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Etiqueta: Orquesta Sinfónica Nacional

La politiquería destructiva alcanzó a la Orquesta Sinfónica Nacional

Freddy Pacheco León

No solo la ministra de Cultura movió y revolcó cosas de su despacho, para con la obvia venia de Rodrigo Chaves, remover de su puesto de DIRECTOR TITULAR de la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN), al maestro Carl St. Clair, cual si se tratara de un mediocre advenedizo, y no un prestigioso músico con amplia experiencia y reconocimiento internacional, sino que, además, no le importó dejar en manos de funcionarios incompetentes, el aparato burocrático, encargado de cuestiones básicas de la Orquesta. Al oponerse el Poder Ejecutivo a la petición lógica, que hicieran llegar los que sí conocen del tema, para que la sustitución del maestro St. Clair se hiciera en forma planificada, y no atropellada como la ejecutaron, en lugar de tomarse un tiempo prudencial de, al menos un año, para que esa gran Orquesta Sinfónica no sufriera las consecuencias de actos impensados, la ministra y el presidente, simplemente le cortaron la cabeza, dejándola sin la razonable guía y dirección que hoy padece.

Resulta que la burocracia del «Centro Nacional de la Música», con constantes cambios en su dirección, consecuencia de su inestabilidad administrativa, está erosionando dolorosamente, la calidad de la agrupación musical. Si no fuese porque sus músicos han levantado su voz en pro de la legalidad, las decisiones amañadas «de los que en su mediocridad mandan», habrían sido más dañinas, pues los hechos son insólitos. Un director general del Centro Nacional hubo de renunciar por tratar irrespetuosamente a una reconocida violista, y otro, el actual, omite aclarar que un acta de una Comisión Técnica, incluía un acuerdo… que no había sido tomado, y sobre el cual se han emitido decisiones, ¡en contra del exdirector St.Clair!, para que no se le invite siquiera, como director invitado, a uno de los conciertos de junio de la temporada del 2024. Es claro pues, que ni la ministra Guadamuz ni su jefe Rodrigo Chaves, quieren a St. Clair ni a un kilómetro de distancia, aunque no lo reconozcan.

En La Nación (digital principalmente) del 28 de diciembre, se consigna ampliamente la información sobre la denuncia de la ANEP, en defensa de la Sinfónica, sobre la cual no ahondaremos. Nuestra preocupación, y la de todos los costarricenses que valoramos en lo que vale la Sinfónica, aplaudimos el que en la Constitución Política se establezca, que el Estado tiene el deber de velar por ella como uno de los preciados bienes culturales. Momento de pensar en aquella semilla sembrada por don Pepe y don Guido Sáenz, que germinara con éxito a través del tiempo, y que no debemos permitir que se vaya a marchitar irreversiblemente. ¡Para qué tractores sin violines!, clamó el estadista, y sus palabras adquieren ahora mayor relevancia.

La OSN, por sus características especialísimas, no debería ser vista cual si fuese una oficina cualquiera de un ministerio. Sus integrantes, son, indiscutiblemente, fuera de lo común, por lo cual, debería existir una legislación que la cobije, que le garantice contrataciones con requisitos específicos, para que goce de estabilidad, continuidad, y no se vea afectada por un aparato burocrático que no la valora, como dolorosamente está sucediendo ahora.

ANEP revela fallas en decisiones del Centro Nacional de la Música por insumos erróneos

La Asociación Nacional de Empleados Públicos y Privados (ANEP) expresa su preocupación por la toma de decisiones basadas en información incompleta, alterada e incluso falsa. En la última reunión, se presentó una minuta de la Comisión Técnica sobre la programación de la Orquesta Sinfónica Nacional para 2024, específicamente el V Concierto de Temporada Oficial los días 28 y 30 de junio. Sin embargo, se señala que no existió un acuerdo real de la Comisión Técnica para este concierto, y se proporciona la información correcta y aprobada.

Además, se destaca que la minuta presentada indujo a error a la Junta Directiva al afirmar falsamente un acuerdo y hacer creer que fue firmada por la Comisión Técnica, cuando en realidad no lo fue. Se señala que en este concierto se excluyen a 4 solistas costarricenses y al joven compositor Alejandro Acuña, ganador del concurso de Jóvenes Compositores de 2023.

ANEP alega que se obstruyó o se aplazó la presentación de documentos de soporte a la temporada que habrían revelado inconsistencias entre la presentación del Director General Suplente y lo aprobado por la Comisión Técnica. También se menciona que se ocultó la información conciliada en el Ministerio de Trabajo, donde se acordó que la programación artística de 2024 estaría a cargo de la Comisión Técnica.

La Asociación Nacional de Empleados Públicos y Privados (ANEP) solicita urgentemente una audiencia con la Junta Directiva en diciembre para abordar estas irregularidades y evitar recurrir a otras instancias legales. La ANEP espera que la Junta Directiva revise la información proporcionada y tome decisiones informadas y acordes con la legislación costarricense.

