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Etiqueta: procesos electorales

Talleres de FLACSO para evaluar al TSE

SURCOS comparte la siguiente información.

En FLACSO Costa Rica, estamos realizando un proyecto de investigación junto con el Tribunal Supremo de Elecciones, con el objetivo de evaluar los servicios brindados por dicha entidad y queremos conocer la opinión de la ciudadanía. Para esto tendremos 3 talleres:

  1. Con personas entre 18 a 35 años. Fecha: lunes 6 de mayo, 4 pm a 7pm.
  2. Con personas de más de 35 años con grado universitario. Fecha: miércoles 8 de mayo, 5 pm a 8 pm.
  3. ⁠Con personas de más de 35 años con grado de secundaria. Fecha: jueves 9 de mayo, 5 pm a 8 pm.

Los talleres se realizarán presencialmente en las instalaciones de FLACSO Costa Rica ubicadas en Curridabat. 

Si desea participar por favor escribir a cgarcia@flacso.ac.cr  o ksalazar@flacso.ac.cr 

Organización comunitaria: El día después de las elecciones

Esteban Beltrán Ugalde.

Esteban Beltrán Ulate
esbeltran@yandex.com

Escribo desde la condición ciudadana de un apátrida de partido político que tuvo que optar por una elección a la carta en el cantón donde habito; escribo desde el sinsabor de un proceso electoral fugaz y con carencias de comunicación asertiva; pero también, escribo desde la convicción de que las grandes transformaciones se pueden gestar desde lo local. La reflexión que comparto es producto de una serie de conversaciones con vecinos y amigos tanto de mi comunidad como de otras comunidades: “Ahora ¿Qué hacer?”

La abstención en el proceso electoral municipal, como el resultado de una serie de fenómenos multifactoriales, muestra que lo local, lo cercano, lo íntimo del tejido social, se encuentra desplazado del imaginario. Lo anterior, con un especial tinte en los territorios urbanos, -donde se identifican las grandes concentraciones de personas-, parece contradictorio, ahí donde más personas habitan, hay menos interés en la respuesta política para atender lo que afecta de manera directa la convivencia y el tejido social. Frente a esto es que, resulta urgente evitar el círculo vicioso, huir de la misma piedra a la que acostumbramos a chocar cuando tomamos el mismo camino cada mañana, dicho de otra manera, es momento de diseñar una ruta que permita a las comunidades animar el tejido social, que será la condición necesaria para un giro en los resultados de los procesos electorales, con miras a una transformación radical y no una media tinta (en el mejor de los casos).

Las comunidades deben tomar el poder, desde la construcción de proyectos externos a la institucionalidad, la organización popular con base en proyectos específicos es la manera elemental a partir de la cuál se puede despuntar un proceso que, a mediano o largo plazo, puede convertirse en la fuerza de voluntad colectiva capaz de asumir también la gobernanza desde lo institucional. Quiero ser más preciso y aclarar lo anterior de la siguiente manera: la organización popular puede y debe iniciar desde la necesidad específica que golpea la realidad de la comunidad, y, a partir de ahí, por medio de reflexión y acción, construir un poder que se legitima con el andar. Para que, una vez construido el poder de manera colectiva, la posibilidad de acceder a una legitimación de poder institucionalizado se alcance por añadidura.

Los partidos políticos han de ser ante todo movimientos donde la voluntad colectiva sea el resultado de un diálogo diáfano. El “qué hacer” no debe ser una pregunta sino una acción que parte del “hacer con quién”, el tejido social está roto, hay que empezar a anudar, ahí en medio de las tensiones de los “distintos” que miran hacia “lo común”, es ahí donde nace el poder como común-unidad. Estos nudos implican un reconocimiento del vecino, de la vecina, de los animales con los que coexistimos, del ambiente desde el que interactuamos. El día después de las elecciones, es el día adecuado para salir al encuentro del otro, en la comunidad, e iniciar la tarea de tejer un proyecto, donde en medio de la diferencia se pueda caminar hacia un horizonte común.

El Consejo Permanente de la OEA debe pronunciarse para que cesen los ataques al proceso electoral en Guatemala – pronunciamiento

Pronunciamiento de organizaciones internacionales de derechos humanos

Las Américas 1 de septiembre de 2023. Las organizaciones internacionales firmantes solicitamos al Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA), que en la sesión extraordinaria programada para este día, en la que cual se tratará la crisis electoral de Guatemala, se emita un pronunciamiento contundente para que se respeten los resultados electorales, se garantice la seguridad del presidente y vicepresidenta electos Bernardo Arévalo y Karin Herrera, cesen las represalias judiciales contra las autoridades electorales y el partido Movimiento Semilla. Consideramos importante que el Consejo Permanente haga referencia a la Carta Democrática y demande al Estado de Guatemala respetar el proceso electoral y el orden constitucional.

Luego de las elecciones del 20 de agosto, la fiscal general Consuelo Porras y el Ministerio Público solicitaron el retiro de inmunidad de tres magistrados del Tribunal Supremo Electoral (TSE) y del Registrador de Ciudadanos, y solicitaron información de todas las personas que integraron las juntas electorales. Como resultado de estas presiones, fue suspendida provisionalmente la personería jurídica del partido Movimiento Semilla y la Junta Directiva del Congreso decidió arbitrariamente desconocer a la bancada del partido Semilla y declarar como diputados independientes a los congresistas de dicho partido.

Nos preocupa que estas acciones estén orientadas a deslegitimar los resultados del proceso electoral y tratar de impedir la toma de posesión del presidente electo Bernardo Arévalo y la vicepresidenta Karin Herrera, así como los diputados del partido Movimiento Semilla que fueron electos. Por esta razón nos parece necesario un pronunciamiento urgente por parte del Consejo Permanente de la OEA.

Adhesiones:

Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (CEJIL)

La Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA)

Fundación para el Debido Proceso (DPLF)

Robert F. Kennedy Human Rights

Be Just

Impunity Watch Guatemala

Plataforma Internacional contra la Impunidad

American Jewish World Service (AJWS)

Guatemala Human Rights Commission (GHRC)

Latin America Working Group (LAWG)

Programa ACTuando Juntas Jotay

Protección Internacional Mesoamérica

Imagen: https://dialogopolitico.org

El reto es fortalecer la participación en las elecciones nacionales 

José Luis Pacheco Murillo

En los procesos electorales la pretensión es que la participación sea la mayor posible. Precisamente por ello hay una gran preocupación por el aumento exponencial del abstencionismo en los diversos procesos electorales que se han desarrollado.

La falta de participación de los ciudadanos tiene serias implicaciones, en primer lugar, con relación a la legitimación del proceso pues entre menos participación haya menos legítimo es el proceso. Además, a quienes se elige de igual manera gozan de poca legitimación.

