Ir al contenido principal

Etiqueta: migrantes

Indígenas MIFUTES (Indígenas Migrantes fuera de Territorios)

Eduardo Rojas

Nuestra organización representa a más de 5 mil afiliados de los más de 62mil indígenas MIFUTES que viven en Costa Rica.

Somos la Asociación Regional Indígena fuera territorios del Sur de Costa Rica

INTRODUCCION:

a)- El Mecanismo de Expertos sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas realizó el presente estudio sobre los derechos de los pueblos indígenas en el contexto de las fronteras, la migración y los desplazamientos de conformidad con las resoluciones del Consejo de Derechos Humanos 33/25 y 39/13.

El estudio concluye con la Opinión núm. 12 del Mecanismo de Expertos relativa a las causas y consecuencias de la migración y los desplazamientos de los pueblos indígenas en el contexto de las obligaciones de los Estados en materia de derechos humanos.

b)- En el marco del Decreto Ejecutivo N-41529 la mesa de inclusión y equidad social: mediante un proceso de priorización colocó al proyecto IFUTE COSTA RICA , como una prioridad para cumplir con el objetivo de promoción de la inclusión, integración y participación de los diferentes grupos poblacionales en la gestión de su propio desarrollo, incluyendo acciones diferenciadas hacia grupos tradicionalmente excluidos, que garanticen un desarrollo inclusivo y la reducción de desigualdades e inequidades.

c)- Que el objetivo general del proyecto IFUTE COSTA RICA es la “Organización, rescate y fortalecimiento de los Derechos Humanos Indígenas IFUTES”.

d)- Que en el marco de la emergencia Nacional del CORONAVIRUS (Covid-19), el hambre y el desempleo golpea significativamente a la sociedad costarricense, pero aún más a los grupos más vulnerables como el sector Indígena Fuera De Territorios y más aún este grupo que representa el 65% de los indígenas del país; según el censo 2011, tiene más de 40 años de abandono del estado

e)- ¿POR QUÉ LA EMERGENCIA GOLPEA MAS A LOS INDIGENAS IFUTES?: El Indígena IFUTE, está en más desventaja que los que viven dentro de los territorios por las siguientes razones. 1- Mientras los indígenas que viven dentro de territorios tienen tierras, el indígena IFUTE no tiene tierra y por lo tanto debe alquilar para sembrar y cosechar. 2- Mientras el Estado reconoce en todas sus acciones al 35% de indígenas que viven dentro de sus territorios, el Estado tiene en abandono a la mayoría de indígenas de este país. Ejemplo, a pesar de que la Defensoría de los Habitantes hizo un llamado a la No discriminación y a pesar de que los IFUTES han dado la lucha por ganar espacios en el marco de este decreto de atención a Buenos Aires, lo cierto es que hasta hoy el Estado costarricense envió ayudas a los indígenas que viven dentro de los territorios y elaboró acciones especiales de emergencia (medicamentos como gel, alcohol, diarios de comida), para el 35% y no ha planteado nada para el 65% de los indígenas IFUTES. Etc.

f)- Que tal y como lo establece la Exposición de Geiner Blanco, Coordinador del tema indígena del Vice-Ministerio de la Presidencia y Dialogo Ciudadano, exposición que hizo el pasado mes de enero 2020 en la mesa de inclusión en Buenos Aires, indica que: A- El enfoque de la atención indígena está basado en la atención de los Derechos Humanos y a la no continuidad de un Estado asistencialista, sino más bien, a que el Estado acompañe a los indígenas en el desarrollo de sus propios proyectos, que les permitan mejorar su calidad de vida.

EDUARDO ROJAS / ARIFUTESUR
Correo electrónico: arifutesur@gmail.com
Teléfono: 8303 0073

Imagen ilustrativa.

Sea parte de SURCOS:
https://surcosdigital.com/suscribirse/

Movilidades en suspenso

Guillermo Acuña González
Instituto de Estudios Sociales en Población
Universidad Nacional, Costa Rica
guillermo.acuna.gonzalez@una.cr

Al promediar la década de los años 2010, se declaró en Europa una coyuntura en las movilidades humanas que desató no solo el interés de la opinión pública, sino las más insólitas respuestas a nivel institucional de los gobiernos receptores para tratar de contener, repeler y disuadir los altos volúmenes de seres humanos que intentaban entrar al continente europeo, huyendo de situaciones límite en dimensiones políticas, sociales, ambientales y humanitarias.

Los discursos globales hablaron entonces de “crisis migratoria”, para hacer referencia a un contexto en el que claramente lo que había colapsado eran los sistemas de protección y los abordajes en materia humanitaria. Se construyó así, una polifonía en torno a la excepcionalidad, que demandaba en suma la generación de abordajes desde la “securitización” impulsada por una narrativa del miedo.

Sobre este periodo, en uno de sus últimos trabajos reflexivos el sociólogo polaco Zygmund Bauman hizo referencia a la producción generalizada del pánico migratorio y sus malos usos. Respecto a la crisis, dijo, “es una especie de nombre en clave políticamente correcto con el que designar la fase actual de la eterna batalla que los creadores de opinión libran sin descanso en pos de la conquista y el sometimiento de las mentes y los sentimientos humanos” (1).

Años después, esa dimensión crítica observada para el contexto europeo se agudizaría a nivel global, esta vez con los efectos de la pandemia COVID-19 en todos los procesos de desplazamiento humano. De nuevo, la crisis migratoria humanitaria es referenciada como un acontecimiento que caracteriza el actual escenario global y su relación con la pandemia.

Sin embargo, lo que ocurre no es solamente una crisis en las movilidades humanas. Se trata de una coyuntura de cambio de sentido en el que estas han quedado comprometidas, subsumidas, suspendidas, de múltiples formas a la vez que han visto perjudicados sus derechos básicos a la seguridad, la salud, la alimentación y el buen estado emocional para contender los impactos físicos y psicológicos de la pandemia. Entidades internacionales, organismos de derechos humanos, representantes de la sociedad civil han llamado permanentemente la reflexión sobre esta situación límite para las personas en movilidad.

Entre las poblaciones más afectadas se encuentran las personas migrantes y desplazadas de forma forzosa debido a situaciones en sus contextos de origen. Al momento de escribir estas líneas, las acciones sobre las movilidades internacionales se han centrado en el cierre de fronteras, reconfigurando los espacios fronterizos como verdaderos territorios donde el enfoque de la “securitización” se ha impuesto como política, generando por ahora un vacío en la gobernanza global en el tema. También el límite a la locomoción, la pérdida de estatus migratorios y la generación de una gran cantidad de personas en condición de apatridia, son parte de los resultados que impactan las dinámicas de las movilidades humanas a escala global. De acuerdo con un portal de datos sobre la migración global (www. migrationdataportal.org), entre el 11 de marzo (día que la Organización Mundial de la Salud declaró la pandemia) y el 20 de abril, el total de movimientos poblacionales restringidos en todo el mundo se estimó en 48000. Las prohibiciones fronterizas representaron un impacto en la movilidad de personas y en el funcionamiento de organizaciones humanitarias.

