¿Y si…?
Pericos, jaguares… y su mismo libreto
JoséSo (José Solano‑Saborío)
¿Y si ver a Calixto Chaves y Bernal Jiménez no fuera más que la confirmación de que la élite histórica del PLN ya entendió que su ciclo vital está en cuidados paliativos y decidió mudarse de casa electoral, alquilando habitación en la pensión política de Rodrigo Chaves Robles?
Ahí están: Calixto Chaves, exministro de Industria en tiempos de Monge, empresario avícola con capítulo propio en Panama Papers, hoy brazo financiero del chavismo; y Bernal Jiménez Chavarría, importador de arroz e hijo de un patriarca verdiblanco, que admitió haber donado ₡32 millones a la campaña de Chaves, aunque —según él mismo— “había una intención para que no se supiera que estuviera donando” y fue uno de los principales beneficiados de la “Ruta del Arroz”.
Uno, comprando bonos con descuentos del 40 % que le dejaron jugosas ganancias; el otro, aportando a un fideicomiso paralelo a la estructura formal del partido.
¿Y si la guerra contra “los últimos diez gobiernos” siempre excluyó a los amigos de cartera?
¿Y si la crítica de Chaves a Laura Chinchilla, y viceversa, llegara —a pesar de los insultos— hasta un eje transversal que los modula y que se llama Mario Zamora?
Zamora fue ministro de Seguridad en la última administración liberacionista y lo es también en la actual. La propia Chinchilla reconoció ante diputados que nombró a Celso Gamboa como viceministro “por recomendación del actual ministro”. Gamboa, hoy con solicitud de extradición de EE. UU. por presunto narcotráfico, fue descrito entonces como “funcionario diligente”.
¿Y si la mutación de perico a jaguar no fuera zoología política, sino un simple cambio de pelaje para seguir en la misma selva?
¿Y si Freddy González —cooperativista, más que cercano al PLN, inhabilitado por la Contraloría para cargos públicos y ahora jefe de logística chavista— fuera solo el primero de una estampida de lobistas cooperativistas?
Don Freddy ha convertido actos oficiales en tarimas pro‑continuidad, como en la inauguración de un Ebais en Desamparados, transmitida por Casa Presidencial, donde pidió “garantizar la continuidad de este Gobierno”. También organizó marchas contra el fiscal general con transporte pagado por cooperativas.
¿Y si cada regidor o alcalde que cruza la calle acelerara la crónica de una muerte partidaria anunciada, como en el refrán de los animalitos que huyen de un barco que se hunde, pero son rescatados por la embarcación chavista?
¿Y si el PUSC hubiera tenido más afinidad que choques con el chavismo en estos cuatro años?
No lo digo yo: ahí están las votaciones conjuntas para enterrar la reforma que permitiría confiscar capitales emergentes, y las palabras de su candidato Juan Carlos Hidalgo, admitiendo que “es posible que la mayor fracción legislativa sea del chavismo” en 2026.
¿Y si la oposición legislativa fuera más bien una alianza oficialista neoliberal discreta?
¿Y si las coincidencias legislativas entre el oficialismo y el ala más neoliberal del PLN, el partido de Eli, Nueva República y el PUSC —en proyectos contra trabajadores y consumidores como Jornadas 4×3, la llamada “Armonización Eléctrica” (que favorece a los Arias y los Figueres), o la venta del BCR y el INS— fueran más que simples azares?
Pilar Cisneros ha defendido con uñas y dientes la vía rápida para 4×3, mientras comparte en chats de diputados documentos de Rodrigo Arias sobre otros proyectos estratégicos. Luego, en el “circo” de los miércoles en Casa Presidencial, fustiga a la “vieja política” con la que, en privado, parece coordinar.
¿Y si el libreto fuera uno solo, pero con distintos actores ensayando el mismo parlamento?
¿Y si la crisis interna del PLN en San Ramón —instigada por los Álvarez Desanti y Johnny Araya Monge y sus hermanos (uno de ellos, fan número uno del presidente Chaves)— fuera ya la muestra del cambio de taxi electoral de esas élites?
¿Y si todo fuera una puesta en escena mal actuada?
Un teatro donde el público cree ver pelea, pero tras el telón se reparten financistas, asesores y utilería. Donde el perico y el jaguar no se enfrentan: se turnan el papel estelar.
¿Y si el verdadero cambio de época no fuera ideológico, sino solo de “taxi” pero este el definitivo donde ya no aplique la necesidad de un Estado Social de Derecho ni democracia?
¿Y si la élite chavista fuera perica?…
Al final, puede que no haya ni pericos ni jaguares, sino solo actores de reparto cambiando de vestuario entre actos. Y que el bosque no sea más que un escenario donde la fauna, vieja o nueva, siempre encuentra un árbol… con frutos conocidos.
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