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Etiqueta: Programa Estado de la Nación

Conversatorio: “Seguridad Alimentaria y Nutricional: una necesidad nacional”

Programa Estado de la Nación-Frente parlamentario contra el hambre

20 de agosto de 2024, Auditorio Educación Continua, UCR

A continuación, se detalla el horario que cumplirá el conversatorio de Seguridad Alimentaria y Nutricional. Estarán presentes varias personas expositoras como: Renato Mauf (exporte de Brasil) , German Masís en representación de la sociedad civil, Enzo Molinari representante del Centro Agropecuario Centroamericano, Felipe Arauz (profesor emérito de la UCR), la diputada de la República Monserrat Ruiz,  Ciska Reventós profesora jubilada de la UCR, Oscar Rodríguez del Consejo Nacional de producción, Marianela  Zúñiga de la UCR, Karen Chacón PEN-Conare (Programa Estado de la Nación) y  Guido Barrientos de la PEN también.

Hora 

Sección 

Persona (s) responsable (s) 

9:00-9:30 

Bienvenida e introducción 

Persona del PEN

 

9:30-10:30 

Charla magistral 

Renato Maluf, experto internacional, Brasil

 

10:30-12:00 

Conversatorio 1 

Modera: Leonardo Merino, PEN

Sociedad civil: German Masís, consultor en SAN

  

Sector productivo: Enzo Molinari

CAC Santa Bárbara

 

Sector académico: Felipe Arauz,

Profesor Emérito de la UCR  

 

Institucionalidad pública: Monserrat  Ruíz, Diputada, coordinadora Frente P.Hambre 

12:00.1:30 

Almuerzo 

 

1:30-3:00 

Conversatorio 2 

Marcela Dumanni, UCR

Sociedad civil: Ciska Reventós, académica jubilada UCR 

 

Sector productivo: Oscar  Rodríguez, CNP 

 

Sector académico: Marianela  Zúñiga, EN-UCR 

 

Institucionalidad pública:  Karen Chacón, PEN-Conare 

 

3:00-3:30 

Conclusiones (intención de compromiso) 

Guido Barrientos, PEN

Información compartida con SURCOS por German Masís.

Imagen: Laura Rodríguez Rodríguez UCR

¿Tiene Costa Rica seguridad alimentaria en la crisis actual?

Se le invita a sintonizar el conversatorio “¿Tiene Costa Rica seguridad alimentaria en la crisis actual?”, del Programa Estado de la Nación, el día de hoy miércoles 13 de julio a las 6:00 p.m. 

En esta edición, se hablará sobre la seguridad alimentaria de nuestro país en el marco de la crisis que afronta.

Con la participación de:

  • Adoniram Sanches Peraci, representante de la FAO en Costa Rica.
  • Laura Brenes Peralta, coordinadora de la Red Pérdida y Desperdicio de Alimentos.
  • José Angulo Alguera, ex gerente del Consejo Nacional de Producción (CNP) y consultor en gestión de proyectos de inversión y sociales.
  • Karen Chacón Araya, investigadora del Programa Estado de la Nación.

El conversatorio será transmitido mediante un Facebook Live en el perfil del Programa Estado de la Nación.

Agricultura orgánica: desafíos actuales y cómo superarlos

El Programa Estado de la Nación (PEN) le invita al conversatorio “Agricultura orgánica: desafíos actuales y cómo superarlos”, a realizarse este miércoles 07 de abril 2021 a las 3:00 p.m.

La transmisión será en vivo por Facebook Live: Programa Estado de la Nación:

https://www.facebook.com/EstadoNacion

Se contará con la participación de Gabriela Soto, directora Eco-Lógica; Rocío Aguilar, directora Departamento de Producción Orgánica (MAG); Karla Morales, jefa de Unidad ARAO; Hannia Villalobos, productora Rinconcito Orgánico Irazú. Moderador: Guido Barrientos, capacitador del PEN.

 

Compartido con SURCOS por German Masís.