Una nueva política migratoria se ha instalado teniendo como matriz la suspensión obligada de las movilidades produciendo a la vez la construcción social del miedo, que ha provocado no en pocos escenarios nacionales de recepción, el aumento de la discriminación, los discursos xenófobos y el rechazo a las corporalidades sospechosas de cruzar las fronteras con el virus a cuestas.

Este contexto de conculcación de derechos y mezcla de pánico y “miedo al otro” no es nuevo. Basta con repasar los discursos durante la epidemia del Ébola desarrollada hace algunos años y cómo fueron cruzados en ellos elementos de racialización, origen y nacionalidad (2) para esgrimir discursos discriminatorios, que hoy se encienden y actualizan en todo el mundo.

En el contexto comprometido para las movilidades humanas, la región centroamericana no muestra un escenario favorable. El año 2020 había iniciado con nuevas salidas masivas vía terrestre con destino a Estados Unidos, en una especie de renovación de aquellas que se habían impulsado al finalizar el 2018; rápidamente fueron repelidas por la frontera vertical dispuesta en territorio mexicano. Las deportaciones desde Estados Unidos y México habían continuado, ahora con el establecimiento de la figura de tercer país seguro, una especie de contrato leonino entre la Administración Trump y los gobiernos del norte de la región para “devolver” a los centroamericanos a contextos donde la precariedad, la vulnerabilidad y el riesgo constituyen el elemento común.

“Sin embargo, lo que ocurre no es solamente una crisis en las movilidades humanas. Se trata de una coyuntura de cambio de sentido en el que estas han quedado comprometidas, subsumidas, suspendidas, de múltiples formas a la vez que han visto perjudicados sus derechos básicos a la seguridad, la salud, la alimentación y el buen estado emocional para contender los impactos físicos y psicológicos de la pandemia”

En lo que la Pandemia ha seguido su curso, las deportaciones masivas y exprés hacia Centroamérica han continuado, agudizando la problemática para quienes retornan tal vez de forma involuntaria y con mucho temor a sus contextos de origen. Entre marzo y abril la cifra pudo haber alcanzado las 10000 personas deportadas de esta manera. Múltiples voces del ámbito de sociedad civil y organismos internacionales también se han levantado para reclamar las condiciones de trato indigno recibidas por quienes han sido obligados no solo a permanecer en sitios de detención sin las mínimas condiciones, sino también retornar en situaciones absolutamente precarias, muchos de ellos con el diagnóstico positivo del virus luego de haberlo adquirido en los sitios de detención y aseguramiento migratorio en Estados Unidos y México.

La problemática es difícil para aquellas personas “abandonadas” en la frontera entre México y Guatemala, luego de haber sido expulsados en caliente desde territorio estadounidense. En la región, haber cerrado fronteras contuvo medianamente el virus, pero no la agudización de las vulnerabilidades para cientos de personas en contextos de movilidad “confinada”. A este aspecto debe sumarse que la institucionalidad regional que aborda los desplazamientos humanos proviene del mundo de la seguridad como esquema de administración migratoria.

Como resultado de los límites a la movilidad humana en la respuesta a la pandemia, ha aumentado la construcción de escenarios de riesgo inscritos en las corporalidades de las personas que se movilizan. La conformación de las ilegalidades, un concepto desarrollado para explicar la generación histórica y sociopolítica de diversos tipos de sujeción de la persona en contextos de movilidad (3), adquiere ahora nuevas dimensiones ampliadas en las cuales la corporalidad que se desplaza y su relación con la salud juegan un rol fundamental.

La región centroamericana no escapa a estos procesos. En Honduras, por ejemplo, un Centro de Atención para Migrantes Retornados tuvo que cerrar sus puertas ante la presión de la población local, como temor a la propagación del virus. En la ciudad de Quetzaltenango, Guatemala, un grupo de migrantes deportados de Estados Unidos estuvo a punto de ser linchado por pobladores locales, por considerarlos sospechosos de portar la enfermedad.

En Costa Rica, se han profundizado los discursos y las declaraciones xenofóbicas en contra de la población extranjera, en particular la nicaragüense. Bajo los argumentos de resguardo y defensa de la frontera común y en nombre de la sanidad pública, se ha securitizado la gestión de las movilidades en ese territorio binacional. Organismos internacionales en derechos humanos como el Centro para la Justicia y el Derecho Internacional (CEJIL) han denunciado recientes abusos contra poblaciones refugiadas cometidos por autoridades costarricenses. Valga decir que, al momento de escribirse las presentes reflexiones, ningún caso positivo por COVID-19 ha sido reportado por las autoridades costarricenses como importadas por dicha frontera.

Entre tanta práctica, se ha instalado además una “semántica de lo atroz”, con aseveraciones peyorativas como la enunciada por el presidente guatemalteco al hacer referencia a uno de los vuelos de personas deportadas donde venían infectados con el virus, como el “vuelo maldito”. En Costa Rica, en varias páginas de redes sociales con tintes nacionalistas, el llamado a “matar nicas” es frecuente y celebrado con humor negro y deshumanizante.

En la presente coyuntura, la producción de una nueva ilegalidad ampliada que atraviesa los cuerpos de las personas en movilidad está cruzada también por un replanteamiento del concepto de paria, para designar nuevas categorías de rechazo y exclusión que la emergencia del COVID-19 ha instalado para siempre en el campo de las movilidades humanas.

Dinámicas renovadas se han observado. Ahora no son los extraños de Bauman quienes tocan a la puerta. Como respuesta a esas reconfiguraciones del poder y del discurso global, cientos de miles de personas en movilidad se han devuelto a sus países de origen, subvirtiendo el orden, cerrando la puerta al salir. Pasó con movilidades africanas en España y con familias nicaragüenses retornando a su país, provenientes de Costa Rica. Será necesario reconocerles ahora mismo y en el futuro, no como sujetos en movilidad, ni como parias del sistema, sino como seres humanos. El desafío en esta dirección es enorme y nos convoca a todas y todos con urgencia.

Referencias para el debate

(1) Bauman, Zygmunt (2016) Extraños llamando a la puerta. Espasa Libros, Barcelona.

(2) Ventura, Daysi (2016) El impacto de las crisis sanitarias internacionales en los derechos de los migrantes. En: SUR, 23, V 13, N. 23. Pp 61-75.

(3) Álvarez Velazco, Soledad (2017). Movimientos migratorios contemporáneos: entre el control fronterizo y la producción de su ilegalidad. Un diálogo con Nicolas De Génova. En: Revista de Ciencias Sociales. N 58. Quito. Pp 153-164.

Imagen: “Los marginados”, Néstor Zeledón Guzmán (1995)
Fuente: María E. Guardia Yglesias, Pincel, Pinacoteca Costarricense Electrónica
www.artecostarica.cr

Publicado en: https://historiaaplicada.org/blog/

Enviado por el autor.

Sea parte de SURCOS:
https://surcosdigital.com/suscribirse/

Iniciativa universitaria por Nicaragua por la adecuada atención de la salud y el respeto de los DDHH de las personas migrantes

Como es del dominio público, hay personas migrantes, entre ellas varias nicaragüenses, contagiadas con Covid-19 y al respecto queremos compartir nuestras preocupaciones y sugerencias.

1.El Gobierno del vecino país, está haciendo un manejo de la pandemia contrario a la normativa sanitaria internacional, tal y como ha manifestado la Organización Mundial de la Salud y, además de las dudas razonables sobre las estadísticas oficiales, se sabe, por denuncias de los organismos de defensa de los derechos humanos, que la población no está recibiendo la atención que se requiere.

2.No se puede descartar de que, entre los migrantes nicaragüenses hacia Costa Rica, aumente el número de personas contagiadas y no diagnosticadas por las autoridades sanitarias de su país. De hecho, los últimos casos detectados en Costa Rica son nicaragüenses de reciente ingreso al país.

3.Entendemos el temor de sectores de la población costarricense con respecto a la migración y es previsible que haya presiones para impedir el ingreso de nicaragüenses al país, por lo que consideramos necesario mantener la vigilancia policial en toda la franja fronteriza para contener a la población migrante en la zona, evitando un desplazamiento masivo y descontrolado hacia la GAM, no obstante, las acciones estrictamente policiales, deben ir acompañadas de la adecuada atención de la salud y el respeto a DDHH de los migrantes.

En ese sentido, proponemos:

Reforzar los centros de salud de la región fronteriza norte y considerar la posibilidad de habilitar un hospital de campaña, con apoyo internacional (ACNUR, OMS y OPS y BCIE entre otros.). El objetivo: extremar las medidas que eviten la propagación de la pandemia y dar el tratamiento adecuado a quien lo requiera.

Garantizar la protección del personal de los cuerpos de seguridad pública dotándoles del equipamiento adecuado para evitar el contagio. Tanto el personal de la Fuerza Pública, como del personal de salud, deben operar de acuerdo con los protocolos de salud y DDHH.

Proyectar este proceso a la opinión pública en general y prioritariamente a las poblaciones costarricenses fronterizas, para disipar temores y conjurar potenciales reacciones xenofóbicas.

05 mayo de 2020
Ciudad Universitaria Rodrigo Facio
San José, Costa Rica

 

Imagen ilustrativa.

Sea parte de SURCOS:
https://surcosdigital.com/suscribirse/

Las piñas de la ira

Henry Picado Cerdas

(5/5/2020.) Hoy en el contexto de la Crisis Sanitaria el ministro Renato Alvarado pierde el apoyo de quienes incluso le han dictado y redactado decretos ejecutivos. ¿Qué pasó? ¿Cuándo y porqué se rompió la alianza los agroindustriales y ministro?

Para tratar de responder a lo anterior debemos comprender que la agenda de uno y otro no son muy distintas, que convergen siempre en las mismas cosas: la defensa de la expansión piñera; la introducción de los agrotóxicos sin análisis eco-toxicológicos previos; la impunidad para la explotación laboral de peones agrícolas nacionales y migrantes; el ocultamiento de los casos de contaminación agrovenenos de acuíferos; una injusta amnistía fiscal para el agronegocio; la certificación y privatización de semillas; la ilegalización del uso de semillas criollas, entre otros.

Los gremios más radicales, defensores de neoliberalismo se enojaron cuando vieron a su ministro aliado diciendo por redes sociales que los tratados de libre comercio (TLCs) han llevado a la quiebra a la agricultura campesina nacional. Los dueños del agronegocio, contaminante y explotador, no tardaron en salir a la prensa a gritar aireadamente contra Renato Alvarado por recordar algo que se sabe desde hace muchos años: las reformas neoliberales han destrozado la agricultura y tienen al país al borde de una crisis alimentaria. Habría que agregar que este régimen económico ha beneficiado a muy pocos, puntualmente se sabe que en Costa Rica solo 10 empresas agro-exportadoras se llevan el 66,5% de todos los ingresos por la venta de productos frescos en el exterior.

Hay que señalar además que Renato Alvarado (hoy ministro de Agricultura) fue no hace mucho vicepresidente de la Cámara Nacional de Agricultura y Agroindustria (CNAA); gremio que hoy pide su cabeza como jerarca del MAG.

También hay que decir que Juan Rafael Lizano (actual presidente de la CNAA), fue exministro de Agricultura y Ganadería en el periodo de 1990 a 1994. Lizano representa al sector neoliberal más sórdido, defensor de intereses de las multinacionales e importadores de agrotóxicos. La doctrina política del agronegocio ha fracasado y en el contexto de la crisis por el COVID-19 se hace más que evidente.

Por eso este conflicto hay que entenderlo como una riña entre los mismos. Que las organizaciones del campo independientes, ecologistas y de mujeres rurales han sido sistemáticamente excluidas del debate y sus propuestas no han sido escuchadas en los últimos treinta años. En buena hora Renato Alvarado reconoce que el libre comercio significa ruina para el campo costarricense, ojalá el siguiente paso sea abrir el diálogo con el resto de los sectores agrícolas con todas las organizaciones y no sólo con los mismos de siempre.

La Federación Ecologista se ha dado a la tarea de reflexionar y proponer las acciones para buscar la soberanía alimentaria, garantizar la justicia económica y de género en el contexto rural, de esta manera caminar hacia la agroecología y la justicia ambiental.

Solicitan que se investigue y actúe ante denuncias de amenaza e intimidación contra familias refugiadas en Upala

San José, 28 de abril de 2020.- El pasado 23 de abril, personas refugiadas y solicitantes de asilo nicaragüenses, denunciaron que autoridades costarricenses -principalmente oficiales de la Fuerza Pública y Migración- allanaron con actitudes violentas la finca en que viven y trabajan en Upala.

Según las declaraciones de las personas en el lugar, en el operativo participaron cerca de 35 representantes de la Fuerza Pública, el Organismo de Investigación Judicial (OIJ), el Patronato Nacional de la Infancia (PANI), el Ministerio de Salud, la Dirección General de Migración y Extranjería (DGME) y la Municipalidad de Upala, quienes llegaron a la finca en al menos 10 vehículos oficiales.

De acuerdo con los testimonios recabados, los oficiales ingresaron a la finca alrededor de las 10:00 de la mañana “fuertemente armados”, sin identificarse y de manera inapropiada, allanaron viviendas y desalojaron a los ocupantes de sus cuartos, entre los que se contaron adultos, niños, niñas y personas adultas mayores que se encontraban durmiendo. No presentaron ninguna explicación u orden que justificara su entrada a la propiedad privada que las personas campesinas alquilan en la zona.

Una vez ahí, las reunieron en el área de cocina pidiendo que mostraran sus documentos personales. Según el relato de las familias afectadas, las autoridades trasladaron a la oficina de Migración de Upala a un joven de 24 años solicitante de refugio por no haber asistido a su última cita y, si bien le otorgaron una nueva fecha para presentarse, uno de los oficiales lo atemorizó con deportarlo a Nicaragua si volvían a encontrarlo en la finca, desconociendo con ello el “principio de no devolución” al que se adscribe Costa Rica en el Derecho Internacional para la solicitud de refugio.

