¿Por qué las diversas expresiones de protesta y malestar de estos días, reinciden, machaconamente, en sacar a relucir la marcha del orgullo LGBTIQ del pasado domingo y el apoyo que Carlos Alvarado da a este grupo de la sociedad costarricense? La cual es una visión que algunos sectores de la izquierda, comparten con la derecha (religiosa y/o fascista) más recalcitrante.
Esta narrativa construye una imagen de este grupo, como un sector “privilegiado”: recibe la atención del presidente Alvarado (cuando otros sectores resienten su lejanía), y, según se da a entender, es un grupo social que se da la “gran vida”, sin siquiera enterarse de las penurias que tanta gente vive.
Siendo lo primero cierto, en cambio lo segundo es totalmente falaz. Es que el grupo LGBTIQ, atraviesa transversalmente todas las clases y condiciones socioculturales (género, religión, color de la piel, edad, etnia, discapacidad, etc.) de nuestra sociedad. Está presente en TODOS esos espacios y estamentos, lo cual significa que siendo que a alguna gente le va bien, la gran mayoría viven situaciones de exclusión o desventaja, las cuales, sin embargo, se mantienen ocultas.
Solo un ejemplo: hay muchachos homosexuales que son obreros de la construcción o peones agrícolas, que sufren todas las penurias de esa condición y además han de sobrevivir a un ambiente violentamente homofóbico.
¿Y cómo olvidar que las chicas trans son excluidas de prácticamente toda posibilidad educativa y laboral?
Creo que todo esta retorcida falacia refleja tres cosas: 1) el profundo arraigo del prejuicio; 2) la incapacidad del movimiento LGBTIQ para hacer visible los sectores que, dentro del colectivo, sufren mayor exclusión; 3) la ausencia de alianzas entre este movimiento y otros movimientos y organizaciones de poblaciones oprimidas y excluidas.
Para no extender en exceso este comentario por ahora dejo tan solo formulada la idea.
Tomado de la página de Facebook de Luis Paulino Vargas Solís.
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