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Etiqueta: patriotismo

Le extrañamos. Fue un gran patriota, un ejemplar presidente

Freddy Pacheco León

Lo recordamos a 15 años de su muerte.

Conforme se fue comprendiendo la decisiva defensa de la soberanía nacional que ejerciera don Rodrigo Carazo frente al Fondo Monetario Internacional, el gobierno de Reagan y los inescrupulosos banqueros internacionales, fue creciendo la admiración por el expresidente.

Su patriotismo fue ejemplar y su dignidad jamás fue cuestionada. Se le reconoció el mérito de ser el mejor expresidente, el más respetado, el más admirado, el más consecuente.

La ovación de muchos minutos que recibiera en un Teatro Nacional que se hiciera pequeño, para acompañarlo a recibir el Doctorado Honoris Causa otorgado por la Universidad Nacional, fue cual desagravio del pueblo que le admiró y le sigue extrañando.

En ese momento, no se trató de partidarios de algún partido político de la »gradería de sol», sino el del pueblo informado y consecuente que sabe diferenciar, lo que es un presidente populista y demagogo, de un estadista con alma patriótica.

Hoy, al vivir el cogobierno Chaves-Cisneros, irrespetuoso de la institucionalidad democrática, y del digno pueblo que trabaja por Costa Rica, más que nunca estamos urgidos de su ejemplo.

Imagen: UCR

La Persona del Banderín

Dr. Óscar Aguilar Bulgarelli

Recuerdo cuando a principios de los años 70 Don Rodrigo Carazo, con el apoyo de jóvenes profesionales, intelectuales y estudiantes, pequeños empresarios y campesinos, organizaba el Partido Renovación Democrática. Nos decía entonces, que en una sociedad con un vacío de poder o sin una oposición organizada frente a los desmanes de los gobernantes, era igual que estar en las plazas de Disney Word, donde uno ve a un conjunto de personas que por un lado comen un helado, un hotdog o simplemente están sentados o de pie, a la espera de algo.

De pronto aparece una persona con un banderín en alto y muchos corren a seguirlo; así una sociedad con ese vacío de poder también espera que surja la persona elevando el banderín.

En Costa Rica, desde hace varios años hemos caído, poco a poco, en ese vacío; pero nunca como en el 2022. Nada menos que 25 mini partidos aspiraban con sus candidatos a sustituir al peor presidente que habíamos tenido… hasta ese momento. Unos con candidatos gastados, otros desconocidos y la mayoría sin verdaderos planteamientos políticos, pretendían el banderín.

Así un grupo minoritario, haciendo caso a voces engañosas que llamaban a seguir a un personaje desconocido al que parecía le entregaban el banderín, lo convirtieron en el presidente de este terruño. Sus seguidores, en alto porcentaje, todavía lo siguen sin tomar conciencia de que, aquella persona, más que un banderín lo que tenía y soplaba era la flauta mágica del famoso cuento, y lo siguieron y muchos lo siguen embelesados por el camino hacia el abismo en que destruirán la democracia que nos queda.

En el 2022 los costarricenses se equivocaron, unos siguieron al flautista, pero la mayoría siguen esperando que aparezca una persona, un líder, un movimiento ciudadano con credibilidad, que recoja los banderines que hoy están tirados por todas partes y que, con él, con seriedad y patriotismo, se reconstruya nuestra democracia.

No es un asunto de ideologías, intereses o egoísmos, hoy no se vale enarbolar diferencias y ambiciones personales o partidarias para dividir, lo único válido es convertirse en la persona que enarbole no el banderín del partido, sino el Pabellón de la Patria ante el vacío de poder de una oposición casi inexistente y un gobierno cuyo principal objetivo es convertir nuestra democracia en la autocracia chavista a través del populismo, la posverdad y lo más grave: la creación de odios entre los costarricenses.

¿Cómo enfrentar con patriotismo el reto del narcotráfico?

Por Miguel Sobrado

El narcotráfico se está convirtiendo en una amenaza muy seria para nuestro país. Avanza a pasos agigantados y se posiciona en los Estados de la región. Internamente toma posiciones con holgura en las comunidades, regiones, poderes locales y sectores económicos porque, además de disponer de un gran poder económico, encuentra condiciones favorables entre los excluidos, la falta de oportunidades para los jóvenes, especialmente en las zonas costeras y fronterizas, así como en la corrupción y debilidad de la organización institucional, que le permite enraizar y florecer. El terror que impone la acción de los gatilleros en la toma de territorios define un nuevo orden social en las comunidades frente a la ineficacia y lentitud institucional.

Hacer frente a este inédito reto demanda una transformación e integración de la política pública. Se requiere, por una parte, en lo inmediato, elevar la calidad y capacidad represiva y, por otra, pero no menos importante ni urgente es desarrollar la capacidad preventiva.

Estas dos acciones requieren coordinación y un clima de consenso institucional donde la corrupción sea severamente reprimida, ya que de otra forma sería como arrojar agua en un canasto.

La acción represiva, además de incorporar modernos equipos y elevar el entrenamiento de las policías, debe ser de gran calidad, basada, no tanto en su número, sino sobre todo en un servicio de inteligencia que involucre a las comunidades organizadas. No se trata de transformar a los miembros de las comunidades en policías, para lo cual no están preparados, sino en informantes calificados que orienten el quehacer del aparato represivo. Es preciso poner a operar la seguridad comunitaria con un nuevo nivel de calidad. El involucramiento y capacitación organizacional de las comunidades es estratégico en esta lucha, sin él la guerra estará perdida.

Por otra parte, no menos importante, sin políticas de prevención que abran oportunidades promisorias a los excluidos y a los jóvenes, que compita con la oferta de los narcos. La mejor política de represión, sin prevención solo llenará cada vez más las cárceles, sin ponerle fin a la penetración y el peligro creciente del poder narco.

La prevención para que sea efectiva debe incluir, aunque sea en el mediano plazo, una reforma al sistema educativo que lo actualice, empezando por los docentes, a la época en que vivimos con sus cambios científicos y tecnológicos. Dándole, por una parte, contenidos que inserten y motiven a los jóvenes en el manejo de sus realidades y, por otra, en formas educativas estimulantes.

Este es un proceso que debe asentarse en las mejores prácticas desarrolladas por educadores nacionales, que existen y por otra en la hibridación con las mejores experiencias internacionales, enviando destacamentos de jóvenes maestros a países de avanzada en el campo educativo como Finlandia o China, como lo hicimos en su oportunidad en el siglo XX.

Paralelamente, debe iniciarse un proceso de autocapacitación que actualice a más de la mitad de la Población Económicamente Activa (PEA), que tiene menos que bachillerato con problemas de desempleo, con el objetivo de obtener ingresos adecuados para las necesidades familiares.

Hacer esta tarea requiere de visión, que deje de lado el considerar a los excluidos como “perdedores” y adecuarse a una articulación del Estado que incluya una política social proactiva basada en la organización de la gente. 

En otras palabras, necesitamos un Estado de reconstrucción nacional que lidere el cambio en la región como lo hicimos en 1856.

UCR, Voz experta: El civismo debe trascender a la acción, a las obras que sensibilicen con los valores de la identidad colectiva

Prof. Juan Antonio Arroyo Valenciano. Escuela de Adm. Educativa, Facultad de Educación Universidad de Costa Rica

El pensamiento educativo moderno en su construcción histórica es producto de los aportes y planteamientos expresados en diferentes épocas y contextos por disímiles y connotados pensadores. Al respecto, los aportes de Locke (1632) y Rousseau (1712) no solo permiten comprobar tal afirmación, sino también resaltar el gran conocimiento que ambos poseían acerca de la relevancia de la educación para el Estado y la sociedad. Sus ideas permiten establecer la hipótesis de que es a través de los sistemas de educación pública que los seres humanos mutan del homo naturalis al homo civili, contribuyendo así a transformar a los seres humanos para una vida ciudadana, en donde las normas son establecidas por la voluntad general de todos los que conformar esa comunidad.

La educación debe lograr que cada persona se integre a la sociedad, pero ante todo que pueda llegar a sentir que es parte de ella. Por ende, surge el civismo o la educación cívica, como una asignatura orientada a ordenar y armonizar, a partir de un determinado corpus de conocimientos, valores, costumbres y comportamientos esenciales, las relaciones de convivencia entre todas las personas de un grupo social, con la finalidad de consolidar así una sola identidad colectiva.

Por consiguiente, y en consonancia con su acepción etimológica, el civismo prepara para que cada persona adhiera a su identidad, la actitud conforme a su deber como persona ciudadana, haciendo de la rectitud cívica una cualidad fundamental del ciudadano. La ley Fundamental de Educación de Costa Rica (1957) en concordancia con lo señalado, establece entre sus fines para los miembros de la sociedad costarricense: “la formación de ciudadanos amantes de su Patria, conscientes de sus deberes, de sus derechos y de sus libertades fundamentales, con profundo sentido de responsabilidad y de respeto a la dignidad humana”.

Sin embargo, formar ciudadanos no es un acto sencillo que pueda simplemente ser atribuido per se a la inclusión de una asignatura en el curriculum educativo, por ejemplo, a la educación cívica, máxime si esta tiene una orientación informativa, enfatiza en la exposición teórica acrítica y neutral, utiliza un lenguaje abstracto que la aísla de la práctica y del contexto social y político. Además, cuya praxis, bajo la misma orientación queda limitada a la organización de una semblanza o al desarrollo de un rito, que conmemora un determinado hecho histórico (Batalla de Santa Rosa, Día de la Independencia, entre otros). Es decir, la comunidad social supone estar promoviendo la identidad colectiva y la promoción de valores ciudadanos, al celebrar las actividades cívicas, pero esto es más un acto de asistencia que de participación activa.

«La educación cívica debe motivar a la persona ciudadana a ser protagonista responsable y crítica ante los problemas de la sociedad, motovarla a proponer soluciones asertivas que consoliden un entorno de convivencia cada vez más solidario y digno para cada uno y una de sus conciudadanos».

Este tipo de praxis fortalece la imagen y el modelo de una persona que de palabra se profesa persona ciudadana, pero en la práctica el fervor cívico no se manifiesta, ni da testimonio. Dado que prefiere esconder sus emociones y sentimientos, mantenerse al margen y aislarse, evitando el compromiso que le demandan por su deber ciudadano una participación activa, consciente y crítica, sea esta para elegir a sus gobernantes o atender la seguridad social de su comunidad.

Formar a la ciudadanía en valores cívicos, implica un trabajo en conjunto entre diferentes actores: familia, escuela y sociedad. Es un proceso que inicia desde la niñez y se va perfeccionando a través de los años. De acuerdo con lo anterior, el civismo debe trascender a la acción, a las obras que lo sensibilicen con los valores de la identidad colectiva. En otras palabras, debe motivar a la persona ciudadana a ser protagonista responsable y crítica ante los problemas de la sociedad; proponiendo soluciones asertivas, generando de toda acción una oportunidad para aliar el interés particular al bien general, de tal modo, consolidar un entorno de convivencia cada vez más solidario y digno para cada uno y una de sus conciudadanos y para el correcto funcionamiento de la sociedad.

 

Juan Antonio Arroyo Valenciano
Profesor Escuela de Administración Educativa Facultad de Educación UCR

El fuego de la Patria nos invita a ser luz

Corina Rodríguez López. Imagen: INAMU

Lic. Javier Francisco Cambronero Arguedas

Al tenor de la celebración del CC1 aniversario de la Independencia de Costa Rica, las autoridades nacionales nos han propuesto conmemorar, con nuestra mente puesta en la frase: El fuego de la Patria nos invita a ser luz.

¡Y qué mejor oportunidad reviste la ocasión para rememorar a una gran educadora ramonense, de esas que destacan para bien en la historia costarricense; que penosamente el olvido y la indiferencia de varias generaciones de intelectuales, académicos, educadores y políticos han mantenido en el ostracismo patrio! Ostracismo patrio donde con gran ingratitud, para conveniencia de algunos pocos, hemos enviado a algunos costarricenses a una especie de limbo o purgatorio. Me refiero a la gran e ilustre educadora ramonense Corina Rodríguez López, cuyo momento de reivindicación histórica ha llegado. Tan insigne y señera ha sido su figura, que merece estar al lado de Carmen Lyra, Emma Gamboa y otras egregias figuras patrias de la educación y de las letras. Al lado de Carmen Lyra por su sensibilidad social, capacidad de lucha, de denuncia, de propuesta y ser flamante llama de luz eterna, que ilumina, guía y orienta; que no consume nunca su propia energía. Y al lado de Emma Gamboa por su ternura, amor a la educación, amor a los niños, a las letras y a la naturaleza.

Corina Rodríguez participó en el desfile del 15 de setiembre de 1922 –hace 100 años- ante el Monumento Nacional, en el Parque Nacional, y de ello nos deja constancia de lo que vivió y sintió en aquel entonces. En una Costa Rica rural, agrícola, de pocos núcleos urbanos, donde campeaba muchas veces la injusticia social, a pesar del sudoroso esfuerzo de miles de costarricense que con su trabajo tenaz desde siempre, tratan de sacar avante a su familia y obtener el pan con dignidad. Para ella –Corina- “decir niño es sinónimo de ternura, esperanza y amor”. Pues su alma se compungía al mirar infantes desnutridos, en muchos lugares del país; sí, maltratados y olvidados por sus progenitores, como si estas pobres e indefensas criaturas fueran las culpables de penas y angustias de hombres y mujeres insensatos. Para estos últimos, los niños son un obstáculo, un tropiezo, un estorbo.

Desde esas décadas, años veinte y treinta; en nuestra patria, empiezan a incubarse las grandes trasformaciones que nos harían un país diferente; la preocupación por la niñez, sobre todo la niñez desvalida y desamparada, fue una constante en esta valerosa mujer, que a pesar de sufrir persecuciones, humillaciones  e incomprensión, siempre se mantuvo altiva luchando por la creación de lugares para niños abandonados, que tuvieran atención médica oportuna, y de esa manera robárselos a la muerte, producto de parásitos y enfermedades contagiosas; y fue además beligerante luchadora contra el alcoholismo que desde ese entonces como hoy en día, carcome a la sociedad costarricense. Sabía que esos niños requerían ternura, techo, un pedazo de pan, abrigo y escuela para ser felices. Ya hace 100 años nos hablaba de la insana presencia de niños en tabernas y arrastrados injustamente a la cárcel; muchos de ellos harapientos vendedores de periódicos, limpiabotas y otros menesteres en nuestras pocas ciudades y ambos puertos existentes.    

Desde que poseo memoria siempre he escuchado en diversos discursos de autoridades y políticos, que “los niños son el futuro de la patria”. ¿Pero qué es lo que verdaderamente debemos entender como patria y niñez y no caer en vanos eufemismos? Doña Corina nos lo muestra con gran claridad desde hace 100 años.

Hoy por hoy, hay en el país 960 mil niños (0-12); son poco más del 18% de la población. De esa cantidad el 41% son pobres. Miles de niños y de niñas que nacen en uno de los 10 países más desiguales del mundo. ¡Esto a todos debería de preocuparnos!

Ante el dolor y sufrimiento de miles de niños costarricenses, no hay adulto alguno que escape a su responsabilidad de no contribuir a hacer del país un lugar más seguro, bonito multicolor y alegre para ellos. Así como necesitan alimentos, también requieren de cuentos y aventuras. Por eso, coincidimos con Corina que no es suficiente acordarnos de ellos sólo el 15 de setiembre.

Todos, absolutamente todos, estamos llamados a servir a los niños, como lo hizo ella. Luchó por la niñez y su patriótico aporte, al lado de otros grandes costarricenses, contribuyó de manera significativa a la creación del PANI, el 15 de agosto de 1930.

Cierro mi participación, con el pensamiento y palabras de Corina proclamadas hace 100 años: “la independencia será un mito mientras haya hombres esclavos de los vicios. La independencia no existirá jamás, mientras haya ebrios, enfermos y mendigos… mientras haya juventudes sin ideales y sin aspiraciones”.

Hoy es un momento oportuno para encender la llama del patriotismo en nuestros corazones y empujar fuerte hacia las transformaciones que necesita el país, para que este sea más justo, más solidario y la niñez ocupe un lugar especial. Así las marchas, desfiles y entonación de himnos patrios cobran un mayor sentido y honraremos mejor de esa manera, a tan grandes costarricenses y particularmente ramonenses como Corina Rodríguez López, que ya no resultará más una extraña, para las generaciones de ramonenses por venir.

14-IX-22

 

Imagen tomada de INAMU.

José Martí bañado de patriotismo

Por Freddy Pacheco León

En la fotografía apreciamos a JOSÉ MARTÍ, el adolescente ejemplar de tan solo 17 años, pero desde ya bañado de patriotismo. Preso por las autoridades coloniales por haber escrito una carta a un compañero de colegio en 1869, reprochándole el haber ingresado al ejército español («¿Has soñado tú alguna vez con la gloria de las apóstatas?

¿Sabes tú cómo se castigaba en la antigüedad la apostasía?»).

Fue condenado a seis años en el Presidio Departamental de La Habana, asignado a trabajos forzados de sol a sol en las canteras de San Lázaro. En la primera oportunidad que tuvo, le envió a su mamá la fotografía que como preso le tomaron, escribiendo en su dorso: MÍRAME, MADRE, Y POR FAVOR NO LLORES: Si esclavo de mi edad y mis doctrinas Tu mártir corazón llené de espinas, Piensa que nacen entre espinas flores».

¿Hacia dónde va Costa Rica?

Vamos a celebrar
La misa del amor esta mañana.
Haremos una hostia, con masa de maíz, harina y esperanza.
En un filo de roca,
Sobre el vientre de un cerro,
Consagraremos la hostia de la vida
Y el vino del derecho.
Jorge Debravo.

Álvaro Vega Sánchez, sociólogo

La oligarquía empresarial y financiera ha sacado sus sables para blandirlos con fuerza contra los trabajadores del sector público. Realmente, sus desmanes resultan repugnantes y desenfrenados. Se ha envalentonado por su poder extralimitado, conferido por los gobiernos de turno.

Apelar a estas armas innobles, también, la delata en su debilidad ética para encarar situaciones adversas, que demandan, por parte de toda la ciudadanía costarricense, patriotismo, sensibilidad humana y solidaridad.

Es una oligarquía que se ha venido despatriando porque ha traicionado valores fundamentales de una patria solidaria y amiga. Ha endeudado al país porque no ha pagado debidamente los impuestos. Ha estafado a los bancos del Estado. Ha atacado con saña a los empleados y pensionados del sector público, exhibiéndolos como responsables de la crisis fiscal, de la que ella y sola ella es la principal y verdadera responsable. Y ahora, pretende dictarle medidas leoninas para enfrentar la pandemia del Covid-19.

Vive en otro mundo, y su ceguera es total. El poder extralimitado la ha segado al punto de pensar que puede eximirse de contribuir solidariamente, quizá porque sigue pensando que sus riquezas son el fruto de su esfuerzo y capacidad, desconociendo el aporte de sus trabajadores –la mayoría mal pagados– y el soporte que le brinda la institucionalidad social pública -esa que buscan desmantelar para privatizarla-, sin los cuales se moriría de hambre.

Este pueblo se está cansando de que lo trate como ignorante y pordiosero. Ya no puede seguirle mintiendo, declarando cero ganancias mientras acumula riquezas en paraísos fiscales. Y pretende que le crean el cuento de que los privilegiados son los empleados del sector público, que hoy se parten el alma por sacar adelante al país de esta pandemia, dando lo mejor de sí con generosidad solidaria, precisamente, lo que esta oligarquía no tiene.

Tales comportamientos, son producto de su ambición ilimitada de poder; aspira a tener todos los poderes. Y como hay poderes que no puede comprar, como el de los intelectuales dignos, entonces los ataca y desprestigia; como no tiene el poder de la humildad, entonces busca ganarse el favor de los pobres con las migajas que le tira de su mesa, es decir, los humilla; y como no tiene la delicadeza y la sabiduría de los maestros, entonces los persigue y los degrada.

Pero toda su vanidad se diluye como la neblina. ¡Vanidad de vanidades, todos es vanidad!, dice el sabio escritor del Eclesiastés, en tiempos muy parecidos a los nuestros donde la dinastía tolomea celebraba el auge tecnológico, comercial y cultural del imperio griego-macedonio. La palabra que se traduce como vanidad, en este texto, corresponde más propiamente a palabras más triviales como “cochinada”, “porquería” o “mierda” (Tamez, Elsa. Cuando los horizontes se cierran. pp.15-21). Y en su “vanidad”, esta oligarquía no perdurará. Como la pandemia del coronavirus, dejará muchas víctimas en el camino, pero las mayorías sobrevivirán.

¿Hacia dónde va Costa Rica? Hacia un Estado Social de Derecho del Siglo XXI, más fortalecido que nunca en su historia. Será la nueva gesta victoriosa de mujeres y hombres libres que, así como se sacudieron la bota filibustera en 1856, se sacudirán de esta oligarquía que ha pretendido doblegarlos, empobreciéndolos y ofreciéndoles falsas promesas de reactivación económica.

Todavía hay reservas suficientes de dignidad en este pueblo valeroso y solidario, que vencerá a ambas pandemias: la del coronavirus y la oligárquica.

Imagen: UNED

Hace 162 años el patriotismo expulsó al filibustero

José Manuel Peña Namoyure

20 de marzo, medio día

 

Dentro de unas pocas horas se cumplirán 162 años en que las tropas costarricenses, combatieron con patriotismo y coraje para repeler al filibustero gringo William Walker que venía y quería hacernos súbditos y vasallos de un país extranjero.

Ahí en los corrales de piedras de esa hacienda ganadera, los ticos ganaron en poco tiempo la batalla y lograron que los invasores huyeran desde adonde habían llegado: Nicaragua.

Quiso el destino que desde el territorio de Guanacaste, se diera una lucha frontal y cruenta, para salvaguardar la soberanía, la libertad y la paz por siempre de Costa Rica.

Me decía esta mañana un brillante intelectual cubano, que esa Batalla de Santa Rosa, fue clave para Centroamérica y más allá, dado que las intenciones estadounidenses, eran de un expansionismo sin límites.

Por eso, gracias a costarricenses estudiosos de la verdadera historia costarricense, sabemos ahora con amplios detalles, acerca de la grandeza de espíritu y patriotismo colosal del entonces presidente Juan Rafael Mora y todos cuantos participaron en la gesta de Santa Rosa el 20 de marzo de 1856 y en la batalla de Rivas, Nicaragua, el 11 de abril de 1856.

¡¡¡Vivan el presidente Mora y los que nos legaron Patria Libre!!!

Saludos desde la sabana guanacasteca.

 

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