Los días 15 de enero de cada año, específicamente el tercer lunes de enero, celebramos el nacimiento del reverendo Martin Luther King Jr., que es aproximadamente la fecha de su nacimiento, 15 de enero 1929. No olvidemos que este pastor-profeta fue vilmente asesinado en Memphis-EEUU, el 4 de abril de 1968.
Recordemos que, las batallas de King, comenzaron contra la segregación racial en autobuses, escuelas e instituciones públicas. Cuando Rosa Parks se negó a cederle su puesto a una persona blanca, como indicaba la ley, en diciembre de 1955, King organizó un boicot al sistema de autobuses de la ciudad de Montgomery que duró más de un año y que terminó en el veredicto de la Corte Suprema de eliminar la separación racial en los buses públicos.
La cúspide mediática de King, vendría el 28 de agosto de 1963, con la marcha hacia Washington, que reunió a más de 250.000 personas frente al Capitolio, donde emitió su más recordado discurso. “I have a Dream”. El año siguiente el movimiento recolectó recompensas aún mayores, con la firma del Acta de los Derechos Civiles por el presidente Johnson y la entrega del Premio Nobel de la Paz a Martin Luther King.
A continuación, vamos a hacer una apretada síntesis de su legado, a partir de varios escritores: Luís G. Collazo, Abelardo Díaz Alfaro, Carmelo Álvarez, Víctor Rey Riquelme, Frei Betto.
Una firme oposición a la discriminación racial y a las prácticas segregacionistas.
Su compromiso con las luchas por los derechos civiles, en contra de la carrera armamentista, el militarismo y la cultura bélica de los EEUU.
Denunció y problematizó el llamado «sueño americano», criticando las contradicciones y deficiencias éticas y morales, de las que tal sueño adolecía y adolece. Para King, ese proyecto nacional, enmarcado en el concepto de progreso de la modernidad, solo favorecía a un sector privilegiado y justificaba una cultura marcada por la violencia y un dualismo sumamente hipócrita.
El camino de la paz debe ir de la mano de dos aspectos fundamentales: la defensa de los derechos humanos y la valoración profunda de la integridad de la creación. Constituye una opción legítimamente ética, para enfrentar la idolatrización de la guerra con el poder moral de la solidaridad y la justicia, como acertadamente afirmaban los profetas, señala King.
Un compromiso de King fue, por la justicia y su lucha existencial, por ser consecuente en la ruta hacia su entrega total por la liberación plena de su pueblo afroamericano.
Los ángulos más proféticos de King son: su visión revolucionaria, resaltando su identificación con los pobres, su oposición a la guerra de Vietnam, y su lucha contra un imperialismo global creciente, que muchas veces ha querido ser domesticado o silenciado, incluso resaltando su postura no violenta, con un pacifismo inofensivo, que nunca fue la postura de este valeroso y militante promotor de la justicia del Reinado de Dios.
Lo que más destaca en el accionar de King, fue su actitud en relación con la desobediencia civil. Esta característica tiene que ver con su ejecución de forma consciente, pública, pacífica y no violenta, manteniendo una actitud de protesta contra la autoridad con el fin de rectificar los errores que esta hubiera cometido, a juicio de quienes protestan.
El objetivo de la desobediencia civil es, “crear una situación de crisis generalizada que abra inevitablemente la puerta a las negociaciones”. Así pudo resumir Martin Luther King su testamento de acción sociopolítica: encarar pacíficamente un contexto en el cual, a pesar de los elementos en contra, la movilización pueda desestabilizar el panorama hasta llegar a un punto de ebullición, pero sin permitirle estallar gracias al liderazgo y a las convicciones compartidas.
En fin, King se comprometió en lo que él mismo denominó “la acción directa” desde su estrategia de la no violencia activa, para combatir la violencia institucional y sistémica contra la población afroamericana, en particular, y todos los sectores empobrecidos y marginados de la ciudad, en general. Su muy conocida y famosa frase, “la injusticia en cualquier parte que se cometa, constituye una amenaza para la Justicia en todas partes” está en el corazón de su motivación.
Para finalizar, uno de los legados mayores de King fue, el camino del discipulado que conduce al martirio. Su testimonio de vida entregada es el mejor legado.
Sin duda alguna, en este encogido resumen, está presente lo que queremos destacar de King, una vinculación estrecha entre su fe y su accionar político, y en el cual no hay ninguna contradicción. Realmente, esta es una de las posiciones teológicas de la Iglesia Metodista Wesleyana Costarricense (IMWC).
En este sentido, es significativo lo que señala la Hermandad Obrera de Acción Católica, de la Diócesis de Alcalá de Henares, España La concepción de la política para un cristiano/a es mucho más que un juego de partidos y de ejercicio del poder. Todo lo que les ocurre a nuestros hermanos/as debe importarnos tanto como si fuera a nosotros/as mismos/as: los que sufren por estar desempleados/as y son expulsados/as de sus casas; los que perecen ahogados/as en una barca en pleno mar; los que viven en una familia rota; los que padecen enfermedades; los que sufren y mueren en las guerras o en la miseria; los que sufren violencia por su propia pareja; los que son rechazados/as por ser diferentes; los que no tienen acceso a la educación o la salud dignas.
Ante todo, esto no podemos mirar para otro lado, y la respuesta que se nos pide es el amor, ejercido en su dimensión de amor político. Esta tiene tres elementos: descubrir qué les pasa a las personas (ojos abiertos a la realidad); entender por qué les pasa (pensar, analizar y orar); actuar en consecuencia (con las personas y por medio de instituciones). Que fue lo que llevó a cabo King, en toda su vida de entrega a los demás, sin importar las consecuencias.
