Un pulso a muerte entre los sectores sociales y el bloque hegemónico neoliberal

Juan Carlos Cruz,

Periodista

En julio próximo se cumplirá un año de la presentación de la propuesta fiscal de los sindicatos al presidente Alvarado. Una propuesta técnicamente solvente, que procuraba una reforma tributaria progresiva, sin más pretensiones de que sirviera para una discusión y eventualmente para una negociación. Sin embargo, el Presidente obvió el documento, montó un show de diálogo a cargo de funcionarios sin poder de decisión, cuyo único objetivo fue ganar tiempo para asegurarse los votos legislativos para la aprobación del proyecto N° 20.580.

Claramente no hubo ninguna voluntad de diálogo por parte del gobierno, porque la apuesta fue desgastar al movimiento sindical en la huelga que comenzó en setiembre y que marcó el inicio de un pulso entre el bloque neoliberal, con CAQ como careta de proa y los sindicatos del sector público. El primer round lo ganó el bloque hegemónico, pero, a un alto costo en términos de base social de apoyo.

Es precisamente esa diversidad de fuerzas sociales “perdedoras” con las medidas fiscales regresivas, las que hoy se disponen a disputar el segundo round de ese pulso, en virtud de un proceso de agregación de agendas de pequeños y medianos agricultores, los traileros, un sector del cooperativismo, algunos sindicatos y la presencia de una iglesia católica urgida de reposicionarse frente a su feligresía y de responder a su base campesina de apoyo.

A diferencia del año pasado, este segundo momento del pulso entre pueblo y neoliberales, tiene como telón de fondo un clima de desesperanza social e incertidumbre económica, que se nutre por un lado del crecimiento de la informalidad laboral y la carestía del empleo, como del estancamiento de la economía nacional.

Ahora bien, en medio de la inconformidad, la incertidumbre y la desesperanza de la gente, se filtra la ultraderecha nacionalista con su agenda anti-derechos que está en contra de CAQ, porque lo ubica como abanderado de causas progresistas de DDHH, sin que necesariamente lo sea.  Eso siempre es un riesgo porque polarizan, meten ruido y le dan argumentos al bloque hegemónico para reprimir las protestas argumentando que son fruto de facinerosos golpistas.

Transcurrido un año, la pretensión de los sindicatos sigue siendo la apertura de un dialogo nacional para un nuevo pacto social basado en la justicia, la inclusión y la solidaridad. Sin embargo, todo indica que CAQ llevará su obstinación hasta las últimas implicaciones, para pasar a la historia como el más neoliberal de los presientes costarricenses.

 

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