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Etiqueta: luchas populares

Un año de barbarie

Oscar Madrigal

Desde el inicio de nuestra lucha entendimos que el terrorismo no era una forma revolucionaria de acercar a las masas al socialismo.

Las acciones terroristas con ejecutadas, por lo general, por un pequeño grupo clandestino que ejecuta acciones pequeñas para asesinar a miembros del ejército o políticos, con el fin de provocar miedo en la población. Desde esta perspectiva, las luchas de masas, las luchas populares no son terrorismo, aunque en ese combate se puedan producir explosiones o ajusticiamiento de esbirros y saboteadores. Las acciones de violencia política no pueden catalogarse de terrorismo.

Sin embargo, su uso se generalizó desde el 11 de setiembre de 2001 y se aplica -según los intereses de los estados- a muchas acciones que son resistencia y lucha política de los pueblos oprimidos.

Por otra parte, el terrorismo más peligroso y letal es actualmente el Terrorismo de Estado. Tan condenable como el de pequeños grupos, el terrorismo de estado es más brutal porque se ejerce generalmente como defensa nacional o defensa del estado por lo que se legitiman la tortura, las desapariciones, el espionaje colectivo o la eliminación selectiva de todos aquellos que puedan ser considerados enemigos del Estado.

En los juicios contra la dictadura de los militares argentinos, éstos argumentaron que la brutal represión se hizo para defender al Estado de las acciones de los subversivos o guerrilleros; la justicia argentina condenó a la cúpula militar argumentando que el Estado no tiene el derecho de actuar ilegalmente, aunque sea para defender la legalidad. El Estado no puede violar los derechos humanos para defenderlos, el Estado de Derecho se defiende conforme a las leyes y la constitución.

Este día se cumple un año de barbarie, de un genocidio pocas veces visto en las últimas décadas de historia. Me llama la atención que los bombardeos y ataques que realizan los que la prensa llama grupos terroristas están dirigidos contra las bases militares e infraestructura militar de Israel, mientas que los bombardeos de Israel -que supuestamente no es terrorista- se dirigen contra hospitales, escuelas, barrios, fábricas, carreteras, de manera indiscriminada y sin importar lo que ellos llaman daños colaterales. El resultado hasta hoy es de 45.000 muertos, 10.000 desaparecidos, en su mayoría niños, niñas y mujeres en Gaza y varios miles de muertos ahora en Líbano.

La guerra de Israel está dirigida por Netanyahu, con orden de captura internacional por la Corte Internacional de Justicia, que es un corrupto condenado por la propia justicia israelí, junto a una camarilla de ultraderecha, ultra nacionalista y racista que ha perdido todo sentido de la razón y los límites. Una camarilla, que, por mantener su impunidad, está acabando con el mismo pueblo israelí, alejando sus fuentes productivas y sembrando traumas de guerra que dejarán solo mentes enfermas dentro de los jóvenes y del pueblo de Israel.

Netanyahu y su camarilla están desquiciados y totalmente fuera de control. Ese engendro se le escapó de las manos a EEUU y la OTAN.

A ningún país le sirve o interesa que esa zona del Cercano Oriente se convierta en un conflicto generalizado solo porque la camarilla de Israel esté interesada en llegar hasta su propia inmolación. Las consecuencias serían desastrosas, no solo por el petróleo sino por el comercio mundial en general.

Según parece el mundo se está hartando de Netanyahu y su camarilla racista. Ya empezó Macron negándose a entregarle más armas a Israel y el gobierno de Biden y Harris parece endurecer sus posiciones.

¿Está pensando EEUU y la OTAN en un recambio en la cúpula israelí?

Netanyahu y su grupo manifestaron que en 4 semanas acabarían con Hamás en Gaza, pero ya pasó un año y la guerra se ha extendido a otras regiones. El pueblo palestino no desaparecerá, al contrario, la solidaridad y el apoyo de todo el mundo lo ha respaldado.

Palestina será libre, y ello cada vez está más cerca.

No cambien la historia

César Olivares

Ni Manuel Mora ni José Figueres desistieron de sus luchas en aras del diálogo y la negociación.

El acuerdo más importante entre ellos, el que más se recuerda, fue el de Ochomogo en 1948, y tuvo lugar sin que ninguna de las partes depusiera las armas y sin que ninguno de ellos pusiera como condición para el encuentro que el otro renunciara a su lucha.

El partido de Manuel Mora era entonces aliado del gobierno, pero nunca tuvo un ministro ni puesto alguno en el gobierno. Había una situación difícil, de guerra, la más difícil que ha atravesado el país después de 1856.

Si Manuel Mora se hubiera negado a negociar con Figueres porque su gente estaba al margen de la ley, no por el bloqueo de una carretera sino porque estaba alzada en armas, no se habría dado el pacto de Ochomogo y la guerra habría terminado de otra manera.

Si Figueres hubiera rechazado la instancia de negociación por venir de lo que él consideraba un gobierno ilegítimo, la guerra habría terminado de otra manera.

No inventen. Quienes rechazan el diálogo con las partes en lucha, no inventen. Quienes cierran las puertas de la negociación auténtica, no inventen.

Después del 48 hubo otras negociaciones en las que participaron activamente José Figueres, ahora como presidente, y Manuel Mora, ahora como vocero de trabajadores en lucha.

Figueres pronunció su famosa «Huelga es huelga” en respuesta a quienes clamaban por no negociar con los trabajadores bananeros en la huelga de 1971. Era una huelga ilegal, tan ilegal como algunos bloqueos de hoy, y tan real como algunos bloqueos de hoy. Y el presidente era Figueres, a quien nadie manipulaba.

Luego, en ese mismo período presidencial de Figueres, los campesinos del Pacífico Sur dieron una de las batallas más grandes y heroicas de América Latina por el rescate de tierras entregadas a una compañía extranjera. Figueres envió las fuerzas policiales y estuvo el país al borde de una matanza. Cuando la crispación estaba en su punto máximo se produjo un acuerdo entre Manuel Mora y Figueres que luego fue concretado en las negociaciones que condujeron a la expropiación de la Federal Beef y la entrega de las tierras a los campesinos. Ni Figueres exigió el cese de la ocupación ilegal de tierras ni Manuel Mora aceptó ninguna condición para deponer la lucha.

No inventen quienes vociferan contra las luchas populares y quieren imponer un diálogo falso. No utilicen en vano los nombres de Manuel Mora y José Figueres.