También, lo señala muy bien, la relación entre fe y política, el teólogo y escritor Frei Beto:
La fe y la política tienen, en última instancia, el mismo objetivo de crear una sociedad en la que todos vivamos con iguales derechos y oportunidades y sin contradicciones de clase. Si bien es cierto que las dos se proponen perfeccionar nuestra convivencia social, también pueden servir para dominar, como la fe de los fariseos o la política de los opresores.
La fe es un acto mediante el cual el ser humano se coloca ante el misterio de Dios. La política es la herramienta para la construcción de la sociedad de justicia y libertad. Se guía por algo que no es propio de la fe, como las estrategias de realización del bien común.
La vivencia de la fe es necesariamente política. Se vive la fe en una comunidad políticamente ubicada. Cuando la comunidad religiosa afirma, que solo se ocupa de la religión, no sabe lo que dice o miente para encubrir con la fe sus intereses políticos reales. Toda comunidad religiosa aparentemente apolítica no hace, sino, favorecer la política dominante, aunque sea injusta.
Fe y política son instancias diferentes que se complementan en la práctica de la vida. La fe exige participación en una comunidad religiosa para ser cultivada. La política exige participación en las demandas populares y conocimiento de los problemas sociales para ser consecuente.
Finalmente, la vida de King, es el mejor ejemplo de su participación con su fe y en el escenario político.
En conclusión, Martin L. King, es un referente para nosotros y nosotras hoy, para nuestras iglesias, para cada persona militante en su fe, para las comunidades. Seamos consecuentes con la prédica evangélica de Jesús de Palestina.
El tema de la impunidad se vuelve a presentar ante todos nosotros a pesar de que en este caso se da con la imposición de una pena a una persona, cuyos delitos se comprobaron hace más de cuatro años y hasta ahora se le imponen los años de prisión, aunque no los que debían ser.
Muy lamentable las manifestaciones dadas por esa persona en el sentido de que “NO SE ARREPIENTE DE NADA” es decir, que volvería a cometer esos 32 delitos que le fueron comprobados. Y también lamentable que indique que “ella jamás irá a la cárcel” apoyándose en las palabras del Juez al justificar la pena.
Su paso por la función pública no la sensibilizó en nada y lo peor es que hace alarde de ello.
Dios quiera que la justicia logre sus propósitos en el futuro, porque en este caso no lo logró. Que sea pronta y cumplida, es decir, que no suceda que se condena en un momento y tengan que pasar más de cuatro años para que se imponga la sanción, y que, además, sea ejemplarizante para que quienes deseen delinquir sepan lo que les sucederá. Tampoco ha sido ejemplarizante esta pena.
“…expresamos rechazar la solicitud de la fiscalía para dar sobreseimiento definitivo del caso de Sergio Rojas Ortiz, del clan uniwak. Nos despedimos, esperando justicia para los pueblos y que los procesos aclaren estos crímenes políticos contra nuestros dirigentes”. FRENAPI
SURCOS comparte la carta enviada por el Frente Nacional de Pueblos Indígenas al Juzgado Penal de Buenos Aires.
10 de enero 2024
Señores/as: Juzgado Penal de Buenos Aires Corte Suprema de Justicia de Costa Rica Asunto: Solicitud de Justicia para Sergio Rojas Ortiz
Estimado Señores/as:
Expresamos nuestros saludos a ustedes que representan e interpretan la máxima aspiración de justicia para nuestro país.
Costa Rica se caracteriza como país de democracia, paz y justicia, en igualdad de condiciones, en el marco del derecho humano. Después de sus cimientos en un atroz genocidio y etnocidio, contra los pueblos indígenas.
Costa Rica funda los principios de su democracia con el asesinato de cientos de indígenas, entre ellos la de Apa Blu Presbere 1710, posteriormente la de Antonio Saldaña 1910 y muchos otros más, estrechamente vinculados con el uso y las posesiones ilegales de las tierras de los pueblos indígenas.
Entre los hechos más recientes mencionamos el asesinato de Jerhy Rivera en Térraba y la de Sergio Rojas en Salitre. También vinculado con la defensa de los derechos legítimos de los pueblos indígenas.
Este último hecho se dio hace más de 4 años, específicamente el lunes 18 de marzo 2019, un hecho repudiado y cuestionado por organizaciones de derechos humanos, grupos sindicales y hasta organismos internacionales.
Sergio Rojas era un activista de los derechos humanos de los pueblos indígenas, fundador y asesor del Frente Nacional de los Pueblos Indígenas/ FRENAPI.
Después de varias amenazas de muerte, incluso encarcelamiento injusto, Sergio se le debió garantizar protección a su integridad y Vida, puesto que era beneficiario de la medida cautelar de protección dictada por la Comisión Interamericana de derechos Humanos / CIDH, desde el 2015.
Hasta la fecha con 4 años y más, la impunidad se fortalece con la solicitud de sobreseimiento definitivo del caso por parte de la fiscalía.
Los hechos de violencia han ido renaciendo en muchos/as liderazgos de orden institucional en los poderes del estado. En este caso el poder judicial, garante de la justicia no debe y puede sumarse en esas filas de la impunidad, complicidad e injusticias, que viven nuestros pueblos.
No sigamos perpetuando las injusticias históricas contra los pueblos. El poder judicial no puede ser parte de la estructura asimétrica y de impunidad contra los pueblos indígenas.
Los homicidios dados, han sido contra los activistas sociales, activistas de derechos humanos, contra los derechos de los más desposeídos, los más vulnerables y abandonados, por la estructura del Estado.
Estos pueblos requieren una pizca de la justicia pronto y cumplida, en igualdad de condiciones, y como simples depositarios de las leyes, hacerlas cumplir, para seguir fortaleciendo una nación más civilizada, inclusiva e integra.
Por tanto, expresamos rechazar la solicitud de la fiscalía para dar sobreseimiento definitivo del caso de Sergio Rojas Ortiz, del clan uniwak.
Nos despedimos, esperando justicia para los pueblos y que los procesos aclaren estos crímenes políticos, contra nuestros dirigentes.
Este concierto reúne distintas artistas amorosas para recaudar fondos para los costos legales del juicio por el feminicidio de María Tacsan tras anulación de sentencia absolutoria.
Apoyemos a la familia en este nuevo proceso legal para exigir ¡justicia para María Tacsan!
Bajo esa consigna se lanzaron los sancarleños el 22 de octubre a las calles de Ciudad Quesada, para reivindicar la trágica pérdida de la vida de Yuliana Quirós Ureña a manos de un violador recurrente y asesino, que andaba en la calle haciendo de las suyas, mientras el sistema de justicia dormía plácida y holgadamente.
La ciudadanía manifestaba su desencanto de un sistema de representatividad que la abandonó y la dejó en manos del narcotráfico y en ese momento, un comando de sicarios baleaban a una inocente niña en una plaza de fútbol, porque saben que quienes deben ejecutar la ley, hace rato volvieron la cara para desentenderse, pues es una técnica fascista acrecentar el miedo y la ignorancia, para dominar y mantener un pueblo sometido, mientras sus jefes, los narcotraficantes, hacen de las suyas, porque cuentan con el apoyo de un político que les abre la puerta de par en par; un banquero que les guarda el dinero y un juez que no los meta a la cárcel y para redondear, como lo decía Pablo Escobar, un periodista que les haga bombo.
Desde la Presidencia de la República, el silencio y el menosprecio a enfrentar y ponerle coto a esta epidemia de violencia, solo tiene explicación porque: hay miedo a comerse la bronca o porque hay una autoridad política superior que da las órdenes y no le importa el país. Pero, además, porque cuenta con el respaldo para ello, de intereses empresariales poderosos, donde ni los gremios que los agrupan se atreven a llamar a cuentas, como sí lo hacen con rabia, cuando son sus intereses políticos e ideológicos los que están en juego. Hoy están escondidos, sumados a las disparatadas soluciones que emanan de palacio y respaldan los legisladores y una prensa irresponsable, no sabemos si por miedo o esperando el momento para aprovechar y hacer sus negocios.
También estamos claros que el problema se acrecienta, cuando los EEUU con todo su poderío y su incidencia en nuestro país y que además nuestro presidente se somete respetuosamente a su jerarquía, haya sido incapaz de contener el desplante del que se jactan quienes ponen la droga en los puertos europeos y estadounidenses, a no ser que estemos ante un experimento fracasado como el de la Agencia de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF), cuando suplieron legalmente de abundantes armas de guerra a los carteles mexicanos y los hicieron más poderosos.
La ciudadanía fue abandonada y sometida al silencio, la orfandad política a que estamos sometidos, donde en medio de las elecciones municipales, no sabemos cuántas personas candidatas son financiadas por estos grupos, porque ni la Fiscalía, ni el TSE logran eficacia en detener este flagelo, haciendo de la democracia una palabreja sin sentido ni contenido y del sistema de representatividad un ejercicio fallido.
Como El Soberano y en el marco constitucional, solo quedan las personas ciudadanas responsables, acompañadas de las personas de la función pública y los empresarios responsables, para sacar adelante el país, debemos asumirnos con el poder que nos otorga la Constitución Política y convocarnos para poner en orden este desorden que nos han generado quienes les otorgamos un puesto de representación y usurparon un poder que nadie les confirió. Deberán rendir cuentas y asumir las consecuencias de sus actos, tal como lo establece nuestra Carta Magna, debemos vencer el miedo y una legalidad inmoral y espuria, con la que han cobijado sus fechorías, no será la venganza lo que nos mueva, sino la justicia que anhelamos.
Debemos reconocer nuestra responsabilidad como pueblo, al haber permitido que nos construyeran como una nación individualista que no le importa el vecino, que condenó la solidaridad y el bien común con los que construimos nuestra República y que nos tiene en esta ola de violencia y desigualdad social.
Es el momento de darnos la mano, de encontrarnos, participar activamente en la toma de decisiones y demostrar que somos capaces de recuperar el país y construir las oportunidades, la riqueza y la paz que nos pertenecen.
Con la intención de justificar lo injustificable se está difundiendo en las redes un escrito en el cual se describe, con extrema minuciosidad, las diversas presencias a lo largo de la historia de Estados e Imperios en Palestina.
Termina esa larga descripción con la falaz aseveración de que nunca existió un Estado Palestino como tal, y por tanto pone en entredicho el justo reclamo de libertad y soberanía de un pueblo con identidad propia, que desde siempre ha ocupado esas tierras.
Pareciera ser una forma más de desacreditar y rebatir lo que se afirma como derechos a luchar contra el despojo y la humillación de un pueblo por parte de quienes, irrespetando todos los acuerdos internacionales de los Dos Estados, actúan como verdaderos invasores al expandir sus dominios por medio de la fuerza, confinando al pueblo palestino en guetos, en campos de concentración en su propia tierra.
Palestina también es de los palestinos y no se justifica bajo ningún concepto que se le continúe arrebatando con violencia sus posesiones, destruyendo las vidas de millones de personas a quienes despectivamente los extremistas sionistas acaban de llamarlos públicamente “animales humanos”.
Que los buenos deseos unidos a meditaciones y profundas reflexiones permitan que la verdad se imponga y triunfe la justicia para con un pueblo que, a pesar de todas las agresiones, aún resiste.
Revertir esta trágica historia dependerá de que se hagan cumplir los acuerdos suscritos sobre los Dos Estados y evitar así que se continúe con la confiscación de tierras, los asentamientos ilegales de colonos, y esa implacable discriminación generalizada que alimenta la violencia y le sigue infligiendo un sufrimiento inmenso a una población palestina, que ha sido despojada de sus derechos fundamentales.
Que haya paz entre palestinos e israelíes, entre israelíes y palestinos.
La politiquería es la Política trucada, prostituida, degradada, esto es, manipulada y preparada con toda clase de ardides y trampas; para convertirla en uno de los instrumentos más perversamente eficientes, empleados en la defensa, fortalecimiento y ampliación de los más nefastos intereses de las minoritarias argollas y sus secuaces que, a través de los siglos han explotado a los Pueblos del mundo. Aunque en sus manifestaciones más elementales cualquier persona puede emplearla y, de hecho lo hacen muy frecuentemente con más o menos éxitos, la politiquería se ha ido convirtiendo en una práctica, muy lucrativa por cierto, que requiere para el logro de sus malvados propósitos del concurso de auténticos especialistas, con amplios y profundos conocimientos de la Política, esa Ciencia que hemos calificado de enciclopédica en sus saberes y noble en sus quehaceres, a los que agregan un esmerado perfeccionamiento en las diferentes ramas de las artes teatrales. A esta variada y robusta panoplia agregan, no olvidarlo, toda la protección, apoyo y financiamiento de sus amos, los grandes ricos y poderosos de todos los tiempos.
Así armados, se lanzan omnipotentes por las buenas y las malas a conservar esclavos a los ya menguados y, ante todo a convertir en vasallos totalmente enajenados a las nuevas generaciones, a la niñez y la adolescencia de cada época. Para lograr estos infames propósitos invaden, sin consideración alguna, actividades fundamentales e ineludibles para la convivencia y el progreso humano como la educación -pública y privada-, a la que, robándole su esencia liberadora, la convierten en su antítesis, esto es, en domesticadora, cuya función otrora redentora, la convierten en esclavizadora; a la comunicación social, mediante el manejo de los grandes medios de comunicación, la tergiversan de tal forma que termina siendo una cadena de mentiras tan perfectamente engarzadas que consiguen, por ejemplo, que el Pueblo que somos terminemos odiando a nuestros auténticos amigos y amando a nuestros peores enemigos, defendiendo a muerte, por ejemplo, a la «democracia» costarricense, cuando se sabe que en nuestra Patria nunca hemos tenido democracia sino plutocracia esto es, gobierno de los grades ricos; a la religión la trocan en fuente de todo tipo de temores y complejos que nos convierten, por un lado en los únicos e individuales culpables de todas nuestras desgracias, siendo nuestra única salida la de sufrir, a modo de expiación acá en la tierra, toda clase de vejaciones, explotaciones y humillaciones, con tal de que, como premio, podamos disfrutar, después de nuestra muerte, del reino de Dios y, por otro lado, en mantenedores con nuestros diezmos, de las más criminal casta de vividores, de fuente fundamental de convivencia humana la convierten en mortal opio para el Pueblo. Otro de sus campos de acción predilectos es el jurídico en su doble función de proveedor de paz, mediante la impartición de justicia y de castigo. A la Justicia la convierten en defensora de los explotadores y represora de los explotados. Al sindicalismo, uno de los pocos campos de acción que poseen las y los trabajadores para la defensa y ampliación de sus legítimos derechos, lo penetran y lo convierten en su antítesis, en una teoría y práctica cuyo único fin es neutralizar toda acción realmente válida para el logro de sus justos propósitos originales y, en nido de dirigentes vividores que se ganan su mullida vida aparentando pretender cambiarlo todo, precisamente para que nada cambie.
Sin agotar el campo de acción de por sí casi infinito, de esta plaga politiquera, nos referiremos como último ejemplo, a la familia como institución. Conscientes de que precisamente en los primeros años del ser humano, en él se fijan los conocimientos y mitos más difíciles de borrar luego, la plaga politiquera sistemáticamente acomete por todos sus flancos a la familia, vía medios de comunicación, religión, etc, etc, inculcándole toda clase de prejuicios, de falsas concepciones que la familia fácilmente e, incluso muchas veces con la mejor intención, inyecta en la mente y costumbres de su descendencia.
Uno de los peores resultados de todo este proceso es que el politiquero y su politiquería, hacen que el Pueblo que somos, terminemos odiando a la Política y a quienes noblemente la practican, de manera tal que esta actividad literalmente vital para el auténtico e integral progreso de nuestra especie, se vea como un venenoso terreno y una cueva de ladrones en la que las personas decentes jamás deben siquiera poner sus plantas y mucho menos su esfuerzo. Justamente lo que la plutocracia hegemónica y sus secuaces politiqueros desean pues, de inmediato, pasan a convertirse en los amos y señores del motor político de nuestro país, de la dirección a su antojo de nuestra Patria, eso es lo que hoy sufrimos.
¿Cómo detectar al politiquero y a la politiquería? No es difícil hacerlo pero sí requiere de quien ejecute esta tarea, tarea por cierto que ineludiblemente todas y todos debemos asumir, primero, una mentalidad bien informada, analítica, crítica, creativa y libre; segundo, armados con estos fundamentales instrumentos de observación y estudio, sumergirnos de lleno en nuestra realidad política local, regional, nacional y mundial, teniendo como guía tres premisas a saber, a la o al politiquero solo le interesa en última instancia su bienestar y el de sus amos, Con ese propósito emplean la politiquería como simple instrumento de acción; la o el politiquero propone grandes cambios siendo que realmente emplea a la teoría y la práctica politiquera para que todo siga favoreciendo sus intereses y los de su mafiosa casta; finalmente, la o el politiquero, aunque demagógicamente siempre predican lo contrario, no tienen más valores que los que le dicta su egoísmo en su irrefrenable búsqueda de riquezas. Así, convierten a la Humanidad y a Naturaleza en materia prima para crear riquezas especialmente pecuniarias y, aunque predican democracia, en su cotidiano quehacer practican y defienden la plutocracia y especialmente la cleptocracia, es decir, el gobierno de las y los ladrones. En fin, las y los politiqueros hoy te abrazan y, mañana te dan la puñalada por la espalda. ¿Qué hacer? ¡Política!
Se informa que el pasado lunes 11 de septiembre del 2023 alrededor de las 22:40 ocurrió un altercado en el lugar de la La Victoria en torno a la conmemoración de los 50 años del golpe cívico militar.
Se describe lo siguiente:
[…]un carro lanza gases lacrimógenos modelo sandcast se detiene frente a un grupo de pobladores que observan la manifestación en departamental y sin mediar provocación alguna desde el interior del carro disparando una escopeta a quemarropa, hiriendo a dos personas, una de ellas impactada en su ojo derecho.
A razón de esto, los firmantes señalan los siguientes puntos:
El reclamo hacía las medidas poco democráticas que el gobierno de Gabriel Boric está ejecutando medidas represivas sobre la ciudadanía.
Rechazo a las declaraciones del subsecretario Manuel Zacarias Monsalve Benavides y director nacional de Orden y Seguridad de Carabineros, general Enrique Monrás quienes pretender tapar el accionar de carabineros, negando que hubiesen tenido participación.
Exigen la renuncia del Subsecretario Manuel Zacarias Monsalve Benavides y del general de carabineros Enrique Monrás.
Exigen la abolición de la ley Ley Nº 21.560, conocida como ley Nain-Retamal promulgada por el presidente Gabriel Boric, ley que permite el abuso de las policías e impunidad ante hechos criminales. Además, de insistir en la investigación y sancionamiento de los carabineros involucrados en tal hecho.
Finalmente, se había convocado a una marcha frente al Palacio de la Moneda el pasado viernes 15 de septiembre a las 18:30 en exigencia de justicia por la víctima y todas aquellas víctimas de trauma ocular que hasta el presente no tienen justicia.
Los firmantes de esta denuncia son: el colectivo de DDHH Moisés Marilao Pichun, familia y amigos de Dennise, el Observatorio de DDHH Nido Dignidad.
El pasado 11 de septiembre del 2023, se realizó la develación de la placa en homenaje a Salvador Allende, ese día se cumplieron 50 años del golpe cívico militar de Chile. Con la colocación de esta placa se busca rendir homenaje al entonces presidente Salvador Allende Gossens, a su legado político y social en favor de la democracia, la justicia y los Derechos Humanos.
A lo largo de 61 años de docencia, don Walter ha visto pasar miles de jóvenes estudiantes por sus aulas, quienes, a la vuelta de los años, terminaron sirviendo al país en muchísimos cargos, tanto en el ámbito privado como en el público, entre los que se destacan presidentes de los tres Poderes de la República.
Foto: Laura Rodríguez Rodríguez.
180 años de la Facultad de Derecho
A sus 90 años, Walter Antillón Montealegre sigue nutriendo su intelecto y compartiendo sus conocimientos ‘ad honorem’ con las nuevas generaciones de estudiantes
“¡Jamás, jamás! Todos los días estudio”. Así de categórico es Walter Antillón cuando se le pregunta si ha logrado saciar su sed de conocimiento luego de nueve décadas de vida. Esa incansable búsqueda lo llevó a tener una biblioteca con cerca de 20 000 libros que empezó a reunir cuando, a sus dieciséis años, compró el primero de ellos: “Los caminos de la libertad” de Bertrand Russell, en 3 colones con 50 céntimos, en la desaparecida Librería Vagel, sobre el Paseo de los Estudiantes, cuando regresaba a su casa de su querido Liceo de Costa Rica.
Fue ahí, en el Liceo, donde consolidó su afición por la lectura como forma de acceder al conocimiento, se tornó un fanático de la historia, dominó el francés y amplió sus horizontes de la mano de profesores que eran verdaderas luminarias, como Teodoro Olarte, Carlos Monge Alfaro, León Pacheco, Isaac Felipe Azofeifa y Rafael Lucas Rodríguez, entre otros. Sin embargo, más allá de las ciencias, el arte y las letras, Antillón aprendió el carácter democrático que siempre debe encarnar la educación.
“El Liceo era para todos. Yo era de San José, de una familia más o menos acomodada, pero tenía compañeros muy ricos y tenía compañeros muy pobres también. Tenía compañeros que venían de Aserrí todos los días caminando desde la madrugada descalzos, con los zapatos al hombro, y se los ponían 200 metros antes de llegar al Liceo para no gastarles las suelas. Pero esa gente se metía en la clase con los Rorhmoser, con los Lachner”, recuerda Antillón.
De los 20 000 libros de este jurista, la mayoría ahora se encuentran en la Biblioteca Arturo Agüero Chaves, de la Sede de Occidente de la Universidad de Costa Rica, gracias a una generosa donación que realizó recientemente. Él se quedó con poco menos de 2 000 libros en su casa para seguir sintiendo la cercanía de quienes considera sus amigos, y se muestra complacido al saber que muchos de ellos ahora le están haciendo compañía a la comunidad estudiantil de la sede de la UCR en San Ramón, donde el mismo Antillón se mantiene impartiendo los cursos de Teoría del Proceso, Derecho Romano e Historia del Derecho, una actividad que realiza ad honorem desde su jubilación, hace más de un cuarto de siglo.
“Un buen libro te sitúa en el mundo, te coloca en una posición estratégica para apreciar todo mejor, ni te das cuenta, simplemente el libro lo hace”.
Walter Antillón Montealegre, docente de la Facultad de Derecho
La Facultad en la que se ha desempeñado como docente por más de seis décadas no es la misma que lo vio llegar como estudiante a inicios de la segunda mitad del siglo XX, cuando muchos de sus mejores profesores fueron sustituidos por el simple hecho de ser calderonistas, bando perdedor en la Guerra Civil de 1948. Eso provocó el ingreso de muchos profesionales en Derecho que estaban muy interesados en consolidar su bufete, pero no en desarrollar una vida académica y, mucho menos, una dedicada a la investigación jurídica. Sin embargo, Antillón señala que ese fenómeno ya se venía dando desde mucho antes, cuando la otrora Escuela de Derecho estuvo bajo la tutela del Colegio de Abogados a falta de una universidad que la cobijara.
A pesar de ello, señala que la Facultad siempre ha tenido baluartes que se han preocupado por nutrir al estudiantado con el mejor y más actualizado conocimiento. Entre ellos, recuerda a Fernando Baudrit Solera, quien organizaba conferencias en el patio central del viejo edificio de la Facultad, en Barrio González Lahmann, cada vez que alguno de sus connotados amigos juristas estaban de visita por el país. Así fue como la comunidad estudiantil de Derecho logró conocer los postulados de Luis Jiménez de Asúa, penalista español exiliado en Argentina y los de Mario de la Cueva, laboralista mexicano, así como las posturas del español Luis Ricasell, filósofo del Derecho, y las de Sebastián Soler, penalista argentino, quien, posteriormente, contribuyó con la redacción de códigos nacionales aún vigentes.
“La Facultad tenía muy pocos profesores que valían la pena. Uno de ellos era don Pablo Casafont, que era abogado. A don Pablo no lo sacaron de la Facultad porque no era mariachi. Excepcionalmente algunos quedaron, y don Pablo era excelente docente. Como profesor, utilizaba el método socrático, el único que hacía eso en la Facultad. O sea, él dialogaba con los alumnos. La clase de él era así. Era un diálogo tan interesante, tan provocativo, que uno salía de la clase hablando de eso y se iba a recreo con los compañeros discutiendo los temas de la clase. Es el único profesor que tenía esa cualidad”, destacó Antillón.
No obstante, personas como Casafont eran las excepciones en la Facultad de Derecho que le tocó vivir a Antillón como estudiante. Si bien reconoce que había buenos profesores en el sentido de que eran responsables e impartían clases “decentes”, Antillón considera que estaban muy lejos de un verdadero ejercicio académico porque, en su mayoría, eran jueces y abogados sin el tiempo y sin las habilidades lingüísticas básicas para conocer y ahondar en la doctrina extranjera y en las revistas especializadas de la época, producidas en Francia, Italia y Alemania, países que lideraban la producción científico-jurídica de aquel entonces.
Lo que Antillón no logró aprender en la Facultad, lo encontró en los libros que compraba “desaforadamente” mientras combinaba sus estudios con una práctica en el Juzgado Segundo Civil de San José, donde el juez Ulises Odio se convirtió en su guía y contertulio, tanto de textos de jurisprudencia como de buena literatura. De él aprendió el oficio de juez, no solo en la teoría, sino también en la práctica, porque en poco tiempo le empezó a pasar casos para que él hiciera un borrador de la sentencia.
En ese mismo tiempo, otro estudiante trabajaba como escribiente en el Juzgado Tercero Civil. Se trataba de Gonzalo Retana, amigo de Antillón, y un apasionado por leer solo sentencias de casación. Otro tipo de lectura lo consideraba inútil e intrascendente, y así se lo hacía ver a Antillón cada vez que se lo encontraba leyendo alguna novela. A la vuelta de los años, Retana se convirtió en magistrado de la Corte y Antillón en docente de la Escuela de Ciencias Políticas, lugar donde ambos se reencontraron, solo que en una relación diferente: de profesor y estudiante.
“Hombre, qué curioso, ¿cómo estás por aquí?”. Me dice: “Bueno, con el tiempo yo aprendí que no solo las sentencias de casación había que leer”. Y me mostró que estaba leyendo Cien Años de Soledad de García Márquez. O sea, ya después él empezó a leer literatura, lo cual me pareció maravilloso, porque un juez cerrado, que no sabe nada de la literatura del mundo, tiene un horizonte completamente limitado y eso puede hacer mucho daño en el ejercicio de la judicatura”, enfatizó Antillón.
Luego de obtener su título universitario, Antillón se desempeñó por poco tiempo como juez y otros cargos judiciales, porque en 1962 fue llamado por Rogelio Sotela, decano de la Facultad de Derecho, para asumir la cátedra de Teoría del Estado, en sustitución de Alfonso Carro, quien fue nombrado como ministro de Trabajo por Francisco Orlich, electo ese año como presidente de la República.
“Con dos semanas de anticipación yo iba a dar una clase a estudiantes universitarios, era una grandísima irresponsabilidad. Hice lo que pude y estuve trabajando ese tiempo dando esa clase mientras seguía estando en los Tribunales. Ese era el panorama de la Facultad: un montón de profesores que no eran profesores, sino que eran unos señores a quienes habían llamado un poco a la carrera para encargarse de una materia. Eran jueces y abogados muy ocupados en sus cargos que tenían un ratito en las noches para medio preparar las clases. Eso era un desastre porque una universidad no es eso. La universidad tiene una cosa que es fundamental que es la vida académica y ahí no había ninguna vida académica”, criticó el jurista.
Antillón conoció la vida académica universitaria en todo su esplendor en la Universidad de Roma, donde realizó sus estudios de posgrado y trabajó como asistente de la cátedra de Derecho Procesal, gracias a una beca y a las recomendaciones que le extendieron don Fernando Baudrit Solera, presidente de la Corte Suprema de Justicia en ese momento, y algunos amigos de este. Fue ahí donde constató la importancia de que el cuerpo docente dedique la totalidad de su tiempo a la investigación científica y académica, época que la recuerda como “un despertar” para él.
“No es cierto que un buen profesional tiene que trabajar como abogado o como juez para aportar. No. Él aporta como académico y con ese aporte enriquece completamente lo que es el ejercicio de la judicatura o de la abogacía. El enriquecimiento de la abogacía y de la judicatura está en la academia. Si no hay academia, la judicatura y la abogacía son pobres, son deficientes. Es el teórico el que tiene la capacidad de develar los verdaderos problemas, el práctico les pasa por encima, no los ve. Por ejemplo, en Costa Rica hay una falta endémica de capacidad para hacer leyes. ¿Por qué razón? Por nuestra manía de creer que tenemos que producir jueces y abogados. ¿Los jueces y los abogados hacen leyes? Las aplican. Para hacerlas hay que tener la distancia, hay que tener la vista desde arriba, desde la teoría, la vista sobre la situación”.
Walter Antillón Montealegre, docente de la Facultad de Derecho
“Yo regresé de Italia con ese abejón en el buche, con esa gran preocupación, y me puse en contacto inmediatamente con Eduardo Ortiz, un decano de la Facultad muy recordado con toda razón. Eduardo también estuvo unos años antes que yo en Roma. Entonces, los dos conocimos los mismos maestros. Estuvimos en contacto por carta durante el tiempo que yo estaba allá y, entonces, estábamos muy coordinados. Así que, cuando regresé empezamos a pensar cómo hacer para cambiar la Facultad. Carlos José Gutiérrez, que era un poco mayor que nosotros, pero era de la gente joven, era muy receptivo en esto y se metió de lleno. Entonces, cuando él fue decano nos llevó a nosotros a la administración: Eduardo fue su vicedecano y yo su director de docencia”, recordó el profesor.
Desde esos puestos, Antillón y compañía lograron cambiar por completo el programa de estudios de la Facultad de Derecho y establecer convenios con los gobiernos de Francia e Italia y con sus principales universidades. Gracias a estas alianzas, estudiantes nacionales se especializaron en Europa, profesores italianos y franceses impartieron cursos en el país y la biblioteca de la Facultad se nutrió con la más actualizada doctrina de ambas naciones europeas, producto de una generosa donación de libros y de la suscripción a prestigiosas revistas.
“Todo eso cambió a la Facultad. Al cabo de un tiempo ya teníamos de vuelta a un montón de egresados nuestros, posgrados que venían ya contratados por la Universidad. […] Entonces, lo que nunca se había podido hacer porque faltaba plata, se hizo en pocos años y tuvimos 25, 30 tiempos completos, pagados por la Universidad y plata había, sí había la plata. ¿Dónde estaba? Simplemente la plata es la misma, usted la usa en una cosa o la usa en otra”, agregó.
Sin embargo, la reforma soñada por Antillón no duró mucho. La construcción de una vigorosa vida académica quedó truncada cuando los jóvenes becarios que regresaban con su posgrado de Europa se fueron yendo, uno a uno, luego de cumplir con su compromiso de servicio a la Universidad. Incluso, el mismo Antillón renunció a finales de los años setenta con la motivación de trabajar con el flamante Gobierno sandinista en Nicaragua, donde permaneció por ocho años.
“Yo no llegué a pelear en el Frente Sur porque en eso ya ganaron los sandinistas, pero yo estaba muy relacionado con lo que iba a ser la parte intelectual del Gobierno. Entonces, desde antes del triunfo sandinista ya veníamos trabajando en una especie de Constitución, que era una Constitución de dos cabezas: el Estatuto de Derechos de los Nicaragüenses y el Estatuto Fundamental, como quien dice la parte orgánica y la parte dogmática de la Constitución. Con eso empezó a funcionar el Gobierno de Nicaragua. Yo ya estaba muy involucrado con ellos, de modo que cuando triunfa el movimiento sandinista nos mandan a viajar. Yo viajé a Managua el día siguiente al triunfo, el día siguiente de la huida de Somoza y desde entonces me quedé allí”, rememoró.
Y se quedó allí con la plena certeza de que terminaría sus días sirviendo al Gobierno Sandinista y que sus buenos efectos en la sociedad se esparcirían por toda Centroamérica. Por eso renunció como profesor de la Universidad de Costa Rica y se deshizo de todo lo que lo ligaba al país. No obstante, a la vuelta de pocos años, vio cómo la Revolución fue traicionada desde dentro con el apoyo económico y armamentista de los Estados Unidos. A partir de entonces, ha visto cómo las diferencias sociales se han incrementado, así como la pobreza y la represión.
“En este momento, eso ya no es una Revolución, para nada, yo no veo por ninguna parte un desarrollo revolucionario, un desarrollo del pueblo de Nicaragua, veo a un pueblo mayoritariamente opositor oprimido por las armas y un ejercicio del poder absolutamente enloquecido. […] Es una vigilancia y una persecución contra todo el mundo, y las medidas son demenciales: a usted le quitan la nacionalidad y le quitan todos sus bienes y le quitan el ejercicio profesional. Es decir, son las medidas que Hitler toma apenas llega al poder contra los judíos: despojo de la nacionalidad, despojo de la profesión, prohibición de relacionarse con otras personas. Para mí es dolorosísimo porque yo participé en la gran ilusión de lo que sería, en mi criterio, el futuro de América Central, yo pensaba que una revolución socialista democrática podía cundir en América Central. ¡Claro! No contaba con que los gringos no iban a permitir nada semejante y tenían todos los recursos para impedirlo”, manifestó Antillón.
Para Walter Antillón Montealegre el objetivo del desarrollo intectual es el servicio a la comunidad.
Foto: Laura Rodríguez Rodríguez.
