Una revolución por perderse

Marlin Oscar Ávila

 

Democracia

Los centros de poder en una nación con, al menos, democracia formal, son sus tres divisiones fundamentales, poder Ejecutivo, Judicial y Legislativo. Pero además debe considerarse a las instituciones contraloras del Estado. Aparte de estos centros de poder, los analistas debemos ver las fuerzas sociales, económicas, académicas, religiosas y de las llamadas minorías. No se puede ignorar a las fuerzas armadas que en la historia y, la actualidad, juegan un papel significativo para la estabilidad e inestabilidad de los Estados, particularmente cuando en países como Brasil, Paraguay, México, Honduras y Guatemala, entre otros en menor dimensión, son garantes del sostén del poder ejecutivo por su alto nivel de impopularidad. Obviar a uno o varios de estos sectores para discutir asuntos medulares de un Estado, es fallar cualitativamente cuando se está procurando una verdadera democracia.

Credibilidad para mediar

No cabe duda que la iglesia católica nicaragüense se ganó el respeto y aprecio, más allá de su feligresía, de todos los diferentes sectores de este país centroamericano. Por ello, ha sido aceptado, tanto por el gobierno central como por los diferentes sectores para mediar, observar y atestiguar el diálogo para la democratización de Nicaragua. Este diálogo, que llegó hasta la tercera reunión, para luego ser suspendida por la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN), debido a la ausencia de consenso durante el miércoles 23 del presente mes, se mantiene pendiente de seguimiento. A final los obispos proponen una comisión, de tres por cada lado, que discuta los puntos torales del desacuerdo para luego volver a la mesa de diálogo.

En la mesa de diálogo están representados el sector académico, el estudiantil, donde se distinguen las centrales sindicales, la Asociación Nacional de Educadores y Movimiento de Mujeres Trabajadoras y Desempleadas, María Elena Cuadra; la empresa privada representada por COSEP, FUNIDES, UPANIC, AmCham y FAGANIC. El sector campesino, tiene su representante; además del gobierno central, por delegados y asesores de la presidencial. Pero también está la llamada sociedad civil representada por Azahalea Solís, dirigente del Movimiento Autónomo de Mujeres, Carlos Tünnermann, jurista y exdiplomático y Luis Sánchez Sancho, exdiputado y miembro de la sociedad civil. Tenuemente aparece alguien de los indígenas y de negros. Parece evidente que a los partidos políticos no los invitaron.

La primera reunión de la mesa fue una tormenta de acusaciones mutuas, como una catarsis necesaria por los acontecimientos ocurridos desde el 18 de abril. Ese día un pequeño grupo de estudiantes universitarios, más que todo de la UCA, fueron fuertemente reprimidos al solidarizarse por el maltrato recibido por un grupo de ciudadanos adultos mayores que protestaron por la retención de un 5% de su pensión. El uso de exceso de fuerza de la policía, contra los estudiantes, fue el detonante provocador de la escalada de protestas de varios sectores sociales, que en pocas horas se extendió por todo el país. Las autoridades policiales, de seguridad e investigación, actuaron, en coordinación con la Secretaría de Salud y otras instituciones gubernamentales, además de otras fuerzas de choque aliadas al gobierno de los Ortega, en contra de todo el creciente movimiento nacional de protesta. En menos de un mes ya había unos seiscientos heridos, setenta y seis muertos y presos políticos, que luego fueron liberados. El llamado al diálogo por parte del Episcopado tuvo el buen resultado de concluir con los altos niveles de protesta como de represión. Desde la primera reunión de diálogo se acordó una tregua de dos días, sábado 19 y domingo 20 de mayo. Esa calma que se respiró al no haber policías en las calles, aunque sí manifestaciones de protesta, se extendió hasta el miércoles 23, cuando se dio la tercera sesión de diálogo. En la segunda sesión del lunes 21, las partes integrantes de la mesa, aprobaron íntegro el informe y recomendaciones de la CIDH, que esa misma mañana publicó. Estos dos avances, especialmente el aprobar el informe de la CIDH, dieron muchas esperanzas a la población nicaragüense, puesto que denotaba claramente que el gobierno estaba aceptando sus responsabilidades por lo ocurrido desde el 18 de abril.

En esa misma segunda mesa de diálogo, los representantes del gobierno explicaron los avances para la reforma a la legislación electoral, la cual venían discutiendo con la OEA, e incluso, ofrecieron invitar a representantes del organismo multilateral a que explicaran lo logrado hasta el momento. Ya para finales de la tarde, la mesa de diálogo tocó el tema de los “Tranques” (obstáculos al paso de vehículos en calles y carreteras). Representantes del gobierno propusieron como moción el quitar los tranques por estar obstaculizando la movilización de la población nacional y dañando la economía del país, que hasta ese día se contabilizaba en muchos millones de dólares en pérdidas y como resultado, un impacto de arriba de 1.5% en caída del PIB, que hasta el año anterior era del 5%. Ya se detectaban efectos de desempleo, cierre de pequeños negocios e inflación. Los argumentos llegaron a calificar los tranques como violadores del derecho a la libre movilización, a las atenciones médicas y al derecho a la educación. El Episcopado hizo la propuesta a la mesa sin lograr consenso, por lo que pasó el punto a seguirse en la siguiente reunión del miércoles.