Las personas afectadas sostienen en sus declaraciones que los oficiales de policía les expusieron a aglomerarse, sin el distanciamiento necesario y sin tomar ninguna medida de prevención para evitar el contagio por el COVID-19. Al parecer, el trato fue irrespetuoso e intimidante, incluso amenazándoles con quemar una construcción dentro del terreno destinada a resguardar animales.

Desde el Centro de Derechos Sociales de la Persona Migrante (CENDEROS), el Servicio Jesuita para Migrantes Costa Rica, el Colectivo Derechos Humanos Nicaragua Nunca+, y el Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (CEJIL), organizaciones que acompañamos a las personas migrantes, refugiadas y solicitantes de asilo en el país, manifestamos nuestra profunda preocupación y solicitamos la investigación respectiva ante los hechos tan graves que aquí se exponen.

Sobra decir que estas personas han padecido las consecuencias de la violencia estatal en su país de origen y por eso rechazamos cualquier accionar que derive en nuevas formas de revictimización en Costa Rica, dónde han tenido que huir para resguardarse. Hemos recuperado los fuertes testimonios de este evento específico en Upala, que nos alerta, pues podría ser apenas un ejemplo de una práctica recurrente en los niveles primarios de atención o respuesta interinstitucional, en lo que respecta al trato que reciben las personas extranjeras. 

Ante la crisis de salud que enfrentamos a nivel mundial, reconocemos la oportuna respuesta del Estado de Costa Rica que ha logrado mitigar la propagación del virus y prestar atención adecuada a las personas que lo han requerido. Sin embargo, insistimos en que se corre el riesgo de que el contagio del COVID-19 resulte en crecientes manifestaciones de discriminación y xenofobia en Costa Rica y ese es un punto que el Estado debe seguir observando con gran atención. El caso de Upala puede ser expresión de esta preocupante dinámica.

Así, el Estado de Costa Rica tiene la obligación de tomar todas las medidas necesarias para garantizar los derechos humanos de grupos como el antes descrito.  Si bien es de aplaudir las formas en las que se han evitados discursos o medidas discriminatorias, estigmatizantes o xenofóbicas en relación con la población migrante o extranjera en esta coyuntura de emergencia sanitaria, la sensibilización y la información no están en todos los niveles de la función pública, como lo han insistido diferentes organizaciones desde hace años. Eso por eso que se deben adoptar medidas positivas para combatir dichas prácticas discriminatorias y contraproducentes.

El Estado costarricense tiene también la obligación de garantizar el acceso de todas las personas a buscar y recibir asilo. En este sentido, recordamos que las medidas implementadas en respuesta al COVID-19, incluido el cierre de fronteras, no pueden impedir que quienes necesitan protección internacional puedan solicitarla, ni deben justificar la devolución de personas solicitantes de asilo o refugiadas a territorios donde estarían en riesgo.

Confiamos en que los hechos ocurridos el pasado 23 de abril serán investigados, incluidas las amenazas dirigidas de deportación o violencia, con el fin de sancionar a los funcionarios responsables, garantizar la vida e integridad de las personas refugiadas y solicitantes de asilo, y enviar un mensaje claro de que este comportamiento no será tolerado.

Esperamos que el Estado de Costa Rica continúe tomando todas las medidas necesarias para garantizar los derechos humanos de la población, en igualdad de condiciones y sin discriminación alguna por estatus migratorio o nacionalidad.

Información compartida con SURCOS por Adilia Solís Reyes.

Imagen ilustrativa

Fuente: CEJIL https://cejil.org/es/organizaciones-solicitan-que-se-investigue-y-actue-diligencia-serias-denuncias-amenaza-e

Especialistas: urge flexibilizar normas ante nuevas migraciones en Costa Rica

Especialistas de la academia, organizaciones internacionales, entidades no gubernamentales y representantes de migrantes, concluyeron que es imperante ajustar el marco normativo de las movilidades en Costa Rica para dar respuesta a los flujos de migraciones actuales, ya que tienen nuevas lógicas y características.

En el marco del Ideario Nacional del Bicentenario coordinado por la Universidad Nacional (UNA), el Instituto de Estudios Sociales en Población (Idespo-UNA) impartió el taller virtual Migraciones y movilidad en Costa Rica: desafíos contemporáneos, el martes 14 de abril a las 9 a.m. por la plataforma zoom. En la actividad participaron 26 especialistas en movilidades en Costa Rica; entre ellos académicos de la UNA, la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), la Universidad de Costa Rica (UCR), y representantes de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Organismos de la Sociedad Civil, Organismos representantes de poblaciones migrantes y estudiantes avanzados de la UNA.

Jenyel Contreras, académica de la UCR, exaltó la importancia de reflexionar sobre los nuevos retos que implican las movilidades que atraviesan el país, pues es un fenómeno multifactorial que requiere atención desde todas las instituciones presentes en el taller virtual, más aún en la coyuntura actual.

El taller desarrolló el tema en 4 ejes. En primer lugar, se discutió sobre las políticas públicas actuales. En este apartado los especialistas coinciden con Guillermo Acuña, académico del Idespo, quien considera necesario precisar las nuevas características y realidades de los migrantes para poder atender sus necesidades desde las diversas instituciones y organizaciones que trabajan en el país.

También se abordó el eje de los imaginarios, donde se concluyó que se deben realizar grandes esfuerzos para mitigar la falta de información sobre las movilidades en la población en general, pues se desconocen las causas y las consecuencias de los migrantes.

Los especialistas discutieron sobre el abordaje de las contingencias y emergencias migratorias. Acuña especificó que es adecuado incorporar las dinámicas de las movilidades al ejercicio institucional, más allá de la atención histórica que se les ha proporcionado a los flujos migrantes que llegan al país, dado que vivimos dinámicas de movilidad distintas y en consecuencia se deben dar nuevas respuestas.

Para concluir, los participantes analizaron la necesidad de continuar estudiando este fenómeno y construir más conocimiento sobre este tema dado que las nuevas migraciones están vinculadas con dimensiones económicas, ambientales, políticas y en la actualidad a contingencias sanitarias como la del covid-19, por esta razón son muy complejas y requieren atención interinstitucional.

Para más información puede contactarse al 8814-7820 o al correo electrónico: guillermo.acuna.gonzalez@una.cr

 

Imagen ilustrativa.

Enviado por UNA Comunicación.

Sea parte de SURCOS:
https://surcosdigital.com/suscribirse/

La guerra del Coronavirus y sus daños colaterales

Vladimir de la Cruz

El impacto de la Pandemia del Coronavirus COVID-19 es de tal magnitud, por su alcance y trascendencia internacional, que ha roto, ha quebrado, todo el orden de las relaciones internacionales en todos los sentidos. Ha afectado obviamente las relaciones comerciales, productivas, de los procesos de encadenamiento económico a nivel internacional y a nivel local de cada uno de los países afectados.

Ha afectado áreas productivas, mercados internacionales de producción y abastecimientos de partes para la industria en general, ha afectado mercados de mano de obra barata en todos los continentes, ha afectado los mercados de colocación de mercaderías, estimulando, en cierta forma, todavía a escala reducida, los mercados internos de producción y de abastecimientos. Su impacto social, aún no evaluable, es el de llegar a causar mayor pobreza general y de mayor pobreza extrema en todos los países, junto el hambre, “hambrunas”, para grandes masas de personas, quizá sin que hayamos superado el impacto de la presencia del COVID-19.