Enlace de Facebook con la denuncia completa:  https://m.facebook.com/story.php?story_fbid=pfbid0FwRBJmMsGq3hfP4okxcZN2cj8hiuTF69EqgvpvqTkz4v5jPwfynUUuUGEYDatnhWl&id=100057055766841&mibextid=kFxxJD

Información compartida con SURCOS por Walter Antillón Montealegre.

Incultos en Cultura

Freddy Pacheco León

Freddy Pacheco León

Fueron muy prolongadas las ovaciones recibidas por el maestro Carl St. Clair, en sus dos últimos conciertos como director titular de la Orquesta Sinfónica Nacional.

Así, los asistentes que llenamos el Teatro Nacional, le manifestamos nuestro desagravio por el maltrato que recibiera de parte de las incultas autoridades del Ministerio de Cultura, quienes lo despidieron injustificadamente, después de una década de extraordinaria labor.

El maestro St. Clair, nos delega una orquesta extraordinaria; sin duda una de las mejores de Latinoamérica, que ahora ve amenazada su calidad, por la incompetencia de un gobierno que parece no comprender su trascendencia para la cultura musical del país.

Confiamos en que los músicos, independientemente de lo que hagan o no hagan los burócratas ministeriales, sabrán rendirle homenaje al maestro que han despedido, esforzándose aún más por mantener los atributos que se le reconocen a la orquesta.

Sorpresiva destitución

Freddy Pacheco León

Tiene Costa Rica una estupenda Orquesta Sinfónica Nacional, dirigida por un virtuoso maestro, de gran prestigio internacional.

Carl Saint Clair ha dirigido orquestas en Israel, Japón, Australia, Sur América, así como las sinfónicas de Boston, de San Francisco, de Detroit, de Houston, de Montreal, de Toronto, y la Filarmónica de Nueva York, la de Los Ángeles, la de Filadelfia, entre otras muy prestigiosas.

Gracias a ese bagaje de experiencia, ha logrado que nuestra orquesta haya logrado alcanzar en una década, un nivel tan formidable, que nos permite a los costarricenses disfrutar plenamente, de sus conciertos por todo el país y en el majestuoso Teatro Nacional.

La sorpresiva destitución del maestro Saint Clair, es una acción incomprensible del Ministerio de Cultura, que no se justifica, causa zozobra y esperamos se revierta.

¡Apoteósico! ¡Formidable!

Freddy Pacheco León

El mejor escenario imaginable en nuestro país. La emoción se desbordaba desde todo el público. El acontecimiento esperado no tuvo una silla vacía. La comunicación entre actores y espectadores era electrizante.

Un domingo para recordar.

Así fue el espectáculo que nos brindó el Coro Sinfónico, magistralmente dirigido por Ramiro Ramírez, sus invitados, la Orquesta Sinfónica Nacional y, por supuesto, ese artífice que ha sabido forjar tan espectacular agrupación musical, el Maestro Carl Saint Clair. (Si quizá la ministra de Cultura y su jerarca asistieran alguna vez, no estarían tan empeñados en afectarlos presupuestariamente. Hasta, como premonición, se les habría dedicado el RÉQUIEM de Giuseppe Verdi).

El menosprecio a la cultura

Alberto Salom Echeverría

“La cultura es un componente decisivo para la consolidación

de una sociedad tolerante y capaz de vivir en armonía”.

Dr. Ramón Rivas.

“Quiero escribir para aquéllos que quieren tener una relación

viva con su cultura. Muchas veces el conocimiento se ha visto

encorsetado por fórmulas y barreras, y se ha alejado de su labor más útil,

que es enriquecer nuestras vidas y ayudar a conocernos mejor”.

“Parafraseo al escritor Dietrich Schwanitz.”

En el tercer gobierno del Benemérito José Figueres Ferrer (1970-1974), merced al protagonismo, entre otros, de un gran hombre de las letras Patrias y de la cultura nacional, Alberto Cañas Escalante, se fundó el Ministerio de Cultura Juventud y Deportes. Además, Alberto Cañas se convertiría en el primer ministro de esta nueva cartera. Aquel fue un enorme estímulo para impulsar verdaderas políticas públicas nacionales de cultura. De esta manera, se llenó un gran vacío, porque, aunque Costa Rica ya por entonces se caracterizaba por tener un importante bagaje cultural, con la creación del Ministerio de Cultura se produjo un salto cualitativo, haciendo que la obra cultural no fuera solamente la ocurrencia de algunas personas, sino que se creó el marco apropiado para un desarrollo institucional que involucrara a todo el Estado.

No obstante, los muchos éxitos plasmados desde entonces, como son: la fundación del Archivo Nacional, de la Compañía Nacional de Teatro, de la Compañía Nacional de Danza, la creación de la Orquesta Sinfónica Nacional, el enorme realce que adquirió la política de premios nacionales, todavía la cultura sigue viéndose como un “adendum”, una coletilla en el entramado institucional del país.