Nos encaminamos a un nuevo proceso electoral. El próximo 5 de febrero se elegirán las autoridades municipales y la pretensión es que haya una excelente participación y se disminuya la cifra de abstencionismo que ha habido en los procesos anteriores.

Hay un elemento importante que se debe tomar en cuenta y es el traslado de personas a lugares diferentes a los que vivieron anteriormente y ante eso las leyes han previsto la posibilidad de realizar traslados electorales, es decir, que se proceda a registrar el nuevo domicilio y así poder participar en el proceso electoral venidero.

Si se vive en un lugar determinado se asume la responsabilidad de buscar lo mejor para ese lugar y una de las primeras responsabilidades es elegir a los mejores para dirigir los destinos del cantón.

Hasta el próximo tres de octubre los ciudadanos tienen la posibilidad de cambiar su domicilio electoral y poder participar en las elecciones municipales eligiendo a las personas propuestas en el cantón en el que habitan. Eso debería ser prioridad y eso ayudaría a disminuir la estadística del abstencionismo.

Dios quiera que se tome conciencia de lo importante de la participación ciudadana en el proceso electoral y que aquellos que deben hacer traslado electoral procedan a realizarlo.

Las mujeres candidatas

Vladimir de la Cruz

En el sistema electoral costarricense a finales del siglo XIX, por la participación que tuvieron las mujeres en la movilización del 7 de noviembre de 1889, orientada a detener un supuesto fraude que se tramaba contra las elecciones, el Presidente José Joaquín Rodríguez, 1890 – 1894, propuso el reconocimiento de voto de la mujer, sin que esto pudiera concretarse.

En la década de 1910-1920 se iniciaron los movimientos feministas en el país para lograr este Derecho, lucha que se mantuvo por las décadas siguientes. Con el Partido Comunista de Costa Rica, fundado en 1931, se empezó a plantear la plena igualdad jurídica de hombres y mujeres en materia política y electoral.

Las luchas de la mujeres se dieron en distintas formas, no solo en el campo del sufragio, que amainaron frente a las luchas políticas, sociales y sindicales que cobraron fuerza.

En la década de 1940-1948 se intensificaron las luchas de las mujeres en el ámbito político y en la defensa del sufragio frente a las acusaciones que se hacían a los procesos electorales de 1944 y 1948.

El Golpe de Estado que llevó a José Figueres a tomar el Poder, y fundar la Junta de Gobierno de la llamada Segunda República, 1948-1949, atrasándole la Presidencia a Otilio Ulate, vencedor de las elecciones de 1948, en cuya defensa se había realizado el movimiento armado de Figueres, hizo también que Figueres convocara la Asamblea Nacional Constituyente, que funcionó durante 1949, terminando sus funciones el 7 de noviembre, momento en el cual también cesó el Golpe de Estado, al asumir Otilio Ulate la Presidencia de la República.

La Asamblea Nacional Constituyente estableció en la materia político electoral el voto universal, con lo que se reconoció el voto de la mujer costarricense. Desde entonces se integró la mujer al ejercicio del sufragio, como uno de los derechos más sagrados que gozamos y tenemos los costarricenses.

La primera vez que las mujeres costarricenses pudieron ejercer su derecho al voto fue en unas elecciones cantonales, a propósito de un Plebiscito que se hizo en el Distrito de la Tigra en San Carlos en 1950, siendo Bernarda Vásquez, vecina de la Tigra la primer mujer en ejercer el voto.

A nivel nacional fue a partir de las elecciones de 1953 cuando empezaron a gozar de la igualdad política de elegir y también de ser electas. En esta ocasión fueron electas las primeras tres mujeres parlamentarias, Ana Rosa Chacón González, María Teresa Obregón Zamora y Estela Quesada Hernández. Desde entonces han sido electas, cada vez más con mayor cantidad de mujeres porque la legislación ha avanzado obligado la paridad vertical y horizontal en la colocación de las mujeres en las listas de candidatos que ofrecen los partidos.

De esta manera desde 1953 hasta el 2018 han obtenido las mujeres los siguientes escaños legislativos

1953    3
1958    2
1962    1
1966    3
1970    5
1974    4
1978    5
1982    4
1986    7
1990    8
1994    9
1998    11
2002    22
2006    25
2010    23
2014    20
2018    26

Igualmente han presidido la Asamblea Legislativa, siendo la primera en hacerlo, en 1986, Rosemary Karpinski Dodero, luego Rina Contreras López y las últimas, en el actual gobierno Carolina Hidalgo Herrera y Silvia Hernández Sánchez.

De todas las diputadas 10 han repetido una vez la diputación.

En cuanto a candidatas en la fórmula Presidencial empezaron a aparecer, como candidatas a la Vicepresidencia, por primera vez en 1970, cuando la izquierda, con el Partido Acción Socialista postuló a Luisa González Gutiérrez

En los siguientes procesos electorales, a partir de 1978 se mantuvieron en la lista como Vicepresidentas de esta forma:

1978, Lucila Garro Bogantes por la Organización Socialista de los Trabajadores,

1982, Jeannette Bolaños Paniagua y Alicia Soto Blanco por el Partido Demócrata,

1986, Victoria Garrón Orozco por Liberación Nacional, de nuevo Luisa González Gutiérrez por Alianza Popular,

1990, Meta Figueres Boggs por Liberación Nacional, Vilma Soto Alvarado y María Avila Rojas por el Partido Alianza Nacional Cristiana, y Nidia Herrera Bonilla por el Partido Revolucionario de los Trabajadores en Lucha,

1994, Rebeca Grynspan por Liberación Nacional, Mabel Nieto Cartín por la Unidad Social Cristiana, María García Pérez por Fuerza Democrática, María de los Angeles Quesada por el partido Alianza Nacional Cristiana, y Mayra Arias Tuk por el Partido Independiente,

1998, Astrid Fischel Volio y Elizabeth Benito Odio por la Unidad Social Cristiana, Rosemary Karpinski Dodero y Joyce Zurcher Blen por Liberación Nacional, Alcira Castillo Martínez y Odalía Calderón Solano por Fuerza Democrática, Ana Rita Cañas Ruiz por el partido Integración Nacional, Ana María Pérez por el partido Demócrata, Patricia Odio Iglesias por el Movimiento Libertario, Ligia Arias Rodríguez por el partido Nacional Independiente, Mavis Pearson Sawyers por el partido Alianza Nacional Cristiana, Pueblo Unido a Norma Vargas Duarte y Ana Cecilia Jiménez, Marianita Harvey Chavarría por partido Nuevo Partido Democrático, y por el Partido Independiente la fórmula fue completa en los tres puestos, Yolanda Gutiérrez Ventura, Leda María García Pérez, Rafaela Dobles Hidalgo.