El mundo del transporte aéreo, terrestre y marítimo se desplomó, por los controles de la expansión del Coronavirus que se han impuesto. La industria y la actividad turística, en todas partes del mundo, ha caído, con expectativa negativa para los próximos 18 meses por lo menos, y la economía de encadenamientos sujeta a ella ha sufrido igual impacto.

Las pequeñas empresas productivas, la MIPYMES y PYMES en general, son las más golpeadas, las empresas de venta y consumo de comidas, de servicios han cerrado estrepitosamente, creando un mayor impacto en las economías nacionales cuando estas pequeñas empresas son mayoritarias, y mayoritariamente empleadoras, en las actividades económicas de cada país, que con poca o baja contratación de personal, son también las que mantienen la mayor cantidad de empleo nacional, y en la situación actual conducen, por sus cierres, a que los índices de desempleo real aumenten de modo preocupante, agravando la situación social, de vida, de trabajo, de hambre real y de tensiones sociales y políticas que ello pueda producir.

El COVID-19 ha afectado el mundo del trabajo provocando cierres de empresas, despido de empleados, rebajo de jornadas de trabajo, nuevas formas laborales intensivas como el tele trabajo, el trabajo parcial con reducción de jornadas, y rebajo consecuente de salarios y beneficios sociales, desempleo total y desempleo parcial, con pérdida y reducción de salarios y sus beneficios sociales, ha afectado la capacidad de pago de obligaciones de trabajadores, de pequeños, medianos y algunos grandes empresarios. Los sindicatos mismos van a sufrir este impacto en su afiliación real, en sus cuotas de pago sindicales, así como en su actividad organizativa, y hasta en sus luchas.

Ha afectado los vínculos diplomáticos alterando las relaciones de países fronterizos por los cierres de fronteras, impuestos de cada lado, para mitigar, con el control de los procesos migratorios y de desplazamiento de nacionales y extranjeros, la posibilidad de expansión y contagio del Coronavirus. Ha cuestionado internacionalmente a aquellos gobernantes que no se han sometido a los parámetros de la Organización Mundial de la Salud para atender la pandemia, e irresponsablemente, en sus países, han sido laxos frente al avance del Coronavirus, con las repercusiones internacionales que eso tiene.

El Coronavirus ha surgido como una fuerza de combate en guerra en todos los países, contra todas las personas, sin que estuvieran preparados para ella.

El Coronavirus se ha desarrollado como un movimiento guerrillero, apareciendo por aquí y por allá, y simultáneamente en todos los países, como si fueran diferentes frentes de combate, donde no se le puede enfrentar en el campo militar. De allí, por ahora su fuerza, por su capacidad sorpresiva de aparición provocando daños directos y daños colaterales en cada país y sociedad, por el temor que desata su existencia. En unos países impacta más que en otros, pero nadie está exento de sufrir su presencia ni daños colaterales. Y dentro de los países hay regiones más afectadas que otras.

Por ahora es una guerra que está comenzando, con un enemigo que se le conoce, que se la ha logrado identificar, el COVID-19, pero que no se tiene capacidad de controlarlo, y no se sabe aún con certeza cuando podrá acabársele y de qué modo se hará, porque su manera de combatir es silenciosa, sorpresiva, universal, y en muchos casos precisa y fulminante.

Uno de los efectos más dramáticos que ha provocado es que no se ha logrado una acción internacional contra el Coronavirus.

El único campo internacional que opera es el de la ciencia médica y epidemiológica, donde se hacen esfuerzos de coordinación día a día, para ir analizando los movimientos y comportamientos del Coronavirus, como sus posibilidades de mutación, para buscar, en el campo de la ciencia, los mecanismos y armas para detenerlo y controlarlo. Si es por una vacuna, se ha dicho, es un proceso que puede durar por lo menos hasta dos años, de allí que lo más claro es que el Coronavirus ha llegado para quedarse y tengamos que aprender a vivir con él, como vivimos con un montón de bacterias, virus y microorganismos, que siguen causando muertes, y por miles, muchos de los cuales hoy los controlamos y disminuimos sus muertos con vacunas.

El Coronavirus ha declarado, en cierta forma, una guerra contra toda la Humanidad. La guerra en que nos ha metido el Coronavirus no ha terminado. Los efectos devastadores de esta guerra todavía no los conocemos en toda su dimensión.

En el campo científico es una Guerra Total, que ha obligado a que todos los países muevan sus recursos y fuerzas, hasta donde se pueda, para destruir su capacidad contagiosa y de expansión. Como Guerra Total supone la subordinación de la política, no a la guerra como es la idea clásica militar, sino a la Ciencia, lo que no ha hecho el gobierno de Trump, y algunos otros, y que sí se hace en la mayoría de los países. Aquí, en Costa Rica, el Gobierno ha hecho muy bien de poner al frente, día a día, de esta batalla, incluso por el manejo de las Conferencias de Prensa diarias, al Ministro de Salud y al Presidente de la Caja Costarricense del Seguro Social. Hasta hoy el discurso oficial, en Costa Rica, descansa sobre todas las cosas en la ciencia para combatir el Coronavirus.

Importante papel puede llegar a jugar el Instituto Clodomiro Picado, de la Universidad de Costa Rica.

Por ahora el COVID-19 asusta por las muertes y contagios en todos los países, y atemoriza por el daño causado a la economía mundial, que es el daño colateral impuesto por este Coronavirus.

En las guerras modernas, y recientes, especialmente después de 1990, desde la Guerra del Golfo Pérsico, se habla de los daños colaterales, aquellos causados que están fuera de los objetivos militares a destruir, que son las víctimas civiles, particularmente, y así se justifican por quienes provocan estos daños colaterales, en estas guerras, generalmente por resultado de los bombardeos.

Se habla de daño colateral de aquel causado sin intención, de manera accidental, o por repercusión sin haberlo deseado, pero como resultado de una operación militar. En la sucia guerra de Vietnam los Estados Unidos usó este término para referirse al asesinato de civiles y la destrucción de sus propiedades.

Los daños colaterales militarmente se han extendido a las construcciones, hasta hospitalarias y diplomáticas, como ha sucedido, así como a los equipos y el personal, que puede ser afectado, en una operación militar, de fuerzas amigas de los atacantes. El daño colateral no quiere decir sin intención, aunque los ejércitos tratan de darle ese contenido conceptual. Es el daño adicional, subordinado, secundario, que resulta de una acción militar. Es el acto que puede resultar consciente, si es una ventaja táctica militar, en donde al destruir un objetivo deben eliminarse civiles e inocentes, o destruir instalaciones que no son objetivos militares.

El Coronavirus como agente militar, como arma de guerra, directamente ataca personas. El Coronavirus, en sus daños colaterales, afecta toda la economía, las fábricas, el transporte en todas sus manifestaciones, ciudades y pueblos completos, las refinerías lo que ha hecho caer el precio y la producción diaria de petróleo mundial. Afecta la salud emocional de las personas, sobre todo por los encierros obligados, las “cuarentenas” y restricciones de usos sociales, de comportamientos y de relaciones sociales que ha impuesto.

