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Etiqueta: Trump

Inmigrantes en EEUU

Mg. José A. Amesty Rivera

Es increíble que un país como Estados Unidos de Norteamérica esté persiguiendo y deportando a los inmigrantes, cuando la realidad es que en EEUU conviven una gran cantidad de ellos y ellas, además de que es un país que fue formado por migrantes.

Ante la cruzada de Donald Trump contra los migrantes, recordemos que en EEUU y reiterando, coexisten una gran cantidad de inmigrantes, los cuales son de múltiples naciones del orbe.

La variedad de nacionalidades está representada, al menos, por México (por ejemplo, con el 23% de los inmigrantes nacidos en México en 2022), India, China, Filipinas (estos países también tienen una presencia significativa, representando el 6%, 5% y 4% de los inmigrantes, respectivamente), El Salvador, Guatemala, Corea del Sur, Vietnam, Cuba y República Dominicana (también tienen una población inmigrante considerable en EE. UU.).

Países sudamericanos como Colombia, Venezuela, Brasil, Ecuador y Perú también aportan un número importante de inmigrantes a Estados Unidos. En general, la inmigración a EEUU proviene de diversos países alrededor del mundo, reflejando la diversidad cultural e histórica del país norteamericano.

Según el último estudio del Centro de Investigación Pew (el Pew Research Center), es un grupo de expertos estadounidenses no partidista con sede en Washington, DC, que proporciona información sobre temas sociales, opinión pública y tendencias demográficas que dan forma a los Estados Unidos y al mundo. Destaca que más de 46 millones de inmigrantes viven en Estados Unidos, una cifra récord, y además señala que, hasta 2022-2023, el 77% de los migrantes estaban en el país de manera legal.

El 49% eran ciudadanos estadounidenses naturalizados (tenían la nacionalidad), el 24% eran residentes permanentes legales (LPR) y el 4% eran residentes temporales legales. El resto, el 23%, residía irregularmente en el país. Son 11 millones de personas.

Los datos anteriores son hasta el 2022-2023, por lo que es posible que hayan aumentado, es decir, se desconoce cuánto, ya que algunos abandonan el país, otros mueren y otros se regularizan.

Ahora, según el Servicio de Inmigración y Ciudadanía de EEUU, USCIS, en 2024 se les otorgó la nacionalidad estadounidense a 815.500 personas, lo que supone un 7% menos que en 2023.

México es el país líder con el 31,1% de las nacionalizaciones, seguido de India con el 6,1%, Filipinas con el 5%, República Dominicana con el 4,9% y Vietnam con el 4,1%.

Estas personas nacionalizadas residen en los estados de California, Texas, Florida, Nueva York, Nueva Jersey, Illinois, Washington, Pensilvania, Massachusetts y Virginia.

Por ejemplo, las Estadísticas de Naturalización del Año Fiscal 2024 en EEUU: en Massachusetts 23,600, Washington 23,500, todos los demás 238,700; total, 818,500.

Ya es conocido, por otro lado, que, aunque Trump afirma querer deportar a hasta 11 millones de inmigrantes, los análisis publicados por The New York Times y The Washington Post indican que podría ser difícil expulsar a muchos de ellos bajo la legislación estadounidense vigente. El único grupo fácil de expulsar (son aquellos con antecedentes penales) es relativamente pequeño, con unas 650.000 personas.

En fin, la mayoría de los inmigrantes, ya sea que se encuentren legal o ilegalmente en EEUU, han vivido en el país durante muchos años. Casi la mitad de las personas nacidas en el extranjero han vivido en el país durante dos décadas o más, y más de dos tercios han vivido en el país durante al menos 10 años. Solo el 20% llegó en los últimos cinco años.

Esto significa que muchas de las personas que probablemente serán objeto de deportación en los próximos meses son miembros establecidos y de larga data de la sociedad estadounidense.

En resumen, en EEUU, la población inmigrante podría superar los 13 millones de personas en 2025, según estimaciones de organizaciones como Migration Policy Institute y Pew Research Center. Además, hay al menos 11 millones de personas inmigrantes indocumentadas en el país. Se espera que las deportaciones se mantengan en niveles similares a los de 2024, con la mayoría de los vuelos dirigidos a América Latina.

Población inmigrante: Se estima que la población inmigrante en Estados Unidos podría superar los 13 millones de personas para el año 2025.

Inmigrantes indocumentados: Hay al menos 11 millones de inmigrantes indocumentados en el país.

Deportaciones: Las deportaciones se mantienen similares a las de 2024, con el 90% de los vuelos dirigidos a América Latina.

Impacto de la política: El enfoque del gobierno en deportaciones y las nuevas leyes pueden afectar significativamente a la comunidad inmigrante.

Origen de los inmigrantes: La mayoría de los inmigrantes en Estados Unidos provienen de México, India y China.

Nuevas leyes y reglas: Se implementarán nuevas leyes y reglas migratorias, como la que requiere el registro de ciudadanos extranjeros que permanezcan en el país por más de 30 días.

Es decir, a partir del 11 de abril de 2025, todo ciudadano extranjero mayor de 14 años que permanezca en Estados Unidos por más de 30 días deberá registrarse ante el Servicio de Ciudadanía e Inmigración (USCIS, por sus siglas en inglés).

Además, en 2025 ha traído importantes noticias en el ámbito migratorio, especialmente para quienes buscan trabajar temporalmente en EEUU. Según el Departamento de Seguridad Nacional (DHS), se ha aprobado un aumento temporal en la cantidad de visas H-2B para trabajadores no agrícolas.

En fin, de acuerdo con el Departamento de Seguridad Nacional (DHS), se han implementado nuevas medidas destinadas a fortalecer los procesos migratorios y agilizar solicitudes pendientes hasta el 2025. A continuación, le presentamos algunos de los aspectos más destacados:

Extensión de programas temporales: El gobierno ha ampliado programas como el TPS (Estatus de Protección Temporal) para países como Honduras, El Salvador y Haití. Esta medida permite que miles de personas puedan vivir y trabajar legalmente en Estados Unidos mientras las condiciones en sus países de origen mejoran.

Nuevas prioridades en deportaciones: La administración actual ha decidido enfocar los esfuerzos de deportación en individuos con antecedentes penales graves. Por otro lado, se están reduciendo las deportaciones de personas que no representan un riesgo para la seguridad pública, marcando un cambio positivo para muchas familias en situación irregular.

Actualización del sistema de visas: El Departamento de Estado ha comenzado a digitalizar más procesos relacionados con visas de trabajo y reunificación familiar. Esta modernización tiene como objetivo reducir los tiempos de espera, facilitando el acceso a beneficios migratorios de manera más eficiente.

No obstante, estos datos pueden variar de acuerdo a las políticas migratorias de Donald Trump, ya que, como hemos visto, hoy dice una cosa y mañana otra.

Estados Unidos y los canales interoceánicos en América – Historia y presente de una relación compleja

Vladimir de la Cruz de Lemos

La lucha por la Independencia de Panamá, de Colombia, que culminó en 1903, no era ajena a los intereses canaleros transístmicos de los Estados Unidos, lo que hizo que en 1902 el Senado de los Estados Unidos aprobara la propuesta de la construcción del Canal, cambiando su intención de construir el Canal por la vía del Río San Juan, limítrofe entre Costa Rica y Nicaragua, el Gran Lago de Nicaragua, el lago de Cocibolca, y el Estrecho de Rivas, en Nicaragua, que era otro proyecto de construcción canalera que no ha desaparecido del todo.

A inicios de la década de 1910 esta intención se mantenía, lo que se afirmó en el Tratado Bryan Chamorro, entre Estados Unidos y Nicaragua, el 5 de agosto de 1914, a inicios de la I Guerra Mundial, firmado por los presidentes Thomas Woodrow Wilson y Adolfo Díaz Recinos.

Este intento canalero provocó un conflicto diplomático entre Costa Rica, Nicaragua y El Salvador, que impidió su realización.

El Tratado Bryan Chamorro afectaba, por sus alcances a Costa Rica y El Salvador que lo cuestionaron ante la Corte de Justicia Centroamericana, existente en esa época, lo que hizo que la Corte desapareciera por este conflicto.

La Corte había sido creada por disposición de los Tratados de Paz y Amistad de Washington, mediante la Convención para el Establecimiento de una Corte de Justicia Centroamericana, que fue firmada el 20 de diciembre de 1907 en Washington, por Estados Unidos, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua, la que estuvo vigente entre 1908 y 1918 cuando caducó la Convención.

Estados Unidos intervino militar y políticamente en esa década en Nicaragua, creando de hecho un protectorado, que provocó movimientos insurreccionales, nacionalistas y antiimperialistas, dirigidos por Benjamín Zeledón en la década de 1910, y por Augusto César Sandino, en la década de 1920, hasta el retiro de las tropas estadounidenses en 1933.

En Panamá, el Tratado Hay-Bunau Varilla también dio origen a movimientos separatistas orientados que fracasados hicieron que el 3 de noviembre de 1903, culminaran con la Independencia de Panamá, como se celebra actualmente, dando origen a la llamada época republicana de Panamá, desde el siglo XX.

El Tratado Hay-Bunau Varilla, con todas sus modificaciones, fue derogado por los presidentes Omar Torrijos y Jimmy Carter, el 13 de setiembre de 1977.

Este Tratado también abrió el camino para la construcción del Canal, que se terminó en 1914, cuando fue inaugurado, al iniciarse la I Guerra Mundial, situación que hizo que Panamá se declarara “neutral”, frente al conflicto bélico, hasta 1917, cuando se sumó a los aliados que ganaron la guerra.

El Canal de Panamá desarrolló una “Zona del Canal”, bajo dominio de los Estados Unidos, una franja territorial dentro de Panamá, que era como un país dentro de otro país. De hecho se decía que Panamá tenía seis fronteras, la de Colombia, la de Costa Rica, la de los dos océanos y las dos que lindaban el territorio de la Zona del Canal.

Por el Tratado Arias Roosevelt, de 1936 firmado por los presidentes Armodio Arias y Franklin Delano Roosevelt se anuló el principio de intervención militar que tenía Estados Unidos en los asuntos internos de Panamá, para establecer el concepto de país protegido en el contexto de la II Guerra Mundial.

Entre 1941 y 1945 Panamá facilitó la ocupación de la Zona el Canal mediante el arriendo de terrenos a los Estados Unidos, los que se justificaron por los motivos de la defensa continental antinazi.

La Zona del Canal con este motivo y posterior a la Guerra se convirtió en un centro militar estratégico de los Estados Unidos para todo el continente.

Allí tuvo su base el Comando Sur de los Estados Unidos que desplegó un sistema de 16 bases militares, de distinto tipo y preparación, para soldados norteamericanos y para el entrenamiento de soldados y cuerpos militares de los ejércitos de todo el continente, especialmente en la llamada Escuela de las Américas, donde se fortalecieron los cursos de contrainsurgencia y contra guerrillas.

Además, allí se preparó a la mayor parte de los dictadores y tiranos, del continente en el período de la Guerra Fría, hasta el término de la dominación del Canal por los Estados Unidos, 1945-1977.

El Comando Sur afectaba 31 países del continente con planes de contingencia, de operaciones de diversa materia militar y de cooperación de seguridad militar para el Caribe, América Central y Sur América.

Entre 1945 y 1948 Panamá pidió a los Estados Unidos la devolución de los territorios de la Zona exigiendo la renegociación. Sin embargo, se impuso el Departamento de Guerra de los Estados Unidos de mantener de manera indefinida los terrenos, lo que estimuló corrientes nacionalistas panameñas.

En 1947 esto ocasionó grandes protestas (especialmente de los estudiantes universitarios) contra la Asamblea Nacional panameña, y se votó negativamente el Tratado que quería aprobarse extendiendo por 20 años los contratos de arrendamiento de trece instalaciones norteamericanas en la zona canalera.

En 1948 se impulsó la llamada Zona Libre de Colón, como un área, o institución autónoma del Estado de Panamá, con una zona franca.

En 1948 bajo las directrices del Presidente Truman se fortaleció la preparación militar de las tropas y ejércitos del continente, dentro de una visión de prevención y defensa ante el comunismo internacional, luego de que en Europa, al terminar la II Guerra Mundial surgieron varios países de tipo socialista.

Ello se materializó con la aprobación del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) el 2 de setiembre de 1947, y con la creación de la Organización de Estados Americanos, OEA, el 30 de abril de 1948.

En 1955 con el Tratado Remón-Eisenhower se le otorgaron más ventajas económicas y se mejoró el pago de los arriendos por el uso del canal.

La Zona del Canal mantenía de hecho partido o dividido a Panamá, hasta que en 1962, el 12 de octubre, se inauguró el llamado Puente de las Américas, que permitió la unión terrestre de ambas partes del Canal de Panamá, fortaleciendo el viejo sueño de la Carretera Interamericana, que se considera la carretera más larga del mundo, la cual inició su construcción en la década de 1930. Esta está interrumpida en la región del Darién, en Panamá, donde no se ha construido todavía ningún trecho carretero, lo que separa a Sur América del resto continental por la vía terrestre.

En 1964, el 9 de enero, de nuevo hubo protestas estudiantiles y populares, que se provocaron por la izada de la bandera panameña a la par de la estadounidense en la Zona del Canal, por el acuerdo de los presidentes Roberto Chiari y John F. Kennedy, de 1962, que así lo establecía y no se cumplía, protestas que tuvieron un saldo de 21 muertos y más de 300 personas heridas. El 9 de enero de 1964 se convirtió hasta hoy en una fecha emblemática del pueblo panameño.

En 1965 se volvió a plantear el tema de la Administración del Canal con la llamada Declaración Robles-Johnson, entre los presidentes Marco Aurelio Robles y Lyndon Johnson.

En 1968, el 11 de octubre, se provocó un golpe de Estado contra el presidente Arnulfo Arias Madrid, que condujo a que en el año1969 el General de Brigada Omar Torrijos asumiera el mando de la República de Panamá, en 1972, iniciando en los años siguientes un proceso revolucionario de corte nacionalista y populista.

Así, en 1977, Torrijos y el Presidente Jimmy Carter, firmaron los Tratados Torrijos-Carter que entregaron la administración del Canal de Panamá al gobierno del Panamá, y obligaron al abandono de todas las infraestructuras militares y civiles que en la Zona del Canal tenía Estados Unidos, obligando también al cambio de sede del Comando Sur de los Estados Unidos a Puerto Rico.

Muerto Torrijos, en un “dudoso” accidente aéreo, el 31 de julio de 1981, asumió el gobierno el general de cuatro estrellas Manuel Antonio Noriega en 1983, que por contradicciones políticas y militares con Estados Unidos sufrió un bloqueo económico agudizando una crisis social en Panamá, hasta que el 20 de diciembre de 1989 el ejército de los Estados Unidos invadió Panamá, capturando al General Noriega, a quien sometió ante la justicia norteamericana. La invasión provocó más de 500 muertos.

Resultado de la invasión en 1990 el presidente de Panamá Guillermo Endara abolió las fuerzas militares de Panamá, lo que se reafirmó con un referéndum popular el 15 de noviembre de 1992.

En 1999, el 31 de diciembre, bajo el gobierno de Mireya Moscoso, la primera mujer en ejercer la presidencia en Panamá, se asume del control total del Canal de Panamá, hasta hoy, situación gravemente amenazada por el presidente Donald Trump.

En el 2016 culminaron las obras de ampliación del Canal de Panamá, idea que venía desde 1930 cuando se había pensado en ampliar la capacidad de tránsito del Canal de Panamá.

Estados Unidos lo había intentado en 1939, lo que se suspendió por el inicio y desarrollo de la II Guerra Mundial.

En la década de 1980-1990 Japón, Estados Unidos y Panamá replantearon el tema de la ampliación del Canal.

La ampliación del Canal de Panamá, con un tercer juego de esclusas, se hizo con la aprobación de un referéndum popular el 24 de abril del 2006, en el gobierno de Martín Torrijos, bajo la dirección de la empresa española SACYR, abriéndose desde el 2018 al paso de barcos Neopanamax, de gran capacidad de tonelaje.

En la actualidad, en el crecimiento del uso del Canal ha destacado el movimiento comercial desde China, lo que ha preocupado a los Estados Unidos, especialmente al actual gobierno de Donald Trump, señalando que ello les provoca un desequilibrio comercial, además de un problema geopolítico por la presencia China en la región.

Trump ha dicho que el Canal en su totalidad administrativa lo controla China, lo que no acepta, y que tampoco es cierto.

Esta situación ha planteado una seria amenaza a Panamá porque Trump con toda claridad ha dicho públicamente que va a recuperar el Canal de Panamá, para que esté en manos de la administración de los Estados Unidos, y si es necesario lo hará por ocupación o intervención militarmente.

El Canal de Panamá es una de las obras de ingeniería más importantes del mundo, con una extensión de 80 kilómetros, de océano a océano, que acorta las distancias comerciales mundiales de manera significativa, evitando rodear el continente por el Cabo de Hornos.

Los proyectos canaleros del Istmo de Tehuantepec, de la Depresión del Río Atrato y el de Nicaragua seguirán en posibilidad, nada inmediata, mientras el Canal de Panamá seguirá fortaleciéndose.

En el caso del Canal en Nicaragua el actual gobierno de Nicaragua, desde el 2013, ha tratado de impulsarlo cruzando su territorio con participación, principalmente, de capital privado de la República Popular China, lo que no se ha podido concretar del todo, sin afectar la región limítrofe con Costa Rica, aunque en el proyecto inicial no se toca el rio San Juan, limítrofe de ambos países.

El 8 de julio del 2014 se anunció, por la empresa China HKND Group, la posible ruta canalera, con la intención de aumentar tráfico y el tránsito interoceánico de barcos con mayor carga de los que pasan actualmente por el Canal de Panamá, y para estimular más el comercio de América Latina con China.

En el 2014 se anunció que Rusia colaboraría en este proyecto.

El peligro de la amenaza de Trump de ocupación militar para apropiarse nuevamente de la administración y de la zona del Canal de Panamá es inminente. Puede suceder en cualquier momento en que el presidente Trump así lo estime.

Sabe Trump que no hay condiciones hemisféricas, con la OEA y su Fuerza Interamericana de Paz, del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, TIAR, de impedir una agresión militar de este tipo.

El TIAR quedó inaplicable cuando Argentina lo invocó para enfrentar la ocupación inglesa de las Islas Malvinas, en 1982, en que los Estados Unidos se alió con Inglaterra, apoyando su ocupación, dándole la espalda a Latinoamérica y a la OEA.

La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, CELAC no desvela a Trump. Existe en el papel como una buena intención de buscar la integración política, económica, social y cultural de la región. En una situación de agresión militar de Trump a cualquiera de los países latinoamericanos la CELAC no tiene ninguna capacidad militar de evitarla o enfrentarla.

Una agresión militar de este tipo le permitiría igualmente evaluar sus otros dos objetivos, de intervención militar, en el continente:

-Groenlandia, con el ánimo de incorporarla como parte de los territorios de los Estados Unidos, con la idea de fortalecer su seguridad nacional en esa región, aspecto que ya ha insinuado, motivado por una mayoría poblacional groenlandesa que se pronuncia por la separación de Dinamarca, pero con más del 80% de la población que no está de acuerdo con ser incorporados a los Estados Unidos;

-y Venezuela, donde también ha planteado la intervención militar para capturar al grupo gobernante de Venezuela, al que tiene acusado de narcoterrorista.

La geopolítica mundial que traza el presidente Trump sin duda alguna ha alterado el panorama de las relaciones internacionales, y mantiene amenazas de alterarlas más.

Esta geopolítica incluye la redefinición y renegociación o ruptura de los Tratados económicos y de Libre Comercio que Estados Unidos tiene, por ahora, con Canadá, México, la Unión Europea y la República Popular China.

El Canal de Panamá es más que un sueño de opio de Trump. Es una realidad casi tangible.

En su visión geopolítica internacional Trump traza un nuevo diseño de las fronteras de los Estados Unidos.

Proyecta la anexión de Canadá, en condición de Estado 51 de la Unión, de los Estados Unidos; proyecta la compra o anexión del territorio dinamarqués de Groenlandia y la “recuperación” del Canal de Panamá, su Zona del Canal, considerando que el Tratado Torrijos-Carter no debió haberse firmado, y que fue ilegal su anulación.

Trump ha señalado clara y reiteradamente sus intenciones de acudir a la intervención militar para lograr estos objetivos y territorios estratégicos para él.

Parte de esta visión cartográfica ya ha planteado que el histórico Golfo de México se llame, oficialmente para los Estados Unidos, como Golfo de América y así se establezca en su cartografía.

Panamá se encuentra en su propia encrucijada por la importancia estratégica, comercial y geopolítica que el canal interoceánico tiene hoy.

Con Panamá están en la encrucijada política, diplomática y militar los organismos internacionales de la OEA y la ONU, sujetos a un proceso de debilitamiento político.

Las políticas internacionales de Trump se orientan fortalecer su presencia dominante en los organismos internacionales, saliéndose de ellos si le ocasionan un alto gasto a los Estados Unidos, si los países que participan no colaboran proporcionalmente a los gastos de su mantenimiento, o si se vuelven críticos hacia las políticas estadounidenses.

No le importa si son organismos sociales, culturales, médicos, sanitarios o de salud, como es la Organización Mundial de la Salud, o si son militares como la OTAN, que la tiene cuestionada.

El actual gobierno de Nicaragua, desde el 2013, ha tratado de impulsar un canal interoceánico cruzando su territorio con participación, principalmente, de capital privado de la República Popular China, lo que no se ha podido concretar del todo, sin afectar la región limítrofe con Costa Rica, aunque en el proyecto inicial no se tocaba el rio San Juan, limítrofe de ambos países.

El 8 de julio del 2014 se anunció, por la empresa China HKND Group, la posible ruta canalera, con la intención de aumentar tráfico y el tránsito interoceánico de barcos con mayor carga de los que pasan actualmente por el Canal de Panamá, y para estimular más el comercio de América Latina con China. En el 2014 se anunció que Rusia colaboraría en este proyecto.

El posible Canal chino en Nicaragua no altera hasta hoy a Trump.

A Trump no le preocupa la presencia China en Nicaragua. Si le preocupa en Panamá, especialmente porque el 13 de junio del 2017 establecieron relaciones diplomáticas, donde China se ha convertido en un importante cliente comercial y económico de Panamá, siendo el segundo usuario después de Estados Unidos.

El Canal ampliado se inauguró con el paso de un buque Chino de la empresa COSCO.

China es, a la vez, el principal proveedor de la Zona Libre de Colón, la zona franca más importante del continente y la segunda del mundo.

En Colón se ha anunciado la construcción china de un puerto de contenedores y de recepción de gas licuado, en capacidad de atender los barcos Neopanamax.

También se anunció la construcción de un puente sobre el Canal y una terminal de cruceros, ampliando la infraestructura ferroviaria, hasta la Provincia de Chiriquí, en 400 kilómetros y la aerolínea Air China con dos vuelos semanales Panamá-Pekín.

En la economía la presencia china está en el Bank of China, el Banco Industrial y Comercial, el Exim Bank y China Development Bank, y la proyección de la Nueva Ruta Mundial de la Seda.

Esta es la preocupación de Trump en Panamá… la presencia que quiere desarticular.

La espada no de Damocles, sino la de Trump está sobre todos nosotros, sobre el mundo que ve Trump.

Artículo publicado en la Revista MEER.com.es y compartido con SURCOS por el autor.

Aranceles: rebote hacia EEUU

Mg. José A. Amesty Rivera

Ante la guerra comercial y arancelaria desatada por la administración Trump hacia Occidente, y principalmente hacia China, deseamos, aunque no somos economistas, plantear la premisa que esta guerra de impuestos, violatoria de las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y afectando gravemente la estabilidad del orden económico internacional, pueda estar perjudicando a la misma EEUU. En este sentido, nos ayudarán las ideas del economista argentino Claudio Katz, en su artículo: «Un desmadre programado que desborda a Trump«.

Veamos algunos elementos que nos puedan ayudar a entender que es esto de los aranceles. Un arancel no es más que un impuesto, que se le aplica a cualquier bien o servicio que sea importado por un país, a su vez, la importación es la compra de bienes o servicios, que se producen en otro país para utilizarlos en el propio. También podríamos acotar que, los derechos de aduana, aplicados a las importaciones de mercancías, se denominan aranceles.

Existen, en general, tres tipos de aranceles:

  1.  Los derechos ad valorem: son los que aplican un porcentaje sobre el valor del producto. Es la forma impositiva más común. Ejemplo: un 10% sobre el valor de la mercancía.
  2.  Los derechos específicos: son los que aplican una cantidad sobre la unidad independientemente de su valor. Ejemplo: 200 dólares, por cada tonelada de trigo.
  3. Los derechos mixtos: se trata de un arancel, que combina ambas modalidades, es la suma de ambos derechos.

Ahora, en general, ¿cuáles son los efectos inmediatos de los aranceles? En el caso específico de EEUU, en el peor de los casos, los aranceles podrían avivar la inflación y socavar las perspectivas de crecimiento en los países en la mira de Trump, así como en Estados Unidos, causando un impacto económico.

Pero también, en algunos casos afectaría a las industrias ligadas a la alimentación, los bienes de equipo como: maquinarias, equipos de fábrica, robots industriales, máquinas herramienta; herramientas y equipos, herramientas de construcción; vehículos utilizados para fines comerciales: camiones, barcos, aviones; edificios y fábricas; Infraestructura, como: carreteras, puentes, centrales eléctricas; equipos de oficina; equipos médicos.

y las manufacturas de consumo, como: electrodomésticos, ropa, electrónica, coches, teléfonos móviles, ordenadores, televisores, entre otros.

Según, Gregor Hirt experto economista, director Global de Inversiones (CIO) de Multiactivos y director general de Allianz Global Investors, «los aranceles son, en efecto, impuestos a las importaciones que aumentan el costo que las empresas y los consumidores pagan por los bienes y servicios. Los aranceles incrementan el monto que las empresas pueden tener que pagar por las importaciones utilizadas para producir bienes finales. Dependiendo de la elasticidad de la demanda del consumidor, las empresas generalmente trasladan los costos más altos a los consumidores a través de precios más altos, lo que aviva las presiones inflacionarias. Dado que los aranceles encarecen y complican el comercio transfronterizo entre EEUU y los países afectados, el comercio podría caer, lo que podría socavar el crecimiento económico». Aunque según el experto, hay también consecuencias de impacto para las inversiones, e impacto geopolítico, entre otras.

Ahora, los aranceles pueden afectar a EEUU y convertirse en un efecto búmeran. Primero, veamos que en la actual guerra económica de Trump, se plantean tres objetivos en el plano económico: restaurar la hegemonía del dólar, reducir el déficit comercial, e incentivar la repatriación de las grandes empresas. Aunque hay un objetivo mayor y es el retroceso frente a China en términos económicos, al cual nos referiremos en su momento.

Dentro de esta dinámica, los aranceles es una estrategia para reducir el déficit externo del país norteamericano. Así, hemos visto como Trump introduce y modifica cotidianamente los aranceles, tratando con cada país y penalizando a cada uno de ellos.

La estrategia arancelaria de EEUU radicaliza la tendencia proteccionista, que fue inaugurada desde el 2008, ante la crisis financiera en el país norteamericano, y se aplicaron 59.000 medidas arancelarias.

Estas medidas, según la mayoría de los economistas y especialistas, las posibilidades de éxito son muy reducidas, ya que las importaciones y exportaciones de EEUU, ya no actúan con fuerza en el comercio mundial, como era antes. Es decir, «Trump reintroduce el proteccionismo a destiempo histórico. Los aranceles eran un instrumento efectivo para Estados Unidos en el pasado, pero no cumplen esa misma función en la actualidad».

Además, la guerra comercial arancelaria, no tiene un poder disuasivo en sí misma. Estas exportaciones e importaciones, «cayeron desde el 14% en 1990 al 10,35% actual, y en ese período, por ejemplo, tan solo los BRICS, saltaron del 1,8% al 17,5%».

Por otro lado, el mayor problema de la guerra comercial de aranceles es el riesgo de una escalada incontrolable.

Un elemento importante en esta ecuación de guerra comercial arancelaria es que, la motivación, el epicentro, quizás principal, de Trump es, el retroceso económico, financiero, entre otros, que ha tenido EEUU en relación con China.

Recordemos que, según el economista Katz, «toda la política de Trump es un desesperado intento por frenar el avance chino. Esa expansión tan solo despuntaba a comienzo del milenio, cuando la primera potencia dejó de receptar transferencias de ingresos a su favor del socio asiático. Allí comenzó un intercambio desfavorable, que actualmente alcanzó un pico difícil de revertir». «Fue el principal destino de los aranceles que desataron la vertiginosa escalada mutua. El 34% inicial de Washington fue retrucado con el mismo porcentual por Beijing y la pulseada saltó rápidamente al 84%-104% y al 145%-125%. A esos niveles el comercio entre los dos países tiende a quedar anulado. «La centralidad de China en la ofensiva de Trump fue adicionalmente corroborada por su decisión de mantener las penalidades para ese país, luego de ser pausadas para el resto del mundo. Los elevadísimos aranceles a Vietnam, Camboya y Laos forman parte de la misma confrontación, porque China comanda las cadenas de suministro de esos vecinos y reexporta desde allí sus mercancías».

Ahora, veamos otros elementos rebote hacia el interior de EEUU. El ataque comercial arancelario, entraña un efecto inflacionario (ya indicado) como la amenaza más inmediata, ya que se encarecerán las mercancías (alimentos) porque se introduce un costo adicional a los productos importados.

Todos los analistas concuerdan en señalar, el efecto recesivo del giro proteccionista arancelario, que podría provocar una contracción de 1,5 o 2 puntos porcentuales del PBI.

En fin, los incontables conflictos que afronta Trump superan ampliamente el número de los que puede resolver, y aquí solamente estamos hablando de aprietos económico-financieros.

Para concluir, presentamos un ejemplo concreto, simple, de cómo funcionan los aranceles al interior de EEUU y como los aranceles afectan a empresas y consumidores norteamericanos.

Imaginemos un escenario con un fabricante extranjero ficticio de zapatos llamados X.

  1. El fabricante extranjero produce bienes para vender en EEUU. X, produce variedad de zapatos, de vestir, deportivos, sandalias, entre otros, fuera de EEUU.
  2. Los zapatos se envían a EEUU, donde enfrentan un arancel del 20%.
  3. Las empresas con sede en EEUU, pagan el arancel al Tesoro de EEUU.
  4. Z, otra empresa estadounidense que compra a X, paga el costo total de los zapatos importados más el arancel. Entonces, un par de zapatos que costaba 100 dólares, ahora le cuesta a Z, 120 dólares.
  5. Ahora, la empresa estadounidense tiene varias opciones para compensar este aumento de costo: a) La empresa Z, absorbe el costo del arancel. Es decir, Z decide mantener el mismo precio que cobra por sus zapatos. Así, la empresa obtiene menos ganancias y tiene menos dinero para pagar a sus trabajadores o invertir en su expansión. b) La empresa transfiere parte del costo del arancel al comprador. Por lo que Z, aumenta el precio de los zapatos en 10 dólares, cubriendo la mitad del costo del arancel de 20 dólares. c) La empresa Z, transfiere todo el costo del arancel al comprador, En este caso, Z aumenta el precio de los zapatos en 20 dólares, para compensar lo que pago por el arancel.

En fin, en las dos últimas opciones o casos, el comprador estadounidense paga un precio más alto. En las tiendas, los zapatos cuestan hasta 20 dólares más que antes de que se implementara el arancel.

También, a mayor el costo del arancel, menos posibilidades tienen las empresas de maniobrarlo, menos opciones posibles de ganancia.

Y es que, durante años, Trump ha afirmado erróneamente que los países extranjeros pagan los aranceles, pero en realidad, el arancel lo paga la empresa con sede en Estados Unidos que importa el producto. Así, según un estudio de la bipartidista Comisión de Comercio Internacional de Estados Unidos del gobierno federal, ha concluido que los estadounidenses han soportado casi todo el costo de los aranceles de Trump a los productos chinos.

En conclusión, Trump no es un desorbitado, ¿o si lo es?, «provoca adrede una crisis para intentar la restauración hegemónica del dólar. Su proteccionismo arancelario es tan ineficaz, como su pretensión de relocalizar empresas que solo son rentables en el exterior. Y la confrontación directa con China llega tarde y con visibles desventajas».

Nota de última hora: Los consumidores americanos han empezado a sentir el golpe de la guerra de aranceles. Los precios de los alimentos se han disparado. Los mariscos han sufrido un aumento del 40%, mientras que algunas verduras ya han duplicado su valor. Los tomates enfrentan un incremento del 20%. El arroz importado del 30%. Un sólo aguacate está llegando a costar 4 dólares. El departamento de agricultura emitió una lista de alimentos para abastecerse antes de que aumenten los precios. Hablamos por ejemplo de mantequilla de Irlanda, así como cordero de Nueva Zelanda, salmón canadiense y vino de Francia. Aquí también se encuentran las frutas enlatadas provenientes de Perú, granos de Brasil, así como el café traído desde Colombia.

¿Reordenamiento o repartición?

Por Arnoldo Mora

Comenzaré por explicar los términos del título que encabezan estas líneas. Es ya un lugar común afirmar que el mundo va hacia un nuevo orden político. Dichas así las cosas, me parecen inaceptables. Lo que yo cuestiono es el término “orden”, como si hubiese habido alguna vez en la historia de la humanidad un verdadero y auténtico “orden”, cuando en la realidad siempre ha imperado el desorden de una u otra manera, provocado por un sector para beneficio propio, sea este un grupo de individuos, sea una región geográfica entera. Por eso el término más adecuado es el de “reordenamiento”, pues ordenar equivale a poner orden ciertamente, pero obedeciendo a un mandato las más de las veces de carácter despótico y a costa de un doloroso derramamiento de sangre. Po desgracia, así se ha escrito la historia real. Por eso lo que ahora corresponde es reconocer que se está implantando un nuevo reacomodo de las fuerzas imperiales, pues buscan establecer una nueva partición del mundo, desde el punto de vista geográfico en vista a la apropiación de las riquezas. Ambas expresiones, “reordenamiento” y “repartición”, tienen como prefijo la sílaba “re”, que puede significar tanto repetición como énfasis. Estructuralmente no denotan nada nuevo, por desgracia, al menos en las intenciones de algunos de los dirigentes sobre todo provenientes del mundo político-cultural de Occidente.

Aclarado lo anterior, debemos ahora ahondar en el tema. Lo que hoy se da en el mundo es el reconocimiento por parte de los Estados Unidos, potencia dominante en el mundo occidental, de que su poder hegemónico universal ha terminado; quien primero tomó conciencia de esa realidad fue el presidente Obama; sus sucesores intentaron con inhumano furor mantener el status quo. Pero ha sido en vano todo intento por mantener una hegemonía que no se da ni en el ámbito comercial, donde China impera, ni en el campo militar, donde Putin ha demostrado estar ganando la guerra. Los Estados Unidos están endeudados como ningún país en la historia de la humanidad lo ha estado; 36 billones de dólares no se pueden pagar nunca; es imposible sostener 800 bases militares dispersas en todos los rincones del planeta. Por eso Trump ha encargado a su superministro Elon Musk aplicar recortes draconianos en el aparato burocrático federal en todos los ámbitos, incluidos el Pentágono y los servicios de inteligencia y espionaje como la CIA, ambos hasta ahora intocables, pero especialmente en el ámbito social, obligando al resto del mundo, especialmente a sus vecinos México y Canadá y a sus aliados de la Unión Europea y, por supuesto, a sus rivales comerciales como China, mediante la imposición de aranceles, a pagar su deuda incluso a costa de un precio muy elevado políticamente. Pero lo más grave es que lo hace pisoteando la legalidad por la que se regía el comercio mundial y las relaciones diplomáticas, políticas y militares, con lo que la confianza de las naciones amigas se ha hecho añicos en estos pocos meses del retorno de Trump a la Casa Blanca. Por su parte, Putin ha demostrado no estar dispuesto a doblegarse ante las exigencias imperiales de Trump; tampoco China cederá en su política de acrecentar cualitativa y cuantitativamente sus relaciones comerciales con el mundo, basado en una política respetuosa del derecho internacional y del crecimiento exponencial de las tecnologías de punta; los gobiernos musulmanes, inclinándose ante la voluntad ampliamente mayoritaria de su población, dan muestras cada vez más contundentes de tomar distancia de la política prosionista de Washington; los países periféricos marchan hacia una consolidación del BRICS, lo cual y de consonancia con la naturaleza de estas alianzas, se abren posibilidades de alianzas políticas que no excluyen alianzas militares . Resultado: el Tío Sam está más aislado que nunca.

Dado todo lo anterior, resulta claro que hay indicios de que se están creando las condiciones para forjar un nuevo reordenamiento del mundo multipolar, compuesto por regiones que rebasan la jurisdiccionalidad de las naciones-Estado; en otras palabras, la concepción misma de democracia surgida de las revoluciones norteamericana y francesa de la segunda mitad del siglo XVIII ha periclitado, lo mismo que la hegemonía plena de una nación-imperio proveniente de Occidente. Pero esto, no se dará mecánicamente sino dialécticamente, como todo en la historia, en donde la dinámica de los grandes procesos se rige por la ley de la física newtoniana, según el cual a toda acción se da una reacción en sentido contrario directamente proporcional. El imperio norteamericano no parece estar dispuesto a ceder en sus intenciones de apropiarse del mundo entero. Pero ha cambiado de estrategia; ya sus círculos más lúcidos no pretenden hacerlo mediante una guerra total, que significaría la desaparición de la humanidad, incluso de ellos mismos, sino mediante la conquista de regiones hasta ahora inexplotadas, como son los dos polos: El Ártico y la Atlántida; de ahí su decisión de anexionarse Canadá y Groenlandia, para luego disputarle a Rusia la posesión total del Ártico y todas sus inexplotadas riquezas. Otro tanto se da con las Islas Malvinas en el Atlántico Sur, que la OTÁN está convirtiendo en una base nuclear con el fin de dominar militarmente la Atlántida. La pérdida del control de muchas regiones de África y el Medio Oriente, especialmente de la estratégica Península Arábiga, hace aún más apremiante para las potencias occidentales lograr la apropiación de los dos polos. Específicamente, para los Estados Unidos el dominio total del Continente, inspirados en la doctrina Monroe es vital. Los Estados Unidos no pueden reconocer la independencia de Nuestra América porque la consideran su patio trasero, no sólo por razones geopolíticas sino también por razones económicas; los datos son contundentes: Wall Street controla el 80% de las “commodities”, 31% de las cuales provienen de América Latina; en consecuencia, la pérdida de Nuestra América significaría, ni más ni menos, que el derrumbe total del imperio yanqui.

Esa es la razón por la cual todo Occidente lucha, ya que carecen de las materias primas indispensables para su desarrollo científico-tecnológico, base de su crecimiento económico, su poder político y su irradiación y prestigio culturales. Los datos hablan por sí mismos. Esas materias primas están en Rusia (gas natural y petróleo, riquezas inexplotadas en Siberia y el Polo Norte), en el Medio Oriente (petróleo), en África y en Nuestra América, por no hablar de China que posee la casi totalidad de las tierras raras, y Bolivia que posee el 67% del litio. Eso es lo que está en juego detrás de todas las bravatas e intrigas del escenario político mundial. Una “repartición” de esas riquezas sería el primer paso para un nuevo “reordenamiento” mundial; su control mediante su apropiación por parte de las grandes trasnacionales, es el objetivo final de ese supuesto “nuevo orden mundial”. Pero eso no será posible mientras Rusia se imponga militarmente, China comercialmente y los países del BRICS crezcan en número y solidez política y económica. Esa es la encrucijada a que se enfrenta una humanidad angustiada ante la amenaza de un fin apocalíptico inminente si las potencias dotadas de armas nucleares desataran una guerra mundial, o la destrucción ecológica sigue sin que la detengamos a tiempo.

Trump, crisis hegemónica y multipolaridad

Mauricio Ramírez

Mauricio Ramírez Núñez
Académico

La política internacional está atravesando una transformación sin precedentes: la transición hacia un mundo multipolar. Durante varias décadas, el sistema internacional ha girado en torno a una hegemonía occidental que imponía su versión del multilateralismo, un orden basado en reglas, pero en realidad diseñado para perpetuar su supremacía en todos los campos.

Sin embargo, ese modelo muestra signos irreversibles de desgaste, erosionado por el renacer de varias potencias, la reconfiguración de alianzas estratégicas y la creciente resistencia de diversos actores a la imposición de un orden unilateral global. En esta transición llena de turbulencias, Europa reacciona como bloque frente a EE. UU. y su guerra arancelaria, Asia responde de manera coordinada, África desempeña un papel distinto al de décadas pasadas y los BRICS emergen como el verdadero motor de un multilateralismo real, no subordinado a un solo poder. Es así como se está configurando una estructura más realista donde las posibilidades de romper la vieja hegemonía son más tangibles que nunca.

Bajo las administraciones demócratas globalistas y liberales, EE. UU. proyectaba su influencia bajo la fachada del consenso, la defensa de la democracia y la promoción de los derechos humanos, asegurando que las instituciones internacionales sirvieran a sus intereses sin aparentar imposición directa. Este fue el soft power que muchos hoy añoran, demostrando una alarmante falta de imaginación y profundidad analítica, como si la única alternativa a la prepotencia de Trump fuera el retorno a una hegemonía disfrazada de benevolencia.

Sin embargo, con Donald Trump en la Casa Blanca, las reglas del juego cambiaron, evidenciando la crisis a la que ese modelo ha llevado a su propio país. Consciente de esta realidad, la política de «América Primero» no solo profundizó el aislamiento de EE. UU., sino que también desaceleró el dinamismo económico global, al priorizar una agenda proteccionista con una política arancelaria nunca vista en la historia reciente, y enfocarse en resolver los problemas internos, antes que en sostener el clásico liderazgo internacional de Washington.

El historiador francés Emmanuel Todd describe a EE. UU. en su último libro titulado La Derrota de Occidente, como un “Estado posimperial”, es decir, una potencia que aún se aferra a su antigua gloria, pero que ya no puede ni va a poder sostener por mucho tiempo más su dominio. La crisis que enfrenta EE. UU. no es solo externa, sino también interna, afirma Todd. Mientras intenta proyectar poder a nivel global imponiendo aranceles a todos, el país se desgarra desde adentro con una fractura política y social irreconciliable. Los valores de los dos bandos políticos son diametralmente opuestos, hasta el punto de que ya no hay un espacio de consenso nacional y el mismo Trump coquetea con la idea de un tercer mandato.

La paradoja de Trump es que, a pesar de su retórica nacionalista, su política ha contribuido involuntariamente a abrir espacios para que otros países y regiones, incluida América Latina, busquen nuevas alianzas fuera de la órbita de Washington. Aunque Trump promovió una agenda de «América Primero» con la intención de reforzar la hegemonía estadounidense y reducir la dependencia de otros países, sus políticas proteccionistas, su distanciamiento de aliados tradicionales y su enfoque transaccional en la diplomacia están debilitando la influencia de ese país y fomentando un mundo más multipolar. En lugar de consolidar su liderazgo como antes, su postura impulsa a muchas naciones a diversificar sus relaciones internacionales, fortaleciendo bloques como los BRICS y acercándose a potencias emergentes como China, India y Rusia.

Ante esta transformación, el liberalismo globalista occidental se ha quedado atrapado en su propio laberinto conceptual. En lugar de ver la multipolaridad como una oportunidad para corregir las fallas del viejo orden, la interpretan como una amenaza o incluso como el preludio de una nueva forma de autoritarismo. Nada más alejado de la realidad. Su ceguera epistemológica les impide ver más allá de sus propios dogmas, llevándolos a aferrarse a un EE. UU. en decadencia, que, incluso bajo administraciones demócratas, libraba guerras y derrocaba gobiernos legítimos en nombre de la libertad. Prefieren la ilusión de un orden hegemónico disfrazado de benevolencia, aun cuando ello signifique perpetuar su propia subordinación, en lugar de adaptarse a una nueva realidad donde el poder ya no tiene un solo centro.

Esta actitud no solo es un error estratégico, sino también una manifestación explícita de lo que en psicoanálisis se conoce como un complejo de Edipo no resuelto o una identificación con el agresor. Durante décadas, el mundo ha sido condicionado a depender de EE. UU. y Europa occidental como las únicas fuentes de legitimidad y orden. Ahora, ante su declive, muchos reaccionan con miedo, rechazando alternativas y aferrándose a un sistema que los ha mantenido subordinados.

¿De verdad creen que hemos llegado al “fin de la historia” y que cualquier otro orden mundial sería peor que este? ¿No se supone que somos optimistas y que creemos en la posibilidad de un futuro mejor? La ironía es evidente: quienes se autoproclaman defensores del progreso y la innovación son los mismos que hoy temen el cambio y se resisten a imaginar un mundo donde no solo uno mande.

El mundo multipolar no será un proceso ordenado ni libre de turbulencias. La transición conlleva costos, especialmente para aquellos países más dependientes de la esfera occidental. Sin embargo, esta reconfiguración es inevitable y necesaria. El monopolio del poder global por parte de EE.UU. no solo ha sido injusto, sino que también ha limitado el desarrollo de otras naciones. En este nuevo escenario, los países que se adapten y busquen diversificar sus relaciones internacionales tendrán mejores oportunidades de crecimiento. América Latina, por ejemplo, puede fortalecer sus lazos con Asia, África y los BRICS.

Si lo analizamos a fondo, Trump no está haciendo nada que EE. UU. no haya hecho siempre; la diferencia es que, al no poder imponer su voluntad mediante el soft power porque ya hay otros países que defienden sus intereses de manera soberana, ahora recurre a la vía dura: proteccionismo, sanciones y confrontación directa. Su objetivo sigue siendo el mismo de siempre: mantener su dominio y dictar las reglas del juego. Lo que Washington se niega a aceptar es que ya no es el imperio que alguna vez fue y que el mundo ha cambiado de manera irreversible.

Paradójicamente, la postura de Trump nos ofrece una oportunidad. Al despojar a EE. UU. de su máscara de hegemonía benevolente, nos obliga a reconocer la realidad y a pensar con mayor astucia en una nueva arquitectura de las relaciones internacionales. En lugar de lamentar el colapso del viejo orden, es momento de diseñar uno nuevo, basado en el equilibrio de poder y la cooperación sin imposiciones.

La multipolaridad no es una amenaza, sino una realidad que ofrece nuevas posibilidades. El problema es que aquellos que han sido moldeados por la hegemonía estadounidense aún no logran imaginar un mundo donde EE. UU. no sea el centro. Pero ese mundo ya está aquí, y lo único que queda por decidir es quién sabrá aprovecharlo y quién seguirá atrapado en una nostalgia imperial anacrónica.

Frente a esta realidad, la comunidad internacional debe abandonar la reacción superficial y apostar por una comprensión estratégica de estos cambios. En lugar de lamentar el fin de una globalización idealizada, es necesario replantear los términos de la integración económica, fortalecer mecanismos de cooperación autónomos y diversificar las relaciones comerciales. Solo así los Estados podrán navegar en este nuevo escenario con mayor independencia, sin quedar atrapados en las tensiones de una potencia que lucha por redefinir su rol en el mundo.

La encrucijada de los canales interoceánicos en Centroamérica y América Central, y la amenaza militar de Trump a Panamá

Vladimir de la Cruz

Panamá hoy forma parte de América Central y de Centroamérica. La América Central es la región comprendida como territorio entre el Istmo de Tehuantepec, en México y la Depresión del Río Atrato, en Colombia.

El Istmo de Tehuantepec es la zona geográfica que se encuentra entre los Estados de Oaxaca y Veracruz en el Sureste de México, que es la región más angosta entre el Golfo de Tehuantepec, en el Océano Pacífico y el Océano Atlántico, en la sección del Golfo de México, con una anchura de 200 kilómetros.

El Istmo de Tehuantepec se considera geográficamente el límite de separación entre América del Norte y América Central, y políticamente hace el límite internacional entre México, Guatemala y Belice. Del Istmo de Tehuantepec parte fisiográficamente la Cordillera Centroamericana.

La Depresión del Río Atrato se encuentra en Colombia. El Río Atrato nace en los farallones de Citara, en el Cerro Plateado de la Cordillera Occidental de los Andes y desemboca en el Golfo de Urabá, en el Mar Caribe. La Cuenca del Río Atrato se considera como una de las de mayor rendimiento en el mundo. El Río Atrato tiene una extensión de 750 kilómetros. Tiene su desembocadura en el Golfo de Urabá con 18 bocas en su Delta, con un gran caudal alimentado por 150 ríos afluentes, con capacidad navegable en 508 kilómetros.

Ambos límites de la América Central, el Istmo de Tehuantepec, en México y la Depresión del Río Atrato, en Colombia, se han considerado y se siguen estimando regiones posibles para la construcción de canales interoceánicos, alternativos o complementarios, al actual de Panamá.

Centroamérica, como región comprende los territorios de Guatemala, Belice, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica, situación así heredada desde la dominación colonial española.

Panamá no formó parte de la Capitanía General de Guatemala, ni del Reino de Guatemala, que comprendía a los actuales países de Centroamérica, y al Estado de Chiapas, que se separó de la Capitanía antes de que Guatemala declarara su Independencia, el 15 de setiembre de 1821, para adherirse al Imperio Mexicano de Agustín de Iturbide, manteniéndose como parte del territorio de México hasta hoy.

Actualmente, en el concepto de Centroamérica, para efectos políticos y de integración regional, especialmente en el campo económico financiero, se integra también a Panamá y a la isla caribeña de República Dominicana, país siamés de Haití.

Históricamente, Cristóbal Colón en su cuarto viaje, que estuvo en la costa caribeña de Costa Rica, en setiembre de 1502, siguió su viaje a Panamá, aunque el conquistador Rodrigo de Bastidas, en 1501 ya había navegado la costa caribeña de la actual Provincia de Colón y las islas del archipiélago de la Comarca de San Blas.

Colón bautizó la Bahía, que hoy lleva su nombre, con el de Portobelo, o Puerto Bello, que fue uno de los puertos coloniales de la región más importantes que sirvieron para las comunicaciones monopólicas que había establecido España en su comercio con las colonias hispanoamericanas.

Poco tiempo después, otro conquistador Diego de Nicuesa estableció el Reino de Tierra Firme, donde se estableció la Gobernación de Castilla de Oro, a la cual perteneció Costa Rica durante un breve período, que se extendió desde el río Atrato en el Golfo de Urabá hasta el Cabo de Gracias a Dios, que comprendía la costa caribeña de Nicaragua y Honduras. Otro conquistador, Alonso de Ojeda, tuvo a cargo la región de Nueva Andalucía que estaba comprendida entre el Río Atrato y el Cabo de la Vela, en la Península de la Guajira en Colombia, al extremo norte de Sur América, región que había sido recorrida parcialmente por Alonso de Ojeda, cuando había navegado parte de la Península de la Guajira, en 1499, en su visita a Venezuela. De esta región los españoles llevaron indígenas a la isla La Española, actual República Dominicana, para su venta, estableciendo un negocio de venta de esclavos y trata de personas.

En 1510 el conquistador Vasco Núñez de Balboa fundó en Panamá la capital de Castilla de Oro, que llamó Santa María del Darién. Vasco Núñez de Balboa inició el proceso de conquista y colonia, lo que le permitió en 1513 enterarse de la existencia “de otro mar” y de un reino indígena existente allí, por lo que organiza su expedición, del 1 al 25 de setiembre, cuando llega a la cima de la Cordillera del Río Chucunaque, donde logra divisar las aguas del mar Pacífico. Llegando a la playa el 29 de setiembre toma posesión de las tierras en nombre de los reyes de Castilla.

El arribo a la costa pacífica fue lo más importante del proceso de la conquista y la colonia, en ese momento, porque permitió desplazarse por la costa pacífica del continente hacia el norte y hacia el sur, donde estaban localizadas las grandes culturas indígenas de la época.

En 1519 el conquistador Pedro Arias Dávila fundó la Ciudad de Panamá, Nuestra Señora de la Asunción de Panamá, que es la más antigua ciudad española establecida en tierra firme continental.

Como buena parte de las regiones y ciudades españolas en el continente Panamá fue atacada y visitada por piratas, corsarios, bucaneros y filibusteros, como Henry Morgan o Francis Drake, entre ellos, en distintos momentos de su historia.

Panamá así se convirtió en el centro de la actividad y proyección de la conquista y colonia española en el resto del continente por el Pacífico, especialmente hacia Perú. Por el norte permitió que se llegara a Costa Rica en 1519, al Golfo de Nicoya, dando origen al proceso de conquista y penetración española en el país. Desde Costa Rica los conquistadores Gil González Dávila y Andrés Niño se enteraron, por los indígenas, de la existencia de los dos grandes lagos de Nicaragua, el de Nicaragua y el de Managua.

El estrecho de mar, el istmo, había dado inicio a las atenciones españolas de explorar la región con posibilidad de construir un canal interoceánico.

Fernando Magallanes el 28 de noviembre de 1520 había descubierto lo que hoy es el Estrecho de los Patagones, que lleva el nombre de Magallanes, en el extremo meridional del continente.

En 1523 Hernán Cortés, habiendo terminado su etapa de conquista de México, recibió instrucciones para buscar un paso de vía o un estrecho fluvial entre los dos “mares”.

Así, en 1527, el Gobernador Pedro de los Ríos autorizó a Hernando de la Serna, Miguel de la Cuesta y a Pedro Corso para explorar las vías probables que comunicaran ambos océanos. En 1529 se dio la primera propuesta de intentar su construcción por Álvaro de Saavedra Cerón. Las exploraciones continuaron con otros conquistadores en 1533, 1536 y 1569.

Panamá se había convertido en la ruta de tránsito hacia el Virreinato del Perú, en el centro del comercio de esclavos indígenas y de negros, de comercio de oro y de realización de ferias comerciales.

El Camino Real y el Camino de las Cruces, así llamados, fueron las vías que empleadas en aquellos años para cruzar Panamá. Actualmente existe esta carretera conocida como Carretera Transístmica Boyd – Roosevelt.

Bolívar, había encargado en 1827 y 1829, poco antes de su muerte, el 17 de diciembre de 1830, estudios sobre la posibilidad de construir el ferrocarril transístmico.

El 26 de febrero de 1538 se creó la Real Audiencia de Panamá, después llamada Reino de Tierra Firme, como un gobierno autónomo que luego fue puesto en la jurisdicción de los Virreinatos de la Nueva España, del Perú, y desde 1751 de Nueva Granada.

A mediados del siglo XVIII España empezó a fortalecer la ruta naviera por el sur del continente, con sus Flota del Mar del Sur, que consideraban más segura, provocando una caída económica en la importancia de Panamá, que estaba bajo el sometimiento de la Real Audiencia de Santafé, incluyendo las provincias de Panamá, Veraguas, Darién y Portobelo, conservándose sus límites desde el Río Atrato hasta la Capitanía General de Guatemala.

Al impulso de la Independencia de las 13 colonias inglesas de Gran Bretaña se estimularon movimientos independentistas en la región, que se fortalecieron con la ocupación francesa de España, 1808-1814, y el triunfo de Simón Bolívar en la Batalla de Boyacá, lo que hizo que en 1812 se estableciera por un breve período el Virreinato del Istmo de Panamá.

Bolívar en la Carta de Jamaica, del 6 de setiembre de 1815, impulsó la idea de la Confederación de las colonias hispanas, comprendiendo desde Argentina hasta México, con capital en Panamá.

La lucha por la Independencia en el Virreinato de Nueva Granada estimuló la Independencia en Panamá, lo que condujo a su Grito de Independencia el 10 de noviembre de 1821 y el 28 de noviembre se estableció la ruptura con el reino español, movimiento dirigido, entre otros destacados luchadores por la Independencia y personajes, como José Higinio Durán y Martell, Carlos de Icaza Arosemena, Mariano Arosemena, Juan de Herrera, Gaspar Arosemena, Antonio Bermejo.

El 4 de enero de 1822 las tropas españolas salían de Panamá, que había pertenecido al Virreinato de Nueva Granada, ya constituida como la Gran Colombia, donde se integró Panamá, admitida allí, en el Congreso de Cúcuta, el 30 de agosto de 1821, bajo el liderazgo de Simón Bolívar.

En 1826 Bolívar logró reunir en Panamá, en el Congreso Anfictiónico a Argentina, Bolivia, Brasil, Estados Unidos, Colombia, Chile, México, Perú y a la República Federal de Centroamérica, que comprendía a Guatemala, Honduras, el Salvador, Nicaragua y a Costa Rica.

Poco tiempo después hubo intentos de algunos panameños de convertir a Panamá en un país hanseático bajo la protección de los Estados Unidos y del Reino Unido, así como de separar, en 1830, a Panamá de la Gran Colombia, que se disolvió a finales de la década de 1820 y principios de la de 1830, lo que dio origen a Ecuador, en 1830, y a Venezuela, en 1831.

En 1832 se constituyó la República de Nueva Granada. En 1840 se separó Panamá de Nueva Granada y se creó el Estado del Istmo, que se volvió a integrar en 1841 a la República de Nueva Granada, que empezó a negociar el control del istmo de Panamá con Francia, Estados Unidos y el Reino Unido, lo que aprovechó Estados Unidos para enviar tropas a Panamá, iniciando su intervencionismo en ese país, bajo el amparo del Tratado Mallarino-Bidlack, negociado entre Colombia y Estados Unidos en 1846.

Como ruta terrestre interoceánica en 1836 los Estados Unidos, bajo la presidencia de Andrew Jackson, también impulsó estudios para lograr esta ruta ferrocarrilera. En 1838 los franceses también lo intentaron. Entre 1849 y 1855 se impulsó su construcción, de 77 kilómetros, de doble vía.

En 1881 Francia adquirió los derechos de control del ferrocarril, que se los vendió a Estados Unidos en 1904, con una extensión de 120 kilómetros. En 1979, con el Tratado Torrijos Carter Panamá adquirió el control del ferrocarril.

En 1836, Colombia usurpó las tierras costarricenses de la región de Bocas del Toro, provocando un conflicto fronterizo con Costa Rica, que no tenía capacidad militar para defender esa parte de su territorio, ni las tropas de la República Federal de Centroamérica, de la cual Costa Rica era parte, tampoco podían hacer esa defensa, apropiándose de las tierras desde aquella época, hoy en el territorio de Panamá, que era parte de Colombia.

En 1850 Panamá se vuelve a separar por un breve período de la Nueva Granada, hasta que Justo Arosemena, el 27 de febrero de 1855, logró que se creara el Estado Federal de Panamá, que fue el primer Estado dentro de la Nueva Granada. Un mes antes, el 28 de enero se había inaugurado el Ferrocarril de Panamá, que atraviesa toda la cintura ístmica panameña, que unía a los océanos.

En 1856, el 15 de abril, se produjeron violentos encuentros entre panameños y estadounidenses, que terminó con el incendio de las instalaciones ferrocarrileras, con un saldo de 16 estadounidenses muertos y dos panameños. El 19 de setiembre de 1856 llega un destacamento del ejército estadounidense a “restablecer” el orden en Panamá.

El Estado Neogranadino, el 10 de setiembre de 1857, pagó más de 400.000 dólares a Estados Unidos, por el Tratado Herrán-Cass, reconociendo los daños causados por los panameños.

Eran los días, de 1856 y 1857 en que los filibusteros estadounidenses, encabezados por William Walker, estaban en guerra en Nicaragua, siendo combatidos por el Ejército de Costa Rica, y los de Centroamérica, tratando de impedir la anexión de las Repúblicas centroamericanas a los Estados sureños esclavistas de los Estados Unidos y de impedir el establecimiento de la esclavitud en Centroamérica, como Walker la había restablecido en Nicaragua en 1856.

En estos años, desde 1849 operaba la Compañía del Tránsito, que ejercía el control comercial desde la costa atlántica a la pacífica de los Estados Unidos, desde New York a California, usando el Río San Juan, entre Nicaragua y Costa Rica, el Lago de Nicaragua y el Estrecho de Rivas en Nicaragua, que se constituyó en una posible vía canalera, y en el eje estratégico de la Guerra de 1856-1857 contra la presencia filibustera estadounidense en Nicaragua.

En 1863 se constituyeron los Estados Unidos de Colombia. El 5 de julio de 1874 se fundó la Compagnie Universelle du Canal Interocéanique, por iniciativa del francés Ferdinand de Lesseps, con el propósito de construir un canal interoceánico en Panamá, obras que iniciaron en 1881, bajo la dirección del ingeniero y soldado francés Philippe Jean Bunau-Varilla, trabajos que fracasaron por múltiples razones, lo que obligó, en 1888, a Lesseps abandonar Panamá, circunstancia que Philippe Jean Bunau-Varilla aprovechó para involucrar al presidente de los Estados Unidos, Teodoro Roosevelt, 1901-1909, en las conspiraciones que condujeron a la separación de Panamá en 1903 de Colombia, y establecer de esa manera otra Independencia para Panamá.

En 1881 Francia adquirió los derechos de control del ferrocarril, que se los vendió a Estados Unidos en 1904, con una extensión de 120 kilómetros. En 1979, con el Tratado Torrijos Carter Panamá adquirió el control del ferrocarril.

Francia le había vendido las tierras del canal a los Estados Unidos, bajo el gobierno de Grover Cleveland. El presidente Cleveland (1885-1889 y 1893-1897), a diferencia de Teodoro Roosevelt desistió de impulsar el canal con ese carácter imperialista de dominación, que sí hizo Roosevelt, quien inició a principios del siglo XX su Política del Gran Garrote, totalmente imperialista, cuando los Estados Unidos está emergiendo como un país de esas características.

La política del Gran Garrote marcó las relaciones diplomáticas de los Estados Unidos, con el uso de la fuerza justificando la defensa de sus intereses, especialmente en la América Latina, mediante intervenciones militares y controlando aduanas.

Así, Estados Unidos había “fabricado” o “inventado” un país independiente para apropiarse de un canal lo que generó, después el Tratado Hay-Bunau Varilla, la concesión a los Estados Unidos para la construcción del canal a perpetuidad y el dominio de una franja territorial a sus lados, situación que ha pesado en la Historia de Panamá desde 1904 hasta hoy, con la amenaza del presidente Donald Trump, a la nación panameña de invadirla militarmente para recuperar el control del Canal y de esa franja territorial.

Este Tratado fue derogado por los presidentes Omar Torrijos y Jimmy Carter, el 13 de setiembre de 1977.

La lucha por la Independencia de Panamá, de Colombia, que culminó en 1903, no era ajena a los intereses canaleros transístmicos de los Estados Unidos, lo que hizo que en 1902 el Senado de los Estados Unidos aprobara la propuesta del Canal, cambiando su intención de construir el Canal por la vía del Río San Juan, limítrofe entre Costa Rica y Nicaragua, el Gran Lago de Nicaragua, el lago de Cocibolca, y el Estrecho de Rivas en Nicaragua, que era otro proyecto de construcción canalera que no ha desaparecido del todo.

A inicios de la década de 1910 esa intención se mantenía, lo que se afirmó en el Tratado Bryan Chamorro, entre Estados Unidos y Nicaragua, el 5 de agosto de 1914, a inicios de la I Guerra Mundial, firmado por los presidentes Thomas Woodrow Wilson y Adolfo Díaz Recinos.

Este intento canalero provocó un conflicto diplomático entre Costa Rica y Nicaragua, que impidió su realización.

El Tratado Bryan Chamorro afectaba, por sus alcances a Costa Rica y El Salvador que lo cuestionaron ante la Corte de Justicia Centroamericana, existente en esa época, lo que hizo que la Corte desapareciera por este conflicto.

La Corte había sido creada por disposición de los Tratados de Paz y Amistad de Washington, mediante la Convención para el Establecimiento de una Corte de Justicia Centroamericana, que fue firmada el 20 de diciembre de 1907 en Washington, por Estados Unidos, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua, la que estuvo vigente entre 1908 y 1918 cuando caducó la Convención.

Estados Unidos intervino militar y políticamente, en esa década, en Nicaragua, creando de hecho un protectorado, que provocó movimientos insurreccionales, nacionalistas y antiimperialistas, dirigidos por Benjamín Zeledón en la década de 1910, y por Augusto César Sandino, en la década de 1920, hasta el retiro de las tropas estadounidenses en 1933.

El Tratado Hay-Bunau Varilla dio origen a movimientos separatistas que, fracasados, hicieron que el 3 de noviembre de 1903, culminaran con la Independencia de Panamá, como se celebra actualmente, dando origen a la llamada época republicana de Panamá, a partir del siglo XX.

El Tratado Hay-Bunau Varilla, con todas sus modificaciones, fue derogado por los presidentes Omar Torrijos y Jimmy Carter, el 13 de setiembre de 1977.

El Tratado Hay-Bunau Varilla abrió el camino para la construcción del Canal, que se terminó en 1914, cuando fue inaugurado, al iniciarse la I Guerra Mundial, situación que hizo que Panamá se declarara “neutral”, frente al conflicto bélico, hasta 1917, cuando se sumó a los aliados que ganaron la guerra.

El Canal de Panamá desarrolló una “Zona del Canal”, bajo dominio de los Estados Unidos, una franja territorial dentro de Panamá, que era como un país dentro de otro país. De hecho se decía que Panamá tenía seis fronteras, la de Colombia, la de Costa Rica, la de los dos océanos y las dos que lindaban el territorio de la Zona del Canal.

Por el Tratado Arias Roosevelt, de 1936 firmado por los presidentes Harmodio Arias Madrid y Franklin Delano Roosevelt se anuló el principio de intervención militar que tenía Estados Unidos en los asuntos internos de Panamá, para establecer el concepto de país protegido en el contexto de la II Guerra Mundial.

La Zona del Canal con este motivo y posterior a la Guerra se convirtió en un centro militar estratégico de los Estados Unidos para todo el continente. Allí tuvo su base “El Comando Sur de los Estados Unidos” y se desplegó un sistema de 16 bases militares, de distinto tipo y preparación, para soldados norteamericanos y para el entrenamiento de soldados y cuerpos militares de los ejércitos de todo el continente, especialmente en la llamada Escuela de las Américas, donde se fortalecieron los cursos de contrainsurgencia y contra guerrillas, además de que allí se preparó a la mayor parte de los dictadores y tiranos, del continente en el período de la Guerra Fría, hasta el término de la dominación del Canal por los Estados Unidos, 1945-1977.

Entre 1941 y 1945 Panamá también facilitó la ocupación de la Zona el Canal mediante el arriendo de terrenos a los Estados Unidos, los que se justificaron por los motivos de la defensa continental antinazi.

Entre 1945 y 1948 Panamá pidió a los Estados Unidos la devolución de los territorios de la Zona exigiendo la renegociación. Sin embargo, se impuso el Departamento de Guerra de los Estados Unidos de mantener de manera indefinida los terrenos, lo que estimuló corrientes nacionalistas panameñas.

En 1947 esto ocasionó grandes protestas, especialmente de los estudiantes universitarios, contra la Asamblea Nacional panameña, y se votó negativamente el Tratado que quería aprobarse extendiendo por 20 años los contratos de arrendamiento de trece instalaciones norteamericanas en la zona canalera.

En 1948 se impulsó la llamada Zona Libre de Colón, como un área, o institución autónoma del Estado de Panamá, con una zona franca.

Antes de la II Guerra Mundial Estados Unidos mantenía en la Zona del Canal cerca de 14.000 militares. Durante la II Guerra Mundial llegó a tener 65.000 militares, junto con el personal civil de la Zona.

En 1948 se impulsó la llamada Zona Libre de Colón, como un área, o institución autónoma del Estado de Panamá, con una zona franca.

En 1948 bajo las directrices del Presidente Truman se fortaleció la preparación militar de las tropas y ejércitos del continente, dentro de una visión de prevención y defensa del comunismo internacional, luego de que en Europa, al terminar la II Guerra Mundial surgieron varios países de tipo socialista. Ello se había materializado con la aprobación del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, TIAR, el 2 de setiembre de 1947, y con la creación de la Organización de Estados Americanos, OEA, el 30 de abril de 1948.

En 1955 con el Tratado Remón-Eisenhower se le otorgaron más ventajas económicas y se mejoró el pago de los arriendos por el uso del canal.

La Zona del Canal de hecho mantenía partido a Panamá, hasta que en 1962, el 12 de octubre, se inauguró el llamado Puente de las Américas, que permitió la unión terrestre de ambas partes del Canal de Panamá, fortaleciendo el viejo sueño de la Carretera Interamericana, que se considera la carretera más larga del mundo, que inició su construcción en la década de 1930, la cual está interrumpida en la región del Darién, en Panamá, donde no se ha construido todavía ningún trecho carretero, lo que separa a Sur América del resto continental por la vía terrestre.

En 1964, el 9 de enero, de nuevo hubo protestas estudiantiles y populares, que se provocaron por la izada de la bandera panameña a la par de la estadounidense en la Zona del Canal, por el acuerdo de los presidentes Roberto Chiari y John F. Kennedy, de 1962, que así lo establecía y no se cumplía, protestas que tuvieron un saldo de 21 muertos y más de 300 personas heridas. El 9 de enero de 1964 se convirtió hasta hoy en una fecha emblemática del pueblo panameño.

En 1965 se volvió a plantear el tema de la Administración del Canal con la llamada Declaración Robles-Johnson, entre los presidentes Marco Aurelio Robles y Lyndon Johnson.

En 1968, el 11 de octubre, se provocó un golpe de Estado contra el presidente Arnulfo Arias Madrid, que condujo a que en el año1969 el General de Brigada Omar Torrijos asumiera el mando de la República de Panamá, y en 1972, inició su mandato presidencial con un proceso revolucionario de corte nacionalista y populista. Así, en 1977, Torrijos y el Presidente Jimmy Carter, firmaron los Tratados Torrijos-Carter que entregaron la administración del Canal de Panamá al gobierno del Panamá, y obligaron al abandono de todas las infraestructuras militares y civiles que en la Zona del Canal tenía Estados Unidos, obligando también al cambio de sede del Comando Sur de los Estados Unidos a Puerto Rico.

Muerto Torrijos, en un “dudoso” accidente aéreo, asumió el gobierno el general de cuatro estrellas Manuel Antonio Noriega en 1983, que por contradicciones políticas y militares con Estados Unidos sufrió un bloqueo económico agudizando una crisis social en Panamá, hasta que el 20 de diciembre de 1989 el ejército de los Estados Unidos invadió Panamá, capturando al General Noriega, a quien sometió ante la justicia norteamericana. La invasión provocó más de 500 muertos.

Resultado de la invasión en 1990 el presidente de Panamá Guillermo Endara abolió las fuerzas militares de Panamá, lo que se reafirmó con un referéndum popular el 15 de noviembre de 1992.

En 1999, el 31 de diciembre, bajo el gobierno de Mireya Moscoso, la primera mujer en ejercer la presidencia en Panamá, se asume el control total del Canal de Panamá, situación gravemente amenazada hoy por el presidente Donald Trump.

En el 2016 culminaron las obras de ampliación del Canal de Panamá, idea que venía desde 1930 cuando se había pensado en ampliar la capacidad de tránsito del Canal de Panamá. Estados Unidos lo intentó en 1939, lo que se suspendió por el inicio y desarrollo de la II Guerra Mundial.

En la década de 1980-1990 Japón, Estados Unidos y Panamá replantearon el tema de la ampliación del Canal.

En el 2016 se concluyó la ampliación del Canal de Panamá, con un tercer juego de esclusas, que se hizo con la aprobación de un referéndum popular el 24 de abril del 2006, bajo el gobierno de Martín Torrijos, bajo la dirección de la empresa española SACYR, abriéndose desde el 2018 al paso de barcos Neopanamax de gran capacidad de tonelaje.

En la actualidad en el crecimiento del uso del Canal ha destacado el movimiento comercial desde China, lo que ha preocupado a los Estados Unidos, especialmente al actual gobierno de Donald Trump, señalando que ello les provoca un desequilibrio comercial, además de un problema geopolítico por la presencia China en la región. Trump ha dicho que el Canal en su totalidad administrativa lo controla China, lo que no acepta, y que no es cierto.

Esta situación ha planteado una seria amenaza a Panamá porque Trump con claridad ha dicho públicamente que va a recuperar el Canal de Panamá, para que esté en manos de la administración de los Estados Unidos, y que para ello si es necesario ocupar militarmente, o intervenir militarmente, en Panamá, lo hará.

Sigue siendo el Canal de Panamá una de las obras de ingeniería más importantes del mundo, con una extensión de 80 kilómetros, de océano a océano, que acorta las distancias comerciales mundiales de manera significativa, evitando rodear el continente por el Cabo de Hornos.

Los proyectos canaleros del Istmo de Tehuantepec, de la Depresión del Río Atrato, y el de Nicaragua, seguirán en posibilidad, nada inmediata. El Canal de Panamá seguirá fortaleciéndose.

En el caso del Canal en Nicaragua el actual gobierno de Nicaragua, desde el 2013, ha tratado de impulsarlo cruzando su territorio con participación, principalmente, de capital privado de la República Popular China, lo que no se ha podido concretar del todo, sin afectar la región limítrofe con Costa Rica, aunque en el proyecto inicial no se toca el rio San Juan, límite de ambos países.

El 8 de julio del 2014 se anunció, por la empresa China HKND Group, la posible ruta canalera, con la intención de aumentar tráfico y el tránsito interoceánico de barcos con mayor carga de los que pasan actualmente por el Canal de Panamá, y para estimular más el comercio de América Latina con China. En el 2014 se anunció que Rusia colaboraría en este proyecto.

El peligro de la amenaza de Trump de ocupación militar para apropiarse nuevamente de su administración es inminente. Puede suceder en cualquier momento en que el presidente Trump así lo estime.

Sabe Trump que no hay condiciones hemisféricas, con la OEA y su Fuerza Interamericana de Paz, del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, TIAR, de impedir un agresión militar de este tipo. El TIAR quedó inaplicable cuando Argentina lo invocó para enfrentar la ocupación inglesa de las Islas Malvinas, en 1982, en que los Estados Unidos se alió con Inglaterra, apoyando su ocupación, dándole la espalda a Latinoamérica y a la OEA.

La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, CELAC, no desvela a Trump. Existe en el papel como una buena intención de buscar la integración política, económica, social y cultural de la región. En una situación de agresión militar de Trump a cualquiera de los países latinoamericanos la CELAC no tiene ninguna capacidad militar de evitarla o enfrentarla.

Una agresión militar de este tipo le permitiría igualmente evaluar sus otros dos objetivos, de intervención militar, en el continente, en Groenlandia, con el ánimo de incorporarla como parte de los territorios de los Estados Unidos, y fortalecer su seguridad nacional en esa región, y en Venezuela, donde también ha planteado la intervención militar para capturar al grupo gobernante de Venezuela, al que tiene acusado de narcoterrorista.

La geopolítica mundial que traza el presidente Trump sin duda alguna ha alterado el panorama de las relaciones internacionales, y mantiene amenazas de alterarlas más. Esta geopolítica incluye la redefinición y renegociación o ruptura de los Tratados económicos y de Libre Comercio que Estados Unidos tiene, por ahora, con Canadá y México, con la Unión Europea y la República Popular China.

El Canal de Panamá es más que un sueño de opio de Trump. Es una realidad casi tangible.

En su visión geopolítica internacional Trump traza un nuevo diseño de las fronteras de los Estados Unidos. Proyecta la anexión de Canadá, en condición de Estado 51 de la Unión, de los Estados Unidos; proyecta la compra o anexión del territorio dinamarqués de Groenlandia y la “recuperación” del Canal de Panamá, su Zona del Canal, considerando que el Tratado Torrijos-Carter no debió haberse firmado, y que fue ilegal su anulación.

Trump ha señalado clara y reiteradamente sus intenciones de acudir a la intervención militar para lograr estos objetivos y territorios estratégicos para él.

Parte de esta visión cartográfica ya ha planteado que el histórico Golfo de México se llame, oficialmente para los Estados Unidos, como Golfo de América y así se establezca en su cartografía.

Con Panamá están en la encrucijada política, diplomática y militar los organismos internacionales de la OEA y la ONU, sujetos a un proceso de debilitamiento político.

Son organismos internacionales sujetos a un proceso de debilitamiento político, si ese es el camino para favorecer a Trump, que tendrían que abordar esa posible ocupación e invasión militar. La CELAC contará como una voz de protesta, con menos incidencia política y diplomática, y mucho menos militar que la OEA.

Las políticas internacionales de Trump se orientan a fortalecer su presencia dominante en los organismos internacionales, o saliéndose de ellos, si le ocasionan un alto gasto a los Estados Unidos, y si los países que participan no colaboran proporcionalmente a los gastos de su mantenimiento, o si se vuelven críticos hacia las políticas estadounidenses. No le importa si son organismos sociales, culturales, médicos, sanitarios o de salud, como es la Organización Mundial de la Salud, o si son militares como la OTAN, que la tiene cuestionada.

El actual gobierno de Nicaragua, desde el 2013, ha tratado de impulsar un canal interoceánico cruzando su territorio con participación, principalmente, de capital privado de la República Popular China, lo que no se ha podido concretar del todo, sin afectar la región limítrofe con Costa Rica, aunque en el proyecto inicial no se tocaba el rio San Juan, limítrofe de ambos países.

El posible Canal chino en Nicaragua no altera hasta hoy a Trump.

A Trump no le preocupa la presencia China en Nicaragua. Si le preocupa en Panamá, especialmente porque el 13 de junio del 2017 establecieron relaciones diplomáticas, donde China se ha convertido en un importante cliente comercial y económico de Panamá, siendo el segundo usuario después de Estados Unidos.

El Canal ampliado se inauguró con el paso de un buque Chino de la empresa COSCO. China es, a la vez, el principal proveedor de la Zona Libre de Colón, la zona franca más importante del continente y la segunda del mundo, En Colón se ha anunciado la construcción china de un puerto de contenedores y de recepción de gas licuado, en capacidad de atender los barcos Neopanamax. También la construcción de un puente sobre el Canal y una terminal de cruceros, ampliando la infraestructura ferroviaria, hasta la Provincia de Chiriquí, en 400 kilómetros y la aerolínea Air China con dos vuelos semanales Panamá-Pekín. En la economía la presencia china está en el Bank of China, el Banco Industrial y Comercial, el Exim Bank y China Development Bank, y la proyección de la Nueva Ruta Mundial de la Seda. Esta es la preocupación de Trump en Panamá… la presencia que quiere desarticular.

La espada no de Damocles, la de Trump está sobre todos nosotros…sobre el mundo que ve Trump.

Solidaridad con el pueblo de Panamá. Fuera tropas del territorio panameño

Partido Vanguardia Popular – Costa Rica
Fundado – 16 de junio de 1931

A la opinión nacional e internacional

El canal es de Panamá, la soberanía no se negocia y en un coro indoamericano gritamos tropas gringas go home

Nos parece, porque así lo es, que en pleno siglo XXI, las garras sucias y manchadas de sangre del hegemón yanqui, anuncien, sin ningún reparo moral, (mortal diríamos) el traslado de tropas al territorio de nuestra hermana República de Panamá.

La bestialidad del Trumpismo, la prepotencia en la narrativa de sus secuaces y procónsules, su arrogancia soez y putrefacta, le hace olvidar al inquilino temporal de la Casa Blanca que la autodeterminación, la soberanía y la independencia, son principios, valores, constructos históricos que no se negocian, que no se ponen en juego, aun cuando el presidente de turno cobardemente incline su cerviz al amo del norte.

Señor Trump, en el ideario panameño, le recordamos, la memoria histórica de Victoriano Lorenzo, Floyd Britton y Torrijos, su ideario y compromiso forman parte del torrente sanguíneo de ese noble pueblo panameño.

Rememore, como lo señalaba MAO ZEDONG, los imperios como el que está usted hoy a la cabeza, “son gigantes con pies de barro” y la historia reciente, nos ha enseñado, con ejemplos vivos, que pueblos pequeños como Nepal, Cuba, Viet Nam, Nicaragua, Venezuela, han sabido encontrar sus debilidades y golpearlos por donde más le duele al imperialismo. La moral de los pueblos de América no se negocia por un plato de lentejas, mucho menos por unos “dólares más”

Nuestras preclaras abuelas decían, muy sabiamente, está muy grande para que juegue con fuego, no vaya a ser que amanezca orinado. Pero también, desconocer de la coyuntura actual que frente así, usted tiene a los BRIC’S, es ser muy iluso, porque hoy, el país que usted dirige, el imperio que está bajo su mandato cada día deja ver sus profundas debilidades estructurales, como respuesta, ante su miope visión, emerge la multipolaridad y la lucha por la paz como consigna universal.

Dos acotaciones finales, pequeñas, pero profundamente significativas.

En primer lugar, el Canal es de Panamá.

En segundo término, existe el Golfo de México. Posiblemente en su estrechez mental y geografía y su escaso conocimiento del planisferio, usted ve otro lugar que no existe.

Como corolario de lo anterior, los latinos le queremos recordar que la soberanía no se negocia y que, a su prepotencia imperialista, miles y miles de voces y acciones directas, diremos presente en esta nueva jornada a la que nos llama la historia. Evocaremos los principios esenciales de Bolívar y Martí en esta noble tarea que nos exige la defensa de la soberanía y la expulsión de la tropas extranjeras, como lo hicimos en 1856-1857, cuando los ejércitos de labriegos sencillos derrotaron la “doctrina del Destino Manifiesto”.

Partido Vanguardia Popular

San José, sábado 15 de marzo de 2025

Chaves, pequeño émulo de Trump

Luis Fernando Astorga Gatjens

En muchas más cosas, acciones y decisiones, Rodrigo Chaves quiere parecerse a Donald Trump, que a partir de asumir el poder en Estados Unidos el 20 de enero pasado, ha pretendido convertirse en el emperador del mundo.

Ambos han buscado concentrar un poder omnímodo por encima de leyes, de instancias legislativas y de los poderes judiciales de ambos estados. Les incomoda y molesta cualquier cuestionamiento a sus decisiones, por más justo y con sólidas bases legales que se esgrima.

Sueña Rodrigo Chaves en ganar con la fuerza política taxi o propia, que él lidere en las elecciones de 2026, una cantidad de unos 40 diputados jaguares, para gobernar como lo ha venido haciendo su referente regional, Nayib Bukele. Con ello buscaría dirigir el ejecutivo a través de alguien que le represente en sus designios, propósitos e intereses, desde Zapote. Buscaría asimismo dominar el Poder Judicial y todos los órganos de control, para ejercer ese soñado poder autoritario unipersonal. Su sueño incluye, desde luego, convertirse en presidente en un periodo próximo.

El éxito que ha alcanzado Chaves en mantener su popularidad, en algunas encuestas de opinión, ha exacerbado su aupamiento y sus deseos mesiánicos de conservar su poder autoritario, ya sea siendo diputado en el periodo legislativo 2026-2030 o mediante algún representante que reconozca y sea fiel a su liderazgo.

Empero esa popularidad, desafortunadamente para el país, no la ha alcanzado mediante avances sociales que reflejen un mejoramiento de la calidad de vida, particularmente, de las mayorías que han venido enfrentando condiciones de pobreza y exclusión social.

La base de la popularidad sostenida por Chaves tiene como causas profundas, el cansancio acumulado por amplios sectores de la población por las promesas incumplidas y por la corrupción manifiesta de los sucesivos gobiernos del PLN, el PUSC y el PAC. Los avances sociales alcanzados al desarrollar un Estado Social de Derecho (ESD) entre los años cuarenta y ochenta del siglo anterior, esos gobiernos no los sostuvieron y desarrollaron. Todo lo contrario. De distintas maneras, los empezaron a debilitar y a dilapidar. En este periodo entre los años ochenta anteriores y el año 2022, el ESD que el país construyó, se erosionó y lo que el pueblo palpó es que pequeños grupos políticos y económicos se enriquecieron. La riqueza se concentró en pocas manos mientras el país se convirtió en uno de los más desiguales del planeta, según los datos del Banco Mundial.

Así un pueblo hastiado, elevó a la presidencia a un demagogo con ínfulas autoritarias, como Rodrigo Chaves. Y ya desde Zapote y sus teatrales y efectistas conferencias de prensa de los miércoles, y con el apoyo de un escuadrón de troles, que utilizan sistemáticamente las redes sociales, ha logrado sostener tal popularidad.

Así como Trump arremete contra un juez federal que ordenó suspender la decisión de enviar a El Salvador a migrantes venezolanos, amparado en una ley de guerra del siglo XVIII, hoy Rodrigo Chaves arremete contra el fiscal general, Carlo Díaz, al hacer avanzar causas penales contra el mismo presidente y miembros de su gabinete.

A ambos les perturba e incomoda cualquier estado de derecho que afecte sus decisiones políticas. Esperemos para el bien de la democracia, real y verdadera, y de los pueblos de aquí y todo el mundo, que ambos fracasen en sus respectivos sueños mesiánicos.

Y todo indica que en el caso de Chaves eso ha empezado a aflorar, al fracasar la manifestación anti-fiscal general, pese a los autobuses ofrecidos a los manifestantes alquilados, en distintos puntos del país, más almuerzos y pagos por su participación, y al intensos trabajo de los troles chavistas y a los “bots” (usuarios automáticos), que apoyan a Chaves desde Vietnam, Colombia, México, Perú y otros países. Qué bueno que la realidad concreta todavía pesa más que los discursos de odio y la fantasía que emerge de las redes sociales, en una de sus caras más sombrías y nefastas.

Todo el sistemático esfuerzo político-electoral que realiza hace varias semanas, desde Zapote y en sus giras proselitistas; más la exhaustiva campaña por redes sociales; más los recursos económicos empleados, no llenó las expectativas de los organizadores. Por más que digan que una movilización medianita fue una gran movilización, los hechos muestran la realidad. Una cosa es movilizar personas por redes sociales y otra muy distinta, movilizarlas presencialmente, más aún cuando no hay una causa justa que las inspire.

(18 de marzo, 2025)