército, sus militares y reforzando el aparato educativo, con nuevas reformas de educación pública a partir de 1885.

En 1877 el General Guardia desaplicó la pena de muerte, y en 1882, la abolió proclamando del Derecho a vida con rango constitucional, elemento que también distinguió a Costa Rica en la Región y desde entonces en el mundo, entre los pocos países que entonces la había eliminado como castigo supremo.

Respecto al Ejército a principios del siglo XX se hizo una modificación al Escudo Nacional eliminándole dos cañones que estaban en su base, afirmando de esa manera este “civilismo” en marcha que había de la institucionalidad costarricense.

Con el breve golpe de estado, de 1917 a 1919, el Ejército se volvió a fortalecer, pero caída la dictadura, por acción popular, de nuevo el Ejército se debilitó hasta, que, en la década de 1940, resultado de la guerra civil de marzo y abril de 1948, se impuso un gobierno de facto, jefeado por José Figueres, quien gobernó hasta 1949, y tomó la decisión en diciembre de 1948 de abolir el Ejército como una institución permanente del Estado costarricense.

Desde entonces ningún costarricense sabe lo que es el Ejército como institución, ni sus militares, ni son convocados a ejercicios militares o a incorporarse al ejército, por circunscripción, conscripción, alistamiento o servicio militar obligatorio militar, como parte de su formación ciudadana.

Desde la abolición constitucional del Ejército, Costa Rica no puede participar en eventos militares, ni campañas militares, ni guerras ajenas. Esto ha sido confirmado por la Corte Suprema de Justicia, cuya Sala Constitucional estableció que tampoco puede dar apoyos a actos de guerra de otras naciones o Estados.

Las contradicciones generadas del mismo proceso productivo y del desarrollo económico del siglo XIX, hicieron surgir grupos económicos y clases sociales en formación, que de distinta manera se enfrentaron por la lucha del control político nacional, originando 10 Constituciones Políticas hasta 1871.

A partir de esta Constitución que desarrolló un régimen presidencialista fuerte, y por los vínculos con el mercado europeo e internacional, a partir de 1849, con las exportaciones de café, se logró mayor estabilidad política y gobiernos estables de duración cuatrienal.

Los procesos electorales fueron la principal fuente de poder. Con limitaciones en el ejercicio del sufragio se fue formando la democracia electoral costarricense. Desde 1890 con el surgimiento de partidos políticos se impuso la llegada a órganos de elección popular solo a través de partidos políticos. La elección directa se impuso sobre la de segundo grado en 1913, la elección secreta sobre la pública se impuso en 1924 y la elección universal, con el reconocimiento de voto a la mujer, se logró en 1949. En 1974 se bajó la ciudadanía de los 21 años a los 18.

Un elemento distintivo de la sociedad costarricense, respecto a la centroamericana, fue el desarrollo de libertades ciudadanas y políticas, y de derechos ciudadanos y Derechos Humanos, junto con Garantías Sociales, de rango constitucional desde el inicio constitucional en el siglo XIX hasta hoy.

Del mismo modo un aparato electoral, el Tribunal Supremo de Elecciones, con rango de Poder Estatal, independiente, alejado del control de los gobernantes, desde 1949, afirman la democracia nacional, le generan confianza institucional y popular a los resultados electorales, y al acatamiento popular de esos resultados.

Educación, elecciones por medio de partidos políticos, ejercicio político electoral como práctica de la vida ciudadana marcaron la diferencia también con el resto de los países centroamericanos, donde predominaron dictadores, tiranos y militares autoritarios en ejercicio del Poder.

A finales del siglo XIX el Presidente Barrios de Guatemala intentó sin éxito formar de nuevo la República Federal. Intentos unionistas vinieron después desde la sociedad civil sin éxito también.

El desarrollo de gobiernos autoritarios, despóticos, militaristas en la región alejaron esta posibilidad de reunión política. Costa Rica se alejó más de ese proyecto. Los intentos integracionistas vinieron de fuera, de la presencia económica extranjera en la época del imperialismo. Sin embargo, continuaron y a inicios de la década de 1950 se impulsó la Organización de Estados Centroamericanos, que políticamente no condujo a nada, pero estimuló la creación de la Secretaría de Integración Centroamericana, SICA, que si funciona, y bien, en el ámbito de las actividades económicas y comerciales.

Los sucesos ocurridos en Centroamérica, con motivo de las revoluciones y movimientos insurgentes, especialmente en Nicaragua, El Salvador y Guatemala condujeron a salidas políticas para restaurar la democracia política y sociedades democráticas que descansaran en la práctica de libertades y Derecho Humanos, que poco se ha logrado en esa dirección, pero que ha sido importante. Los Acuerdos de Esquipulas no fueron un acuerdo político para establecer el unionismo centroamericano. Tan solo fueron, importantes en ese sentido, para alcanzar la paz en la región, y estabilizarla.

