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Cuba, Ucrania y la Guerra Fría 2.0

Germán Gorraiz López

Germán Gorraiz López- Analista

La Crisis de los Misiles de octubre de 1.962 que tuvo en vilo a la humanidad se saldó con la firma por Kennedy y Jruschev del Acuerdo de Suspensión de Pruebas Nucleares (1962) que incluía la retirada de los misiles rusos en territorio cubano a cambio de la retirada de los misiles de EEUU estacionados en Turquía, apareciendo en su letra pequeña la condición sine qua non de » no invasión de la Isla por parte de EEUU». Dicho acuerdo ha protegido a Cuba durante 60 años de una invasión estadounidense, estableciendo EEUU como contrapartida la figura del «bloqueo» que se ha mantenido vigente hasta la fecha.

El cese del bloqueo de Estados Unidos contra Cuba, exigido por trigésima primera vez en la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas y aprobado de forma abrumadora por 187 votos a favor, 2 en contra (EE.UU. e Israel) y la abstención de Ucrania reafirma la libertad de comercio y navegación ante un bloqueo anacrónico instaurado por Kennedy en 1.962. Además, la renovación automática por parte de EEUU por un año más del embargo comercial a la isla atentarían contra el vigente sistema financiero y político internacional y podrían suponer para Cuba pérdidas estimadas en cerca de 7.000 millones de $.La utopía sería la normalización de las relaciones entre Cuba y EEUU, destino final de un recorrido jalonado por lo necesario (finiquito del Bloqueo energético) y lo posible ( suspensión del anacrónico Bloqueo) hasta llegar a lo que parecía imposiblemente (normalización de las relaciones entre Cuba y EEUU).

Las 243 sanciones contra Cuba impuestas por Donald Trump

Los cambios propuestos por la Administración Trump tenían la intención de aumentar las regulaciones y la supervisión para dificultar a las empresas estadounidenses rubricar acuerdos con Cuba y que los ciudadanos estadounidenses continúen viajando al país, decisiones que fueron fruto de la extenuante presión de los destacados representantes cubanoamericanos Marco Rubio y Mario Díaz-Balart, ambos republicanos.

 Según un estudio realizado por Engage Cuba, la nueva política «le costaría 6.600 millones de dólares a la economía estadounidense y afectaría 12.295 empleos durante el primer mandato de Trump». Por su parte, el exvicepresidente Mike Pence anunció la implementación de nuevas medidas contra dos compañías que transportan crudo venezolano hasta Cuba así como contra los 34 buques que utiliza PDVSA para tal cometido, con el objetivo confeso de provocar la «asfixia energética de Cuba» mediante la amputación del cordón umbilical que unen a Venezuela y Cuba, siguiendo la teoría kentiana del «palo y la zanahoria», expuesta por Sherman Kent en su libro «Inteligencia Estratégica para la Política Mundial Norteamericana» (1949) y como traca de despedida, Trump volvió a incluir a Cuba en la lista de «Estados Patrocinadores del Terrorismo» hasta completar la cifra récord de 243 sanciones contra la Isla.

El objetivo confeso de la Administración Trump era que la Isla se viera abocada a una asfixia de resultados imprevisibles tras el hundimiento del turismo provocado por la irrupción en la Isla de la pandemia del coronavirus y en el paroxismo de la insolidaridad, EEUU bloqueó las compras y entregas de mascarillas, jeringas, ventiladores pulmonares y demás insumos sanitarios básicos para el tratamiento de pacientes con Covid-19 para hacer tambalear el status quo de la Isla.

Joe Biden y la fallida Revolución de Colores

Joe Biden en una entrevista concedida a la cadena CBS aseguró que «en el supuesto de ganar las elecciones retomaría la política llevada a cabo por Barack Obama hacia Cuba», lo que podría traducirse en un futuro mediato en un cambio sensible en las relaciones cubano-estadounidenses y en este contexto, se enmarcaría la petición del think tank Cuba Study Group (CSG) a la Administración Biden de «un compromiso diplomático renovado con Cuba». Dicho grupo de análisis presidido por el empresario Carlos Saldrigas representaría a la tendencia moderada de la comunidad cubanoestadounidense y estaría compuesta por destacados empresarios y activista políticos que participaron activamente en mejorar las relaciones con Cuba durante la Presidencia de Obama.