2002, Lineth Saborío Chaverri por la Unidad Social Cristiana, Sandra Pizk Feinzilber por Liberación Nacional, Sadie Bravo Pérez por Acción Ciudadana, Otilia Chacón Chacón por el Movimiento Libertario, Elizabeth Delgado Alvarado por Integración Nacional, Anabel Artavia Montero y Marjorie Santamaría Monge por Fuerza Democrática, Ana María Corrales Solís por el partido Unión General, Ligia María Arias Rodríguez por el partido Patriótico Nacional, Ana Quesada Gómez y Vilma Soto Alvarado por Alianza Nacional Cristiana y Nora Fallas Solano por Rescate Nacional.

2006, Laura Chinchilla por Liberación Nacional, Epsy Campbell Barr y Marita González Vega por Acción Ciudadana, Ana Alfaro Masis por el Movimiento Libertario, Liliana Salas Salazar por la Unidad Social Cristiana, Eleonora Badilla Saxe por Unión para el Cambio, Sadie Britton González por Unión Nacional, Floribeth Acosta Jiménez por Renovación Costarricense, Emilia Rodríguez Arias por Alianza Democrática Nacionalista, Anabel Artavia Martínez y Marjorie por Fuerza Democrática, Patricia Ramos por Coalición Izquierda Unida, Gloria Valerín Rodríguez y Emilia Molina Cruz por Unión Patriótica.

2010 Laura Chinchilla Miranda de Liberación Nacional, Mónica Segnini Acosta por Acción Ciudadana, Lorena San Román por el Movimiento Libertario, Iris Zamora Zumbado por la Unidad Social Cristiana, Lilliette Gutiérrez Rojas por Partido Accesibilidad sin Exclusión, María Barahona Riera por Alianza Patriótica, Vivian González Trejos por Integración Nacional.

2014, Ana Elena Chacón Echeverría por Acción Ciudadana, Silvia Lara Povedano por Liberación Nacional, Dagmar Facio Fernández por el Frente Amplio, Abril Gordienko López por el Movimiento Libertario, Patricia Vega Herrera por la Unidad Social Cristiana, Lisbeth Quesada Tristán por Patria Nueva, Rose Mary Zúñiga Ramírez por Restauración Nacional, Ana Dinorah Rodríguez Rojas por Renovación Costarricense, Zulema Villalta por Accesibilidad sin Exclusión, Luz Mary Alpízar Loaiza por Nueva Generación, Jessica Barquero por el Partido de los Trabajadores, Carmen Lidia Pérez Ramírez por Avance Nacional y Vivian González Trejos por Integración Nacional.

2018, Epsy Campbell Barr por Acción Ciudadana, Ivonne Acuña Cabrera por Restauración Nacional, Victoria Gamboa Ross por Liberación Nacional, Edna Camacho Mejía por la Unidad Social Cristiana, María Cecilia Moreira por Integración Nacional, Rosemarie Carro por el Republicano Socialcristiano, Vivian Quesada por el Movimiento Libertario, Laura Hall Moore por el Frente Amplio, Sol Echeverría Hine por Nueva Generación, Laura Fernández Delgado por Alianza Demócrata Cristiana, Sigrid Umaña Alvarez por Renovación Costarricense, Sigrid Umaña Alvarez por Accesibilidad sin Exclusión, y a Jessica Barquero por el Partido de los Trabajadores.

Para las elecciones próximas de febrero del 2022 ya tenemos las siguientes candidatas en la papeleta presidencial, como vicepresidentas o presidentas, y algunas de ellas, en doble candidatura, presidenta y primer lugar de diputada por San José:

Por el partido Nueva República a la Vicepesidencia Alexandra Loría Beeche, por la Unidad Social Cristiana a Lineth Saborío Chaverri, candidata Presidencial, y por el Partido Unidos Podemos a Natalia Díaz Quintana, quien es a la vez candidata a Presidenta y a diputada por San José. Esta doble postulación la están impulsando candidatos hombres en otros partidos.

En el escenario se anuncian posibles candidatas dentro de quienes postulan en el Partido Acción Ciudadana como Marcia González Aguiluz y Carolina Hidalgo Herrera.

No hay a la vista ninguna otra candidata disputando la candidatura a la Presidencia o participando de la fórmula vicepresidencial, pero las habrá porque es obligatorio llevar al menos una candidata.

Para las elecciones de febrero ya hay 18 partidos habilitados para participar, y en posibilidad de llegar a participar si logran inscribirse a tiempo alrededor de una docena más.

De todas estas candidaturas solo una vez, en el 2010, fue electa una mujer como Presidenta de la República, Laura Chinchilla Miranda, 2010-2014, quien abrió la puerta y la esperanza para otras mujeres de llegar a ser electas.

Entre las que ya están de candidatas me parece que la que más posibilidades puede tener, de ser electa Presidenta, es la candidata de la Unidad Social Cristiana, Lineth Saborío Chaverri. Su victoria aplastante en la Convención de su partido la destacó como eficiente organizadora y lidereza. En lo particular me satisface que haya derrotado, con la paliza que le dio a Pedro Muñoz, que se mantuvo en toda su campaña como arrogante, petulante, grosero con periodistas, con actitudes machistas electorales, blandiendo armas y estandartes de derecha, renunciando con ello a la vieja tradición de ese partido, especialmente a la historia que lo levantó en la década de 1940-1948, de partido reformista aliado a los comunistas. Por el contrario Pedro Muñoz exaltaba sus posturas derechistas, mientras Lineth y el mismo Erwen Masís mostraban más cautela.

En la Convención de la Unidad Social Cristiana sin lugar a dudas Erwen mostró también la sutileza de su trabajo desde las cantonales y logró imponerse en el segundo lugar muy honrosamente.

Pedro Muñoz por ahora cabó su propia tumba en la que se autosepultó en la Convención. Su derrota fue política, después de esto le queda poco por hacer, parlamentaria porque nadie le reconoció nada de su paso por la Asamblea Legislativa, o porque le conocieron bien su paso y no le apoyaron y moral, por la forma chabacana con que se manejó en su Convención. Debió haberle hecho caso a Miguel Angel Rodríguez cuando llamó a buscar una coalición.

Aún sin coalición, en este momento, la candidatura de Lineth si sabe articularse a banderas sociales puede pelear la Presidencia de la República, o asegurar, si así fuere un lugar para una segunda vuelta electoral en caso de que llegue a darse. Esto dependerá de quien lleve en las otras candidaturas y especialmente en la de diputados.

Si esta Asamblea Legislativa se ha lucido por su derechismo político la próxima se espera que camine hacia un progresismo social. Al menos una buena parte del electorado espera esto. Y eso lo veremos con la integración de las papeletas de todos los partidos y de quienes encabecen los puestos más fáciles de ser electos.

Las Cámaras empresariales se están moviendo con la intención de asegurar en algunos de estos partidos sus representantes directos como diputados de esos partidos. Los movimientos sociales debieran hacer lo propio.

El abstencionismo electoral. ¿Cómo considerar esta expresión?

