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Etiqueta: salud mental

Acción en comunidad: ¡Podemos volar!

Universidad de Costa Rica, Vicerrectoría de Acción Social

El video que mostramos a continuación es una cápsula sobre el proyecto “¡Podemos Volar!, una propuesta que se desarrolla para trabajar el tema de la salud mental, de la mano con pacientes del Hospital Nacional Psiquiátrico, mediantes la producción de un espacio radiofónico.

El programa ¡Podemos Volar! es vertiginoso, habla de muchísimos temas y reflexiona sobre la salud mental diversa. “Voces donde había silencio” es la raíz de todo, a partir de los esfuerzos realizados se le ha dado participación y visibilización a este sector de la población y sobre todo, ha reforzado la seguridad y la validez de las opiniones de las personas inmersas en el proyecto.

Adjuntamos el video de la cápsula del programa:

Covid-19: Inestabilidad laboral provoca afectación severa en salud mental

Personas desempleadas, pertenecientes al sector informal y que se dedican a ventas en locales o servicios directos muestran una situación de salud mental más difícil durante la pandemia, según evidencia el estudio “Salud mental y relaciones con el entorno en tiempos de Covid-19”, desarrollado en conjunto por la Universidad Nacional (UNA), la Universidad Estatal a Distancia (UNED) y académicos de España.

“Afectaciones que hemos podido identificar se relacionan con reacciones de angustia, problemas de insomnio, dificultades para dormir o también el aumento de conductas de riesgo como el consumo de tabaco o bebidas alcohólicas u otras sustancias, sintomatología depresiva o asociada a la ansiedad generalizada”, afirma Raúl Ortega, académico de la Escuela del Psicología de la UNA y parte del equipo investigador.

Ortega ––psicólogo y especialista en abordaje de la salud mental en situaciones de emergencia–– explica que la actual pandemia no es solo una crisis sanitaria, sino también económica y social, donde aquellas poblaciones con mayor vulnerabilidad social se ven expuestas tanto a los rigores del cambio forzado de cotidianidad y a mayor dificultad en el acceso a los recursos de protección frente a la posibilidad de contagio, como a la pérdida de capacidad adquisitiva, de seguridad alimentaria y de calidad de vida.

Este escenario ––agrega–– puede conllevar un aumento de la inseguridad laboral, el empeoramiento de las condiciones de empleo o la destrucción del mismo, e incluso la imposibilidad de cubrir las necesidades básicas, en el caso de personas o familias en condición de pobreza, situación cuyo sostenimiento les sitúa en riesgo de padecer afectaciones en la salud integral, y específicamente en la salud mental y psicosocial, a corto, medio o largo plazo.

Factor determinante

Así lo confirman los resultados de la investigación llevada a cabo por las universidades costarricenses, en la cual se caracterizó a la población consultada en grupos según el nivel de afectación en su salud mental y se encontró que en el grupo más crítico se sitúa un 85% de las personas participantes en el estudio que trabajan en el sector informal, un 50% de trabajadoras en ventas de servicios y un 41% de las personas en situación de desempleo.

Para el psicólogo Ortega, esta situación necesita ser enfrentada no solo desde la seguridad social y el apoyo mutuo, sino también a nivel público, con acciones afirmativas realizadas hacia el apoyo a la empleabilidad y en la disminución de la vulnerabilidad de poblaciones y comunidades, y específicamente de poblaciones en riesgo, como son mujeres, personas jóvenes, o personas que tienen a cargo a otras personas.

La relación determinante entre la inestabilidad laboral y los efectos negativos en la salud integral y específicamente en la salud mental de las personas, también ha sido evidenciada en otros estudios realizados durante la pandemia en países como España, Ecuador o China, entre otros.

Realizado entre el 9 al 29 de octubre del 2020, el estudio desarrollado por la UNA y la UNED comprendió una muestra de 6786 personas con edades entre 15 y 80 años, quienes completaron un cuestionario en línea. Tiene un margen de error de 1.2% y un nivel de confianza de 95%.

Además del psicólogo de la UNA Raúl Ortega, integran el equipo de investigación Eva Carazo Vargas, psicóloga social y coordinadora; Greibin Villegas, estadístico; Harold Arias, biólogo; Nerea González, García, estadística y matemática, y Armando González, psicólogo y estadístico.

Declaraciones psicólogo UNA Raúl Ortega: https://youtu.be/vDZHUf2CDgE

 

Nota de Comunicación UNA

Programa Alternativas: “Estigmatización de la salud mental en el ámbito laboral”

El próximo viernes 22 de enero a las 6:00 pm el Programa radial Alternativas discutirá acerca de la estigmatización de la salud mental en el ámbito laboral con los siguientes invitados:

– Cynthia Ramírez, Lic. Trabajo Social y profesora de trabajo social.

– Henry Quesada, psicólogo especializado en modificación de la conducta.

– Viviana Gómez, médico y especialista en medicina del trabajo.

– J. Aníbal Cascante, abogado.

Puede sintonizar el programa en Radio 16, 1590am o por medio del Facebook de Radio 16.

Aumentan en Costa Rica la depresión y la ansiedad frente a la pandemia

  • El 32,1% de la población presenta una afectación crítica en su salud mental

  • Mujeres enfrentan mayor temor frente al COVID-19, así como poblaciones de 36 a 40 años y 51 a 55 años de edad

  • De quienes no cumplen al menos una medida de las consultadas, el 51.1% dice que no lo hace por olvido

Los estados depresivos en la población costarricense aumentaron en un 50% desde el inicio de la pandemia en marzo pasado. Asimismo, la resiliencia y otros mecanismos de afrontamiento se ven afectados en personas entre 15 y 80 años de edad, según un estudio de la Universidad Estatal a Distancia (UNED) y la Universidad Nacional (UNA).

En cuanto a los efectos del COVID-19 en la comunidad, la población percibe un fuerte impacto sobre todo para quienes han perdido el empleo o enfrentan una reducción de jornada, y en cuanto a la sobrecarga de trabajo doméstico especialmente para las mujeres.

Estos resultados forman parte de la investigación “Salud mental y relaciones con el entorno en tiempos de COVID-19, desarrollada por la UNED y la UNA, con el apoyo del Ministerio de Salud y la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) y personas expertas de España. El estudio fue avalado por el Consejo Nacional de Investigación en Salud (CONIS).

El estudio fue realizado con una muestra de 6 786 personas, quienes completaron un cuestionario en línea, durante el periodo comprendido entre el 9 al 29 de octubre del 2020. Estas conclusiones suceden a la primera investigación realizada del 30 de marzo al 31 de marzo de este año.

“Un 61,0% de la población costarricense posee sintomatología depresiva y al hacer una comparación de la anterior medición con el estudio presente se constata un aumento del 50% en términos absolutos (pasando de un 10% en marzo a un 61% en octubre)”, anota la investigación.

Por otra parte, un 43,7% de la población consultada presenta sintomatología asociada con ansiedad generalizada severa, lo que contrastan con los resultados al estudio realizado en marzo pasado, cuando únicamente un 13,8% de las personas participantes manifestaron síntomas de ansiedad.

 “Más de la mitad de la población tiene una baja resiliencia, resultado que indica que sus estrategias de afrontamiento no están permitiendo reducir el impacto y no se están adaptando suficientemente a la situación de emergencia. Un 30,2% obtuvo puntuaciones medias, mientras que un 15% obtuvo puntuaciones en el extremo superior señalando este grupo con una mayor capacidad de adaptación”, explica el equipo investigador.

Entre las reacciones adversas físicas significativas que dijo presentar el 43,6% de la población se encuentran sudoración de manos, palpitaciones en el pecho y dificultades para dormir.

En tanto, un 51,5% de la población presentan reacciones emocionales adversas destacadas ante el miedo de contraer el COVID-19 y se manifiesta entre otras formas con la incomodidad al pensar al respecto, miedo a perder la vida, nervios o ansiedad frente a noticias e historias sobre el virus.

“En la medición de marzo de 2020, un 53,8% de la población presentaba miedo a la COVID-19. En la medición actual alcanzó el 88,3%, lo que implica que en términos absolutos se ha dado un aumento 34,5%”, anotó el estudio.

La investigación anotó también que el 57,9% de la población sí se adhiere a las medidas de protección. «Los datos recopilados indican que la situación de emergencia sanitaria y frente a la perspectiva de contagiarse o que se contagien personas a nuestro alrededor, generan reacciones físicas o emocionales adversas en la población costarricense. La escala de miedo a la COVID-19 se asocia a estrés agudo y afrontamiento. Se establecen como factores protectores al miedo la escolaridad y la estabilidad laboral”, agrega.

Eva Carazo Vargas, coordinadora de la investigación, enfatizó en la importancia de atender los impactos que la pandemia está provocando en la salud mental de la población. Es comprensible que esta situación extraordinaria provoque efectos en esta área, y la investigación evidencia la urgencia de potenciar factores protectores y mecanismos de afrontamiento para manejar dichas consecuencias de manera saludable.

Apuntes

  • Las mujeres obtienen puntuaciones superiores a los hombres en la mayoría de las medidas realizadas (ansiedad, depresión, calidad de vida profesional, miedo, impacto psicológico/psicosocial).
  • Las poblaciones de 36 a 40 años y 51 a 55 años presentaron las puntuaciones más altas en depresión, ansiedad y miedo.
  • A menor edad, la capacidad de afrontamiento es menor junto con más leves manifestaciones de miedo.
  • A mayor nivel educativo, se presenta menor impacto en la salud mental.
  • Población con educación primaria muestra mayor posibilidad de presentar mayor afectación en estrés, ansiedad, depresión o miedo.
  • Las personas que cuentan con estudios de secundaria y técnicos no universitarios mencionan un menor cumplimiento de las medidas sanitarias.
  • Personas solteras tienden a tener más síntomas de depresión y ansiedad, así como una menor resiliencia.
  • Las personas divorciadas presentan mayor estrés, ansiedad y miedo.
  • La estabilidad laboral es determinante en cuanto a la mayor parte de los resultados recopilados sobre la afectación producida durante la pandemia: a mayor estabilidad laboral, los efectos en la salud mental son menos críticos
  • Personas desempleadas, pertenecientes al sector informal y que se dedican a ventas en locales o servicios directos, muestran, en líneas generales, una situación de salud mental más difícil.
  • Respecto de la provincia de residencia, las provincias de Heredia y Limón mostraron mayor afectación en las medidas de ansiedad, estrés o miedo.
  • Las personas residentes de Cartago presentan menor impacto, en general, frente a esta afectación.

La investigación realizó un análisis de segmentación de la población costarricense en función de todas las dimensiones psicológicas estudiadas y se encontraron cuatro segmentos en la población según el grado de afectación en la salud mental.

Como resultado se determinó un segmento (clúster) de 32,1% con mayor afectación, seguido por un tercer clúster de 11,1% de la población. Por su parte, el clúster de menor afectación lo conforma el 30,7% de la población.

El 32,1% de la población que está siendo más afectada por la pandemia se caracteriza por presentar “un estado de salud mental más crítico, con una mayor probabilidad de padecer trastorno por ansiedad generalizada. Estas personas también se caracterizan por tener niveles más altos de estrés, definido por la facilidad de la irritación, cambios de humor o la aparición de conductas de riesgo”.

Respecto de la calidad de vida profesional, las personas de este clúster también se caracterizan por sobrecarga y desgaste emocional, por rebasar los límites en la capacidad de afrontamiento, pudiendo considerarse valores muy elevados.

“Estas personas presentan una mayor afectación en el miedo. Presentan mayor sudoración en las manos y mayor aceleración del corazón al evocar el pensamiento sobre el contagio de la COVID-19; una mayor preocupación a que las personas cercanas se puedan contagiar y una menor resiliencia”, acotaron las personas expertas.

Además de las dimensiones sicológicas, el estudio analizó otras variables como el cumplimiento de medidas, los motivos de no cumplimiento, las acciones realizadas para mejorar la situación, el acceso a zonas verdes y los medios por los que la población se informa de la pandemia.

Entre los principales datos relacionados con el cumplimiento de las medidas destaca que un 88% afirma lavarse las manos con agua y jabón, un 63,3% se moviliza a lugares públicos únicamente con su burbuja social, y un 60,5% lava y desinfecta los productos que ingresa a la casa.

En cuanto a evitar salir de casa, la medición de octubre indicó que un 13,7% de la población se está adhiriendo a esa medida, contra un 51,5% que dijo cumplirla en marzo pasado, en la primera investigación. Asimismo, un 73,7% dijo estornudar con un pañuelo desechable frente a un 91,6% que afirmó cumplir con esta medida en marzo anterior. En general se evidencia un relajamiento en el cumplimiento de las distintas medidas recomendadas para evitar el contagio.

Las mujeres son más cuidadosas que los hombres en el cumplimiento de las medidas como lavarse las manos, usar la mascarilla, establecer un adecuado manejo de residuos en la casa, respetar la restricción vehicular, no escupir en el suelo, salir únicamente con sus burbujas sociales, evitar tocarse los ojos y boca, y cambiarse de ropa y bañarse al llegar a la vivienda.

Se identificaron también distintas medidas que la población está aplicando por propia iniciativa, como por ejemplo desinfectar superficies y las cosas que se utilizan diariamente, hacer ejercicio para mantenerse saludable, o mantener contacto cercano con familiares y amistades por teléfono e internet. Sin embargo, de quienes no cumplen al menos una medida de las consultadas, el 51.1% dice que no lo hace por olvido

Si usted desea ver los datos completos, puede escribir al correo electrónico ecarazo@uned.ac.cr

La investigación continúa activa. Si desea participar ingrese aquí.

 

Comunicado de prensa de la Universidad Estatal a Distancia (UNED).

Danza Universitaria continúa cerca de la gente

Por medio de talleres virtuales

Aunque sea de manera virtual, Danza Universitaria no ha dejado de estar presente en las distintas comunidades del país y desde marzo ha desarrollado una serie de espacios para diversos públicos, con el fin de continuar con su labor en el área de acción social y adaptar su trabajo a las circunstancias actuales.

Estos espacios de intercambio y capacitación surgieron como respuesta a la necesidad de mantener los talleres y actividades que realiza la compañía y ampliarlos a otros públicos.

Es así que surgieron diversos proyectos virtuales, enmarcados dentro de la iniciativa Comunidades en Línea con Danza U, como Bailemos de larguito, a cargo de Minor Gutiérrez, que inició como una colaboración con la Municipalidad de Montes de Oca para impartir clases de bailes populares a la población del cantón. No obstante, más adelante se abrió para personas de cualquier rincón del país.

Según comentó Gutiérrez, este espacio, más que una clase de baile, tiene como objetivo mantener a las personas en movimiento, socializar y colaborar con la salud mental.

“El baile es una excusa para que nos movamos, para que hagamos ejercicio. Es salud mental para alejarnos un poco de toda la situación, dedicarnos a nosotros, concentrarnos en el baile, en la música, en los demás compañeros”.

Las clases se imparten por medio de la plataforma Zoom los lunes y jueves a las 5:30 de la tarde, e incluye ritmos como bolero, salsa, cumbia, merengue, paso doble y mambo, entre otros.

Para Gutiérrez esta ha sido una experiencia que le ha gustado mucho, pues significa un reto en la forma de enseñar, así como el aprendizaje tecnológico y técnico que implica. Además es una modalidad que podría mantenerse aún después de la pandemia.

Otro de los talleres que se está llevando a cabo es el de Acondicionamiento físico integral, que está dirigido a bailarines y bailarinas profesionales.

Karen Elizondo es la facilitadora y ella manifestó que el objetivo de este curso es mantener el nivel físico de los profesionales de la Danza que han tenido que dejar su entrenamiento habitual por la cancelación de espectáculos y otras actividades. En este sentido, las clases están orientadas a mejorar la fuerza y aumentar la resistencia muscular.

El curso está adapatado a un espacio pequeño y al uso de materiales caseros. Para Elizondo la experiencia ha sido de mucho valor, pues ella no había incursionado en cursos en línea y esto le ha permitido, a parte de conocer mejor la herramienta, preparar las clases desde otras perspectivas para que quienes asisten puedan seguir de manera correcta los ejercicios que se realizan.

Por su parte, Adriana Cuellar, bailarina que está participando de este taller, agradeció a Danza Universitaria que haya abierto este espacio, pues le ha permitido mantener de alguna manera el movimiento y ejercicio que necesita cualquier bailarín, además indicó que el profesionalismo y la dedicación de la profesora son puntos que han hecho las lecciones muy satisfactorias.

Las clases se imparten los lunes y jueves a las 7 de la noche.

Una de las características que han tenido tanto el curso de Bailemos de larguito como el de Acondicionamiento físico es que han contado con la participación de personas en el extranjero.

Para los adultos mayores se desarrollaron los talleres de Movimiento Creativo y Estabilidad en Movimiento a cargo de Gloriana Retana.

El primero está dirigido a personas entre 50 y 80 años con el propósito de mejorar la calidad de vida y salud de esta población, asi como el disfrute de los movimientos del cuerpo y para despejar la mente.

Mientras que el otro taller es para personas mayores de 80 años y surgió pues Retana pensó en su abuela y en cómo mantenerla activa a raíz de la pandemia. El objetivo de estas clases se centra en mantener la energía, la movilidad articular y el buen dormir de las personas. Para realizar estas lecciones se necesita una silla y la persona debe contar con alguien que le ayude tanto para realizar los movimientos, como para el uso de la tecnología.

“Para mí esta experiencia ha sido un regalo absoluto porque es la manera de colaborar desde tu campo artístico. Ha implicado reinventarme yo desde el movimiento, en la sensación, conciencia corporal y el disfrute a partir de cosas mas simples. Me ha dado la oportunidad de trabajar con una población que siempre había querido y ha sido muy satisfactorio el resultado y la importancia de ese ratito a la semana para poder ayudar a otra gente”, destacó Retana.

Para más información se puede ingresar a la página de Facebook de Danza Universitaria o comunicarse al teléfono 2511-5579.

 

Foto: Bajo la iniciativa del proyecto Comunidades en Línea con Danza U, la compañía se ha mantenido activa realizando diversos talleres virtuales para distintos públicos (imagen con fines ilustrativos). Foto: Anel Kenjekeeva.

Andrea Marín Castro
Periodista, Oficina de Divulgación e Información

Impacto del COVID 19: en lo socioeconómico, violencia y en la salud mental de las mujeres trabajadoras

El Sindicato Nacional de Periodistas, en conjunto con las secretarías de género de la Confederación de Trabajadores Rerum Novarum, le invita al II Foro Virtual Nacional: “Impacto del COVID 19: en lo socioeconómico, violencia y en la salud mental de las mujeres trabajadoras”, a realizarse el jueves 20 de agosto del presente año a partir de las 8:45 a.m.

Se contará con la participación de las expositoras:
-M.S.c. Ana Rosa Ruiz, representante de la Oficina de Equidad de Género del TEC, con el tema: Impacto Económico de la crisis del COVID-19 en las Mujeres.
-Licda. Nury Sánchez, Representante del Consejo de Salud Ocupacional del MTSS, con el tema: El Impacto Psicosocial, y la Violencia de la mujer en la crisis del COVID-19.

Debe confirmar asistencia a correo sindicatoperiodistascr@gmail.com para recibir el enlace para el foro.

UCR: Estudio sobre la salud mental del personal sanitario será realizado por universidades públicas

El saldo negativo que dejará el nuevo coronavirus en la salud mental de la humanidad preocupa a los expertos. El personal sanitario es uno de los grupos más susceptibles de sufrir las consecuencias y, por eso, en Costa Rica se estudiará su condición emocional

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud y las Naciones Unidas, se debe prestar mayor atención a la salud mental durante la pandemia y después de esta, porque los efectos los vamos a ver por muchos meses y años. Foto: Miriet Ábrego, Semanario Universidad.

La atención de pacientes con COVID-19 recae principalmente sobre las espaldas de profesionales en medicina, enfermería, microbiología y otros, así como en personal técnico y administrativo. Este grupo tiene a diario jornadas intensas para resguardar la salud de las personas contagiadas por el coronavirus.

Estos funcionarios se ven sometidos a múltiples presiones psicosociales de manera permanente e, incluso, al riesgo de infectarse y de poner en peligro su vida y la de sus seres queridos.

Además, el miedo, la angustia, la incertidumbre y el encerramiento, tras varios meses de haber iniciado la pandemia, son circunstancias que tienen un impacto social, pues han cambiado por completo nuestras formas de vida.

Al calor de la pandemia, las acciones de los Gobiernos y las instituciones se centran sobre todo en el cuidado de la salud física. Como resultado, la salud mental no es una prioridad y pasa a un segundo plano, aun cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) insiste en que la salud es un estado integral, que comprende al ser humano en todas sus facetas.

En mayo pasado, esta organización alertó sobre las consecuencias del nuevo coronavirus en la salud mental, a corto y largo plazo, especialmente entre el personal sanitario y de primera respuesta, debido al posible aumento de trastornos y de suicidios.

En este contexto, en Costa Rica, surge una iniciativa interinstitucional para tomar acciones inmediatas, a partir del análisis de los efectos psicosociales en la salud física y mental del personal de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), que se encuentra en la primera línea de atención de la pandemia por el COVID-19.

El estudio será efectuado por la Universidad de Costa Rica (UCR) y la Universidad Nacional (UNA), con la colaboración de la CCSS y el Ministerio de Salud. Actualmente, se está a la espera del visto bueno del Consejo Nacional de Investigación en Salud (Conis) para aplicar el proyecto.

De acuerdo con Henriette Raventós Vorst, Vanessa Smith Castro y Raúl Ortega Montero, investigadores a cargo del análisis, se ha observado que entre un 20 % y 30 % del personal sanitario, directamente involucrado en la atención y cuidado de los pacientes, sufre alguna consecuencia en su salud psicológica.

Una evaluación efectuada en Canadá a trabajadores sanitarios en medio de la pandemia reveló que casi la mitad de ellos (47 %) declaró necesitar apoyo psicológico; mientras que en China un 50 % sufría depresión, un 45 % ansiedad y un 34 % insomnio.

“A largo plazo, los efectos en la salud mental van a ser muchos y todas las acciones que hagamos ya con estas personas, que están trabajando en primera línea, son muy importantes”, destacó Vanessa Smith, científica social del Instituto de Investigaciones Psicológicas (IIP) de la UCR.

El personal sanitario es uno de los grupos más vulnerables de la población a los efectos psicosociales de la pandemia, pues está sometido de manera permanente al estrés y al temor de ser contagiado. Foto: Miriet Ábrego, Semanario Universidad.

Esta misma preocupación fue expresada por la directora del Departamento de Salud Mental y Abuso de Sustancias de la OMS, Dévora Kestel, quien advirtió en una conferencia de prensa que es probable que se dé «un aumento a largo plazo del número y la severidad de los problemas de salud mental», debido al «sufrimiento inmenso de cientos de millones de personas».

Entre los grupos de mayor riesgo, están el personal sanitario y de primera respuesta (por la ansiedad y estrés que están viviendo); niños, niñas, y adolescentes; mujeres en peligro de violencia doméstica; adultos mayores; personas con condiciones mentales preexistentes u otras enfermedades.

Capacidad sobrepasada

En Costa Rica, el trabajo interinstitucional sobre salud mental se inició desde marzo pasado, por medio de la mesa técnica operativa en salud mental y apoyo psicosocial. En esta instancia participan el Ministerio de Salud, la CCSS, la Comisión Nacional de Prevención de Riesgos y Atención de Emergencias (CNE) y las universidades públicas, entre otras instituciones.

Raúl Ortega, psicólogo de la UNA, aseguró que en estos meses de pandemia se han efectuado una gran cantidad de labores, desde tomar los lineamientos de la OMS y adaptarlos a Costa Rica, hasta examinar cómo llevar las acciones de salud mental al ámbito comunitario.

“Esta emergencia es única. Llevamos varios meses en ella y no sabemos cuándo va a terminar. Estamos, simultáneamente, atendiendo el impacto y la consecuencia de la crisis”, subrayó.

Según el investigador, todas las personas tenemos un rol que cumplir para proteger nuestra salud mental y la de la comunidad. Sin embargo, “en este momento, todo está sobrepasado, tanto la institucionalidad pública como nuestras propias capacidades de afrontamiento”.

A escala mundial, se ha observado un aumento significativo de síntomas depresivos, ansiedad, comportamientos obsesivos y compulsivos, agresividad e irritabilidad, aseguró la psiquiatra Henriette Raventós, coordinadora del estudio al personal de la CCSS.

“En un conversatorio con psiquiatras de diferentes partes del mundo, ellos expresaron que es muy similar lo que están viendo en sus consultas. Personas que no presentan ningún trastorno mental empiezan a tener sintomatología que es totalmente normal ante una situación de emergencia”, detalló la investigadora del Centro de Investigación en Biología Celular y Molecular (CIBCM) de la UCR.

El medio digital Infobae reportó que con la pandemia se ha evidenciado que una de cada cuatro personas en el mundo sufre de trastornos mentales, el 40 % de la población está experimentando síntomas leves de ansiedad y el 23 % de depresión como consecuencia del aislamiento social.

Para los especialistas, en una emergencia estas reacciones son normales, pues muestran la capacidad que tenemos las personas de afrontar situaciones críticas que nos ponen al límite de nuestras capacidades.

El estudio interinstitucional, liderado por la UCR y la UNA, para conocer los efectos de la pandemia en la salud mental del personal sanitario de la Caja Costarricense de Seguro Social, cuenta con el aval de esta institución y del Ministerio de Salud. Foto: Miriet Ábrego, Semanario Universidad.

“La situación de emergencia nos pone alerta y el cuerpo se prepara. Pero si esta alerta se sostiene en el tiempo, va desgastando y produce dificultad para dormir, para comer o ganas de comer más, irritabilidad, enojo, frustración, dolor de cabeza o de estómago y preocupación continua”, añadió Ortega.

El estudio

La investigación de la UCR y de la UNA tiene como objetivo indagar sobre las diferentes formas de malestar físico y emocional del personal sanitario de la CCSS involucrado, de forma directa o indirecta, en la atención y contacto con los usuarios.

Se aplicará un cuestionario en línea y se invitará, a través de las jefaturas, a que todos los trabajadores de dicha institución lo respondan, de manera anónima y voluntaria.

Además, se busca que participe todo el personal de hospitales, clínicas, ebáis y demás centros de la red integrada de servicios de la CCSS del país; así como de distintas áreas, por ejemplo, medicina, enfermería, laboratorio, farmacia, limpieza, lavandería, transportes, seguridad y administración.

“A largo plazo, los efectos en la salud mental van a ser muchos y todas las acciones que hagamos ya con estas personas, que están trabajando en primera línea, son muy importantes”. Dra. Vanessa Smith Castro, Instituto de Investigaciones Psicológicas de la UCR.

El cuestionario fue diseñado por expertos en respuesta psicológica en situaciones de emergencia. Contiene una sección de datos demográficos y de condiciones de vida de los funcionarios, su situación laboral y su vida familiar, explicó Smith.

“Es un cuestionario corto, se responde en 15 minutos y se puede completar desde una computadora o teléfono celular”, indicó la psicóloga de la UCR.

En abril pasado, se efectuó un estudio entre el personal de salud de Estados Unidos, el cual proporcionó datos sobre las principales preocupaciones de esta población. Dicho trabajo constituye un antecedente que sirvió para el diseño de la consulta que se hará en Costa Rica.

Entre los temores identificados, los profesionales mencionaron que no se les reconociera su conocimiento para responder a las necesidades, su salud personal, que no tuvieran acceso a condiciones adecuadas y a equipo para brindar la atención a los pacientes y que no tenían claro si la institución les iba a ayudar en caso de que ellos se infectaran con el coronavirus.

En Costa Rica, “nuestra principal intención es proporcionar información de primera mano basada en evidencia científica sobre cuáles son los principales retos que están enfrentando los funcionarios que laboran en primera línea, para poder apoyar el trabajo de cuidar a los que cuidan”, concluyó Smith.

 

Patricia Blanco Picado
Periodista, Oficina de Divulgación e Información

El mandato de autocuido y la salud mental en contexto de crisis

Mariana Alpízar Guerrero
Psicóloga
Investigadora feminista

En el contexto actual nos encontramos sobre-expuestas (os) a noticias, información, crisis y cifras sin nombre. Leemos sobre salud física, el funcionamiento del virus, proyecciones de posibles escenarios. Obsesiones por encontrar respuestas, alimentadas por un deseo cotidiano de que todo esto acabe pronto.

La necesidad de tomar medidas de distanciamiento, la burbuja social como única seguridad, el temor a ser tocados por el otro, y las estrategias de comunicación perversas que nos dicen constantemente que nuestros seres queridos pueden morir, partiendo de que la empatía sólo se mueve si escenificamos la muerte de nuestras redes cercanas. Todo esto nos tiene en un colapso emocional, colectivo y personal que ni siquiera vimos venir.

La salud, recién ahora, empieza a tomar un matiz distinto, ya no sólo es importante alejar el virus de nuestros seres queridos, también hay que luchar todos los días por no desfallecer mentalmente ante la inminente incertidumbre y todo esto, parece que deberíamos hacerlo en soledad, pues hacerse cargo de la salud mental es un tema “individual”, “personal”, al menos esa es la idea culturalmente aprendida.

Veníamos de un tiempo donde la idea de soledad como sanación estaba tomando una fuerza avasalladora al punto de ser tergiversada y recetada como la pastilla que todo lo cura (sigue siendo así). El “autocuido” se mercantilizó lanzando el mensaje de que, para poder ser “mejores” sólo había que tener voluntad. Sabemos que la salud emocional tiene muchos ingredientes, uno de ellos es, sin duda, la responsabilidad por el cuidado de sí, pero existe un componente colectivo que es sumamente contraproducente eliminar.

La idea capitalista de la salud mental como algo privado y ligado exclusivamente a la terapia psicológica individual, profundiza la desigualdad social, en el tanto sólo un pequeño porcentaje de personas puede acceder de manera sostenida a un proceso de este tipo. Si las personas no tienen dinero para pagar y tienen seguro social, no siempre recibirán un apoyo con la temporalidad requerida, lo cual habla de la importancia de fortalecer un sistema de salud social sin el cual muchas personas ni siquiera podrían ser atendidas en situaciones de emergencia, por ejemplo, ante intentos de suicidio.

Sin embargo, además de la importancia de fortalecer el sistema de salud y aumentar el acceso a los procesos terapéuticos individuales, es necesario conectar estos procesos con la colectividad, no sólo que las personas tengan un apoyo de sus redes más cercanas, sino que se empiece a cuestionar la idea de lo emocional como algo únicamente individual. La salud mental es un tema de interés público y en ese sentido también se trata de algo político.

No sólo es necesario que el Estado intervenga, sino que se construya un concepto de salud mental comunitaria. Entendiendo que sin la comunidad (en el amplio sentido de la palabra), no es posible una sanación que se sostenga en el tiempo. Una persona puede llevar un proceso de años y lograr avances importantes, pero si no cuenta con el apoyo de sus redes, el proceso no se sostenible en el tiempo y la persona puede llegar a depender de la terapia, para poder aguantar la vida cotidiana.

El apoyo, la presencia de la comunidad, la construcción de espacios colectivos, el equilibrio entre el autocuido y el cuido mutuo, son necesarios para construir un concepto de salud mental más integral y conectado con la realidad social que vivimos.

Un ejemplo claro de cómo nos ha afectado la idea del mundo emocional como algo privado y que no corresponde al plano social es cuando le recetamos ir al psicólogo a cada persona que tiene un problema, como si los procesos terapéuticos fueran una solución inmediata, o más aún, como si nos libraran de la responsabilidad vincular. A veces se convierte en una muletilla: “vaya al psicólogo” “vaya a la psicóloga”.

Por una parte el espacio clínico-terapéutico cuenta con una serie de herramientas específicas que aportan al proceso de hacerse cargo de sí (uno de los componentes del proceso inacabable de la sanación), pero este proceso no es un reemplazo del vínculo social, comunitario y de las redes cercanas. No existe salud mental sin responsabilidad emocional-colectiva.

Para ello es necesario que fortalezcamos los espacios comunitarios (aun cuando en este momento la comunidad se viva desde lo virtual), que trabajemos la empatía por el otro (aunque esté fuera de nuestra burbuja), que aprendamos a pedir apoyo y consideremos nuestra salud mental algo tan prioritario como la salud física. Por parte del Estado, es fundamental la apertura de espacios de atención en crisis y, no menos importante, de atención sostenida en procesos psicosociales, donde se involucre a la gente.

En el momento presente se hace indispensable asumir la responsabilidad social de la escucha y el cuido colectivo y que no recaiga sobre la persona lidiar en soledad con sus emociones sino que se trabajen los vínculos recíprocos de apoyo. No es fácil, contrario a que nos plantean los mensajes de “selfcare” que ponen a la salud mental como una cuestión de voluntad y llegan incluso a culpabilizar a las personas que se sienten deprimidas. Tampoco es rápido, requiere de un proceso y (aquí sí aplica), de compromiso colectivo, sin embargo, es en contextos de crisis donde salen a la luz los vacíos que, como sociedad y como sujetos, es necesario atender.

¿Por dónde empezar? No existen recetas, pero un inicio puede ser repensarnos el concepto generalizado de salud mental. Asumir responsabilidades vinculares de escucha recíproca, apoyar en la búsqueda de profesionales en salud mental a personas que así lo requieran, empatizar con las vivencias de los otros sin necesidad de intervenir, acompañar. Limitar la sobre exposición de mensajes, imágenes, informaciones en redes sociales que promuevan la idea de la salud mental como cuestión individual y del autocuido como solución a todas las problemáticas emocionales. Pidiendo apoyo, cuando lo requieran y si solicitarlo les es posible (porque no siempre una persona que necesita apoyo lo puede pedir), estando pendientes de personas cercanas que tienen cambios temperamentales o se ausentan por periodos de tiempo prolongados, compartiendo información sobre servicios de atención en crisis como el 911, o la línea “Aquí estoy” del Colegio de Profesionales en Psicología.

La salud, más que un mandato, es un compromiso que también pasa por lo social.

UCR: Estudiantes avanzados brindan atención clínica psicológica

Proyecto combina docencia, investigación y acción social para promover la salud mental

Desde el año 2004, el proyecto de Acción Social ED-2157 “Centro de Atención Psicológica” ha brindado atención clínica psicológica a personas residentes en Costa Rica, cuyos recursos económicos les impiden acceder a este tipo de servicios de manera privada. Esta atención es brindada por estudiantes avanzados de la carrera de Psicología de la Universidad de Costa Rica (UCR), bajo la supervisión de docentes con experiencia el ámbito clínico.

El CAP responde a la necesidad de brindar apoyo en materia de salud mental desde un espacio público y accesible para todas las personas en el cual, se beneficie tanto a la población atendida como al estudiantado.

El trabajo clínico que se desarrolla en el CAP tiene un impacto directo en las personas que reciben el servicio, en la formación de los y las estudiantes que desarrollan habilidades y experiencia en las diferentes actividades de índole clínica, y en la recopilación, sistematización y análisis de la información contenida en los expedientes para la investigación.

“El proyecto tiene un componente importante de acción social al ofrecer un servicio a población que no tiene acceso al mismo. La evaluación que recibimos habitualmente es muy positiva y tiene un componente formativo muy especial, porque queremos que las y los estudiantes hagan una experiencia muy buena de atención clínica, que tengan los elementos materiales y los soportes de supervisión y formación que les permitan un desarrollo muy adecuado de su intervención clínica, todo esto en el marco de un compromiso social” expresó Lucía Molina, coordinadora del proyecto.

Semestralmente se incorporan al CAP aproximadamente 80 estudiantes, por lo que los procesos clínicos implican un número similar de consultantes. Antes de su ingreso al centro, los y las estudiantes son parte de un proceso de capacitación y durante toda su participación cuentan con apoyo especializado de docentes de la Escuela de Psicología.

“A nivel académico, la supervisión que brinda el centro nos hace sentir muy apoyados en un espacio de práctica profesionalizante. Esta es una oportunidad que permite un acercamiento a esta realidad de la psicología clínica donde se pueden poner en práctica las herramientas que hemos aprendido durante el proceso de la carrera”, expresó Paulina Bravo, integrante del CAP.

Para los y las estudiantes estos espacios son fundamentales para su formación académica, pues les permiten sus primeros acercamientos en el ámbito clínico. Además, consideran que es un espacio valioso y necesario de aporte a la sociedad desde la universidad como institución pública.

“Al CAP acuden aquellas personas cuyos recursos económicos no son suficientes para financiar una atención psicológica clínica privada y de calidad. Y creo que ahí radica la importancia del proyecto, de atender a todas estas personas con malestares y con situaciones particulares que requieren y merecen de una escucha y de una elaboración que les permita en la medida de lo posible estar mejor y enfrentarse a su vida cotidiana” comentó Enyell Valerio, estudiante de psicología.

Actualmente, ante la emergencia nacional por COVID-19, el CAP se prepara para brindar espacios psico-educativos desde la virtualidad a población adulta durante el segundo semestre. Las metodologías se encuentran en construcción entre los y las docentes que forman parte del centro y esperan poder seguir brindando espacios para que los y las estudiantes no pierdan esta experiencia al trabajar desde sus hogares.

*Foto: El CAP Busca formar estudiantes que puedan responder desde la intervención clínica psicológica a las necesidades psicosociales de los residentes en Costa Rica, a través de actividades profesionalizantes de calidad y articuladas a la proyección comunitaria. Fotografía tomada del portal de la Escuela de Psicología. Foto: archivo CAP.

Natalia Odio González
Unidad de Comunicación Vicerrectoría de Acción Social

UCR: estudiantes avanzados de psicología brindan atención clínica psicológica en el CAP

Proyecto combina docencia, investigación y acción social para promover la salud mental

El CAP Busca formar estudiantes que puedan responder desde la intervención clínica psicológica a las necesidades psicosociales de los residentes en Costa Rica, a través de actividades profesionalizantes de calidad y articuladas a la proyección comunitaria. Fotografía tomada del portal de la Escuela de Psicología.

Desde el año 2004, el proyecto de Acción Social ED-2157 “Centro de Atención Psicológica” ha brindado atención clínica psicológica a personas residentes en Costa Rica, cuyos recursos económicos les impiden acceder a este tipo de servicios de manera privada. Esta atención es brindada por estudiantes avanzados de la carrera de Psicología de la Universidad de Costa Rica (UCR), bajo la supervisión de docentes con experiencia el ámbito clínico.

El CAP responde a la necesidad de brindar apoyo en materia de salud mental desde un espacio público y accesible para todas las personas en el cual, se beneficie tanto a la población atendida como al estudiantado.

El trabajo clínico que se desarrolla en el CAP tiene un impacto directo en las personas que reciben el servicio, en la formación de los y las estudiantes que desarrollan habilidades y experiencia en las diferentes actividades de índole clínica, y en la recopilación, sistematización y análisis de la información contenida en los expedientes para la investigación.

“El proyecto tiene un componente importante de acción social al ofrecer un servicio a población que no tiene acceso al mismo. La evaluación que recibimos habitualmente es muy positiva y tiene un componente formativo muy especial, porque queremos que las y los estudiantes hagan una experiencia muy buena de atención clínica, que tengan los elementos materiales y los soportes de supervisión y formación que les permitan un desarrollo muy adecuado de su intervención clínica, todo esto en el marco de un compromiso social” expresó Lucía Molina, coordinadora del proyecto.

Semestralmente se incorporan al CAP aproximadamente 80 estudiantes, por lo que los procesos clínicos implican un número similar de consultantes. Antes de su ingreso al centro, los y las estudiantes son parte de un proceso de capacitación y durante toda su participación cuentan con apoyo especializado de docentes de la Escuela de Psicología.

“A nivel académico, la supervisión que brinda el centro nos hace sentir muy apoyados en un espacio de práctica profesionalizante. Esta es una oportunidad que permite un acercamiento a esta realidad de la psicología clínica donde se pueden poner en práctica las herramientas que hemos aprendido durante el proceso de la carrera”, expresó Paulina Bravo, integrante del CAP.

Para los y las estudiantes estos espacios son fundamentales para su formación académica, pues les permiten sus primeros acercamientos en el ámbito clínico. Además, consideran que es un espacio valioso y necesario de aporte a la sociedad desde la universidad como institución pública.

“Al CAP acuden aquellas personas cuyos recursos económicos no son suficientes para financiar una atención psicológica clínica privada y de calidad. Y creo que ahí radica la importancia del proyecto, de atender a todas estas personas con malestares y con situaciones particulares que requieren y merecen de una escucha y de una elaboración que les permita en la medida de lo posible estar mejor y enfrentarse a su vida cotidiana” comentó Enyell Valerio, estudiante de psicología.

Actualmente, ante la emergencia nacional por COVID-19, el CAP se prepara para brindar espacios psico-educativos desde la virtualidad a población adulta durante el segundo semestre. Las metodologías se encuentran en construcción entre los y las docentes que forman parte del centro y esperan poder seguir brindando espacios para que los y las estudiantes no pierdan esta experiencia al trabajar desde sus hogares.

 

Información de: Natalia Odio González (Unidad de Comunicación Vicerrectoría de Acción Social)