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Etiqueta: pandemia

OIDH promueve colaboración para grupos afectados por desempleo y pandemia

La Organización Internacional Pro Derechos Humanos pide colaboración para los grupos más afectados por desempleo y pandemia, por lo que insta a hacer consciencia, empatizar y poner de nuestra  parte para ayudar económicamente con víveres o útiles escolares a las personas más lastimadas por la crisis pandémica. Un pequeño esfuerzo de parte de todos y todas daría mucho provecho a las personas que también lo necesitan.

Cualquier información, puede escribir al correo de la ONG comunicacion@orgidhcr.org o en la página oficial www.oidhcr.org. También puede encontrarlos en redes sociales como OIDHCR.

Un crimen imperdonable

Freddy Pacheco León, PhD.

Sin fundamento científico alguno, hay quienes afirman que las diversas vacunas que se han formulado en varios países, y que han demostrado su comprobada efectividad, no deberían estarse usando para enfrentar el virus SARS-Cov-2. Que deberían hacerse más pruebas porque no se conocen sus resultados, que están en fase experimental. Que se trata de «UNA nueva tecnología».  Y lo repiten, desdeñando que se han aplicado más de 9.370 MILLONES de dosis a nivel mundial por lo cual, con los magníficos resultados a la vista, no logramos comprender cuántas dosis más habría que aplicar, para satisfacción de «esos».                                         

En el caso particular de Costa Rica, en nuestros centros de salud se ha vacunado a más de OCHO MILLONES de personas con al menos una dosis en tan solo un año. El resultado ha sido altamente gratificante, pues paulatinamente fue disminuyendo la cantidad de fallecimientos. La gran mayoría de los casi 7.400 muertos, se presentó entre pacientes todavía no vacunados. La estadística es ilustrativa: en un conjunto de 10 mil personas vacunadas, solo ocho se contagiarían y dos morirían.                                                                       

Ante el avance vertiginosos de la ciencia y la biotecnología, a la gran mayoría de los que nos movemos en ese  campo, no nos ha de sorprender la rapidez con que se formularon las muy diversas vacunas en diferentes laboratorios, incluso en países del tercer mundo, que sin embargo muestran un desarrollo científico admirable, como es el caso de Cuba, que, gracias a su experiencia en producción de vacunas para infantes principalmente, logró obtener tres vacunas, incluyendo una de aplicación intranasal (sin agujas), cubriendo ya la vacunación de más del 82% de su población.                               

Se tienen vacunas de vector viral, vacunas de subunidades proteicas, vacunas de ARN mensajero… y sus variaciones, entre las desarrolladas exitosamente en el mundo. No se trata pues, de «una tecnología», sino de varias, y todas sometidas a rigurosos procesos de formulación, elaboración y prueba.                                                           

En cuanto a la niñez, los costarricenses lamentamos la muerte de una docena de nuestros niñitos… que quizá se habrían salvado en caso de haber sido vacunados. Pero, aunque el coronavirus ataca a los más susceptibles, la protección no había llegado a los niños pues no había vacunas aprobadas para ellos. Ya las tenemos y ello es motivo de satisfacción, aunque la reciba solo los que tienen al menos 5 años de edad (Cuba vacunó a partir de los 2 añitos). En fin, es urgente vacunarlos pues los casos en el Hospital de Niños aumentaron significativamente en el segundo semestre del año pasado. No vacunarlos, como proponen ilegalmente algunos políticos que andan raspando votos entre la olla de arroz de los antivacunas, podría producir muertes; no se puede saber cuántas, pero ¡UNA SOLA por no vacunarlos, SERÍA UN CRIMEN IMPERDONABLE!

LO QUE LLEGÓ PARA QUEDARSE

Por Memo Acuña (sociólogo y escritor costarricense)

En los primeros años de este siglo incursionamos en estudios que trataban de profundizar en la relación entre migración y salud, tanto en Costa Rica como a nivel regional centroamericano. Lo hicimos como parte de nuestras primeras experiencias en la investigación social en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) junto al experimentado colega Abelardo Morales, con quien compartí por años (y sigo haciéndolo aún) en estos temas.

El Ministerio de Salud de Costa Rica, la Organización Panamericana de la Salud y la Organización Mundial de la Salud (OMS-OPS), el Fondo de Población de Naciones Unidas y la CEPAL fueron algunos entes que nos encargaron la tarea, en aquellos años, de investigar las condiciones y los determinantes existentes en el vínculo entre movilidades y procesos de salud.

Trabajamos aspectos como los ámbitos laborales, sociales, comunitarios , territoriales y culturales, tratando de explicar la existencia de factores incidentes en dicha relación. Lo hicimos con el instrumental teórico y metodológico disponible en aquellos años: investigación documental; fuentes institucionales combinadas con trabajos de campo en los que la observación, la entrevista y el desarrollo de otras técnicas nos daban amplios resultados para traducirlos posteriormente en análisis e información oportuna para la toma de decisiones.

De todos los trabajos realizados he recordado ahora, en estos años pandémicos, uno en especial. Tenía como objetivo escudriñar la situación de salud en las poblaciones móviles y migrantes en zonas de frontera y de asentamiento en Centroamérica y el Caribe.

Desarrollamos estudios de caso y discutimos acerca de una metodología que nos permitiera hacer el enlace entre el abordaje sociológico y el sanitario. Apareció entonces la caja de herramientas de los denominados “sitios centinela”, proveniente de la epidemiología, a la que acudimos con respeto y le hicimos algunos ajustes, los necesarios para que nos permitiera obtener la información sociológica que andábamos buscando en los casos seleccionados.

El sitio centinela es una metodología de recolección de datos para la vigilancia de enfermedades transmisibles. Consiste en el monitoreo y evaluación constantes, de una población determinada y ubicada en un espacio específico. Fue utilizada a finales de los años noventa por primera vez en una campaña para erradicar la viruela, promovida por OPS.

Sobre estas características metodológicas montamos un abordaje específico para detallar la relación entre migración y salud en los casos seleccionados. El diálogo entre disciplinas había fortalecido nuestra intervención investigativa.

En un artículo de reciente publicación («Es el momento de la epidemiología?», La Nación, Lunes 3 de enero de 2022) el colega epidemiólogo de la Universidad Nacional en Costa Rica, Juan José Romero se pregunta, desde una actitud autocrítica y proactiva, sobre los alcances de la disciplina y su rol protagónico durante la gestión pública de la contingencia sanitaria. Se cuestiona sobre su futuro, en una profunda reflexión sobre el presente en el que le ha tocado orientar, desde sus análisis y proyecciones.

En su momento, el artículo menciona lo que para mi es el argumento central de su abordaje: la posibilidad real de que los métodos predictivos que la disciplina promueve obtengan un bajo nivel de certeza toda vez que la variabilidad vendría a estar constituida por el factor humano.

Lo que si es constante, quisiera arriesgar una interpretación libre de la propuesta planteada por Jota (como se le dice con cariño en el ámbito universitario), es el vigor con que la disciplina ha ido ganando terreno y sus diálogos con otras posibilidades analíticas, que ha terminado por consolidarla como un campo de estudio en expansión.

Lo único cierto es la incertidumbre cuando se trata del comportamiento humano. Tan impredecibles, alguna vez acompañadas de temores, resistencias y condicionantes sociopolíticos e ideológicos, las personas somos el único factor de un modelo de análisis en materia epidemiológica, que constituimos certeza de riesgo. Por ello, las otras variables explicativas provendrían del mundo de la sociología, la antropología, la comunicación, (entre otras) que conformarían una estructura sólida para tratar de entender lo que nos ocurre como civilización a esta hora y en este tiempo.

El desarrollo del Coronavirus que no acaba y las nuevas enfermedades a nivel global, plantean el desafío de contar con herramientas cada vez más elaboradas donde una lectura compleja orientará la mirada requerida. Por ello es urgente atravesar puentes, abandonar los estancos disciplinarios y abordar con sentido crítico los problemas que se presenten. En el caso de la epidemiología y su vínculo con otras lecturas metodológicas, llegó para quedarse y las ciencias sociales están prestas para acompañar su camino.

Es necesario trazar estas líneas para entender mejor lo que nos pasa. Contaminarnos, al buen decir del filósofo colombiano Santiago Castro Gómez. Vamos a ello.

Imagen: https://medicina.udd.cl/

¿Incompetencia o complacencia?

Marcos Chinchilla Montes

El 24 de noviembre del 2021 Sudáfrica fue el primer país en reportar la existencia de la cepa ómicron, impresionantemente contagiosa si se la compara con sus antecesoras, aunque en principio menos letal, en lo particular para las personas vacunadas. Una semana después, Países Bajos reportó que esa cepa estaba circulando en su país incluso antes de que Sudáfrica la reportara, tal y como ocurrió en otros países del globo.

En muy pocos días, varios países implementaron políticas públicas para procurar ganar tiempo ante la avalancha que se les avecinaba, léase bien, ganar tiempo.

A lo largo del siguiente mes, por todo el planeta saltaban las alarmas de manera notoria: reintroducción del uso de la mascarilla, crecimiento de casos, aumento en la utilización de servicios hospitalarios, vuelta a la virtualidad educativa, regreso al teletrabajo, miles de vuelos cancelados y millones de personas que se quedaron en tierra, etc.

Y como suele suceder con el gobierno de Carlos Alvarado, el presidente, su Ministro de Salud y la Comisión Nacional de Emergencias tomaron nota de la situación y nos dejaron esperando acciones que se correspondieran con la gravedad planetaria de la situación. Muy por el contrario y ante la feliz baja en contagios, hospitalizaciones y muertes que se habían registrado semanas antes, las medidas que se tomaron alentaban la plena apertura de la actividad económica y turística (diciembre, mes para demostrar el amor con regalos y exacerbado consumo), una reducción sustantiva de las restricciones a la movilidad, y el ya desgastado e ineficiente discurso de protéjase usted aunque el mismo gobierno y el empresariado incentiven lo contrario.

Durante varios días de finales de diciembre el Ministerio de Salud nos tuvo sin reportes epidemiológicos, periodo en el que lamentablemente venían aumentando los casos de contagio de manera sigilosa, hasta alcanzar el día de hoy las 2,981 personas contagiadas. Diversas proyecciones matemáticas auguran que se podrían reportar hasta 15 mil contagios diarios en las semanas venideras.

Por lo pronto, retornaron las lecciones presenciales en primaria y secundaria, se aumentó el aforo al 100% en el transporte público (aumentando la transmisibilidad de la enfermedad), y se anuncia con bombos y platillos la vacunación para la niñez mayor de 5 años de edad a partir de la otra semana (Cuba, la comunista y come chiquitos, y en medio bloqueo económico, para el 10 de diciembre del 2021 tenía vacunadas a 1,631,000 personas entre los dos y 11 años de edad).

No es incompetencia, sino la plena complacencia del gobierno con el empresariado, particularmente el del turismo y del sector de bares y restaurantes. A esta altura el gobierno reconoce el problema que se le avecina al país con la expansión de la cepa ómicron, y anuncia medidas para la próxima semana, si, siete semanas después de que Sudáfrica alertara sobre la nueva variante.

Si esto fuera un tsunami como el del 2004 en el Indico, el gobierno de Carlos Alvarado nos pediría que nos quedáramos en la playa degustando -eso si en burbujas familiares o de trabajo- un granizado y un ceviche, y antes de que llegara la ola mortal nos lanzaría un salvavidas de patito.

DE MAL EN PEOR

Oscar Madrigal

En estas fiestas de fin de año no seguí el consejo de la película “No mirar arriba” cuando dice que hay que dejar de leer y ver “noticias de mierda” (el lenguaje es de la película).

El diario La Nación publica en esos días dos artículos (iba a escribir informaciones, pero luego me arrepentí porque podría ser un atrevimiento). La primera es acerca de un estudio que realiza el economista Andrés Fernández, del grupo la Academia sobre la desigualdad en Costa Rica y el segundo una respuesta de la Caja al ministro de Hacienda. Ambos llaman la atención.

Sobre la desigualdad se recuerda que, según datos del Banco Mundial de 99 naciones, Costa Rica está entre los primeros 10 más desiguales y ocupa el primer lugar en desigualdad de ingresos de los países de la OCDE. No son informaciones que nos enorgullezca como país; es una vergüenza que señala el fracaso del modelo neoliberal.

El estudio del señor Fernández se reduce a estudiar la desigualdad únicamente entre los salarios de los trabajadores y concluye que la pandemia ha aumentado esa desigualdad, o sea, hizo más amplia la brecha salarial entre trabajadores. Pero lo interesante, dice el investigador, es que no fue porque los que ganaban más se hicieron más ricos y los que reciben salarios más bajos más pobres, sino que TODOS los trabajadores recibieron MENOS SALARIOS medios, sea todos se empobrecieron un poco; es decir, todos perdieron, solo que los más pobres perdieron más.

El estudio concluye, como era de esperar, que se debe reducir más los salarios de los empleados públicos, aprobar la ley de empleo público y reducir las cargas sociales. Por supuesto, no habla de un fuerte aumento salarial para todos los trabajadores y con mayor monto para los trabajadores más pobres, sino que la receta es nivelar para abajo, empobrecer más a las capas medias y con ello aumentar, de manera general, la desigualdad social. La medicina que sugieren es peor que la enfermedad porque las cargas sociales proponen quitarlas a los empresarios y fijar un impuesto general sobre toda la población, especialmente -con toda probabilidad- sobre los trabajadores. 

El ingreso por el trabajo, los salarios, son solo una parte de todo el problema de la desigualdad social que aqueja a nuestra sociedad de manera crítica. Pero como se observa, también en el campo salarial estamos retrocediendo en cuanto a disminuir la brecha. Si esta tendencia la ubicamos con relación a TODOS los ingresos (salarios, beneficios, ganancias de capital, renta, etc.), se llega a la conclusión de que el país camina a ser un país cada vez más desigualdad de que ya es y no hacia su reducción o acortamiento.

La lucha contra la desigualdad es muy diversa porque abarca desde la reforma de un sistema tributario regresivo, cerrar portillos legales a la evasión y elusión, reducir el papel monopólico de nuestra economía, eliminar subvenciones ocultas y exenciones odiosas, aumentar salarios y apoyar fuertemente a los sectores más desposeídos. Como se ve hay que tocar algunos puntales del actual régimen para redistribuir la riqueza. Y eso requiere voluntad política y decisión, difícil de encontrar en esta campaña electoral.

La otra noticia recoge la respuesta de la Caja al ministro de Hacienda, quien tiene una campaña para desmantelarla aduciendo cifras equivocadas. De la información se desprende que durante esta administración Alvarado, el Gobierno de lo que ha presupuestado como trasferencias corrientes a la Caja, solo ha cumplido con el 50%, es decir que la deuda del Gobierno con la Caja aumenta cada año en ¢250.000 millones. El menos indicado para criticar las finanzas de la Caja es Villegas porque no honra sus compromisos. Primero páguele a la Caja y después critíquela.

Pero La Nación como está en lo suyo, en no descansar ni en las fiestas de fin y principio de año en atacar a los empleados públicos titula: “Gobierno gasta más en pensiones de funcionarios públicos que en IVM…”, ignorando que esas pensiones salen del presupuesto nacional porque no crearon el fondo de pensiones que correspondía y como si los funcionarios públicos fueren los responsables de los impagos del Gobierno. La Caja simplemente le contesta a Villegas que el gobierno paga ¢900.000 millones en pensiones, pero ¢2,2 billones en intereses de la deuda.

Efectivamente dos noticias realmente de mierda: crece la desigualdad de los trabajadores porque todos se han hecho más pobres durante la pandemia y el Gobierno se escuda en los empleados públicos para no pagarle a la Caja.

Entre coronavirus y cometas: el declive de la inteligencia

Marcos Chinchilla Montes

En “No miren arriba” (Don´t look up), protagonizada entre otras por Jennifer Lawrence, Leonardo DiCaprio y Meryl Streep, la humanidad se enfrenta al desafío de un enorme cometa que impactará contra el planeta Tierra, los denominados eventos de extinción.

Es una película que se distancia de otras producciones apocalípticas que pululan en el cine comercial hollywoodense, y viene a tender puentes con la actualidad política, económica y cultural que vive nuestra sociedad en torno a la pandemia generada por el SARS-Cov-2.

En primer lugar, la película permite destacar el abismo que se presenta entre tecnócratas, ciudadanía y ciencia, negando y hasta retrasando reconocer el riesgo que un cometa tiene para la existencia del planeta (situación de la que tenemos conocimiento con el impacto Chicxulub de hace poco más de 60 millones de años).

Sin bien en los medios de comunicación y en las redes sociales ha existido amplia información sobre el SARS-Cov-2, existe también un correlato desinformativo que lamentablemente ha generado y reforzado un negacionismo del más variado cuño: desde que el virus no existe, que las vacunas generan control vía chips, asociar vacunas y tecnología 5G, y el absurdo etc. que van ampliando a diario.

El posmodernismo no solo cuestiona abiertamente el conocimiento científico, sino que también ha instalado política y culturalmente prácticas donde se vale de todo, desde rezarle al virus para que desaparezca, enseñar en algunos centros educativos que la evolución no existe, o hasta esperar tres días para que un pastor fundamentalista resucitara de su muerte -cosa que nunca ocurrió.

El entramado político y económico que presenta la película si bien en algunos momentos parece un tanto caricaturesco, lo cierto es que refleja muy bien cómo piensan y actúan las élites políticas y económicas. No se le puede informar a las masas sobre el riesgo que implica el cometa por los efectos políticos que tiene para el gobierno de turno; y cuando se informa, se lo hace procurando obtener réditos políticos.
En materia económica, cuando finalmente se actúa contra el impacto del cometa, se lo hace en términos mercantiles: una élite empresarial que busca apropiarse de los caros y estratégicos minerales raros que se encuentran en el cometa.

El paralelismo que se establece con la situación de pandemia que vivimos en la actualidad es indiscutible: compañías farmacéuticas que hacen clavos de oro con las vacunas; transnacionales y empresas que se hicieron aún más ricas en estos dos años; empresarios, gobiernos, presidentes y ministerios de salud que antepusieron los intereses económicos en contraposición al derecho a la vida y la salud. El empresariado neoliberal de Lombardía es un buen reflejo de ello, el del alcalde de Texas que estaba dispuesto a morir por la economía, Piñera que se negaba a las restricciones, Bolsonaro con su gripecita, Duque que le pedía comprensión y solidaridad a los más pobres, Macrón que descubrió la importancia del Estado interventor, Trump recomendando ingerir cloro, un fugas ministro de Hacienda que también recomendaba solidaridad entre personas desempleadas o la solicitud reciente de las aerolíneas para rebajar la cantidad de días de incapacidad para las personas de sus tripulaciones que dieran positivo al contagio. Dos años después, la mayor parte de la población del planeta sigue sin un sistema de salario universal que le garantice poder enfrentar la pandemia con dignidad y calidad de vida.

“No miren arriba” también nos confronta con la simpleza, manipulación y chabacanería de los medios de comunicación y las redes sociales que tienen la virtud no solo de disociarnos de la realidad social, sino también de normalizar sus contradicciones y sembrarnos el individualismo en su máxima expresión. Se acerca un cometa, el riesgo de extinción está a la vuelta de seis meses, pero importa más la situación afectiva de dos estrellas de la farándula que se intercambian sus peluches, y que es seguida por millones de personas para quienes el cometa no existe pues solo se vive el hoy mediático.

Mejor no mirar hacia arriba, o hacia ningún lado, es mejor vivir en la más absoluta ignorancia y decadencia; el virus ya se acabó -aunque ómicron nos diga lo contrario, que la economía funcione a toda marcha, que las mascarillas se entierren para siempre.

Mejor no mirar hacia ningún lado, no usemos nuestra inteligencia; y para eso nos brindan el mejor soma, adosado con reality shows, influencers, fútbol, toros, redes sociales, socilités con el alma partida y la cuenta bancaria llena. A fin de cuentas, solo llevamos poco más de 5 millones de muertes, y muchas personas dirán con algo de algarabía, que dichosamente no están entre ellas.

El 2021 desde Kioscos Socioambientales y el grupo SACO

José Antonio Mora, Coordinador Kioscos Socioambientales
José Andrés Zúñiga, Asistente de Coordinación

“Aunque la pandemia encerró a la gente, restringió y cerró locales, los extractivismos no se detuvieron, todo lo contrario, se intensificaron” comentó una compañera docente, durante el último análisis de coyuntura en materia socioambiental, del Programa Kioscos Socioambientales. Y es que, como bien quedó claro durante este análisis, la conflictividad socioambiental no se vio interrumpida por el coronavirus, o por las medidas para contener el riesgo de contagio, ya que el modelo económico se reajusta y se mantiene en continuo proceso de acumulación.

“Diay, ahora estamos con estas medidas sanitarias, pero las piñeras siguieron contaminando el ambiente y maltratando a los trabajadores, y hasta han sido un foco de contagio” comentó uno de los compañeros del grupo SACO, a través de una llamada telefónica, como una de las tantas formas de dar seguimiento comunitario desde la virtualidad. Lo cierto es que, más allá de imaginar que la pandemia implicó una suerte de “pausa” sobre la agenda ambiental, desde Kioscos ha quedado claro que el extractivismo de los bienes comunes, la violencia en los territorios indígenas y los conflictos socioambientales en general, han permanecido. Como bien se mencionó en la sesión de análisis, hay que tomar en cuenta que los extractivismos y la economía verde son ejes vertebrales de la dinámica político-económica de Costa Rica, creando así una nueva narrativa que sostiene la privatización.

Otra compañera del grupo SACO ha dicho que “cuando empezamos esto, era cada quien, con sus luchas, y si hacemos un análisis vemos que lo que está saliendo ahora a nivel del país, el caso Cochinilla, Meco y H Solís, eran las empresas con las que nosotros estábamos teniendo diferencias, nosotros las comunidades, no es que nos oponemos por oponernos, sino que teníamos ese espíritu de saber que las cosas no estaban bien”. De hecho, uno de los puntos más importantes del análisis de coyuntura de este 2021, ha sido los casos de corrupción (Cochinilla, Diamante y Azteca), relacionados con proyectos de infraestructura y por tanto con extractivismo de bienes comunes.

Un elemento de suma importancia que ha salido del análisis de coyuntura tiene que ver con la continuidad de las agresiones dentro de las recuperaciones indígenas de la zona sur. La impunidad, la urgencia de atender la salud física y mental de las mujeres indígenas, la no ratificación del Acuerdo de Escazú, la continuidad de los incendios provocados por no indígenas, y en general, el racismo institucionalizado contra los pueblos originarios, son varios de los aspectos analizados por Kioscos en esta última sesión.

El realizar este tipo de análisis, proviene de la necesidad del programa en posicionarse ético-políticamente, pero, además funciona para identificar nodos y agenda de trabajo para el próximo 2022. Por ejemplo, una de las conclusiones es que, a pesar de esta condición tan excepcional, como ha sido la pandemia, es realmente urgente regresar a la presencialidad y poder estar cuerpo a cuerpo con las personas de comunidades.

Justo la semana pasada, el grupo SACO emitió un comunicado donde pronunciaron su sentir frente a la declaratoria de la UCR para las Comunidades. El grupo manifestó su preocupación, en caso de que se mantenga la acción social de forma virtualizada, así como el gran interés en regresar a las actividades de tipo presencial, como son los talleres, encuentros, mapeos, festivales y otros, que tanto han servido para que las comunidades se sigan articulando y trabajando en conjunto. En ese sentido, el grupo SACO recordó a la Universidad, que la Acción Social se compone de ese vínculo Universidad-Sociedad, y que esperan que, al ser el año de las universidades para las comunidades, sea esta la que se vea mayormente fortalecida, y que, tanto proyectos como programas, puedan potenciar su trabajo el próximo año. En el comunicado mencionan “nos hace falta vernos, seguir trabajando en conjunto. Nos preocupan los recortes a las universidades públicas, porque las universidades no son solo los profesores y estudiantes, también somos todas las personas que trabajamos y participamos de proyectos de investigación y de acción social”. Suscribimos las palabras del grupo SACO y despedimos este 2021 con el interés en poder dar continuidad el próximo año, a los elementos que han salido de nuestro último análisis de coyuntura, pero esperando que este trabajo, se realice en conjunto con las comunidades con las cuales nos vinculamos.

CCSS: Grandes logros en medicina pública pero con un futuro financiero incierto

Luis Fernando Astorga Gatjens

Cuando un reputado investigador y especialista, como el Dr. Atul Gawande elogia los logros de Costa Rica en el campo de la salud pública, algo hemos hecho muy bien a lo largo de varios decenios. Pero tenemos que seguir haciéndolo para evitar que los avances que son motivo de orgullo, se conviertan en sombríos retrocesos.

El Dr. Gawande, profesor en la Facultad de Medicina y de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard, escribió un artículo en el que destaca que Costa Rica ha priorizado la salud pública, con lo que ha alcanzado una expectativa de vida dos años superior a la de Estados Unidos (casi 81 versus 79), con un ingreso per cápita seis veces menor que el estadounidense. «Y no solo superó la esperanza de vida de Estados Unidos, sino que consiguió la más alta en América del Sur y América del Norte, con excepción de Canadá», subrayó el Profesor Gawande en su análisis.

Esto lo consignó recientemente, BBC Mundo a través de un amplio reportaje en el que se resalta que el especialista estadounidense realizó una laboriosa investigación de seis meses sobre nuestro sistema de salud pública y a partir de un “viaje profundo”, que realizó al país en abril anterior. El investigador valora en forma significativa lo que ha hecho el país, a tal punto que estima que es un modelo referencial y aplicable en otros países, incluido Estados Unidos.

No obstante los logros que exalta el investigador estadounidense en un sistema en que se ha priorizado la medicina pública frente a la atención privada y donde antes que la atención de las personas en hospitales y clínicas, se desarrollan estrategias de promoción de la salud y prevención, las amenazas se han venido acumulando. En estas circunstancias, el sabor agridulce es inevitable.

Los logros que destaca el Profesor Gawande se empezaron a esculpir hace ochenta años cuando el Gobierno del Dr. Rafael Calderón Guardia impulsó la creación de la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS), dando un paso decisivo en el desarrollo del Estado Social de Derecho, que ha singularizado la forja de la nación costarricense.

Todos quienes habitamos Costa Rica le debemos mucho a la Caja, por los múltiples servicios prestados en el desarrollo general del país y no sólo en el campo de la salud y la seguridad social. Sin embargo, los que han acogido la doctrina neo-liberal como su credo, ahí donde la salud emerge como un derecho fundamental, ellos lo que han visto es un jugoso negocio. Con la consigna avasalladora “más mercado- menos Estado”, estos adalides del individualismo a ultranza, han querido privatizar muchos de los servicios que presta la CCSS y han avanzado en sus despropósitos y anhelos.

Algunos desde adentro (como topos) han venido afectando el desarrollo de la institución. Son aquellos que han debilitado las finanzas de la Caja, creando una cara y frondosa élite burocrática mientras la oferta de especialistas en distintas áreas es limitada y, con ello, se alargan las esperas de atención así como de algunas cirugías. No pocas familias con limitados recursos han sido empujados a utilizar los servicios de la medicina privada, desesperados ante tan prolongadas (y evitables) lista de espera. Este tópico ha sido motivo de tensión social y de cuestionamientos a la eficiencia y eficacia de la ochentera entidad.

Los detractores del Estado Social de Derecho y de la medicina pública han movido distintos hilos para convertir al robusto árbol de la CCCS en un debilitado bonsai. Si su desmedido afán privatizador hubiese ganado completamente la partida, en el 2020 y en el presente 2021, el país hubiera estado mal preparado para atender la desafiante pandemia de la Covid-19. Porque una pandemia de este demoledor alcance para afrontarla exitosamente, ha requerido del esfuerzo solidario de la medicina social. Todo indica que el mundo y el país, desde luego, habrá de afrontar en el futuro otras pandemias. Por ello, la apuesta certera e inevitable para el país debe ser el fortalecimiento de la Caja.

Como lo expresa el Informe de la Comisión Legislativa que investigó las –preocupantes—finanzas de la Caja: “No cabe duda de que las acciones llevadas a cabo por la CCSS … para universalizar la protección (cobertura horizontal) como para mejorar la cantidad y calidad de las prestaciones (cobertura vertical), explican en buena medida el éxito alcanzado por nuestro sistema público de salud. Empero, de cara al futuro, su sostenibilidad financiera se encuentra seriamente amenazada.”

De acuerdo con las proyecciones actuariales –que se fijen en el citado informe—, el Seguro de Salud será solvente hasta el año 2026 o a lo sumo hasta el 2031. Mientras tanto el Seguro de Invalidez, Vejez y Muerte, tendrá solvencia hasta el año 2037 con lo que, “a partir de 2038, este seguro no podrá hacer frente al pago de las pensiones en sus diferentes acepciones.” Esta sombría situación financiera se ve significativamente agravada como consecuencia de la exorbitante deuda acumulada por el Estado, que supera ya los 5,9 billones de colones.

Es dentro de un contexto de grave incertidumbre y preocupación que corresponde colocar el manejo y administración de las finanzas institucionales, realizado por 18 exjerarcas de la CCSS (algunos integrantes del Consejo Financiero y de Control Presupuestario) que fueron acusados en marzo de 2019, por tres presuntos delitos de fraude financiero, a saber: i) Influencia contra la Hacienda Pública, ii) Administración Fraudulenta y iii) Fraude de Ley; tal y como consigna el citado informe legislativo. De acuerdo a la Fiscalía de Probidad, Transparencia y Anticorrupción del Primer Circuito Judicial de San José, estas transgresiones habrían acontecido en el lapso 2006 y 2014, “cuando por medio de aparentes documentos falsos, se aprobaron cuantiosos incrementos en el beneficio de cesantía, salarios y plazas; mismos que al resultar impagables para el Régimen de Salud, habrían sido financiados parcialmente mediante subsidios ilegales del Seguro de Invalidez, Vejez y Muerte”, así expresado también por el informe legislativo.

El valioso estudio del Profesor Gawande retrata la historia de éxito de la Caja y del modelo de salud pública costarricense. El que se nos valore con admiración desde fuera (bien cada vez más escaso), debe ser motivo de orgullo nacional. Pero algo de mayor valor, en el presente, es convertir este elogio de lo que ha sido la Caja en acicate para su defensa y el fortalecimiento de sus finanzas de cara al futuro. Bien vale la pena esta justa y necesaria causa.

Comunicado del grupo Saberes Comunitarios ante declaratoria de 2022 como UCR Para las Comunidades

COMUNICADO DEL GRUPO SABERES COMUNITARIOS

4 de diciembre del 2021

Desde el grupo Saberes Comunitarios (de ahora en adelante SACO), conformado por representantes de Longo Mai y Volcán de la zona sur, Paraíso de Sixaola y territorio bribri de Talamanca, Los Almendros de Siquirres, Guacimal de Puntarenas y Guatuso de la zona norte, queremos manifestar nuestro sentir, ante este año 2022, en que la Universidad de Costa Rica lo ha declarado como año de la UCR para las comunidades.

Con esta pandemia, las comunidades rurales, costeras, campesinas e indígenas, hemos vivido de forma muy cruda los efectos de la crisis, y aunque en cada comunidad ha sido muy diferente, hay muchas cosas en común que hemos percibido: el desempleo, los pocos apoyos del Estado, la incertidumbre, el alza en los precios de absolutamente todo, la inflación, etc. Las comunidades y los territorios hemos vivido en carne propia el aumento de la pobreza, mientras vemos que hay otras personas, pertenecientes a los grupos de poder, a las que les exoneran los impuestos, y más bien han aprovechado la pandemia para acumular riqueza.

La primera línea de combate de esta pandemia no solo la forman las personas funcionarias de la CCSS, también la formamos las personas de los pueblos, de los territorios indígenas, de los asentamientos campesinos, de las comunidades costeras y rurales. Desde SACO hemos continuado trabajando la tierra, cuidando los bosques, protegiendo nuestros ríos, sembrando, manteniendo nuestras semillas y velando por la vida de nuestras familias.

Nos ha hecho mucha falta participar de actividades de forma presencial con la Universidad a través de la Acción Social, y en el caso de nuestro, con Kioscos Socioambientales, con quienes hemos trabajado en distintos proyectos desde hace muchos años, y luego a través de nuestro grupo SACO. Nos hace falta vernos, seguir trabajando en conjunto. Nos preocupan los recortes a las universidades públicas, porque las universidades no son solo los profesores y estudiantes, también somos todas las personas que trabajamos y participamos de proyectos de investigación y de acción social.

SACO es de suma importancia para nosotras y nosotros, y por eso mismo, esperamos que este año 2022, el año de las Universidades para las Comunidades, la Universidad de Costa Rica mantenga su compromiso de trabajar con las personas de los territorios, y seguirnos apoyando mutuamente en el conocimiento y las prácticas que realmente necesitamos.

La décimo tercera variante del SARS-Cov-2

Por Freddy Pacheco León

La décimo tercera variante del SARS-Cov-2 (la ÓMICRON) detectada en Suráfrica, con su ARNm caracterizado por muchas mutaciones, está golpeando el planeta. Se desconoce cuán contagiosa es y qué puede resultar a partir de ese ARNm tan modificado, por lo que es grande la incertidumbre e inmensa la preocupación, pues en medio de una cuarta ola que afecta a algunas naciones europeas, la VARIANTE ÓMICRON nos viene a recordar que hay que tener prudencia y no dejarse llevar por la peligrosa percepción de que la pandemia ya se está despidiendo, cuando no es así.

Como los que toman decisiones macroeconómicas a nivel mundial vislumbran un regreso a la paralización de la economía, las bolsas de valores lo están resintiendo severamente, con pérdidas sin control. Y por supuesto, Costa Rica está igualmente en peligro pues, como sucede en Alemania, Austria, Rusia (por ahora), aunque tenemos más del 60% de la población con las dos dosis de vacuna, la experiencia en por lo menos los países citados, es de que les cayó una nueva ola de contagios, ¡como efectivamente podría suceder en nuestro país!

De darse esta situación, es esperable que traería consigo más pobreza, mayor desempleo, desilusión y hambre.