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Etiqueta: segunda ronda

Mi voto, mi llamado a votar

Por la democracia y la república

Contra la barbarie y el oscurantismo

Luis Paulino Vargas Solís

 

La Costa Rica de las grandes polarizaciones socioeconómicas no tiene –no por ahora al menos– esperanza de redención. Ese país donde centenares de miles –hasta sumar mucho más de un millón– de personas trabajadoras, viven negadas de un trabajo decente. La misma donde amplias regiones periféricas sufren al olvido y abandono que las condena a la pobreza y el desempleo perpetuos. Esa Costa Rica de contrastes groseros entre los súper-ricos, que viven escondiendo su miedo detrás de enormes murallas, y las amplias capas populares que deben sobrellevar la violencia de la carencia cotidiana. Con perplejidad despertamos a la realidad de que, lejos de la opción pacifista, igualitaria, dialógica e inclusiva, que presuntamente definía una “vía costarricense”, somos, en realidad, una sociedad que alberga en las profundidades de su siquis colectiva, perturbadores sentimientos de odio e intolerancia. En mucho mayor grado de lo que sabíamos, y con mucha mayor intensidad de lo que nunca imaginamos. Esa Costa Rica que renuncia incluso a lo que en el pasado fue su mayor fortaleza: unas clases medias vigorosas, hoy en pleno derrumbe bajo el asedio de la inseguridad económica y la incertidumbre ante el futuro.

Mucha gente creyó que el gobierno de Luis Guillermo Solís podría traer un cambio. No lo hizo, o, a lo sumo, solo lo intentó muy tímidamente. Decepcionó esas esperanzas, pero, en fin, he de reconocer que mi partido, el Frente Amplio, tampoco logró estar a la altura de lo que esperaban quienes le dieron su voto.

Pero, en realidad, nada permite anticipar que esto pueda cambiar. El proyecto neoliberal, fallido en muchos sentidos sustantivos, excepto en la generosidad y largueza con que premia los intereses de minúsculos sectores de gran poder económico, debiera dar lugar a nuevas propuestas y posibilidades. Es necesario, dadas las devastaciones que ha provocado, que nos llevan hoy al borde mismo del abismo.

Con perplejidad despertamos a la realidad de que, lejos de la opción pacifista, igualitaria, dialógica e inclusiva, que presuntamente definía una “vía costarricense”, somos, en realidad, una sociedad que alberga en las profundidades de su siquis colectiva, perturbadores sentimientos de odio e intolerancia. En mucho mayor grado de lo que sabíamos, y con mucha mayor intensidad de lo que nunca imaginamos.

La sucesión escalofriante de femicidios de las últimas semanas viene a ser como una especie clímax macabro, al cabo de tantas y tan encendidos discursos que agitan los fantasmas de una imaginaria “ideología de género”, y disparan una profusión patológica de violentas diatribas homofóbicas. Y, lo digo con toda convicción, que también mueren, hoy como antes, y morirán en el futuro cercano, muchos gais cuya muerte será atribuida a cualquier otra razón, pero jamás vinculadas a su homosexualidad, no obstante ser ésta la razón de fondo. Muertes que jamás serán reivindicadas ni jamás protestadas; que permanecerán silenciadas e ignoradas. Lo digo porque lo he presenciado reiteradas veces a lo largo de toda mi vida.

Pero, en fin, ese proyecto neoliberal, que por mil razones debiera cambiar, sin embargo no cambiará. La composición que tendrá la Asamblea Legislativa a partir del 1° de mayo próximo, augura más bien su profundización, incluso su radicalización, y, por lo tanto, mayores amenazas futuras para la democracia y la paz social.

Cierto, no cabe esperar que desde el Poder Ejecutivo se haga nada sustantivo por cambiar esa ruta al abismo. Pero, aun así, conviene reconocer que podría haber algunos matices no despreciables.

Fabricio Alvarado es un sujeto sin criterio, sin educación, sin convicciones y sin temperamento. Su trayectoria es la propia de un mercader de la fe que, en búsqueda del becerro de oro, sencillamente amplió los escenarios donde actúa: ya no solo las tarimas de los templos evangélicos, sino también las del ámbito político. Lanzado de forma imprevista al primer plano, ha quedado atrapado en las redes que le lanzaron las tecnocracias neoliberales provenientes de los partidos tradicionales: PLN y PUSC. Sin bases ni discernimiento, este señor no entiende una coma en materia de política económica; simplemente firmaría lo que los economistas venidos de esos partidos le pondrán ante los ojos, e intentará repetir, tan bien como sus escasas luces se lo posibiliten, lo que le digan que debe decir.

Carlos Alvarado es, claramente, un hombre mucho mejor educado, de inteligencia despierta, de ideas mucho más claras y capaz de pensar por sí mismo. Se podría admitir que tiene un cierto bagaje políticamente progresista. No es poca diferencia, aunque eso queda opacado, hasta casi desvanecerse, detrás de esos pactos que ha firmado con rancios representantes del neoliberalismo criollo.

Todavía podríamos albergar la expectativa de que Carlos abra siquiera pequeñas ranuras para posibles entendimientos que maticen un poco la tumultuosa ofensiva neoliberal que se nos viene encima. No es que esto sea la gran cosa, pero comparativamente a Fabricio es, siquiera, una tenue luz de esperanza.

Pero hay mucho más que eso, y de grandísima importancia. Es que Fabricio es portador de una visión religiosa de la política y el Estado, que conlleva una gravísima amenaza a la democracia, la república y la civilidad. Los acontecimientos de estos días –reuniones secretas para tramar la violación de la Constitución y las leyes– reafirman que este candidato representa una seria amenaza para la democracia.

Es que la fusión entre religión y política es un cóctel explosivo, porque la religión es espacio de dogmas y verdades reveladas, cuando la política democrática debiera ser espacio de deliberación abierta y equitativa, sin dogmas de ningún tipo, independientemente de la fe o creencias de cada quien.

Cuando la religión invade la política, exporta hacia ésta sus dogmas y, por lo tanto, establece un adentro y un afuera entre quienes aceptan esos dogmas y quienes no. El dogma religioso devenido principio político, legitima automáticamente a quienes los aceptan, como deslegitima a quienes no lo hacen. Porque los dogmas, recordémoslo, no son asunto sobre los que se delibere y decida. Simplemente es obligatorio aceptarlos. Cuando, todo lo contrario, la política en democracia es espacio para disentir, deliberar y decidir.

Claro que sí: la fe de cada quien, sus creencias religiosas, son asuntos respetabilísimos que cada persona debe poder vivir con absoluta libertad. Que cada quien, en el espacio de su iglesia y congregación, acepte los dogmas de su religión y guíe su vida según éstos ordenan. Eso es perfectamente respetable, pero de ninguna manera transferible al espacio público, donde gente con diversas creencias –o sin fe alguna– han de tener pleno derecho a expresarse, a participar y decidir.

Indispensable es esa ágora política donde principios democráticos universales garanticen para todas y todos los derechos fundamentales, inclusive aquellos que son propios de la libertad religiosa, en la plenitud de tal concepto: igual si la fe es católica, neopentecostal, luterana o bautista. O musulmana, judía, hindú o budista. O la que fuere, incluyendo el agnosticismo o el ateísmo. Todos y todas gozando de la misma libertad, receptores del mismo respeto.

Fabricio y su movimiento político no entienden nada de esto. Lo rechazan en términos viscerales: quieren trasladar al ámbito político los dogmas de su religión e imponérselos a todo el colectivo, independientemente de que las otras personas los compartan o no. Lo cual equivale a negar la democracia y el pluralismo, o, en otros términos, a desconocer todos los aportes de la filosofía iluminista, de la ilustración y del liberalismo político. Estamos hablando de avances civilizatorios que datan de los siglos XVII y XVIII. Retroceder, pues, cuatro siglos atrás, hacia la imposición de un orden político regido por dogmas religiosos que son inherentemente enemigos de los principios que fundan las nociones modernas de democracia y república.

Sería un orden político donde las leyes y la institucionalidad definirían derechos e inclusiones; negaciones y exclusiones según criterios religiosos. No la libre deliberación y decisión según principios de libertad de pensamiento y expresión. Solamente la aceptación o no aceptación del dogma y, sobre esa base, tener derechos o no tenerlos.

Fabricio y su movimiento representan una grave amenaza a la democracia y la república. Representan, asimismo, una apuesta a la involución a un ideario pre- moderno, oscurantista, intolerante. Es una convocatoria al odio y la intolerancia contra quienes se aparten de unos dogmas religiosos que, encima de todo, tienen como única base una interpretación literalista, completamente arbitraria, oportunista y acomodaticia, de textos bíblicos escritos hace muchos siglos. Pero, por ello mismo, todo esto representa una apuesta contra la razón y la ciencia; una convocatoria al pensamiento mágico y la hechicería, según se evidencia en la extrema ligereza con que proclaman milagros y sanaciones en masa, presumiendo incluso de tener el poder de controlar a voluntad las placas tectónicas de la Tierra.

Como hombre gay puedo sentirme justificadamente temeroso por la amenaza terrible que Fabricio representa para mí y para quienes, como yo, comparten una orientación sexual y/o identidad de género, distinta a la mayoritaria y hegemónica. Pero el asunto es mucho más grande que eso. Fabricio es una amenaza para las aspiraciones que alguna vez cultivamos de construir una patria realmente inclusiva, pacífica, democrática y justa.

Pregunto con todo respeto pero con el mayor énfasis: ¿realmente creemos en la república, la democracia, la paz, los derechos humanos y la igualdad o esas son tan solo palabras bonitas y vana demagogia, frases carentes de significado y respecto de las cuales no tenemos compromiso ni convicción alguna?

Votaré por Carlos, con todas las muchas reservas que puedo tener, votando por los valores civilizatorios de la democracia, la racionalidad, la ciencia, la paz, los derechos humanos y la civilidad.

Votaré entonces contra Fabricio, consciente de que representa la involución barbárica hacia un orden político intolerante y oscurantista.

Y, con todo respeto, pero con la urgencia y la alarma de quien está convencido de que los valores indispensables para la convivencia en paz y democracia están bajo gravísima amenaza, pido por favor: ¡votemos contra Fabricio!

O sea, e inevitablemente, ¡votemos por Carlos!

 

Tomado del blog http://sonarconlospiesenlatierra.blogspot.com

Enviado a SURCOS por el autor.

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Una semana de compromiso con el país

Marcos Chinchilla Montes

 

Estamos a una semana de la segunda ronda electoral. Aunque algunas personas no lo crean, la situación es bien delicada: un pastor fundamentalista, mentiroso, inepto, inexperto en la función pública, incapaz de desarrollar una idea con claridad, que niega los derechos humanos y con reconocidos dotes de discriminador de la diversidad humana, podría convertirse en presidente de este país. Será una debacle nacional, tal y como le tocó a Guatemala años atrás, experiencia que se saldó con miles de asesinatos.

En esta oportunidad, si votaré, cosa que no hice en la segunda ronda entre Luis Guillermo y Johnny Araya. Al menos yo, votaré contra de Fabricio.

Soy del criterio, que durante esta semana tenemos que aprovechar nuestro Facebook, Instagram, Twitter y Whatsapp para dar a conocer de manera masiva -entre nuestros vecinos, amigos, compas de escuela y secundaria, gente de la iglesia, compas de la universidad o el centro de trabajo, familiares- todas aquellas malas virtudes de Fabricio y el fundamentalismo religioso.

En el caso de Whatsapp, recuerde que usted puede hacer una lista de divulgación, o varias listas, incluir ahí a sus contactos, y compartirles información. Y porque no, que sus contactos hagan lo mismo, será solo por una semana. En este tramo final de la “campaña”, tenemos que darle a conocer a nuestra sociedad, los riesgos que implica la elección de Fabricio Alvarado.

 

*Imagen tomada de conozcasucanton.com

Enviado por el autor.

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Los pobres y el Catolicismo perderán

Licda. Susan Rojas Alvarado

 

El poder político en manos de grupos evangélicos fundamentalistas es nefasto para los pobres.

Estos grupos evangélicos neopentecostales se orientan por la «teología del bendecido, prosperado y en victoria», muy afín al capitalismo, que tienen como «proyecto de vida» la acumulación de riqueza material, porque la consideran una retribución por parte de Dios a la persona moralmente buena.

En América Latina siempre que se ha unido el neopentecostalismo y el poder político, terminan favoreciendo a los sectores económicamente poderosos e impulsando el neoliberalismo.

Eso sucedió en Perú cuando llevo a Fujimori al poder. Hubo privatización de empresas estatales, más pobreza y corrupción.

Y está sucediendo en Guatemala con un presidente Pastor evangélico.

Lamentablemente, mucho católico votó por Fabricio en razón de lo mandado por la CIDH y la ideología de género.

Ahora, se anuncia una alianza entre los evangélicos y los neoliberales de los partidos tradicionales.

Recordemos lo que ha sucedido en la Asamblea Legislativa, entre Liberación y Pastores, a la hora de aprobar leyes.

Esa alianza será en contra de los pobres y la Iglesia Católica.

Los partidos tradicionales con su modelo de desarrollo y políticas económicas neoliberales, han sido incapaces de bajar los índices de pobreza extrema, desempleo y otros en los cantones que votaron mayoritariamente por Fabricio (cantones más pobres del país, IDS).

De manera que a la molestia popular por el tema de «ideología de género» se le sumó el de un voto protesta contra políticos y partidos tradicionales. Y en gran parte contra el Partido de Gobierno que abrió grandes esperanzas de cambio y no lo logró.

Lo dramático es que Fabricio, si llega a la presidencia no tiene equipo económico para gobernar y se lo pedirá prestado a agrupaciones políticas tradicionales (desde la alianza evangelismo y neoliberalismo).

Conclusión los pobres seguirán perdiendo.

También, el voto Católico que llevó a Fabricio a la segunda ronda, favoreció servir en bandeja de plata el poder político al evangelismo que se va a revertir contra los intereses y posicionamiento de la Iglesia Católica en Costa Rica y su visión de desarrollo integral desde la Doctrina Social de la Iglesia.

Conclusión los católicos también perderíamos.

 

*Imagen con fines ilustrativos tomada de prtemistocles.com.br

Enviado a SURCOS por la autora.

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La Iglesia Episcopal Costarricense (Comunión Anglicana) ante la coyuntura electoral del país

Carta Pastoral

Hermanos y Hermanas de la Iglesia Episcopal

Ciudadanos y ciudadanas Costarricenses

 

“El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; pero al tercer día resucitará” Mateo 17:22b-23

La Semana Santa inicia este Domingo de Ramos. Como está descrito en las Escrituras, Jesús entra a Jerusalén con gritos de júbilo y hosannas sin cesar; el mismo lugar donde más tarde en la semana sufre y es víctima de la traición, la negación y el abandono por parte de los discípulos y en las manos del poder religioso y político del momento, que confabulan para su muerte. Jesús se entrega voluntariamente y cumple los planes de su Padre, “no mi voluntad Padre sino la tuya” Mateo 26:36. La pasión, muerte y resurrección de Jesús se constituye en el fundamento de la Fe Cristiana. Estos eventos son los que dan origen al movimiento religioso que llega hasta nuestros días concretizados como la Iglesia Cristiana. Esta Semana será Santa si nos dejamos acompañar por el espíritu profético y liberador de Jesús; si descubrimos las señales que Dios nos está revelando constantemente; si nuestro testimonio es coherente en las palabras y acciones, de tal manera que demos a conocer a Jesús como Señor y Salvador.

En el marco de la Semana Santa, no podemos pasar inadvertido el momento de trascendencia política, en la que nos disponemos a elegir al presidente de la República. Debido a su importancia y certeros de que como cristianos y ciudadanos tenemos una responsabilidad de participar en los procesos políticos, puestos primeramente en el Señor Dios de la vida deseamos compartir nuestras preocupaciones y esperanzas:

  1. Vemos con preocupación la mayor división y polarización de la historia de Costa Rica. Nos sorprende cómo, temas de orden social, político y económico no llevan la relevancia en lo que atañe el bien común. La justicia social, en la que el ser humano ocupe un lugar importante, debe estar en la lista de necesidades por atender. También resulta difícil comprender ¿cómo? entre hermanos y hermanas se han acrecentado las faltas de respeto, lenguaje soez y la intolerancia, en contraposición a los principios de la cultura y forma de resolver los conflictos de forma pacífica, dialogada y respetuosa que estábamos acostumbrados en Costa Rica.
  2. Nos preocupa, la mezcla de intereses partidistas utilizando argumentos religiosos, ya que la historia ha sido clara que en Nombre de Dios se han cometido tantos crímenes y se han visto afectados tantos inocentes, perdiéndose el norte del evangelio y sobre el mandado del Señor “Les doy este mandamiento nuevo: Que se amen los unos a los otros. Así como yo los amo a ustedes, así deben amarse ustedes los unos a los otros. Si se aman los unos a los otros, todo el mundo se dará cuenta de que son discípulos míos.” Juan 13, 34-35.
  3. Nos preocupa el poco análisis serio de los planes de gobierno, las propuestas para sacar adelante nuestro país y con ellos las situaciones caóticas que viven miles de costarricenses, que se les están cerrado las posibilidades y oportunidades a estudio, trabajo, seguridad y desarrollo humano. En cambio, la propuesta parece ser más el ataque a la persona y sus partidarios y con ello están quedando por fuera temas vitales entre ellos el endeudamiento del país, la corrupción, el medio ambiente, el narcotráfico, violencia expresada en los indicadores de muertes violentas, pobreza, falta de empleo y el déficit de infraestructura, sin perder de vista que la resolución o no de estos temas vitales que nos afectan a todos y todas, así como a las futuras generaciones.

Por lo tanto, como Iglesia, llamada a continuar con la misión de Jesús, de participar en la construcción del Reino de Dios deseamos exhortar a todos y todas a:

  1. Aprovechar el marco de reflexión e interiorización que nos ofrece la Semana Santa para propiciar un espacio para la reconciliación y la construcción de la paz, sobre todo en las redes sociales.
  2. Intensificar la oración personal y comunitaria, pidiéndole al Señor nos ayude a discernir la mejor decisión razonada y expresada en el voto, pensando en la mayoría de los habitantes de nuestro país, en especial de los sectores más empobrecidos, marginados y vulnerables de Costa Rica, que necesitan una respuesta ante sus necesidades.
  3. Que todas las personas con la posibilidad de votar en esta contienda puedan valorar la importancia que tiene, para el presente y el futuro del país, acudir a los centros de votación, para cumplir con la responsabilidad social del sufragio. Como ciudadanos y ciudadanas tenemos ese derecho y al mismo tiempo el deber de participar en la Política, entendida ésta, como toda acción que vela por el bien común para todos sin exclusión alguna, el respeto por cada una de las personas, así como, a las normas internacionales de los derechos humanos y demás leyes que protegen la vida de las personas que habitamos este país.
  4. Que tengamos una actitud proactiva que rompa la espiral del clima de irrespeto y rechazo hacia personas que se viene gestando.
  5. Que la reflexión de la pasión, muerte y resurrección del Maestro, nos haga más fieles a él, y poniendo en acción las palabras de Jesús “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Éste es el más importante y el primero de los mandamientos. Pero hay un segundo, parecido a éste; dice: “Ama a tu prójimo como a ti mismo.” Mt. 22 37-39, por ello invitamos a rechazar las propuesta de valerse de la Biblia o tomar textos bíblicos para fundamentar los discursos políticos y generar acciones discriminatorias como irrespetuosas que no representan el actuar de Jesús ni de aquellos o aquellas que quieran sinceramente ser sus discípulos.
  6. Centrados en el mensaje de nuestro Señor Jesucristo de estos días Santos, que ratifica que el Señor se encarnó en el mundo y muere en la cruz para así dar vida y vida en abundancia mostrando la plenitud del amor de Dios, que logremos todos y todas hacer de este proceso político una opción coherente por la vida y dando más importancia a los intereses universales, comunitarios y del país sobre los personales.
  7. Que la Pascua de este 2018 mantengamos la clara consciencia de nuestra responsabilidad en la construcción de un mundo mejor, teniendo presente las necesidades más sentidas de nuestro pueblo y por ello abogamos para que quien asuma el liderazgo en el país como presidente actúe de manera transparente, honesta y responsable para encontrar una solución a los graves problemas que tenemos en materia social y económica.
  8. Que este próximo domingo 1º de abril, que celebramos la Resurrección del Señor, asumamos la nueva etapa del país, seamos empoderados para luchar comprometidos y comprometidas en la Resurrección de Jesús y con ello que todos y todas nos comprometamos a luchar actuando contra todos aquellos males que nos afectan y nos alejan del proyecto de Dios.

Que el Espíritu de Dios y sus dones, nos acompañe y les acompañe a todos y todas, en esta Semana Santa y que en el proceso de elecciones del 2018, nuestra mirada esté puesta con esperanza en una Costa Rica, más justa, inclusiva y pacífica, donde a nadie le falte nada para su desarrollo integral.

En el domingo de Ramos 25 de abril del 2018.

 

Rmo. Julio Ernesto Murray, Obispo Interino

Rda. Marjorie Maxwell, Presidenta Consejo Diocesano

 

CARTA PASTORAL SEMANA SANTA 2018 OFICIAL

 

 

Enviado por Jorge Urrutia Castro.

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Manifiesto de la Comunidad Universitaria de las universidades públicas por el respeto a los Derechos Humanos y a una sociedad diversa y justa

22/03/18

 

Las suscritas – personas vinculadas a la comunidad universitaria costarricense -, alarmadas por el rumbo imprevisto que han tomado las elecciones nacionales, sentimos la obligación de comunicar las siguientes reflexiones.

Las potestades del Estado, y en concreto del Poder Ejecutivo, en la conducción de numerosos asuntos públicos es enorme. También lo es su impacto en la vida diaria de una sociedad cada día más compleja y plural, como la costarricense. Es por ello que el gobierno debe estar constituido por personas con las más elevadas credenciales democráticas, de respeto a los Derechos Humanos, al Estado de Derecho y a las más elementales normas de convivencia social.

Consideramos que la elección de personas y partidos políticos con visiones excluyentes de la vida pública, que alimentan o validan la discriminación de grupos humanos, o que también lesionan su dignidad, conduce a un aumento de la polarización social, generadora de situaciones de violencia que los discursos discriminantes legitiman. Esta creciente intolerancia y polarización alimentan la implementación de acciones lesivas para los derechos básicos de diversos sectores de la población costarricense.

Lo anterior alimenta un clima de enfrentamiento y conflicto que amenaza nuestra paz social, y nos desprestigiaría y aislaría en los foros internacionales, en los que nuestro país ha sido un baluarte en defensa de los Derechos Humanos y la Paz, y de los que depende buena parte de la defensa de un país que optó por no tener ejército, caso de los recientes éxitos del país en la Corte Penal Internacional.

La historia ha sido testigo de siglos de sangrientas luchas religiosas, y de lo que ocurre cada vez que un gobierno ha basado sus políticas en una visión fundamentalista de la religión. Una situación que, al día de hoy, sigue generando enorme sufrimiento en donde se encuentra implantada. La enseñanza de la historia es clara: elegir un gobierno que mezcle fundamentalismo religioso y política sería un enorme retroceso para nuestro país.

No podemos confundirnos. Esta no es una elección ordinaria. En las circunstancias actuales, debemos elegir un gobierno que garantice la plena libertad para la expresión de las diversas convicciones religiosas, filosóficas, políticas y personales, que coexisten en el seno de la ciudadanía costarricense.

Debemos elegir un gobierno que reconozca y respete la diversidad y pluralidad que caracteriza a la sociedad costarricense. Un gobierno comprometido con el estricto respeto a la integridad y dignidad de todas las personas, y a sus diversas visiones de mundo. Un gobierno que se oriente por el conocimiento social, económico y científico, y que aliente y respete a las comunidades humanas que se dedican a obtenerlo y difundirlo.

Por todo lo anterior, y por encima de nuestras diversas afiliaciones partidarias y posiciones políticas, las personas abajo firmantes valoramos el compromiso que ha adquirido Carlos Alvarado Quesada con el respeto a los Derechos Humanos, a la construcción de un Gobierno Nacional basado en acuerdos resultado del diálogo con diversos sectores de la sociedad costarricense, que incluye el fortalecimiento de la educación en todos sus niveles como un instrumento fundamental para la construcción de una sociedad más justa y equitativa.

Por estas razones, por la magnitud de lo que se juega en esta elección, por Costa Rica, apoyaremos a Carlos Alvarado.

Acceda al siguiente enlace para ver los firmantes de la carta.

Manifiesto de la comunidad universitaria de las universidades públicas (1)

 

 

*Imagen tomada de Go Visit Costa Rica

Enviado por Juan Carlos Cruz Barrientos y María Elena López.

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Manifiesto de escritoras y escritores costarricenses ante las cruciales elecciones presidenciales de 2018

«…Es prohibida toda forma de propaganda en la cual, valiéndose de las creencias religiosas del pueblo o invocando motivos de religión, se incite a la ciudadanía en general, o a los ciudadanos en particular, a que se adhieran o se separen de partidos o candidaturas determinadas«.

Código Electoral, Art.136

No se podrá hacer en forma alguna propaganda política por clérigos o seglares invocando motivos de religión o valiéndose, como medio, de creencias religiosas”.

Constitución Política, Art.28

 

Los firmantes, escritores y escritoras, con seria preocupación ante los escenarios que ofrece la segunda ronda electoral en Costa Rica, nos manifestamos con el propósito de llamar la atención de la ciudadanía costarricense, sobre la posibilidad de que un gobierno de corte neopentecostal fomente la intolerancia y el irrespeto a las garantías fundamentales en que se asienta nuestro régimen democrático, negándose de ese modo las particularidades que nos han distinguido como país y produciendo un retroceso histórico de dimensiones incalculables. Por lo tanto, llamamos vehementemente a los ciudadanos y ciudadanas a reflexionar sobre las siguientes amenazas:

  1. La división de los costarricenses en grupos opuestos e irreconciliables, separados por dictados religiosos, por una parte; o por efecto de manipulación de los fantasmas de la Guerra Fría, por otra, creando la posibilidad de una confrontación que acabaría con la paz que ha distinguido a Costa Rica.
  2. La aparición de censuras respecto a las diferencias étnicas, culturales, ideológicas o sexuales y  la negación subterránea de las conquistas sociales de las mujeres.
  3. La pérdida posible del honroso papel de Costa Rica como defensora de los Derechos Humanos, en todos los órdenes.
  4. La pérdida de valores fundamentales de la nación costarricense como la solidaridad, la justicia social, el respeto a las diferencias, la educación con fundamento científico, el compromiso con la ciencia.
  5. La posibilidad de la instauración DE UN RÉGIMEN TEOCRÁTICO, donde los poderes del Estado sean guiados por los principios y valores de un grupo religioso particular, en detrimento del respeto de la libertad de credos.
  6. La pérdida de los activos del Estado y de las instituciones de bien social  y de protección de la naturaleza, por la imposición de un neoliberalismo, que acentuará aún más la desigualdad entre los que más y los que menos tienen. Lamentablemente, esa noción de neoliberalismo subyace en el movimiento neopentecostal.
  7. La posibilidad de la injerencia de sectas religiosas asentadas en el exterior, con lo que Costa Rica se convertiría en parte de la ola evangélica ultraconservadora que está azotando a otros países latinoamericanos.
  8. La imposición de una noción reducida y mercantil de la cultura, a la que se define en su función decorativa y superficial como recreación, deportes o actividad económica, con muy posible irrespeto a la libertad creativa de las artes.

Por todo lo anterior, ENFÁTICAMENTE MANIFESTAMOS:

  1. Que el irrespeto a los artículos de la Constitución y el Código Electoral que garantizan la separación entre religión y política parece ser lo que nos ha llevado a esta difícil situación. El TSE permitió que aparecieran partidos políticos asociados a las iglesias y ahora permite que uno de los candidatos utilice abiertamente creencias religiosas para obtener poder político. Llamamos la atención de todos los electores y de la comunidad jurídica internacional sobre el hecho de que la candidatura de quien está haciendo esta infracción podría ya ser inválida, pues habría desoído la Constitución de la República y el Código Electoral. Pedimos una investigación inmediata al respecto, a quien corresponda, y solicitamos que el TSE y la Sala Constitucional  tomen las medidas del caso, frente a la existencia de partidos políticos religiosos que, con su existencia misma, contravienen los artículos de la Constitución y del Código Electoral arriba citados.
  2. Que repudiamos a aquellos políticos políticos tradicionales que han fomentado la corrupción, el neoliberalismo a destajo, los manejos contra la ley y el favorecimiento al impacto de las trasnacionales económicas, y ahora culturales, para lo cual no han dudado en desfigurar lo que ha sido nuestra VÍA COSTARRICENSE».
  3. Que llamamos al pueblo de Costa Rica a dar un voto inteligente, que no entregue al país al mejor postor, pues lo nuevo por conocer puede extraviar para siempre nuestra democracia y crear un caos social de graves dimensiones.

 

Nombre y apellidos, correo

Anacristina Rossi, novelista, cuentista, ensayista, cristirossi@gmail.com

Magda Zavala, novelista, ensayista, poeta, mzavalagcr@yahoo.com

Tatiana Lobo, novelista, ensayista, cuentista, talowi@gmail.com

Arnoldo Mora, ensayista, mora_arnoldo@hotmail.com

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Yadira Calvo, ensayista, yadicafa@gmail.com

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Catalina Murillo, novelista, ensayista, catalinamurillo@hotmail.com

Habib Succar Guzmán, poeta, novelista, –hsuccar@gmail.com

Mía Gallegos Domínguez, poeta, miagallegosdom@hotmail.com

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Iván Molina, cuentista, novelista historiador

Manuel Delgado, novelista, cuentista

Carlos Manuel Villalobos, poeta

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Rogelio Cedeño Castro, ensayista, agato1946@gmail.com

Marta Rojas, poeta, merojasporras@gmail.com

Carlos Francisco Monge, poeta, académico, crítico literario

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Teresita Aguilar Mirambell, poeta, tamirambell@gmail.com

Daniel Garro Sánchez, cuentista, garro8300@gmail.com

Isabel Cristina Arroyo Calvo, poeta, iarroyocalvo@gmail.com

Ronald Campos López, poeta, ronaldc84@yahoo.com

Luis Armando Gutiérrez, poeta, cuentista, luisarmandogutierrez@gmail.com

Mario Valverde, cuentista, mavalverdeuned@gmail.com

María Alejandra Solórzano Castillo, poeta ciudadmigrante@gmail.com

Laura Zúñiga Hernández , poeta y narradora, langelezluna@gmail.com

María Pérez Iglesias, narradora, mariaperez.yglesias@gmail.com

Leda García, poeta, ledagar@gmail.com

Paola Valverde Alier, poeta, paolavalverde@gmail.com

Marianella Sáenz Mora, poeta, nelsaenzmora@gmail

Carlos Enrique Rivera Chacón, poeta, carlosriverach@gmail.com

Rodrigo Zúñiga Araya, poeta, rodriazunigag@gmail.com

Ana Patricia Urrutia, literatura infantil, cuarzorosa15@hotmail.com

Ximena Paz Cedeño de la Cruz, delacruzximena9@gmail.com

Geovanny Jiménez Salas, narrador y poeta, jimenezsalas@gmail.com

Óscar Núñez Olivas, novelista y ensayista

Álvaro Vega Sánchez, ensayista, novelista y cuentista

 

*Imagen tomada de conozcasucanton.com

Enviado a SURCOS por Ana Cristina Rossi.

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Manifiesto público de sacerdotes ante segunda ronda electoral

Voto informado, consciente y responsable

Manifiesto publico ante la segunda ronda electoral
… sembrar en buena tierra la semilla de la esperanza.

En nuestra condición de sacerdotes y religiosos comprometidos con la Iglesia Católica y motivados por los más altos intereses de nuestra Patria, subscribimos las siguientes consideraciones que compartimos con la opinión pública y especialmente con los fieles laicos de nuestras comunidades:

  1. Se avecina la segunda ronda electoral, el próximo 1 de abril del 2018, donde elegiremos al próximo Presidente de la República, llamado a procurar el Bien Común y el beneficio de todos los costarricenses, sobre todo de la población más empobrecida, desempleada y excluida de la riqueza nacional, en particular las mujeres, así como de los grupos minoritarios que claman por el respeto a sus derechos: comunidades indígenas, adultos mayores, migrantes, personas con discapacidades, entre otros.
  2. Consideramos contraria al espíritu evangélico toda manifestación violenta contra la población LGTBI. En los evangelios no se ve que Jesucristo discrimine a una persona por su condición sexual.
  3. Algunos ciudadanos, erróneamente, consideran que la Iglesia Católica toma partido en beneficio de un candidato porque menciona en su discurso la defensa de la vida y la familia, como si tuviera el monopolio de la defensa de estos valores.
  4. Lamentamos la manipulación del sentimiento religioso, característico de la mayoría de nuestra población creyente, especialmente de los más pobres, por parte de algunos pastores y líderes cristianos evangélicos, no todos, que abiertamente favorecen a un candidato a la presidencia.
  5. Consideramos como amenaza para la paz social, los intereses de algunos sectores económicamente poderosos que visualizan como criterio de oportunidad para hacer negocios, el modelo adoptado en otros países del continente americano, cuando se combina poder político y evangelismo conservador y fundamentalismo de corte neo pentecostal.

Finalmente, en medio de la incertidumbre y la pasión que pueda desencadenar la contienda electoral, hacemos eco del llamado a cumplir con la obligación patriótica del sufragio.

Ejerzamos el derecho a elegir exentos de toda utilización de nuestro sistema de creencias religiosas.

San José, marzo del 2018.

 

J. Amando Robles Robles

Céd 800520054

 

Jorge Arturo Chaves Ortiz

Céd 104130957

Carlos Eduardo Castro Calzada

Céd 1450373

Miguel Picado Gatjens

Céd 103540831

 

José Francisco Soto Soto

Céd 2-275-185

 

Foto tomada por Óscar Segura.

Enviado por Jorge Arturo Chaves.

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UNA: Dialoguemos para decidir

La Comisión institucional «Dialogando para Decidir» impulsa una campaña de divulgación, difusión y comunicación, con el fin de brindar a la ciudadanía costarricense, desde la academia, información que permita al electorado reflexionar y tomar una decisión fundamentada al ejercer su voto en esta II Ronda Electoral que lleva a cabo el 1 de abril de 2018.

En esta ocasión, la Msc. Leonela Artavia, Académica de la Escuela de Economía de la Universidad Nacional, nos habla acerca de que “cuando se analiza el tema de mercados laborales en el país, salta a la vista necesariamente lo que es la informalidad. Tenemos un 45% de nuestros trabadores y trabajadoras en esas condiciones, lo que significa casi un millón de personas”.

 

Enviado por Msc. Efraín Cavallini Acuña, Asesor Comunicación, Rectoría, UNA.

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Hay mucho en juego en esta elección

Por José María Gutiérrez (*)

 

Quizá muchas personas vean la cercana elección presidencial con indiferencia, como una más de las repetidas disputas electorales que se han dado en el país. Otras, decepcionadas por la política nacional, vuelven su mirada hacia otro lado, como si no fuera con ellas. Con todo respeto, quienes así proceden se equivocan. Esta elección nos coloca ante uno de los momentos más críticos en la historia política e institucional de Costa Rica.

La posibilidad de que llegue al poder ejecutivo un grupo con el planteamiento del Partido Restauración Nacional (PRN) tiene profundas implicaciones que remecen elementos esenciales de la convivencia democrática. Una sociedad compleja y diversa como la nuestra debe fundamentar su funcionamiento en valores de respeto a su heterogeneidad, de tolerancia y de debate racional que considere las perspectivas y las opiniones de todas las personas y colectivos.

En su historia, y en medio de variadas tensiones, el país ha logrado cimentar aspectos clave para la vida democrática, tales como la coexistencia de posiciones diversas, la valoración de los derechos humanos y de la dignidad de las personas más allá de sus creencias, el respeto al ámbito de la intimidad y de las opciones vitales de cada quien, y el apego al derecho nacional e internacional. Algunos de estos valores medulares han sido claramente cuestionados por la dirigencia del PRN. Es algo muy grave.

Pero además, las posiciones fundamentalistas que este grupo asume en temas de impacto en la vida nacional va contra la tendencia madura de la política basada en evidencias. Los planteamientos que se elaboren sobre asuntos diversos deben tener un sustento racional centrado en lo que la realidad nos muestra, en lugar de partir de posiciones basadas en la intolerancia, las verdades preconcebidas y los prejuicios.

Los informes del Programa Estado de La Nación y los de otros grupos que estudian nuestra sociedad ofrecen valiosos insumos para la toma de decisiones. Se requiere cultivar una cultura política centrada en el análisis riguroso de lo que ocurre en el país y en la discusión respetuosa de posiciones divergentes. Por ello, la posibilidad de que los complejos temas de la vida nacional sean abordados desde la óptica de quienes creen poseer la verdad de manera exclusiva tira por la borda cualquier intento de construir una convivencia basada en el debate constructivo. El respeto a la pluralidad debe prevalecer.

No menos importante en esta coyuntura es la necesidad de optar por un grupo de personas que hayan mostrado capacidad y experiencia en el manejo de los asuntos públicos, cuya formación y trayectoria garanticen que, una vez en el gobierno, se pondrán al servicio del bien común con una filosofía de análisis, diálogo y búsqueda de consensos. A la hora de hacerse cargo de la conducción del país, la improvisación es un pésimo insumo.

Estamos entonces ante una coyuntura electoral decisiva. No cabe la indiferencia ni el cinismo; tampoco es tiempo de adoptar posiciones oportunistas en el complejo ajedrez político nacional. Lo delicado de la situación invita a una clara toma de posición. Es fundamental colocar en el gobierno a un grupo que respete y cultive aspectos esenciales de la convivencia democrática. En este contexto tan crítico, se nos presenta una clara opción: votar por Carlos Alvarado del Partido Acción Ciudadana (PAC).

 

(*) José María Gutiérrez, microbiólogo y profesor universitario.

 

*Imagen con fines ilustrativos tomada de intereconomia.com

Artículo publicado originalmente en www.elpais.cr y publicado por SURCOS a solicitud del autor.

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