Distancia social: la paradoja de las fracturas en la Costa Rica del bicentenario

Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)

Al ser 6 de marzo se cumplen 365 días exactos desde que fue anunciado el primer caso por Coronavirus en Costa Rica. En esos días, las informaciones resultaban escuetas pero llevaron a localizar los primeros incidentes en la provincia de Alajuela, concretamente en el Hospital de la ciudad.

Luego se conocería que entre los afectados de forma temprana por la enfermedad, se encontraba una pareja de turistas estadounidenses, cuyas identidades, proveniencia y estadía en el país fueron manejadas con absoluta discreción y privacidad. Semanas después, el aumento exponencial de casos fue relacionado con la presencia de población migrante, fundamentalmente proveniente de Nicaragua, en lo que hemos definido en varias oportunidades, como la constitución de las espacialidades de la sospecha: asentamientos urbanos, cuarterías, fincas de producción piñera ubicadas en la zona norte del país, quedaron subsumidos en una especie de lugares peligrosos y potencialmente mortales.

Tanto fue el discurso y la presión mediática sobre esta relación entre migración y enfermedad, que llevó a las autoridades costarricenses a definir por primera vez en años una estrategia interinstitucional de seguridad fronteriza denominada «Frontera segura», que básicamente consistía en clausurar y blindar las posibles entradas irregulares de personas provenientes de Nicaragua al país, garantizando con ello el resguardo de la higiene costarricense que ya empezaba a debilitarse. El manejo libertino de la pandemia por parte de las autoridades de aquel país hizo levantar aún más las consideraciones sobre el distanciamiento y el tratamiento de sospechoso sanitario a todo aquel proveniente de la geografía del norte.

La forma inédita mediante la cual varias comunidades se organizaron para rechazar albergues con personas enfermas, muchas de ellas migrantes, es un claro ejemplo del impacto de los discursos y las prácticas institucionales conjugadas con una agenda mediática volcada a responsabilizar a los extranjeros, a cierto tipo de extranjeros, sobre el aumento de los casos y la incontenibilidad de una posible masificación del virus.

Valga decir que, contrario a lo que ocurrió con la pareja de turistas estadounidenses, la exposición de muchos grupos de personas migrantes de origen nicaragüense a la opinión pública fue constante, agresiva, irrespetuosa. Para ellos no hubo protección de identidad ni cuido en hoteles: sus rostros y cuerpos fueron expuestos una y otra vez en medios de comunicación y redes sociales, socavando el principio de resguardo de imagen e identidad que debe privar en medio de situaciones extremas como las que se instalaron a nivel global durante el año 2020. Una fractura más en la convivencia se había instalado.

Esta situación fue fiel reflejo de la traducción colectiva y empírica de una serie de conceptos, antes desconocidos, que fueron introducidos por las autoridades de salud costarricenses como una forma de ajustar las indicaciones emanadas desde organismos como la Organización Mundial de la Salud (OMS). Asi, se empezaron a escuchar con frecuencia nociones como confinamiento, testeo, burbujas sociales, curvas planas y levantadas y distancia social.

En este último concepto, no solo se implementaron las prácticas sugeridas de guardar una relación de cerca de dos metros con respecto a otras personas, sino que la noción fue llevada al campo macro social donde espacialidad, clase, nacionalidad y sector de empleo, terminaron por evidenciar el recorte profundo en una sociedad aboslutamente fragmentada como la costarricense.

Ya desde antes de la pandemia las distancias sociales y poblacionales eran evidentes, luego de las primeras implementaciones del plan de ajuste fiscal aprobado durante el año 2018 y que delineó una conjugación de intereses privados con las definiciones de enfoque neoliberal desarrolladas por los cuadros económicos y sus músculos politicos enquistados en la gestión gubernamental del país.