La autonomía de desplazamiento del Coronavirus en su ataque es demasiado amplia, llega donde tenga oportunidad de llegar, atacar y ocasionar el daño directo y el colateral respectivo. El Coronavirus por blanco estratégico tiene a los seres humanos. Eso está claro, de allí la necesidad de su protección.

En curso de la II Guerra Mundial, al mediar la década de 1940, las potencias aliadas impulsaron tres organismos de carácter mundial, en perspectiva del mundo que surgiría después de esa horrorosa guerra, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, ambos en 1944, como resultado del Tratado de Breton Woods, y las Naciones Unidas, en octubre de 1945.

Al terminar la II Guerra Mundial el mundo había cambiado. Derrotado el nazifascismo surgió de manera poderosa un Sistema Mundial de países socialistas, que hizo cambiar el escenario de las relaciones internacionales. El mundo se enfrascó en una división internacional de Socialismo versus Capitalismo y de un escenario militar, la Guerra Fría.

El resultado práctico inmediato por parte de los Estados Unidos fue impulsar en la Europa capitalista existente el Plan Marshall, con el propósito de meter 12.000 millones de dólares, de esa época, para la reconstrucción europea, y presentar la Europa capitalista como una vitrina frente a la Europa socialista que también estaba surgiendo. Ello produjo en el campo militar, luego, el desarrollo de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, por un lado y del Pacto de Varsovia por otro, para mantener los equilibrios militares en ese continente.

En América Latina el Plan Clayton, entre 1946 y 1947, se propuso igual propósito para contribuir a desarrollar la economía de la región, especialmente en el sector agrario o campesino, y frenar o neutralizar en el continente los movimientos insurgentes que estaban dándose. Para la parte militar en América Latina se impuso el Plan Truman. En 1948 se impulsó militarmente el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, con la OEA de fondo y de soporte.

Después del Coronavirus el mundo va a ser otro. Frente al Coronavirus no se impulsan organizaciones de este tipo ni políticas de esta naturaleza, de carácter colectivo. Lo más cercano a ello es el apoyo a la Organización Mundial de la Salud, la abanderada internacional en la lucha contra el Coronavirus, y sus organismos regionales, como la Organización Panamericana de la Salud, hoy sin el apoyo económico del gobierno norteamericano, y del Presidente Trump, que ha anunciado quitarle los fondos económicos que le daban, acusándola de estar plegada, en esta situación pandémica, a los intereses de la República Popular China.

Igualmente, esos organismos, son hoy objeto de atención, y de llegada, para apoyar gobiernos y países con préstamos y políticas económico-financieras para enfrentar el Coronavirus en sus impactos financieros internos.

En el momento actual debe operar la política realista, de la diplomacia y de las acciones concretas y prácticas para atender la pandemia, cuando no hay un Gobierno mundial, ni hay un “ejército mundial” en capacidad de combatir el Coronavirus, que debe enfrentarse en cada país con las fuerzas médico-científicas que se tienen, y con las estructuras de salud pública y de seguridad social que cada país tiene y ha desarrollado históricamente.

El Coronavirus ha alterado en la práctica el equilibrio de poderes existentes en el mundo actual, ha debilitado a las grandes potencias, las ha alejado de sus propias relaciones, les ha debilitado sus carreras armamentistas para enfrentar al enemigo no tan invisible del Coronavirus. La “paz” internacional, exceptuando las guerras locales o regionales aún existentes, que han pasado a guerras de baja intensidad momentáneamente, también se ha alterado.

Para Trump la situación internacional es grave por el impacto que ella tiene al interior de los Estados Unidos en su elección de noviembre de este año. La torpeza con que ha actuado lo ha alejado del liderazgo internacional que los Estados Unidos ha significado, pero le ha debilitado su liderazgo interno, a nivel nacional y regional con sus propios Estados y sus autoridades locales, los gobernadores.

Pareciera que Trump siguiendo a Maquiavelo quisiera usar el mal para tratar de lograr el bien. Por ello engaña, hace trampa, mal informa, se enfrenta a la ciencia de su propio país, intriga contra quien se le oponga, enfrenta y limita la acción de los medios de información y de prensa, obliga a su Partido Republicano y a sus dirigentes a seguirle ciegamente, amenaza desarrollar los super poderes que se le permiten al Poder Ejecutivo en Estados Unidos, expulsa migrantes detenidos enfermos de coronavirus a sus países de origen, con el propósito de que enfermen en sus países de origen, como está haciendo con guatemaltecos repatriados.

Para Trump, como yo lo veo, el Coronavirus se le ha presentado como un elemento de limpieza étnica mundial, y en los propios Estados Unidos, por las personas que son afectadas mayoritariamente.

En la línea de enfrentamiento al Coronavirus el realismo político descansa en las decisiones racionales, científicas y médicas, que puedan tomarse e impulsarse para frenarlo, detenerlo y saberlo combatir y para superar, en el mayor corto plazo posible, los efectos colaterales que está provocando, especialmente en el plano de las economías nacionales, y en la reconstrucción de las redes de la economía mundial.

El interés nacional es lo que resalta en los países frente al Coronavirus. En Estados Unidos Trump ha sido muy claro “América Primero”. No son casuales sus políticas públicas internas y sus planteamientos internacionales en torno a cómo enfrentar y combatir el Coronavirus. Se trata de su supervivencia y su propia seguridad, no la del planeta. Por eso niega las políticas internaciones de ataque y confrontación al Coronavirus.

Con el Coronavirus no tenemos en el escenario internacional un país agresivo, una potencia amenazante de otros países, o de todos, por su carácter pandémico. Trump está tratando de pintar a la República Popular China, como esta amenaza, por el origen del Coronavirus, en la ciudad de Wuham, y para ver a este país como el agente agresivo internacional. Es parte de su estrategia geopolítica mundial frente al impacto que tiene la República Popular China en la economía mundial, y la disputa que tiene Estados Unidos en ese escenario para no ser desplazado.

El problema fundamental para Trump es que en la lucha contra el Coronavirus todos los Estados del mundo tienen igualdad de enfrentamiento, y no quieren ser derrotados por el Coronavirus.

El Coronavirus no nos ha metido en el mundo de Tomas Hobbes, el de la lucha, o de guerra, de todos contra todos. Al contrario, nos ha impuesto la tarea de enfrentarlo como una sola fuerza. La diversidad de países, y de posiciones políticas de cada uno de ellos, tiene que conducir a políticas unitarias de acción internacional. Este es el reto que nos impone la pandemia.

La estructura internacional de las Naciones Unidas, y sus organismos internacionales, nos da la posibilidad de actuar cooperativamente en nombre de toda la Humanidad.

Estamos ante un interés público, hoy un interés común, de toda la sociedad, de todas las sociedades existentes, por la defensa del bienestar, la felicidad y la satisfacción de las necesidades básicas de todos los seres humanos.

Enviado a SURCOS por el autor.

