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Etiqueta: música

Grupo Nakar

De una concha del mar a los mejores escenarios de Costa Rica.

Por Uriel Rojas

Oriundo de la humilde comunidad de San Pablo de Platanares, en Pérez Zeledón, don Gilberto Acuña Cascante asumió la responsabilidad de fundar este grupo musical e inyectarle responsabilidad, trabajo y, sobre todo, tocar la música 100% en vivo.

Su tierra natal es un pueblo de gente trabajadora que se ha dedicado al cultivo del café.

Don Gilberto es músico desde su cuna, pues desde los 5 años ya andaba en el mundo de la música con su padre y tocaba maracas. Su primer salario fue de 5 colones y su primera actuación lo hizo en Potrero Grande en el año 1972. Posteriormente aprendió a tocar guitarra, bajo, batería y a los 18 años el piano.

Antes de ser Nakar, el Grupo se llamaba Voltaje, pero en el a partir de 1984 decidieron cambiar de nombre y desde entonces se empezaron a llamar Grupo Nakar, el cual es una concha que se encuentra en fondo del mar y su vinculación con la agrupación se debe a que la mayoría de los integrantes vivían muy cerca del mar y se identificaban con las playas.

El debut oficial del Grupo Nakar sucedió el 23 de junio de 1984 en el Salón El Caporal, en Pérez Zeledón, siendo la primera agrupación pezetera del momento que llevaba una planta de poder o amplificador, una batería electrónica y una consola de 24 canales a los escenarios, para tocar la mejor música bailable, completamente en vivo.

Desde ese momento, el Grupo Nakar marcó la cancha en los mejores salones de baile, conciertos y demás escenarios, presentando lo mejor de sí mismo con el fin de satisfacer la exigencia de los bailarines.

Como experiencia internacional, han tocado en el zócalo de México en el 2005 (en el Monumento a la Revolución) ante una gran multitud que bailó sus canciones y ha viajado dos veces a Estados Unidos a compartir su música.

Para su fundador, el secreto del éxito del Grupo Nakar es tocar su música 100% en vivo, es genuino, y en cada presentación se entregan como si fuera su primera vez.

Muy cerca de cumplir 40 años de estar vigentes en los escenarios costarricenses, el Grupo Nakar se proyecta a seguir siendo los mejores del país en cada presentación, inyectando esa energía que les da la concha del mar desde sus orígenes.

Por el momento, la agrupación vive uno de sus mejores momentos artísticos y son pocos los salones que no han podido llevar el sonido de sus canciones como Andrea, Chiqui Chiqui, Ritmo Sonidero, el minutero, sonideros de corazón, solo es un hombre, Noa noa, mariachi en el cielo, Nakar romántico, recordando salones, entre tantos otros, 100% en vivo.

A sus 60 años, el fundador Gilberto Acuña Cascante se siente en su mejor momento para seguir llevando a todos los salones de Costa Rica, lo mejor del repertorio bailable de su Grupo Nakar, los que nacieron a partir de una concha del mar.

Para contrataciones al 8983 3084.

Programa Alternativas: La letra y el pentagrama – video

El pasado viernes 24 de marzo, el Programa Alternativas brindó un espacio para la  conmemoración de las expresiones del arte, como lo es la música y la escritura, con el nombre “La letra y el pentagrama”. Entre las figuras participantes están Hector Chavarría y Danilo Chavéz y los presentadores Dayana Ureña Solís, Manuel Delgado y Álvaro Zamora.

Ambos invitados tuvieron la oportunidad de compartir su experiencias profesionales y su perspectiva sobre la cultura popular del país alrededor de las expresiones artísticas. Además de reflexionar sobre el esfuerzo necesario para el reconocimiento de escritores y músicos que han realizado trabajos valiosos para la academia.

Para ver la transmisión completa puede hacerlo en el Facebook de “Alternativas”: https://fb.watch/jtZKsw_gkn/?mibextid=VhDh1V

Lunada Los Ángeles, Atenas, 2023

SURCOS comparte la siguiente información.

Acompáñenos con su familia y pase una noche diferente.

El próximo sábado 25 de marzo del 2023, a las 5:00 pm en las instalaciones comunales de Los Ángeles, se llevará a cabo la “Lunada Los Ángeles». 

Se contará con la participación de Óscar Espinoza; además se realizarán actividades artísticas como: show de talentos, bailes típicos, mascaradas y música en vivo.