Ese punto alto que se alcanzó con la creación del Ministerio de Cultura, pese a sus hazañas, se fue desmoronando de a poco, por esa manía de la élite política de ver la realidad en parcelas: por aquí Hacienda, reputada por ser lo más importante, por aquello de que ciertamente ‘no se puede hacer chocolate sin cacao’ (aunque es muy frecuente que, habiendo cacao no aparezca el chocolate por ningún resquicio de la Costa Rica); por allá, ahora parece que muy allá, educación que aunque le ha dado tanto brillo a este país, resulta que alguien apagó la luz del cuarto, hará un cuarto de siglo y algunos no se habían dado ni cuenta de que eso hubiera ocurrido; por acullá seguridad pública, que don Pepe en alguna ocasión llamó Ministerio de Inseguridad Pública, delante del propio ministro que, algunos decían que le serruchaba el piso (de ese cuarto), y, después de eso se nos fue metiendo como por la cocina de la desvencijada casa, algo que estaba cantado con suficiente antelación que ocurriría, porque andaba rondando por todo el vecindario, el narco con tráfico incluido para que no lo pudieran parar que, creó enseguida y sin dilación una cadena de distribución de la droga a granel dentro del país, mientras se organizó debidamente para encadenarse con la sarta de delincuentes, asesinos de toda laya, que tenían muy claro el destino final del gran negocio, el norte-norte, adonde los esperaba y los espera todavía, la gran mafia de todas las mafias de la droga, parcialmente protegida por parte del Ministerio de Injusticia del ‘más allá’, porque desde ahí, hace mucho, haciendo alarde justamente de la injusticia consumada se logró que, las miradas y el dedo acusador estratégicamente apunten al sur, donde ‘la maligna’ se produce y de donde sale en tropel, pero para que se consuma en abundancia en la ‘Tierra del más allá’ y ‘allende los mares’, porque en toda esa extensión es donde está el gran negocio. ¿Habrá por ventura una visión parcelada más fragmentaria de la realidad?

Imaginemos ahora ¿en qué sitio está alojada la cultura dentro de esta imaginación elitista, e inclusive en cuál recóndito lugar del cerebro del pueblo se encuentra, puesto que la ideología popular está permeada como por ‘arte de birlibirloque’ por la dominación que las mismas élites ejercen sobre las masas? Vistas las cosas así, la cultura nacional, en lugar de ser entendida como una expresión de nuestra existencia, de la convivencia de las clases, segmentos y capas que interactúan y conforman el gran todo social, es concebida como algo residual y prescindible.

Esta visión del mundo en parcelas fragmentadas que es parte de la ideología dominante nos ha ocasionado un enorme daño, y lo sigue causando. Nuestra identidad está desintegrada por lo que no hemos podido hasta ahora diseñar una estrategia de desarrollo comprensiva de la realidad.

En este contexto, el presidente Chaves, ha querido sacar ventaja casualmente de la pobre visión dominante que él comparte, de esa realidad fragmentada y fragmentaria, en la que la concepción de cultura es menospreciada y relegada, por lo que termina de sellar una propuesta de desarrollo decadente destinada al fracaso. Ante la necesidad de recaudar recursos por todas partes, se ha sacado de la manga un argumento típicamente economicista como es que: “Hay programas que el año pasado dejaron un montón de plata sin usar.” Y agregó: “…Costa Rica debe continuar por la senda de la disciplina fiscal, a la vez que no se justifica presupuestar dinero que no se utiliza.” (Cfr. Arrieta, Esteban. “Rodrigo Chaves sobre recorte de 4.000 millones (de colones) en Cultura…” La República.net, martes 16 de mayo, 2023).

Si bien es justo tener una visión de disciplina fiscal y eficiencia en la ejecución de los recursos públicos, en primer lugar, esa disciplina fiscal debe aplicarse a todos los sectores por igual. En segundo lugar, como dicen los abogados, ‘nadie puede pretender sacar provecho de su propio dolo’. Han sido sus propios funcionarios, comenzando por la ministra Nayuribe Guadamuz, quienes siguiendo errores que vienen del pasado, administran los recursos con ligereza y falta de voluntad para ejecutarlos. En la jerga popular se dice, es el ‘perro mordiéndose la cola’. Se le quitan los recursos porque los ejecutan mal, pero la mala ejecución proviene a la vez de funcionarios que carecen de una visión integral e integradora del papel que debe jugar la cultura en el desarrollo de una sociedad y en el bienestar y buen vivir de las personas. Más grave aún es que el presidente adolece de esa misma carencia, por lo tanto, es inútil pensar que la presidencia de la República pueda ser el promotor de un cambio en la visión y concepción de la cultura. Más bien parece ser el que promueve el empobrecimiento cultural.