La afinidad de este docente con las ideas comunistas comenzó desde temprana edad, cuando tomó conciencia de la injusticia que viven las sociedades dominadas por una oligarquía. Sus manifestaciones se convirtieron en un escándalo dentro de su conservadora familia, lo cual no fue obstáculo para que, años más tarde, ingresara al Partido Vanguardia Popular y se rozara con las figuras más emblemáticas de esta corriente política en el país.
A pesar de que sus ideales políticos los compartía con algunos compañeros de universidad, el movimiento estudiantil era muy pasivo y no asumía ninguna lucha como propia. De acuerdo con Antillón, esa característica obedecía a la fuerte represión que se vivió posterior a la Guerra Civil de 1948 y a la proscripción del Partido Comunista por cerca de 25 años. Sin embargo, la energía del estudiantado se acumuló y terminó por estallar en las manifestaciones contra el Proyecto de Ley de Alcoa, en 1970.
Para ese entonces, Antillón ya formaba parte del cuerpo docente de la Facultad. Según recuerda, la relación entre docentes y estudiantes era distante y poco democrática, a diferencia de lo hoy él mismo experimenta sus clases, donde sus alumnos lo tratan con suma confianza y le hablan de “vos”, a pesar de las siete décadas que los separan.
“Lo que yo le digo a los alumnos, en primer lugar, hay una cosa fundamental, que es consustancial con la academia, pero que nuestras organizaciones de enseñanza pasan de lejos, y es tener claro el objetivo. Para mí, desarrollarse intelectualmente, desarrollarse emocionalmente, tiene un objetivo que es servir. Si los alumnos aceptan que su objetivo en la vida es servir a la comunidad es muy fácil montar sobre esa ilusión, montar una buena academia. Pero si el objetivo es servirse a sí mismo, hacerse ricos, acumular cosas absurdas, no hay consejo que valga”, advirtió este docente que ya supera las seis décadas de impartir lecciones.
Desde su experiencia académica y su análisis social, Antillón considera que la Universidad debe ser más beligerante y volver a ser un poder en la sociedad costarricense con el fin de resguardar el Estado social y democrático de derecho ante las constantes arremetidas de los grupos interesados en la privatización de los servicios esenciales en detrimento de la mayoría de la población.
“En tiempos del comienzo de la Universidad, los Gobiernos consultaban a la Universidad sistemáticamente y, en Europa, los proyectos de ley son consultados a las universidades, el Parlamento espera que las universidades dictaminen para conocer el criterio. Eso, aquí, jamás. A la universidad pública se la ningunea. Es decir, esos traidores socialdemócratas de Costa Rica que permitieron la privatización de la enseñanza superior nos han hecho un daño espantoso porque se ha vulgarizado, la enseñanza superior se ha convertido en una parodia, en una caricatura”, se lamentó el jurista.
Luchador incansable por la justicia, Antillón reconoce que, como ser humano, ha sido injusto en muchos momentos de su vida y se arrepiente de ello. Sin embargo, no claudica en su batalla interna por vivir lo que predica, porque es un fiel convencido de que bien vale la pena luchar por la justicia en medio de un mundo injusto. Incluso, considera que el sufrimiento es un precio que se puede y se debe aceptar cuando se está del lado de la justicia y existe un compromiso de servir a la comunidad.
Salvar la universidad pública es salvar al país
“Estamos en un tiempo en el que la universidad pública va a la baja. Todo el mundo está de algún modo convencido o resignado que así tiene que ser y yo soy del parecer absolutamente contrario, porque esa baja de la universidad pública es la baja también del Estado de derecho, la baja del Estado de bienestar, es la entronización del neoliberalismo, prácticamente la pérdida de nuestros viejos, los pobres pequeños Estados nacionales. Se están perdiendo y esta gente lo que quiere es, incluso, suprimir los Estados porque son Estados fallidos, Estados obsoletos, Estados canallas, toda clase de cosas.
“La comunidad costarricense, como pueblo, tiene que reaccionar, tiene que seguir adelante. Hay que defender ese pequeño Estado mientras no viene lo que tendría que ser el ideal que sería un Estado mundial fundado democráticamente, en donde todos los pequeños Estados nacionales vean reconocidos sus derechos básicos.
“Nuestros Estados han sido sistemáticamente explotados y traicionados por el gran capital. Las intervenciones del capital siempre han sido para hacernos daño, nunca para mejorar. La prueba de ello es que hoy día estamos tan subdesarrollados como estuvimos hace 100 años, a pesar de todos los planes y todas las proclamas del capitalismo que hay que sacar del subdesarrollo… ¡mentira! No querían sacarnos del subdesarrollo, lo que querían era sacarnos los recursos y siguen en eso.
“El TLC arrasó con nuestras soberanías, nos quitó nuestra soberanía judicial, por ejemplo. Cualquier inversionista puede demandar al Estado costarricense en un panel internacional y eso, para Costa Rica, es la ruina, no solo porque los Estados, casi todos, siempre pierden los pleitos allí, sino porque esos pleitos caen en manos de una mafia abogadil “especialista” que cobra salvajemente. De modo que, ante esa perspectiva del Estado, se agacha ante los inversionistas, el inversionista le impone cualquier cosa. Eso no era así. En América Latina, hace más de cien años, se había ido estableciendo una medida muy buena que se llamaba la Teoría Calvo, la Doctrina Calvo. La Doctrina Calvo decía que el inversionista que llegaba a un país tenía que atenerse a la legislación de ese país y que, si no le gustaba, que no viniera. Eso pasó a las Constituciones, pero el TLC lo reformó, el TLC se llevó por delante esa barrera.”
Walter Antillón Montealegre, docente de la Facultad de Derecho
Fernando Montero Bolaños Periodista, Oficina de Comunicación Institucional, UCR