Vladimir de la Cruz

Las sociedades democráticas, en sus diversas modalidades institucionales, han establecido mecanismos o sistemas electorales para elegir sus autoridades políticas, desde las más altas esferas del Poder hasta los organismos más básicos de la convivencia ciudadana, de sus propios municipios.

La sociedad latinoamericana, en términos generales, estableció elecciones desde la escogencia de los Diputados a las Cortes de Cádiz, en 1812, aun cuando la mayoría de los ahora Estados o Repúblicas, eran parte del sistema colonial, cuando procedieron a elegir sus representantes ante las Cortes, con las reglas que para ese efecto se dictaron. Desde allí se podrían considerar los procesos electorales en el continente hasta hoy.

Independientes los países latinoamericanos procedieron a desarrollar sus formas de gobierno y sus estructuras institucionales, y establecieron a esos efectos, mecanismos de elección de sus gobernantes, cuando no procedía ese poder de la propia lucha independentista, que mantuvo por años en el Poder a sus principales caudillos y líderes militares, no alejados de las intrigas políticas y de cambios de gobernantes no por procesos electorales.

En el caso costarricense, no muy alejado del entorno centroamericano, se establecieron formas de elección, mecanismos y sistemas, que garantizaban el acceso al Poder de una minoría, políticamente definida, y de una mayoría excluida de la toma de decisiones políticas y de la participación electoral directa. Así se restringió el voto, por exclusión, a los analfabetos, a las mujeres, a ciertas minorías étnicas, se impuso un voto por nivel económico, se ejerció el voto público y de segundo grado escogiendo en una primera ronda electores que eran los que decidían en la segunda vuelta. Obviamente se impuso una edad mínima para adquirir el derecho de ciudadanía y poder tener la capacidad de elegir y ser electos.

En el caso costarricense, de nuevo, hasta 1912 se mantuvo el voto indirecto de electores, estableciéndose para las elecciones de 1913 el voto directo, hasta 1924 se estableció el voto secreto y con la Constitución Política de 1949 se reconoció el voto de la mujer, haciéndose universal. En las elecciones de 1974 los jóvenes de 18 años pudieron votar al haberse cambiado las leyes de la ciudadanía que establecían la mayoridad a los 21 años, con facultad para participar en procesos electorales. Aun cuando estos sistemas electorales nos parezcan abominables, poco democráticos, eran los que funcionaban, y los que marcaban el carácter democrático de las sociedades, entonces existentes, bastante bien, y definían las relaciones en el campo político para nuestras sociedades.

En Costa Rica, por ejemplo, para las elecciones de 1889 había 912 electores sobre una población de 340.000 habitantes, el 0.3% de la población era la que tenía la capacidad de votar. ¿Era eso democrático? Con los ojos de hoy no, pero era la forma democrática que venía operando y que hacía funcionar el sistema político. En ese año se estableció el régimen de partidos políticos, mediante y solo a través de ellos se podía participar en política, con ánimos de aspirar a ser electos en cargos públicos. Esta fórmula, que sigue existiendo, fue en cierta forma también restrictiva, porque los ciudadanos que deseaban aspirar a algún cargo tenían que ser miembros de un partido político y este partido escogerlo para el cargo al que aspiraba, convirtiéndose así en una forma sutilmente restrictiva de participación. Esto sigue funcionando. Hoy incluso, para aspirar a algún puesto de elección algunos partidos exigen un pago de inscripción para participar en la escogencia, pago por lo demás bien alto, que se justifica para los partidos políticos en los costos de las campañas electorales internas que tienen los partidos y para contribuir de esa manera, también, en los gastos generales de la campaña electoral a enfrentar.

La mayoría de los países han alcanzado estos niveles de participación electoral, voto universal, secreto, y algunos países, muy pocos, con la ciudadanía reconocida a los 16 años para ejercer el voto. Todos tienen el sistema de partidos políticos, aún en gobiernos monárquico-constitucionales tienen sistemas de partidos políticos, bajo la forma de regímenes presidencialistas o parlamentarios. Los partidos políticos de hecho se han impuesto en casi todo el mundo.

Las restricciones de participación se establecieron también con el desarrollo de gobiernos autoritarios, dictaduras, tiranías, satrapías, y con los gobiernos militares que restringieron la participación electoral de partidos y de ciudadanos en algunos casos, con la represión y la liquidación física de opositores, con la nulidad de cartas de ciudadanía y de inscripción electoral, con la expulsión o salida obligada de ciudadanos de sus países, con la inhabilitación de ciudadanos y de partidos políticos, como se acostumbra hoy en algunos países, para garantizar la estancia en el Poder, o evitar fuerzas políticas opositoras reales y vigorosas que puedan desplazar del Poder a quienes lo ostentan por la fuerza, o mediante mecanismos de control electoral que les facilita o permite su permanencia.

La exclusión histórica de masas de ciudadanos de las elecciones, condujo en la realidad a que muchos de esos ciudadanos se mantuvieran en la exclusión, en la marginación de la participación electoral, aun cuando se les habían reconocido sus derechos de participación. Sicológicamente se había predispuesto esa población para entender que el sistema electoral, sin su participación, era válido, y que de su resultado se podían esperar más cosas buenas que malas de quienes asumieran las riendas del gobierno en sus instancias legislativas y ejecutiva. En el caso costarricense a los comunistas se les impidió participar, como partido político, bajo cualquier forma de nominación que adquiriera desde 1948 hasta 1974. Los comunistas como personas podían votar por cualquier otra alternativa política pero no por ellos mismos. Esto explica, en cierta forma, el desarrollo del bipartidismo histórico que se desarrolló en el país, hasta 1998, cuando se ha empezado a cuestionar la vigencia de este control bipartidista de la sociedad y del Estado.

Bastaba echar una mirada al proceso histórico para entender las líneas de evolución de la sociedad y de su progreso. De hecho ninguna época actual parecía peor que la anterior, aun cuando existieran limitaciones.

La lucha por el Poder Político en general hoy se materializa en los procesos electorales, con participación de partidos políticos y con los ciudadanos que son los que emiten sus votos, el pueblo electoral.

La Política es el escenario donde se dilucidan las controversias de las relaciones de los distintos grupos de ciudadanos, organizados en partidos políticos, sindicatos, asociaciones de distintas naturalezas, económicas, empresariales, culturales, sociales, para tener acceso al Poder y, desde allí, influir en beneficio de las grandes mayorías o de los grupos que realmente se mueven, con poder de decisión, alrededor de los Poderes públicos. De allí que la Política sea importante, inevitable, y de obligada atención y participación ciudadana.

En todos los procesos electorales ha habido abstencionismo electoral, gente o ciudadanos que de una u otra forma no participan directamente, no llegan a emitir su voto. Unos porque históricamente fueron violentamente omitidos, impedidos de ejercer su voto, otros por desilusión de sus partidos, de sus candidatos y de sus líderes, otros, asqueados de las malas formas de gobernar y de la corrupción institucional que establecen algunos funcionarios para hacer de ella su modo de vida. Esto conduce a un rechazo de esos partidos, y sus dirigentes, caudillos y líderes.

Hoy peligrosamente en este rechazo se mete a la Democracia, como modo o sistema de vida, a todos los partidos políticos, a todos los dirigentes políticos, a todas las estructuras de gobierno y por ello a todos los gobernantes y funcionarios públicos. Más aún, se mete a la Política como tal, la que hay que rechazar, y se induce a la búsqueda de líderes mesiánicos, autoritarios, fuertes, dictadores institucionales que resuelvan problemas sensibles para las gentes o la población. Peligrosamente este rechazo conduce a alimentar los populismos de cualquier signo político que puedan surgir. Se induce inclusive a mecanismos de acceso al Poder que nieguen los mecanismos democráticos de participación ciudadana. El abstencionismo es la máxima expresión que se evidencia de este posible rechazo, o que al menos tiende a justificarlo. ¿Es válido esto? Es discutible.

Para mí el abstencionismo tiene dos expresiones importantes. El que se manifiesta del todo con no ir a las urnas electorales, y el que en urnas electorales se manifiesta no votando por ninguna de las alternativas existentes ofrecidas, o anulando el voto.

El que del todo no asiste a las urnas bien podría deducirse que no es que está en contra de todos los partidos y de todos los candidatos, sino que le es indiferente cuál de ellos pueda ganar el proceso electoral, porque siente que ninguno de ellos le altera, al elector abstencionista, su modo de vida, su estilo de vida, o no lo ve como una amenaza para su relativa comodidad o existencia, sea cual sea, y porque piensa, o deduce instintivamente, que cualquiera de los candidatos y partido que gane le puede producir más beneficio que perjuicio. Esa masa de abstencionistas, al término de las elecciones, contados los votos, se suma de manera pasiva a los votos del partido y candidato ganador, dándole fortaleza a su triunfo y mayor estabilidad al gobierno que se asumirá, y confianza al mismo proceso electoral. Así este abstencionista es un votante pasivo.

Está el votante que se presenta a las urnas y vota en blanco, devuelve la papeleta electoral en blanco o la anula de alguna manera, votando por todos, haciendo inválido su voto al no poderse deducir una voluntad clara a favor de alguno de los partidos o candidatos. Este es el abstencionista activo, que rechaza a todos los partidos y candidatos porque no le parece ninguno, por la razón que sea.

A los efectos prácticos de los resultados electorales, los sistemas electorales han establecido no reconocer, a sus efectos contables los votos de esta forma emitidos. Solo valen aquellos que están expresamente dados a una casilla electoral, de un partido o de un candidato, los que se consideran votos válidamente emitidos. Sin embargo, el que asiste a la urna y expresa su voluntad negándole el voto a cualquiera de las alternativas, de hecho y de derecho está expresando su voluntad de voto, está emitiendo válidamente su voluntad expresada en ese voto abstencionista, que a los efectos del resultado electoral no lo toman en cuenta, y que sí debe ser tomado en cuenta, al menos eso es lo que creo.

El voto abstencionista en urna debe tomarse como un voto válidamente emitido, no a favor de un candidato, lo que es obvio, sino a favor del mismo proceso electoral y democrático que debe reconocer de esa manera el voto en blanco, nulo o disidente, con el mismo valor porcentual que se le asigna al resto de los votos válidamente emitidos.

Los procesos electorales han establecido segundas rondas, o vueltas electorales cuando en la primera ronda no se saca el número de votos o porcentaje necesario para ser electo, 40%, como en Costa Rica, o 50% como en otros países, segunda vuelta que se resuelve con los dos que hayan sacado el mayor número de votos o mayor porcentaje, siempre inferior al necesario para elegir. La segunda vuelta, en todos los casos se resuelve con el mayor número de votos, sin porcentaje, lo que es absolutamente lógico para provocar un resultado electoral válido. Pues bien, si los votos en blanco se contabilizaran provocaría que el resultado electoral, sea por número de votos o por porcentaje se vuelva más difícil. Posiblemente facilitaría más el desarrollo de segundas vueltas electorales, pero a la vez los partidos políticos tendrían que preocuparse por mejorar sus imágenes públicas, las de sus líderes, caudillos o dirigentes, tendrían que ser más responsables en la gestión pública en que participan, tendrían que estar obligados a procesos de rendición de cuentas ante sus afiliados, seguidores y ciudadanos.

El reconocimiento real y efectivo de los votantes abstencionistas enriquecería más la democracia política y los procesos electorales. La situación más extrema en este dilema sería cuando el abstencionismo en urnas sea mayor que la suma de los votantes de los partidos inscritos, lo que inevitablemente obligaría a nuevas postulaciones para la segunda ronda, sin lugar a dudas, o a un proceso reconstituyente nacional, de manera automática se convoque a un Nuevo Pacto Nacional, a una Nueva Asamblea Nacional Constituyente, que redefina la nueva situación política nacional.

¿Mujeres como candidatas a la Presidencia, en la cercanía del 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres?

Vladimir de la Cruz

Me preguntan con frecuencia sobre la posibilidad de una mujer candidata a la Presidencia de la República, y eventualmente ganadora de las elecciones. Mi respuesta, que en mucho deja en asombro a quienes me interrogan, porque están prejuiciados del Gobierno de Laura Chinchilla, es que es posible que eso vuelva a suceder. Y algunos quienes hasta aquí han leído podrán pensar parecido. Pero, veamos.

Las mujeres en general, y las costarricenses también, fueron marginadas históricamente de la vida pública, económica, cultural, social. Fueron una población excluida de Derechos y posibilidades sociales y políticas como las que tenían los hombres. Fueron una población marginal en la vida de nuestras sociedades en sus escenarios públicos y de relaciones sociales públicas. Estaban recluidas a su vida hogareña, donde se decidía incluso su matrimonio, como parte de las relaciones y negocios económicos de sus padres.

La religión católica y la Iglesia contribuyó a este papel de la mujer, que la señalaba, como se dijo a principios del siglo XX en Costa Rica, cuando se trataba de que niños y niñas fueran a educarse en una misma aula, a lo que la Iglesia se oponía, señalando que eso contribuiría a que las mujeres se masculinizaran y los hombres se afeminaran, porque el papel fundamental de la mujer era “el corazón del hombre”, el hogar.

En la colonia incluso carecían de derechos sustantivos, que a la muerte de sus esposos, los adquirían para su administración los hermanos de sus esposos o sus hijos mayores.

En los inicios de la vida republicana fue parecido. La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, 1789, y poco tiempo después, la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, 1793, no llegaron con la fuerza institucional de igualarla realmente.