¿Cómo acometer desde esa postura, el rescate y la plena integración de la cultura de los pueblos originarios en el conjunto de la sociedad costarricense? ¿Cómo desde esa perspectiva se podrá acometer una tarea que es compleja como la de enfrentar el racismo que padece una buena parte de la sociedad, suficiente como para decir que en realidad lo padece la sociedad? ¿Cómo enfrentar la desigualdad de géneros, que constantemente se manifiesta en distintas facetas de la cotidianidad, y el machismo, y la violencia contra la mujer? ¿De qué manera se puede realzar el papel de las regiones de la periferia tan disminuidas frente a la preeminente acción cultural de las poblaciones de la región central del país? Valga decir, ¿cómo llevar adelante un proceso de descentralización y de integración de las regiones, para que se valoren en toda su dimensión como parte de un todo social? ¿Y en qué forma, sin una visión humanista de la cultura se podrá enfrentar la odiosa e ilegal discriminación de las minorías por razones de orientación sexual? ¿Cómo dar más relevancia a las personas con discapacidad ante las innegables barreras arquitectónicas, los prejuicios que les impiden integrarse a los mercados laborales y hasta a la misma educación? ¿Será posible en estas pobres visiones impulsar un plan humanitario que permita integrar a las poblaciones migrantes? Finalmente ¿Cómo lograr la dignificación de los artistas?

Todas estas son tareas propias de un verdadero Ministerio de Cultura en el país, donde la cultura sea considerada tal como lo pregona el Dr. Ramón Rivas, especialista en antropología cultural y ex ministro de Cultura del Salvador, como: “…la fuerza viva, creativa y colectiva del país; [que] aporta sentido y contenido a las prácticas sociales y a las obras materiales y simbólicas que se construyen, y ofrece un amplio abanico de posibilidades y capacidades para impulsar la transformación integral de la sociedad. Esta política del Gobierno busca, entre otras cosas, que la población asuma la cultura como un derecho, como un factor inherente y un pilar fundamental del buen vivir”. -Y, luego continúa diciendo el Dr. Rivas- “Nos referimos a algo más amplio: a la cultura como acción viva y participativa; a la construcción de valores en contraposición de los antivalores que tanto daño hacen al buen vivir. La cultura es un componente decisivo para la consolidación de una sociedad tolerante y capaz de convivir en armonía.” (Cfr. Rivas, Ramón. “La Cultura Factor Determinante del Desarrollo Humano.” Revista Entorno, abril, 2015, número 58. San Salvador, El Salvador.)

Esta visión de la cultura y las tareas señaladas para un Ministerio de Cultura contrasta abismalmente tanto con la teoría como con las prácticas principalmente del gobierno actual. Por lo consiguiente estamos todos impelidos no solo a defender el Ministerio de Cultura tal cual es hoy, sino a emprender una lucha en todos los sectores de la sociedad, una gran batalla cultural, que nos permita un rediseño de las políticas públicas del sector, para generar nuevas políticas públicas y prácticas sociales que posibiliten un segundo salto de calidad en la cultura nacional, acorde con las tareas del desarrollo integral y sostenible que nuestro país requiere.

¿POR QUÉ DESTRUCTORES Y MALANDRINES? (I)

Adriano Corrales Arias*

Adriano Corrales Arias

Circula la noticia de que la Orquesta Sinfónica Nacional de Costa Rica (OSNCR) dejará de existir por falta de recursos financieros. Lo mismo sucede con el Ministerio de Cultura y Juventud, el cual, de seguro, será clausurado. Es la crónica de una muerte largamente anunciada, como trataré de evidenciar en este y dos artículos más. Lo cierto es que la contrarreforma neoliberal, iniciada hace más de cuarenta años, cuya ruta es la desestructuración del Estado Social de Derecho, está culminando su arremetida ingresando por las áreas más sensibles del alma patria: la cultura y la educación. Para ello ha diseñado gobiernos como el actual, plagados de incompetencia, ignorancia, charlatanería y un odio esquizofrénico hacia lo público. Es la cultura de la cancelación y de las anti humanidades.

La OSNCR fue fundada el 31 de diciembre de 1940 gracias a los oficios de la entonces primera dama de la República, Ivonne Clays Spoelders, los hermanos Reyes Calderón, el músico uruguayo Hugo Mariani y el violinista Alfredo Serrano. En ese año, bajo la batuta del mismo maestro uruguayo Mariani y con cuarenta músicos, la así bautizada “Orquesta Nacional” realizó su primer concierto en el Teatro Nacional. En 1942 el presidente de la República, Rafael Ángel Calderón Guardia, le otorga una subvención mensual a la agrupación, así como el rango de Orquesta Sinfónica Nacional de Costa Rica, luego de agudas carencias financieras en los primeros años de su existencia.

En 1970, con la creación del Ministerio de Cultura y Juventud (MCJ) durante la tercera administración del presidente José Figueres Ferrer, maduran las condiciones para que la entidad adquiera el perfil y el rango artístico de auténtica orquesta sinfónica profesional, mediante la reforma y reorganización impulsadas por don Alberto Cañas, primer ministro de Cultura, apoyado por su viceministro Guido Sáenz. Actualmente es considerada una de las mejores orquestas de Latinoamérica; en noviembre del 2017 fue galardonada con el Grammy Latino en la categoría de “Mejor álbum de música clásica” por su disco Música de Compositores Costarricenses Volumen 2. Sus álbumes Bossa Nova Sinfónico y Música de Compositores Costarricenses Volumen I también fueron nominados al Grammy Latino en los años 2013 y 2014.

La orquesta está integrada por setenta y dos músicos profesionales, 87 % de los cuales son costarricenses, la mayoría como estudiantes de su Programa Juvenil. Ha efectuado giras nacionales e internacionales por Asia, Europa, Norteamérica, Centroamérica y el Caribe. La agrupación realiza cerca de ochenta conciertos al año, cuenta con once producciones discográficas y es una de las instituciones culturales más prolíficas del país. En el año 2022 más de veintisiete mil personas asistieron a las presentaciones que ofreció en diversos escenarios costarricenses. Recientemente se ha presentado con el conocido cantante italiano Andrea Bocelli, el violonchelista Gary Hoffmann, el violinista Philippe Quint y la flautista Jasmine Choi, así como con los directores Shlomo Mintz, Giancarlo Guerrero, James Judd, Mark Laycok y José Serebrier, entre otros.

He allí la institución que el actual gobierno, recipiente, resultado y disparador de las políticas neoliberales de los últimos cuarenta años, desea clausurar alegando la cacareada y falaz crisis fiscal. Pero no es sólo la OSNCR lo que desean clausurar (¿y privatizar?). También se cerraría el Sistema Nacional de Educación Musical (SINEM) creado en el 2007 y ratificado mediante decreto en el 2010 con el afán de estimular el desarrollo humano a través de la música. Es un órgano de desconcentración mínima del MCJ, con personería jurídica instrumental, encargado de promover la creación y el desarrollo de escuelas de música, programas orquestales y programas especiales de promoción de la música. Al día de hoy cuenta con veinte escuelas distribuidas en el territorio nacional con los siguientes programas especiales: Atención de Primera Infancia, Música con Accesibilidad para Todos – para personas con necesidades educativas especiales – y Programas de Atención Prioritaria, ubicados en diversos puntos del país.

Como se ve, la contrarreforma es una auténtica contrarrevolución cultural. Desea cerrar las instituciones artísticas y culturales existentes con el ánimo de hacer tabula rasa sociocultural y educativa para continuar martillando con el discurso único del mercado total, léase totalitario. La voracidad de un pequeño grupo no repara en la salud emocional y espiritual de una población que, hasta hace poco, se ufanaba de presentar como la “más feliz del mundo”. Ni se diga de la salud física porque lo mismo sucede en el mundo productivo y laboral. He allí el verdadero significado de la malhadada y grotesca frase “comerse la bronca”. La meta es convertir a Costa Rica en el país desigual y pobre de la primera mitad del siglo XX, pero ahora con una población cinco veces mayor.

*Escritor

Sin Tractores y sin Violines, el día en que murió la Orquesta Sinfónica Nacional

María Irene Monterroso González

Esta semana, como Orquesta Sinfónica Nacional, estuvimos tocando conciertos didácticos en instituciones educativas. Como parte de nuestras funciones, tenemos programas de extensión a comunidades en todo el país. Hoy nos recibió una escuela pública. Entre paredes deterioradas y una infraestructura deficiente, se asomaban las sonrisas de los niños y jóvenes que esperaban con gran expectativa nuestro concierto. Ver quizá violines, bajos, trombones o instrumentos de percusión por primera vez, es la causa de este gran asombro.

Hoy, sin embargo, en el corazón de nosotros los músicos, se anidaba un sentimiento de nostalgia, sentimiento nacido al conocer que quizá, este sea nuestro último año de vida como Orquesta, que la Benemérita Orquesta Sinfónica Nacional, se encuentra en cuidados paliativos y a punto de morir. Y no solo la orquesta, sino el Instituto Nacional de la Música, lo que se conocía como el Programa Juvenil, aquel programa que vieron nacer niñas y niños en los años 70. Esos jóvenes que por primera vez se acercaron a un instrumento y que incluso conforman hoy día, años después, puestos como profesores y músicos en la orquesta. La triste noticia del recorte presupuestario para el próximo año al Centro Nacional de la Música incluye a la Orquesta Sinfónica Nacional y al Centro Nacional de la Música provocando un cierre técnico en la institución.

Parece impensable, la desaparición de la Orquesta Sinfónica Nacional. Hoy es una realidad posible. ¿Como llegamos a esto? ¿Como empezamos a vislumbrar la pérdida de una institución como la nuestra?

Hacía unas décadas que el liderazgo político del país planteaba un estado social de derecho. Vivimos décadas exactamente de eso, un estado abocado a los programas sociales en educación, salud, cultura. Entre las grandes instituciones que se crearon, se fundó la Orquesta Sinfónica Nacional. El programa Juvenil entonces, fue uno de los primeros en América, modelo copiado por Venezuela y demás países latinoamericanos, un ejemplo para el mundo de paz y democracia. Un país que decidió invertir en educación y cultura o por lo menos esa imagen hemos vendido en el plano internacional hasta ahora.

Hoy, a través de un marcado deterioro en los últimos meses, vemos como ese ideal, esa visión, se va exterminando. En una creciente y marcada disparidad social, el acceso a la educación y a la cultura se ha vuelto más compleja. A la larga, las manifestaciones artísticas, la educación integral, el acceso a la cultura, lo que es un derecho de todo costarricense, se volverá un privilegio de algunos pocos. Y aquel niño que nació en la pobreza, que necesita de los comedores escolares y que su única oportunidad de escuchar una obra sinfónica es a través de un concierto como el de hoy. ¿Que pasara con él? Se quedará en su triste realidad de paredes rotas y recursos escasos sin un SINEM al que asistir ni una banda a la cual escuchar. Crecerá viendo aquellos otros que si nacieron del lado correcto de la sociedad. Yo no me imagino una Costa Rica así, de hecho, no quiero una Costa Rica así. Yo nací en un estado social de derecho, un país en donde los programas sociales han sido una prioridad. Pero parece que ya no importan las sonrisas de los niños ni el asombro de un joven al escuchar por primera vez una sinfonía de Mozart. Plagados de problemas sociales, vemos una Costa Rica que se hunde cada vez más en la delincuencia y el desasosiego social, índices altos de asesinatos diarios y un marcado problema con el narcotráfico. Resulta ser al final del día, que dicha sonrisa vale menos que los dólares que se ahorran al cerrar programas.  Un desarrollo integral de una sociedad no puede ir desligado del desarrollo cultural. Eso lo sabe un gobierno culto. Parece ser que nos quedamos sin tractores y sin violines.

Imagen: https://cnm.go.cr

Los tractores de la estulticia

Dr. Oscar Aguilar Bulgarelli

Corrían los años 70 del siglo pasado, si bien hubo muchos elementos criticables en aquella época, para la cultura costarricense se vivió un periodo especialmente importante con la FUNDACION de instituciones importantísimas para la creación de la inteligencia nacional.

En el marco de la celebración del Sesquicentenario de la Independencia (150 años, porque hoy algunos no saben lo que significa la palabrita), estas empezaron con la creación del Ministerio de Cultura Juventud y Deportes en julio de 1971, la inauguración del nuevo edificio de la Biblioteca Nacional el 15 de setiembre de aquel año y en julio de 1972 con la creación de la Orquesta Sinfónica Juvenil, cuando el Presidente Figueres lanzó aquella frase para la posteridad: PARA QUE TRACTORES SIN VIOLINES!

Fueron los años en que creamos, porque lo hicimos todos sin distinción política y desde diferentes posiciones, el TEC, la Universidad Nacional, la UNED, sus respectivas editoriales y, me tocó en suerte, que el Presidente Carazo me asignara la noble tarea de fundar el Sistema Nacional de Radio y Televisión Cultural (SINART) unificando el Canal 13 del MEP, la Radio Nacional del Ministerio de Cultura y dar vida a la Revista Contrapunto. Si, era una época de creación y apertura, no TRISTEMENTE de destrucción y cierre como la actual.

Hace unos días, cinco diputados de la Comisión de Asuntos Hacendarios de la Asamblea Legislativa, convertidos en choferes de los tractores de la estulticia y el apocalipsis de la cultura nacional, aprobaron una moción que rebaja 4126 millones de colones del presupuesto del Ministerio de Cultura y Juventud para el año 2021, Bicentenario de la Independencia… qué contraste con lo sucedido hace 50 años, apenas!

Si, tres diputados del PLN que olvidaron a Don Pepe: Silvia Hernández, Ana Lucía Delgado y Gustavo Viales, junto con el tránsfuga Harllan Hoedelman, aprobaron la moción presentada por la sancarleña María Isabel Solís del PUSC más interesada en las explotaciones de oro que en leer, como supuesta social cristiana, la encíclica “LAUDATO SI”del Papa Francisco y enterarse más de lo que es la Ecología y la Cultura. Señalo los nombres para que queden en la página negra de nuestra Historia.

Estos apocalípticos diputados, dignos representantes de la mediocridad que nos gobierna en términos generales, le han hecho un daño tan grande al país, que no creo sean capaces de dimensionarlo. Aquello no fue como entrar machete en mano a limpiar un lote y hacer un hueco en Crucitas; no, qué va!, fue llegar montados en los tractores de la destrucción pues, sin pensarlo destruyeron con la potencia política de su dedo cosas fundamentales como: la Orquesta Sinfónica Nacional y Juvenil, la educación que reciben centenares de niños con las becas que eliminaron, el trabajo del Teatro Popular Melico Salazar ( a lo mejor les molesta lo de “popular” y no saben quién fue Melico); el Colegio Costa Rica y sus importantes proyectos productivos, la Biblioteca Nacional en su cincuentenario edificio cerrará sus puertas y muchas otras del sistema de bibliotecas públicas. También el Archivo Nacional al que no van ni conocen estoy seguro, aunque haya abogados que deben dejar el protocolo después de cartular buenos negocios. Cerraron las Academias de Historia y Geografía, de la Lengua y la de Genealogía, también apuesto que no tienen la menos idea del valor científico de todas y menos la de Genealogía.