Según el Programa Estado de la Nación, la crisis estaba instalada antes que la coyuntura sanitaria fuera declarada con el primer caso: un 21% de hogares costarricenses se encontraban en condiciones de pobreza; 9% de los cerca de 1.600.000 hogares existentes en Costa Rica no tenían las condiciones para que la gente se «quedara en casa» y un 7% no contaba con acceso a servicios básicos como agua, luz y disposición de desechos sólidos[1].

Hoy en día la situación es más crítica. Hacia finales de 2020, de acuerdo con INEC, el porcentaje de hogares pobres había crecido hasta un 26%, siendo la cifra más alta registrada en el país en los últimos 30 años. Al iniciar el año de la pandemia ya se tenía una cifra de desempleo relevante del 12.5% que aumentó al 24% durante los meses más duros y que luego se estacionó en una todavía alta cifra de dos dígitos del 20%.

Habrá que esperar por los datos agregados del primer trimestre de este año para tener una verdadera dimensión de lo ocurrido. Sin embargo, dados los escenarios mostrados, una verdadera distancia social real se ha instalado en el país. Ya no solo recoge la habitual eversión entre personas costarricenses y cierto tipo de migrantes como lo hemos expuesto en la primera parte de estas reflexiones; ahora suma las desigualdades crecientes, los altos niveles de exclusión social y los procesos de división y polarización que continúan confrontando a las mismas poblaciones, en un juego alimentado por cámaras, empresarios, medios y ciertas visiones tecnócratas y reduccionistas instaladas en las esferas gubernamentales.

En el año del bicentenario, las varias Costa Ricas que existen se han hecho evidentes. Algunas no celebrarán la fecha por obvias razones. Otras serán recordadas por su tristemente célebre papel de haber llevado al país a una fractura social sin retorno. Cuando esta columna está siendo terminada, se conocen nuevos actos de violencia en territorios indígenas de China Kichá, escenarios de recuperaciones y de usurpaciones contantes a manos de personas no indígenas. Allí se dibujan quizá en grado sumo las ditancias provocadas por décadas de desigualdad, racismo y exclusión

Con estas evidencias, la distancia social es quizá el mejor calificativo que podemos endosarle a las Costa Ricas del bicentenario. Y estamos claros que no tiene que ver solo con los 1,8 metros solicitados para resguardar el virus. Es una fractura mucho más profunda, aguda e irreversible cuya vacuna no aparece en el horizonte. Al menos por ahora.

[1] Programa Estado de la Nación. «Las desigualdades que enfrentan los hogares en cuarentena». 6 de abril de 2020. Consultado en https://estadonacion.or.cr/las-desigualdades-que-enfrentan-los-hogares-en-cuarentena/

Foto de cabecera: https://flacso.or.cr/noticias/la-otra-distancia-social-reflexiones-y-aproximaciones-a-lo-subnacional/

Promotora Costarricense de la Innovación y la Investigación: Reflexiones a posteriori de la aprobación del proyecto

José María Gutiérrez
Profesor Emérito, Universidad de Costa Rica

Recientemente fue aprobado en la Asamblea Legislativa el proyecto de ley que transforma el Consejo Nacional para Investigaciones Científicas y Tecnológicas (CONICIT) en la Promotora Costarricense de Innovación e Investigación. La tramitación de este proyecto, el apoyo que recibió por parte de las autoridades de ciencia y tecnología, y las reacciones que motivó en la comunidad científica ofrecen insumos importantes para la reflexión. Presento a continuación algunas consideraciones, con la idea de que contribuyan a generar más discusión sobre el tema de la ciencia, la tecnología y la innovación (CTI).

Visiones encontradas del desarrollo de la ciencia, la tecnología y la innovación

Las discusiones alrededor de este proyecto dejaron ver diferentes visiones de los rumbos que debe tomar el desarrollo de la CTI en el país. Más allá de la retórica que busca mostrar consensos donde no los hay, aparecen en el escenario nacional visiones contrapuestas sobre este tema. Por un lado, se nos presenta una concepción de que la CTI es básicamente un instrumento de desarrollo económico. Esta perspectiva, que permea la médula del proyecto mencionado, centra la prioridad de los procesos de desarrollo y transferencia tecnológica e innovación hacia la provisión de insumos para el fortalecimiento del sector productivo y, más específicamente, del sector productivo empresarial. El conocimiento, desde esta perspectiva, es básicamente un elemento para el crecimiento de la economía y, en particular, de cierto sector de la economía.

