Ir al contenido principal

Etiqueta: seguridad alimentaria

UCR: Mezcla perfecta de arroz, frijoles y ciencia

Un gallo pinto gigante simbolizó el aporte del CIGRAS a la sociedad costarricense, ya que este centro se encarga de evaluar y asegurar las calidad de los granos que consumimos diariamente. Foto: Laura Rodríguez Rodríguez, UCR

El CIGRAS celebró su 50 aniversario

La Facultad de Ciencias Agroalimentarias demostró sus contribuciones a la seguridad alimentaria de Costa Rica

El arroz y los frijoles, junto a la ciencia y la innovación, fueron los protagonistas en la feria del 50 aniversario del Centro para Investigaciones en Granos y Semillas (CIGRAS) que se realizó el 30 de setiembre en la Facultad de Ciencias Agroalimentarias de la UCR. 

Allí se mostraron las contribuciones que hace el CIGRAS al sector productivo y a la seguridad alimentaria del país, así como los resultados del trabajo que realizan los otros centros de investigación, fincas experimentales y unidades académicas que conforman la Facultad y otras relacionadas.

Durante el acto inaugural, el Dr. Gustavo Gutiérrez Espeleta, rector de la UCR, destacó la amplia vinculación con el sector productivo y la sociedad, la amplia trayectoria de divulgación de los resultados y las actividades sustantivas que realiza este centro en docencia, investigación y acción social en beneficio de la población costarricense.

«Han permitido que las personas consumidoras nacionales cuenten con un respaldo mediante la verificación de calidad e inocuidad de granos y alimentos asociados”, mencionó Gutiérrez.

“El aporte que hace el CIGRAS nos permite ver la importancia de la inversión que tiene que hacer un país en las universidades públicas. Muy contrario a lo que se cree, no se trata solo de docencia, aquí tenemos un ejemplo muy claro de un centro que hace investigación de primer nivel… y es gracias a una inversión pública que el país ha hecho”, acotó el decano, Dr. Enrique Montenegro.

La feria titulada «Granos y semillas de calidad, seguridad alimentaria para la comunidad» fue declarada de interés institucional por tratarse de un espacio que permitió analizar los retos y reforzar colaboraciones en relación con el estudio y producción de los granos y semillas, un tema de gran importancia para la seguridad alimentaria del país.  

Esta actividad contó con la participación de destacados científicos y científicas, estudiantes, representantes de instituciones públicas y empresas del sector semillerista, así como productores y productoras agrícolas de comunidades como San Carlos y Guácimo.

 

Katzy O`neal Coto
Periodista, Oficina de Divulgación e Información, UCR

Conversando sobre seguridad alimentaria. La Alianza del Pacífico: visión del sector agroalimentario

Desde la coordinación del Departamento de Participación Ciudadana, el Colegio de Ingenieros Agrónomos y la Fundación Konrad Adenauer-Costa Rica este miércoles se realizó el conversatorio sobre seguridad alimentaria. 

La actividad tuvo lugar en el Salón de Expresidentes de la Asamblea Legislativa. 

Si desea conocer más de lo abordado en el conversatorio sobre el tema de seguridad alimentaria, puede verificar en el Facebook de @participacioncr y @CIAgronomos o en el siguiente video de YouTube: 

 

Compartido con SURCOS por el Departamento de Participación Ciudadana de la Asamblea Legislativa.

UCR, Cigras: Cincuenta años de velar por la calidad de los granos y semillas en Costa Rica

El Cigras tiene la capacidad de analizar más de 100 especies de semillas. Foto: Laura Rodríguez Rodríguez, UCR.

Aniversario

Desde 1972, Costa Rica cuenta con un centro de investigación único que aporta al desarrollo del sector agroalimentario costarricense y a la buena alimentación de los consumidores

La evaluación de la calidad de las semillas y de los granos es una actividad fundamental para la seguridad alimentaria de un país. El Centro para Investigación de Granos y Semillas (Cigras) creado en 1972, por acuerdo de la entonces Facultad de Agronomía de la Universidad de Costa Rica (UCR), realiza esta importante labor desde hace cincuenta años. 

Este centro, fundado por el Dr. Ronald Echandi, cumple con dos funciones esenciales otorgadas por Ley de la República. La Ley N° 5029 lo denomina Laboratorio Oficial para realizar los análisis de calidad de las semillas y la Ley N° 5079 le otorga a la UCR el mandato de analizar la calidad de los granos que se comercializan en el país. Además se complementa con las áreas de investigación en micotoxinas y biotecnología y la acción social en comunidades productoras. 

Su trabajo permite determinar el valor de las semillas para la siembra y contribuye a que las personas consumidoras adquieran granos básicos como el arroz y los frijoles de buena calidad y seguros para su alimentación. Todo ello, bajo estrictos controles de calidad (con ensayos acreditados bajo la norma ISO17025) y utilizando modernas técnicas de análisis.

En 1973 se crea el Laboratorio de Semillas del CIGRAS, que es el Laboratorio Oficial de Análisis de Calidad de Semillas para todo el país. Este laboratorio cuenta con personal altamente capacitado y equipo especializado para la prestación de servicios de análisis físico y fisiológico de semillas, con lo cual favorece el comercio y uso de semilla certificada de alta calidad.
En el Laboratorio de Semillas se realizan análisis completos de germinación y pureza de semillas de importancia para la alimentación humana y animal como frijol, maíz, arroz, forrajes, café, papa y hortalizas.

El laboratorio le provee información confiable a la Oficina Nacional de Semillas (OSN) que es el ente encargado de la regulación y aseguramiento de la calidad de las semillas. 

«Para los agricultores, el análisis de semillas: garantiza que las semillas satisfagan las normas mínimas de calidad en cuanto a la pureza física y el porcentaje de germinación; •reduce al mínimo el riesgo de pérdida de cosechas; y evita los problemas derivados de la utilización de semillas contaminadas con malezas nocivas, semillas infestadas de enfermedades o insectos, y semillas poco viables», según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura (FAO).  

Por otra parte, el análisis de la calidad de los granos que se realiza en el Cigras brinda un beneficio directo a los consumidores. Allí se analizan los frijoles y el arroz que son alimentos de consumo masivo en la población costarricense siendo una de las principales fuentes de proteína y calorías. 

Para la comercialización y consumo de estos granos es de suma importancia cumplir con los estándares de calidad requeridos para garantizar que el producto posee los atributos para satisfacer las necesidades nutricionales  y los gustos del consumidor.

En el Laboratorio de Análisis de Calidad de Granos los expertos se encargan de verificar, a solicitud de empresas y productores, que los principales granos de consumo en Costa Rica, el arroz, los frijoles y el maíz, tengan propiedades físicas y culinarias adecuadas antes de llegar a los hogares costarricenses.
El Laboratorio de Análisis de Calidad de Granos verifica la calidad del arroz en granza y pilado. Se miden aspectos como impurezas, infestación, porcentaje de grano entero y grano quebrado, entre muchos otros.

Desde 1974, el Cigras también realiza investigaciones relacionadas con procesamiento de semillas, almacenamiento de granos con alta humedad y micotoxinas en arroz y otros granos. El análisis de micotoxinas aporta a la prevención de enfermedades causadas por la ingesta de alimentos que podrían venir contaminados, ya sea desde el campo o durante largos periodos de almacenamiento. 

“Las micotoxinas son compuestos tóxicos producidos de forma natural por algunos tipos de mohos. Los mohos productores de micotoxinas crecen en numerosos alimentos, tales como cereales, frutas desecadas, frutos secos y especias. Las micotoxinas pueden tener diversos efectos negativos en la salud y suponen un grave peligro para la salud humana y del ganado. Dichos efectos pueden ser de carácter agudo (intoxicación) o crónico (inmunodeficiencia y cáncer)”, según advierte la Organización Mundial de la Salud. 

En el Laboratorio de Análisis de Micotoxinas la investigación se enfoca principalmente en el análisis de micotoxinas (que son componentes cancerígenos) e identificación de hongos micotoxigénicos en granos de importancia para la alimentación.

Este laboratorio procesa las muestras tomadas por el Servicio Fitosanitario del Estado (SFE) en los cargamentos de arroz, frijoles, maíz y otros granos que entran al país para revisar si contienen aflatoxinas. Con sus resultados, que son altamente confiables, los entes reguladores que son el SFE y el Ministerio de Salud deciden si eso se comercializa o no. 

En el Laboratorio de Análisis de Micotoxinas se identifican hongos micotoxigénicos en granos de importancia como frijol, maní, maíz, arroz y trigo.

Desde su creación, hace 50 años, el Cigras ha contribuido con el desarrollo del sector agroalimentario y con la sociedad costarricense mediante la realización de diversas investigaciones, muchas de ellas, con el propósito de brindar soluciones a problemas agrícolas del país. Allí se desarrollan investigaciones con técnicas y equipamiento modernos y con personal altamente calificado.  

En el 2022 este centro de investigación tiene la meta de alcanzar los 300 trabajos publicados. Entre sus principales temas de investigación están: la germinación de semillas, el cultivo y regeneración de plantas in vitro.

El Laboratorio de Biotecnología realiza investigaciones (básicas y aplicadas) de distintas especies vegetales manteniendo un fuerte compromiso con la seguridad alimentaria y el avance biotecnológico. Además, apoya actividades de docencia, donde estudiantes de cursos de pregrado y postgrado realizan prácticas de laboratorio y trabajan en proyectos de graduación.
En el Laboratorio de Biotecnología se desarrollan investigaciones para la propagación y conservación de especies autóctonas como pitahaya, pejibaye, papaya, guayaba y tacaco.

Actualmente, el Cigras ha incursionado en la investigación de temas como almacenamiento y procesamiento de semillas y granos, métodos de propagación clonal in vitro y caracterización de compuestos con propiedades nutracéuticas y funcionales.  Además, se trabaja en la caracterización de plantas y otros organismos utilizando técnicas moleculares, genómicas, histología e imágenes digitales. 

En complemento a sus actividades de investigación y docencia, este centro contribuye en proyectos de acción social, con lo cual lleva a los agricultores y población en general los resultados de la investigación que desarrolla. 

Por medio de un Trabajo Comunal Universitario, el centro y los estudiantes ofrecen conocimientos a las personas producturas sobre cómo almacenar adecuadamente, tanto los granos para su consumo o venta, como las semillas que guardan para siguientes ciclos de producción. De esta forma, también apoyan la seguridad alimentaria en las zonas rurales y la salud al evitar posibles infestaciones en los granos y semillas almacenadas.

En este 2022, el Cigras cumple sus 50 años y lo celebrará con una gran feria titulada «Granos y semillas de calidad: seguridad alimentaria para la comunidad». La actividad se realizará el vienes 30 de setiembre en la Facultad de Ciencias Agroalimentarias. Para ver el programa presione este enlace: Feria Cigras.

 

Katzy O`neal Coto,
Periodista, Oficina de Divulgación e Información, UCR

Colombia, una nueva oportunidad

Lic. José A. Amesty Rivera

Agosto 2022

El 7 de agosto pasado, fue investido como Presidente de la República de Colombia, Gustavo Francisco Petro Urrego, (nacido en Ciénaga de Oro, Córdoba, el 19 de abril de 1960), es un político, economista, exsenador colombiano y exguerrillero del Movimiento 19 de abril (M-19). Es fundador del partido político, Colombia Humana y líder de la coalición política Pacto Histórico.

Su vicepresidenta, Francia Elena Márquez Mina, (nacida en Suárez, Cauca, el 1 de diciembre de 1981), es una lideresa social negra, activista medioambiental, defensora de derechos humanos, feminista, abogada, y política colombiana. Ambos, prometieron que “es la hora del cambio, empieza la Colombia de lo posible”.

De inmediato, anotamos unos tips, tomado de varios escritos de rebelion.org, preparados para el programa de radio y redes, del Colectivo Reflexión-Acción “Alternativas” de Costa Rica, en el cual participamos como organizadores y que deseamos compartir con todos/ ustedes.

  1. Petro, con visión estratégica (global) de largo plazo, el día 7 de agosto, durante su posesión de mandato, en su discurso mostró “una visión estratégica alejada de los clásicos discursos generalistas que se suelen escuchar cuando se asume la presidencia de un país y tiene ejes que lo distinguen”.

– Agregó conceptos poco desarrollados por la mayoría de gobiernos progresistas en América Latina, a saber: “la problemática de la seguridad alimentaria, los efectos del cambio climático, la importancia de la Amazonía, fue muy crítico con la falta de una respuesta unida por parte de América Latina frente a la pandemia”.

– Cuando hablamos de gobiernos progresistas, nos referimos a sus propuestas que “van desde una identificación con el socialismo y la izquierda, pasando por el nacionalismo, el populismo y la social democracia, hasta llegar al peronismo (en el caso argentino), aunque para simplificar se hable de progresismo”.

  1. Durante la posesión de Petro, hubo tres elementos simbólicos históricos, por ejemplo, “la fecha del 7 de agosto (día en el que se conmemora la batalla de Boyacá, dada en 1819, hace 203 años, cuando el abnegado y leal ejército patriota conducido por el libertador Simón Bolívar, en una sorprendente y heroica hazaña militar y humana, desde las tórridas llanuras del Orinoco, trasmonta el helado páramo de Pisba y sorprende en su propia retaguardia al ejército realista en el altiplano cundiboyacense, para derrotarlo definitivamente y poner en fuga al rey español).

– El otro elemento fue al presentar la “espada de Bolívar” con la que (simbólicamente) Bolívar derrotó al rey de España. Con razón, el rey Felipe VI de España, no se levantó al pasar la espada de Bolívar.

– El tercer elemento simbólico, recuerda “lo sucedido en la noche del 17 de enero de 1974, cuando el movimiento revolucionario M19 robó la espada de Bolívar”.

  1. Entre las primeras definiciones como nuevo presidente, Gustavo Petro, subrayó “su voluntad de cumplir el Acuerdo de Paz de La Habana y abrir en diálogo con los grupos armados para terminar con seis décadas de conflicto violento, que dejó al menos 450 mil muertos, la mayoría civiles, solamente entre 1985 y 2018”.
  2. Decálogo de Petro y Francia. “Corresponde ahora a las experiencias de reconciliación, no repetición y fortalecimiento de las políticas de la vida, la iniciativa de fortalecer los lazos de la nación olvidada, los «nadies», excluidos, marginados, trabajadores, estudiantes, jóvenes, mujeres, viejos, para recorrer la ruta planteada del decálogo del presidente Petro y Francia.

Tomarse como propio, el Decálogo anima a construir paulatinamente, con paciencia, sin exaltaciones, revanchas, ni desilusiones, las bases de un poder popular real, efectivo y eficaz. Una política de la vida, del amor, del vivir sabroso es producto de la entrega, la convicción ética y el cuidado propio y del otro humano”.

  1. Desafíos de Petro y su nuevo gobierno. El mayor desafío que tiene el próximo gobierno colombiano “es el de promover la paz, silenciar los fusiles, pero también, atacar las causas de la violencia armada como el hambre, la enorme desigualdad social y la garantía de derechos, que mucho tienen que ver con el abandono del Estado, el racismo, la plutocracia, la corrupción, el narcotráfico y el paramilitarismo que garantizan la producción y el envío de coca a Estados Unidos”.
  2. El modelo político de Petro. Se trata de ir “desandando el modelo neoliberal arraigado desde hace décadas en Colombia y para ello el nuevo gobierno propone como primeras medidas para enfrentar la pobreza, que afecta a más del 45 por ciento de la población de unos 50 millones de habitantes, una ley contra el hambre y una renta básica, que figuran en el programa del Pacto Histórico. Cuatro de cada diez colombianos pasa hambre, señalan las encuestas”. Un desafío para algunos, inalcanzables.
  3. Al otro lado de la frontera, Venezuela. “Si bien el presidente de la República Bolivariana, Nicolás Maduro Moros, no fue invitado a la ceremonia de asunción como último acto de hostigamiento del gobierno saliente, pocos días antes se reunieron en San Cristóbal, localidad venezolana próxima a la frontera, Carlos Faria, Ministro del Poder Popular para las relaciones exteriores de Venezuela y Álvaro Leyva, designado canciller del nuevo gobierno colombiano. En el cónclave, acordaron fortalecer una agenda de trabajo para la normalización gradual de relaciones binacionales y comenzar la recomposición de las interrumpidas relaciones bilaterales con el nombramiento de embajadores y funcionarios diplomáticos y consulares”.
  4. Pueblo, mucho pueblo. “Lleno de simbolismo fue el espacio que Petro dio a seis invitados de honor, personas del común en representación de los excluidos de Colombia, con quienes Petro había estado ya en el marco de su campaña. Entre ellos Arnulfo Muñoz, pescador artesanal del Tolima, Katherine Gil, líder juvenil del Chocó, Genoveva Palacios, vendedora ambulante de Quibdó y Kelly Garcés, la barrendera de una empresa de aseo, cuya resistencia al hostigamiento que sufrió por tener un volante del Pacto Histórico entre sus utensilios de labor. Rigoberto López, campesino de Caldas, y Jorge Iván Londoño, silletero de Medellín, completaron el cuadro”.
  5. Finalmente, a escasos días de su posesión, el presidente Gustavo Petro “ha cogido “el toro por los cuernos” y le metió el diente a la “cuestión militar” con mano de cirujano de alta precisión”. (ha hecho una barrida).

– “Las determinaciones tomadas con su Ministro de la Defensa, Iván Velásquez, están implicando un amplio remezón de la cúpula militar y policial, al tiempo que se formaliza la política de seguridad humana y la paz recupera su ruta perdida con el anuncio de la instalación de la Mesa de diálogos y acuerdos con la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional en la Habana, Cuba”.

– “Sobre los cambios militares, el criterio del presidente Petro ha sido acoger las recomendaciones de la Comisión de la Verdad, para depurar las cúpulas militares de oficiales. Nombrando nuevos comandantes militares y policiales sin antecedentes en atropellos y desfalcos de los recursos públicos en las compras militares de armamento, alimentos y dotaciones, algo bien difícil dada la degradación de los aparatos armados del Estado encuadrados en las doctrinas anticomunistas de la seguridad nacional, del enemigo interno y del mercado neoliberal como regulador del gasto de la defensa”.

– “El presidente excluyo 55 generales para conformar el nuevo cuadro directivo, militar y policial. Es la reestructuración más grande del generalato en la historia reciente del país. Lo que se quiere es una oficialidad que no esté manchada por la sangre de los humildes masacrados a mansalva y que no sean una gavilla de rateros. La cirugía petrista en la alta dirección militar, se dio con rapidez”.

Como es costumbre, esperemos los primeros cien días de gestión del presidente Gustavo Petro, y veremos cómo le va hasta entonces. Y ojalá, no nos decepcionemos, sino más bien que nos alegremos por sus logros y por el pueblo colombiano, que tiene tantas expectativas.

¿Tiene Costa Rica seguridad alimentaria en la crisis actual?

Se le invita a sintonizar el conversatorio “¿Tiene Costa Rica seguridad alimentaria en la crisis actual?”, del Programa Estado de la Nación, el día de hoy miércoles 13 de julio a las 6:00 p.m. 

En esta edición, se hablará sobre la seguridad alimentaria de nuestro país en el marco de la crisis que afronta.

Con la participación de:

  • Adoniram Sanches Peraci, representante de la FAO en Costa Rica.
  • Laura Brenes Peralta, coordinadora de la Red Pérdida y Desperdicio de Alimentos.
  • José Angulo Alguera, ex gerente del Consejo Nacional de Producción (CNP) y consultor en gestión de proyectos de inversión y sociales.
  • Karen Chacón Araya, investigadora del Programa Estado de la Nación.

El conversatorio será transmitido mediante un Facebook Live en el perfil del Programa Estado de la Nación.

UCR: Un premio que ratifica la importancia de la producción tradicional de alimentos

Especial de seguridad alimentaria

Libro sobre el maíz de antropóloga de la UCR ganó el primer y tercer lugar en dos categorías distintas

Decir que una publicación costarricense ganó una categoría del Premio Mundial de Libro de Cocina Gourmand podría interpretarse como una simple noticia que habla de una compilación de recetas nacionales, pero en este caso se está reconociendo un profundo trabajo de investigación sobre el maíz en las culturas indígenas de tradición mesoamericana y chibchense de Costa Rica.

Se trata del libro “El maíz: semilla, trabajo, alimento, vida en las tradiciones indígenas mesoamericana y chibchense de Costa Rica” de Vania Solano Laclé, docente e investigadora de la Escuela de Antropología de la Universidad de Costa Rica (UCR), el cual obtuvo el primer lugar en la categoría de publicaciones universitarias en PDF y gratuitas del Gourmand World Cookbook Awards, un certamen anual que se realiza en Francia desde 1995 y que, en el 2022, otorgó reconocimientos a los mejores libros de cocina en 165 categorías.

Solano manifiesta sentirse complacida con el reconocimiento, sobre todo por tratarse de una investigación antropológica y no de un libro de recetas. En este sentido, le parece un acierto que exista este espacio gastronómico de puesta en valor de las prácticas alimentarias tradicionales y que trascienda el ámbito de la cocina especializada y exclusiva para un reducido grupo de la población.

“Me parece muy interesante que el certamen se haya abierto a otras categorías que reconozcan a otros países, el acervo cultural agroalimentario y la gastronomía local, tradicional de otros pueblos; en América Latina, en África, en Asia, en la misma Europa, donde hay comunidades y regiones a las que no se les ha dado lugar a sus alimentos”, puntualizó.

Más allá del premio, la autora e investigadora considera que es de vital importancia regresar a las formas tradicionales de producción de alimentos para garantizar la soberanía alimentaria del país, lo cual implica no solo disponer de los productos agrícolas, sino también que sean accesibles a toda población y tengan un significado cultural para quien los consuma. Aclara Solano que no se trata de un retorno folclórico o romántico a un pasado que nunca existió, sino al reconocimiento de las redes complejas de intercambio de alimentos que siempre han existido, pero a las que no se les ha brindado atención ni apoyo.

En esta línea, la antropóloga manifiesta que Costa Rica debe aprovechar sus altos niveles de biodiversidad reconocidos mundialmente para desarrollar policultivos agroforestales y de alimentos, en lugar de seguir los modelos de monocultivo que estimulan las propuestas neoliberales y que están conduciendo al planeta a procesos de desertificación y destrucción ambiental. “Seguimos en una única línea productiva como si hubiera solo un modelo agroproductivo en el país y ya vimos que ni siquiera ese modelo fue suficiente para garantizar la seguridad alimentaria”, agregó la galardonada.

El libro de Solano se clasificó a la ronda final de la categoría de publicaciones universitarias en PDF y gratuitas junto a otras 5 publicaciones procedentes de Chile, Italia, Suecia, Estados Unidos y de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). El segundo puesto fue para la publicación titulada Starving Trigay, World Peace Foundation, de Tufts University, en los Estados Unidos; mientras que el tercer lugar lo obtuvo el libro NAFS workshop proceedings, foodways at a crossroads, de Örebro University, en Suecia; y el cuarto puesto fue para el título Recetario, cocina de integración chileno-haitiana, de la Universidad de Chile.

La publicación del Centro de Investigación en Identidad y Cultura Latinoamericanas (Ciicla) de la UCR también fue postulada en la categoría Comidas Indígenas, donde obtuvo el tercer lugar entre libros de Brasil, Canadá, Chile, Sudáfrica y Estados Unidos. En el siguiente enlace puede acceder a la serie digital Tsirík y descargar gratuitamente el libro premiado: Serie digital Tsirík.

¿“Cómo está el arroz” con el maíz?

A pesar de haber sido un alimento fundamental en la dieta de la población costarricense durante siglos y de seguir siendo uno de los principales ingredientes para muchísimos platillos, Costa Rica no es autosuficiente en la producción de este grano, como tampoco lo es en arroz y frijoles, productos esenciales para una de las comidas que ha marcado la identidad costarricense desde mediados del siglo XX: el gallo pinto.

El reconocimiento internacional que obtuvo el libro de Vania Solano Laclé obliga a que el país repiense la ruta que está siguiendo en relación con la producción de alimentos para autoconsumo, sobre todo tomando en consideración las fluctuaciones del mercado internacional para productos agrícolas prescindibles en momentos de crisis y en los que el país ha cifrado su esperanza mediante grandes monocultivos que han sustituido el cultivo de granos básicos y hortalizas.

Es por ello que le consultamos a la antropóloga galardonada su criterio sobre la situación de la seguridad alimentaria en Costa Rica. Pero, antes de ello, resumió el objetivo de su libro y lo que significa para ella el premio recibido:

–Vania Solano Laclé: Me parece muy bien que pueda estar representado el país desde la UCR dando un lugar a las tradiciones indígenas de nuestro país. Yo sistematicé un trabajo donde hago una propuesta desde la puesta en valor de la memoria biocultural de los pueblos indígenas y el libro trata de dar a conocer la práctica de cultivo y preparación de los alimentos a partir del maíz, que fue un alimento domesticado en Mesoamérica por los pueblos originarios de este continente y que, además, fue adaptado por los diferentes pueblos americanos, en diferentes contextos, en diferentes altitudes y en climas muy distintos, a través de la experimentación, del intercambio de semillas, de esa transmisión cultural para perfeccionar el uso de este alimento y darle un sustento alimentario a los pueblos en América durante miles de años. Estamos hablando que los procesos de domesticación llevan al menos 8 000 años. El maíz no lo encontramos en su fruto, en su grano, de esa manera en la naturaleza. Fue un proceso de domesticación a partir de una espiga y esa diversidad de tipos de maíz es un producto de este continente.

El libro es un pequeño aporte para comprender la complejidad y la particularidad entre pueblos chibchas y mesoamericanos y sus nichos ecológicos. En él podemos ver que el maíz no tiene el mismo uso en los pueblos chibchas de zonas de bosque muy húmedo de nuestro país con respecto a los pueblos que habitan en las zonas más secas, de bosque tropical seco, y en otras zonas de vida que no tienen los niveles de precipitación que hay en las zonas de bosque muy húmedo. Eso genera formas de apropiación distintas que permiten contar con este alimento en las condiciones agroecológicas en donde viven estos pueblos, y esto solo es posible a través de mucha experimentación y conocimiento de la planta y de todo el ecosistema.

–¿Por qué es importante que conozcamos toda la historia del maíz, sus usos y que lo recuperemos como sociedad?

–VSL: Los grupos humanos vamos viviendo, pero no necesariamente somos conscientes del acervo de conocimiento que ha permitido contar con las condiciones que tenemos hoy. A pesar de que están pasando muchas cosas que están amenazando los ecosistemas, aún hay posibilidades de tener diversidad de vida y, como parte de ella, diversidad de alimentos que nos permite, a la vez, la diversidad de culturas y de grupos humanos en el mundo. Entonces, conocer las relaciones entre conocimientos, experiencia, acumulación, transmisión y producción es indispensable también para la reproducción de la vida futura.

En este momento se habla de cambio climático, pero de lo que deberíamos estar hablando es de destrucción de todas las cadenas ecológicas que permiten esa riqueza que, a su vez, permite alimentarnos. Es por eso que se está hablando de la posibilidad de regresar a grandes hambrunas globales y tener sequías cada vez más permanentes que pueden generar procesos de desertificación.

Entonces también el conocimiento del pasado, pero también de las formas como los pueblos han conocido lo que funciona, lo que hace posible la alimentación, es fundamental para que también pensemos nuestro futuro y nuestra relación con la naturaleza. Creo que sí ha habido una ruptura con esos conocimientos a través de un racismo muy grande acerca de los pueblos indígenas, los pueblos tradicionales de todo el mundo, no solo los indígenas que conocemos como tales en América, sino todos los pueblos tradicionales del mundo, en cualquier continente; incluso en la misma Europa ha habido un desplazamiento muy fuerte de los saberes tradicionales y los oficios que permitían también alimentos de calidad y ese es otro factor importante.

Ha habido, tal vez, un aumento de producción con un costo muy alto a nivel energético y en la ruptura de esos encadenamientos sistémicos y biológicos. También ha habido un deterioro de la calidad de los alimentos que también termina siendo perjudicial para la vida y la salud humana. Conocer formas como se cocinaba, algo que muestra el libro, es que las técnicas tradicionales fundamentales son el asado, el hervido y el cocido; lo frito casi no existía en el mundo tradicional, y eso tiene consecuencias en nuestra salud.

La combinación de alimentos también. Tal vez no se encontraban todo tipo de alimentos, todas las épocas del año, precisamente porque se hacía uso de los ciclos de producción; tanto cultivos anuales, como lo pueden ser el maíz, el frijol; como cultivos perennes, como la yuca y los pejibayes. Pero perenne no quiere decir que no tengan estaciones en donde hay la producción de los alimentos; y luego todo lo que es la combinación con quelites, brotes, hongos; es decir, donde tenemos una combinación donde contamos con proteínas, carbohidratos y hojas verdes que nos permiten los suplementos de vitaminas y otros componentes que son indispensables para la vida.

Ese tipo de complejidad que podemos ver en una milpa, porque la milpa es esta asociación de cultivos, donde podemos tener cultivos anuales, como el maíz, pero también tenemos frutos, árboles de frutas, podemos tener recolección de ciertos alimentos, permite abastecer algunos alimentos que también son nutritivos.

El libro galardonado está disponible gratuitamente haciendo clic AQUÍ.

Pensar a priori que los pueblos tradicionales carecían de buena alimentación, es racismo. Hay muchos relatos de personas que entrevisté, tal vez no está explícito en el libro, pero sí está en mi trabajo de campo, en donde se manifiesta una discriminación hacia los alimentos de origen indígena y también ocurre con ciertos alimentos de procedencia afrodescendiente, cuando debería ser todo lo contrario, cómo estos alimentos han enriquecido y forman parte de nuestra dieta.

Hasta hace muy poco el maíz fue una fuente muy importante de alimentación de Costa Rica y esto fue desplazado por el arroz. Es impresionante como en 70 años, prácticamente, desapareció el maíz como parte de la alimentación nuestra; y se ha posicionado el arroz, por dicha, como dicen las colegas nutricionistas, en combinación con los frijoles, porque se convierte en un alimento completo, muy bueno para nuestra alimentación. Lamentablemente los frijoles también están en ese imaginario de discriminación.

Tenemos referencias de decirle a las personas maiceras. En este país decirle maicero a alguien no es una virtud, hay una connotación peyorativa que refiere a su condición de persona campesina, familia campesina y también rural, como si eso también implicara ignorancia. Entonces ahí vemos que estos elementos de la milpa, en vez de haber sido posicionados como una alimentación sana y adecuada, en el constructo, en el imaginario, tenemos una asociación que no se considera tan moderna. Volvemos a nuestro colonialismo, donde pensamos todo en función de lo moderno y lo tradicional, pensado lo tradicional como atrasado o como pasado y no como un presente que podría constituir nuestra forma de vida, nuestra alimentación también y que, probablemente, nos hace aportes muy beneficiosos con respecto a otro tipo de alimentos que estamos consumiendo ultraprocesados, llenos de aditivos para generar sabores.

Lo terrible de la industria es que utiliza los conocimientos de sabores, olores, colores que son propios de las experiencias tradicionales para crearlas de manera sintética. Vemos documentales donde hay laboratorios que hacen pruebas para poder llegar a sabores y olores tradicionales que van a significar emociones en las personas que los consumen precisamente porque vienen de un arraigo de infancia, de algo que conocieron en su infancia, en su trayectoria de vida y eso es instrumentalizado a partir de la psicología, del mismo conocimiento antropológico, de las ciencias humanas, pero en detrimento de tener acceso a esos verdaderos alimentos.

Entonces tendríamos que estarnos concentrando en ver cómo estimulamos la producción de estos alimentos, estimulamos el mantenimiento y reproducción del conocimiento de cómo se procesan estos alimentos, cómo se mantiene la calidad de estos alimentos y cómo son accesibles y disponibles para la población. Este sería el gran reto de una política agroalimentaria, responsable, solidaria y culturalmente pertinente en nuestro país.

–¿Es realizable este camino para recuperar el consumo del maíz y de toda su herencia cultural alrededor de él más allá del tamal de fin de año y tomando en consideración el avance de una gastronomía globalizada e industrializada?

–VSL: Sí se puede si existen formas para estimular todos los procesos que involucra el cultivo de diversidad de maíces, porque no es posible hacer diversidad de recetas si no hay diversidad de productos, entonces todo está vinculado. Y si no hay diversidad de recetas, no hay diversidad de sabores. Entonces estamos hablando de que el proceso de homogenización ha sido incluso de los paladares y de los sentidos. Las nuevas generaciones no tienen diversificación de sabores y olores. Esa diversidad también se convierte en conocimiento sensorial de las culturas.

Yo creo que sí es posible estimulando encadenamientos internos locales, no centralizar todo, de manera que todo también se encarece al estar mediatizado. Un estudio de un investigador demostró que la capitalización de los productos no queda en el intermediario. Resulta que los traslados apenas dan para la sobrevida, para la ganancia mínima de la persona que traslada. La mayor ganancia se está dando en el mercado mayorista, en el Cenada. Creo que transformar esa lógica de concentración para redistribuir podría abaratar los costos y facilitar el acceso, porque no se pueden preparar los alimentos si:

1. no están disponibles (que estén ahí para poder comprarlos) y

2. que estén accesibles (porque pueden estar ahí, pero si están fuera de mi presupuesto, no los puedo comprar).

Entonces lo mínimo es que estén disponibles y accesibles. Si hacemos un esfuerzo importante a nivel regional, no solo a nivel de Costa Rica, hay muchas posibilidades de generar intercambios de otra naturaleza, pero empezar por lo local. Podríamos tener estos alimentos más disponibles y más accesibles y estoy segura de que muy rápidamente se van a retomar recetas, a hacer nuevas combinaciones y nueva experiencia, porque los seres humanos siempre seguimos creando. Las sociedades tradicionales han creado recetas, combinaciones, formas de trabajar la tierra, formas de combinar productos para tener disponibles y accesibles los alimentos.

Sí se puede a través de una política pública que apoye los encadenamientos de las familias productoras. Sí hay que dar apoyo, se sabe que desde los ochenta el crédito solo ha sido para la agroindustria. Es decir, lo que el Estado ha hecho es financiar las capacidades de producción de la agroindustria en detrimento de las capacidades de producción de la pequeña y mediana propiedad y de la diversidad de alimentos.

La propuesta no es un regreso folclórico o romántico al pasado porque ese pasado nunca existió. Es decir, se ve a los pueblos indígenas como si fueran formas tradicionales caducas que existieron en el pasado y eso es parte de ese racismo, incomprensión e ignorancia que tenemos de los sistemas complejos agroalimentarios que habían en el pasado. Que muchos de ellos se desestructuraron con los procesos coloniales y republicanos, con la privatización de tierra, acaparamiento de tierras, grandes latifundios que se hicieron a favor del ganado en nuestro país, es otra cosa. Pero, de que existían redes de intercambio complejas de alimentos, de condimentos, de especies, sí las habían y las hay hoy, quizás silenciosas, que no les hemos prestado atención.

El libro de Vania Solano Laclé también obtuvo el tercer lugar en la categoría de libros gratuitos de comidas indígenas.

–¿Cómo ve el futuro del maíz en Costa Rica, tomando en cuenta que lo sustituimos por el arroz desde hace 70 años y que el país no es autosuficiente en maíz y tenemos que importarlo?

–VSL: Ahí justamente es donde inició la no autosuficiencia del maíz, pero tampoco lo somos en frijol y arroz. También hubo un crecimiento importante de la población en los setenta. La persona millón en Costa Rica nació en 1959, si no me equivoco, y estamos en cinco millones y medio; es decir, también hay un desafío de crear nuevas formas de producción para satisfacer la demanda de alimentos para todas las personas, pero creo que el modelo que hemos buscado no fue el adecuado.

El modelo fue el agroindustrial; monopólico, tanto en producción como en el tipo de semilla y el tipo de engranaje, comercial; es decir, hay toda una monopolización de todos los procesos alimentarios, no exploramos otras formas de producción de menor escala, más bien nos fuimos a producción de otros tipos de monocultivo.

En lugar de seguir con esa lógica de producir postres, helechos y flores, podríamos estar pensando en otro tipo de formas de producir alimentos y árboles, creando diversidad, produciendo biodiversidad en el país. Si Costa Rica pertenece a una zona tropical megadiversa, con unas precipitaciones y con unas condiciones que permiten la reproducción de miles de especies, ¿por qué no aprovechar eso y, en vez de estar generando modelos de monocultivo, generar policultivos, policultivos agroforestales y policultivos de alimentos?

Esto es algo que no se ha propuesto. Seguimos en una única línea productiva como si hubiera solo un modelo agroproductivo en el país, y ya vimos que ese modelo no fue suficiente para sostener la soberanía alimentaria. Si en Estados Unidos hay planicies de miles de hectáreas subvencionadas para producir con tractores un solo tipo de maíz, obviamente, nunca vamos a tener aquí acceso a maíces de colores, que son indispensables para hacer el atol de pujagua, la mazamorra y los diferentes tipos de chichas y pozoles.

–¿Podríamos decir que una seguridad alimentaria amenazada también pone en peligro la identidad cultural de una nación?

–VSL: Primero tendríamos que ver que la seguridad alimentaria habla de la disponibilidad y acceso, pero no habla del tercer factor que es, precisamente, la pertinencia cultural. La seguridad alimentaria garantiza que la gente tenga alimento disponible y accesible, pero no que ese alimento tenga sentido para la gente, que lo considere especial, que lo considere parte de su tradición cultural, de su ascendencia, de su infancia, de su experiencia juvenil y de su compartir.

Los pueblos siempre van a crear nuevas identidades culturales. Entonces podemos crear una nueva identidad cultural, que creo que es lo que ha ocurrido, en donde nuestra experiencia sensorial es ponerle kétchup a todos los alimentos. Conozco jóvenes que no pueden comer nada si no le ponen kétchup a todo, ahí volvemos a las partes sensoriales y es que el kétchup es dulce; y no es por nada que sea dulce porque en las primeras etapas de nuestra infancia el dulce tiene un lugar muy importante porque es energía. Lo que pasa es que el dulce provenía de las frutas maduras, consideradas frutas o vegetales dependiendo de la cultura.

Es controversial lo que voy a decir: sí hay pérdida cultural, no en el sentido de que existen culturas superiores a otras y que hay pueblos cultos y no cultos, no, todos los grupos humanos tenemos culturas.

La gente dice: “es que las cosas cambian”, pero hay que ver hacia qué cambiamos. El planeta está cambiando y lo que estamos generando es un proceso de desertificación, y eso también puede pasar en la alimentación. No es cierto que el cambio siempre supone una transformación creativa. No necesariamente transformarnos significa una sustitución que también cree bienestar, que cree salud o que cree experiencias sensoriales ricas. Lo que hemos notado es que a mayor diversidad es donde más posible se pueden dar esas combinaciones que generen esos factores. A menor diversidad, las posibilidades son menores.

A mí me llama la atención cómo cuando los neoliberales hablan de los monopolios sí son superclaros en decir que los monopolios del Estado son malos porque quitan libertades, porque quitan diversidad y que hay autoritarismo, pero ¿por qué ese mismo argumento no se usa también hacia la diversidad cultural o hacia la diversidad culinaria, gastronómica o alimentaria? ¿Por qué ahí sí tenemos que seguir un modelo homogéneo? Entonces, el mundo de la diversidad no calza con el modelo neoliberal.

Si fuéramos más coherentes, si sostenemos esos discursos, estaríamos confirmando que una única línea empobrece, una única especie empobrece, una sola lengua empobrece, una sola religión empobrece. ¿Cuál es el otro escenario? Muchas. Muchas especies, muchos animales, muchos tipos de alimentos, muchos tipos diferentes de tipos de cocina regional y para eso tiene que haber muchos nuevos tejidos facilitados por el Estado.

Especial Seguridad Alimentaria

Presentamos

Costa Rica al desnudo ante la crisis alimentaria global 

La esperanza

El problema

 

Fernando Montero Bolaños
Periodista, Oficina de Divulgación e Información, UCR

Política exterior en la Colombia, potencial mundial de la vida

Tras el gane de la presidencia, la nueva administración de Colombia Petro Urrego ha anunciado cuáles serán sus ejes de política exterior en orden de convertir a esta nación en una “potencia mundial de la vida”.

Entre los principios de esta nueva política exterior colombiana se destaca el respeto por los Derechos Humanos, el respeto por la soberanía, la buena vecindad y la cooperación Sur-Sur. Además, sus principales enfoques son el feminismo, el humanismo y el participativo. 

Este nuevo gobierno aspira a promover la integración de Colombia con el resto de las naciones de América Latina y el Caribe, establecer una alianza con Estados Unidos para consolidar la paz y la democracia, así como redefinir la lucha contra las drogas. En este sentido, se señala que las políticas contra las sustancias ilícitas serán enfocadas en la preservación de la salud pública y en la fomentación de alternativas sostenibles frente a la criminalidad. 

En cuanto al comercio, se indica que estas actividades se centrarán en promover la seguridad alimentaria y en el fortalecimiento de las industrias no extractivas. En el campo ambiental se señala que la lucha contra el cambio climático será esencial a través de la preservación y restauración de diversos ecosistemas, así como mediante la ratificación del Acuerdo Escazú. 

Finalmente, se aspira a que la migración se base en un proceso seguro, ordenado y regulado que respete los derechos de las personas migrantes. Además, se propone que los puestos de índole diplomática y consular sean ocupados con personas con una amplia experiencia en el campo.

Si desea consultar con mayor detalle la propuesta realizada por las nuevas autoridades colombianas, puede consultar la infografía adjunta.

 

Compartido con SURCOS por Juan Carlos Cruz Barrientos.

Continuar la gestión de esperanza y alternativa

Hace siete años, en el programa Umbrales, de la Universidad Estatal a Distancia, Jorge Luis Hernánez, investigador del Centro de Investigación de Cultura y Desarrollo (CICDE), comentaba acerca del comportamiento de las organizaciones campesinas y los pequeños productores del país. 

En el espacio, Hernández habló sobre lo que significa la seguridad alimentaria en Costa Rica, en el contexto de un acceso deficiente a productos alimenticios y las necesidades de la población. Guiar y orientar a las comunidades para dar un criterio acerca de la inseguridad que se vive, es una tarea que requiere del análisis de los actores que participan en este tema, comentaba en la entrevista.

Según el autor, la situación empeora conforme avanza el cambio climático, cuestión que implica el desarrollo oportuno de alternativas que busquen otras formas de revolución verde, como las agriculturas locales. 

Para ver la entrevista completa puede acceder al siguiente enlace: https://m.facebook.com/story.php?story_fbid=1038069499573874&id=100001125002979&sfnsn=wa

Fuente: facebook.com / semanariouniversidad.com

 

Compartido con SURCOS por Jorge Hernández.

Marcha 8M: “Marchamos para defender todos nuestros derechos”

Comunicado de prensa

En defensa de nuestros derechos, organizaciones de mujeres feministas y activistas independientes, convocamos a una marcha pacífica el 8 de mayo a las 9:30 AM, a partir del costado sur del Parque de la Merced, Avenida 4, por el Boulevard Peatonal.

En ocasión del traspaso de poderes a la nueva administración gubernamental, haremos uso de nuestro derecho a la libertad de asociación, la libertad de expresarnos y de manifestarnos, defendiendo para Costa Rica, el Estado Social de Derecho, comprometido con el bienestar de la población y la sostenibilidad de la vida. Para ello exigimos:

  • Un modelo económico solidario e inclusivo basado en una economía de ciudadanos que fortalezca la institucionalidad pública y procure políticas protectoras e impulsoras de los sectores productivos con mayor vulnerabilidad social.
  • Una política fiscal progresiva, justa y equitativa: sin afectar los programas sociales, aumentando los impuestos a quienes poseen más riqueza e ingresos y derogación del paquete de leyes que el acuerdo con el FMI exige y de la Regla Fiscal (que pone en crisis el funcionamiento de instituciones públicas fundamentales).
  • Una democracia participativa y estado laico: condición democrática básica para garantizar los vínculos sociales y la reconstrucción del tejido social inclusivo, protegiendo los derechos humanos de todas las personas, la libertad, la justicia social, la igualdad, el pluralismo, la participación y la convivencia social basada en el respeto a las diversidades.
  • Una garantía del ejercicio pleno de los derechos sexuales y reproductivos pues la igualdad y el cuidado de la vida pasa por el cuidado de nuestros cuerpos y por el reconocimiento de nuestra autonomía sexual y reproductiva.
  • Una garantía del derecho a una vida libre de violencia para las mujeres y el fortalecimiento de la institucionalidad creada con ese fin, garantizando los recursos requeridos.
  • Una garantía de que Costa Rica cumplirá con los compromisos internacionales asumidos para lograr la igualdad entre mujeres y los hombres, en todos los ámbitos públicos y privados.
  • Una estrategia para enfrentar el problema de desempleo y del empleo precario que afecta actualmente a la población costarricense: haciendo énfasis en políticas, programas y medidas concretas y realizables para que las mujeres tengan acceso a trabajos de calidad y bien remunerados.
  • Una estrategia para asegurar la calidad de los servicios de salud integral, incluyendo la salud mental; la calidad de la educación pública sin exclusión; y la seguridad alimentaria para toda la población.

Instamos al desafío de mantenernos como una ciudadanía unida y vigilante.

Con el mismo entusiasmo, invitamos a las organizaciones y colectivos de mujeres y mixtos de otros lugares del país, a marchar o a manifestarse por diferentes medios y así sumar actividades vinculadas a esta convocatoria.

Para cualquier contacto: mujeresenaccion.costarica@gmail.com

ORGANIZACIONES FIRMANTES:

El desafío agroecológico

Gerardo Cerdas Vega

Por Dr. Gerardo Cerdas Vega,
Sociólogo, profesor de la Escuela de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional (ECA/UNA)

La actual coyuntura internacional derivada de la guerra entre Rusia y Ucrania, ha encendido todas las alarmas a nivel global sobre la inminente crisis alimentaria, asociada por un lado al incremento desbordado en el precio de la energía y los fertilizantes y, por otro, a problemas de logística global surgidos en el marco de la pandemia de COVID-19 (la así llamada “crisis de los contenedores”), en un contexto marcado por la multiplicación de eventos climáticos extremos, que ya de por sí afectan la seguridad alimentaria mundial, con mayor gravedad en algunas regiones y países.

No obstante, aunque parece que solo nos damos cuenta de la fragilidad del sistema agroalimentario globalizado en el pico de una coyuntura crítica, la situación actual se viene formando desde hace mucho tiempo atrás. No solo por la difusión, desde los años 1940, de un modelo de agricultura altamente contaminante y dependiente de los combustibles fósiles (la “Revolución Verde”), sino por la imposición, desde los años 1980, de constantes oleadas de ajustes neoliberales que arruinaron la agricultura campesina, volcada para el mercado interno, en prácticamente todos los países del mundo.

Efectivamente, desde los años 1980 se ha venido impulsando una agenda de destrucción de las economías agrarias de base local, al tiempo que se abría la brecha para que grandes corporaciones del agronegocio dominasen el mercado mundial de alimentos, semillas, fertilizantes, pesticidas y maquinaria agrícola, avanzando los intereses de las potencias hegemónicas, en especial de los Estados Unidos. Un mercado altamente lucrativo, oligopolizado y destructor, propulsado por la liberalización del mercado mundial de productos agrícolas a partir de 1995 (negociaciones de la OMC y tratados de libre comercio impuestos por Estados Unidos, Unión Europea y más recientemente, China).

En el caso de Costa Rica, hemos visto una aplicación progresiva de este ideario al mundo rural y a la producción agrícola, con nefastas consecuencias para la seguridad y soberanía alimentaria de nuestro país y para la viabilidad económica de la agricultura campesina. Durante cuatro décadas (cómo no recordar el tristemente famoso lema “Volvamos a la tierra” del plan de gobierno de Luis Alberto Monge y la aplicación sucesiva de los Programas de Ajuste Estructural), se nos ha dicho hasta el cansancio que es más barato importar, que teníamos que “reconvertir” la agricultura, integrarnos a las cadenas globales de valor. Producir, siempre producir, a todo costo, los viejos y nuevos productos que el mercado global demanda, no importa si ello implica devastar la tierra, los ríos, la trama de la vida. Pagar millones de dólares a las corporaciones que controlan semillas, fertilizantes, pesticidas y maquinaria agrícola. Dejar al agronegocio y a los grandes importadores por la libre y a los pequeños frijoleros, maiceros, arroceros y en general a las familias rurales, integrarse a la “agricultura de cambio” o emigrar a la ciudad / al extranjero para no morir de hambre.

Bueno, ahí tenemos el resultado. Hoy por hoy, Costa Rica es un país extremadamente vulnerable desde el punto de la seguridad alimentaria y sin ninguna soberanía alimentaria efectiva, tal como lo revela la publicación del Semanario Universidad del día 30/03/2022[1]. ¿Cuánto durarán los estoques de alimentos en caso de un corte abrupto en los flujos de importación? ¿Por cuánto tiempo podrán los productores agrícolas seguir costeando el alza en el precio de los insumos? De acuerdo con diversos analistas y fuentes, es muy probable que este año vamos a tener la subida más alta de los precios de los alimentos en toda la historia, más que en 2008, pero con un escenario de mayor precarización social y laboral a nivel mundial sin precedentes, como resultado de la pandemia (que aún no acaba, dicho sea de paso).

Cabe anotar, adicionalmente, que el informe de la FAO sobre seguridad alimentaria y nutricional en América Latina y El Caribe 2020, apunta que, en Costa Rica, para el periodo 2017-2019, la prevalencia de la inseguridad alimentaria grave afectó al 5,4% y la inseguridad alimentaria moderada al 25,5% de la población nacional (datos prepandemia). Año con año, se reduce el área destinada a productos como arroz, maíz, frijol al tiempo que disparan las importaciones. Producimos cada vez más piña, palma, banano, café (estos cuatro productos concentran el 70% de la superficie agrícola), pero se reduce la producción de géneros alimenticios indispensables para la dieta nacional. Todo ello sin hablar de la utilización masiva de fertilizantes y pesticidas químicos (hoy a precios estratosféricos) que contaminan la tierra, el agua y los propios alimentos, enfermando a quienes los producen y a quienes los consumen.

En este contexto, el desafío que se coloca con urgencia es el de una transformación del régimen agroalimentario en la dirección de una verdadera sustentabilidad (ambiental, alimentaria, social, económica, cultural). Y ese desafío es lo que llamo el desafío agroecológico: producir alimentos sobre una base ecológicamente saludable, con viabilidad económica, respeto y fomento de la agricultura campesina, agrobiodiversidad, igualdad/equidad de género, soberanía alimentaria y apoyo de la sociedad (inclusive a través de políticas públicas costeadas por el contribuyente), para disputar verdaderamente el perverso control corporativo sobre aquello que comemos y la forma como lo producimos.

América Latina y El Caribe son el epicentro de una verdadera revolución agroecológica, que hoy se extiende por todo el globo (aunque esto no salga en el noticiero). En esta región (y en todo el mundo), abundan los ejemplos de que otra agricultura es posible, una agricultura con cara campesina, indígena, negra, de comunidades de pescadores, de mujeres rurales pero también de colectivos urbanos que se organizan para producir alimentos en las ciudades, o bien que tejen redes para poner en contacto a los productores y productoras agroecológicos con los mercados citadinos y organizan circuitos cortos de comercialización para darle salida a la producción local a precio justo y sin el desigual tratamiento que dan los intermediarios a quienes que  producen la comida que comemos. Entre 15 y 20% de los alimentos en el mundo se producen en las ciudades, donde más de 300 millones de personas practican agricultura urbana.

La agroecología es entendida como un movimiento social, como una ciencia y como un conjunto de prácticas ecológicas para el manejo a nivel de finca. Es intensiva en conocimiento local puesto que integra en su seno el saber de las productoras y productores campesinos/as, negras e indígenas (entre otros), así como el apoyo de universidades, ONG comprometidas con las luchas sociales, investigadores/as y activistas en busca de una nueva forma de producir y comercializar alimentos que, por otra parte, se entiende como parte de una ancestralidad, espiritualidad y una conexión íntima con la tierra que son indispensables para superar la actual y las futuras crisis alimentarias, sociales y climáticas. La defensa de las semillas criollas es una de sus bases fundamentales, tal como lo afirma La Vía Campesina.

Así, es urgente que comencemos a discutir, a nivel país, pero sobre todo a nivel local, una salida al laberinto en que nos encontramos. El desafío agroecológico nos llama con más fuerza que nunca. Tal vez la única “virtud” de esta guerra y de esta crisis multidimensional que atravesamos como humanidad, es que ha abierto una ventana de oportunidad para que miremos a fondo la complejísima situación que estamos enfrentando y discutamos los caminos posibles para transformar nuestra relación con los alimentos, lo que conlleva replantearnos por completo nuestra relación con la Tierra y sus ciclos vitales, que no son, precisamente, los de la ganancia corporativa.

En Costa Rica, al igual que en muchos otros países, la política de acabar con la agricultura campesina hizo grandes estragos, pero no acabó por completo con la resistencia local. Hay diversas y ricas experiencias agroecológicas locales que permanecen dispersas, así como un creciente número de personas en el campo y la ciudad que están preocupadas por la calidad de los alimentos que producen y consumen y por las consecuencias medioambientales de todo ello. En función de lo anterior y en el marco de esta coyuntura nacional e internacional, necesitamos con urgencia reconocernos, encontrarnos, nombrarnos y movilizarnos como parte de una transición y una transformación en curso donde la alimentación ocupe un lugar destacado en la agenda pública y nuevas prácticas y alternativas sean construidas desde abajo, desde los territorios y con apoyo de diversos actores comprometidos con un diálogo de saberes horizontal y participativo, que busque sacar a los alimentos de la lógica de la acumulación de capital y los devuelva a las lógicas de existencia de los pueblos.

[1] MAG y agricultores advierten: el país está a las puertas de una caída en la producción de alimentos • Semanario Universidad