Pero me revienta el alma ver que corre peligro el SINART, ante un posible cierre técnico. Desde que lo creamos ha sido pieza apetecida por los grandes medios, especialmente La NaziOn, que ha luchado en varias ocasiones por dejarse sus frecuencias. No tienen idea del daño irreparable que le hacen. Si bien su presupuesto es auto generado en un 75%, el aporte del Estado es fundamental en el 25% restante, como siempre lo ha sido. Pero además, no puede ser visto como una empresa productora de tele/radio basura barata como otros medios privados, que lo que hacen es “privar” precisamente al costarricense, de una adecuada información y formación.

Ahora sale la ANFE y desde lo más profundo de su caverna pide el cierre del SINART para economizar, según ellos, su presupuesto total. No se sabe si es por ignorancia, mala fe o ganas de desinformar; pero en un artículo que circula por ahí en las redes de su veneno, señalan que el SINART tiene un presupuesto de 8.174 millones al año, y desglosan las diferentes partidas de gastos que, en eso coincido, algunas pueden ser criticables y necesario ajustar. Pero NO DICE, y ahí viene la vulgar manipulación, que el 75% de esa suma NO SALE DEL PRESUPUESTO NACIONAL, sino de la venta de servicios; claro MUY APETECIBLE para los medios privados que defiende la ANFE. Si desean profundizar en este jueguito del albañal mediático en este país, los invito a leer mi libro COSTA RICA DICTADURA MEDIATICA O TIRANIA EN DEMOCRACIA, y en especial a partir de la página 252 en la que encontrarán el jueguito de La NaziOn con su hermanastra la ANFE, donde también este martes 27, Juan Carlos Hidalgo uno de sus voceros neoliberal “más distinguido” hace un llamado a la sedición…entienden porque quieren cerrar el SINART?

Volvemos a decirlo, no hay peor enemigo para el político demagogo e ignorante que un pueblo culto; por eso le temen, por eso su deseo de desaparecerla!. Y “piensan”: claro, para qué gastar plata en eso? Si con El Chinamo, un balón de futbol y un par de siliconas bastan para tener a la canalla adormecida!

La utilidad de la cultura no se mide con los pesos que caen en la chequera, ni en la cuenta corriente o en los depósitos en paraísos fiscales; se da en el PESO DEL PENSAMIENTO NACIONAL, en la capacidad analítica de un pueblo y su verdadero sentido de la libertad; pero para ellos…que peligroso!

Por eso los representantes del Soberano tuvieron que esconderse a cuatro niveles bajo tierra en su Caja de Leche, para que nadie los viera ni reclamara. Nunca como antes en este país se convirtió en realidad la frase de Nuccio Ordine, que repetimos: “LOS POLITICOS MATAN LA CULTURA PORQUE DESPRECIAN LA CULTURA. LA DESPECIAN PORQUE NUESTRA ELITE POLITICA ES CADA VEZ MAS IGNORANTE, MAS INCULTA.”

Según estos politicastros, las nuevas generaciones deben ser formadas, educadas, culturizadas solo para el afán de lucro, en su amor por el dinero y si es fácil, mejor; o convertido en una pepita de oro o un barrilito de petróleo…verdad señores diputados?

Nadie niega la necesidad que tiene el país de disminuir el gasto público, no se mal entienda o interprete. Lo que consideramos una solemne estupidez es la forma: impensada, sin obedecer al más mínimo parámetro técnico, sin medir las consecuencias, sin saber y sin analizar. Simplemente convertidos en mastines, detrás de la presa esperando el premio del amo.

Pero nuestro “padres y madres” de la patria no fueron ni eso; más bien tractores de la estulticia, que manejados por los depredadores de los valores nacionales, destruyeron y nos dejaron sin violines!

 

Imagen con fines ilustrativos tomada de: https://www.teatronacional.go.cr/

Hacia la incultura y la estulticia generalizadas

Rogelio Cedeño Castro
Sociólogo y escritor costarricense

En un país donde la subcultura del reggeaton y las croquetas para gatos (traídas a cuento por un diputado no precisamente poseedor de una gran ilustración) tienden a ocupar el primer plano de la atención de muchas gentes, no debe sorprendernos en modo alguno, el recorte presupuestario de los recursos que estaban destinados al área de la cultura para el año 2021, incluso con independencia de los criterios que tengamos sobre esas asignaciones presupuestarias, todo esto es apenas una de las muestras de la culminación de un largo proceso de mediatización y minimización de la cultura, no sólo dentro del Estado sino también en la cada vez más mediocre clase política y aún hacia el interior de la llamada “sociedad civil”. Hace apenas una década cerró, o más bien quebró “La Casa de las Revistas”, una empresa que cumplía una labor cultural muy importante en este país, sin que se oyera ninguna inquietud dentro de la sociedad costarricense, mientras que apenas poco tiempo atrás cuando se discutió la inversión para proteger contra incendios o otros desastres al Teatro Nacional, las voces discordantes de numerosos diputados esta nefasta legislatura intentaron negarle recursos a un proyecto tan importante, sobre todo en una ciudad como San José, convertida en una de las capitales más horribles de América Latina, donde ya se perdió la mayor parte del patrimonio arquitectónico de cierta relevancia histórica, dada la ignorancia y la torpeza de las autoridades nacionales, y también municipales de la ciudad.

Como resultado de todo lo anterior, mientras nos encontramos sumidos en una crisis fiscal artificiosa y falsa de toda falsedad, generada por los grandes evasores y elusores del pago de impuestos, quienes astutamente compraron los bonos de la deuda interna que el estado debió emitir para cubrir el dinero faltante, a lo largo de las últimas dos décadas, cosa para la que no alegaron cero ganancias como en el caso del pago de los tributos, llevándonos al chantaje de los altos intereses de esa deuda originada por ellos mismos,  para exigir -de ahí en adelante-el desmantelamiento del estado y las instituciones más importantes, que son patrimonio de todo el pueblo, además del recorte de los presupuestos de salud, educación y cultura que son esenciales para mejorar el bienestar de las grandes mayorías populares, lo que se traduce en el desmejoramiento de todos esos servicios, y en el campo específico de la cultura pone en peligro el funcionamiento la Orquesta Sinfónica Nacional, que está a punto de cumplir su ochenta aniversario de servir a la cultura nacional, también las orquestas sinfónicas juveniles, los programas de educación musical intensiva en muchas escuelas del país, las acciones educativas y culturales del Sistema Nacional de Bibliotecas públicas del país, los programas de danza y de teatro juntos con muchos otros que ven comprometida su existencia, con lo que estas élites incultas y violentas no sólo continúan saqueando al país, sino que se preparan para sumirnos en la incultura y la estulticia más profundas, con el propósito no siempre oculto de obtener una mano de obra inculta y sumisa, para que no se enfrente a sus acciones depredadoras.

Sucede que, en el microcosmos cultural de este cambio de siglo, un universo empequeñecido donde la mayoría de las gentes pasan sumergidas en las pantallas de sus aparatitos electrónicos, con sus lecturas apresuradas por no decir que “instantáneas”, acerca de todo lo  humano y lo divino, en una época en que la comprensión profunda de lo que está ocurriendo, más allá de las apariencias fenoménicas, es ya cercana a cero con su imparable descenso que incluso alcanzó ya una escala descendente, propia de los signos negativos de un cosmos algebraico, o de la escala del cero absoluto de Kelvin en la física, y dentro de los términos del devastador ascenso de la insignificancia, de la que nos hablaba con cierta vehemencia, el filósofo y sociólogo griego-francés Cornelius Castoriadis (1922-1927) durante los últimos años del siglo anterior, dado que “ Existe una temible capacidad de la sociedad actual para ahogar toda divergencia verdadera, sea acallándola, sea convirtiéndola en un fenómeno más, comercializado como los demás” (Castoriadis, 1998, página 89) con el agravante de que “El conjunto es instrumentalizado, utilizado por un sistema que es el mismo anónimo. Todo esto no es el resultado de la acción de un dictador, de un puñado de grandes capitalistas o de un grupo de formadores de opinión, se trata de una inmensa tendencia socio-histórica que se mueve en esta dirección y que se hace que todo se torne insignificante. La televisión ofrece evidentemente el mejor ejemplo: por el hecho de ocupar el centro de la actualidad durante veinticuatro horas, una cosa se vuelve insignificante y deja de existir pasado ese tiempo, porque se ha hallado o porque hay que hallar otra que ocupe su lugar. Culto a lo efímero que exige al mismo tiempo una contracción extrema, lo que en la televisión americana recibe el nombre de ATTENTION SPAN, la duración útil de la atención de un espectador, era de diez minutos hace aún algunos años, para caer gradualmente a cinco minutos, a un minuto y hoy a diez segundos( al finalizar el siglo XX).El SPOT televisivo de diez segundos es considerado como el medio más eficaz (Castoriadis, ibid, pág 90) con lo que “, es lo único que el espectador es capaz de asimilar” (Ibidem).

Es de ahí, de esa creciente insignificancia, de donde viene esa especie de surmenage (fr) o agotamiento cultural en el que está sumida la mayor parte de la humanidad, que es una población que deviene incapaz de distinguir lo esencial de lo puramente accesorio. Mientras tanto en nuestro país, y en la mayor parte de la región, se despliega el modelo de la dictadura neoliberal en democracia para ablandar a quienes se resistan a coquetear con las profundidades del abismo al que nos quieren llevar, empleando para ello formas más o menos violentas, según cada caso, oscilando entre la violencia simbólica, a través de los grandes medios o de las redes sociales y la más feroz represión policial, una vez llegado el caso de requerirlo. La democracia y la cultura son asuntos que les estorban, cada vez más, a estas poco ilustradas y codiciosas élites del poder.