La entrada será gratuita.

UCR: La temporada 2023 “Música en el campus” ofrecerá más de 40 conciertos gratuitos

La temporada 2023 «Música en el campus» ofrecerá conciertos con variedad de géneros musicales.

La Escuela de Artes Musicales ha preparado una programación muy variada para todos los gustos

La Temporada 2023 “Música en el campus” dará inicio el 15 de marzo, y cada semana hasta el 20 de julio, ofrecerá conciertos y conversatorios gratuitos para las personas que deseen escuchar y conocer diferentes estilos y géneros musicales. Se trata de un espacio de conciertos accesible que busca celebrar y visibilizar la diversidad de manifestaciones musicales.

En esta serie de conciertos participarán más de 60 intérpretes con propuestas musicales que incluyen jazz, música clásica contemporánea, canto lírico, música barroca, electrónica, experimental, rock, música de cámara, afrofusión y nueva canción latinoamericana; procurando ofrecer un espacio para diferentes gustos musicales de la comunidad universitaria y visitante. 

Para la Escuela de Artes Musicales (EAM), la temporada es una forma de compartir con el público el talento musical de docentes y estudiantes, así como de intérpretes de la escena independiente e internacionales. Los conciertos serán los martes y jueves en la Sala Cullell de la EAM en la Ciudad Universitaria Rodrigo Facio, en San Pedro de Montes de Oca.

Las personas que no puedan asistir tendrán la posibilidad de disfrutar los recitales en transmisión en vivo o posteriormente en el canal de Youtube Artes Musicales UCR.

El público puede consultar desde ahora la programación completa en el siguiente enlace.

 
Producción Artística, Escuela de Artes Musicales

Con alma gitana

Manuel Delgado

Cuesta no conmoverse hasta las lágrimas cuando se visita la casa de Manuel de Falla en Granada. El compositor había venido a la ciudad en 1919 no solo huyendo del bullicio de París, sino sobre todo en una búsqueda del alma gitana de esta ciudad.

Y se instaló aquí, a la sombra de La Alhambra, en los altos del barrio del Realejo, en esta pequeñísima casa que hoy puede sonar hasta lujosa, pero que entonces era un carmen muy modesto (se llama carmen a esas casas árabes cerradas y con un jardín interior).

Desde su jardín, pequeño como todo, se disfruta de la vista de las murallas de la ciudad palatina de un lado y, por el otro, de la vega que se extiende allá abajo, anegada por el Genil. Entonces era, muy posiblemente, zona despoblada y de cultivo. Hoy es un populoso barrio de la ciudad moderna.

Todo en la casa, queda dicho, es pequeño y modesto y se conserva tal como él lo dejó cuando partió al exilio: su cama minúscula, su pequeñísima mesa, apenas para recibir algún invitado, su piano pleyel vertical. Cuesta creer que de estas teclas surgieran muchas de las mejores obras del compositor.

Hay en la casa un detalle que conmueve como un latigazo. Se trata de una pequeña despensa o cava excavada en la pared de piedra y cerrada con un enrejado de madera, donde el músico se guarecía cuando, en el cementerio cercano, los fascistas fusilaban a los republicanos capturados. Entraba allí para rezar (era profundamente devoto) y para tratar de olvidar el dolor de la guerra.

Falla vino a Granada con un propósito muy concreto: estudiar la música gitana. Con ese fin ideó un festival de lo que entonces se llamaba “cante jondo” y que más tarde derivó en “flamenco”. Pero para bien de la humanidad se le cruzó en el camino un huracán llamado Federico García Lorca, que en esa época tenía solo 20 años y que era un aprendiz de músico, dibujante, dramaturgo y poeta. Me imagino cómo sería ese encuentro entre aquel hombre maduro y tímido y este joven incontenible. Alberti, que lo conoció por esa época, recuerda que “había magia, duende, algo irresistible en todo Federico. ¿Cómo olvidarlo después de haberlo visto o escuchado una vez?”. Manuel Altolaguirre, poeta y también gran amigo, decía que donde estaba Federico no llovía, sino que federiqueaba. Desde entonces, juntos, poeta y músico, se dieron a la tarea de entrevistar, escuchar, recoger, ordenar la música y de organizar el festival, que se realizó en los jardines de La Alhambra en 1922. Aquello selló una amistad entrañable que duró hasta el asesinato del poeta.

