2020 odisea universitaria
Luis Andrés Sanabria Zaniboni
– ¿Ud. cree que Hal tiene verdaderas emociones?
– Bueno, se porta como si las tuviera. Está programado así para hacerlo más fácil para nosotros. Si tiene sentimientos o no, no creo que nadie pueda responder verdaderamente.
2001 Odisea en el Espacio
Durante el 2020, en Costa Rica vimos cómo las autoridades universitarias bajo el contexto de crisis económica y ajustes presupuestarios fabricaron la mejor excusa para disfrazar el debilitamiento de la universidad pública a pesar del rol protagónico que públicamente defendían, este comportamiento nos hace recordar al personaje HAL 9000 de 2001 Odisea en el Espacio, una variante de supercomputadora programada para asesorar a la tripulación de una nave espacial, sin embargo durante el trayecto evidencia que tiene un ¨Plan B¨ oculto, es así que ante segundas intenciones vale la pena pensar ¿Cómo caracterizar rol de las autoridades de la Universidad Pública durante el 2020?
Podríamos pensar que plantear la voluntad política de una administración universitaria es un asunto menor, dado el complejo universo de su estructura, sin embargo, si lo vemos desde una perspectiva política de responsabilidades y atribuciones, no es inocente su papel.
Pensemos en el gobierno universitario, ese mismo que define las líneas transversales para su accionar, y con ellas el sentido político a su administración, pero también sus omisiones, ambas reflejan su intencionalidad en determinada dirección
Si miramos sus acciones, por ejemplo, la capacidad de promoción de la universidad en el exterior, no resultó ingenuo pensar sobre ¿Cuál perfil de universidad promociona?, pero si es por la consecución de fondos, no es timorato plantear ¿Para qué son?, ¿Quiénes se benefician? o tal vez las preguntas más olvidadas, ¿En qué condiciones se recibieron esos fondos? y ¿A qué renunciamos por ellos?
Esta actividad exterior también causa sorpresa si se sopesa con la participación a lo interno de la vida universitaria, si vemos la erosión que ha sufrido la presencia de la universidad en los asuntos nacionales (salvo excepciones honrosas), o la firma de convenios con las autoridades gubernamentales sin consenso interno, que luego se desdicen por errores de interpretación, para convocar luego una suerte de pantomima de defensa de la autonomía universitaria, de nuevo ¿para què? y ¿para quienes?.
Con estas sumas y restas asistimos a una gestión que ha acotado a la autonomía universitaria a mero discurso de aniversario. Una renuncia interesada de la Rectoría como institución política, a beneficio de esos poderes políticos y fácticos tan alérgicos a la crítica.
Cuando valoramos su labor de velar por los intereses, armonía y buen desempeño de las diversas instancias universitarias, encontramos que en el mejor de los casos demostró poca empatía, en otros una total incomprensión que podía malentenderse como arrogancia, pero en los últimos meses han huido de los espacios públicos de diálogo y debate, prefiriendo la Intimidación como herramienta.
También observamos el uso de la “postergación” como estrategia de desgaste, ha sido un ejemplo al capitalizar su ausencia en los conflictos, allanó la imposición de políticas presupuestarias, pero también en asuntos laborales, los nombramientos polémicos hasta la mirada desviada ante el acoso sexual como práctica cotidiana, es decir que profesionalizó la evasión como instrumento político de gestión.
Pensar en la Universidad durante el 2020 fue visibilizar un tipo de política de dobles intenciones, que se construyó e impuso a través del silencio y la evasión, usando la postergación de la toma de decisiones para alargar el conflicto hasta su desgaste, pero tal vez sea el uso de la ausencia la clave, el no estar, no participar ni exponerse públicamente, para así permitir que sus esfuerzos y energía sigan proyectando sus intereses en las dimensiones que le resultan importantes, mientras erosionaba la voluntad de quienes disputaban desde los espacios ¨ninguneados¨.
Al igual que HAL 9000, las universidades públicas evidenciaron una agenda B orientada a la erosión de la dimensión pública del quehacer universitario, presente en la consolidación de la precarización laboral principalmente en las mujeres interinas, la tercerización de servicios o el debilitando de la Acción Social a través de la distorsión de sus condiciones y Programas, estos ejemplos son muestra de esa redefinición de una universidad enfocada en la eficiencia y competitividad mercantil, o como les gusta llamarlo de innovación.
Juzgue cada quien dé cual universidad fue participante o cómplice, recuerden que la democratización no es una dimensión por esperar, es un compromiso ético, político y pedagógico que se hace en la práctica cotidiana. Así que recuerden quienes se pronunciaron y actuaron cuando fue debido, o más fácil aún, ¿Para qué? y ¿para quienes? es la Universidad del 2021…. tal vez con suerte, gracias a la decisión de cada quien, siga siendo al menos pública.
Foto tomada de la página oficial de la UCR.