En materia de Derecho Civil estaban fuera hasta 1870, en muchos aspectos. En materia de herencias igual, hasta 1870, cuando empezaron a reconocerse esos derechos, con limitaciones. En materia de matrimonio, en las causales de divorcio, establecidas en 1888, las mujeres llevaban el peor peso y la mayor discriminación y opresión. En materia política peor era la situación.

A pesar del papel que jugaron las mujeres en la Campaña Nacional contra los filibusteros norteamericanos, sustituyendo a los soldados y voluntarios que fueron a combatir, salidos de los campos de trabajo, porque había que seguir produciendo para mantener la economía durante la guerra y para alimentar la tropa de casi 10.000 soldados. Igualmente, por el papel movilizador que tuvieron en los sucesos del 7 de noviembre de 1889, lo que motivó que el Presidente José Joaquín Rodríguez, 1890-1894, propusiera la posibilidad del voto femenino en las elecciones, lo que no se alcanzó hasta 1949, debiendo pasar varias décadas de luchas organizadas por obtener el Derecho de Voto, y participar en procesos electorales, de manera directa, con su voto, en 1951, y con sus candidaturas y elección, a diputadas, en 1953, y en adelante, hasta candidatas a la Presidencia y ser electa Presidenta una mujer.

La sociedad machista, misógina en muchos aspectos, marcó el ADN de mucha gente y ciudadanos hasta hoy. Por eso no se ve bien y se rechaza sutil, o francamente, la participación real y efectiva de las mujeres disputando puestos para diputados o la Presidencia.

Desde el primer Gobierno de Oscar Arias, 1986-1990, hasta su segundo gobierno 2006-2010, el papel de las mujeres se fortaleció en el campo político electoral. Se dictaron y aprobaron las leyes para asegurar, cada vez más, la mayor, real y efectiva participación. En el primer Gobierno fue nombrada la primera mujer Presidenta de la Asamblea Legislativa, ya había habido diputadas desde 1953, y la primera en ser Vicepresidenta de la República. Y, en su segundo gobierno escogió e impulsó a su Vicepresidenta para la candidatura presidencial, que lo logró, Laura Chinchilla Miranda, por mérito propio y por la buena imagen que había al final de su Administración, de su gestión gubernamental, a la que llegó con 40% de votos, y salió con el 48% de votos obtenidos por y para Laura Chinchilla, las votaciones más altas obtenidas para ganar la Presidencia de la República, después de muchas elecciones

Las mujeres históricamente han sido mayoritarias en la población. En términos generales hay más mujeres que hombres, aunque sea poca la diferencia. No recuerdo un caso estadístico en que la población haya sido mayor de hombres que de mujeres. En este momento hay más mujeres que hombres en la sociedad costarricense, y en el padrón electoral también. Mueren más hombres que mujeres a causa del COVID-19. En carreras universitarias, consideradas hace algunos años masculinas, o de preferencia de hombres, hoy tienen matriculadas más mujeres que hombres.

Hoy las mujeres compiten y desplazan a los hombres de sus reductos tradicionales, y también de la política, aunque todavía con mayores dificultades.

La legislación electoral ha avanzado en Costa Rica fuertemente para asegurar de manera real y efectiva, en condiciones de igualdad la participación y la nominación de mujeres a puestos de elección popular. ¿Por qué, entonces, desdeñar la participación de mujeres candidatas a la Presidencia para el próximo proceso electoral? Esa sigue siendo una posibilidad.

En el Partido Liberación Nacional los candidatos que suenan son masculinos. De nuevo Oscar Arias, propuso recientemente, una mujer que no aceptó su nominación, con lo cual en esa tienda política pareciera que, en esta ocasión, no juega ninguna candidata. En la Unidad Social Cristiana apareció Lineth Saborío Chaverri, que fue Vicepresidenta en el Gobierno de Abel Pacheco, en el Partido Acción Ciudadana suenan varias mujeres como candidatas, Marta Zamora, Carolina Hidalgo y la Embajadora en España, Ana Elena Chacón, que también fue Vicepresidenta de la República, 2014-2018. Milagrosamente Epsy Campbell no renunció a su Vicepresidencia actual, para ser candidata presidencial, y tampoco puede ser ya candidata a diputada. A ministra de un nuevo Gobierno del PAC, si ganan las elecciones del 2022, si puede llegar a ser.

En los Libertarios la que suena es Natalia Díaz, en el Frente Amplio suenan Rocío Alfaro, Sofía Guillen, Patricia Mora. No recuerdo, en este momento, otras candidatas que se oigan.

Mujeres hay para ser candidatas. Posibilidades presidenciales para ellas son iguales que las de los hombres. Unas más que otras, según el Partido al que pertenezcan, con más historia electoral y con mejores resultados electorales, que las potencia con mayor posibilidad, como es el caso de Ana Elena Chacón, que de serlo sería la candidata oficial del Partido de Gobierno que alguna ventaja le da.

Ahora el elemento subjetivo de todo este proceso. Soy de la idea, por lo que veo y he estudiado, que la sociedad costarricense, en general, y los hombres en particular, es muy apegada a la Mujer, como Abuela, como Madre, como Esposa, como Hijas. En lo particular los hombres en Costa Rica tienen “mamitis”, están muy ligados afectivamente a sus mujeres, especialmente están muy pegados a sus madres y abuelas.

Las mujeres cabeza de familia son muy importantes para una parte significativa de la población. Antes de la Pandemia había 350.000 mujeres cabeza de familia, que eran el principal ingreso de los hogares aun cuando tenían esposo o compañero. Los dos millones de mujeres que no están incorporadas al proceso productivo nacional atienden, cuando no son estudiantes, y muchas estudiantes lo hacen también, sus hogares, llevan las principales cargas y tareas de sus hogares, desde la buena administración de sus hogares, con los pocos recursos económicos que tienen, o que les dan sus maridos o compañeros, para sacar adelante, en sus dificultades y posibilidades su núcleo familiar. Tenemos más Mujeres Alfa en este sentido que Hombres Alfa, que lo pueden ser en otras dimensiones, pero no en su hogar.

En mi experiencia de vida he estado rodeado de Mujeres Alfa, mis abuelas, la materna y la paterna, mi madre, mis tías maternas y paternas, mi esposa, mi hija, mis nueras, mis primas, y siento que mis nietas están siendo formadas para ser Mujeres Alfa, lo que alegra y enorgullece mucho. Ha sido una experiencia maravillosa haber vivido en este contexto.

Por ello ante la inquietante pregunta, que originó esta reflexión, no veo por qué no pueda haber otra Presidenta en el próximo Gobierno, como posibilidad. Lo que me impide verla en concreto es que hasta hoy no está a la vista pública, ni se le conocen sus planteamientos políticos y hacia el nuevo Gobierno, ni de cómo va a enfrentar la grave situación que tenemos en todos los órdenes de la vida social, económica y política. Pero, como posibilidad, existe la candidata y la Presidenta de Costa Rica, al margen de la valoración subjetiva que se pueda tener del Gobierno de Laura Chinchilla Miranda. Todavía no se ha hecho la valoración histórica de ese Gobierno. Sobre él hay leyenda, nebulosa y mala memoria.

Los procesos electorales para cada partido y candidato no son simples, son complejos

Vladimir de la Cruz

En Estados Unidos, en la lucha electoral y los procesos electorales, juegan dos escenarios, el de la elección popular, orientado a sacar la mayor cantidad de votos posibles, y el de ganar los miembros del Colegio Electoral, que tiene que ver con quien gana la mayoría de los votos en cada Estado, de los 50 Estados que conforman la Unión Americana. No necesariamente el que tiene más votos nacionales gana si no tiene la mayoría de los miembros del Colegio Electoral, como sucedió con Al Gore contra Bush y con Hillary Clinton contra Trump. Por ello el esfuerzo de Donald Trump de eliminar, anular y cuestionar votos de Estados donde había perdido mayoritariamente que le daban más miembros del Colegio Electoral a Joe Biden.

En esos Estados hay diferencias de población, unos tienen más que otros, y eso les posibilita más miembros del Colegio Electoral a quienes los ganen electoralmente.

Es un sistema electoral perverso, pero es el que gobierna la forma de elegir en Estados Unidos, porque en la práctica hay 50 elecciones diferentes, que tienen también sistemas diferentes de conteo de votos y de porcentuales para definir ganador. En Estados Unidos ni siquiera hay un Tribunal o Consejo Electoral Nacional que tenga a cargo todo el sistema de votación, desde que arranca hasta que termina, y sea éste el que declare sobre los resultados al ganador. Aquí el asunto puede llevarse hasta la Corte Suprema de los Estados y de la Corte Suprema de los Estados Unidos, la Corte Federal.

En nuestros países, por el sistema presidencialista que tenemos, se resuelva más fácilmente el resultado electoral. El que tiene la mayoría nacional gana. Solo que esa mayoría nacional tiene distintos porcentajes para ganarse. En unos países se exige más del 50% de la votación y en otros, como en Costa Rica, más del 40%. Si ese resultado no se obtiene, entonces, pasan a una segunda vuelta electoral, aquellos dos partidos políticos, o candidatos, que hayan sacado más votos o los porcentajes más altos de votación, sean menores al 40% o al 50% de los votos que se exigen para declarar ganador.

En todos los países la segunda vuelta se gana con la simple mayoría, y es natural que así sea, porque de lo contrario se podría entrar en una espiral votaciones de nunca acabar.

Este sistema electoral gringo se me parece mucho a la situación que se presenta al interior de los partidos políticos nuestros, y el papel que en ellos tienen sus líderes, especialmente, los que aspiran a ganar puestos electorales, tal como ahora existen las tendencias para que los puestos electorales los elijan las Asambleas Provinciales, en el caso de los puestos a candidatos a Diputados, y a Presidente cuando son de designación de la Asamblea Nacional del Partido. En el caso de los candidatos que se definen por elecciones internas, por mecanismo de convenciones abiertas o cerradas, el que impone el triunfo es quien gana la convención, que queda solamente para ser ratificado su resultado por la Asamblea Nacional, como se establece en la legislación nacional.

Veamos la situación en el país. Partidos políticos como Liberación Nacional, la Unidad Social Cristiana y Acción Ciudadana, resuelven sus candidaturas presidenciales con Convenciones abiertas o cerradas. Ahí lo que tenemos es número de candidatos que estén dispuestos a mantenerse como candidatos aun cuando les exigen, partidariamente, cifras elevadas de inscripción, justificadas en los gastos que exige la Convención y los preparatorios de la campaña electoral.

Pero, en materia de diputados lo que se evidencia es una lucha a muerte por encabezar los primeros puestos que son los posibles elegibles para todos los partidos. Y aquí viene lo interesante, lo que se me asemeja al Consejo Electoral gringo en los partidos políticos costarricenses.

La elección que se viene haciendo, a propuesta de las Asambleas Provinciales de cada partido, implica hacer siete asambleas provinciales, a razón de una por cada Provincia. Allí se definen las candidaturas. Quien haga las primeras impone sus candidatos. No vaya a suceder como en la última campaña electoral que la Unidad Social Cristiana dejó de último lugar la Asamblea de San José, cuando ya tenían las seis provincias resueltas, y tenían por Ley que respetar la alternabilidad horizontal de que al menos en tres provincias encabezaran la lista de diputados mujeres. San José se definió por una candidatura masculina y el Tribunal Supremo de Elecciones les obligó a invertir el orden de candidatos para asegurar ese orden legal.

Actualmente el partido Unidad Social Cristiana quiere imponer con una disposición de la Asamblea Nacional cuáles provincias irán encabezadas por mujeres y cuales por hombres. Si esto lo acuerdan ya, antes que se realicen las asambleas provinciales, pueden imponerlo. Pero, si las Asambleas Provinciales empiezan a ser convocadas por sus propios miembros para decidir esas candidaturas la Asamblea Nacional no puede hacer nada.

Los aspirantes a candidatos a diputados, mujeres u hombres, de la Unidad Social Cristiana, para el 2022, ya deberían estarse moviendo en la convocatoria de esas Asambleas con la intención de ir definiendo y declarando sus candidatos provinciales.

¿Cómo ganar una Asamblea Provincial? No es fácil. Hay que ganar primero, al menos, la mayoría de Asambleas Cantonales, que son las que nombran, cada una, los cinco delegados de representación ante la provincial, porque de esa manera se tiene la mayoría de votos, sin importar que tan grande y qué tan populoso sea un cantón, y por ello sin importar el número de distritos de cada cantón. Lo que hay que asegurar es que los cinco delegados que se nombran por cantón apoyen a un candidato, que se mueve en esa dirección de obtener su apoyo.

Veamos algunos ejemplos. San José tiene 20 cantones, Alajuela 16, Cartago 8, Heredia 10, Guanacaste 11, Puntarenas 11 y Limón 6. Así el candidato que tenga ganados 11 cantones de San José, 9 de Alajuela, 5 de Cartago, 6 de Heredia, 6 de Puntarenas y 4 de Limón se impone como el que controla la mayoría de los delegados de cada Provincia, y de hecho controla la Asamblea Nacional cuando no tiene otros componentes sociales que la integren.

Dentro de esta lógica, entonces hay que actuar con bisturí político. ¿Cuáles cantones interesa ganar o ejercer control sobre sus delegados cantonales a la Asamblea Nacional? Aquellos en los cuales sea más fácil ejercer ese control. Esos son aquellos cantones que tienen menos distritos administrativos, que teóricamente se representan en esas Asambleas Cantonales con cinco delegados por distrito.