En las colinas situadas al frente de la ciudad amurallada pero del otro lado de la casa de Falla, se encuentra el encantador barrio árabe de Albaycín. Más arriba, en la montaña, se ubica el barrio de Sacromonte, donde vivían los gitanos. Lo hacían en cuevas excavadas en la roca. En realidad, de siguen haciendo, solo que ahora las cavernas se disimulan con fachadas de casas.

Por esos montes y por esas cuevas anduvieron buscando la canción valiosa y, con ella, la tradición de un pueblo que hasta entonces aparecía oculto, ninguneado.

El festival resultó ser un éxito en todos los sentidos, pero más que el acto en sí, aquella reunión de talentos populares, representantes de una tradición de siglos, dejó una huella imborrable en la cultura de España, y es que desde entonces el festival se realiza de manera regular y, al menos hoy día, crece el interés por estudiar el flamenco.

Pero hay otras dos huellas. Una se ve reflejada en la música de Falla, imbuida de espíritu flamenco. La otra, más conocida, es la poesía misma de García Lorca. Se trata no solo del “Romancero gitano” (si bien el romance es forma popular más típica de la literatura castellana, no hay que confundirse; hay que recordar que el octosílabo de rima asonante o consonante es la métrica predominante en todo el cante andaluz, que lo combina con amplísima amalgama de medidas de arte menor). Se trata también de sus “Canciones”, “El diván del Tamarit”, “Poemas de cante jondo” y otros. Todos ellos se nutren de la tradición flamenca.

Muchas de los poemas tradicionales eran canciones de cuna, las nanas, y tienen la gracia de ser más simples y repetitivas y de mantenerse más amarradas a la tradición:

Mamá.
Yo quiero ser de plata.

Hijo,
tendrás mucho frío.

Mamá.
Yo quiero ser de agua.

Hijo,
tendrás mucho frío.

Mamá.
Bórdame en tu almohada.

¡Eso sí!
¡Ahora mismo!

              (Canciones)

Además de poeta y dramaturgo, Federico era pintor, dibujante y músico. En Granada vivía en la Huerta de San Vicente, la finca de su familia, situada en la Vega que por entonces, como dije, era una zona rural y agrícola, de allí su nombre, y una finca de cultivo. Allí vivió el poeta hasta su muerte y allí escribió el “Romancero gitano”, “La casa de Bernarda Alba” y otras obras. En esa finca compartía con los trabajadores agrícolas, los peones de su padre, y oía sus canciones.

En esa casa el poeta se esparcía en su piano de cola. La casa tiene una especie de sala que hoy guarda unos inmensos dibujos de Federico. Son los restos de una puesta dramática que el poeta escribió, dirigió y diseñó para su hermana Isabel, la más pequeña (por cierto, la otra hermana, Concha, murió igual que Federico, asesinada por los fascistas durante la Guerra Civil). En esa ocasión, el 6 de enero de 1923, el poeta dirigía todo el espectáculo, pero la música en el piano se la interpretaba… ¡Manuel de Falla!

Era una amistad formidable del hombre maduro (tendría entonces casi cincuenta años) con el jovencito, veintidós años menor, y que nada ni nadie, ni siquiera las diferencias de sus personalidades, pudo destruir. Por eso el asesinato del poeta fue para Falla tan definitivamente vital (o mortal, cómo sé cómo decirlo) y lo hundió en una situación de inmensa tristeza, soledad y miedo que pudo sostener un año más, hasta que partió con la sola compañía de su hermana y con lo que llevaba puesto y algo más rumbo al exilio. Se refugió en Argentina donde murió diez años después. Su casa del Realejo quedó abandonada hasta que muchos años después devino en lo que es hoy, un museo y un centro de cultura musical (sede de la Filarmónica de Granada).

Por los años en que se preparaba el festival de cante jondo, García Lorca realizó una compilación de canciones gitanas que él transcribió desde lo oral al texto y al pentagrama. Era la primera vez que se hacía. Este trabajo estuvo perdido muchos años y recientemente se ha publicado en forma de libro con el título de “Canciones españolas antiguas para canto y piano”. Allí se recogen coplillas tan famosas como “Los peregrinitos”:

Hacia Roma caminan
dos peregrinos,
a que los case el Papa,
mamita,
porque son primos,
niña bonita,
porque son primos,
niña.