El mismo lunes, hubo reuniones de comisiones preparatorias de la agenda para el miércoles. El miércoles se inicia con lo siguiente: A) Propuesta del gobierno 1. Suspensión inmediata de todos los tranques del país que permita la libre circulación de la familia nicaragüense y su normalización y tranquilidad. 2. El cese inmediato de todo acto de violencia venga de donde venga. 3. Garantizar los empleos de todos los y las nicaragüenses. B) Propuesta de la Alianza cívica por la justicia y por la democracia: Que la Conferencia Episcopal de Nicaragua presente directamente al presidente Ortega los siguientes puntos de agenda: 1. Que la delegación del Gobierno acepte la discusión de los puntos 1,2,3 y B-11 de la agenda del 23 de mayo 2018, de acuerdo a las reflexiones de los grupos de trabajo del día lunes. Ambas propuestas no tuvieron consenso, por lo que la Conferencia Episcopal como mediadora y testigo, suspendió la mesa de diálogo, proponiendo una comisión integrada por tres delegados de cada lado que siguiera discutiendo hasta ofrecer un posible consenso.

No es sorpresa para nadie que las demostraciones de protesta, los tranques y demás acciones contra el gobierno se intensificaran de inmediato y los muertos vallan en aumento (79).

Durante las tres reuniones, los estudiantes universitarios, los miembros de la Alianza Cívica y el representante campesino, no dejaron de exigir la renuncia del presidente Ortega y la vicepresidenta, Rosario Murillo, su esposa. Fue muy reiterativo escuchar en los diferentes bandos hablar de establecer un proceso de democratización. Es decir, se aceptaba que la “democracia” en ejercicio distaba de satisfacer a los diferentes sectores. Así que no sorprende cuando al iniciar el tercer debate, la representación gubernamental denuncie que se está preparando un “golpe de estado” suave desde la mesa de diálogo. Algo que seguramente no agradó escuchar a la Conferencia Episcopal, quien así lo expresara de inmediato. Pero habría que ser muy inocente para no entender lo que se gestaba desde el inicio. Lo que no se escucha es cuáles son los grados de democratización que debe haber. La demanda, especialmente estudiantil, va al extremo, sin buscar un proceso intermedio.

Algunos Errores de las Partes

Los opositores al gobierno, con su Sociedad Civil, Alianza Cívica, empresarios y estudiantes, se dejaron llevar por las exclamaciones de victimización, protestas y hasta insultos de algunos de sus miembros, sin permitir ceder en algo, después de que ya habían obtenido bastante de sus opositores. La soberbia de la juventud arrastró hasta los más adultos y experimentados. Se declararon incapaces de quitar o reducir los tranques, lo cual evidenciaba una mentira a su beneficio, sin que se demostrara que tales tranques beneficiara al pueblo nicaragüense, pero si a su causa coyuntural. Tampoco se ha propuesto una democratización en fases o etapas. Puesto que no se parte de la nada para ir al todo. Ese extremismo no abona más que a los enemigos de Nicaragua.

La Conferencia Episcopal no llegó a la neutralización indispensable de los opositores para que mejoraran sus propuestas en la agenda, sin expresar una demanda que obligadamente debe pasar por seguir el marco legal y jurídico del Estado, dado que la Mesa de Diálogo, no es sustituto del Congreso Legislativo ni de ningún otro poder nacional o internacional. Al sugerir que el Secretario General de la OEA, Dr. Almagro, estuviese presente en la Mesa, no creemos que ignore que este señor es actualmente un Paladín de la ultraderecha continental, con fuertes vinculaciones en el Departamento de Estado, los republicanos más conservadores de EUA y conocido promotor del Grupo de Lima, quien ahora trabaja arduamente para derrocar al gobierno de Venezuela. Así que, sería inocente no sospechar de las intenciones de los Obispos.

El gobierno de los Ortega, dejaron de ser fieles representantes de los ideales sandinistas, de Carlos Fonseca Amador y del mismo Sandino desde hace unos años. Esto ha sido denunciado, incluso por algunos de los nueve comandantes del sandinismo nicaragüense. Su trayectoria en estos últimos años, contradicen la ética y el compromiso revolucionario de sus fundadores y de quienes lucharon por años hasta vencer a la dictadura somocista. Lo que ahora produce este lamentable hecho, es que la izquierda tenga obligadamente que sacudirse de sus implicaciones y reconstruir su proyecto nicaragüense. La misma historia del sandinismo, que viene desde inicios del siglo XX, desapareció de los textos de estudio en las escuelas y colegios del país, es por eso que, la juventud, ahora tirada en la calle, irrespeta las conquistas logradas con la sangre de miles de jóvenes, no solamente nicaragüense, sino centroamericanos, en décadas recientes. Desde luego, hay sandinistas auténticos dando su cara y dispuestos a rescatar su honor.

En el contexto en que se encuentra Nicaragua, lograr recuperarse económica, social y políticamente será muy difícil, no solamente porque deben salir del impase en la mesa de diálogo, pero por los intereses internacionales que están en juego y al asecho para destruir lo logrado hasta ahora. La bella, culta y acogedora Nicaragua no se merece menos que volver a la paz y seguir en su buen desarrollo socio económico. Las esperanzas están puestas en sus hijos e hijas sensatas, con mansedumbre, coraje e inteligencia.

 

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