En Costa Rica hay siete Provincias, 82 Cantones y 488 Distritos. Estos Distritos se distribuyen así, por Provincia: 123 San José, 116 Alajuela, 51 Cartago, 47 Heredia, 61 Guanacaste, 60 Puntarenas y 30 Limón. A la vez este número de Distritos se distribuye muy desigualmente en cada Cantón y Provincia, tanto en tamaño geográfico, población y distancia para visitarlos e ir a hacer el trabajo político.

Así por ejemplo, en la Provincia de San José, el Cantón Central de San José tiene 11 Distritos, Escazú tiene 3, Desamparados 13, Puriscal 9, Tarrazú 3, Aserrí 6, Mora 7, Guadalupe 7, Santa Ana 6, Alajuelita 5, Vázquez de Coronado 4, Acosta 5, Tibás 5, Moravia 3, Montes de Oca, 4, Turrubares 5, Dota 3, Curridabat 4, Pérez Zeledón 12 y León Cortés 5.

De esta manera, en esta Provincia, con 20 cantones, el que domine con la totalidad de sus delegados a la Asamblea Provincial, los 12 cantones con 5 o menos Distritos de hecho domina la Asamblea Provincial. Hay cantones muy difíciles de hacer en su Asamblea Cantonal por la lejanía de sus distritos, como es el de Pérez Zeledón. Así se trabaja, en análisis de la situación, con cada Provincia, Cantón y Distrito por quienes están interesados en ser electos, en cargos elegibles o posibles de ser electos por cada partido político.

Así es como debe estar funcionando la arquitectura y la ingeniería del mapa electoral interno, del diseño de la campaña, en su táctica y estrategia, y la lógica de cada candidato que quiera ocupar el primer puesto de diputado por cada uno de estos partidos en estos días que vienen. Aun así no es simple. Es un proceso complejo que obliga a que los candidatos realicen visitas a todos los distritos, a todos los cantones, y a todas las provincias, amarrar sus simpatizantes, leales y dispuestos a trabajar por ellos. Asegurar, sobre todas las cosas que los delegados asistan a la Asamblea Cantonal y la Provincial, incluso asegurándoles viáticos de transporte y hasta de hotel si es necesario.

Entonces, la clave es tener la mayoría de delegados de los distritos de cada cantón bajo control de sus delegados, y la mayoría de los delegados cantonales a la asamblea provincial respectiva. Con esto hasta candidato presidencia puede imponerse.

Cuando veo tantos candidatos a diputados, muy sentaditos en San José, me parece que algunos están jugando a la gallinita ciega, o a darle a la piñata. Ni qué decir de la cantidad de candidatos a Presidente de la República, que tienen que estar en todo el escenario, aquí y ahora, no a la distancia ni en la lejanía. En política la gente, las personas, y los miembros de los partidos se van definiendo y adquiriendo compromisos, lealtades e identificación con aquellas personas, candidatos, que les visitan, que los atienden, que les hablan directamente, que los abrazan y apapachan, y les producen confianza. Así es la política, por más redes sociales y mecanismo virtuales que haya y se usen, así como por las encuestas que se produzcan, para cada instante que se evalúe. En esta materia hay que recordar que una encuesta mata a otra encuesta.

En materia de candidaturas a diputados cualquier persona puede serlo por cualquier Provincia, aunque no viva en ella, porque los diputados son electos “por la Nación”, en representación de todo el electorado del país.

En materia de candidaturas a la Presidencia cualquiera también puede serlo. Tan solo se necesita que tenga 30 años cumplidos. Ni siquiera se exige un examen de comprensión de lectura, ni de escritura, ni de entendimiento de lo que se lee, ni examen de capacidad de memoria…

El glorioso 7 de noviembre de 1889

Vladimir de la Cruz

Hasta 1889 los procesos electorales en Costa Rica se realizaban sin partidos políticos, tal y como ahora los conocemos. Los ciudadanos, con capacidad de participar en procesos electorales con aspiraciones a la Presidencia de la República, o a diputados, se postulaban ante los electores, que eran ciudadanos con capacidad de votar, hombres, mayores de edad, que sabían leer y escribir, con cierta capacidad económica, y que ejercían su voto de manera pública, de modo que por esa forma se podía estimar el resultado electoral.

En la elección de 1889, por primera vez participaron dos partidos políticos, el Partido Liberal Progresista que postulaba a Ascensión Esquivel y el Partido Constitucional Democrático con José Joaquín Rodríguez como candidato. A Ascensión Esquivel lo presentaban como un candidato más liberal y del Olimpo, de los que estaban arriba, y a José Joaquín Rodríguez, más popular, que salía de la Presidencia de la Corte Suprema de Justicia para ser candidato presidencial.


Las elecciones se hacían por el sistema de primer y segundo grado, las de primer grado se hicieron el 3 de noviembre, que designaba los electores que el 7 de noviembre realizarían su votación final.

El Presidente Bernardo Soto, haciendo una maniobra, se separa del Poder, y llama el 1 de mayo de 1889 a ejercer la Presidencia a Ascensión Esquivel, con un movimiento de la tropa del Ejército, presionando la opinión pública y a los ciudadanos, con lo cual procuró darle ventaja electoral a Ascensión Esquivel, lo que provocó la resistencia ciudadana, que al ir conociendo el desenlace electoral a favor de José Joaquín Rodríguez, se supuso que no se iba a respetar el resultado de las elecciones, y se lanzaron los ciudadanos a la calle, más de 7 mil personas de la época, alrededor de un 3% de la población, cerca de 150 mil personas hoy, campesinos, trabajadores urbanos de distintos oficios y profesiones, mujeres, con sus instrumentos de trabajo, como armas, logrando de esa manera hacer valer la voluntad electoral a favor de José Joaquín Rodríguez y hacer respetar los resultados electorales. Así se evitó un fraude electoral, en un sistema electoral que tenía por costumbre hacerlos, y el pueblo impuso su voluntad electoral.

Los ciudadanos sitiaron la ciudad capital, con enfrentamientos callejeros, el Presidente Bernardo Soto deposita la Presidencia en el Designado Dr. Carlos Durán, para terminar su período, quien gobernó seis meses hasta entregarle la Presidencia a José Joaquín Rodríguez. Así se hizo respetar un resultado electoral, con movilizaciones populares y armas e instrumentos de trabajo en las manos.


La participación de las mujeres hizo que el Presidente José Joaquín Rodríguez exaltara la necesidad de reconocer el derecho de voto de las mujeres, sin que se lograra en esos años.

En los años siguientes se exaltó ese acontecimiento de manera especial y se le fue dando la relevancia de defensa de la Democracia, de las Elecciones y de la Representación Popular.

En el Gobierno de Rafael Ángel Calderón Guardia se estableció, por Decreto No. 18, en 1942, que cada 7 de noviembre se debía celebrar el Día de la Democracia Costarricense. En la celebración del Centenario de esta fecha el Presidente Óscar Arias inauguró la Plaza de la Democracia