O el de “Las morillas de Jaén”:

Tres morillas se enamoran
en Jaén:
Axa y Fátima y Marién.
Tres morillas tan garridas
iban a coger olivas
y hallábanlas cogidas
en Jaén,
Axa y Fátima y Marién.

¿Qué le hereda la tradición flamenca al arte español? Dos cosas fundamentales: la primera es la oralidad, “la línea hablada”, decía Alberti, con su forma sencilla, fluida, de una gravedad llana, que ya la tuvo el castellano en la poesía del Arcipreste de Hita, del Marqués de Santillana, de Jorge Manrique. También la vemos en Lope de Vega, aunque en esa época ya aparecía de segundona, opacada por los aires de un arte oficial pedantesco y extranjerizante.

Ese espíritu no ligero pero sencillo ya lo tuvo España, decíamos. Lo perdió con la introducción de formas extranjeras, en especial italianas. Un poeta andaluz recoge, sin embargo, ese pasado de oralidad, aunque lo hace en pugna perenne con las artes mayores oscuras, incómodas y, sobre todo, ajenas al sentir popular. Se trata del cordobés Luis de Góngora, que, al lado de los Polifemos, tan ajenos, nos muestra joyas del sentir popular que no se olvidan.

Váyanse las noches,
pues ido se han
los ojos que hacían
los míos velar;
váyanse, y no vean
tanta soledad,
después que en mi lecho
sobra la mitad.

Dejadme llorar
orillas del mar.

Aún hoy, Córdoba huele a árabe como el que más. Huele a judío y a gitano. Lo dicen los nombres de sus calles y de sus barrios, su arquitectura, su gastronomía, su música. Y de allí era Góngora, muy cerca de quien vibraban siglos de historia mora y gitana. Vibraban en las carnes vivas de ese pueblo, en los que hacían las faenas del hogar y del campo y negociaban dentro de la ciudad.

Y la segunda cosa es esa “angustia profunda del cante jondo” (otra vez Alberti), ese contenido pícaro y pizpireto, cargado de gracia aldeana y, al mismo tiempo, cargado del dolor trágico de pueblos oprimidos y discriminados. Es la luz y sombra que envuelven todos los poemas del “Romancero gitano”: el niño que quiere hacer joyas de la plata que la luna refleja en el agua y que termina por ahogarlo, las naranjas que ponen al agua del oro justo antes de la muerte, el terror de la guardia civil.

Después de Góngora, la poesía española entra en una sequía inexplicable. Los poetas importan el sentimiento del romanticismo. Lloran, se suicidan, se enferman de tifus. Su poesía está también enferma de esos males.

Quien viene a salvar la lírica en lengua castellana es otro andaluz, el sevillano Gustavo Adolfo Bécquer, sin duda el mejor poeta en siglos, y lo hace con esa misma “receta”: la simpleza del verbo, la afirmación directa y serena, la sensibilidad nostálgica de lo que es nuestro y no se tiene o se ha perdido. Él decía: “El pueblo es y será siempre el gran poeta de todas las edades y de todas las naciones”.

¿Qué es la poesía?, dices mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul.
¡Qué es la poesía!, ¿Y tú me preguntas?
La poesía… eres tú.

¡Eso es poesía, no los alambicados recovecos de la orfebrería verbal!

Medio siglo después, otro sevillano habría de seguir esos caminos. Es Antonio Machado, autor de una poesía igualmente sobria y serena, llena de una suave melancolía. Aquí y allá está la pieza de arte menor que parece recordar las letrillas del flamenco.

¿Quién me presta una escalera
para subir al madero,
para quitarle los clavos
a Jesús el Nazareno?
Cantar de la tierra mía
que echa flores
al Jesús de la agonía
y es la fe de mis mayores.
¡Oh, no eres tú mi cantar!
¡No puedo cantar, ni quiero,
a ese Jesús del madero,
sino al que anduvo en el mar!

Pero es lo mismo que respiramos en su arte mayor.

Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
pero mi verso brota de manantial sereno;
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.

¿Tuvieron estos dos poetas la referencia inmediata de la coplilla cantada por la vendedora de flores, por el campesino moreno que recoge olivas en el campo y baila en la noche en el tablao? Posiblemente sí. Pero además la presencia viva del cante jondo la tienen allí al lado, en Triana, justo en la otra ribera del Guadalquivir. Juan Ramón Jiménez se pregunta: “Muchas de las rimas de Bécquer, ¿qué son sino peteneras, soleares, malagueñas, sevillanas mayores?” (petenera, soleá y sevillana son tres géneros—palos—del flamenco).

Juan Ramón Jiménez, el más joven de la generación literaria de Machado sigue, igual que este, ese rescate de la tradición de siglos del cante popular. Igual que Machado, él también es andaluz aunque no de Sevilla, sino de Huelva. Juan Ramón siempre lo repite: abrir las puertas de la poesía a la voz directa del pueblo, en eso reside la clase de este oficio del poeta.

Yo no soy yo.
Soy este
que va a mi lado sin yo verlo,
que, a veces, voy a ver,
y que, a veces olvido.
El que calla, sereno, cuando hablo,

el que perdona, dulce, cuando odio,
el que pasea por donde no estoy,
el que quedará en pie cuando yo muera.

También él, republicano y antifascista, se acogerá al exilio y vivirá primero en Estados Unidos y luego en Puerto Rico hasta su muerte.

Quizá haga falta recordar a otros monumentos de la poesía andaluza, en particular al gaditano Rafael Alberti (algo así como el hermano natural de García Lorca), a Miguel Hernández, de Jaén, y Manuel Altolaguirre, de Málaga. En todos, la misma huella. No es un llamado de sangre, no. Ninguno de ellos era gitano, ni siquiera Federico como algunos creen. No, no es el llamado de la sangre, sino de esa tierra áspera y soleada, poblada de olivares y anegada de lágrimas, cruce de culturas y de cantos, hogar de tradiciones desvanecidas en otras partes, la árabe y la judía, pero sobre todo la gitana, ero con gitanos de carne y hueso, que siguen viviendo en Triana y Montesacro y siguen cantando en sus patios y hogares al ritmo de la guitarra, el palmo y los tacones de los bailaores. Y es que lo que España y, por tanto, el mundo le deben a Andalucía no se puede expresar con palabras. En ese crisol se produjo la forja de una forma de vida, de una filosofía y de una poética. (No puede dejar de mencionarse que hay tradición gitana también en otras regiones, sobre todo el Cataluña, de donde provienen el Pescaílla y Peret, para mencionar solo dos.)

Además de la poesía impresa en libros, sobrevive una extensísima obra que se transmite en el lenguaje oral. Es la poesía del cante, que se extiende desde Córdoba hasta el Mediterráneo y que reúne a miles de cantaores y bailaores cuyas letras llenarían muchos tomos de poesía de primera.

Mira que dicen y dicen,
mira que la tarde aquella,
mira que se fue y no vino
de su casa a la alameda.

Y así mirando y mirando
así empezó mi ceguera,
así empezó mi ceguera.

Así dice una de esas cancioncillas, titulada “A tu vera”.

Siempre he tenido la inquietud de que el espíritu andaluz abarca otras expresiones del arte. Pienso, por ejemplo, que Picasso, malagueño, con la simpleza de sus líneas y la pureza de sus trazos, y con esa tristeza y melancolía que siempre llevan en sus rostros sus personajes, tiene mucho de gitano. (Recuérdese que hicieron él y Falla una ópera juntos).

Y de la misma forma es posible que un estudio detallado nos lleve a comprobar que esa línea pasó a América y que se refleja en los corridos y las tonadas de todo el continente.

Aquí me pongo a cantar
al compás de mi vigüela,
que el hombre que lo desvela
una pena estrordinaria,
como el ave solitaria
con el cantar se consuela.

(Martín Fierro)

Esa onda impacta también a Rubén Darío, al que le vino posiblemente por Góngora y Bécquer, y que se caracteriza por su musicalidad de raigambre popular y en el verbo sencillo, llano y directo que caracteriza su mejor obra.

En mi jardín se vio una estatua bella;
se juzgó de mármol y era carne viva;
un alma joven habitaba en ella,
sentimental, sensible, sensitiva.

(Cantos de vida y esperanza)

Un buen tema, este último, para el futuro.

 

(Fotos: Manuel de Falla de Federico García Lorca en sus casas de Granada a comienzos de los años 20s).

Místico y sencillo

SURCOS comparte la siguiente información:

Sé parte de la presentación de grandes artistas, en una noche de buena música por parte del violinista y cantautor Huberth Dan Arias, acompañado de Sebastián Espinoza.

Este evento será realizado en el Restaurante El Lobo Mestizo, especializado en la gastronomía mesoamericana, este viernes 27 de enero a partir de las 8:00 p.m. 