Ante el bicentenario de la Independencia en Centroamérica estos 200 años transcurridos solo han afirmado la separación política de los países de la región, a los que se han integrado en el SICA Panamá y República Dominicana. Los organismos Regionales de tipo político que surgieron de los acuerdos de Esquipulas, la Corte de Justicia y el Parlamento, Costa Rica los ha rechazado, y no hay manera de que pueda integrarse a ellos mientras no se produzcan cambios sustantivos en su integración.

Por ahora los festejos del Bicentenario de la Independencia a nivel Centroamericano tan solo serán una fiesta especial en la región, que cada país también celebrará en su especificidad.

Red de Solidaridad con Palestina de Costa Rica invita a conmemorar Día Internacional de Solidaridad con el Pueblo Palestino

La Red de Solidaridad con Palestina de Costa Rica extiende la invitación para conmemorar el Día Internacional de Solidaridad con el Pueblo Palestino el próximo 28 de noviembre de 2020 a las 10:00 am frente al edificio Central de Correos de Costa Rica en San José. 

Para la conmemoración se llevará a cabo un acto de colocación de ofrendas florales ante la estatua de Juan Rafael Mora Porras.

Hace 162 años el patriotismo expulsó al filibustero

José Manuel Peña Namoyure

20 de marzo, medio día

 

Dentro de unas pocas horas se cumplirán 162 años en que las tropas costarricenses, combatieron con patriotismo y coraje para repeler al filibustero gringo William Walker que venía y quería hacernos súbditos y vasallos de un país extranjero.

Ahí en los corrales de piedras de esa hacienda ganadera, los ticos ganaron en poco tiempo la batalla y lograron que los invasores huyeran desde adonde habían llegado: Nicaragua.

Quiso el destino que desde el territorio de Guanacaste, se diera una lucha frontal y cruenta, para salvaguardar la soberanía, la libertad y la paz por siempre de Costa Rica.

Me decía esta mañana un brillante intelectual cubano, que esa Batalla de Santa Rosa, fue clave para Centroamérica y más allá, dado que las intenciones estadounidenses, eran de un expansionismo sin límites.

Por eso, gracias a costarricenses estudiosos de la verdadera historia costarricense, sabemos ahora con amplios detalles, acerca de la grandeza de espíritu y patriotismo colosal del entonces presidente Juan Rafael Mora y todos cuantos participaron en la gesta de Santa Rosa el 20 de marzo de 1856 y en la batalla de Rivas, Nicaragua, el 11 de abril de 1856.

¡¡¡Vivan el presidente Mora y los que nos legaron Patria Libre!!!

Saludos desde la sabana guanacasteca.

 

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Semana Morista 2017

“No cederé a nadie la más envidiable de las glorias, la de consagrarme entero a mi país, ahora y siempre”.

Juan Rafael Mora

 

Del 25 al 30 de setiembre se estará llevando a cabo la Semana Morista 2017, en diferentes lugares: Museo Calderón Guardia, Barrio Escalante; la Sala Juan Rafael Mora del Club Unión; y en la ciudad de Puntarenas donde participarán el Presidente de la República. El Consejo de Gobierno ampliado y miembros del Cuerpo Diplomático.

Encuentre en la siguiente imagen las diferentes actividades a realizarse.

Semana Morista 2017

 

Compartido por Andrés Román Sáenz.

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¡Victoria centroamericana sobre la invasión esclavista!

El 1 de mayo de 1857, los Ejércitos Aliados ocupan el campamento filibustero de Rivas, al cabo de 40 días y 40 noches de asedio.

La guerra de 14 meses cuesta 4800 vidas centroamericanas en los campos de batalla y 27500 muertos por la peste del cólera en las cinco naciones del istmo.

Se alcanzan los objetivos de defender la soberanía de Costa Rica, expulsar al invasor de Centroamérica, luchar por la independencia de Hispanoamérica y derrotar la esclavitud inhumana.

El presidente Mora dice que el Primero de Mayo será por siempre “día de gloria para la raza latina que defendió su religión y su patria y escarmentó a la horda salvaje que intentó sumirnos en la más oprobiosa esclavitud”.

 

Compartido en redes digitales por Herbert Contreras.

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Reconocimiento y Desagravio a los Generales Mora y Cañas

La Asociación La Tertulia del 56 dentro del marco de actividades del IX Acto de Reconocimiento y Desagravio a los Generales Mora y Cañas, estará llevando a cabo este próximo 30 de setiembre a las 9:00 a.m. en el Cementerio General el Ofrecimiento de Coronas de Laurel al Capitán General y libertador de Centroamérica don Juan Rafael Mora Porras y al Teniente General don José María Cañas Escamilla.

Ese mismo día a las 6:00 p.m. se llevará a cabo en el IFAM la conferencia “Los asesinos del presidente Mora Porras y del General Cañas Escamilla perpetrados en setiembre de 1860: análisis histórico-jurídico” a cargo de Tomás Federico Arias Castro. También se tendrá lugar el Homenaje a los Héroes Caídos en Batalla.

 

Imagen tomada de es.wikipedia.org

Enviado a SURCOS Digital por Gerardo Badilla, Hormigueros 1856.

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