Imagen: https://news.un.org/es/story/2020/04/1472832

Francisco escribe carta a movimientos y organizaciones populares

A los hermanos y hermanas de los movimientos y organizaciones populares

Queridos amigos

Con frecuencia recuerdo nuestros encuentros: dos en el Vaticano y uno en Santa Cruz de la Sierra y les confieso que esta “memoria” me hace bien, me acerca a ·ustedes, me hace repensar en tantos diálogos durante esos encuentros y en tantas ilusiones que nacieron y crecieron allí y muchos de ellas se hicieron realidad. Ahora, en medio de esta pandemia, los vuelvo a recordar de modo especial y quiero estarles cerca.

En estos días de tanta angustia y dificultad, muchos se han referido a la pandemia que sufrimos con metáforas bélicas. Si la lucha contra el COVID es una guerra, ustedes son un verdadero ejército invisible que pelea en las más peligrosas trincheras. Un ejército sin más arma que la solidaridad, la esperanza y el sentido de la comunidad que reverdece en estos días en los que nadie se salva solo. Ustedes son para mí, como les dije en nuestros encuentros, verdaderos poetas sociales, que desde las periferias olvidadas crean soluciones dignas para los problemas más acuciantes de los excluidos.

Sé que muchas veces no se los reconoce como es debido porque para este sistema son verdaderamente invisibles. A las periferias no llegan las soluciones del mercado y escasea la presencia protectora del Estado. Tampoco ustedes tienen los recursos para realizar su función. Se los mira con desconfianza por superar la mera filantropía a través la organización comunitaria o reclamar por sus derechos en vez de quedarse resignados esperando a ver si cae alguna migaja de los que detentan el poder económico. Muchas veces mastican bronca e impotencia al ver las desigualdades que persisten incluso en momentos donde se acaban todas las excusas para sostener privilegios. Sin embargo, no se encierran en la queja: se arremangan y siguen trabajando por sus familias, por sus barrios, por el bien común. Esta actitud de Ustedes me ayuda, cuestiona y enseña mucho.

Pienso en las personas, sobre todo mujeres, que multiplican el pan en los comedores comunitarios cocinando con dos cebollas y un paquete de arroz un delicioso guiso para cientos de niños, pienso en los enfermos, pienso en los ancianos. Nunca aparecen en los grandes medios. Tampoco los campesinos y agricultores familiares que siguen labrando para producir alimentos sanos sin destruir la naturaleza, sin acapararlos ni especular con la necesidad del pueblo. Quiero que sepan que nuestro Padre Celestial los mira, los valora, los reconoce y fortalece en su opción.

Qué difícil es quedarse en casa para aquel que vive en una pequeña vivienda precaria o que directamente carece de un techo. Qué difícil es para los migrantes, las personas privadas de libertad o para aquellos que realizan un proceso de sanación por adicciones. Ustedes están ahí, poniendo el cuerpo junto a ellos, para hacer las cosas menos difíciles, menos dolorosas. Los felicito y agradezco de corazón. Espero que los gobiernos comprendan que los paradigmas tecnocráticos (sean estadocéntricos, sean mercadocéntricos) no son suficientes para abordar esta crisis ni los otros grandes problemas de la humanidad. Ahora más que nunca, son las personas, las comunidades, los pueblos quienes deben estar en el centro, unidos para curar, cuidar, compartir.

Sé que ustedes han sido excluidos de los beneficios de la globalización. No gozan de esos placeres superficiales que anestesian tantas conciencias. A pesar de ello, siempre tienen que sufrir sus perjuicios. Los males que aquejan a todos, a ustedes los golpean doblemente. Muchos de ustedes viven el día a día sin ningún tipo de garantías legales que los proteja. Los vendedores ambulantes, los recicladores, los feriantes, los pequeños agricultores, los constructores, los costureros, los que realizan distintas tareas de cuidado. Ustedes, trabajadores informales, independientes o de la economía popular, no tienen un salario estable para resistir este momento … y las cuarentenas se les hacen insoportables. Tal vez sea tiempo de pensar en un salario universal que reconozca y dignifique las nobles e insustituibles tareas que realizan; capaz de garantizar y hacer realidad esa consigna tan humana y tan cristiana: ningún trabajador sin derechos.

También quisiera invitarlos a pensar en “el después” porque esta tormenta va a terminar y sus graves consecuencias ya se sienten. Ustedes no son unos improvisados, tiene la cultura, la metodología pero principalmente la sabiduría que se amasa con la levadura de sentir el dolor del otro como propio. Quiero que pensemos en el proyecto de desarrollo humano integral que anhelamos, centrado en el protagonismo de los Pueblos en toda su diversidad y el acceso universal a esas tres T que ustedes defienden: tierra, techo y trabajo. Espero que este momento de peligro nos saque del piloto automático, sacuda nuestras conciencias dormidas y permita una conversión humanista y ecológica que termine con la idolatría del dinero y ponga la dignidad y la vida en el centro. Nuestra civilización, tan competitiva e individualista, con sus ritmos frenéticos de producción y consumo, sus lujos excesivos y ganancias desmedidas para pocos, necesita bajar un cambio, repensarse, regenerarse. Ustedes son constructores indispensables de ese cambio impostergable; es más, ustedes poseen una voz autorizada para testimoniar que esto es posible. Ustedes saben de crisis y privaciones… que con pudor, dignidad, compromiso, esfuerzo y solidaridad logran transformar en promesa de vida para sus familias y comunidades.

Sigan con su lucha y cuídense como hermanos. Rezo por ustedes, rezo con ustedes y quiero pedirle a nuestro Padre Dios que los bendiga, los colme de su amor y los defienda en el camino dándoles esa fuerza que nos mantiene en pie y no defrauda: la esperanza. Por favor, recen por mí que también lo necesito.

Fraternalmente, Ciudad del Vaticano, 12 de abril de 2020, Domingo de Pascua.

Fuente: http://radioencuentro.org.ar/carta-del-papa-a-los-movimientos-populares-del-mundo/

Educación Popular en tiempos de COVID-19

Oscar Jara H.- Presidente de CEAAL

El Contexto Latinoamericano y Caribeño desde antes de la crisis producida por la pandemia del COVID 19, estaba atravesado por una ofensiva neoliberal en distintas dimensiones (política, económica, socioambiental, cultural) que se había extendido por toda nuestra región con una fuerza inusitada en los últimos dos años: el golpe de Estado de Bolivia, el viraje del gobierno en Ecuador, la agresividad del gobierno Brasileño, el creciente bloqueo a Cuba y Venezuela y el resultado de las recientes elecciones en Uruguay reflejan las dinámicas de polarización que se gestan en este marco junto con las crisis abiertas y movilizaciones populares en Haití, Ecuador, Chile y Colombia, la caravana de migrantes centroamericanos, o la derrota del partido Cambiemos en Argentina. Estos y otros factores como el creciente número de dirigentes sociales y ambientales asesinados especialmente en Colombia, aunque también en otros países como Costa Rica, visibilizan la magnitud de esta ofensiva y la polarización que ella produce con respecto a propuestas y movimientos progresistas.

En estas circunstancias, llega la crisis producida por la pandemia del Corona-virus, actualmente en proceso de crecimiento con consecuencias imprevisibles para nuestra región y para nuestro planeta. El análisis de su impacto en las relaciones económicas, políticas, sociales, ambientales y culturales de nuestras sociedades deberá ser un eje central de nuestra acción en los meses venideros.

Por eso, en este contexto se ha hecho aún más necesario disputar desde la Educación Popular el modelo de sociedad al que aspiramos desde una ética del cuidado de la vida y en políticas en beneficio de las mayorías. Retomar, resignificar y recrear la dimensión profunda del sentido de nuestras prácticas y procesos organizativos en función de otro modelo civilizatorio que reemplace al actual modelo cuya crisis se agudiza con esta pandemia. Ante este contexto y las circunstancias que vivimos actualmente en el inicio del año 2020, podemos identificar algunos desafíos presentes para nuestros procesos:

  • Comprender el impacto que tiene y tendrá la pandemia Covid-19 en todo el marco de relaciones de nuestras sociedades, identificando cómo las políticas de privatización (en especial de los servicios de salud) afectan las capacidades de respuesta a una emergencia sanitaria de esta magnitud, así como la necesidad de repensar y redefinir otras relaciones económicas, sociales, ambientales y culturales basadas en otra ética, en otro sentido de la vida (pensar en nuestras sociedades post coronavirus y actuar para conseguirlas).
  • Comprender críticamente al neoliberalismo, desnudado por la pandemia, en su dimensión simbólica y cultural como productor de subjetividades y en su capacidad colonizadora de sentidos a partir de una racionalidad individualista, competitiva y consumista, para construir otra visión del mundo, otra ética y otras subjetividades desde propuestas políticas y acciones solidarias y colectivas centradas en el bien común.
  • Analizar críticamente los modelos de intervención ante la pandemia, utilizados por los distintos regímenes latinoamericanos y sus resultados. Identificar el papel de las políticas públicas ante estas situaciones de vulnerabilidad, así como los impactos diferenciados que esta situación provoca y las estrategias que pueden evitar una profundización de la desigualdad que ya afecta de manera más grave a sectores como las mujeres, personas trans, pueblos indígenas y comunidades campesinas, personas migrantes, iniciativas productivas desde la economía informal, etc.
  • Identificar, promover, sistematizar y visibilizar prácticas alternativas de solidaridad, intercambio desinteresado, ayuda mutua y participación social generadas durante esta crisis, para poder proyectarlas como prácticas democráticas y democratizadoras que se llevan a cabo desde otros paradigmas que el actualmente hegemónico basado en el mercado, las salidas individuales y el lucro.
  • Caracterizar las distintas formas de ejercicio de poder que se enfrentan a las lógicas del neoliberalismo y del autoritarismo que utiliza formalidades democráticas, reflexionando sobre las nuevas formas de construcción de procesos organizativos, de resistencia y de re-existencia con la participación de nuevos actores sociales y políticos.
  • Impulsar acciones y propuestas de descolonización y despatriarcalización de las formas de concebir y organizar las relaciones sociales y económicas, generando otros espacios y criterios de acción basados en la lógica del Buen Vivir, la Economía Social y Solidaria, y el cuidado mutuo y de la naturaleza de la que formamos parte.

Estamos viviendo un cambio de época que puede constituir una oportunidad para que –desde los procesos de educación y participación popular- impulsemos con mayor fuerza el desmonte de las lógicas y patrones culturales capitalistas, patriarcales, extractivistas, individualistas, racistas y coloniales y que desde las prácticas solidarias podamos construir espacios, propuestas, proyectos, programas que protagonizados por los sectores populares se constituyan en los nuevos referentes de otra manera de vivir. El CEAAL asume este desafío de ser movimiento transformador con decisión y compromiso, pero también con humildad, sabiendo que sólo será posible si ampliamos nuestro campo de alianzas, articulaciones y vínculos con otros movimientos, organizaciones y sectores sociales, siendo parte activa de un movimiento mucho más amplio y convergente de transformación.

(Editorial de La Carta del CEAAL # 613, 8 abril 2020: http://ceaal.org/v3/carta613/)

Covid-19 no frenará migración de centroamericanos al Norte

Fronteras porosas no los detienen y profundización de problemas sociales como pobreza y desempleo los impulsarán a continuar buscando un futuro más seguro para sus familias.

La enfermedad covid-19 profundizará las condiciones de pobreza y violencia de los centroamericanos, por lo que las migraciones no se detendrán a pesar de los cierres de los puestos fronterizos oficiales, advirtió Guillermo Acuña, especialista en migraciones del Instituto de Estudios Sociales en Población de la Universidad Nacional (Idespo-UNA).

Se calcula que, anualmente, un total de 400 mil personas intentan cruzar la frontera de los Estados Unidos en busca de un futuro económico y social más seguro. La mayor parte son personas centroamericanas de países del llamado triángulo norte (El Salvador, Guatemala y Honduras).

Según Acuña las fronteras de los países centroamericanos, México y Estados Unidos son muy porosas, lo cual permite el paso de migrantes por múltiples puntos ciegos, de manera ilegal. Sin embargo, es en estos puntos donde peligra la vida de los migrantes y sus familiares, pues la seguridad se ha intensificado, tanto por la policía migratoria como por el ejército de cada país.

La investigadora del Instituto Mora, de la ciudad de México, Leticia Calderón, comentó que “México no ha adoptado, hasta este el momento, una política de apertura o flexibilidad para permitir que las personas migrantes que ya están en el país puedan circular, moverse y en algún momento guarecerse de lo que esperamos casi como un tsunami respecto al tema del coronavirus”. Calderón considera que es un momento para reflexionar sobre la política de detención migratoria al sur de México.

El 2019 estuvo marcado por la salida de varias caravanas migrantes, que partieron de Honduras o El Salvador, y a lo largo del camino recogieron migrantes del resto de los países del triángulo norte. Ante las caravanas, Guatemala, México y Estados Unidos recrudecieron la seguridad en las fronteras para impedir el paso legal de los migrantes. Según datos del Instituto Nacional de Migración de México, para el 1 de enero de 2020 habían registrado 2.410 personas en los albergues para migrantes ubicados en México; muchas de estas personas están a la espera de una cita en las cortes de migración estadounidenses para exponer sus casos y tratar de ingresar como refugiados a este país.

La enfermedad covid-19 provocó el cierre de dichas cortes estadounidenses por lo que los juicios quedaron suspendidos y las citas para migrantes congeladas hasta nuevo aviso, por lo que los migrantes deben continuar esperando en condiciones sociales y de salud muy vulnerables.

Según el Proyecto de Migrantes Desaparecidos de la Organización Internacional sobre las Migraciones (OIM), al menos 497 personas perdieron la vida en la frontera entre México y Estados Unidos durante 2019. Esto coloca a dicha frontera con México como la segunda más mortífera del mundo para los migrantes, antes del covid-19.

Guillermo Acuña impartirá el taller virtual Migraciones y movilidad en Costa Rica: desafíos contemporáneos, el martes 14 de abril a las 9 a.m. por la plataforma zoom.

Enviado por Oficina de Comunicación UNA.

Sea parte de SURCOS:

https://surcosdigital.com/suscribirse/