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Etiqueta: movilidad humana

Antes de cruzar la frontera

Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)

Escondido entre la polifonía de temas que nos abruman durante estos días, en los que predomina la lenta vuelta a la normalidad en el norte global ya casi vacunado y en lugares como Nueva York ha sido dictado el fin del uso de la mascarilla, la tensión y represión social en Colombia y la escalada de violencia que una vez más sacude la relación entre Israel y Palestina, aparece el drama humanitario de la movilidad humana en la fronteriza ciudad de Ceuta, ubicada entre España y Marruecos.

Como salidas de una triste película documental que muestra la desesperación en alta mar de miles de personas intentando poner pies y esperanzas en las costas españolas, las imágenes sobre la deshumanización son elocuentes.

La orden girada a las fuerzas de seguridad españolas es disuadir, impedir, negar, devolver al vacío de las aguas mediterráneas a todo aquel que procure ingresar a sitio seguro. Por eso la policía fronteriza cumple órdenes y los niños y niñas migrantes no entienden de políticas migratorias criminalizantes. Para ellos la salvación está allí a pocos pasos pero puede más la acción cohercitiva y gendarme de estados que han preferido el miedo como recurso para gestionar las movilidades humanas contemporáneas.

Es notable el impacto que aún genera el cambio en la estrategia europea de atención a las contingencias migratorias al promediar la década anterior, al pasar del programa de salvamento y rescate “Marenostrum” a uno más álgido enfocado en la contención fronteriza denominado Tritón.

En un contexto de excepción como el actual, las movilidades continúan siendo visualizadas como amenazas que solo logran conmover cuando la comunicación global espectaculariza lo que podría ser una acción humana natural: un abrazo para consolar, solidarizarse, brindar apoyo.

Lo hizo Luna, una voluntaria de la Cruz Roja Internacional, al ofrecer su hombro a un inmigrante africano en plena línea divisoria. La imagen ha sido viral pero también lo ha sido una reacción en cadena donde el racismo y la violencia verbal contra la voluntaria denotan que más allá de la pandemia sanitaria, otra enfermedad todavía más potente como el odio mezclado con racismo y xenofobia campean libremente por el planeta.

A miles de kilómetros de Ceuta, hace apenas unos años, la escritora chiapaneca Chary Gumeta documentaba el paso incesante de las movilidades humanas centroamericanas, en un incontenible conteo que al día de hoy no se detiene.

Sus observaciones y conversaciones fueron plasmadas en un texto poético titulado Despatriados publicado en 2018 por Editorial Metáfora (Quetzaltenango, Guatemala). Sobre la escritura de este poemario la autora ha dicho que se trata de un ejercicio de poesía testimonial donde impulsa la idea de hacer visible desde la voz poética, esas condiciones de dolor y drama que viven aquellos que se movilizan como estrategia de sobrevivencia.

En una sesión de trabajo realizada recientemente en el Taller del Sur, espacio de escritura creativa que acompañamos en la Universidad Nacional (Costa Rica), Chary compartió su experiencia y su voz llena de sensibilidad y reconocimiento hacia el otro.

Quizá el drama en Europa nos parezca lejano pero un abrazo como el de Luna también debe llegar a quienes se movilizan buscando sobrevivir y alcanzar su sueño en la región centroamericana. Tal y como lo dice Gumeta en el siguiente texto:

ANTES DE CRUZAR LA FRONTERA

Antes de cruzar la frontera
Antes de poner un pie en ese territorio de tinieblas
Te daré un beso como muestra de amor
Y Te diré como aprendí a amarte
Bajo las sombras de los árboles
En nuestro lejano Quezaltepeque.
Una vez que nos pegue el viento extranjero
Dejaremos que nos devore el humo y el ruido
De ese animal maldito,
Y si todavía estamos juntos
Cerraremos los ojos
Y haremos de cuenta
Que estamos soñando.

