Acerca del proyecto del evangelismo sobre uniones civiles de parejas del mismo sexo: Costa Rica como vagón de cola de los derechos humanos

Luis Paulino Vargas Solís

Ideas difuntas

Al evangelismo político, y sus aliados conservadores, el matrimonio igualitario se les atraganta. Es una obsesión enfermiza que, por la gravedad de los síntomas, resulta realmente preocupante.

Ahora salen con algo que hace muy poco rechazaban visceralmente: un proyecto sobre uniones civiles entre personas del mismo sexo. Lo que entonces repudiaban como engendro diabólico, hoy –en cobarde gesto de capitulación y derrota– lo ponen sobre la mesa.

Y lo hacen apoyándose en una argumentación tan endeble, que provocaría carcajadas y vergüenza ajena, si no fuera porque fácil se olfatea el tufo de la mala intención que lo anima.

Reconocen que en materia de derechos humanos hay un movimiento progresivo que implica ampliar y consolidar los derechos más antiguos, y avanzar hacia el reconocimiento de nuevos derechos. Admiten, incluso, que eso vale también para el matrimonio igualitario. Pero enseguida optan por lanzar a Costa Rica a la retaguardia de esa progresividad, a etapas previas y superadas, admitiendo de hecho que ése es, justamente, su objetivo: que abdiquemos de cualquier liderazgo, y seamos tan solo un gris y vergonzante vagón de cola.

Citan a la Sala Constitucional y la Corte IDH, pero arbitrariamente desconocen sus pronunciamientos más recientes, para aferrarse y sacar de la tumba los que emitieron 10 o 15 años atrás. Esos dos altos tribunales han avanzado en la ruta de la progresividad de los derechos, pero los proponentes del proyecto prefieren no enterarse. Con gusto necrófilo, prefieren aferrarse a ideas difuntas.

Es un intento –agonizante y patético– por desconocer e irrespetar, lo que esos dos tribunales dejaron claramente estatuido. Y, sin embargo, y contradictoriamente, una y otra vez buscan refugiarse en dictámenes del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, el cual no tiene jurisdicción para Costa Rica.

O sea: ¿desconocer al tribunal bajo cuya jurisdicción nos hemos colocado para acoger lo que diga un tribunal que carece de esa legitimidad?

Eso es, sin más, violencia contra el Estado de derecho.

Pero nada tan violento como la afirmación según la cual no corresponde reconocerle plenos derechos a las parejas del mismo sexo, porque, en términos relativos, son muy poquitas.

Aunque fuera una sola pareja en toda Costa Rica. Incontrovertible: dos seres humanos son dos seres humanos, y tienen derecho a tener todos los derechos.

 

Enviado por Luis Paulino Vargas Solís.

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