El camino a recorrer estaba jalonado por los retos del finiquito del bloqueo energético a la Isla, la retirada de Cuba de la lista de «Estados Patrocinadores del Terrorismo», la derogación de la Ley Hemls-Burton y finalmente, la suspensión del anacrónico Bloqueo vigente desde 1.962. que daría paso al intercambio de embajadores y a la anhelada normalización de las relaciones entre Cuba y EEUU.

A pesar de las esperanzadoras declaraciones de Joe Biden sobre su intención de reconducir las relaciones con Cuba, en una entrevista concedida a la CNN, el asesor de Joe Biden para América Latina, el colombiano Juan González , descartó un nuevo deshielo con Cuba y aseguró que «Joe Biden no es Barck Obama en la política hacia la Isla» al tiempo que añadió que «el momento político ha cambiado de forma importante». Dichas afirmaciones se habrían visto corroboradas con el apoyo expreso de Biden a las asonadas populares que eran la punta del iceberg de la fallida Revolución de Colores impulsada por la CIA al declarar que «nos unimos al pueblo cubano y a su clamoroso llamado por la libertad».

Cuba y la palindromía de la Historia

Ucrania ya ha recibido el estatus de país candidato a la Unión Europea y en el supuesto de que sea admitido como miembro de pleno derecho y prosiga el contencioso con Rusia,el artículo 42 del Tratado de la Unión obligaría a los países de la UE al conflicto directo con Rusia.En consecuencia, el mantenimiento del embargo contra Cuba podría generar un vacío de resultados imprevisibles en plena Guerra Fría 2.0 entre EEUU y Rusia que podría terminar por dibujar una nueva cartografía geopolítica en el Caribe.

Así, Rusia se vería obligada a mover sus piezas y situarlas estratégicamente en el llamado «patio trasero» de EEUU con el objetivo inequívoco de ampliar el radio militar ruso, según lo expuesto a la agencia de noticias rusa Sputnik por el Jefe del Comité de Defensa de la Cámara Alta del Parlamento Ruso, Victor Bóndarev «el establecimiento de una base militar rusa en Cuba en un contexto de aumento de las agresiones de EEUU, respondería a los intereses de seguridad Nacional», pudiendo revivirse la Crisis de los Misiles Kennedy-Jruschev (octubre, 1.962) y la posterior firma con Jrushchov del Acuerdo de Suspensión de Pruebas Nucleares (1962).

Gas natural o petróleo vrs. gas y petróleo ¿Le conviene a Costa Rica?

Alberto Salom Echeverría

El gobierno de Costa Rica se ha mostrado cada vez más dispuesto a emprender la iniciativa de la exploración y explotación del gas natural y ahora parece que del petróleo también. Durante la campaña electoral, Rodrigo Chaves mostró interés en el gas natural, pero no en el petróleo. Esto por cuanto el desconocimiento de la mayoría de los candidatos sobre el tema hizo que algunos mordieran el anzuelo de que el gas natural es el menos contaminante de los hidrocarburos, sin reparar que con frecuencia el gas y el petróleo se encuentran alojados en las mismas rocas porque son parte de la misma formación geológica. La diferencia estriba en que el gas está compuesto por elementos químicos más ligeros que el petróleo, y al ser más ligeros que el aire ascienden y se ubican en rocas colocadas en un estrato superior al petróleo.

Por lo dicho, el argumento que se ha usado para hacer creer que se puede explotar el gas independientemente del petróleo es enteramente vacuo y falaz. Ninguna empresa incursionará en el subsuelo hasta donde se encuentra el gas natural, dejando indemne el petróleo que estará inmediatamente debajo de la formación rocosa que contiene al gas. En primer lugar, porque la separación de uno y otro elemento es más fácil hacerla cuando ha concluido el proceso de la extracción y los hidrocarburos han sido transportados por un ducto a la superficie; es hasta entonces que se lleva a cabo con mayor solvencia la destilación que separará los elementos químicos que conforman el petróleo de los del gas natural. En segundo término, porque por economías de escala las empresas aprovecharán la incursión al subsuelo marino o terrestre y obviamente extraerán los dos elementos.

De modo que, el argumento usado en campaña ignoró que los accidentes que ocurran durante el proceso extractivo contaminarían el ambiente, los manantiales de agua, los cultivos, ya sea por la acción del gas metano del que está compuesto el gas natural en un 83 o 90%, o bien, fruto de la acción contaminante del carbono 84-87%, el hidrógeno 11-14%, el azufre en un 0,06-2%, o del Nitrógeno en un 0,01-2%, que son los componentes químicos del petróleo. Probablemente, el presidente Chaves se encontró de súbito metido en un atascadero, al percatarse de la falta de información conforme a la que se había conducido en campaña y ahora, que le informaron cómo ocurre el proceso extractivo en la realidad, no tuvo más remedio que optar por la exploración, extracción y explotación de ambos hidrocarburos. Ninguna empresa que resulte contratada por el gobierno en un proceso licitatorio se va a comprometer con el trabajo sin obtener ambos hidrocarburos. El presidente se vio así desenmascarado en su ignorancia.

La exploración de los hidrocarburos en Costa Rica.

Quiero decirlo de una vez tajantemente, es falso que en Costa Rica la investigación haya descubierto la existencia de yacimientos de gas y petróleo con potencialidad comerciable.

La investigación se realizó fundamentalmente en las décadas setenta, ochenta y aún en los noventa del siglo pasado, eso, y muchas cosas más las aclaró con extraordinaria lucidez el geólogo Allan Astorga en una formidable entrevista que le hizo la periodista Fabiola Pomareda el 20 de agosto del 2021 en el periódico Universidad de la UCR. También se conoce de investigaciones realizadas por empresas como la Shell y Esso efectuadas a principios del siglo XX. Sus hallazgos fueron empleados en la década de los ochenta por Recope para profundizar la investigación, para lo cual contrató a la empresa Western Atlas. Esta empresa nos explica el geólogo Allan Astorga, dividió al país en 30 bloques “de atractivo petrolero” cada uno como de 2.000 kilómetros cuadrados, con el objeto de dejar señales o huellas para facilitar la investigación futura.

Quiero citar ahora al Geólogo, en una de sus afirmaciones más importantes y finas, leámosle: “Que exista potencial, no significa que haya en ningún momento yacimientos de petróleo o de gas natural identificados y comprobados en el país” afirmó el geólogo ambiental Allan Astorga Gattgens, [A continuación acota la Periodista Fabiola Pomareda:] “… El geólogo con 15 años de experiencia en geología petrolera y 30 años de experiencia en geología sedimentaria declaró que lo que existe es un potencial, lo cual significa que podría haber condiciones, pero no implica que realmente existan.”

Esto es de lo más importante para combatir la enorme cantidad de afirmaciones infundadas que se encaminan a “probar”, con argumentos falaces (algunos hasta se han atrevido a citar a Astorga), diciendo que, el territorio costarricense está asentado sobre una plataforma rocosa, bajo la cual se anida una enorme cantidad de petróleo y gas natural que nos hará ricos. Allan Astorga aclaró lo siguiente: “Que exista potencial, no significa que haya en ningún momento yacimientos de petróleo o de gas natural identificados y comprobados en el país… lo que existe es un potencial, lo cual significa que podría haber condiciones, pero no implica que realmente existan”.

Un niño, puede tener un “potencial” para hacerse músico, por su capacidad de comprensión, o por su oído extraordinaria y su sensibilidad, pero este “potencial” que radica en las capacidades de esa criatura, no quiere decir ni que es músico, ni que se hará músico necesariamente. Cualquiera lo entiende. Pero, algunas gentes llevadas por su imaginación basada en conjeturas y desconocimiento usaron con temeridad y deliberadamente las palabras de Allan Astorga, con muchos años de experiencia en la investigación científica, para extraer del geólogo algo que él no dijo nunca. Eso quedó aclarado por el propio Astorga, como acabamos de probar.

En consecuencia, la investigación halló pozos potenciales y quedaron señalados, aunque la información existente sobre ello fue declarada confidencial; por lo tanto, lo que ha salido a la superficie, también es información filtrada, y por lo tanto sesgada e incompleta. Nuevamente, algunas personas han usado lo filtrado como si fuera la evidencia contundente de innumerables yacimientos cargados de gas y petróleo. Esto no es verídico, no corresponde con la realidad.

Así que el camino por realizar es largo y costoso para el país. Nadie tiene derecho a especular con ello para levantar expectativas falsas entre una población generalmente desinformada, buscando allanar el camino para facilitar que la Asamblea Legislativa apruebe una ley nueva de hidrocarburos y le pase por encima a los decretos emitidos por cuatro gobiernos anteriores al de Rodrigo Chaves que prohibieron la exploración y explotación petrolera. El último decreto del gobierno del presidente Carlos Alvarado extendió ese decreto hasta el año 2050.

De modo que el camino sería largo y costoso, los científicos señalan que en el estado en que se encuentra la investigación en Costa Rica, se requerirían al menos diez años para tener certeza de que el país cuenta con yacimientos para explotar. El costo de la inversión es alto y, por lo tanto, la ganancia que aspira a obtener cualquier compañía también lo será.

Allan Astorga además, destacó que, si se parte del hecho de que en Costa Rica hay potencial, el país no tiene los recursos para hacer los estudios técnicos y explotar un eventual yacimiento porque es una inversión muy cara. “El país no saldría ganando porque las empresas que hacen una inversión grande van a querer también una ganancia grande”. (Cfr. https://semanariouniversidad.com/sin-categoria/es-falso-que-en-costa-rica-se-haya-confirmado-la-existencia-de-yacimientis-de-petroleo/).

La situación en el mundo respecto del calentamiento global.

El cambio climático no es algo que está ocurriendo solo en ciertas partes del mundo. Lamentablemente, es un fenómeno global. Por eso es por lo que hablamos de “calentamiento global”.

Ningún país de la Tierra puede escapar a los efectos altamente perniciosos del clima. El 2015 es un año emblemático, porque 194 naciones (193 más la Unión Europea en su conjunto), firmaron los acuerdos de París encaminados a poner freno o al menos ralentizar el cambio climático.

Después de un minucioso repaso de las listas de países reconocidos por la ONU y de países firmantes del Acuerdo de París (actualizada el 22 de abril), descubrimos que los ausentes son los siguientes:

Arabia Saudí, Armenia, Benín, Birmania, Cabo Verde, Chile, Ecuador, Gambia, Irak, Kazakstán, Corea del Norte, Corea del Sud, Laos, Macedonia, Moldavia, Nicaragua, Nigeria, Siria, Yemen, Zambia. (Cfr. https://conexioncop.com/descubre-los-20-paises-que-no-firmaron-el-acuerdo-del-cambio-climatico/#:~:text=Arabia%20Saud%C3%AD%2C%20Armenia%2C%20Benin%2C,%2C%20Siria%2C%20Yemen%2C%20Zambia.)

Después de la Conferencia de París, denominada COP 21, se han celebrado seis conferencias más y está a punto de realizarse la sétima, o sea la COP 28 en Los Emiratos Árabes Unidos, en Dubái, a partir del 30 de noviembre y hasta el 12 de diciembre.

No obstante, la situación global respecto al cambio climático es hoy más complicada que en el 2015, lo que significa que como humanidad no estamos siendo capaces de abatir los umbrales de calentamiento a los que habíamos llegado en el 2015. Más aún los hemos traspasado. Por lo tanto, los países que acometan la exploración y explotación del petróleo, del gas y, desde luego del carbón y el metano, deben tener muy en cuenta los datos globales del calentamiento de planeta y sus efectos, para no acelerar el calentamiento del clima.

Algunos datos bastarán para saber qué tan grave es la situación: Si no los tomamos en cuenta, podríamos hacer una “transición a la inversa” como ha dicho la joven Judit Pereira Vásquez, activista destacada de la lucha contra el “cambio climático”.

Veamos los datos más relevantes:

1. El 75% del ambiente terrestre y el 66% del marino ha sido alterado por la acción humana.

2. Los puntos calientes son: en menos de 30 años se ha duplicado la superficie urbana del planeta; la mitad de los bosques tropicales originales han desaparecido; igualmente, más de la mitad de las zonas tropicales les ha ocurrido lo mismo; entre el cambio climático, la contaminación, la pesca destructiva han acabado con la mitad de los arrecifes de coral del planeta; en los últimos 50 años la mitad de los manglares sucumbieron.

3. Puntos clave del planeta: Lenin Corrales investigador del CATIE afirma que, si no controlamos la “ola de calor”, el 2023 será un preludio del futuro. Entre los meses de junio y julio hubo un aumento de las temperaturas promedio mundiales con cifras récord entre 0,2 °C y 0,3°C, así el 2023 será si sigue la tendencia el año más caliente de la historia moderna. Estados Unidos, Europa y Japón, en particular Italia conocieron un aumento de la temperatura en algunas de las principales ciudades. En Italia, Roma, mostró temperaturas que oscilaron entre 36 y 37°C, posteriormente subieron hasta 42 y 43°C; España, en Islas Canarias y Andalucía obtuvo marcas de más de 40°C, con incendios colaterales en La Palma y en las propias Canarias, donde se quemaron más de 2.000 hectáreas; Francia, Alemania Polonia y Grecia, fueron países que durante el verano experimentaron ascensos asombrosos de la temperatura; en Estados Unidos hubo una intensa canícula (época más caliente del año), que se extendió desde California hasta Texas, y, además Arizona y otros estados del suroeste. Al Valle de California lo azotó un calor récord de más de 56,7°C; en Canadá brotaron más de 500 focos de fuego sin control. En Asia hubo olas intensas de calor particularmente en China, Japón, combinadas con fuertes lluvias, un ejemplo de eventos extremos alternados. En el mundo hubo olas de calor marino que acabaron con decenas de especies. En Latinoamérica empeoró el cambio climático, experimentando ciclones más destructivos y sequías prolongadas, especialmente en zonas adyacentes a los desiertos como fue el caso del desierto de Atacama en Chile. Hubo igualmente la sequía más prolongada que haya reportado la historia en el Amazonas, provocando hambrunas entre los pobladores y afectando severamente el suministro de agua potable. En el conjunto de América del Sur se redujo la producción eléctrica, como consecuencia de la sequía alrededor de importantes ríos, cuyas aguas movilizan las palas de las turbinas haciéndolas girar para suministrar electricidad. Lo anterior derivó a su vez en el aumento del consumo de hidrocarburos, para reemplazar la energía proveniente de las aguas de los ríos. Obviamente, esto constituye un problema en sí mismo. Aunque falta que transcurran los meses de noviembre y diciembre, ya se anticipa que el mes de Julio será el mes más caliente jamás registrado en el planeta.

En nuestro país se produjo el mayor calor que registran los datos de los últimos 80 años. Aumentó considerablemente la temperatura en el Pacífico y en el Valle Central en más de 1°C. Muy significativo fue el aumento del calor en Santa Cruz de Guanacaste, La Garita en Alajuela y en Buenos Aires de Puntarenas.

En suma, dadas las circunstancias descritas con anterioridad, es bastante evidente que no es para nada recomendable que el país se embarque en la ingente tarea de explorar la existencia de gas y petróleo en nuestro territorio. No es rentable siquiera acometer la investigación, puesto que tendríamos que licitar con las empresas punta en la investigación de hidrocarburos, que obviamente solamente emprendería la tarea si se les garantiza que obtendrán ganancias fabulosas. Por lo tanto, ya sería sospechoso que el gobierno continúe recorriendo la senda que lleva, orientada a habilitar en la Asamblea Legislativa una ley que autorice la explotación de hidrocarburos. Sería un pésimo negocio pata Costa Rica y nos haría perder la marca que hoy ostentamos mundialmente de ser un país verde en su desarrollo, lo cual nos ha proporcionado prestigio y ganancias, y en el futuro nos podrá dar más desarrollo con empleo en empresas verdes.

La amenaza del fundamentalismo

Por
Arnoldo Mora

Entiendo por “fundamentalismo” el intento ideológico por justificar la irracionalidad del abuso del poder, recurriendo a una interpretación suprarracional de la acción humana, con fines éticamente inaceptables en razón de su carácter inhumano, que puede llegar a una dimensión genocida. El recurso a la divinidad o a fuerzas sobrehumanas con el fin de imponer su voluntad de manera brutal, ha sido el recurso al que suelen recurrir los déspotas de todos los tiempos. Pero el fundamentalismo, si bien de origen esencialmente religioso por sus implicaciones metafísicas, se extiende también a otros ámbitos del quehacer humano, como la economía, la tecnología o la cultura; aunque lo más frecuente es el recurso al fundamentalismo religioso para legitimar pretensiones de sojuzgamiento político con fines de explotación de recursos humanos y naturales.

Tal es el caso de lo que ahora mismo estamos viendo en la más reciente guerra, la que libran palestinos e israelíes. Ambos recurren a argumentos religiosos; le dan un carácter religioso o de guerra santa o “Yihad” en el campo musulmán, o invocando una supuesta condición de “pueblo escogido” por Dios por parte de los judíos. Las dos argumentaciones son igualmente deleznables y de efectos aterradores en todas las épocas, pero especialmente en la actual, debido al carácter destructor de toda forma de vida de que está dotado el armamento moderno, debido al incremento de los presupuestos multimillonarios destinados al desarrollo científico y tecnológico con fines militares. Desde el recurso a la aviación en la guerra como instrumento para lograr lo que en la estrategia militar se solía llamar ”ablandamiento artillero”, cuyo fin es destruir con bombas los puntos estratégicos del enemigo (puentes, carreteras, campamentos, frentes de avanzada, centros de telecomunicación, etc.) y provocar el terror en las filas y la población del enemigo, con el fin de preparar la invasión posterior del grueso de las tropas del ejército de tierra, esta infernal estrategia militar ha servido frecuentemente para aniquilar implacablemente a la población civil desarmada e inerme, compuesta mayoritariamente por niños, mujeres, ancianos y enfermos. Todo lo cual le ha dado un carácter infernal a las guerras modernas. Todas las guerras lo han sido siempre, pero ahora la tecnología las ha hecho monstruosamente deletéreas, hasta el punto de que el recurso al armamento atómico y a la guerra biológica podría poner fin a la especie humana. Eso hace de la guerra un mal en sí, la negación del don más precioso, cuya preservación e incremento es la razón de ser de la ética, como es la vida, no sólo la humana sino en todas sus formas y manifestaciones.

Pero la guerra o el genocidio, no son un destino fatal para la humanidad. Como respuesta a la búsqueda e implementación del poder, el ser humano ha ideado la “política”, es decir, el recurso al discurso, a la palabra persuasiva basado en argumentos racionales, con el fin de provocar consensos en que se funda el ejercicio de la libertad colectiva. De esta manera, los pueblos asumen los desafíos del presente y avizoran horizontes de esperanza hacia el futuro. Para lograr tan nobles objetivos, se han creado instituciones regidas por todo un cuerpo de leyes llamado “derecho internacional” o normas que rigen las relaciones entre naciones; con ello se hace factible que el enfrentamiento dialéctico desemboque en acuerdos políticos. El derecho internacional e instituciones como Naciones Unidas, han sido creados con este objetivo. Cumpliendo estrictamente las normas del derecho internacional bajo la supervisión de organismos supranacionales a fin de cumplir los acuerdos logrados, se lograrán los nobles objetivos de la política. El diálogo político que incluye el enfrentamiento ideológico, hace del otro un interlocutor con derechos y deberes, es decir, una “persona” y no un enemigo a destruir, como en la guerra. Pero quien trata al otro como un ser infrahumano, se deshumaniza él mismo, quien trata al otro como bestia, se convierte en bestia él mismo.

Por desgracia, lo que acabo de decir lo están viviendo trágicamente los pueblos de Israel y Palestina, especialmente éste último. Estamos ante la bestialidad pura, todo sustentado cínicamente en argumentos pseudoteológicos; lo cual contradice palmariamente la enseñanza original de los maestros de las que se nutren esas ancestrales tradiciones religiosas. La utopía religiosa por excelencia en las religiones sinaíticas es la paz (shalom). Pero la paz es el fruto del reconocimiento de la dignidad del otro en su condición de desvalido. Nadie como el profeta Jeremías, fundador del nacionalismo judío, lo dijo en estos inequívocos términos: “Dios es la mirada de la viuda, del huérfano y del extranjero”. Y el más grande de los profetas de Israel, Isaías, dijo esta sentencia que nunca como ahora debe aplicarse en este abominable conflicto: “La paz es obra de la justicia”.

Los victimarios ahora pasan por víctimas

Rafael A. Ugalde Q.*

Días atrás, un amigo suramericano conocido en esas raras “coberturas” en mis viejos tiempos de corresponsal internacional de prensa, tuvo la gentileza desmedida de enviarme la sentida renuncia como profesor de periodismo de la Universidad ORT de Montevideo, Uruguay, del laureado periodista uruguayo Leonardo Haberkorn. Dijo a sus muchachos: ