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Etiqueta: poesía

Que no los puedo contar

Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)

Una fría mañana de setiembre nos enrumbamos hacia una comunidad originaria en San Cristóbal de las Casas. Hemos hablado ya con la palabra, pero lo que vamos a ver en esa comunidad sobrepasa todo lenguaje.

Y es que nos reciben cientos de niños y niñas enfilados como prosa. Allí están de pie resistiendo el frío y la pregunta sobre los visitantes. Allí llegamos siempre desde el sitio colonial del que sabe. Y también desde el lugar colonial del que no sabe nada. Y por consiguiente no tiene ni construye ningún poder. Ninguno.

Nos apostamos como feligresía ordenada en una larga mesa. Pero no es la última cena. Nos presentan en rito y contestamos amarrados a la fe, demolidos al acto de la realidad que nos declara.

A esa hora, en esa lo localidad de pieles, caldos y licores históricos, ya hemos bajado la guardia como hombres y mujeres y nos hemos declarado artesanos en la palabra. Es allí, en ese instante, que trato de cuantificar el afecto.

No es posible.

A lo largo de tantos años, de tantos días, he ido tejiendo un inmenso sitio de colores. Pero no tengo el registro, ni siquiera el color, de cuantos lienzos abrazados a la nostalgia, la lucha y la sabiduría, tengo. Son tantos. Tantos y tantas hermanas.

Esa mañana fría y azul leemos para una audiencia amorosa y atenta. Lista. Oyente. Lo demás es la confirmación del alma: un caldo hermoso y caliente, una música vivaz, una alegría inagotable.

Mi certeza es que de tantos hermanos y hermanas que me ha dado la poesía en la vida, no me salen las cuentas. No los puedo contar. Y ni siquiera quiero. Porque siguen llegando. Como pájaros, papalotes, niños y niñas asombrados. No los cuento. Los atesoro. Como esa fría mañana en La Sierra, sitio evocador y resistente, listo para la poesía. La que de verdad se dice.

Y con eso tengo.

Imágenes de la visita a La Sierra. 8 Festival Mundial de Poesía Contemporánea San Cristóbal de Las Casas, México:

Después de San Cristóbal

Por Memo Acuña. (Sociólogo y escritor costarricense)

Cuando uno persigue con pasión ese pájaro de la palabra, no para enjaularlo, sino para reconocerlo, advierte que el sentido de la vida se va construyendo de otra manera.

Acudimos a ese ritual conociéndonos algunos, otros como perfectos extraños.

Y la energía, el frío y la ancestralidad de un lugar emblemático para la resistencia latinoamericana como San Cristóbal de las Casas, en Chiapas, México, hizo su parte para juntarnos y no volver a separarnos más.

Es difícil decir en estas notas lo que el afecto provoca en un grupo de seres humanos cuyo cordón umbilical con la poesía es material no clasificado en sus biografías.

Pero sí es posible (y poesible) contar lo emblemático de sus propuestas, lo político de sus miradas, lo consecuente de sus reflexiones.

En medio de esta aparente seriedad de sus currículum, aparece el baile, la música, el encuentro, el abrazo (que ahora ha terminado su confinamiento y se supone en rebeldía desde esas montañas que significan el cariño y la luz).

Detrás de sus máscaras que los declaran y las declaran poetas, hay ciertamente una apuesta por la memoria, la igualdad, el árbol, el cine, el fútbol, las cosas que el amor no puede decir pero lo siente, el niño, el origen, la mujer, mejor dicho las mujeres y sus luchas. Y tantas cosas, tanta palabra desperdigada aquellos primeros días de un setiembre que se va terminando lentamente entre la lluvia y lo que sigue.

Me quedo con un fragmento de un texto de la poeta boliviana Paura Rodríguez, dedicada y homenajeada en la octava edición del Festival Mundial de Poesía Contemporánea de San Cristóbal de las Casas:

“Cruje como madera seca el alma.
Se arruga como un pañuelo
Pinta su rostro de otro rostro.
Miente el alma.
Finge una voz inexistente.
Revienta como un volcán.
Huye”

Después de San Cristóbal hemos prometido hacer de este un mundo poesible. Quizá volvamos a juntarnos en alguna otra ventana del tiempo para cantar con Nino Bravo o Ángeles Azules. Pero más allá de eso que es la alegría, hemos aprendido a hermanarnos a la distancia, lo que ningún decreto neoliberal ni pandémico podrá acabar jamás.

Textos de la colección personal del autor obsequiados e intercambiados con otros y otras poetas durante el 8º Festival de Poesía Contemporánea de San Cristóbal, en Chiapas, México entre el 1 y 4 de setiembre de 2022,

ALMAS

Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)

Actividad en el marco del 8 Festival Mundial de Poesía de San Cristobal de las Casas, Chiapas, México. En la foto se aprecia a Chary Gumeta, coordinadora del Festival; Margarita Drago (Argentina) y Miguel Ángel Oxlaj Cúmez (Guatemala.

Es una mañana lluviosa en San Cristóbal de Las Casas. Ha llovido copiosamente, pero eso pareciera no importarnos. En el pórtico de un edificio histórico de la ciudad hemos acudido en comunidad a reescribir el rito de la palabra. Eso solamente es una excusa. Porque lo verdaderamente importante será lo que está por suceder, que no es poca cosa.

Lo importante de estos encuentros, coincidimos con varios colegas invitados, no sea quizá la reproducción del ego que lee, el ego que dice, el ego que se arrebata y piensa que es el centro del universo cuando participa de estos rituales.

En esa mañana fría y lluviosa, Margarita y Miguel han despojado de todo acto performativo el encuentro. Lo han puesto en su verdadera dimensión. Nos han depositado en nuestros lugares justos y precisos.

En un conversatorio desprovisto de toda academia, pero dotado si de sentido, han compartido su experiencia, su vivencia en el tema de los desaparecidos y sus contextos personales y nacionales.

Margarita, mujer argentina que sufrió en su propia biografía los horrores de una dictadura argentina. Mujer, argentina, detenida y presa en los peores momentos de esa dictadura. Vio con sus ojos lo que ocurría con sus compañeras y compañeros de celda. Lo dice esa mañana y también lo dice con su poesía. Para eso es la poesía.

Miguel, poeta y dirigente social y político de su comunidad, San Juan Comalapa, Guatemala, relata como ese su pueblo originario fue convertido en fosa común por los años más oprobiosos del conflicto armado. Se estima que 45.000 personas fueron desaparecidas y sus familiares, reescribiendo la antropología de la esperanza, aún los buscan.

Miguel ha dicho con verbo y humanidad que el acto de la resistencia de los pueblos también es un acto poético. Cuando escucho esas palabras me percato de la dimensión real de lo que he venido a hacer a este territorio ancho y mágico, al sur de México pero más al norte de nuestra Centroamérica, tan interpelada por la pobreza, sus élites de rapiña, sus exilios.

Es una mañana que llueve pero sobre todo en el alma. En la mía. En las de esas personas que todavía son buscadas por los suyos.

Confirmo mi identidad precisa ahora que todo pareciera acomodarse en mi proyecto académico pero sobre todo humano. Antes que cualquier cosa, que cualquier puesto, que cualquier trabajo, esto es lo que soy. Y lo he venido a asegurar en un lugar donde siempre pareciera ser primero de enero de 1994.

Poesía a dos voces: Kary Cerda y Arabella Salaverry

Este miércoles 3 de agosto Ronald Bonilla y Arabella Salaverry presentarán el poemario Océano Mudo de la reconocida poeta mexicana Kary Cerda.

Esta fotógrafa, pintora y poeta está de visita en el país y la presentación de su obra será en la Biblioteca Nacional a las 4: 30 de la tarde.

El jueves 4, Kary Cerda y Arabella Salaverry ofrecerán un recital a dos voces en el Lobo Mestizo.

Ambas actividades serán de entrada libre.

¡A disfrutar de la poesía!

Papel de la poesía en la Costa Rica contemporánea – video

El 8 de julio el colectivo Reflexión-Acción Alternativas presentó el programa “Papel de la poesía en la Costa Rica contemporánea”.

El programa contó con un excelente panel conformado cuidadosamente para disfrutar de un valioso tema para nutrir el alma; integrado por: Carlos Villalobos, escritor y periodista; Marta Rojas, licenciada en filología española y Magister en Lingüística; Nidia Marina González, artista plástica y escritora; Juan Carlos Ureña, cantautor y PhD en estudios hispánicos; y Guadalupe Urbina, cantante y pintora. En la transmisión también participaron Dayana Ureña Solís y Luis Ángel Salazar. Este programa lo pueden encontrar en el siguiente enlace:  https://www.facebook.com/AlternativasGrecia/videos/1319738985098746/

 

Compartido con SURCOS por Alternativas.

ARTE PARA REPARARNOS EL CORAZON

Por Memo Acuña ( sociólogo y escritor costarricense)

Escuchar durante ya casi 100 jueves ininterrumpidos, las historias de quienes hicieron hacen del arte una trinchera, solo me confirma que a la verdad estética que recrea se le debe sumar su capacidad y potencia reparadora, sanadora dirían algunos. No es solo el mundo de las significancias, de la plasticidad en los colores, es para mi gusto una acción política y performativa por que vuelve vital cualquier sonido, superficie, textura, es decir, transforma.

He oído de bibliotecas mágicas, libros olvidados en un rincón de la casa, zapatillas de ballet que vinieron en un regalo, un violín rasgado, una libreta con sus páginas en blanco. Por allí, por un agujero del tiempo y del espacio, se cuela la posibilidad de que un niño, una niña, pueda expresarse a través del sonido, el color y las formas.

He sido privilegiado conociendo esos momentos primeros, ese «big bang» como les digo a mis entrevistadas y entrevistados cada vez que les invito a recrear el motivo por el que ahora son poetas, músicos, pintores, bailarines, fotógrafos.

Siempre hay un momento de luz, eso sí. Cada conversación que sostengo, recuerdo mi primer acercamiento con el arte. Leí «20 mil leguas de viaje submarino» cuando estaba en mis primeros años de escuela. Un libro maravilloso que mis padres pusieron en mis manos. Julio Verne me parecía entonces un señor mayor, con la magia de escribir cosas portentosas.

Allí empezó todo para mí en el mundo de la literatura. Hasta el día de hoy, que leo (releo, para ser franco) un texto de crónicas sobre la migración de niños y niñas centroamericanas hacia Estados Unidos, llamado irónicamente » Yo tuve un sueño» y cuyo autor, Juan Pablo Villalobos, explora en diez piezas los distintos momentos del proceso de movilidad vistos desde el prisma infantil.

La ironía, dicho sea de paso, estriba en hacer coincidir la frase de Martin Luther King pronunciada en su famoso e histórico discurso en 1963 en Washington, con la promesa de un sueño americano que cada vez se cumple menos para la población migrante centroamericana.

Vivimos tiempos complejos, donde la violencia se ha instalado sin medida en sociedades como la nuestra. Por ello sigo pensando en el arte como un vehículo poderoso para contrarrestar el impacto que la violencia produce. Lo hizo Medellín hace ya casi tres décadas, al apostar por la poesía como vehículo de transformación y mediación de la realidad vivida y experimentada.

Costa Rica atravesó hace pocos días dos circunstancias en las que personas jóvenes perdieron la vida a manos de otras personas jóvenes. El vínculo entonces es directo: a la ausencia de espacios y de posibilidades, se le disputa con estrategias para reivindicar al sujeto y darle su lugar en la sociedad. Y esto puede ser posible si transversalizamos en lo cotidiano el arte, todas sus posibilidades y le brindamos a esa persona joven el espacio para expresarse, no desde la carencia, sino desde la plenitud a la que tiene derecho.

Es momento de repararnos el corazón.

Poema “Esperando a los bárbaros”, por José María Pou

Se le invita a ver y escuchar la lectura dramatizada por el actor y director teatral, José María Pou, del memorable poema «Esperando a los bárbaros» de Constantino Cavafis, en versión de Ramón Irigoyen. 

La interpretación se realizó en 2015, en el marco de la sesión dedicada al poeta griego Cavafis, por la Fundación Juan March, en Madrid.

Esta poesía está ambientada en la época clásica, particularmente hace alusión a la caída del Imperio Romano.

Link del video: 

SERRAT ES SERRAT

Adriano Corrales Arias*

Nuestra generación recibió, casi como leche materna, la benevolente influencia del cantautor catalán no solo como poeta y músico, pero, sobre todo, por su insobornable actitud ética y política como artista que dialoga con su tiempo sin concesiones y sin perder su calidad metafórica y sensible.

Recuerdo la primera vez que lo escuché en la radio allá por el año 72 del siglo pasado en Villa Quesada (¿Radio Cima, “El club de la juventud”?). Era su clásico “Cantares”, donde homenajeaba y conmemoraba la muerte de Antonio Machado. Una crítica indirecta al franquismo. Y recuerdo que, en mi clase de español (¿73?) cuando vimos a Machado, le dije a la profesora que ese poema lo cantaba Serrat. La profe no lo conocía, entonces me invitó a hablar sobre él. Para la siguiente clase conseguimos el disco y un tocadiscos y me explayé subrayando su lado político en contra de la dictadura fascista. (¿De dónde sacaba esas conclusiones? Aún lo ignoro). Ese año fue su célebre concierto en el Centro de Recreación de la Universidad de Costa Rica.

Lo cierto es que Serrat nos ayudó a ingresar a la poesía con sus musicalizaciones. Me invitó a leer a fondo además de a los dos Machado, a Miguel Hernández, García Lorca, León Felipe, Rafael Alberti y, por extensión, a las dos generaciones españolas: la del 98 y la del 27. Pero, además, nos alimentó la rebeldía que sobrevolaba en la época con la resaca hippie, nos hizo comprender el amor en su forma más poética y liberada: todos queríamos una novia que no necesitara bañarse en agua bendita y cuyo nombre nos supiera a hierba, con una señora madre que se asomara al espejo y diese vuelta para comprender a ese “soñador de pelo largo”, “casi un beso del infierno, pero un beso al fin”. Así, nos señaló variados caminos, entre la guitarra y la patria (“una es fuerte y fiel, la otra un papel”), todos comprometidos. Sin proponérselo de seguro, también fue una suerte de inducción hacia nuestra militancia en la izquierda revolucionaria.

Serrat nos conversó sobre lo que sentíamos y pensábamos cuando éramos “jóvenes e indocumentados”, nos invitó a vagabundear, pero con un sentido más que lúdico, existencial y rebelde, es decir, el vagabundeo como una crítica al sistema en tanto se podía “raidear” y acampar, por el país y más allá, sin harina en los bolsillos, atenidos al autostop y a la gran solidaridad humana(“No me siento extranjero en ningún lugar / Donde haya lumbre y vino tengo mi hogar”). Había que marcharse al mar, buscar nuestro propio Mediterráneo con las y los compas apropiados, los más mundanos. Por eso reaccionábamos de una al “Qué va a ser de ti” una vez perdida la inocencia y ya idos de casa (“Se le borraron las pecas / Y su mundo de muñecas / Pasó… pasó veloz y ligera / Como una primavera en flor”). Pero, igual, nos advertía sobre el final del raid: “Pueblo blanco”, uno de los mejores poemas de la poesía castellana del siglo XX, se inspira en Mojácar, un pueblo de Almería en el que no hay esperanza ni oportunidades, porque más que la prosperidad, lo único que aguarda es la muerte. El narrador solo puede soñar con huir a un lugar mejor (“si yo pudiera unirme a un vuelo de palomas / y atravesando lomas dejar mi pueblo atrás, juro por lo que fui que me iría de aquí / pero los muertos están en cautiverio / Y no nos dejan salir del cementerio”). Un canto a los migrantes que, con el tiempo y con esos versos que aluden a los muertos, al polvo, la piedra y a la guerra en ese “Pueblo blanco”, adquieren un significado especial para las víctimas de las dictaduras latinoamericanas, incluida la de Franco en una España aún medieval.

Su mejor disco, qué duda cabe, es “Mediterráneo”; en todo caso, es el que nos puso a vibrar y ahora, cargados de cabanga, nos saca más que lágrimas. Al parecer, la muerte de familiares rondaba a Serrat cuando escribió la canción “Mediterráneo” en su exilio mexicano; recorría algunos lugares donde ideó el disco una vez que regresó de México: escenarios de Calella de Palafrugell (Girona), también habla de Cala d’Or en Mallorca como lugar referencial en el desarrollo de una obra que nos pertenece a todos. Lo escucho y lo escucho y me queda claro que estamos ante un disco que sigue vivo. “Mediterráneo” es, además, ecologismo y feminismo; hay cierta sensualidad en algunos de sus versos: “eres como una mujer perfumadita de brea” y en “La mujer que yo quiero”, porque “la mujer que yo quiero es fruta jugosa / Prendida en mi alma como si cualquier cosa”. Al margen del erotismo en esas figuras, la segunda canción aboga por la independencia femenina, igual que en “Qué va a ser de ti” no se juzga a la mujer que ha decidido dejar a sus padres atrás. La mujer que Serrat quiere no puede ser devota (“La mujer que yo quiero no necesita bañarse cada noche en agua bendita”), aunque eso implique que sea tan libre que, finalmente, le haga sentir como un esclavo (el cantautor se refiere a sí mismo con lo de “pobre Juanito”). De hecho, el amor es secundario para ella: “la mujer que yo quiero no necesita / deshojar cada noche una margarita”. La pieza incluye la defensa de una de las críticas misóginas habituales en la época: dicen que la mujer que quiere “tiene muchos defectos y demasiados huesos”, pero a él no le importa.

“Mediterráneo” se defendió como el primer disco de estudio en castellano de Serrat, pese a ser el octavo en total – algunos de sus lanzamientos se consideran recopilaciones de singles –, se completa con canciones tan significativas como “Tío Alberto”, un aristócrata y mecenas barcelonés al parecer (Alberto Puig Palau), “Barquito de papel” (“sin nombre, sin patrón y sin bandera”), “Vencidos”, basada en un poema de León Felipe sobre El Quijote, pero que, obviamente, está hablando de la Guerra Civil y del exilio, y, claro está, la delicatessen “Aquellas pequeñas cosas”, una pieza menor a dos minutos de guitarra y cuerdas, con las que el autor quería “reflejar la ternura de lo cotidiano”. El poema “Las moscas” de Machado fue su inspiración última, es histórica su interpretación sin camiseta en la película “Mi profesora particular”.

Y después está “Lucía”, junto a “Mediterráneo” el gran clásico del disco (últimamente el público prefiere la versión acústica de Silvio Rodríguez), “la más bella historia de amor que tuve y tendré”. Mucho se ha escrito sobre su verdadera destinataria, quién sabe si una azafata de Iberia, quién sabe si una mujer cuya boda trató de impedir Serrat a la desesperada; lo que trasciende, sin embargo, no es la anécdota, sino su facilidad para atravesar el tiempo: el sentimiento hacia la mujer, cuya intimidad nunca se ha vulnerado, permanece cual recuerdo intenso, calando hasta los huesos: “tu sombra aún se acuesta en mi cama / con la oscuridad, entre mi almohada y mi soledad”. Resuena aún: “no hay nada más bello que lo que nunca he tenido”; todo un epígrafe para un poemario o novela; o tremendo epitafio.

Ni la censura de la época pudo contener el torrente del “Mediterráneo” serratiano. Fue un extraordinario éxito comercial, nombrado el disco más vendido de España en 1972 por el Promusicae de la época. Escaló al número 1 el 3 de enero de aquel año tras una edición subrepticia en 1971, y lo mantuvo durante veinte semanas permaneciendo en las listas absolutamente todo el año. A la censura franquista se le atragantó el artista, fue declarado persona non grata y no fue hasta 1976 que recibiría el indulto tras la muerte de Franco. Desde entonces Serrat jamás se cansaría de su hit. Agradecido por haber podido alcanzar semejante estado de gracia, indica que aún toca Mediterráneo “no solo por obligación sino por gusto”.

Desde entonces hemos crecido con él, desde que nos visitara aquel lejano año del 73. Desde entonces cabalgamos al lado de su “amoroso batallar”. Más de cincuenta años de rumiarlo y seguirlo desde este lado del charco, siempre subiendo y bajando la cuesta “ con banderas verdes, rojas y amarillas”, “bajo un manto de guirnaldas”, porque “cae la noche y ya se van nuestras miserias a dormir”. Sí, “se despertó el bien y el mal”, pero su calle siempre se viste de fiesta.

¡Gracias Joan Manuel!

*Escritor

XII Encuentro de Poesía Café sin Azúcar

El pasado 10 de abril se celebró el XII Encuentro de Poesía Café sin Azúcar, que tuvo lugar en Pacacua, Ciudad Colón. La actividad fue organizada por la Sociedad Juglar Pacacua y Buen Vivir Costa Rica.

Con la consigna “¡Qué viva el Arte!”, el encuentro dio apertura con una feria de venta y trueque de libros. Tanto poetas, artistas, declamadores y el público en general pudieron celebrar la cultura del arte con recitales de poesía y conciertos musicales, donde participaron personas de distintas edades y lugares del país. 

El espacio tuvo como propósito promocionar el buen vivir y arte de vivir en armonía con la Madre Tierra. El homenaje se realizó en memoria del reconocido poeta Jorge Debravo y de organizaciones culturales como la Casa de la Juventud de Pasoancho, la Casa Comunal MOJUPA, el Café Cultural INS y el Movimiento Patriótico Juanito Mora.

XII Encuentro – Café sin azúcar

El próximo domingo 10 de abril del 2022 en Ciudad Colón, se llevará a cabo el XII “Café sin azúcar”; la inscripción es abierta a poetas, declamadores, músicos/as y artistas en general, el costo de la cuota de inscripción es de 12 mil colones.

Asimismo, se invita a participar a aquellas personas que tengan libros para vender o para realizar trueques. 

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