Freddy Pacheco León
El mejor escenario imaginable en nuestro país. La emoción se desbordaba desde todo el público. El acontecimiento esperado no tuvo una silla vacía. La comunicación entre actores y espectadores era electrizante.
Un domingo para recordar.
Así fue el espectáculo que nos brindó el Coro Sinfónico, magistralmente dirigido por Ramiro Ramírez, sus invitados, la Orquesta Sinfónica Nacional y, por supuesto, ese artífice que ha sabido forjar tan espectacular agrupación musical, el Maestro Carl Saint Clair. (Si quizá la ministra de Cultura y su jerarca asistieran alguna vez, no estarían tan empeñados en afectarlos presupuestariamente. Hasta, como premonición, se les habría dedicado el RÉQUIEM de Giuseppe Verdi).