Para muestra un botón: en las versiones iniciales de dicho proyecto no se incluía la ciencia entre los objetivos de la Promotora y solamente se asignaba un puesto para la comunidad científica en la integración de la junta directiva, dominada por cámaras empresariales. Que esto cambiara parcialmente en la versión final del proyecto se debe a la presión ejercida por la comunidad científica nacional, no a la visión de quienes gestaron y promovieron el proyecto de ley.

Frente a esta concepción emerge una visión alternativa que parte del concepto de que la CTI constituye un conjunto de componentes de carácter sistémico, los cuales deben ser vistos y promovidos integralmente. El complejo CTI incluye la generación de conocimiento básico a nivel de ciencias naturales y sociales, el desarrollo tecnológico y la transferencia de tecnología a sectores de la sociedad que demandan este conocimiento, la innovación, y el fomento de una cultura científica que socialice el conocimiento y contribuya a forjar una ciudadanía informada y crítica. Se trata de un engranaje complejo que va desde la generación de conocimiento fundamental, por medio de la ciencia, hasta la aplicación de dicho conocimiento de muy diversas formas y en beneficio de amplios sectores de la sociedad.

Desde esta perspectiva, la innovación, el desarrollo tecnológico y la transferencia de tecnología son fundamentales, pero son solo algunas piezas de un engranaje mucho más complejo. Esta visión sistémica e integral de CTI demanda un delicado equilibrio entre los diversos componentes del sistema, incluyendo la ciencia básica. Además, los beneficios del conocimiento no solo deben permear al sector económico, sino también a muchos otros ámbitos de la sociedad. Por ello, la excesiva priorización en algunos de los componentes va en detrimento del carácter holístico que debe prevalecer en la CTI. Sin una ciencia básica fuerte, apoyada desde el estado, que genere ideas realmente novedosas, la innovación y la transferencia de tecnología serán muy limitadas. Esta concepción integral de CTI es la que ha privado en los países donde la ciencia y la tecnología se han insertado como elementos esenciales para generar prosperidad y equidad.

Existe un evidente distanciamiento entre las autoridades de CTI y la comunidad científica nacional

Uno de los aspectos que más llamó la atención durante el proceso de discusión de este proyecto fue la evidente escisión y distanciamiento que existe entre las autoridades políticas de CTI y la comunidad científica nacional. Para quienes integramos esta comunidad fue muy claro, desde un inicio, que el proyecto de marras tendría un impacto negativo para la ciencia del país. Eso lo manifestaron tanto la Academia Nacional de Ciencias como el Consejo Universitario de la Universidad de Costa Rica, así como diversos sectores del ámbito científico, en foros y artículos. Lamentablemente estas opiniones no recibieron la atención debida por parte de las autoridades de CTI, ni de las señoras y los señores de la comisión legislativa que promovieron este proyecto. No fue sino hasta el final, ante la presión de investigadoras e investigadores, que se introdujeron algunos cambios. Esto ha generado molestia y decepción en un amplio sector de la comunidad de ciencia y tecnología.

Lo anterior revela un distanciamiento notorio entre la comunidad científica y las autoridades nacionales de CTI. Esto no es nuevo, ya que desde hace décadas quienes trabajamos promoviendo la investigación científica hemos observado un desinterés evidente, de parte de los sectores políticos, por las necesidades, limitaciones y urgencias que tenemos en nuestro campo. El Informe del Estado de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación, elaborado por el Programa Estado de la Nación, fue muy claro en este sentido, al detectar una disyunción entre los planes oficiales de CTI y las áreas científicas en las que el país ha acumulado fortalezas. Esta dislocación es un problema importante que se debe reconocer y atender, porque limita seriamente el desarrollo de la CTI.

¿Cómo fortalecer la ciencia en Costa Rica?

El escenario arriba descrito nos obliga a replantearnos el tema de cómo fortalecer la ciencia en el país. De prevalecer el modelo ‘economicista’ descrito, aunado a la creciente reducción de la inversión pública en este y otros ámbitos esenciales, es muy probable que la ciencia costarricense se debilite paulatinamente en el futuro cercano. La comunidad científica y el país en general debemos evitar que esto ocurra. Pero ¿qué hacer? La pregunta invita a procesos de reflexión colectivos. A continuación, presento algunas consideraciones al respecto.

  • Generar instancias de organización de la comunidad científica: Es evidente que las autoridades nacionales de ciencia y tecnología, y la clase política en general, no le han dado la prioridad debida al desarrollo científico nacional. Ante esta realidad, la comunidad de investigadoras e investigadores debe movilizarse para gestar formas novedosas de organización, con el fin de promover la ciencia en el país. En esto tiene un importante papel que jugar la Academia Nacional de Ciencias, pero también otras formas de organización del sector. Por ejemplo, un grupo de investigadoras e investigadores está gestando la creación de un colectivo de personas jóvenes, que inician su carrera, de manera que sirva de punto de encuentro para compartir inquietudes y desarrollar iniciativas que les permitan consolidarse en dinámicas de creación científica. Es necesario que la comunidad científica sea más proactiva en acciones de carácter político que promuevan la ciencia y en participar más activamente en la vigilancia de procesos legislativos que atañen a su campo de trabajo. Ello implica también presionar a los sectores políticos de CTI para que asuman una visión más integral. Se requiere poner en marcha amplios procesos de discusión sobre el desarrollo de la CTI que conduzcan, entre otras cosas, a afirmar la relevancia de la investigación científica para el país.
  • Defender la autonomía y el presupuesto de las universidades públicas: Las universidades públicas son, con mucho, el principal reservorio de ciencia y tecnología del país. Estas instituciones, gracias a su autonomía, han sabido resistir las presiones externas que intentan volcar la investigación al plano económico prioritariamente. Las universidades públicas han desarrollado una agenda de investigación integral, que fomenta el desarrollo equilibrado de las ciencias básicas, las ciencias sociales, las tecnologías, las letras y las humanidades. Y también han sabido proyectar este cúmulo de saberes a diversos sectores de la sociedad. Ha sido gracias al esfuerzo sostenido de estas universidades que el país cuenta con colectivos fuertes en varias áreas del conocimiento. Y esto se ha efectuado muchas veces a contrapelo de las políticas oficiales nacionales de CTI. Pero las universidades están siendo sometidas a procesos de acoso externo sin precedentes, que tocan aspectos esenciales de su autonomía y que debilitan su financiamiento. El efecto que estos procesos tendrían sobre la ciencia nacional puede ser devastador. Por ello, una acción política clave, no solo de las comunidades universitarias sino del país en general, es la defensa a ultranza de la autonomía universitaria y del presupuesto de estas instituciones. Así mismo, es esencial mantener la filosofía integral de desarrollo académico y científico en ellas.
  • Fortalecer el colectivo de investigadoras e investigadores del país: El eje central de cualquier proceso de desarrollo de CTI es contar con un colectivo de personas muy bien formadas en el país y el exterior, comprometidas con la investigación científica y tecnológica. Costa Rica, sobre todo a través de las universidades públicas, ha logrado consolidar una comunidad científica, pero la misma adolece de falta de redundancia, y presenta problemas de brechas de género, relevo generacional y endogamia académica, como lo señaló el informe del Estado de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación. Las crecientes limitaciones fiscales y las restricciones presupuestarias perjudican la contratación de personas jóvenes bien formadas y muchas de ellas han optado por trabajar en el extranjero. Además, el sector privado ha sido muy omiso en cuanto a ofrecer oportunidades para personas que trabajen en investigación. Todo esto obliga a gestar formas ingeniosas y creativas para abrir espacios a las nuevas generaciones de investigadoras e investigadores del país. Cómo hacerlo es una tarea que requiere compromiso, creatividad y voluntad política. En buena medida, el futuro de la CTI nacionales depende de ello.
  • Gestar formas novedosas de financiamiento de la investigación: La crisis fiscal del país, la reducción de los presupuestos universitarios y las políticas erráticas de ciencia y tecnología han hecho que el porcentaje del PIB dedicado a investigación y desarrollo en el país se haya reducido a valores cercanos al 0,4%, más bajos incluso que el promedio de América Latina. Ello demanda esfuerzos creativos de diverso tipo en procura de formas novedosas de financiamiento de la investigación. Se requiere desarrollar mejores destrezas de captación de recursos externos para la investigación, mediante alianzas internacionales y un mejor conocimiento de las oportunidades que ofrece el universo global de la ciencia y tecnología. El sector privado debe comprometerse mucho más en este tema del financiamiento y se deben promover incentivos fiscales para el apoyo de la ciencia. El problema invita a nuevas formas de financiamiento en el país, como podría ser asignar un porcentaje del presupuesto de algunas instituciones autónomas para investigación en áreas de su interés. Además, se plantea la necesidad de establecer un tributo a las empresas de zonas francas para apoyar la ciencia y la tecnología nacionales. Es una responsabilidad que este sector tiene con el país.
  • Forjar colectivos de investigación y fomentar alianzas internacionales: La ciencia hoy día funciona con base en emprendimientos de carácter inter- y trans-disciplinario alrededor de temas complejos. Debemos avanzar hacia formas de trabajo colectivas donde las fortalezas de los grupos compensen las debilidades. Así mismo, se requiere fortalecer una política de alianzas académicas internacionales, que permitan a nuestros grupos acceder a proyectos y facilidades con las que no contamos en el país, así como a financiamiento compartido. Para esto, debemos depurar cada vez más la calidad de nuestro trabajo científico y tecnológico. Conviene también fomentar los nexos con la diáspora científica costarricense ubicada en muchas instituciones en el mundo, la cual ha mostrado una excelente disposición por vincularse con los esfuerzos científicos del país.
  • Fomentar la participación ciudadana en el fortalecimiento de CTI: La propuesta economicista de CTI únicamente concibe a los sectores productivos empresariales como los beneficiarios del conocimiento científico-tecnológico. Esta visión reduccionista requiere ser sustituida por la concepción de que la CTI debe permear a todos los sectores de la sociedad, no solo en el plano económico, sino también en los planos social, cultural, ambiental y otros. Y entender que la ciencia, como forma de comprender la realidad, es parte de la cultura. Para ello se requiere fomentar la educación científica y los vínculos de la comunidad de investigación con amplios ámbitos de la sociedad, así como promover el conocimiento científico de la realidad como un auténtico insumo para mejorar la calidad de vida. Además, es necesaria la creciente participación ciudadana en las discusiones y tomas de decisión sobre temas relativos a la CTI.

A manera de conclusión

Costa Rica está inmersa en procesos políticos en los que se deciden aspectos esenciales para el futuro del país, incluyendo cuál será el papel de la CTI en el desarrollo nacional. Las visiones que subyacen detrás del proyecto de la Promotora Costarricense de la Innovación y la Investigación no son muy halagüeñas para la ciencia del país. La comunidad nacional, incluidos los sectores de investigación en ciencia y tecnología, debe reflexionar críticamente sobre los rumbos que lleva y debería llevar la CTI nacional. Solo una decidida y activa participación de la comunidad de ciencia y tecnología, y de la ciudadanía en general, podrá garantizar que la CTI se consolide integralmente, reciba el apoyo político que requiere y aporte a un desarrollo centrado en la prosperidad, la equidad y la solidaridad, el cual beneficie a toda la sociedad y no solo a algunos sectores.

Fotos: UCR