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Etiqueta: progresismo

Voto joven en defensa del progresismo

Sebastián Bermúdez Morúa

La palabra “progre” se ha desvirtuado en los últimos 8 años, en parte gracias a un gobierno que ha demostrado ser uno que utiliza el poder para servir a ciertos intereses particulares y que olvida o ignora en la práctica la verdadera interpretación del progresismo. No solo con las propuestas absolutamente inconstitucionales y regresivas que promueve, como el Plan Fiscal y la ley anti-huelgas, sino también colocando a personas cuestionables en su gabinete, como André Garnier y Rodrigo Chaves. También desoyendo a los sectores que a gritos piden auxilio; líderes indígenas asesinados, cada vez más mujeres víctimas de violencia de género, etc. Este gobierno particularmente ha sido nefasto y regresivo en lo que concierne a la institucionalidad costarricense, sin embargo, se hacen llamar progresistas, y orgullosamente ponen una vez al año la bandera LGBTIQ+ en Casa Presidencial.

El “progresismo” que se ha acuñado en el país en los últimos 8 años es un progresismo burgués, y no de clase. No representa en muchas medida una propuesta disruptiva al sistema imperante, al contrario, se acomoda con los grandes intereses de quienes dirigen al país, dueños de una que otra empresa, y de uno que otro medio de comunicación.

Los últimos 2 gobiernos han evidenciado el decaimiento de un proyecto alternativo (para la derecha), en el cual se ha ido desenmascarando quienes manejan los hilos del poder, las mismas personas que lo tomaron hace más o menos 40 años, por allá del primer gobierno de Oscar Arias. Como persona joven creo en la institucionalidad de este país, estoy convencido de que hay que defenderla y que es rescatable. Es por lo anterior que en las siguientes líneas expreso algunas opiniones e ideas que pienso ayudar a defender un progresismo real, que tan desvirtuado y desfigurado ha quedado luego de la carnicería con que ha hecho en PAC con ese término por 8 dolorosos años para este país.

Creo que es importante trascender la discusión del posicionamiento ideológico, que es a veces trasnochada, al igual que los resentimientos, bien fundados o no, que restan a la discusión del por quién votar este 6 de febrero. Con respecto a esa discusión trasnochada, el Frente Amplio no es un partido comunista y no pienso que deba haber discusión al respecto, ya que es algo muy evidente. Sin embargo, considero que el FA representa en gran medida un progresismo disruptivo contra el conservadurismo moralista que ejerce una violencia leonina, no solo sobre la juventud, sino también sobre las personas sexualmente diversas y las mujeres. La imposición de una clase sobre otra, de quienes tienen derecho y quienes no tienen tanto o no tienen ninguno siempre es violenta. Encontrar un espacio que unifique las luchas de quienes no tienen derecho, con una agenda que a su vez sea progresista y realista es un reto grande en estas elecciones. Hay muchos (25) que dicen tener la respuesta, analizando no sólo las principales propuestas, sino también la historia reciente de esas 25 figuras y lo que han aportado (o no) al país, es muy evidente que el FA destaca como una opción que en sus inicios estaba al frente de las demandas justas de la mayoría y en defensa de la institucionalidad. Conforme ha crecido ese partido y ha perdido claridad ideológica se ha separado, si bien no de todas esas luchas, de quienes hacen esas demandas, de la gente. Hoy en FA se presenta como una opción moderada de centro izquierda en lo económico, más a la derecha que cuando inició, pero con la bandera del progresismo como norte fijo.

Pienso que el “progresismo” puede estar jugando el mismo papel que jugó la socialdemocracia en el desmantelamiento de la propuesta socialista durante la Guerra Fría, un amortiguador que encauce dentro del sistema capitalista burgués las necesidades de quienes a él protestan. Sin embargo, existe en el progresismo una fuerza disruptiva contra el moralismo y el conservadurismo imperante, lo cual es indiscutible, al menos en un verdadero progresismo. Esta última idea me da cuerda para la siguiente, un partido de izquierda no es necesariamente progresista, y el progresismo no es necesariamente de izquierda cuando se lleva junto con una agenda compartida con un modelo económico que atenta contra el derecho, y los derechos, de la mayoría. La frase mal usada de “vivimos en un Estado social de derecho” pierde su significado cuando en la práctica sólo algunas personas tienen derecho, y estas viven en el mismo territorio, pero en un Estado sin derecho.

Como persona joven, resulta muy seductora la idea del progresismo como oposición a ese conservadurismo moralista, o incluso la marginalidad de la izquierda “tradicional” y sus luchas del siglo pasado, las cuales fueron y son justas. Al mismo fin se puede llegar por varios medios, sin embargo, no todos son los correctos, es por esto que considero importante preguntarse si es efectivamente el progresismo una propuesta alternativa al modelo neoliberal.

Hace algún tiempo me preguntaron políticamente cómo me identifico, no supe dar una respuesta clara en el momento. Quisiera encontrar la respuesta a esa pregunta en una frase de José Martí que escuché en una reunión familiar y luego leí en un libro de sus poemas: “con los pobres de la tierra quiero yo mi suerte echar…”. Efectivamente, el progresismo real debe buscar devolverle los derechos a quienes los han perdido, y a quienes nunca los han tenido en el contexto del modelo explotador que ha reinado en Costa Rica desde hace 40 años. Paradójicamente el progresismo debe reconquistar las luchas que se dieron en otro tiempo y adaptarlas a los tiempos actuales, además claro, de ser la vanguardia en los nuevos espacios de lucha que abran. Cada derrota abre un nuevo espacio de lucha.

Una izquierda progresista debe necesariamente entender que existe una realidad en la cual no es justo equiparar los “problemas” pequeños burgueses con las contradicciones de clase. Ejemplifico, darles una vida digna a las mascotas otorgándoles derechos es una excelente propuesta, muy bonita, y a la cual es imposible oponerse, no obstante, se vuelve intrascendente cuando se compara con que hay realidades de personas que tienen una vida precaria, niños que no pueden comer más de una vez al día por ejemplo. Una agenda realmente progresista entiende que, el que existan perros callejeros pierde relevancia cuando se equipara con que hay niños en condición de calle, sin acceso a educación y comiendo una vez al día. A la hora de asignar recursos a una problemática, es claro que no debe haber discusión, ahora, proponer dar una vida digna a todas las personas del país suena comunista, legislar sobre los derechos de los animales suena progresista. Ambas propuestas están en el Plan de Gobierno del FA, son dos de los 25 ejes de trabajo que se desarrollan.

Los problemas que atiende una agenda realmente progresista son angulares en el juego de fuerzas que debe existir en el sano desarrollo de la democracia de un país. El Frente Amplio ha sido en la primera década de este siglo quien ha defendido, al menos en la AL, esta agenda realmente progresista. Si pensamos en la historia reciente de Costa Rica, y en las grandes luchas y conquistas sociales, quien ha llevado la batuta de ser una fuerza antagónica a los intereses de la oligarquía nacional (y lobby extranjero), en pro de las grandes masas ha sido el Partido Comunista. Un verdadero salvavidas en el mar de los intereses personales y transnacionales que amenazan con ahogar al país, como ha ocurrido en otras latitudes. Tan trascendental fue el Partido Comunista que luego de la firma de La Paz, se ilegalizó por 25 años la existencia de una formación electoral comunista, y se ordenó la ejecución de cualquier dirigente comunista que se postule en cualquier puesto de elección, obligando a muchos a esconderse por la persecución y a otros, como María Isabel Carvajal (Carmen Lyra) y Manuel Mora V. a vivir en el exilio. El autor de tan deshonorable y sangrienta traición es hoy conmemorado como un “héroe de la paz”. Tan hondo ha calado la herida a la democracia sobre la que se constituyó la Segunda República que todavía hoy, 47 años después de que se le permitirá a los comunistas inscribirse otra vez en las elecciones, hay una campaña de acoso permanente a cualquier agrupación que se haga llamar de izquierda. En el 2014 fue tan masiva esa campaña que se logró desplazar del primer lugar en las encuestas a José M. Villalta al tercero, llegando a una segunda ronda entre un falso progresismo y un fanático religioso, cuya única propuesta era limitar aún mas los derechos de las personas homosexuales.

Quienes financian estas campañas anticomunistas, de partidos que no son comunistas como el FA, son los mismos que desarrollaron el referéndum del miedo en el TLC, que propusieron y aprobaron el COMBO ICE y que en esta administración aprobaron el inconstitucional y desastroso COMBO Fiscal, si no las mismas personas, al menos los mismos intereses. El Frente Amplio resalta en el radar de esos grupos de poder, y se ven amenazados hasta el punto en el cual se ven obligados a desplegar sus artilugios mediáticos y comenzar con el bombardeo de desinformación que los caracteriza. Cuba y Venezuela es lo que siempre suena rimbombante, comunistas y vividores del Estado también dicen. FA rechaza verse ligado a cualquier país de izquierda y se aleja de ser llamados comunistas, más allá de una traición a los principios de la izquierda tradicional, de los cuales los jóvenes no estamos tan anuentes, esta parece ser una estrategia electorera. En el contexto de las elecciones esto puede ser entendible, hasta que no se puede tomar una postura clara en ciertos temas, como por ejemplo el desarrollo hotelero en Guanacaste, donde al menos para mí, defender una postura correcta y concreta, por más incómoda que parezca, es lo esperable. Aun cuando no se hace, llueven los ataques por todos frentes, y se extienden el tiempo que el dinero pueda comprar.

Trascendiendo esa discusión, que más que incómoda es cansada, el FA tiene sin lugar a dudas un plan de gobierno más completo y realmente progresista. Esto demuestra seriedad y capacidad, al menos discursiva, para gobernar y legislar. Es esperable de una agrupación que se auto percibe de izquierda, que realice un trabajo de acompañamiento permanente a quienes encuentra en esa agrupación un espacio para atrincherarse contra quienes hace 4 décadas pretenden hacer del Estado y de la institucionalidad una piedra en el zapato del “desarrollo”. El FA ha perdido gran parte de esa vocación, y es justo esperar que la retomen y la fortalezcan en los próximos meses y años.

En el contexto electoral en el que estamos, pienso que las personas jóvenes debemos apostarle a un proyecto verdaderamente progresista, y no dejarnos seducir por falsos progresismos ni idealismos. El FA se ha alejado mucho de las comunidades, y eso es percibible de lejos, quisiera achacar esto a la falta de experiencia, y no de voluntad o de lectura dialéctica. Espero que la curva de aprendizaje que han tenido como partido les permita volver a acercarse a esas sensibilidades que su fundador, José Merino, supo leer muy bien. Yo personalmente encuentro en el Frente Amplio un espacio con una gran capacidad de mejora, con personas muy capaces y muy bien intencionadas, lo cual se evidencia en el trabajo de único legislador y en las propuestas plasmadas en su plan de gobierno. Del FA es esperable que le haga honor a su nombre y se constituya como un verdadero Frente que tenga la amplitud para aglutinar a diferentes sectores y sensibilidades, con un progresismo real no como único norte, sino también una lectura dialéctica de la realidad y la lucha permanente de clase, que no sea una continuación del engaño PAC, sino una verdadera alternativa disruptiva al modelo neoliberal despojador de derechos.

Se dice que la fuerza hace el derecho, sin embargo, considero que en el tema del progresismo real, es prudente darle la vuelta a esta afirmación y decir que el derecho debe hacer la fuerza. En esta última premisa se condensa muy bien el tipo de progresismo que la izquierda debe promulgar y defender.

Mi esperanza, y espero que también la de una juventud analítica y crítica, cansada de los políticos tradicionales y de los discursos camuflados de progresismo falso, está en que alguna fuerza social atienda los intereses de quienes viven en este Estado sin derecho. También pongo mi esperanza en que de nuevo, una agrupación política pueda frenar las embestidas que tanto han desangrado al movimiento social y a quienes lo integran, personas trabajadoras. En un progresismo que sea congruente con las luchas de clase, y que esté de lado de quienes menos tienen. Espero que pronto exista de nuevo una agrupación sensible no solo cada 4 años, sino permanentemente todos los días del año y a todas las luchas justas.

Honduras 12 años de trabajo

Juan Carlos Durán Castro
Dirigente Sindical SIFUPCR
27 de enero

Sin pretender la más mínima profundidad y desde una modesta mirada, nos parece que una mezcla de inteligencia emocional y social, de tolerancia, perseverancia, flexibilidad táctica y estratégica, trabajo de base, trabajo intelectual y académico comprometido, junto a una política de alianzas real, ecléctica, diversa y plural, dan como fruto concreto un triunfo popular a las fuerzas progresistas de honduras, tras 12 años de trabajo disciplinado, que no dudamos pondrán un freno al saqueo.

No parece caber duda de que los resultados y la ventaja numérica del triunfo en las urnas de la ahora juramentada Iris Xiomara Castro Sarmiento, son el resultado de un vínculo programático con sectores sociales, que además refleja un enfoque altamente progresista, que se ve reflejado en el discurso de toma de poder de hoy en el Estadio Nacional de Tegucigalpa, abarrotado por al menos unos veintidosmil seres humanos.

La visible algarabía popular y el contenido político del discurso proclamado coloca de relieve una aspiración de proceso nada fácil que impone atiempar decisiones de corto plazo que como vimos buscan impactar, pero que deben conllevar el enfoque estructural y estratégico, ya que, al día de hoy nuestro vecino país, alcanza un 74% de pobreza, solo para hacer una cita aislada.

Queda claro que este triunfo se inserta dentro de la nueva etapa en desarrollo del progresismo en américa latina y que contrasta con los sectores oligárquicos internos y externos, que sin duda mantienen feudos de poder en la estructura sistémica, sin descartar algunos posibles caballos de Troya, que esperamos sean minoría en el Ejecutivo de ese país, entendiendo además la conformación del legislativo, pero teniendo la esperanza de que 12 años de trabajo hayan logrado consolidar una base social plural, pero que soñamos tenga la confluencia de privilegiar acciones para las mayorías pobres.  

Es decir, si realmente Honduras y sus renovados liderazgos apuestan ante esa batalla ganada (no guerra), a cambios estructurales, pero sobre todo aspiran a un proyecto que dé los primeros pasos seguros  hacia una nueva subjetividad popular que coloque desde diversos espacios valores humanistas, con contenidos distintos a los del capitalismo salvaje, veremos posiblemente como el reto emprendido se va consolidando, aunque entendemos plenamente el elemento geopolítico regional y mundial que es parte del contexto.

Visto esto así, superficialmente, lo acaecido en Honduras, no es algo menor y no nos debe caber duda que de esos procesos y de la nueva etapa de progresismo debemos hacer lectura en función de la situación actual por la que atraviesa el país, esto en términos de lo que está en juego para el próximo mes y los escenarios políticos que están por consolidarse pronto.

Asi las cosas, el punto que aspiramos establecer para el caso de Costa Rica, aspira a que pongamos la luz larga posterior a la etapa que sigue post proceso electoral. Es decir, más allá de lo que pase el 06 de febrero 2022, el cómo quede dibujado el nuevo mapa político nacional, debe imponer una alianza para la resistencia social y este es el reto político mayor en caso de consolidarse la profundización del modelo de desarrollo que tiene al país dentro del top 10 de desigualdad del continente.

Ahora bien, los desenlaces post 06 de febrero, pueden establecer diversos escenarios, por un lado, si se consolida una ventana de oportunidad política en Zapote y en el Congreso, esa obligación que indicamos de imponernos una tarea política de unidad básica, con una agenda progresista, resulta ser de repente más fácil, pero igualmente más necesaria.

Caso contrario, es decir, si los poderes fácticos (los que el pueblo no atina a descifrar por diversas razones), y sus marionetas sistémicas enquistadas como cáncer en la institucionalidad, logran consolidar sus objetivos, ayudados por el distorsionador poder mediático que opera como un imperio controlador de los sueños y sentidos,  la  responsabilidad histórica de unificarse es mayor, pues la patria se hundirá  más en la pobreza, la exclusión, la acumulación de la riqueza, el flagelo del hurto de impuestos, la corrupción y muchas cosas más.

En tal sentido, los seres humanos dirigenciales visibles en el conglomerado socio-sindical y otros y otras dirigencias intersectoriales del país, que igualmente son desconocidos gigantes, tendrán nuevamente la oportunidad de empezar a construir la resistencia para la reversión del modelo antihumano de desarrollo nacional y en caso de no lograr nuevamente ponerse de acuerdo, tendrán una alícuota de responsabilidad con relación al derrotero que prosiga el país, después de febrero y abril 2022.

¿Qué es ser Progresista?

Por Jiddu Rojas Jiménez

Primero, cómo cualquier otro término ideológico de identidad social y política, es un término muy manoseado. Pero creemos que vale la pena rescatarlo.

La misma noción de “Progreso” ha sido muy criticada, por sus raíces Eurocéntricas coloniales, y propias del ingenuo y optimista Liberalismo burgués, y de su uso y abuso ideológicos.

Sin embargo, los términos políticos o ideológicos evolucionan y se resignifican.

En términos contemporáneos, el «Progresismo» se ha redefinido como la moderna corriente democrática que privilegia la igualdad social y económica en equilibrio con la libertad política y ciudadana.

En el marco del Estado Social de Derecho, y frente al doloroso fracaso del pasado Socialismo Histórico, el Progresismo tomó fuerza como un referente democrático de izquierda.

Sin embargo, hay una lucha por reapropiarse del término. Y es válida, puesto que no es una categoría científica social, sino un concepto-valor en disputa.

Ahora, desde años han pululado movimientos que se reivindican como Progresistas. Y ciertamente hay un abuso del término.

Nancy Fraser, la teórica feminista y anticapitalista, ha denunciado hace rato la agenda de un Neoliberalismo económico disfrazado de banderas de Género bastante light y de reivindicaciones LGTBIQ. Eso es lo que la famosa autora feminista llama Neoliberalismo «Progresista». Robándose así y cooptando banderas liberadoras, de género y de Derechos Humanos, que fueron propias de la moderna izquierda histórica. Compartamos o no la crítica de Nancy Fraser, no se puede negar esa operación ideológica de la derecha neoliberal.

En fin, este fenómeno de manipulación ideológica (como ‘falsa conciencia’) y que se nutre de estereotipos políticos y sociales, desinformación política, prejuicios, y falsas representaciones sociales y lecturas ligeras, tiene efectos reales y confunde a los/las votantes.

Y además conecta y se entrecruza con otras taras políticas y culturales de la Costa Rica del Bicentenario.

A continuación, y con lenguaje divulgativo, trataré de describir someramente, varios elementos, que han contribuido a esta confusión ideológica organizada, y que condicionan a la opacidad del casi inexistente debate nacional, acerca del Progresismo:

1) No es un tema académico, pero sí es un dato sociológico y funciona como en la época de la Guerra Fría: La vieja propaganda anticomunista, pero renovada y sofisticada, y que sataniza a los nuevos actores político-populares, sigue vigente y sabe utilizar las TICS. Tienen dinero y tecnología, los medios y mucho poder.

2) El desprecio colectivo sembrado (estructuralmente) por la auténtica cultura popular (Najenson) y por la verdadera política de autogestión popular.

Popular es también Silvio Rodríguez, Rubén Blades, Pink Floyd, o Beethoven, depende del contexto.

Y no es popular, sino cultura (en sí) de masas y de muerte construida por el poder dominante, y alienante, ‘beber guaro’ para matar el dolor interno, ver toros sin pensar en el sufrimiento del animal, abandonar la educación básica, o agredir ebrio a la compañera, o hacer ‘bullying’, o llegar tarde a la hora tica en un entorno urbano (con relojes) y no rural, etc.

3) La confusión entre lo «Populista» y lo «Popular», consecuencia de lo anterior. Hay también un abuso clasista y racista del término populista, que además es académicamente incluso polisémico. Basta releer a los ya clásicos autores Chantal Mouffe y a Ernesto Laclau, acerca del tema.

4) La confusión discursiva entre masas (objetivamente alineadas y embrutecidas por la asimetría estructural) y pueblo social y político (Helio Gallardo).

Insisto en llamar a repasar las categorías de «Consciencia en sí» y «Consciencia para sí» elaboradas por el filósofo G. Lukacs en varios artículos de su texto «Historia y Consciencia de Clase», e invito a redefinirlas para América Latina y para la Costa Rica actual.

5) La imposición de un concepto de «democracia» liberal atávico y ligado a la fetichización de las normas jurídicas formales, y al papel reducido de los sectores populares organizados. Son ‘democracias’ que temen a la participación popular en términos reales. Y esto condiciona y limita el debate serio al respecto.

6) Los atavismos de una llamada «izquierda conservadora», resabio estalinista, y que nunca entendió que hay teoría (incluso teoría marxista y otras) suficiente, desde más hace 100 años, sobre los diferentes actores sociales y los viejos nuevos sujetos políticos, y que estos trascienden la típica clase obrera europea y aliada a los campesinos pobres, etc.

7) Si también de este lado hay ignorancia y prejuicio: Es decir, es gente que nunca se enteró de que Rosa Luxemburgo, Clara Zetkin, Emma Goldmann, La Kolontai, La Pasionaria, Carmen Lyra, o Eva Perón, o Simone de Beauvoir, Addy Salas, Cristina Fernández de Kirchner, Mónica Baltodano, Winnie Mandela, Angela Davis, Helen Clark de NZ, Katrín Jakobsdóttir de Islandia, Alexandra Ocasio -Cortez, Eva Carazo o Sofía Guillén de Costa Rica, etc., eran y son líderes populares y sociales, eran mujeres luchadoras, y con diferentes agendas y discursos de mujeres para mujeres.

Por último, la satanización, invisibilización y/o vulgarización académica, política y mediática de los aportes científico- sociales del Marxismo, del Neomarxismo, de la Teoría Crítica, de los Feminismos de Izquierda, etc., produce una cultura política sin Economía Política, de lugares comunes, de estereotipos, sin posibilidad de ubicarse en una sociedad de clases, y sin posibilidades de conectar la crítica al Patriarcado con la crítica al Capitalismo y al Imperialismo.

Es el Mundo del ‘Mercado Total’, donde la crítica cultural y política de izquierdas y obviamente el aportes Marxistas, están condenados a una marginalidad permanente o folclórica. Esto nos aleja como sociedad de la Modernidad Política y Cultural.

9) A todo lo anterior, no ayuda la creciente irracionalidad colectiva de las masas, el estímulo del Tanatos colectivo, se la pulsión de muerte (Freud y Marcuse), y su sofisticada instrumentalización política y tecnológica global, de este complejo fenómeno.

Es una ‘Modernidad Incompleta’ al decir de Habermas. Y por mucho, agregamos nosotros. Donde se puede ser un sabio de la informática y los datos y un analfabeta deshumanizado en el resto.

10) Así crece y crece, junto a las redes sociales, – aunque no de forma mecánica-, la desinformación organizada, como una forma de control social nacional e internacional – geopolítico.

Esto se manifiesta en el apoyo electoral al populismo religioso y Neocon, de extrema derecha y Fundamentalista, y cercano a un Neofascismo local.

El victimario aparece como víctima y viceversa, en esta propaganda. Es una típica «inversión axiológica”, al decir del economista, filósofo y teólogo Franz Hinkelammert.

11) La crisis económica objetiva, nacional y global, más bien confunde y polariza creando falsos enemigos, ya sean los migrantes, los homosexuales, los Nicas, los progres, los taxistas, los empleados públicos, las feministas, las «Abortistas», los sindicalistas, los «Boomers», los maestros, las Universidades Públicas y sus «chancletudos», los y las que defendemos la vacunación, etc.

12) Es la guerra simbólica de las singularidades. Todos contra todos… Todo esto sancochado con Pandemia y falsas teorías de la conspiración, y mucha desinformación organizada. Y por lo tanto es el momento de negar todo Universalismo inclusivo ético y político, pero no por un Abstracto, sino por Humanista. El Humanismo incomoda e irrita, incluso en sectores considerados ilustrados.

13) Así la idea de un auténtico Progresismo cae en desgracia. No le ayuda ni la desesperanza colectiva ni polarización social. No hay así, Universal- concreto, ni particulares, ni Utopía, sólo una gran meseta plana (parodiando a Deleuze) y homogénea de «dividuos» sin individualidad, pero con individualismo egoísta y feroz y consumista. Es nuestra Distopía recurrente y común, con severas consecuencias ecológicas y planetarias.

14) Tampoco ayuda el sectarismo de izquierdas (nuevas o viejas), la generalizada baja cultura política y científica, el electoralismo vulgar y el ‘politicismo’, o el desprecio total por el sistema electoral, etc. Es decir, el mal nivel formativo de las direcciones de los movimientos sociales y populares, así como de gran parte de la vieja izquierda política organizada; refugiada ésta última en lo testimonial, cual si fuese un refugio religioso.

15) Es ésta una izquierda que, aunque minoritaria y pequeña, es reaccionaria y antidemocrática. Es estalinista o pos-estalinista.

Y, por lo tanto, objetivamente es contrarrevolucionaria. Pero estorba, y es funcional en su lloradera «Kitsch», al sistema político de las clases dominantes. Así algunos estridentes, tienen garantizado un discreto salario.

16) Esta izquierda minoritaria, elabora sus propios «mitos» (no uso ‘mito’ en un sentido técnico como Mircea Eliade) políticos e ideológicos, muy lejanos al principio social de realidad, y que está llena de fanatismo y con matices cuasi- religiosos. Es autorreferencial, busca consuelo para su herida mortal; no tiene teoría pues tiene dogmas; no tiene estrategia ni táctica, y por lo tanto no innova, ni se adapta, ni sobrevivirá a los intensos cambios culturales inmediatos. Por lo tanto, sataniza al Progresismo (lo vuelve su diabólico rival).

17) El ‘Neoliberalismo Progre’ (Nancy Fraser), a su vez, utiliza a la ‘vieja izquierda’ sectaria, como referente simbólico para denostar al Progresismo verdadero y a la Izquierda democrática, al Feminismo clasista, y al Ecologismo Social, al Sindicalismo patriótico y clasista, etc., y disimular sus propias faltas y fracasos en materia de Economía Política y justicia social. Vale la pena rescatar esa diferencia coloquial y popular entre el auténtico Progresismo y lo «Progre».

18) Por otra parte, reducir la corriente de pensamiento político identificada como PROGRESISMO, sólo a la exclusiva defensa de los Derechos Humanos de la comunidad LGTBIQ y a la justa lucha de los Feminismos, es, – como todo reduccionismo, un gravísimo error político. Ignorar su urgencia y relevancia, obviamente es un error mayor.

19) En un país donde creció la desigualdad social, la pobreza y el desempleo, con una gran crisis de legitimidad democrática, con gran falta de oportunidades, con crisis fiscal, con graves amenazas a la seguridad ciudadana, con crisis en la Educación Pública, con amenazas a las Universidades Públicas, con un fanatismo religioso creciente, con violencia de género todos los días, con brecha tecnológica entre los y las estudiantes más pobres, sin gran cultura política ni formación ciudadana, rodeados de amenaza Geopolíticas, con un Mercado interno debilitado, con modelos económicos exógenos, y sin Soberanía Nacional. Es una muy mala estrategia política cuando menos, aislarse y no dimensionar la Economía Política.

20) Eso último, tampoco ayuda a rescatar al “Progresismo” como corriente política popular, ni a sacarla de ese elitismo «clasemediero» ilustrado.

Y eso no es una tarea heroica de algunos cuantos, sino una ardua praxis colectiva de educación política y popular.

Pero es claro, que todo eso será un proceso colectivo, o no será.

21) Concluyo señalando que más acá o allá de los estereotipos ideológicos, y de las falsas discusiones académicas o academicistas, y de los falsos «Clivajes» políticos introducidos, y de todo tipo de distracciones, esta discusión sobre el Progresismo debe retomarse sin prejuicios.

Nos urge para mejor construir, las necesarias alianzas sociales y políticas, que nos permitan salir de esta profunda crisis integral como sociedad, agudizada por la Pandemia y por la creciente desigualdad social y económica.

Arriba Pedro Castillo

Por Juan Carlos Durán Castro

Un escenario durísimo le espera PERO GANÓ EL PROGRESISMO y esto ayuda a la reconfiguración del mapa geopolítico latinoamericano, pero está más que claro que todo esto suma a los procesos de Brasil, Argentina, Chile, Colombia y otros países.

AHORA DEBE FORTALECER EL MOVIMIENTO SOCIAL DESDE EL EJECUTIVO Y CONVERTIR ESTE TRIUNFO EN UNA HERRAMIENTA para un apostolado informativo y educativo inclusivo y humanizado de amplio espectro que empuje los pasos en la dirección correcta y sobre todo maneje con una lectura política muy fina los movimientos que en este momento están desarrollando los sectores más poderosos DEL Perú que incitan a un ambiente de caos y miedo que busca provocar una confrontación social entre tirios y troyanos. ESTEMOS ALERTAS Y HAGAMOS LLAMADOS A RESPETAR EN DESENLACE DE LAS ELECCIONES EN PERÚ.

Defensa de la institucionalidad desde un movimiento cívico-patriótico nacional

Comunicado de Juan Carlos Durán Castro, secretario de Seguridad Social de la Confederación de Trabajadores Rerum Novarum

Ante la reunión que se ejecutara el día 07 de enero de 2020 en el local del Sindicato Nacional de Enfermería en relación a la formulación de una táctica y estrategia de cara al Proyecto de Ley de Empleo Público, se pretende hacer un balance político para avanzar en los 4 elementos que se exponen a continuación:

  1. El movimiento sindical de Costa Rica y en general el movimiento social, tiene que aspirar a una rearticulación para construir un gran movimiento cívico-patriótico nacional, que tiene que tener una visión más allá del sector público y en esta coyuntura estar posicionado en los territorios con los actores hombres y mujeres que están ahí, para apostar a ese movimiento antes mencionado, sin excluir ningún actor o dirigencia de nuestros territorios.
  2. Hacer un llamado general y concreto a que los empleados públicos y sus familias no voten por ningún partido político tradicional tales como: PLN, PUSC, PAC, evangélicos-cristianos y en general a cualquier partido político que en los últimos dos años ha castigado a los empleados públicos y privados. El país ocupa un viraje hacia el humanismo, el progresismo y hacia la solidaridad, y eso incluye la necesidad urgente de hacer un cambio dentro del marco democrático entre los diferentes estamentos de la institucionalidad, lo que incluye a la Asamblea Legislativa.
  3. Es urgente que se reconfigure desde una táctica y estrategia jurídica el escenario de lucha en términos de fortalecer nuevamente el tema del derecho de huelga en el sector público. Lo anterior, es un elemento que puede inclinar la balanza hacia una correlación de fuerzas no pensando en esa huelga como instrumento desfavorecedor de la gente, sino más bien de inclinar la balanza para que el país empiece a caminar por una ruta distinta.
  4. Por último, que se tenga como consigna la urgente necesidad de la defensa de la institucionalidad y plantearse una agenda país para modificar en el 2022 y en el marco democrático la asamblea legislativa. Se debe hablar claramente con empleados tanto públicos como privados y exponer con toda contundencia que se necesita una ruta que vuelva a poner a Costa Rica en la vía hacia un Estado benefactor, ya que el mercado no resuelve los problemas de las personas. La pandemia es un ejemplo claro de lo mencionado anteriormente, la pobreza, el desempleo y la concentración de la riqueza sigue siendo un tema imperante en el país y en el mundo.

El progresismo social es la bandera fundamental de la próxima campaña electoral

Vladimir de la Cruz

Me señalan algunos amigos, a propósito de un anterior artículo, que todavía es temprano para analizar y ver el horizonte de las elecciones del 2022, que falta tiempo para que cuadren mejor los escenarios partidarios, y que todavía no se ven candidatos…

No es cierto, para mí, que sea relativamente temprano. En Costa Rica al terminar un proceso electoral, inmediatamente queda preñado el siguiente. Los óvulos y espermatozoides políticos se activan, algunos pegan tan rápido como ha asumido el nuevo gobernante, y empiezan en su difícil labor de gestación. Algunos son gestaciones fallidas que no maduran como embriones y fetos políticos, y se interrumpen en su embarazo político, o abortan naturalmente, y otros terminan de nacer en posibilidad de aspirar a la presidencia en el siguiente ciclo electoral. El crecimiento de estos que logran pegar o surgir no es fácil. Es también muy duro y algunos mueren infantes, adolescentes o jóvenes, en ese proceso, que en este caso es una edad que se mide en pocos meses. Otros logran su mayoría de edad sin éxito y pocos son los que finalmente culminan con la nominación presidencial de algún partido, especialmente de los grandes e históricos, no de los partidos que tienen rasgos muy personales, y que giran alrededor de una persona particularmente como hay algunos en el país.

En Costa Rica no hay tregua política electoral. No hay descanso político electoral entre una campaña nacional y otra. Los políticos no pueden descansar ni replegarse. Cualquier descanso o repliegue puede significar una sustitución. En política no hay espacios vacíos, alguien los llena.

Quien aspira a la Presidencia de la República con propósito de llegar a ocupar esa alta distinción no puede dejar espacios de tiempo, ni de lugar, en su lucha y objetivo de vida político, porque efectivamente alguna otra persona, de sus propias tiendas políticas, le puede superar y sustituir, o aparecerle como contrincante, sobre todo si lo encuentra débil en su aspiración.

Hoy además, por las elecciones de medio período para elegir alcaldes y consejos municipales, se activan las fuerzas políticas partidarias en todo el territorio nacional, porque hay que elegir en los 82 cantones más de 5000 funcionarios municipales, que son auténticos líderes políticos regionales, cantonales o comunales, que responden a los diversos partidos políticos, y muchos de ellos también responden a esos posibles candidatos presidenciales, que silenciosamente se mueven preparando sus baluartes y apoyos logísticos cantonales para la siguiente campaña electoral.

La campaña electoral municipal mueve las hormonas políticas desde la asunción del nuevo gobierno hasta las elecciones cantonales, de manera que no deja de haber movimiento y agitación política. Lo vimos en las recientes elecciones donde hubo una gran participación de partidos políticos cantonales y con relativo éxito. Igualmente vimos un fracaso electoral de partidos grandes y tradicionales, que incluso tienen diputados, pero que en las municipales les fue mal.

De alguna manera estas elecciones municipales son las bases de trabajo visibles para la siguiente campaña nacional. Por ello también tienen su importancia y obliga a los partidos a valorarlas para corregir lo que tengan que corregir con miras a la siguiente campaña electoral nacional.

Los aspirantes a la Presidencia de la República, de los partidos que logran elegir regidores, munícipes y alcaldes, luchan por tenerlos de su lado, como elementos muy importantes, como motores locales de la campaña nacional. Además, algunos de estos líderes municipales se ven a sí mismos proyectados hacia el futuro como posibles candidatos a diputados y a desarrollar una carrera política pública más activa. Igualmente, de la Asamblea Legislativa se proyectan hacia ministerios, viceministerios, juntas directivas de las instituciones públicas, puestos en servicio exterior y otras posibilidades que brinda el espacio político nacional.

El otro elemento que hace que el proceso político esté preñado desde el origen de instalación del nuevo gobierno hasta su término, con la siguiente campaña electoral, es el escenario legislativo, con sus 57 diputados, respondiendo a los diferentes partidos que representan.

El escenario legislativo es altamente politizado. Los diputados representan partidos políticos vivos y activos en la Política Nacional. Por el papel que tienen, durante seis meses al año, en las sesiones parlamentarias ordinarias, por su propia iniciativa y por las de sus partidos, impulsan proyectos de ley con lo cual tratan de darle contenido a sus promesas de campaña electoral y de los programas electorales que agitaron en las elecciones para lograr los votos. Son también cierta imagen de gobierno de lo que desearían impulsar si estuvieran en el ejercicio del Poder Ejecutivo.

La politización mayor del escenario legislativo se da en cada sesión parlamentaria cuando los diputados tienen un tiempo dispuesto para el llamado “control político”, que es cuando diariamente tienen la posibilidad de criticar al Gobierno y a todos los funcionarios públicos, y tienen la posibilidad de cuestionar sus actuaciones y de llamarlos a “rendir cuentas” ante los diputados o ante comisiones investigadoras parlamentarias que se instalan para esos efectos.

El blanco de esta lucha es principalmente el Poder Ejecutivo, representado por el Presidente de la República y sus vicepresidencias, y por los Ministros y sus actuaciones institucionales. Estos son los ojos de las tormentas políticas diarias, así como de chaparrones y lloviznan que siempre tienen. Por eso la actividad política no cesa, ni tampoco la electoral. Solo que la electoral adquiere a veces la forma de una laguna de aguas mansas, y aparentemente muy mansas, y casi plana, sin movimiento en su superficie, pero debajo de ella tiene profundas y agitadas corrientes de agua, que muchas veces terminan en verdaderos remolinos. Así es el mundo político.

En cuanto a que no hay candidatos a la vista, no estoy de acuerdo. Existen, respiran y trashuman. Los hay y no pocos lo que ya empiezan a moverse. En el Partido Liberación Nacional están de los candidatos nacionales Antonio Alvarez, que según me han dicho aspirará a la Presidencia si las encuestas de alguna manera lo repuntan, José María Figueres, que no oculta su deseo de volver a aspirar a esa candidatura presidencial. De estos dos más conservador y menos socialdemócrata es Antonio Alvarez. José María al menos hace alarde de sus posiciones socialdemócratas y su mensaje es más “progresista” y menos “conservador” que el de Antonio Alvarez. En el caso de José María no le veo posibilidades si no está en Costa Rica por lo menos de manera dedicada a su precampaña. No puede ser candidato viviendo fuera del país. Requiere su presencia por lo menos tres semanas por mes este año y a tiempo completo el próximo. Todos los candidatos de Liberación en este sentido le llevan ventaja al estar en el país. En Liberación Nacional están también Fernando Zamora, el ex Secretario General, muy apuntado en su lucha presidencial, pero muy “conservador” en sus planteamientos políticos, y más parece “socialcristiano” que socialdemócrata. Está trabajando duro y moviéndose por el territorio nacional. Está Guillermo Constenla, ex presidente del Partido Liberación Nacional, que no hace sentir sus pasos aún, pero dejó la presidencia del INS para vincularse a la lucha interna por la Presidencia. A nivel legislativo están los diputados Roberto Thompson y Carlos Ricardo Benavides. De estos a Carlos Ricardo es quien más le veo la fuerza para aspirar a la Presidencia, y en posibilidad de derrotar a los demás candidatos internos, en mucho dependiendo de su labor legislativa este año y el próximo.

En la Unidad Social Cristiana destaca Pedro Muñoz por su papel parlamentario, en esa lucha presidencial, tratando de controlar las estructuras del partido por sus dirigentes intermedios. Allí también, a la sombra por ahora, Rodolfo Piza que seguirá siendo el faro definitorio de esa candidatura presidencial mientras públicamente no renuncie a ella. Pero, igual que José María Figueres tiene que estar en el país al menos a finales de este año lo más, para amarrar los hilos internos de la Unidad Social Cristiana.

Si no fructifica, el llamado de Pedro Muñoz a la unidad del centro derecha en coalición de todos los grupos cristianos, tendrá que pelearla internamente. Y, si es en coalición electoral no le veo como el representante de esa coalición.

En el Frente Amplio solo vislumbro, por ahora, al diputado José María Villalta, que no tiene contrincante parlamentario ni partidario a la vista. Volverá a repetir su doble candidatura de diputado actual y candidato presidencial, sin el entorno y contexto nacional de la campaña del 2014 de la que resultó victorioso.

En el Partido Acción Ciudadana, hasta ahora, solo el diputado Welmer Ramos se menciona en posibilidad de aspirar a encabezar a ese partido en las próximas elecciones. Pero en ese Partido esto está todavía muy verde. Otros posibles candidatos hay que esperarlos hasta principios del próximo año para ver si renuncian a sus puestos públicos para poder aspirar a la candidatura.

Entre los partidos cristianos están Fabricio Alvarado, que es único en su partido y Carlos Avendaño que también parece único en el suyo. El Presidente legislativo actual dicen que aspira a pelear una de estas candidaturas.

El Partido Republicano Social Cristiano de permanecer solo tendrá de nuevo al Dr. Hernández de candidato. En coalición socialcristiana y de cristianos no lo veo encabezando la plana.

En los libertarios el que sobresale es Eli Feinzaig como el más representativo de estas tendencias político ideológicas.

Los troskistas probablemente de nuevo repitan con su candidato de la elección del 2018 que se desempeñó muy bien en la campaña. El Partido Nueva Generación postulará a la presidencia a Sergio Mena, que es el amo y señor en ese Partido, que la viene trabajando con giras y con programas radiales, con planteamientos muy “conservadores”, que no tienen nada que ver con las nuevas generaciones, o con la “nueva generación”. El conservadurismo mostrado en la última campaña mucho lo quemó.

Para algunos de estos personajes y partidos que se ven en los grupos cristianos no católicos es muy difícil pelearles sus nichos electorales, que manejan con sus mas de 4000 templos y locales religiosos que tienen en todo el país. Pero, como quedó demostrado en las elecciones municipales, estos grupos sin un tema nacional, como el que tuvieron en la campaña del 2018, poco tienen que hacer.

El mundo, en general, avanza hacia el progresismo social. Esta es la bandera fundamental para agitar en la próxima campaña electoral, con mira a los nuevos votantes, a los votantes menores de 40 años, que será un tercio de la población votante, y a la población nacional que poco a poco ha ido aceptando los cambios que en materia de Derechos Humanos se han ido consolidando en el país, con miras a la población mayor, y de adultos mayores, que será más de un tercio de la población votante, que requieren más apoyo institucional y especialmente la protección de la clase media, que ha sido duramente golpeada, con las políticas que se han venido impulsando relacionadas con ingresos, “congelamiento” real de salarios y de pensiones.