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Etiqueta: William Walker

La abolición de la Esclavitud en Centroamérica

Vladimir de la Cruz

(Intervención de Vladimir de la Cruz, el 3 de octubre del 2024, en el marco de la Semana Morista Costarricense, realizada en la Benemérita Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano)

Nos ocupa el tema de la abolición de la Esclavitud en Centroamérica, en el contexto de la Semana Morista. Se ha abordado el tema, esta semana, desde distintas perspectivas, la esclavitud doméstica en el Cartago colonial, las características entre el mestizaje y la esclavitud, mañana sobre el reintento de William Walker del establecimiento de la esclavitud de Centroamérica, cuando en ejercicio del breve período presidencial en Nicaragua, allí la había establecido, y la quería imponer en toda la región.

Haré algunas reflexiones sobre la esclavitud en la región y su abolición.

La esclavitud no es solo el sometimiento de una persona como propiedad respecto a un trabajo que debe realizar para quien lo somete a esa labor. La esclavitud pasa por la posesión de la persona privándola de su condición humana de ser libre para, bajo ese estado de privación, se pueda someter la persona a todo tipo de vejaciones, a ser trasladado de un lugar a otro, sin poder decidir; a ser llevado a otros lugares a realizar tareas o trabajos en condición forzada, ya desarraigado de su territorio original o sometido en ese mismo territorio, a ese tipo de vejámenes, sin ejercicio de libertades y derechos, ni reconocimientos salariales o de pago por el trabajo realizado; “pagado” a la mínima, con el alimento suficiente para mantenerse en el trabajo al que se le somete, con la vestimenta mínima necesaria y sin las condiciones de habitación básicas y elementales, y hasta el extremo de disponer de la vida de la persona sometida a la condición de esclavitud.

Bajo estas condiciones se oprimía, sometía, personas, hombres y mujeres, jóvenes preferiblemente, incluso niños y ancianos, que eran despojados del control de sus propias vidas, sin libertad de poder tomar decisiones por sí mismos, en condición real de cautiverio, donde su vida dependía de quien, ante esa persona en condición de “esclavitud”, se imponía como amo.

Estas personas capturadas en esta condición podían ser transadas, compradas y vendidas como cualquier tipo de mercancía. Podían ser llevadas a cualquier condición de trabajo físico por extremo que fuera.

Las condiciones de la esclavitud surgieron de las mismas guerras de los pueblos, donde al pueblo perdedor se le podía tomar y someter en condición de esclavos; por la expansión territorial de los Estados que iban avasallando regiones y sometiéndolas a la esclavitud, cuando no encontraban otros Estados dominantes sobre esas regiones y personas o pueblos.

La condición de esclavos se heredaba por el nacimiento, de quien tenía esa condición. En el desarrollo de la vida moderno adquirió otras formas. Se llegó a establecer, cuando se establecían pagos, el esclavismo por deudas, o el endeudamiento del trabajo por deudas. Esto era muy usual en el trabajo agrícola de haciendas, hasta la primera mitad del siglo XX, en el sur de México, en El Salvador y Guatemala, de la que existe documentación, donde incluso el peonaje endeudado con su patrono o dueño de la Hacienda, el hacendado, continuaba endeudándose empeñando el trabajo futuro de su hijo mayor, aunque fuera niño, de manera que a la muerte del padre, o antes si fuera necesario, el niño o joven asumía con su trabajo el pago de la deuda de su padre o progenitor, que había adquirido

En las sociedades antiguas existía justificadamente la esclavitud, en lo que no me detendré, manteniéndose como sistema y como modo de vida hasta la propia Edad Media, y el inicio de los tiempos modernos en algunas regiones. Egipto, Grecia, Roma fueron sociedades esclavistas clásicas. En la Biblia se llega a justificar la esclavitud, probablemente por el tiempo histórico en que se desarrolla este documento religioso.

Por las guerras se podían tomar esclavos. Hoy las guerras imponen formas esclavistas más modernas, sutiles, y justificadas bajo los dominios territoriales de quienes ganan en esos conflictos bélicos. La esclavitud fue social y económica, principalmente, al punto de que sociedades la llegaron a regularizar y reglamentar hasta en el procedimiento de la liberación de esclavos.

Las guerras de conquista justificaron la esclavitud. La expansión de los estados medievales se podía hacer hasta el encuentro de otro estado existente, de manera que las tierras, con sus recursos naturales y humanos, que se encontraban en ese proceso de expansión podían ser tomadas y sometidas totalmente, si no pertenecían a esos otros Estados o reinos.

En el negocio y el comercio, de los siglos XV al XVI, de Europa hacia la China y la India, en búsqueda y consolidación de las rutas comerciales, y la necesidad del control que se llevó sobre ellas, con guerras, obligó a España, y luego a Europa, a buscar otras rutas para dirigirse a Oriente.

Así se dieron las rutas marítimas, conociendo en esa época la redondez de La Tierra, y habiéndose desarrollado instrumentos que aplicados a la navegación permitían hacer grandes travesías y cruzar los océanos, como la brújula, el sextante y el astrolabio, que permitían orientarse teniendo en cuenta los astros.

Cristóbal Colón, y los grandes navegantes que le siguieron fueron precursores de estos viajes, con estos instrumentos. Por eso, al llegar a América, lanzado al mar por la ruta occidental por él trazada, pensando que iba a llegar a la India, llamó a las tierras para él “descubiertas, Indias Occidentales”, que eran tierras desconocidas en Europa y no posesionadas por ningún reino europeo de aquellos años. El desarrollo temprano del capitalismo en esos años se caracterizaba pen el poderío de los Estados, por sus riqueza metálicas, en oro y plata, y por la posesión de tierras, lo que empezó a impulsar los sistemas colonialistas.

Así, en las prácticas políticas existentes en aquellos años, las tierras que no eran dominadas por otros reinos europeos podían ser adquiridas, mediante el sometimiento de ellas, por la conquista de las mismas.

En esta época, en que el poderío de las naciones se medía por las riquezas metálicas que se poseyeran o por la cantidad de tierras que se tuvieren, un rey español, Felipe II, llegó a afirmar que en sus tierras, en sus confines, los lugares más remotos del mundo, nunca se ocultaba el sol, porque eran muy amplios y extensos

Así se inició la presencia española, que es la que nos interesa hoy, en América. Los españoles encontraron un continente ampliamente poblado. Se estima, en las tesis que sostienen la mayor población del continente, que pudo haber tenido entre 90 y 100 millones de habitantes a la llegada de los europeos. La población de Centroamérica se calcula entre 5 y 7 millones máximo y la de Costa Rica entre medio millón y un millón de habitantes. En 1800, en nuestro caso teníamos alrededor de 30.000; en los días de las Cortes de Cádiz se tuvo que unir la población de Costa Rica y Nicaragua para elegir los diputados. En los días de la lucha contra los filibusteros norteamericanos, en 1856-1857, rondábamos los 100.000 habitantes y en el censo de 1890 se dice que había 340.000 personas en Costa Rica. El proceso histórico, como lo conocemos hoy, es decrecimiento poblacional. En aquellos años de la presencia europea en el continente, lejos de hacer crecer la población existente, se produjo una catástrofe demográfica, resultado de una serie de factores, la guerra de conquista y la resistencia a la misma, las pestes y enfermedades que trajeron los españoles y europeos, el desplazamiento forzado de indígenas que se hacía a las minas de Sur América, la inhibición de las mujeres a quedar embarazadas o la interrupción de embarazos que realizaban por los vejámenes sufridos, y otras razones similares, que resultaba del modelo de violencia impuesto por España y los europeos.

España, así inició con su llegada un modelo de violencia de sometimiento de todas las tierras, con sus riquezas naturales y seres humanos, que se caracterizó por la apropiación que hicieron de los territorios, por la expropiación forzada que hicieron de esas tierras, por la apropiación que hicieron del trabajo de los indígenas y aborígenes, que dejaron de trabajar para ellos, para empezar a trabajar para otros, para los conquistadores y colonizadores, por la imposición de autoridades que hicieron los españoles y europeos resultante de su poder, acabando con las autoridades aborígenes, imponiendo su legislación que les justificaba lo que hacían y obligaba a los sometidos a acatar esa dominación, imponiendo sus valores religiosos, como una justificación moral de la conquista y el sometimiento, ofreciendo con ella la salvación a la vida eterna a condición de la aceptación de la dominación impuesta, una forma de esclavitud.

La llegada de los españoles y europeos produjo el recorrido del territorio americano descubriendo su magnitud, lo que los llevó a dividirlo en regiones para su mejor sometimiento y control. Así surgieron los Virreinatos, como el virreinato de Nueva España o de México, el primero de ellos en establecerse.

A medida que penetraban los territorios virreinales, empezaron a fragmentarlos, para su mejor dominio de tierras, riquezas naturales y de la población. Así desarrollaron las diferentes divisiones territoriales al interior de los virreinatos, capitanías generales, intendencias, gobernaciones, alcaldías mayores o corregimientos, las reales audiencias, cabildos y otras formas institucionales de manifestarse esta división territorial y de imposición de autoridades sobre esos territorios. La Capitanía General de Guatemala, en un momento llegó a tener cuatro Intendencias, una Gobernación, la de Costa Rica, ocho Alcaldías Mayores y dos Corregimientos.

De esa manera también reprodujeron sus mecanismos de poder y autoridades a cargo.

La dominación española sometió bajo opresión a las comunidades indígenas, a los habitantes, haciéndoles carecer de derechos y libertades fundamentales. Empezó, tempranamente en el reino español a distinguirse entre vasallos, siervos y esclavos. Los reyes preferían el sistema del vasallaje y la servidumbre, por la forma de súbditos, que el de la esclavitud, como se expresó en leyes que fueron dictando.

La guerra de resistencia a la dominación y las pestes ocasionadas con la presencia española provocaron una catástrofe demográfica en todo el continente. Esto obligó a España a traer mano de obra esclava africana, más fresca para los trabajos en América, en condición de esclavos. Así se empezaron introducir esclavos africanos en el continente. La esclavitud impuesta en América por los españoles encontró eco en algunas regiones donde las comunidades indígenas practicaban la esclavitud, entre ellos los arahuacos, caribes, waraos. Se dio lo que se ha llamado la esclavitud mexica, donde los esclavos podían ser vendidos sin su consentimiento, exceptuando los llamados incorregibles, que los obligaban a portar un collar de madera colgado con anillas en la espalda, o los que podían caer en condición de esclavitud por sentencia, como pago de un delito, los que debían deudas, los que se vendían a sí mismos como esclavos hasta pagarle a su comprador lo que había pagado por su venta.

La Esclavitud en el Virreinato de Nueva España se caracterizó por la importación de esclavos de África, por considerarlos más aptos para los climas del continente. En Costa Rica fueron introducidos en 1650, en condición de esclavos, hasta 1780, cuando se impuso en la región de Matina la esclavitud para quienes traídos de África trabajaban en la explotación del cacao. Españoles establecidos en Cartago, desde donde administraban esas plantaciones, trajeron esclavos a Cartago a sus servicios domésticos.

Las Leyes de Burgos, en 1512 prohibieron la esclavitud de los indígenas, leyes que usualmente no las acataban los españoles.

Desde 1517 el Rey Carlos V estableció la autorización para que sus súbditos en América pudieran usar esclavos, lo que dio origen al negocio de esclavos hacia el continente. Desde la llegada misma de los españoles al continente ya traían esclavos con ellos.

La condición de esclavitud que se fue imponiendo sobre las comunidades indígenas, en ocasiones los frailes dominicos las señalaron y denunciaron, oponiéndose al trato injusto e ilegal que se hacía con ellos.

Las Leyes Nuevas españolas, en 1542, prohibieron definitivamente la esclavitud de las poblaciones indígenas, con la sanción de la pena de muerte para quien no las cumpliera. El título completo de las llamadas Leyes nuevas era “Las Leyes y ordenanzas nuevamente hechas por su Majestad para la gobernación de las Indias y buen tratamiento y conservación de los Indios”, en el cual se establecía, desde el título mismo, la disposición al buen tratamiento y conservación de los indios.

A las Leyes de Burgos se las han considerado precursoras de la protección de las comunidades, de los territorios conquistados por España, en el derecho internacional.

Estas Leyes Nuevas, decretadas por Carlos I de España, el 20 de noviembre de 1542, pretendían mejorar las condiciones de los indígenas señalando que ninguno podía ser sometido a esclavitud ni por guerra, ni por rebeldía, ni por rescate u otra manera, extinguiendo de esa forma el sistema de Encomiendas y el de Repartimientos, que se dieron distintas partes de América y en Costa Rica.

Las encomiendas tenían tres propósitos, respetar la condición de vasallo del rey de España. El vasallo no tenía la condición de esclavo. Evangelizar al indígena y hacer productivas las tierras colonizadas con el sometimiento del trabajo de los indios.

En las Leyes Nuevas, del 20 de noviembre de 1542 entre sus principales disposiciones se señalaba:

-Cuidar la conservación, gobierno y buen trato de los indios.

-reorganizar y asegurar el buen funcionamiento del Consejo de Indias, el gobierno indiano y las reales audiencias.

-Que los oficiales reales, desde el virrey hacia abajo, no tuvieran derecho a la encomienda de indios, lo mismo que se les impedía a las órdenes religiosas, bajo la modalidad de las Misiones, hospitales, obras comunales o cofradías.

-Que no hubiera causa ni motivo alguno para hacer esclavos, ni por guerra, ni por rebeldía, ni por rescate, ni de otra manera alguna.

-Que los esclavos indios existentes fueran puestos en libertad, si no se mostraba el pleno derecho a mantenerlos en ese estado.

-Que se acabara la mala costumbre de hacer que los indios sirvieran de cargadores sin su propia voluntad y con la debida retribución.

-Que los indios no fueran llevados a regiones remotas con el pretexto de la pesca de perlas, como se hizo en algunas regiones del Caribe.

-Que las encomiendas dadas a los primeros conquistadores cesaran totalmente a la muerte de ellos y los indios fueran puestos bajo la Real Corona, sin que nadie pudiera heredar su tenencia y dominio; y que se recompensara a los primeros conquistadores y colonos con corregimientos y otras mercedes.

-Que para hacer descubrimientos mediara previa licencia, y los descubridores cumplieran con las leyes reales sobre el tratamiento de los indios.

Al considerar al indígena vasallo bajo protección del rey se le dio los mismos derechos que el resto de los súbditos de la monarquía, regulándose la Servidumbre, como sistema, así como darles potestad de poseer tierras, tributar, participar en las decisiones de gobierno, en las que se consideran cuestiones comunales, y se dio autorización para ejercer ciertos cargos públicos.

Los encomenderos antes de la Leyes de Burgos tenían mucho poder. Esto hizo que en México fueran impugnadas por el Ayuntamiento de la Ciudad de México, del Virrey Antonio de Mendoza y por el mismo Obispo, Fray Juan de Zumárraga,

Bartolomé de las Casas y Francisco de Vitoria, frailes dominicos, hicieron denuncias importantes sobre los abusos a los indígenas. Las leyes de Burgos abolieron la esclavitud, lo que era válido para todo el Virreinato, aunque no se cumpliera.

A partir de 1542 los nuevos virreyes que llegaban a América eran instruidos para cumplir las Leyes de Burgos, así el virrey de Nueva

España, Luis Velasco y Ruis de Alarcón liberó, 15.000 indígenas

El Papa Urbano VIII, en su Bula del 22 de abril de 1639, prohibió la esclavitud en los territorios de España y Portugal en América.

El Rey Felipe IV distinguió entre la comunidad aborigen de América y las personas traídas de África, manteniendo la prohibición de la esclavitud sobre los indígenas, pero permitiendo la esclavitud sobre los africanos.

En México los esclavos que lograban escapar de su condición fueron llamados Cimarrones y se refugiaron en las zonas montañosas de Córdoba, Orizaba y Xalapa, en el actual Estado de Veracruz, lo que dio lugar a la fundación en 1630, de un pueblo, del sitio San Lorenzo de los Negros, en la región de Córdoba, considerados libres desde entonces, 191 años antes de la Independencia.

En México los colonos españoles fueron autorizados a adquirir esclavos como se hacía en las Antillas. Se adquirían por la guerra de sometimiento y por el rescate de los reducidos a servidumbre por los propios indios. Los esclavos podían ser marcados con hierros en la cara o en el cuerpo.

La escasez de la mano de obra que empezaban a tener los españoles, por la catástrofe demográfica que se dio, facilitó el comercio de esclavos por parte de los portugueses, ingleses, franceses. Desde 1540 hasta 1800 los ingleses movilizaron 2.651.970 esclavos, los portugueses al Brasil llevaron 1.062.179, los holandeses movilizaron casi medio millón. África era la región abastecedora de esclavos.

En Nueva España los esclavos fueron empleados en trabajos pesados y agrícolas.

La inquisición fue un mecanismo que usaron los esclavos para enfrentar a sus amos denunciándolos de alguna de las faltas que el Alto Tribunal perseguía y castigaba.

La esclavitud en España fue natural en los diferentes reinos que estableció durante la Edad Media y la Edad Moderna, que se proyectó a las colonias españolas, especialmente por el tráfico de esclavos africanos que existía.

Los corsarios fueron los grandes comerciantes de esclavos africanos hacia la América hispana, incluidas la traída de mujeres para el trabajo doméstico.

Por el Tratado de Utrech, de 1713, entre Inglaterra y España se estableció para Inglaterra el derecho exclusivo de venta de esclavos en las llamadas Indias Españolas, para proporcionar esclavos africanos a los colonias de las américas españolas.

Hubo algunas formas para salir de la esclavitud que funcionaron en Nueva España. Los esclavos podían comprar su libertad por préstamos que podían hacer, por la liberación que sus amos les realizaban antes de su muerte, por escapar de sus amos y trabajos y refugiarse en zonas difíciles de persecución. Algunos de estos refugios dieron origen también a los palenques, que eran los sitios donde se reunían estos esclavos liberados.

En el Virreinato de México, en el ideario de los próceres de la Independencia de México, como el que hiciera el padre Miguel Hidalgo y Costilla, el 19 de octubre de 1810, en Valladolid, hoy Morelia, diciendo que la esclavitud fuera abolida. Le siguieron Ignacio López Rayón, con igual pronunciamiento el 24 de octubre de 1810 en Tlalpujagua, José María Morelos, con el Bando de Aguacatillo, del 17 de noviembre de 1810, y otro pronunciamiento del padre Hidalgo, en Guadalajara, el 29 de noviembre de 1810.

El 6 de diciembre de 1810 el Padre Hidalgo publicó su Decreto contra la esclavitud, las gabelas y el papel sellado. Cuando el padre Hidalgo falleció Ignacio López Rayón, en 1812, en el documento “Elementos Constitucionales” y José María Morelos en “Los Sentimientos de la Nación”, de setiembre de 1813, ratificaron sus posiciones de abolición a la esclavitud.

En 1817 Inglaterra, al firmar algunos tratados internacionales, abolió el comercio de esclavos, que se siguió realizando, ya no hacia las colonias hispanas, sino hacia los Estados sureños de los Estados Unidos. Con la Guerra de Secesión se abolió la esclavitud, resultante del modelo de desarrollo capitalista que se estaba dando, donde el industrialismo de los Estados norteños necesitaba mano de obra libre y asalariada, enfrentando a los Estados del sur, basados en una economía agrícola con mano de obra esclava.

Entre 1600 y 1800, el 36% de comercio de esclavos lo realizó el imperio británico, y el 30% lo hizo Francia.

En el siglo XVIII en España se constituyó la Compañía Gaditana de Negros, que era la encargada de dedicarse al tráfico de esclavos africanos.

En la Centroamérica hispana, se han estudiado, previo a los movimientos de independencia, movimientos antiesclavistas en distintas localidades de Panamá, Honduras, Guatemala, El Salvador, sin éxito ellos, pero sentando las bases de la lucha por la abolición de la esclavitud

Con la ocupación francesa de España, se convocaron las Cortes Españolas en Cádiz, a la que asistió el diputado costarricense Florencio del Castillo, quien se distinguió en ellas planteando la abolición de la esclavitud.

Cuando México se independizó, Guadalupe Victoria y Vicente Guerrero, como presidentes, ratificaron la abolición de la esclavitud con decretos presidenciales el 16 de setiembre de 1825 y de 15 de setiembre de 1829, cuatro años después de que el 28 de setiembre de 1821 México proclamara su Independencia, lo que evidencia que todavía existía la esclavitud, a favor de “las castas” para que se las reconociera de ciudadanía española.

En la Declaración de Independencia de Guatemala, del 15 de setiembre de 1821, al comunicar esa Declaración a los pueblos de las Provincias para que procedieran a elegir diputados o representantes, para reunirse en Guatemala, en Congreso, y decidir definitivamente como comunidad centroamericana, lo resuelto, se invita, en su Artículo Cuarto, para que se elijan diputados “sin excluir de la ciudadanía a los originarios de África”.

De esta manera, el pronunciamiento de Guatemala abolió la esclavitud, el vasallaje y la servidumbre y estableció la ciudadanía para todos los habitantes de Guatemala y, por extensión, a todos los habitantes de las Provincias que habían constituido la Capitanía General de Guatemala, el Reino de Guatemala o las Diputaciones surgidas de la Constitución de 1812.

Declarar la ciudadanía en ese momento le dio a los “originarios de África”, que no tenían derechos, una igualdad jurídica respeto al resto de la población y les dio a la vez el derecho de electores, de elegir y de poder ser electos a las diputaciones que se estaban convocando.

Hay que reconocer que esta Declaración de Independencia, del 15 de setiembre de 1821, es la primera manifestación de abolición de la esclavitud en Centroamérica. En ninguna de las Actas de las restantes Provincias centroamericanas se tomó o incluyó un artículo o un acuerdo similar.

Al desarrollarse los movimientos de Independencia se crearon las condiciones finales para la abolición de la esclavitud en América, precedidas por las medidas que se venían tomando, especialmente desde el mismo sistema español, con sus pronunciamientos que impuso un sistema de vasallaje sobre el sistema esclavista de trabajo.

Después de la Declaración de Independencia de Guatemala, del 15 de setiembre de 1821, fue hasta el 17 de abril de 1824, resultado del Congreso, que en ese momento se había reunido, con los delegados o Representantes de las antiguas Provincias, cuando en la Constitución Federal de Centro América se estableció la abolición de la esclavitud, que abarcó a todos los territorios de la Federación, a Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica.

El pronunciamiento del Congreso de 1824 fue contundente: “Artículo 13. Todo hombre es libre en la República. No puede ser esclavo el que se acoja a sus leyes, ni ciudadano el que trafique en esclavos.”

Igualmente se suprimió, por acuerdo del Poder Ejecutivo de las Provincias Unidas de Centro de América los tratamientos de Majestad, Alteza, Excelencia, Señoría y todos los que se hubieran usado hasta ese momento, incluso la distinción de “don”, términos o conceptos que debían ser sustituidos por “ciudadanos”, aunque eso no se expresó en el documento, pero es lo que procedía. La partícula de “Don”, porque era la forma como se dirigían a los “De Origen Noble, lo que luego se recogió en las letras D.O.N, y finalmente le eliminaron los puntos para quedar en “Don”. El Señor y el Don implicaban una condición de dominador sobre vasallos y siervos, de modo que con la abolición de la esclavitud se fue también el reconocimiento del Don y el Señor como representantes de opresores sobre ciudadanos, condición de hombres libres, con derechos y libertades, originaba el régimen republicano que surgía con la Independencia.

Hay que recordar que desde la llegada de los españoles al continente se habían abierto las puertas para el comercio y la llegada de esclavos africanos.

Al continente se estima que pudieron haber llegado más de 12 millones de esclavos durante la dominación europea. Regiones como la de Centro América fue sitio de llegada y también de paso de esclavos hacia el sur del continente.

La Independencia de las colonias inglesas en Estados Unidos, en 1776, involucró a esclavos que al participar en esa lucha adquirían su condición de hombres libres.

De la Revolución Francesa, de 1789 devino la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, de 1789, y la Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana, de 1793, con la condición de ciudadano y ciudadana, que se exaltaba y reconocía al hombre libre, con derechos y libertades.

La independencia de Haití, en 1804, la colonia francesa negra del Caribe influyó en todos estos procesos independentistas y abolicionistas.

Formalmente en toda España la esclavitud se abolió en 1837 y se ratificó en 1886, cuando se prohibió el tráfico de esclavos. Quedaron fuera de esta prohibición Puerto Rico y Cuba, que lograron abolir la esclavitud en 1873 y 1886, respectivamente.

Es a partir de la Independencia que se empiezan a desarrollar las libertades y derechos individuales.

Primero de mayo: historia, significados y relevancia

Entrevista con el historiador, docente e investigador Vladimir de La Cruz acerca de las distintas aristas alrededor del Primero de mayo: rendición de William Walker, Día de los Trabajadores y Trabajadoras, informe de labores del presidente de la República y elección del Directorio Legislativo. Un programa de Onda UNED para la Cátedra Manuel Mora.

En la entrevista se analiza detalladamente la significancia histórica del 1 de mayo en Costa Rica, relacionándola con los acontecimientos que rodearon la derrota de William Walker en la década de 1850 y la batalla de Rivas. Se resalta la figura del presidente Juan Rafael Mora como un símbolo de la resistencia antiimperialista en Costa Rica, enfatizando su papel en la defensa de la soberanía nacional contra los intentos de anexión por parte de Walker. Además, se profundiza en la importancia de conmemorar eventos y figuras históricas como una forma de mantener viva la memoria colectiva del país.

También aborda la lucha de los trabajadores costarricenses en el siglo XIX por mejores condiciones laborales, destacando la reducción de las extenuantes jornadas de trabajo y la mejora de sus condiciones de vida como resultados de sus esfuerzos organizativos. Se menciona el surgimiento de partidos políticos y sindicatos que representaban los intereses de los trabajadores y artesanos, así como la formación de federaciones para fortalecer su posición colectiva.

Además, se explora cómo la tradición del Día Internacional de los Trabajadores, originada en Estados Unidos a fines del siglo XIX tras la lucha por la jornada laboral de 8 horas y los eventos trágicos de la huelga de Chicago en 1886, se extendió a Costa Rica y se convirtió en una ocasión para celebrar y defender los derechos de los trabajadores.

Asimismo, se reflexiona sobre la importancia de la rendición de cuentas en un sistema republicano, destacando la obligación del presidente y sus ministros de informar sobre su gestión anualmente. Se discuten problemas contemporáneos en la sociedad costarricense, como la privatización de instituciones públicas, la congelación de salarios y la inseguridad pública, y se subraya la importancia de la protesta y la movilización social para abordar estas cuestiones y mejorar las condiciones de vida de los trabajadores.

Conferencia «La rendición de William Walker, 1 de mayo de 1857» por Matilde Amalia Cerdas Alvarado

La Academia Morista Costarricense y la Benemérita Biblioteca Nacional, se complacen en invitarle a la conferencia La rendición de William Walker, 1 de mayo de 1857, por la historiadora Matilde Amalia Cerdas Alvarado

La conferencia será virtual el jueves 2 de mayo a las 4:00 p.m. y se transmitirá por los facebook Biblioteca Nacional Costa Rica 

https://www.facebook.com/bibliotecanacional.mcj.cr/ y facebook Academia Morista Costarricense https://academiarorista.org/

1° DE MAYO, un feriado doblemente especial

Freddy Pacheco León

Freddy Pacheco León

El 1° de mayo de 1857 se acabó la pesadilla que desvelaba, con razón, a los centroamericanos. Ese memorable día, William Walker, el ambicioso racista, esclavista y arrogante estadounidense, nacido en Tennessee, ya había perdido su batalla final en Rivas, ante los valientes soldados centroamericanos, comandados por el general José Joaquín Mora. Walker, el que se creía invencible, no resistía más; el que, aspiraba esclavizar las cinco naciones centroamericanas, no tuvo más remedio, que aceptar, vergonzosamente, que había perdido la guerra… y firmar su rendición.

Por su gigantesca trascendencia, ese día habrá de perdurar en la memoria histórica de los costarricenses, y demás países hermanos del istmo. Y para los ticos, principalmente, desde que nuestro héroe de la Campaña Nacional, Juan Rafael Mora, emitiera un decreto el 29 de octubre de 1857, que resalta ese hecho, precisamente porque don Juanito tenía muy claro, el significado y trascendencia que había tenido el fin de la gloriosa Campaña Nacional contra los sangrientos invasores.

Dice el decreto, que poco conocemos, en su artículo VIII: «EN RECUERDO DEL TRIUNFO COMPLETO DE LAS ARMAS DE CENTROAMÉRICA Y DE LA RENDICIÓN Y EXPULSIÓN DE LAS FUERZAS FILIBUSTERAS, EL DÍA PRIMERO DE MAYO SERÁ FERIADO, Y SE CELEBRARÁ EN TODA LA REPÚBLICA CON LA SOLEMNIDAD POSIBLE, SALUDÁNDOSE EL PABELLÓN EN LA AURORA DE DICHO DÍA CON VEINTIÚN CAÑONAZOS». Desdichadamente, quizá hasta con la aviesa intención de borrar la memoria del Presidente Mora Porras, por parte de sus asesinos encabezados por José María Montealegre, se «olvidó» ese Decreto XXXV y con el tiempo, a partir de 1913, se sustituyó, con la especialísima celebración internacional del Día del Trabajador.

PERO el espíritu del decreto sigue vigente y lo hemos de rescatar del olvido. Ambas celebraciones, van de la mano, desde el punto de vista histórico y para los trabajadores y sus familias; no son excluyentes entre sí, por lo cual, sobran razones para que nuestra celebración del 1° de mayo, tenga ambas motivaciones.

La encrucijada centroamericana 1856-1857

Vladimir de la Cruz

A mediados del siglo XIX, con los recientes hallazgos de yacimientos de minerales, en California, se desató la fiebre del oro de la costa oeste a la del este, del Atlántico al Pacífico, en los Estados Unidos. No se había terminado de construir el ferrocarril que vinculara esos puntos. Hasta 1865 se concluyó esa obra.

En el Valle de Sacramento, en California, en 1848, se habían descubierto esos yacimientos de oro, desatando la fiebre del oro y las movilizaciones hacia California, por vía marítima, bajando hasta el Cabo de Hornos y luego cruzando por Nicaragua. Antes habían pensado usar el Istmo de Tehuantepec, en el sur de México, donde el presidente Pierce había logrado una concesión para construir un ferrocarril y, del mismo modo, usar la vía marítima fluvial que se prestaba a través de Nicaragua.

Los franceses por su parte habían intentado construir el canal transístmico en Panamá, luego de haber terminado el de Suez. No lo lograron. Hicieron un ferrocarril transístmico sin éxito internacional.

A finales de la década de 1840 se había fundado la Compañía del Tránsito, que en Estados Unidos realizaba el viaje marítimo, desde la costa oeste hasta California, recorriendo todo el litoral Atlántico hasta el puerto de San Juan del Norte, o Greytown, como lo llamaban los ingleses, en Nicaragua, cerca de la desembocadura del río San Juan, limítrofe de Costa Rica y Nicaragua. Movilizaban hasta 1000 personas por mes, navegando por el río hasta el Lago de Nicaragua, cruzando el Estrecho de Rivas, con caravanas, hasta el puerto de San Juan del Sur, desde donde continuaban a California.

Cornelius Vandervilt era el visionario de esta ruta y el dueño de la empresa naviera para desarrollarla.

Los ingleses, por su parte, se habían establecido en la costa atlántica de Nicaragua y Honduras, en la llamada Mosquitia, con protectorados que llegaron hasta finales del siglo XIX.

En 1850 los Estados Unidos e Inglaterra firman el Tratado Clayton-Bulwer, para asegurar esta ruta estratégica.

Centroamérica se había convertido en un escenario de proyección internacional de los intereses necoloniales o imperialistas de esa época. La Doctrina Monroe estaba vigente desde la perspectiva geopolítica de entonces.

En Estados Unidos había un proceso brutal de expansión de las colonias inglesas, ya independientes, en el este, hacia el oeste de ese territorio, avasallando y acabando con la comunidades indígenas y pueblos autóctonos de Norteamérica y, de paso, con los búfalos o bisontes. Ese proceso condujo a la rapiña sobre territorios que eran de México, a la compra de territorios a España, Francia y Rusia, que poco a poco fueron configurando el territorio actual de los Estados Unidos. Hacia el sur, hacia México, fue parte de esa expansión que desde 1823 fue perfilando el actual territorio del Estado de Texas, que en 1837 fue reconocido por el presidente Jackson como la llamada República de la Estrella Solitaria, como un estado de relaciones laborales y sociales esclavistas, admitido por unanimidad, por el Congreso de los Estados Unidos, en 1845, provocando, en ese momento, una ruptura de las relaciones diplomáticas con México.

Los Estados sureños de los Estados Unidos habían impulsado una economía esclavista, de carácter agrícola, en tanto los que se impulsaban hacia el norte avanzaban con un proceso industrialista, que requería mano de obra libre, contexto, en cierta forma, de la guerra civil que poco tiempo después azotó a los Estados Unidos.

En el conflicto militar con México las tropas norteamericanas llegaron hasta la capital de México en 1846. El 2 de febrero de 1848 se impuso el Tratado Guadalupe Hidalgo que le dio formalmente a los Estados Unidos los territorios de Texas, los que estaban al oeste de la Lousiana, incluyendo California, bajo un pago simbólico de 15 millones de dólares.

Así se materializaba parte de su Destino Manifiesto, que en la mira veía a México, América Central, Cuba, Puerto Rico, Santo Domingo, Las Filipinas, los viejos territorios del Virreinato de México.

En este proceso de guerras, y anexiones de territorios, estuvo William Walker, con su grupo de filibusteros, que servían a esos propósitos expansionistas y esclavistas.

En Nicaragua, el proceso de la Independencia, logrado en 1821, había permitido impulsar grupos políticos conservadores y liberales. Su lucha por el poder era intensa.

A mediados del siglo XIX el aventurero norteamericano Byron Cole le propuso al jefe liberal nicaragüense, Fruto Chamorro Pérez, que trajera a Nicaragua a William Walker, a prestarle sus servicios, con sus filibusteros, que llegó en 1855 con 300 hombres, que eran soldados curtidos, a modo de mercenarios en otras empresas anexionistas y filibusteras, que servían de esa manera a los intereses gubernativos de los Estados Unidos, y sus afanes expansionistas.

En Estados Unidos se comerciaba con territorios de Centroamérica, se vendían, como se venden hoy terrenos en La Luna.

Walker, así, llegó en 1855 “invitado” a Nicaragua. A finales de este año ya se había convertido en Jefe Militar e incluso firma, con el Presidente Patricio Rivas, un mapa de Nicaragua que ampliaba sus fronteras sobre los territorios de Costa Rica, comprendiendo la Península de Nicoya, que había sido parte del antiguo Partido de Nicoya, que se había anexado, incorporado, por su propia voluntad a Costa Rica, en 1824, territorio que Nicaragua seguía disputando a Costa Rica, y desde la desembocadura del río Tempisque hasta la desembocadura del río San Juan, que era la puerta de entrada, en Nicaragua, de la Compañía del Tránsito.

En Costa Rica, gracias a los representantes diplomáticos en Estados Unidos, Luis y Felipe Molina Bedoya, se recibían noticias, de los peligros que significaba William Walker y su presencia en Nicaragua, para Costa Rica y para Centroamérica.

William Walker, empoderado en Nicaragua, a principios de 1856 comisionó a uno de sus principales lugartenientes, Louis Schlessinger, para actuar con el gobierno costarricense proponiéndole prácticamente su sometimiento a los intereses y dominación política de Walker, lo que fue rechazado.

Así, el presidente de Costa Rica, Juan Rafael Mora Porras, desde el 20 de noviembre de 1855, había advertido y llamado a la población costarricense a prepararse frente a esta posible agresión y amenaza.

El rechazo de Schlessinger, que ni siquiera se le permitió ingresar al territorio costarricense, provocó la ira de Walker quien le dio la orden de avanzar sobre Costa Rica, lo que hizo a mediados de marzo de 1856, llegando hasta la Hacienda Santa Rosa, a pocos kilómetros de la frontera con Nicaragua, y a 35 kilómetros de la ciudad de Liberia.

Por su parte el presidente Mora continuaba preparando la defensa nacional. Nicaragua declara la guerra a Costa Rica, y es cada vez más claro para el presidente Mora, que la seguridad del país, y de Centroamérica, está en ir a sacar a los filibusteros de Nicaragua, el liberar al pueblo nicaragüense de su oprobiosa presencia, y asegurar de esa manera la Independencia de Centroamérica.

Costa Rica se mueve diplomáticamente con los gobiernos de Guatemala, Honduras y El Salvador, y otros, para actuar militarmente, y políticamente, de manera conjunta contra Walker en Nicaragua.

A principios de marzo de 1856, la tropa costarricense avanza hacia la frontera. Cerca de 10.000 soldados o combatientes, un 80% de voluntarios, se ponen en marcha, el 10% de la población nacional, el 20% de la población masculina, salida de sus campos agrícolas de trabajo, el café y la caña de azúcar, labores que tuvieron que asumir las mujeres para mantener la economía de guerra y el abastecimiento de los soldados.

El 16 de marzo se había llegado a la ciudad de Liberia. El 18 de marzo, en marcha hacia la frontera, se supo de la presencia filibustera en el territorio costarricense, en la Hacienda Santa Rosa. El 20 de marzo se realizó el combate, que de manera sorpresiva enfrentó a la tropa de 300 filibusteros, que había invadido el territorio nacional, comandados por Louis Schlessinger, quien fue derrotado en lo que se conoce como la Batalla de Santa Rosa, que duró menos de 10 minutos. A los 14 minutos se estaba redactando el parte de guerra anunciando la victoria de la tropa costarricense, la captura de unos filibusteros y la persecución que se hacía sobre el resto de esa tropa. Fue la primera derrota infligida a los filibusteros, derrota militar y moral, que Walker no aceptó.

A finales de marzo la tropa costarricense estaba a punto de entrar al territorio nicaragüense. El presidente Mora se dirigió al pueblo nicaragüense y sus municipalidades señalando que se iba a ingresar para liberarlos, sin ningún afán posesorio de Costa Rica.

El territorio costarricense era escudriñado, en toda la parte fronteriza para evitar la presencia filibustera y otra entrada sorpresiva, de ellos, que amenazara la integridad, la Soberanía, la Independencia y la Libertad de los costarricenses.

Los filibusteros, por su parte quisieron entrar, aprovechando afluentes y ríos que desembocaban en el río San Juan, para sorpresivamente de esa manera llegar casi hasta el centro del país. Por su parte, la directriz del gobierno costarricense fue de proteger ese flanco. Por ello, el 10 de abril, se produjo de nuevo un enfrentamiento en Sardinal, en la confluencia de ríos Sardinal con el Sarapiquí, donde de nuevo se impuso el ejército costarricense, derrotando por segunda vez a los filibusteros. Otra derrota para todos los efectos militar y moral.

El 10 de abril, por otra parte, el Ejército costarricense ya se encontraba en la ciudad de Rivas, Nicaragua, cerca de la ciudad de Granada, donde estaba Walker, quien también se había movilizado hacia Rivas.

El 11 de abril, de manera sorpresiva Walker atacó a la tropa costarricense, desarrollándose una batalla, la de Rivas, cruenta, sangrienta y larga, por casi 24 horas, con casi 1000 muertos y heridos de ambos bandos. Los combatientes de Sardinal, de unas horas antes, se tuvieron que sumar a los de Rivas, donde se concentraron los dos ejércitos, sin descansar y casi sin comer.

Ese 11 de abril, de 1856, de nuevo fueron derrotados los filibusteros. Walker huyendo hacia Granada fue depositando cadáveres en pozos de agua, lo que provocó el desarrollo de la peste del cólera.

El 25 de abril por este motivo el ejército costarricense fue desmovilizado del escenario de guerra, traído al territorio nacional, donde impactó con la peste a la población costarricense, motivo por el cual fallecieron 10.000 personas.

Finalizó así, lo que se ha llamado la Primera Campaña de lucha contra los filibusteros, campaña y batallas, que estuvieron a cargo del Ejército costarricense, y de sus principales jefes y conductores políticos y militares, el Presidente Juan Rafael Mora Porras, y los Generales José Joaquín Mora Porras y José María Cañas Escamilla.

Superada la peste del cólera se volvió al escenario de guerra. Ya estaban en esa segunda mitad de año 1856 las presencias de los ejércitos de Guatemala, Honduras y el Salvador. También se integró Nicaragua, que ya había roto con Walker quien se había declarado presidente de Nicaragua y había establecido la esclavitud.

Esta nueva etapa de la confrontación contra Walker se le ha llamado la Segunda Campaña, que se produce desde agosto de 1856, con una serie de combates, hasta que nuevamente, en Rivas, el 1 de mayo de 1857, William Walker es derrotado y se rinde, siendo sacado de Centroamérica.

Recibido como un héroe en Estados Unidos, intenta de nuevo invadir Centroamérica, entre 1857 y 1860, varias veces. Capturado en Honduras en 1860 por ingleses, es entregado a las autoridades hondureñas, quienes le fusilan en setiembre de 1860, acabando de esa manera con ese proyecto anexionista y esclavista en Centroamérica.

Se dice que, ante su fusilamiento, Walker advirtió que lo que no habían podido hacer sus fusiles, lo harían los dólares… parte de la Historia de Centroamérica que no ha acabado…

 

Artículo publicado en la revista internacional MEER y compartido con SURCOS por el autor. 

La fecha gloriosa que nos reúne es la derrota de los filibusteros en Rivas

(Intervención de la Diputada María Marta Padilla de Jiménez, en la sesión parlamentaria, solemne, conmemorativa de la Batalla del 11 de abril de 1856 en la ciudad de Rivas, en Nicaragua, contra los filibusteros norteamericanos comandados por William Walker.)

Celebramos y recordamos una de las fechas más gloriosas de nuestra Historia Patria, el 11 de abril. Fue la batalla más cruenta que se dio contra la tropa filibustera norteamericana, comandada por William Walker, quien se había establecido en Nicaragua, amenazando gravemente la Soberanía y la Independencia de nuestras jóvenes repúblicas centroamericanas y la Libertad de nuestros pueblos.

El 11 de abril fue la tercera Batalla en importancia, luego de las Batallas de Santa Rosa, del 20 de marzo y de Sardinal, del 10 de abril, unas horas antes de la Batalla de Rivas.

En estas batallas, Santa Rosa, Sardinal y Rivas, nuestras tropas y heroicos combatientes infligieron a los filibusteros tres derrotas, demostrando la entereza de un pueblo movilizado para afianzar sus valores e identidad nacionales, su Libertad, su Soberanía y su Independencia.

La lucha prevista, estratégicamente diseñada, por el presidente, Juan Rafael Mora Porras, jefe y estratega militar, era muy clara. La amenaza a Costa Rica estaba en Nicaragua. Allí estaba Walker. Había que enfrentarlo y sacarlo de Nicaragua.

El presidente Mora en la frontera se dirigió a los nicaragüenses indicándoles que iba a luchar por su libertad, contra la opresión que tenían; que no buscábamos dejarnos ni un milímetro de sus tierras; que íbamos a luchar para asegurar la Libertad de los pueblos centroamericanos. Y así fue.

Walker inició los combates el 11 de abril, al despuntar la mañana, provocando un enfrentamiento que se prolongó por 20 horas, con casi 1000 muertos. Escenas heroicas y sacrificios extremos se vivieron.

Importante fue la decisión de quemar el sitio donde se había afincado Walker, el Mesón de Guerra. Tres intentos se hicieron para quemarlo. El Capitán cartaginés, Luis Pacheco Bertora, el soldado Joaquín Rosales, de origen nicaragüense que peleaba con nuestra tropa y, finalmente, Juan Santamaría, alajuelense, quien lo logra, a quien honramos especialmente en este día.

La fecha gloriosa que festejamos es la derrota de los filibusteros en Rivas. La conducción majestuosa del Ejército y de los combates por el presidente Mora, los generales José Joaquín Mora y José María Cañas, el resto de los oficiales y soldados que combatieron y dieron sus vidas en esas batallas.

De Rivas siguió la peste del cólera, el regreso de nuestros combatientes, la superación de la peste; el regreso de nuevo al combate, lo que se conoce como la Segunda Campaña, que culmina el 1 de mayo de 1857 con la rendición de Walker y su expulsión de Nicaragua y de Centroamérica.

Información compartida con SURCOS por Vladimir de la Cruz.

Salve, oh tierra gentil

Vladimir de la Cruz

El título de este artículo corresponde al primer verso de la tercera estrofa, de la hermosa letra de nuestro Himno Nacional. Mi buen amigo, miembro de la Academia Morista Costarricense, Fraser Pirie, un estudioso de nuestra Historia Nacional, lo ha puesto de título para su último libro recién editado.

Suma este libro uno más a su ya importante colección de publicaciones que abordan temas nacionales. Sus trabajos son serios, hechos con un amor sin discusión, con pasión desbordada, con esmero y cuidado.

Sus libros son, en cierta forma, pequeñas obras de arte, por la diagramación, el uso extenso de fotografías y rescate de ellas, como de elementos gráficos que logra aglutinar alrededor del tema central de sus escritos; por su diagramación, que él mismo propone, y hace, para los capítulos de sus obras, por los colores y detalles que busca para exaltar, provocar y mantener la lectura; por la calidad que le pone en su edición; por la sencillez de la narración, al alcance de todo público, docto y profano.

El diseño primero provoca verlo página por página, deteniéndose uno, como lector, en los detalles de lo que va descubriendo. Si de la lectura se trata es corrida, sin cansancio, buena letra, buen interlineado, combinando con muy buen uso espacios blancos, con textos originales reproducidos, fotos antiguas y recientes, viñetas, descripciones sencillas pero precisas en estos apoyos editoriales.

Este libro, que me hizo llegar generosamente a la casa, unos días antes de Semana Mayor, a las 7 p.m., bien empaquetado, lo puse a la par de la computadora mientras terminaba de escribir un artículo. A las 9 de la noche lo abrí y quedé atrapado en revisarlo, verlo, leerlo, en ese momento a medias y por fragmentos. A las 12 de la noche había terminado de “pasar”, de esa forma, sus 462 páginas. Todo lo que estaba haciendo se interrumpió. Estaba totalmente emocionado y embebido, fascinado del libro que en los siguientes días fui saboreando poco a poco.

Este libro recoge sus inquietudes intelectuales, provocadas, entre otras cosas, por su vínculo con el trabajo de la Academia Morista Costarricense, de sus actividades divulgativas sobre la Obra de Juan Rafael Mora Porras, de los Héroes de la Campaña Nacional y del rescate que hacemos, desde esa trinchera patriótica, de la gran Gesta Nacional contra los filibusteros norteamericanos en Costa Rica y en Centroamérica.

El verso “Salve, oh tierra gentil” le da la base y la unidad a todo el libro, le da el ritmo y la medida, como si todo fuera un gran poema, donde cada capítulo se presenta como si fueran estrofas de ese poema, que con gran libertad literaria ordenó para guiar la lectura desde los días anteriores a la llegada de los filibusteros, desde la visión que se empezaba a tener de Centroamérica hasta la rendición de William Walker.

En cinco capítulos nos presenta esa situación. El primero de ellos, sin proponérselo, nos ubica el escenario geográfico político y su valor estratégico, geopolítico, en la época. ¿Cómo llegar desde la costa este de los Estados Unidos a la costa oeste de ese país, cuando todavía no estaba construido el ferrocarril de costa a costa, ni se había acabado la expansión hacia el oeste, por el llamado de las explotaciones mineras en California?

El segundo capítulo nos lleva de la mano con las andanzas de William Walker desde California hasta Nicaragua, donde llega a convertirse en un activo agente político en el interior de la política nicaragüense, y en un grave peligro para la Soberanía, la Independencia y la Libertad de las de los pueblos y las nacientes repúblicas centroamericanas, amenazadas por la anexión de estos territorios a los Estados sureños, de los Estados Unidos, y por la imposición de la esclavitud en Centroamérica. En este capítulo nos presenta a William Walker y su gavilla de filibusteros.

El capítulo tercero se lo dedica a nuestro Gran Prócer, Benemérito de la Patria, Héroe máximo de toda la Campaña Nacional. Describe brevemente los gobiernos del Presidente Mora Porras, la situación económica ante la guerra que se avecina y la preparación del Ejército Nacional, con elementos culturales de la época.

El cuarto capítulo nos introduce y nos lleva, palmo a palmo, por el camino transitado de la Guerra Nacional, donde brillan distintos héroes, desde la Primera Proclama el 20 de noviembre de 1855 hasta los principales combates de 1857.

Aquí exalta el triunfo contra los filibusteros haciendo un repaso desde la derrota en Rivas, el 11 de abril de 1856, pasando por el impacto de la peste del cólera hasta la rendición de Walker, el 1 de mayo de 1857.

El último capítulo nos recuerda el regreso de la tropa a Costa Rica, ya vencidos los filibusteros, con la narración del viaje del gran escritor norteamericano Mark Twain, en 1867, por del río San Juan, con datos biográficos, al final, de la Familia del Presidente Juan Rafael Mora, con su esposa Inés Antonia de Jesús Aguilar, y de sus hijos Mora Aguilar.

Una deliciosa lectura, un gran paseo por uno de los capítulos más importantes de la Historia Patria, nos ha regalado con esta publicación Fraser Pirie. Los invito a adquirirlo y disfrutarlo. Estoy seguro que la lectura nos llevará a hacer honor del verso, de nuestro Himno Nacional, “Salve, oh tierra gentil”.

Enviado a SURCOS por el autor.

Clinton Rollins, el filibustero que no fue

El líder filibustero William Walker con varios de sus compinches, en su oficina en Granada, Nicaragua. Fuente: Frank Leslie᾽s Illustrated Newspaper.

Artículo publicado originalmente en la revista digital europea MEER

Luko Hilje (luko@ice.co.cr)

Hace unos meses, una noche en que hurgué en mi biblioteca para leer algo de poesía, me topé con una antología del escritor nicaragüense Ernesto Cardenal, publicada por EDUCA en 1972. Recuerdo que la había adquirido allá por 1975, en su segunda edición, pero después de leerla la presté y —como es usual en asuntos de libros—, nunca retornó a mis manos. No obstante, hace unos años pude conseguir un ejemplar en una compraventa josefina y, sin siquiera darle una hojeada, la dejé reposar por años en el anaquel de donde la tomé aquella noche.

En realidad, el reencuentro con dicho poemario resultó afortunado, pues se inicia con el poema Con Walker en Nicaragua, y durante los últimos casi 20 años he dedicado incontables horas a leer e investigar acerca de la arremetida expansionista de William Walker y su ejército filibustero, que tanto dolor traería a los países centroamericanos a mediados del siglo XIX.

De hecho, nomás de entrada, en dicho poema se lee lo siguiente: «En una cabaña solitaria en la frontera, / yo, Clinton Rollins, sin pretensión literaria, / me entretengo en escribir mis memorias. / Y mis pensamientos de viejo retroceden: / Las cosas que hace cincuenta años sucedieron… / Hispanoamericanos que he conocido / —a los que he aprendido a querer… / Y aquel olor tibio, dulzón, verde, de Centro América. / Las casas blancas con tejas rojas y con grandes aleros llenas de sol, / y un patio tropical con una fuente y una mujer junto a la fuente. / Y el calor que hacía crecer más nuestras barbas. / ¡Las escenas que hoy vuelven a mi memoria!». Y, en efecto, son remembranzas con formato de versos, que alcanzan nada menos que 20 páginas, y casi todas con imágenes líricas muy bien logradas.

Conviene destacar que la mención de un lugar fronterizo en el poema obedece a que Rollins residía por entonces en Cocopah, una reserva indígena localizada en Arizona, colindante con el territorio mexicano de Baja California, como se verá posteriormente.

Filibusteros a la espera de acción, en San José, Chontales. Fuente: Harper´s Weekly.

Ahora bien, aparte del valor literario e histórico del poema, desde el inicio me llamó la atención el apellido de ese anciano filibustero. Eso fue así porque, poco antes de emprender mis estudios de postgrado en California tomé un curso de inglés en Pittsburgh, Pensilvania, y ahí tuve una novia con ese apellido —por cierto, muy bella e inteligente—, oriunda de Virginia. Este estado, ubicado en la costa oriental de EE. UU., tuvo una fuerte inclinación esclavista y, en consecuencia, aportó numerosos soldados a las huestes filibusteras de Walker, quien se proponía implantar la esclavitud en Centro América, y hasta lo logró hacer en Nicaragua. Es decir, pensé que podría tratarse de un antepasado de ella. Sin embargo, al indagar en internet, no sería así —por fortuna—, como se relatará pronto.

Antes de profundizar, es pertinente destacar que —con formato de libro—, el propio Walker escribió un amplio relato intitulado La guerra en Nicaragua, acerca de su presencia en dicho país. Asimismo, también lo hicieron sus contemporáneos y hasta correligionarios William Vincent Wells (Walker´s expedition to Nicaragua: A history of the Central American war; and the Sonora and Kinney expeditions), Charles W. Doubleday (Reminiscences of the “filibuster” war in Nicaragua) y James Carson Jamison (With Walker in Nicaragua); cabe acotar que otros escritores, como Jeffrey J. Roche (Historia de los filibusteros) y William O. Scroggs (Filibusters and financers: the story of William Walker and his associates), no fueron soldados. Estos libros están disponibles en Internet y —al menos en mi caso—, aquellos que corresponden a testimonios de primera mano me han sido muy útiles para esclarecer ciertos asuntos nebulosos de la campaña antifilibustera emprendida por Costa Rica y los demás países centroamericanos entre 1856 y 1860, año en que Walker fue fusilado en Honduras.

¿Quién era Rollins, realmente?

Para retornar a Rollins, al buscar en Internet si había un libro escrito por él, pues Cardenal debió haber elaborado su poema a partir de algún testimonio del veterano filibustero, me llevé una enorme sorpresa: el tal Rollins no solo nunca publicó un libro al respecto, sino que ni siquiera existió. Sin embargo, Cardenal ignoraba esto, al igual que los historiadores nicaragüenses y centroamericanos. En realidad, Cardenal escribió su poema en 1950 —a sus 25 años de edad— y lo publicó en 1967 en la Revista Conservadora del Pensamiento Centroamericano, y no sería sino exactamente un decenio después que se aclararía la situación, como se verá posteriormente.

Para retroceder en el tiempo, en 1945 la Editorial Nuevos Horizontes publicó en Nicaragua un libro intitulado Clinton Rollins-William Walker, en español. Sin embargo, su supuesto autor, Rollins, nunca escribió un libro, sino una serie de crónicas que aparecieron en la prensa; habían visto la luz en 15 entregas semanales consecutivas —entre e1 31 de octubre de 1909 y el 6 de febrero de 1910—, en el suplemento dominical del diario Chronicle, de San Francisco, California. Con el título genérico Filibustering with Walker (De filibustero con Walker), las narraciones estaban suscritas por Clinton Rollins, quien indicaba residir en Baja California. Es de suponer que, por motivos históricos, las crónicas tuvieron gran acogida entre el público, pues fue de ese puerto que en 1855 Walker izó velas en el bergantín Vesta con rumbo a Nicaragua, para iniciar su aventura militar y política, que incluso lo convertiría en presidente de dicho país al año siguiente.

Ahora bien, por un cuarto de siglo nadie cuestionó la veracidad del contenido del libro publicado en Nicaragua, ni la verdadera identidad de Rollins, hasta que apareció una mente acuciosa y bien informada, que descifraría el acertijo al que pronto nos referiremos en detalle.

El médico e historiador Alejandro Bolaños Geyer. Fuente: Wikipedia.

En efecto, en 1971 Alejandro Bolaños Geyer —cuyo hermano Enrique fue presidente de Nicaragua entre 2002 y 2007— tuvo sospechas de que algo no andaba bien, y se propuso efectuar indagaciones al respecto. Cabe destacar que él, médico de formación e historiador por afición, fue el mayor estudioso de Walker en nuestra región; por cierto, en 2003 el Museo Histórico Cultural Juan Santamaría publicó su sobresaliente y voluminoso libro William Walker: el predestinado en su tercera edición, bellamente diagramada.

Para contextualizar el origen del asunto, Bolaños Geyer explica que «ningún historiador norteamericano tomó en cuenta los artículos del Chronicle; nadie se molestó, tampoco, en incluirlos en ningún índice ni catálogo. Si su existencia se conoce hoy, débese únicamente al esfuerzo conjunto de dos cónsules centroamericanos en San Francisco, el costarricense don Guillermo Figueroa y el nicaragüense don Arturo Ortega. Ambos cónsules siguieron con interés las crónicas de Rollins, y, viendo en ellas un valioso aporte para la historia de sus países, decidieron recopilarlas y colaboraron en traducirlas, para presentarlas después en español».

Sin embargo, debido a su valor histórico, en Nicaragua las crónicas fueron compiladas y convertidas en el libro ya indicado, el cual alcanzó gran popularidad dentro y fuera de dicho país. Su legitimidad fue refrendada de manera tácita con las menciones en publicaciones formales escritas por historiadores, tanto nicaragüenses como centroamericanos. Uno de ellos fue el abogado e historiador costarricense Enrique Guier Sáenz, quien en su libro William Walker incluyó más de 40 citas textuales de Rollins —según Bolaños Geyer—, además de calificar a este aventurero nada menos que como «el Bernal Díaz del Castillo de la expedición filibustera», en alusión a ese célebre cronista de la conquista española.

Narra Bolaños Geyer que el contenido del libro fue enriquecido con una introducción y un análisis del connotado historiador Carlos Cuadra Pasos, y añade que éste «encontró y señaló algunos errores del autor Rollins, pero aceptó, sin vislumbrar la menor duda, que éste había sido uno de los filibusteros que acompañara a Walker». Es decir, hasta ahí todo marchaba sin contratiempos ni dudas de fondo.

Sin embargo, con una envidiable habilidad detectivesca, Bolaños Geyer inició sus prolijas pesquisas en muy diversas fuentes, todas fuera de su país —como él mismo lo indica—, las cuales tendrían un final feliz poco más de cuatro años después. Tan ingente como provocador esfuerzo culminaría con la publicación del libro El filibustero Clinton Rollins (1977), en el que demuestra de manera incontrovertible que el tal Rollins fue un personaje ficticio.

Como erudito en la materia, inicialmente Bolaños Geyer detectó numerosas incongruencias en cuanto a la mescolanza de personajes —unos reales y otros ficticios—, hechos, paisajes, etc. y, peor aún, percibió que plagiaba al ya citado libro La guerra en Nicaragua, de Walker. Cotejados de manera puntillosa ambos textos, y comprobado dicho remedo, así como la ausencia del nombre de Rollins en varias listas oficiales de filibusteros, la tarea pendiente era identificar al verdadero autor de las crónicas.

El escritor Henry Clinton Parkhurst. Fuente: Wikipedia

Y, aunque pareciera que esto sería lo más difícil, en realidad no lo fue, pues a partir de la novena entrega de la serie de crónicas, Bolaños Geyer notó que al pie de éstas figuraba una anotación que decía «Copyright by H. C. Parkhurst», por lo que quedaba por esclarecer la relación entre el dueño de los derechos de autor y Rollins. Eso desató una búsqueda casi frenética —muy bien narrada por su autor— en varias bibliotecas y archivos en EE. UU., lo que le permitió dar con el nombre de un escritor llamado Henry Clinton Parkhurst, quien naciera en Iowa en 1844, y falleciera ahí mismo en 1933, casi a los 89 años de edad. Mejor aún, después halló un poemario suyo, intitulado Songs of a man who failed (Cantos de un hombre fracasado), publicado en 1921, que aportaría la estocada final al asunto.

En efecto, en la introducción Parkhurst narra sus antecedentes y avatares como escritor, y confirma lo que Bolaños Geyer buscaba con tanto afán. Entre otras cosas, relata que «escribí una novela militar sobre los filibusteros americanos en Cuba antes de la guerra con España. En Baltimore, borracho, se me perdió la primera parte del libro. Lo volví a escribir desde el principio, y lo revisé cuidadosamente, pero se me perdió en Washington, cuando iba para Nueva York. ¡Los tragos!, y cuatro años de trabajo perdidos. Después escribí Episodios marciales en Centro América, una larga narración de las tribulaciones, hazañas y conquistas de los filibusteros americanos de Walker y otros líderes famosos. Publiqué diez o doce artículos de ese libro en los suplementos dominicales del Chronicle, de San Francisco, pero el libro entero se me perdió en Des Moines, Iowa. ¡El licor!». Así que, a confesión de parte, relevo de prueba, como dicen los abogados. Y…, ¡caso cerrado!

No obstante, en mi mente subsiste una duda, debido a que no me fue posible conseguir y leer el libro publicado, pues ahí quizás se aclaren estos hechos. Y la pregunta es esta: ¿por qué, al percatarse de que al pie de varias crónicas aparecía la leyenda «Copyright by H. C. Parkhurst», los traductores Figueroa y Ortega no contactaron al Chronicle para indagar acerca de esta persona, y solicitarle el respectivo permiso para traducirlas y publicarlas? Tampoco es claro por qué, si la traducción se efectuó cuando ambos eran cónsules, Ortega esperó 35 años para publicar las crónicas con formato de libro, para lo cual —según las reglas internacionales en la materia— era obligatorio contar con el permiso formal del titular de los derechos de autor. Aún más, si esto se hubiera hecho como procedía, ahí mismo se hubiera aclarado la existencia de Parkhurst y la inexistencia de Rollins.

Filibusteros descansando en un templo de Granada. Fuente: Frank Leslie᾽s Illustrated Newspaper.

¿Fue Parkhurst un impostor?

Tras su detallado análisis crítico, Bolaños Geyer concluyó que «el relato de Clinton Rollins es un folletín fantasioso sin valor alguno como fuente de información para la historia de los filibusteros o de Nicaragua». Eso es cierto, por la tergiversación que hace de numerosos acontecimientos y personajes, según se narró previamente. Sin embargo, esa no fue culpa de Parkhurst, sino de quienes, de buena fe, dieron como cierta su historia y la divulgaron ampliamente, al punto de legitimarla.

En sus indagaciones acerca de la vida de Parkhurst, Bolaños Geyer halló que, antes de escribir las célebres crónicas, había mostrado interés por el mundo del filibusterismo, como él mismo lo expresa, al indicar que escribió una novela ambientada en Cuba. Asimismo, otra faceta muy curiosa es que a partir de 1862 fue combatiente voluntario durante la Guerra de Secesión, pero en contra de los sureños —partidarios de la esclavitud—, y sufrió serias vejaciones en varios campos de prisioneros.

Al respecto, llama mucho la atención que, aunque en sus crónicas arremete contra Walker una y otra vez, al que califica de «extremadamente repugnante, plagado de defectos y desprovisto de toda cualidad» —en palabras de Bolaños Geyer—, atribuía grandes méritos a los filibusteros, de quienes resalta sus «tribulaciones, hazañas y conquistas». Bien es sabido que, como la Guerra de Secesión se inició a mediados de 1861, muchos de los mercenarios que habían acompañado a Walker en Nicaragua se unieron a las filas sureñas, de modo que es sumamente contradictorio que Parkhurst alabara a quienes durante esa guerra fueran sus enemigos.

Otro hecho a destacar acerca de Parkhurst es que, en su vida de trotamundos y alcohol, en 1874-1875 emprendió un viaje que lo llevó a Guatemala y Nicaragua, cuando tenía unos 30 años de edad. Es lógico suponer que la visita a poblados que fueron escenarios de batallas, así como el trato con los lugareños —muchos de ellos excombatientes en la guerra—, más las lecturas de los libros de Walker y de algunos de sus compinches, lo incentivaron a escribir las crónicas que publicaría en California 14 años después.

Eso fue lo que hizo, con toda naturalidad, como una especie de «divertimento», por lo que creo que no se le podría calificar de impostor. Actuó como lo hacen casi todos los novelistas: inventarse una trama que sea sugerente o atractiva, y narrarla de buena manera. Y, si está basada en hechos históricos pero se cometen yerros de naturaleza fáctica —lo cual es casi inevitable—, pueden argumentar siempre que se trata de una licencia literaria, con lo cual resultan indemnes. Es decir, simplemente alegan que el suyo no es un libro de historia, sino tan solo una novela. ¿No fue así como actuó Parkhurst?

Este ejemplo permite reflexionar acerca de los evidentes riesgos de incursionar en la novela o el cuento históricos, pues el lector le podría conferir veracidad a algo imaginado o hipotético, y aceptarlo y perpetuarlo como tal. Expresado de manera figurada, eso es como transitar por un terreno de arenas movedizas, o balancearse como lo hace un equilibrista sobre la cuerda floja en un circo. En lenguaje popular, habría que parodiar el célebre aforismo y decir: «para escribir literatura histórica y comer pescado, hay que tener mucho cuidado».

En fin, pareciera que lo que sí es censurable en Parkhurst es el plagio en que incurrió, sobre todo de ese Walker a quien tanto detestaba, irónicamente. Y el error sucesivo no fue de él, sino de los historiadores que, ingenuamente, aceptaron sus crónicas como verídicas.

El traductor, Guillermo Figueroa Valverde. Fuente: Archivo Luko Hilje

¿Quién era Figueroa, el traductor?

Como se indicó previamente, las crónicas del supuesto Rollins fueron traducidas por dos cónsules residentes en San Francisco, el costarricense Figueroa y el nicaragüense Ortega.

Al respecto, conviene destacar el siguiente aserto de Bolaños Geyer: «En las primeras etapas, se supuso que el verdadero autor pudo haber sido el cónsul costarricense Figueroa, quien había estudiado en Boston y hablaba excelente inglés. Sin embargo, al no encontrarse evidencia que confirmara esa suposición, ni en los Estados Unidos ni en Costa Rica, se desechó la idea». Esto, así como otros pasajes del libro de Bolaños Geyer, sugieren que Figueroa —quien no tenía formación en el campo histórico—, efectuó la traducción completa, en tanto que su colega diplomático Ortega revisó el texto e hizo algunos ajustes o retoques aclaratorios, pues sí sabía de la historia ahí narrada; de hecho, en 1945 él disertó sobre el libro de Rollins para su incorporación como miembro de la Academia de la Historia de Granada.

Ahora bien, se ignora si Figueroa había aprendido inglés en dicha ciudad, o antes en Costa Rica, aunque lo cierto es que fue nombrado cónsul en Boston en marzo de 1907, en el primer gobierno de Cleto González Víquez (1906-1910). Dos años después, en febrero de 1909, fue transferido y elegido como cónsul general en San Francisco, California. Debo esta información al amigo Jorge Sáenz Carbonell, abogado e historiador, así como destacado funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores.

Para entonces Figueroa frisaba los 26 años de edad, pues nació en 1883. Esparzano de cuna, vino al mundo en el hogar formado por el colombiano Clodomiro Figueroa Candanedo (1860-1941) y la lugareña Neria Valverde Cordero; sus hermanos fueron Rafael Ángel (1896-1961) y Deyanira (1901-1985), esta última abuela de mi esposa Elsa. Cabe señalar que, nacido en Chiriquí, el patriarca de la familia había arribado a Puntarenas con su hermano Aníbal; eran nietos de Tomás Cipriano de Mosquera y Arboleda, tristemente célebre dictador colombiano. Exitoso comerciante, agricultor y ganadero, don Clodomiro era de convicciones liberales y masón, así como una destacada figura pública; en diferentes épocas fungió como presidente municipal y jefe político de Esparza, gobernador de Puntarenas, dos veces diputado y una vez senador de la República.

Como una curiosidad histórica, en el segundo mandato de Cleto González Víquez (1928-1932) se acordó erigir una estatua a don Juanito Mora —conductor y héroe en la Campaña Nacional contra el ejército filibustero de Walker—, la cual se develó el 1º de mayo de 1929. De manera complementaria, se encomendó al naturalista Anastasio Alfaro González, director del Museo Nacional, localizar y exhumar los restos del Dr. Karl Hoffmann, alemán que fungiera como Cirujano Mayor en la primera etapa de la Campaña Nacional, para trasladarlos a la capital y enterrarlos con honores de General de Brigada.

Como los restos estaban en Esparza, Alfaro viajó hasta allá y, en presencia de cuatro personalidades de la localidad, procedió a exhumarlos, y uno de ellos era don Clodomiro Figueroa. Aunque suscribió la respectiva acta, por alguna razón se ausentó del acto en cierto momento, por lo que fue sustituido por su hijo Guillermo, quien quedó retratado en la fotografía que se tomó en ese momento, la cual aparece en mi reciente libro Karl Hoffmann, médico y héroe en la Campaña Nacional. Es decir, 20 años después de que tradujera en California las crónicas de Clinton Rollins, el destino lo hizo converger en un acto cívico alusivo a la guerra libertaria contra Walker, de la cual estaba muy bien enterado, sin duda.

Conocido en el ámbito familiar como Guillermón —por lo fornido que era—, se dedicó a la cría de ganado en Hervideros, su finca en San Jerónimo de Esparza, mientras residía en el centro de la ciudad, al lado de donde estuvo la casona paterna, exactamente detrás de la iglesia de la localidad.

Un hecho que amerita destacarse es que él mantuvo una amistad de por vida con el otrora cónsul nicaragüense Ortega. Y, como producto de esa relación, éste posiblemente más de una vez lo visitó en Esparza.

En una de esas ocasiones, a fines de octubre de 1928, cuando su hermana Deyanira —casada con el portorriqueño-costarricense Eustoquio Villalón Montero— dio a luz a la segunda de sus cinco hijas, Ortega fue su padrino de bautizo. Asimismo, sugirió que la denominaran Mabel, al argumentar que era un nombre muy bonito, y que se escribe igual en varios idiomas, lo cual fue acogido por los padres de la niña. Como una simpática curiosidad, tras su visita a Guatemala y Nicaragua, en 1876 el errabundo Parkhurst había sentado cabeza en San Francisco, California, donde ese año se casó con Annie Shannon, con quien tres años después procrearía a una niña llamada Mabel; esto Ortega quizás nunca lo supo, ya que fue Bolaños Geyer quien lo reveló, y hasta 1977.

Para retornar a Guillermo, murió en su natal Esparza en 1969 —cuando frisaba los 86 años—, dos años antes de que Bolaños Geyer emprendiera sus excelentes y esclarecedoras averiguaciones acerca de Clinton Rollins.

Y, para concluir, ¡ya ven lo que son las vueltas de la vida, amigos lectores! Por interesarme en ese fantasmal filibustero, debido a que su apellido coincidía con el de una gringa exnovia mía, terminé metido en asuntos de la familia de mi esposa, incluido el bautizo de mi recordada y amada suegra, doña Mabel Villalón Figueroa.

Filibusteros quemado cadáveres de soldados centroamericanos en Granada, en abril de 1857. Fuente: Frank Leslie᾽s Illustrated Newspaper.

Denuncia placa en honor a William Walker

Arturo Fournier Facio comparte y denuncia placa en honor a William Walker, donde se exaltan las invasiones realizadas en países centroamericanos. En la placa se lee:

“Hombre de ojos grises del destino. Nacido el 8 de mayo de 1824, Walker se trasladó a este sitio desde la 6ª Ave. N. en 1840. En sus primeros años fue médico, abogado y periodista. Invadió México en 1853 con 46 hombres y se proclamó Presidente de la República de Baja California. Lideró la fuerza en Nicaragua en 1855; fue elegido Presidente en 1856. En un intento de hacer la guerra a Honduras fue capturado y ejecutado el 12 de septiembre de 1860”.

Por ello, Fournier comenta que al regresar a Costa Rica, comenzará una campaña en todos los países centroamericanos para solicitar la eliminación de la placa.

1 de Mayo en Costa Rica

SURCOS comparte este documento formativo enviado a SURCOS por el historiador Vladimir de la Cruz. Hace referencia al centenario celebrado hace una década.

Centenario del 1 de mayo en Costa Rica 1913-2013
Día Internacional de la Clase Trabajadora.
Raíces y significado de su acontecimiento.

Doble significado costarricense del Primero Mayo

El 1 de mayo en Cota Rica tiene un doble significado, el de la rendición del filibustero William Walker, en 1857, que después de dos años de guerra en Centroamérica vio frustrada su acción militar, con el propósito de anexar estos territorios a los intereses sureños de los Estados Unidos, y de someter a los pueblos centroamericanos en mano de obra esclava de esos Estados.

La gesta heroica de esta epopeya  estuvo a cargo del Ejército Nacional de Costa Rica, su Presidente Juan Rafael Mora Porras y el General José María Cañas Escamilla, con el concurso, especialmente en la Segunda Campaña militar, después de la Batalla de Rivas, de fuerzas militares de centroamérica.

A pesar de ello Walker no acabó con sus anhelos expansionistas y esclavistas. Intenta de nuevo en 1860 reanudar sus objetivos y fue capturado en Honduras donde fue fusilado.

Igualmente, se celebra desde 1913 el Día Internacional de la Clase Trabajadora y de los trabajadores costarricenses, que recuerda la gesta heroica de 1886 de los trabajadores de Chicago con su gran huelga que impuso la jornada de 8 horas de trabajo máximo diario.

¿Qué origina al 1 de mayo como día internacional de los trabajadores?

Durante el Siglo XIX, con el desarrollo del industrialismo y de la segunda Revolución Industrial, los trabajadores fabriles, proletarios, de las ciudades, irrumpieron como actores sociales, preocupándose por su situación socioeconómica y laboral, desarrollando luchas para llamar la atención por las pésimas condiciones de vida y de trabajo, y luchando contra ellas, enviando cartas a los Parlamentos, que originó los movimientos cartistas, destruyendo máquinas cuando consideraron que eran las causantes de sus explotación y malas condiciones de existencia, originando los movimientos ludistas, impulsando a nivel de productores y trabajadores los primeros movimientos cooperativistas, así como proponiendo salidas utopistas, y luego surgiendo los movimientos socialistas de diversos tipos, anarquistas y los comunistas a partir de 1848 para distinguirse de aquellos.

Las condiciones de trabajo extensas, que cubrían hombres, mujeres y niños, jóvenes y ancianos, eran brutales e inhumanas. Luchas contra el trabajo de niños limpiadores de chimeneas empezaron a darse así como las que se orientaron a disminuir la jornada de trabajo, que literalmente no tenía límites, siendo muchas de ellas hasta de 20 horas diarias, como lo llegaron a ser en algunas panaderías en Costa Rica en 1920. Eran luchas también orientadas a mejorar las condiciones de vida y de trabajo en los centros fabriles. Igualmente, luchas orientadas a obtener legislación laboral que protegiera a los trabajadores en su condición.

Estas luchas se daban en Europa, en los Estados Unidos y en otros países.

Las que se orientaban más políticamente luchaban por cambiar el orden social capitalista, el orden político, la explotación económica y social y enfrentaban, sin despreciarlas, la viejas prácticas de lucha de los trabajadores en sus concepciones ludistas o cartistas.

A finales de la década de 1830 la jornada de 12 y 10 horas de trabajo se había empezado a obtener y en Massachusetts lograron por primera vez la jornada de 8 horas, generalizándose el sistema a los astilleros a principios de los 50. En Melbourne, Australia, los obreros de las explotaciones de oro obtuvieron la jornada de 8 horas, jornada que se hizo obligatoria en Australia en 1885 para mujeres y niños. En 1850 en New York los carpinteros llevan a cabo una huelga por la jornada de 8 horas. Durante 1851-52, en Filadelfia, operó una organización en pro de la jornada de 8 horas.

Desde 1860 se constituyeron en Estados Unidos las Ligas de las 8 horas, organizadas por Ira Steward, llamado «El padre de las ocho horas». En 1866 se habían constituido organizaciones en todo Estados Unidos que luchaban por las 8 horas. En apoyo de esta demanda también se desarrolló la prensa y algunos sindicatos.

Este mismo año en el Congreso de Ginebra, de la Asociación Internacional de Trabajadores, Primera Internacional, fundada por Carlos Marx en 1864, resolvía agitar en todo el mundo la demanda de las ocho horas de trabajo. La Internacional se organizó en respuesta al carácter internacional del capitalismo y su clase social dirigente, de modo que de esa manera también se pudieran articular luchas unitarias internacionales de la clase obrera, por la liberación mundial de la explotación capitalista mundial.

En 1867, en los Estados Unidos, en el Congreso de los Trabajadores del Este, celebrado en Chicago, discuten ardientemente la reducción de la jornada a 8 horas, destacándose nuevamente Ira Steward.

También el 1º de mayo de 1867 se celebraron en Chicago varias manifestaciones, de grandes proporciones por la jornada de 8 horas.

En 1869 se fundó en Filadelfia la «Noble Orden de los Caballeros del Trabajo», influida e inspirada por los anarquistas. La Orden de los Caballeros del Trabajo hasta la fundación de la Federación de los Trabajadores de los Estados Unidos y Canadá, en 1881, dirigió las principales acciones de masas y al movimiento obrero norteamericano

En 1881 se constituyó en Pittsburg la American Federation Labor (AFL) que agrupó trabajadores de los Estados Unidos y el Canadá. En su Congreso constitutivo exigió el cumplimiento de la jornada de 8 horas en obras públicas. En 1882, en su segundo congreso, realizado en Cleveland, la delegación obrera de Chicago propuso extender el beneficio de la jornada de 8 horas a todos los trabajadores sin distinción de sexo, edad u oficio.

¿Por que se  escogió el 1 de mayo?

Los  Congresos Obreros de la AFL de 1881, 1882, 1883 y 1884 se pronunciaron de igual manera, preparando para el 1 de mayo de 1886 una gran huelga en todos los Estados Unidos para que ese día, que se discutían los contratos de trabajo anuales, en todas partes se tuviera como consigna única la jornada de 8 horas de trabajo.

Desde finales de 1885 hasta mayo de 1886 se pusieron en movimiento, en estado de huelga, más de 600.000 trabajadores que logran el 1 de mayo en un 80% obtener la jornada de 8 horas.

Unos días después, en Chicago se produjo un incidente con la policía que da origen a la captura de los líderes de la huelga, miembros, principalmente, de la Orden de los Caballeros del Trabajo, a quienes les siguen un juicio que los condena a la pena de muerte. Unos años más tarde la Corte de Justicia de Illinois reconoció la falsedad de este proceso judicial.

En 1889 el movimiento obrero de los Estados Unidos de nuevo reanuda la lucha para que el 1 de mayo de 1890 se movilicen los trabajadores para obtener la jornada de 8 horas, allí donde no se había obtenido.

Mientras, en 1889 en Europa los movimientos socialistas y anarquistas continuaban en esta lucha. Un Congreso Socialista en París, ese año, toma el acuerdo de sumarse a la lucha y declarar  a perpetuidad esta jornada cada primero de mayo, a partir de 1890, para que cada año los trabajadores movilizados, en lucha, hicieran un balance de las luchas transcurridas y logros obtenidos, y propusieran para el año venidero una plataforma de metas a obtener, estableciéndose desde entonces esta fecha, con estos contenidos políticos, como día internacional de lucha, no de fiesta.

Desde entonces empezó a generalizarse por los trabajadores, en los distintos, países esta fecha de organización, movilización y lucha.

¿Qué hace posible que se celebra en Costa Rica?

Primero, un desarrollo de la clase trabajadora, obrera y artesanal que se reconocía a sí mismo como tal, desde el último tercio del siglo XIX. Obreros, Artesanos y Trabajadores eran los adjetivos con los cuales las personas así mismas con orgullo y dignidad se distinguían. Era la época en que la sociedad costarricense empezaba a diferenciarse social y económicamente en el plano de la conciencia. Frente a estos, la clase política gobernante y dominante económicamente empezaba a ser llamada Levitas y el Olimpo. Los sectores populares, Chaquetas, Descalzos y Descamisados. Era en esencia el reconocimiento de una sociedad dividida en clases.

Segundo, durante la segunda mitad del siglo XIX, surgen sociedades mutualistas, de socorros mutuos y de mutuo auxilio, dominantes ellas hasta 1901, donde podían agruparse de una manera poli clasista trabajadores, obreros, artesanos, estudiantes, mujeres y patronos con la finalidad de ayudarse económicamente, mediante unfondo que reunían con cuotas, en determinadas situaciones, debido a la ausencia de seguridad social y leyes laborales protectoras.