El ejercicio de la empatía inicia por cruzarnos en nuestros cuerpos las marcas del despojo y la pérdida de dignidad a la que miles de personas en el mundo son sometidas cuando caminan a través de las fronteras. Empecemos por sentir sus pasos como nuestros y colectivizar el entendimiento. Cerremos fronteras al odio. Es posible hacerlo.

VICTORIA… ESPERANZA

Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)

En su texto poético “Sermón del Migrante (a la sombra de una ceiba)” el escritor chiapaneco Balam Rodrigo relata el paso de riesgo y dolor de las personas migrantes centroamericanas por México.

Tan solo en un fragmento de ese texto inicial del galardonado “Libro Centroamericano de los muertos” (FCE, 2018) recoge toda la dimensión de la actitud hostil de una industria migratoria mexicana y de otros países de tránsito, conformada por múltiples actores, hacia las personas que se movilizan por su territorio buscando frontera con Estados Unidos:

“Y vi claro como sus costillas eran atravesadas por la lanza circular de los coyotes, por la culata de los policías, por la bayoneta de los militares, por la lengua en extorsión de los narcos, y era su sufrimiento tan grande como el de todos los migrantes juntos, es decir, el dolor de cualquiera” (Rodrigo, 2018).

Pensar en el atravesamiento de los cuerpos de las personas migrantes en tránsito, en su vulneración por un poder real que utiliza la violencia en todos sus extremos como forma de imposición, es aludir a una política del exterminio como organización y administración migratoria.

La noción de Necropolítica acuñada por el filósofo camerunés Achille Mbembé alude a la forma como el poder define cuáles vidas importan y cuáles no, en un juego de decisión en el que la principal acción no es matarles, sino dejarles morir.

El sábado 27 de marzo 4 agentes de seguridad (tres hombres y una mujer) del mexicano municipio de Tulum en Quintana Roo, redujeron por la fuerza y a la mínima expresión a la migrante salvadoreña Victoria Esperanza Salazar, madre de dos niños y poseedora de visa humanitaria en aquel país. Mientras ella imploraba por su vida, estos representantes de los órganos de seguridad mexicanos decidieron por la vida de Victoria: la dejaron morir mientras la castigaban según ellos con una acción ejemplarizante.

La autopsia practicada a Victoria determinó la fractura de la primera y segunda vértebras cervicales que le produjeron la muerte. En los videos que circulan sobre su asesinato, que confieso no he logrado ver aún y me resisto a ello, se aprecia un uso de la fuerza desmedido, un ensañamiento y una brutalidad comparada con el más odioso racismo y la más burda misoginia que puedan existir.

En manifestaciones lideradas por colectivas feministas en Tulum se leen frases directas y ciertas, escritas en pancartas levantadas con vigor por las manifestantes: “no se murió, la asesinaron”, “el sistema mató a Victoria”, “El paraíso huele a sangre”.

Y es que la movilidad ahora está proscrita. Es concebida como peligrosa. Por lo tanto hay que eliminarla. Como le pasó a Elvin Mazariegos, ciudadano guatemalteco abatido a tiros por el ejército mexicano al trasladarse a Chiapas a comprar mercancías. Un acto centenario hecho por generaciones de generaciones de guatemaltecos (y también de mexicanos que cruzan hacia Guatemala con el mismo objetivo) es ahora criminalizado y disuadido de esta manera, tan absolutamente violenta e inhumana.

Estos tiempos de excepcionalidad y pandemia han logrado instrumentalizar la violencia contra las personas migrantes en todas sus variantes. Y los riesgos permanecen. Justamente por estos días ya se anuncian nuevas salidas de colectivos de migrantes desde Honduras, país que recién empieza a conocer formalmente los estragos de una corrupción narco-política en la cual sus altos mandos han tenido participación directa.

La comunidad internacional calla y es timorata y el cuerpo diplomático acreditado en aquel país es cómplice al no alzar la voz para terminar con la impunidad de las clases dirigentes hondureñas. De este escenario complejo se anuncian nuevas salidas de personas buscando sobrevivir lejos, muy lejos de su patria.

La victoria de la esperanza tendrá que esperar por ahora. Lamentablemente es la victoria del poder y la violencia irrestricta y sistemática sobre los cuerpos migrantes la que campea. Esto tiene que cambiar. Absolutamente. Para siempre.

La violencia contra las personas que se movilizan es multidimensional. Y no por ello debe ser posible y legitimada. Un telenoticiario costarricense ha tematizado ya durante varios días sobre los ingresos irregulares de personas nicaragüenses al país. Los contenidos de sus notas orientan la conformación de opiniones públicas sesgadas contra esta población.

Solo esperemos que hechos como los ocurridos en México no tengan réplicas en nuestros contextos. Suficiente violencia simbólica experimentan quienes vienen a contribuir con el 12% de la economía costarricense para someterse a nuevas formas de vejación. Ya en 2018 tuvimos las primeras manifestaciones físicas de cierto odio exacerbado, violento y nacionalista en una marcha de la vergüenza en San José, la capital costarricense.

La victoria de la esperanza se alcanzará cuando una sola de las personas que se movilicen en el mundo dejen de ser criminalizadas y violentadas por el sistema económico, social e institucional imperante. Yo sigo aguardando por ese momento.

Imagen: http://tiberiades.org/?p=782

Un país extraño

Memo Acuña, (sociólogo y escritor costarricense)

El día 2 de febrero el presidente estadounidense Joe Biden firmó una segunda ronda de órdenes ejecutivas vinculadas con la migración. En el marco de la estrategia para transformar la política migratoria impulsada por su antecesor, la administración Biden-Harris ha delineado un conjunto de disposiciones que proponen, al menos en teoría, cambiar la estructura institucional y normativa diseñada para disuadir la migración e implementar un enfoque punitivo y castigador en particular para aquellos que cruzan las fronteras en condiciones irregulares.

La retórica de las disposiciones, su lenguaje técnico y a veces, muchas veces, frío y distante, continúa superponiendo su sentido ante una realidad compleja, difícil, absolutamente dura para cientos de miles de personas que desde Centroamérica ven en la movilidad una acción urgente para salvar sus vidas, continuarlas.

Entre las directivas emitidas por el presidente estadounidense se encuentra » creando un marco regional para atender las causas de la migración, para atender la migración entre Norte y Centroamérica y para proveer un proceso de asilo seguro y ordenado en la frontera de Estados Unidos». En síntesis, emite un conjunto de acciones para «revisar», por ahora, políticas en materia de control fronterizo, expulsiones en frontera, el sistema de asilo.

En mucho, dichas orientaciones importan a las migraciones centroamericanas, que un día si y otro también continúan saliendo a pesar de la crisis sanitaria, las disposiciones de confinamiento, las prohibiciones administrativas y securitarias para cruzar las fronteras internacionales. Importan también porque las necesidades y las urgencias para básicamente ejercer el derecho humano de «vivir», no pueden esperar los acomodos, los lobbys políticos, los acuerdos y desacuerdos de las bancadas demócrata y republicana.

La pobreza, la desigualdad, el extractivismo empresarial, los impactos socioambientales, la corrupción impune, la relación trenzada y amañada entre élites y actores políticos y las múltiples violencias que campean en toda la región centroamericana, son determinantes como condiciones causales de la expulsión.

Contar estas dimensiones políticas y sociales de la movilidad humana en la región centroamericana ha sido una labor amplia y sistemática de la academia regional. Sus lecturas, sus reflexiones e interpretaciones son necesarias para ubicar motivos, efectos, implicaciones tanto desde el punto de vista subjetivo como estructural.

Pero esta labor no es suficiente, porque a la dimensión analítica debe complementarla otra narrativa posible. En anteriores columnas hablamos de esas otras posibilidades como la comunicación implicada y producida en la región, por ejemplo.

Al tiempo que Biden estampaba su firma en estas órdenes ejecutivas, desde la región se presentaban esfuerzos desde la «poética de los exilios» para decir, con imágenes certeras y profundas, lo que la perspectiva académica puede contar desde la teoría y la epistemología de los desarraigos. Una y otras son necesarias, complementarias, precisas.

Desde El Salvador, el recién lanzado proyecto editorial virtual «El escarabajo» (elescarabajo.com.sv) publicó un numero especial titulado «Vámonos patria a migrar, yo te acompaño», incluyendo una selección poética producida desde la región sobre el tema. El nombre de la edición proviene de un verso del poeta Chiapaneco Balam Rodrigo incluido en su «Libro Centroamericano de los muertos», publicado en 2018 por el Fondo de Cultura Económica y ganador del prestigioso «Premio Bellas Artes de Poesía Aguas Calientes» en México, ese mismo año. En este libro, el escritor precisa con maestría y crudeza la realidad del tránsito de las migraciones centroamericanas a través de territorio mexicano.

En el número especial de El Escarabajo confluyen voces, estilos, propuestas, narrativas diversas. Es el caso del escritor salvadoreño Vladimir Amaya, de quien consignamos uno de sus textos.

Viajar en bolsa plástica

Madre:
la mañana te recuerda
que anocheció en mi frente,
que muy poco de mí ha quedado en las fotografías,
que mucho de vos se ha gastado entre las noticias y el papeleo.

Tan escaso ahora todo mi cariño
que no alcanza a descubrirte el retozo;
perdió asombro y altura
entre los alacranes y la hierba seca del desierto.
Extranjeros mis días que ya no son míos ni son días.

Son los peces que tienen por ojos lenguas de niños
y que un ángel, en sueños, puso sobre tu mesa la madrugada en que me fui.

Aquí se echa de menos
lo cálido que fue tu vientre.

«Regresaré,
serán doce meses,
a lo mucho un año y medio», te dije.

Pero no me escuchaste,
todas mis palabras eran el devastador paso de un tren que aullaba.

Las lágrimas que ya no pude entregarte,
seguro las lloraste vos.

«Regresaré», dije.

No pude llegar. Jamás lo hice.

Hoy abrí esta placenta de nuestra muerte.

Abrí este útero donde los hombres pusieron mis pedazos
y me catalogaron en los imperios de la ausencia.

Hacé que el viaje termine, madre.

Abrí la noche de mis ojos cerrados.

Reconoceme,
deciles que soy yo,
y llevame a casa.

La misma semana en que esta selección vió la luz, fue presentado el Libro «Llévate los sueños, déjame los recuerdos» de la poeta mexicana Chary Gumeta. El libro, publicado por Coneculta-Chiapas, expone desde la poesía testimonial, las vivencias recogidas por la autora en una investigación en campo en la frontera entre México y Guatemala. De su libro, es el siguiente poema:

Un país extraño

Bajo el cielo azul de un país extraño
te busco en la profundidad de mis adentros,
en cada mujer que veo pasar por este bosque de miradas,
en cada olor, sonrisa o lugar, te busco.

Al final,
con la sal entre las manos
sé que te he perdido,
la sensación de vacío repasa mi mente,
tu rostro se desmorona,
hace un ruido silencioso
como un sollozo.

Aprenderé a no pensar
en tu larga cabellera con olor a duraznos
y en tu rostro, donde se posa la tarde.

El amor es un huérfano que camina solo por las calles.

Hoy más que nunca precisamos otras formas de acercanos a la realidad centroamericana, objetivarla desde las narrativas que nos atraviesen la epidermis y nos hagan abrir los ojos. En el tema migratorio, aguardaremos por el arte como recurso para no volver a cerrrarlos más.

Imagen: https://elescarabajo.com.sv/

Lanzamiento sitio web CEJIL – Movilidad Humana en Mesoamérica

Evento virtual

Movilidad Humana en Mesoamérica: retos y resistencias
Lanzamiento del sitio web: cejilmovilidadenmesoamerica.org

Nuestro nuevo sitio web busca recopilar y ofrecer herramientas e insumos que sean de utilidad para las personas y organizaciones que trabajan por la defensa de los derechos humanos de la población en movilidad humana en Centroamérica y México. Súmate al lanzamiento: https://bit.ly/3obMJoh

San José, 28 de octubre de 2020.- En un contexto en que las políticas anti migrantes se profundizan, al tiempo que la pandemia por COVID-19 y las respuestas estatales agravan los riesgos que enfrentan las personas en contextos de movilidad humana, crear redes y compartir herramientas es vital para encontrar nuevas rutas para la defensa y promoción de los derechos humanos.

Desde el Centro por la Justicia y el Derecho internacional (CEJIL) creemos en la construcción colectiva de estrategias que, desde el litigio, la incidencia, la comunicación, el arte y otras disciplinas, nos permitan resistir a los continuos embates que enfrenta nuestra región. Por ello, lanzamos nuestra nueva página web: cejilmovilidadenmesoamerica.org, un espacio para visibilizar la situación de movilidad humana en Centroamérica y México, así como el trabajo de las organizaciones que defienden derechos de las personas migrantes, desplazadas y refugiadas.

Para presentar esta plataforma, te invitamos el próximo miércoles 04 de noviembre a las 14hrs Centroamérica y México al evento “Movilidad humana en Mesoamérica: retos y resistencias”, un espacio para conversar sobre la situación de movilidad en la región desde la resistencia y el arte, y exponer las distintas herramientas que organizaciones de la región, periodistas, estudiantes, y, en general, personas interesadas en la defensa de derechos de la población en movilidad podrán encontrar en el sitio web.

Conoce nuestro programa:

14:00-14:30: Bienvenida y presentación de la página web de Movilidad Humana en Mesoamérica
14:30-15:15: Coloquio: Retos y resistencias entorno a la movilidad humana en Mesoamérica
15:15-15:45: Acto cultural: México y Centroamérica resisten desde el arte

Este evento es abierto al público y será transmitido mediante Zoom y Facebook Live. Acompáñanos a construir rutas para la defensa de derechos humanos que cambien realidades, inscríbete al evento aquí: https://bit.ly/3obMJoh

Movilidades en suspenso

Guillermo Acuña González
Instituto de Estudios Sociales en Población
Universidad Nacional, Costa Rica
guillermo.acuna.gonzalez@una.cr

Al promediar la década de los años 2010, se declaró en Europa una coyuntura en las movilidades humanas que desató no solo el interés de la opinión pública, sino las más insólitas respuestas a nivel institucional de los gobiernos receptores para tratar de contener, repeler y disuadir los altos volúmenes de seres humanos que intentaban entrar al continente europeo, huyendo de situaciones límite en dimensiones políticas, sociales, ambientales y humanitarias.

Los discursos globales hablaron entonces de “crisis migratoria”, para hacer referencia a un contexto en el que claramente lo que había colapsado eran los sistemas de protección y los abordajes en materia humanitaria. Se construyó así, una polifonía en torno a la excepcionalidad, que demandaba en suma la generación de abordajes desde la “securitización” impulsada por una narrativa del miedo.

Sobre este periodo, en uno de sus últimos trabajos reflexivos el sociólogo polaco Zygmund Bauman hizo referencia a la producción generalizada del pánico migratorio y sus malos usos. Respecto a la crisis, dijo, “es una especie de nombre en clave políticamente correcto con el que designar la fase actual de la eterna batalla que los creadores de opinión libran sin descanso en pos de la conquista y el sometimiento de las mentes y los sentimientos humanos” (1).

Años después, esa dimensión crítica observada para el contexto europeo se agudizaría a nivel global, esta vez con los efectos de la pandemia COVID-19 en todos los procesos de desplazamiento humano. De nuevo, la crisis migratoria humanitaria es referenciada como un acontecimiento que caracteriza el actual escenario global y su relación con la pandemia.

Sin embargo, lo que ocurre no es solamente una crisis en las movilidades humanas. Se trata de una coyuntura de cambio de sentido en el que estas han quedado comprometidas, subsumidas, suspendidas, de múltiples formas a la vez que han visto perjudicados sus derechos básicos a la seguridad, la salud, la alimentación y el buen estado emocional para contender los impactos físicos y psicológicos de la pandemia. Entidades internacionales, organismos de derechos humanos, representantes de la sociedad civil han llamado permanentemente la reflexión sobre esta situación límite para las personas en movilidad.

Entre las poblaciones más afectadas se encuentran las personas migrantes y desplazadas de forma forzosa debido a situaciones en sus contextos de origen. Al momento de escribir estas líneas, las acciones sobre las movilidades internacionales se han centrado en el cierre de fronteras, reconfigurando los espacios fronterizos como verdaderos territorios donde el enfoque de la “securitización” se ha impuesto como política, generando por ahora un vacío en la gobernanza global en el tema. También el límite a la locomoción, la pérdida de estatus migratorios y la generación de una gran cantidad de personas en condición de apatridia, son parte de los resultados que impactan las dinámicas de las movilidades humanas a escala global. De acuerdo con un portal de datos sobre la migración global (www. migrationdataportal.org), entre el 11 de marzo (día que la Organización Mundial de la Salud declaró la pandemia) y el 20 de abril, el total de movimientos poblacionales restringidos en todo el mundo se estimó en 48000. Las prohibiciones fronterizas representaron un impacto en la movilidad de personas y en el funcionamiento de organizaciones humanitarias.

Una nueva política migratoria se ha instalado teniendo como matriz la suspensión obligada de las movilidades produciendo a la vez la construcción social del miedo, que ha provocado no en pocos escenarios nacionales de recepción, el aumento de la discriminación, los discursos xenófobos y el rechazo a las corporalidades sospechosas de cruzar las fronteras con el virus a cuestas.

Este contexto de conculcación de derechos y mezcla de pánico y “miedo al otro” no es nuevo. Basta con repasar los discursos durante la epidemia del Ébola desarrollada hace algunos años y cómo fueron cruzados en ellos elementos de racialización, origen y nacionalidad (2) para esgrimir discursos discriminatorios, que hoy se encienden y actualizan en todo el mundo.

En el contexto comprometido para las movilidades humanas, la región centroamericana no muestra un escenario favorable. El año 2020 había iniciado con nuevas salidas masivas vía terrestre con destino a Estados Unidos, en una especie de renovación de aquellas que se habían impulsado al finalizar el 2018; rápidamente fueron repelidas por la frontera vertical dispuesta en territorio mexicano. Las deportaciones desde Estados Unidos y México habían continuado, ahora con el establecimiento de la figura de tercer país seguro, una especie de contrato leonino entre la Administración Trump y los gobiernos del norte de la región para “devolver” a los centroamericanos a contextos donde la precariedad, la vulnerabilidad y el riesgo constituyen el elemento común.

“Sin embargo, lo que ocurre no es solamente una crisis en las movilidades humanas. Se trata de una coyuntura de cambio de sentido en el que estas han quedado comprometidas, subsumidas, suspendidas, de múltiples formas a la vez que han visto perjudicados sus derechos básicos a la seguridad, la salud, la alimentación y el buen estado emocional para contender los impactos físicos y psicológicos de la pandemia”

En lo que la Pandemia ha seguido su curso, las deportaciones masivas y exprés hacia Centroamérica han continuado, agudizando la problemática para quienes retornan tal vez de forma involuntaria y con mucho temor a sus contextos de origen. Entre marzo y abril la cifra pudo haber alcanzado las 10000 personas deportadas de esta manera. Múltiples voces del ámbito de sociedad civil y organismos internacionales también se han levantado para reclamar las condiciones de trato indigno recibidas por quienes han sido obligados no solo a permanecer en sitios de detención sin las mínimas condiciones, sino también retornar en situaciones absolutamente precarias, muchos de ellos con el diagnóstico positivo del virus luego de haberlo adquirido en los sitios de detención y aseguramiento migratorio en Estados Unidos y México.

La problemática es difícil para aquellas personas “abandonadas” en la frontera entre México y Guatemala, luego de haber sido expulsados en caliente desde territorio estadounidense. En la región, haber cerrado fronteras contuvo medianamente el virus, pero no la agudización de las vulnerabilidades para cientos de personas en contextos de movilidad “confinada”. A este aspecto debe sumarse que la institucionalidad regional que aborda los desplazamientos humanos proviene del mundo de la seguridad como esquema de administración migratoria.

Como resultado de los límites a la movilidad humana en la respuesta a la pandemia, ha aumentado la construcción de escenarios de riesgo inscritos en las corporalidades de las personas que se movilizan. La conformación de las ilegalidades, un concepto desarrollado para explicar la generación histórica y sociopolítica de diversos tipos de sujeción de la persona en contextos de movilidad (3), adquiere ahora nuevas dimensiones ampliadas en las cuales la corporalidad que se desplaza y su relación con la salud juegan un rol fundamental.

La región centroamericana no escapa a estos procesos. En Honduras, por ejemplo, un Centro de Atención para Migrantes Retornados tuvo que cerrar sus puertas ante la presión de la población local, como temor a la propagación del virus. En la ciudad de Quetzaltenango, Guatemala, un grupo de migrantes deportados de Estados Unidos estuvo a punto de ser linchado por pobladores locales, por considerarlos sospechosos de portar la enfermedad.

En Costa Rica, se han profundizado los discursos y las declaraciones xenofóbicas en contra de la población extranjera, en particular la nicaragüense. Bajo los argumentos de resguardo y defensa de la frontera común y en nombre de la sanidad pública, se ha securitizado la gestión de las movilidades en ese territorio binacional. Organismos internacionales en derechos humanos como el Centro para la Justicia y el Derecho Internacional (CEJIL) han denunciado recientes abusos contra poblaciones refugiadas cometidos por autoridades costarricenses. Valga decir que, al momento de escribirse las presentes reflexiones, ningún caso positivo por COVID-19 ha sido reportado por las autoridades costarricenses como importadas por dicha frontera.

Entre tanta práctica, se ha instalado además una “semántica de lo atroz”, con aseveraciones peyorativas como la enunciada por el presidente guatemalteco al hacer referencia a uno de los vuelos de personas deportadas donde venían infectados con el virus, como el “vuelo maldito”. En Costa Rica, en varias páginas de redes sociales con tintes nacionalistas, el llamado a “matar nicas” es frecuente y celebrado con humor negro y deshumanizante.

En la presente coyuntura, la producción de una nueva ilegalidad ampliada que atraviesa los cuerpos de las personas en movilidad está cruzada también por un replanteamiento del concepto de paria, para designar nuevas categorías de rechazo y exclusión que la emergencia del COVID-19 ha instalado para siempre en el campo de las movilidades humanas.

Dinámicas renovadas se han observado. Ahora no son los extraños de Bauman quienes tocan a la puerta. Como respuesta a esas reconfiguraciones del poder y del discurso global, cientos de miles de personas en movilidad se han devuelto a sus países de origen, subvirtiendo el orden, cerrando la puerta al salir. Pasó con movilidades africanas en España y con familias nicaragüenses retornando a su país, provenientes de Costa Rica. Será necesario reconocerles ahora mismo y en el futuro, no como sujetos en movilidad, ni como parias del sistema, sino como seres humanos. El desafío en esta dirección es enorme y nos convoca a todas y todos con urgencia.

Referencias para el debate

(1) Bauman, Zygmunt (2016) Extraños llamando a la puerta. Espasa Libros, Barcelona.

(2) Ventura, Daysi (2016) El impacto de las crisis sanitarias internacionales en los derechos de los migrantes. En: SUR, 23, V 13, N. 23. Pp 61-75.

(3) Álvarez Velazco, Soledad (2017). Movimientos migratorios contemporáneos: entre el control fronterizo y la producción de su ilegalidad. Un diálogo con Nicolas De Génova. En: Revista de Ciencias Sociales. N 58. Quito. Pp 153-164.

Imagen: “Los marginados”, Néstor Zeledón Guzmán (1995)
Fuente: María E. Guardia Yglesias, Pincel, Pinacoteca Costarricense Electrónica
www.artecostarica.cr

Publicado en: https://historiaaplicada.org/blog/

Enviado por el autor.

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