No te pierdas de esta noche mágica, hacé tu reservación al Sinpe móvil 8618-4801.

Abrazar la migración desde el arte comunitario

Entre septiembre y principios de noviembre, se llevó a cabo una gira nacional de cuentacuentos y música, en diferentes localidades donde se concentra población migrante en Costa Rica. Fueron ocho las localidades, mayoritariamente rurales o urbano-rurales: La Cruz (Guanacaste), Aguas Zarcas (Alajuela), La Carpio (San José), Puerto Jiménez (Puntarenas), Cuajiniquil (Guanacaste), Purral, Concepción Abajo y Alajuelita (San José).

Este proyecto artístico y comunitario se realizó gracias al apoyo de la Beca Proartes 2022 en donde se seleccionaron 26 proyectos y uno de ellos fue “Cuentos entre pasillos”, dirigido por Mirella Espinoza Lama, ecuatoriana residente en Costa Rica, cuentacuentos y filóloga española.

Este espectáculo tematiza la migración, la reconciliación identitaria cultural, local y comunitaria, además está dirigido a todo público, de 7 años en adelante. Se acompaña los cuentos con música compuesta por el guitarrista Yurguen Campos Otero. Pero, además, la gestión del espectáculo se proyecta de forma comunitaria.

Mirella, que es la cuentacuentos y además la encargada de la dirección del proyecto, eligió las comunidades mencionadas arriba no solo para presentarse allí, sino para construir la presentación a la par de los gestores y líderes comunitarios. Reconociendo así que el arte comunitario tiene sus propias particularidades, en contraste con las estrategias de difusión en el Gran Área Metropolitana; por ejemplo, el boca a boca proveniente de una persona líder de comunidad es más efectivo que la información divulgada en redes sociales.

También fue importante reconocer los proyectos de acción social y comunitaria que las personas están sosteniendo en dichos espacios y que, por lo general, son mujeres las que impulsan esas iniciativas.

La propuesta que realiza “Cuentos entre pasillos” está atravesada por el género, su perspectiva de las experiencias migratorias contempla que para hablar de migración es necesario ser migrante, en su caso, reconocerse como una mujer que migra y desde allí contar sobre los recuerdos de su tierra y dejar una semilla de esperanza. También para ella es importante hablar de esto con las niñas y niños, hablar en un lenguaje universal y desprejuiciado, y hablar para sensibilizar a personas no migrantes pero que conviven en una realidad migratoria.

“Quería que el espectáculo se construyera a partir de las experiencias, pero sin una visión dolorosa, porque el dolor está implícito. La gente que migra no necesita que se lo recuerden”, apunta desde sus reflexiones.

Este espectáculo lleva tres años presentándose en la GAM, pero en este año tuvo la oportunidad de sacarlo de las salas de teatro y hacerlo en otros espacios. “A veces comenzaba preguntándole al público si habían visto los pájaros en el cielo volando juntos, especialmente pájaros que no son propios de Costa Rica, y eso era suficiente para hablar de migración sin hacerlo directamente.”.

Otras de las instituciones que apoyaron de diferentes formas a este proyecto fueron Centro Municipal para Migrantes en La Cruz, a CENDEROS (en la región norte y San José), Sifais en La Carpio, Fundación Keme en Alajuelita, la Red de Mujeres Nicaragüenses en Costa Rica, Coopeemprendedoras en Cuajiniquil, la Asociación de Desarrollo Integral a cargo de lideresas de la zona, la Embajada Española y PiOsa de la UCR.


Mirella Espinoza Lama, ecuatoriana radicalizada en Costa Rica desde el 2014. Filóloga Española de la Universidad de Costa Rica. Cuentacuentos formada en el taller de Narrarte de la UCR y en diferentes talleres externos. Se enfoca en el trabajo comunitario y artístico a través de cuentos para todo público y talleres de creación de historias a través del juego. Organizó el grupo Círculo de Narradoras Orales en Costa Rica (proyecto en curso) y colabora actualmente con el Sistema Nacional de Bibliotecas Públicas (Sinabi), Costa Rica.

UCR: Sede Guanacaste y del Sur enlazan actividades de investigación

De izquierda a derecha: Raziel Acevedo, Gregorio Duarte, Eduardo Villafuerte, Yennier Zúñiga, Maureen Briceño, Santos Leal, Jorge Madrigal, Abel Guadamuz, Breiner Acevedo y Rigoberto Tablada.

La Sede de Guanacaste y la Sede del Sur unieron esfuerzos para implementar una Conferencia – Concierto, fundamentada en la investigación del teclado en la marimba guanacasteca

En estos días, la Sede de Guanacaste y la Sede del Sur unieron esfuerzos para implementar una Conferencia – Concierto, fundamentada en la investigación del teclado en la marimba guanacasteca, desarrollada por la Etapa Básica de Música de Santa Cruz e inscrita en el Centro de Investigación sobre Diversidad Cultural y Estudios Regionales (Cidicer) de la Universidad de Costa Rica. 

La actividad se desarrolló en el Centro de Promoción Cultural de la Sede del Sur y contó con la participación de estudiantes, docentes y público interesado sobre el tema, dado que el instrumento tuvo mucha repercusión en la zona sur, durante la época de la bananera. La charla y concierto inició con un recorrido, sobre los diferentes tipos de teclados utilizados sea de 22, 24, 28 y 36 teclas. Estas cantidad de teclas se relaciona directamente con los diferentes tipos de marimba diatónica, es decir de un teclado: cuya cantidad repercute en el tipo de sonoridad, la música y la técnica utilizada,  debido a que de acuerdo con el número de ellas, puede ser ejecutada por uno, dos y hasta tres músicos por instrumento, por ende,  dependiendo de la cantidad de ejecutantes, así será su proyección sonora.

Ahora bien, históricamente la madera utilizada para construir el teclado en la marimba guanacasteca ha sido: Bálsamo, Ñámbaro o Cristobal y en su elaboración se realiza un proceso riguroso de selección del tipo de veta, el corte, preparación, cocción y finalmente, si la tecla responde acústicamente a una vibración determinada, se procede a barnizarla, para luego afinarla, de lo contrario se desecha.

Abel Guadamuz con la carraca, instrumento de acompañamiento.

Posterior a la charla, inició el Concierto para mostrar el funcionamiento del teclado y estuvo a cargo del Ensamble de Marimbas y Percusión, integrado por: Rigoberto Tablada Pizarro en el Bajo, Abel Guadamuz Mendoza en el tiple; Eduardo Villafuerte Jirón en la melodía; Santos Leal Obregón en la contramelodía; Yennier Zúñiga Rodríguez bajo tenor; Mauren Briceño Oviedo y Razziel Acevedo Álvarez, armonía; Breiner Acevedo Rosales y Jorge Madrigal Ruíz, percusión y Gregorio Duarte Castro, Saxofón. Durante el evento se interpretaron ritmos musicales tradicionales de Guanacaste y latinoamericanos, como: parranderas, pasillos, danzas, boleros y cumbias, los cuales fueron el deleite de los presentes. Un elemento importante de anotar radica en la técnica de la improvisación, pues en la interpretación de los músicos guanacastecos se encuentra muy presente en todos los eventos y tiene un alto nivel musical y artístico; en este caso varios de los músicos demostraron su capacidad técnica y musical, al interpretar improvisaciones con una exquisita técnica. También, tuvo su participación la carraca, con su sonoridad característica y el saxofón alto, con sus giros melódicos bailables.

Para cerrar las actividades de investigación entre ambas Unidades Académicas, se realizó  una visita al hogar de ancianos de Golfito, con el Ensamble de Marimbas y Percusión, a fin de brindarles un espacio para el goce estético y el recuerdo, mediante un concierto con la música tradicional de Guanacaste y la música latinoamericana, que duró más de dos horas. Tiempo en el cual los asistentes escucharon canciones de su época, cantaron y varios salieron a bailar al ritmo de la marimba.

A manera de cierre se puede afirmar que el éxito de los eventos de investigación y difusión del quehacer investigativo, tuvo su asidero en la organización rigurosa de la Coordinación de Investigación de la Sede de Sur y el trabajo de la Coordinación de Investigación de la Sede de Guanacaste, junto con el talento y trabajo de la Etapa Básica de Música de Santa Cruz.

 

Raziel Acevedo Álvarez
Investigación Sede Guanacaste UCR

JUNTANZAS Y APALABRAMIENTOS

Por Memo Acuña (sociologo y escritor costarricense)

Es sábado de un setiembre que ya empieza a envejecer. Lluvioso, pero con calor en el alma que es lo que importa. Subimos a un autobús que nos llevará al Barrio Kennedy, un suburbio popular ubicado en la periferia de Bogotá. Como es habitual en los servicios de transporte de esta ciudad hermosa y compleja, los viajes suelen ir acompañados por una persona que hace de su arte, su vida, su ley motiv para sobrevivir.

Marina es una de esas personas, personajes de la informalidad bogotana que subisisten y responden ante la atrocidad del sistema. Es una mujer que amplifica su voz y con su voz nos hizo un regalo, uno de muchos ese día, al brindarnos su música para que sintiéramos, bailáramos, cantáramos. Ahí Ángeles azules adquirieron otra dimensión: poco importaban nuestros títulos, nuestra academia. Esa mañana, en ese autobús, fuimos voz colectiva con otras personas que también apalabraron desde la música, su razón cotidiana.

A un lado mío viajaba una joven mujer que amamantaba a su niño recién nacido. Y lo hacía al compás de la canción hecha vida por Marina. ¿Cómo recrear la vida, el principio, el origen, desde esa maternidad absoluta y vital? ¿Cómo hacerlo desde la alegría de coincidir? En estos tiempos de transición hacia nuevas formas de vincularnos, la música, el arte, deberīan ser enunciados como política pública, como decreto, como ley. Porque nos permiten la importancia del afecto, de la convivencia, amamantarnos de vitalidad.

Llegamos a Barrio Kennedy con ese sabor a canción en nuestros cuerpos. Nos dirigimos a la Casa comunitaria de la organización Juntanza Techotiva, autogestada por un grupo de mujeres jóvenes con una combatividad absoluta. Allí conversamos y conocimos sobre sus luchas, que son las luchas de todos y todas en una comunidad popular asentada en las cercanías de un humedal histórico en la Gran Bogotá. Entonces hablamos, apalabramos sobre medio ambiente, derechos humanos, autonomía colectiva. Aprendemos. Nos escuchamos. Las escuchamos.

Psicóloga social Rosita Suárez, en su homenaje en el marco del Encuentro Cuerpo, Patología Social y Política, realizado en Bogotá, Colombia, el 16 y 17 de setiembre.

En una Colombia esperanzada por el cambio, por la posibilidad, hemos venido unos días intensos a hablar de procesos comunitarios, de migración, de psicología política, de ancestralidad. Y hemos cerrado el encuentro conociendo esa combatividad de Diana y sus compañeras de lucha. Nos cuentan lo que hacen para empujar ese proceso desde el territorio, desde allí. Nos comparten que aún antes de que se conociera la designación de Francia como Vicepresidenta, la primera mujer en ese cargo, afrodecendiente, las había visitado y su encuentro quedó tatuado en una pared de la casa que sostienen a todo pulmón y militancia.

Decir esto en una Latinoamerica dolida, profunda, desigual, es decir esperanza. Para eso son las juntanzas, como la que nos convocó unos días desde la hermandad de Cátedra Libre Martín Baró. Entonces creemos que si, que si es posible otro mundo donde podemos juntarnos y celebrar la palabra que transforma, el lenguaje que recrea la vida, que nos la devuelve en rituales y abrazo colectivo.

Renuevo mi militancia en estas posibilidades de hacer. Desde aquí hago política, la que importa, la que transforma. La misma que hace apenas dos semanas nos juntó a un grupo de poetas del mundo en otro lugar histórico de nuestra región profunda, San Cristóbal de las Casas, para apalabrar en homenaje a las mujeres que buscan a sus familiares desaparecidos. Hoy, en esta juntanza, nos hemos reunido para abrazar la trayectoria de nuestra querida Rosita Suárez, Psicóloga Social colombiana de la cual seguimos aprendiendo que pensar bonito sea quizá la principal declaración universal para que este mundo en que vivimos siga valiendo la pena.

Invitación al Festival de la Baula

Luego de dos años de pausar el evento por la pandemia, ¡vuelve el Festival de la Baula!

Se extiende la cordial invitación a este evento que tendrá lugar en Barra de Parismina, en Siquirres, del 29 al 31 de julio. 

Este festival se realiza en pro de la Conservación de la tortuga Baula y la educación ambiental.

Entre las actividades por realizarse se encuentran actividades artísticas, deportivas y recreativas, limpieza de la playa, patrullaje, venta de comidas y por supuesto, su tradicional baile.

Para más información al: 8732-2896

Programa: