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Etiqueta: tejido social

Organización comunitaria: El día después de las elecciones

Esteban Beltrán Ugalde.

Esteban Beltrán Ulate
esbeltran@yandex.com

Escribo desde la condición ciudadana de un apátrida de partido político que tuvo que optar por una elección a la carta en el cantón donde habito; escribo desde el sinsabor de un proceso electoral fugaz y con carencias de comunicación asertiva; pero también, escribo desde la convicción de que las grandes transformaciones se pueden gestar desde lo local. La reflexión que comparto es producto de una serie de conversaciones con vecinos y amigos tanto de mi comunidad como de otras comunidades: “Ahora ¿Qué hacer?”

La abstención en el proceso electoral municipal, como el resultado de una serie de fenómenos multifactoriales, muestra que lo local, lo cercano, lo íntimo del tejido social, se encuentra desplazado del imaginario. Lo anterior, con un especial tinte en los territorios urbanos, -donde se identifican las grandes concentraciones de personas-, parece contradictorio, ahí donde más personas habitan, hay menos interés en la respuesta política para atender lo que afecta de manera directa la convivencia y el tejido social. Frente a esto es que, resulta urgente evitar el círculo vicioso, huir de la misma piedra a la que acostumbramos a chocar cuando tomamos el mismo camino cada mañana, dicho de otra manera, es momento de diseñar una ruta que permita a las comunidades animar el tejido social, que será la condición necesaria para un giro en los resultados de los procesos electorales, con miras a una transformación radical y no una media tinta (en el mejor de los casos).

Las comunidades deben tomar el poder, desde la construcción de proyectos externos a la institucionalidad, la organización popular con base en proyectos específicos es la manera elemental a partir de la cuál se puede despuntar un proceso que, a mediano o largo plazo, puede convertirse en la fuerza de voluntad colectiva capaz de asumir también la gobernanza desde lo institucional. Quiero ser más preciso y aclarar lo anterior de la siguiente manera: la organización popular puede y debe iniciar desde la necesidad específica que golpea la realidad de la comunidad, y, a partir de ahí, por medio de reflexión y acción, construir un poder que se legitima con el andar. Para que, una vez construido el poder de manera colectiva, la posibilidad de acceder a una legitimación de poder institucionalizado se alcance por añadidura.

Los partidos políticos han de ser ante todo movimientos donde la voluntad colectiva sea el resultado de un diálogo diáfano. El “qué hacer” no debe ser una pregunta sino una acción que parte del “hacer con quién”, el tejido social está roto, hay que empezar a anudar, ahí en medio de las tensiones de los “distintos” que miran hacia “lo común”, es ahí donde nace el poder como común-unidad. Estos nudos implican un reconocimiento del vecino, de la vecina, de los animales con los que coexistimos, del ambiente desde el que interactuamos. El día después de las elecciones, es el día adecuado para salir al encuentro del otro, en la comunidad, e iniciar la tarea de tejer un proyecto, donde en medio de la diferencia se pueda caminar hacia un horizonte común.

Vidas eclipsadas y miopía social

Anais Patricia Quirós Fernández.

MSc. Anais Patricia Quirós Fernández
Especialista en la Enseñanza del Idioma Inglés
Estudios en Género, Diversidad y Derechos Humanos
Diplomada en Cambio Climático y Gestión Integral del Riesgo de Desastres
Académica Universitaria

El eclipse (del griego ἔκλειψις, ékleipsis, que quiere decir ‘desaparición’, ‘abandono’) es un fenómeno en el que la luz procedente de un cuerpo celeste es bloqueada por otro cuerpo eclipsante.

Durante la historia de la humanidad, se ha presenciado uno o varios eclipses solares o lunares. Unos minutos de oscuridad donde la misma naturaleza no puede controlar o detener el suceso. Momento inevitable en el cual entra el temor, la duda, el miedo y la incertidumbre de lo que ocurrirá durante y después del evento. Periodo en el que todo se paraliza, cambia de rumbo y se confunde, la luz desaparece, el ave vuelve a su nido, la oruga se apresura, la fotosíntesis se detiene. Se eclipsan los rayos de la luz permitiéndole a la oscuridad adueñarse de todos los espacios, limitando la visión, impidiendo tener absoluta conciencia de lo que pasa alrededor.

A lo largo de la vida de los seres humanos, en algún momento, por cortos o largos lapsos de tiempo se han experimentado situaciones donde la vida se eclipsa, las familias se eclipsan, los individuos se eclipsan, las sociedades se eclipsan, un país se eclipsa, el mundo se eclipsa.

Todo ser humano, requiere de eventos y experiencias para desarrollar un crecimiento continuo. Este es considerado un ser social, desde su nacimiento tiene la necesidad de conectarse, relacionarse y comunicarse con otros. Establecer vínculos fundamentales para su bienestar emocional y psicológico. Agruparse para formar estructuras sociales de convivencia y desarrollo colectivo. Depender unos de otros para satisfacer sus necesidades básicas y alcanzar objetivos comunes, logrando a través de la interacción, la pertenencia a una comunidad que al mismo tiempo le brinde un apoyo emocional y un sentido de identidad.

Sin embargo, por muchos factores y sucesos ocurridos en ese trayecto, la vida de una persona podría eclipsarse. Esto ocurre cuando esa vida es opacada por un evento, un hecho o un cuerpo eclipsante que hace sentirse al individuo invisible, sin brillo. Donde el sentido desaparece, la carencia de oportunidades toma control, la tristeza o el descontento en general bloquea el potencial, oscureciendo la vida temporalmente, por largos periodos o por siempre.

La oscuridad; ese momento que aleja toda esperanza, donde la luz se bloquea parcialmente, otras veces en forma total, donde el día se convierte en noche. La temperatura desciende, las sombras aparecen. El animal nocturno se confunde y sale, pero el diurno espera en madriguera. De igual forma estos eventos que eclipsan, afectan las percepciones y emociones del ser humano. Provocando luego, ese caos generador de confusión, debilitando el sano juicio para la toma de decisiones coherentes y asertivas.

Por cada vida que es eclipsada, la sociedad pierde a un miembro y enferma junto a este. En consecuencia, se debilita la salud y el tejido social, por ejemplo: un individuo elige y decide optar por el suicidio, dejando una estela de dolor y dudas entre familiares y personas cercanas. Cuando un adulto ante la vulnerabilidad de un inocente en edad temprana invade su templo violando sus derechos y su cuerpo; dejándole un eclipse existencial para el resto de su vida. Niñas abusadas, que serán mujeres amordazadas, silenciadas hasta que mueran, que solo ellas sabrán cuan oscuro y extenso será su eclipse interno. Femicidios, que causarán una oscuridad total en la vida de los huérfanos quienes no volverán a ver a sus madres, pero tampoco comprenderán el porqué. Drogas, lentamente devorando familias, a inocentes y a culpables. COVID-19, dejando un eclipse mundial de aproximadamente más de15 millones de muertes sin selección de edades, religiones, clases sociales, ni nacionalidades. Ucrania, una guerra que está eclipsando a todo un país y dejando pérdida de vidas, familias destruidas, y comunidades afectadas. Destrucción de infraestructuras vitales, como hospitales, escuelas, carreteras y viviendas. Desplazamiento forzado, dando lugar a crisis humanitarias, como también a problemas sociales y económicos en las áreas que acogen a los refugiados. Impacto económico, donde se desvían recursos financieros y humanos hacia el conflicto en lugar de invertirlos en el desarrollo y el bienestar social, trauma y salud mental deteriorada. Solo para mencionar algunos acontecimientos de incertidumbre en el que viven diferentes grupos sociales y que siguen eclipsando vidas dentro de un entorno.

Cada una de estas vidas eclipsadas tendrán un efecto no solo en un individuo sino también en una sociedad. Como consecuencia se dejará al descubierto la falta de conciencia, perspectiva y comprensión ante los problemas existentes. Surgiendo así una de las peores enfermedades de la sociedad actual, la cual he llamado: “miopía social”.

La miopía es un término médico que se refiere a un defecto visual en el que las personas pueden ver objetos cercanos con claridad, pero tienen dificultades para enfocar objetos lejanos. La sociedad en su defecto visual tiende a ver muy bien los elementos cercanos, pero cuando estos no se acercan a su interés; la misma tiende a carecer de empatía hacia los problemas que afectan a otras personas o grupos. Centralizando su atención a las áreas sanas de la sociedad, de las cuales sabemos son pocas. Convirtiéndose la indiferencia social en un factor que alimenta a los eclipses sociales, agravando la miopía social, y dando paso a una sociedad invertebrada.

Indudablemente el impacto que genera la miopía social no permitirá sustentar las acciones realizadas por unos pocos, para mitigar las consecuencias de los actos sociales que van en incremento, enfermando también a esa población -juventud- que es parte vital y significativa por su papel e impacto en la sociedad. Una población resiliente que deberá estar sana ya que representa la próxima generación y estará constituida por quienes tomarán decisiones importantes, tanto políticas, sociales y económicas en los años venideros. Serán la fuerza laboral del mañana. Su educación, habilidades y talentos determinarán la productividad y el desarrollo económico de cada sociedad. Serán los encargados de preservar y transmitir los valores culturales, tradiciones y conocimientos a las generaciones futuras.

Finalmente, no podemos ignorar cada vida que ha sido eclipsada, y menos percibir a la sociedad como una parte aislada a nuestra realidad individual. Ya que la miopía social no es más que un acto irresponsable para no aceptar que al final… la sociedad invertebrada en la que vivimos nos es más que el proyecto -producto- de nuestra propia construcción.

EL SÍNTOMA

Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)

No es solamente una cifra que aumenta día con día. Es cierto que la estadística dimensiona, señala, indica. Pero más allá del dato, lo que verdaderamente es preocupante es la confirmación de una geografía de la violencia instalada prácticamente en todo el país.

Los puertos, la gente joven, las mujeres. Son tres dimensiones, tres resultados que plantean una dinámica instalada ya para la que el país pareciera no tener retorno.

¿Quién pone los muertos y por qué?

En ausencia de un proceso político robusto, sustituido por el franquiciado a nivel electoral, la identidad de un proyecto país se ha diluido y hoy quienes ejercen el poder real están lejos de Zapote y Cuesta de Moras.

Las reglas del juego de una identidad colectiva parecieran marcarlas el mercado, el sobrepeso cultural del vacío, la app de la felicidad.

Es por ello por lo que la violencia se ha instalado como constructora de un tejido social débil, apenas existente. Hace unos días un medio de comunicación local me consultaba sobre las razones de la participación de personas jóvenes en el sicariato.

Les decía que la pérdida de sentido social aunada al dinero fácil era una mezcla mortal y poderosa. Ante esto, no hay revolución ni educativa ni cultural que pueda “resetear” esa crisis, cualquier crisis.

Hemos dicho en este espacio de reflexión, que es urgente una refundación. No nos referimos ni siquiera a una constituyente como instrumento. Pensamos más bien en mecanismos que nos permitan hablarnos, vernos a los ojos de nuevo, creernos los unos a los otros. Empezar por el principio básico de la convivencia.

Los datos no debieran ser solamente el indicador, pero señalan el síntoma. Al momento de escribirse esta columna se contabilizaban 193 homicidios en lo que va del año y las autoridades señalan que 7 de cada 10 corresponden a ajustes de cuentas.

Los puertos, los jóvenes, las mujeres. Son esas cuentas que desde hace mucho se nos perdieron en el país.

Recuperémoslos.

Encontrar caminos para salir de la crisis obliga a remover los viejos esquemas

Miguel Sobrado

La pandemia del coronavirus ha provocado una recesión internacional que muchos compararan con la crisis de 1929. La mayor del siglo pasado, que desembocó en grandes transformaciones que rompieron estereotipos sobre el papel rector de la “mano invisible” del mercado en la conducción de la actividad económica y su ordenamiento social.

Como toda crisis, la actual nos obliga a repensar la actividad económica, la tecnología y las alianzas internacionales, buscando nuevas oportunidades y senderos que nos permitan reactivar, de forma sostenible, la vida económica y restablecer el balance del tejido social.

Retomar lo rural: territorial y local

Ya se han esbozado algunas propuestas importantes, que deben ser analizadas, pero sobre todo transformadas en proyectos operativos tales como el fortalecimiento de la lo rural, especialmente la agroecología, así como los encadenamientos en el ámbito de las economías locales. Es evidente con esta crisis donde se han resquebrajado los fundamentos de la globalización, que nuestra alimentación básica debe generarse en nuestro país, si no queremos renunciar a la soberanía. No hay que seguir pensando en consensos que se limiten a los viejos actores políticos, difícilmente de esos conclaves saldrá ideas que amplíen el horizonte. Es preciso recurrir a las grandes reservas de creatividad regional y local, ahí donde existen organizaciones y proyectos innovadores autónomos. Como lo he expresado en otros artículos en las zonas campesinas, especialmente cafetaleras y cacaoteras, se ha venido tensando el arco creativo, producto de una mejor educación y formación, encadenando actividades económicas y destacando el campo cultural y deportivo. Algunas de estas experiencias, como la del micro beneficio en el café han tenido premios internacionales. Dentro de ellas se destaca el premio dado por INTEL en 2014 a los jóvenes del colegio de Sixaola por encontrar con apoyo local la vacuna natural a la enfermedad la monilia del cacao.

Pienso que es fundamental invitar a opinar y participar en el establecimiento de senderos aportando su experiencia a estos sectores que constituyen la gran reserva nacional.

Romper con inercias del pasado

Por otra parte algunas medidas propias de “la guerra contra las drogas” vigentes en nuestro país como la prohibición de la siembra y explotación industrial de la mariguana, no tienen actualmente razón de ser cuando una docena de Estados norteamericanos la siembran y procesan legalmente con grandes dividendos y generación de empleo. Si estas medidas represivas las aprobamos en su momento para contribuir con el combate que tenían en los Estados Unidos contra ese cultivo, hoy en día deben ser revisadas frente al cambio de condiciones cuando la explotación industrial con fines médicos la ha transformado en una oportunidad.

Reorientar el turismo hacia el Asia que ha superado la pandemia

Estados Unidos y Europa, nuestros clientes turísticos tradicionales, tardarán todavía algunos meses en reponerse, mientras tanto la industria turística nuestra desfallece y no todos sobrevivirán al año 2021, donde se empezará, si todo sale bien, a recuperar el sector. Mientras tanto en Corea, Japón, Singapur y China, países que están superando exitosamente la pandemia, existe un gran mercado, potencialmente mayor hacia el cual podemos dirigir nuestros esfuerzos. No solo se trata de un gran mercado numérico, sino cualitativamente mejor dotado económicamente. Se ha estimado que un turista chino deja unos $4000 dólares por visita mientras los tradicionales dejan $1500.

Aquí hay que abrir la cabeza de nuevo porque el gobierno de Trump, ha desalentado nuestros contactos con China, como bien lo dijo el Ministro Pompeo durante su última visita a Costa Rica.

Pienso que no tenemos que entrar en conflicto con los Estados Unidos por abrirnos al turismo asiático. Es de interés común de la región estabilizar nuestra economía para que el resquebrajamiento del tejido social no sea aprovechado por la ruta de la coca para imponer el terror en las regiones pauperizadas, tanto fronterizas como costeras de nuestro país.

Imagen: http://agroecologa.org/costa-rica-y-la-agroecologia-una-practica-cotidiana-por-la-autonomia/