Hacia 1873, el sacerdote Francisco Calvo, Capellán del Ejército Nacional durante la Campaña contra los filibusteros, fundador de la Masonería costarricense en 1865, impulsa la creación de Sociedades de Trabajadores, Sociedades de Artesanos y Sociedades de Obreras, con un contenido clasista afirmando la división social existente. Aunque por sus objetivos estas sociedades estaban dentro del mutualismo, su organización clasista era la antesala de los Sindicatos y Ligas de Obreros que a partir de 1901, con los cambios industriales que sufre la sociedad costarricense, va a operar en la organización laboral.

Tercero, desde inicios de la década de 1870 empezaron a darse luchas de trabajadores defendiendo sus derechos laborales, como fue la huelga de telegrafistas.

Durante esta década hasta 1884 se lleva a cabo la construcción del ferrocarril al Atlántico donde fueron traídos trabajadores migrantes negros, primero de Panamá y luego de Jamaica, italianos y chinos.

En su construcción el incumplimiento de los contratos laborales produjo que estos grupos sociales llevaran a cabo levantamientos  laborales, de resistencia y una gran huelga de italianos, que generó movimientos de solidaridad en las ciudades de Cartago y San José.

Resultado de la construcción del  ferrocarril  se amplió el marco de las inversiones extranjeras originando las explotaciones agrícolas de banano, de minería en Abangares  y Tilarán, el desarrollo de las actividades eléctricas desde 1880 y el inicio de la iluminación pública de San José en 1884, y en 1896 de Cartago, Alajuela y Heredia, el desarrollo del industrialismo y del capitalismo urbano a finales del siglo XIX, con industrias cerveceras, de refrescos, jabonerías, tipografías, la construcción de grandes edificios Como el Teatro Nacional o la entonces Penitenciaría Central, el Edificio de Correos en San José y Heredia, la construcción de los barrios Aranjuez y Amón entre 1890 y 1912, generando una explosión de nuevos empleos urbanos, asalariados, también el desarrollo desde 1880 del Mercado Central, que potenciaba el trabajo agrícola, y las actividades portuarias en Limón, la construcción del malecón, los talleres del ferrocarril.

Todo esto provocó un cambio muy importante en la organización empresarial que dio origen a las medianas y grandes empresas, desapareciendo muchos pequeños  talleres artesanales, y obligando también a la transformación y desaparición de las sociedades mutualistas y de trabajadores y hacer surgir Ligas de Obreros y Sindicatos tal y como ahora existen, y con ellas el planteamiento de los nuevos problemas de demandas laborales, donde empiezan resaltar los salarios, las jornadas, el ambiente laboral y los problemas sociales de los trabajadores, como su vivienda y los vicios que los afectan como sus preocupaciones.

Durante la década de 1890-1900 se producen huelgas en la incipiente actividad bananera, una inmensa de más de 5000 españoles y otras intensas en el Valle Central y en Puntarenas y el Golfo de Nicoya, con distintos sectores involucrados.

A principios del siglo XX, en 1901 y 1903 huelgas de panaderos, dirigidos por el español Juan Vera, de orientación anarquista, mueven el país, y dan nuevas pautas de organización y lucha, provocando huelgas en toda la rama de producción, enseñando la unidad de acción sindical, huelgas reprimidas, y sus dirigentes expulsados del país. Su efecto político, la prohibición de la circulación por el correo de literatura anarquista, socialista y comunista por el correo. Su efecto organizativo fue el impulso a la creación en 1905 de la primera Federación de Trabajadores de san José y seguidamente en las provincias hasta 1910, lográndose así nuevos niveles de organización y de lucha.

En la primera década del siglo XX de nuevo se intensifican las huelgas, produciéndose un gran movimiento huelguístico entre 1907 y 1911 en distintas partes del país.

Cuarto, la Iglesia Católica con su Encíclica Rerum Novarum había emergido al mundo social y obrero. El Obispo de Costa Rica, Monseñor Bernardo Augusto Thiel, vinculado a la masonería, con base a la Encíclica había provocado un pronunciamiento social, su Carta Pastoral No. 30,  a favor de la organización sindical, la huelga y la mejora de los salarios, que ocasiona un conflicto con el Gobierno y  da origen al desarrollo de las corrientes socialcristianas en el país, que encuentra eco en un grupo de ciudadanos que impulsan el Partido Unión Católica, ilegalizado en 1898, y en 1901 impulsan el periódico La Justicia Social, y uno de ellos, Jorge Volio Jiménez, evoluciona más tarde a la fundación del partido Reformista en 1923, que hasta 1928 se proclamó como un partido de la plebe y eligió un diputado obrero, Julio Padilla.

Quinto, desde finales del siglo XIX con el desarrollo de los partidos políticos en el país surgen agrupaciones orientadas a representar los intereses de las clases trabajadoras. Así, el Partido de Obreros y Artesanos en 1886, el Independiente Demócrata en 1893, los Partidos Obreros de las ciudades de Grecia, Limón y San José en 1913. Los primeros provocaron que los partidos oligárquicos impulsaran como parte de su organización las Secciones de Trabajadores, de Artesanos y de Obreros de cada partido con al fin de atraer a sus filas a estos ciudadanos. La Presencia de martí y su seccional costarricense del Partido Revolucionario Cubano fue también un instrumento de agitación obrera.

Predominaba en la época una concepción parlamentarista que consideraba que la presencia de trabajadores en el Congreso podía impulsar la gestación y aprobación  de leyes y con ellas la mejoría social de las clases trabajadoras, sin  ningún propósito de llevar a los trabajadores al poder, al gobierno. Un partido de estos eligió un diputado, un obrero, de apellido Gólcher. Era una lucha muy limitada pero predominó hasta 1919 cuando el Dr. Aniceto Montero con su Partido Socialista empezó a agitar la idea de los trabajadores al Poder y de establecer, al estilo de la joven Revolución Rusa, una Dictadura del proletariado.

Sexto, una prensa social desarrollada desde 1886 hasta 1914, con más de 100 periódicos que tratan problemas sociales, de dificultades de los trabajadores, especialmente Hoja Obrera, entre 1909 y 1914, que discute sobre el partido Obrero, con objetivos más clasistas.

¿Cual es la importancia de la prensa social y obrera? En ese momento agitar y discutir sobre las condiciones sociales de los trabajadores costarricenses.

Más adelante, van a plantearse tres objetivos políticos, agitar y debatir problemas, movilizar y organizar trabajadores, en la solución de esos problemas y organizarlos políticamente en los sindicatos y más tarde en partidos obreros o de trabajadores. Hoja Obrera cumplía en cierto modo ese papel.

No hubo un movimiento aglutinador en un solo periódico como sucedió con ISKRA en la Revolución Rusa para unificar los intereses de todos los trabajadores en sus objetivos políticos de lucha.

Sétimo, el surgimiento del imperialismo como fenómeno económico del desarrollo de la sociedad capitalista, que en Costa Rica empieza a manifestarse en 1901 cuando provoca  que un grupo de cafetaleros nacionales que habían invertido en banano chocaran con la United Fruit Company, que había surgido en 1899, y levantan banderas anti imperialistas de rechazo de cláusulas contractuales con esta empresa. En el período 1906-1910 el diputado Ricardo Jiménez Oreamuno hace incendiarios discursos contra esta Compañía y la presencia imperialista “que nos carcome».

Octavo, las relaciones internacionales que poco a poco empezaba a tener el movimiento obrero nacional. Así por ejemplo, trataron de traer a Costa Rica a Pablo Iglesias, el líder obrero español aprovechando una gira que hacía a Sur América, vínculos con Luis Emilio Recabarren líder obrero y socialista chileno, relaciones con el movimiento mutualista y sindical centroamericano que intenta organizar una Confederación obrera Centroamericana en 1911 con un Congreso convocado a ese efecto. Más tarde, en 1919, con Joaquín García Monge representando al movimiento sindical del país se participa en la constitución de la Confederación Obrera Panamericana.

Noveno, el desarrollo de un grupo muy importante de  intelectuales antioligárquicos, con gran sensibilidad social, que empieza a gestarse desde 1890, y adquiere su mayor grado de expresión en 1909 cuando Joaquín García Monge, José María Zeledón Brenes, Omar Dengo, Carmen Lyra, entre otros, fundan el Centro de Estudios Sociales Germinal, algunos de ellos vinculados al anarquismo de los grandes escritores Zolá, los hermanos Reclús o Dovstoievsky, fotos que colgaron en su local, además de usar la bandera roja y negra, símbolo de lucha de los anarquistas y del movimiento obrero, el rojo por la lucha, el negro por los caídos en ella.

Ellos, incluso, durante los días de la Revolución Mexicana se vinculan al Confederación Revolucionaria Obrera de México, CROM, que dirigían los hermanos Flores Magón, anarquistas. Igualmente propician la llegada de antiimperialistas al país como Manuel Ugarte a dar conferencias. El nombre Germinal en recuerdo de las luchas obreras dentro de la Revolución Francesa durante los meses de Germinal y Pradial de 1893.

El Centro Germinal tenía dos objetivos políticos, educar y organizar a los trabajadores, educar con cursos de economía política y sociología política, enseñando como funcionaba la sociedad capitalista y como explotaban en ella a los trabajadores en el capitalismo, y cómo organizarse contra dicha explotación, no en un partido político, sino en en el sindicalismo, por lo que impulsan la fundación de la primera Confederación General de Trabajadores en enero de 1913, que existió hasta 1923, y preparando, para ese año, la convocatoria a la celebración del Primer Primero de Mayo en Costa Rica como día internacional de lucha de los trabajadores, acto muy celebrado durante ese día con distintos actos, movilizaciones y discursos.

Así surgió esta fecha en la vida y en la lucha de los trabajadores costarricenses. Desde entonces se celebra en el país. De excepción pocos años no se realizaron desfiles.

La jornada de 8 horas se estableció en costa Rica en 1920, resultado de una lucha iniciado en el Estado y generalizada durante todo ese año, a distintos sectores, hizo que el gobierno emitiera un decreto en diciembre de 1920 reconociendo la organización sindical, la huelga, aumentado salario y estableciendo la jornada de 8 horas.

Cuando se fundó el Partido Reformista en 1923, en su programa, exigió el cumplimiento de dicha jornada. Igual sucedió  cuando se fundó el Partido Comunista de Costa Rica, en 1933.

En 1943 quedó establecida como parte de la reforma social en el Capítulo de Garantías Sociales que se incorporó ese año a la Constitución Política vigente, que luego la Revolución de 1948 y la Constituyente de 1949 mantuvieron.

Los primeros de mayo no han dejado de ser una expresión de esperanzas y demandas de los trabajadores frente a las diferentes situaciones sociolaborales y económicas que los afecta, de crítica a los gobiernos por sus débiles o ausentes políticas sociales o por el incumplimiento efectivo de la legislación laboral, que hace que los últimos dos ministros de trabajo de la Administración Chinchilla Miranda reconozcan que a más de 300.000 trabajadores no se les pagan los salarios mínimos y otro tanto carece también de los pagos de la  seguridad social.

Durante muchos años esta fecha era conmemorada especialmente por los comunistas, socialistas y la izquierda política. En la década de 1960 el Partido Liberación Nacional, con sus organizaciones sindicales, se sumó a su celebración, lo mismo que las corrientes socialcristianas que empezaron a surgir en esos años.

La división política sindical no permitió marchas unitarias. En 1968 la Federación de Estudiantes de la Universidad de Costa Rica propició esta unidad de acción y en 1969, la misma Federación participó activamente en ese desfile.

Unitariamente los trabajadores no han logrado hacer de esta fecha y conmemoración un verdadero instrumento de lucha, y organización, con una estrategia y táctica clara de objetivos a lograr año a año. Sin embargo, cada año, de nuevo, los trabajadores se expresarán en esta Historia.

Bibliografía básica

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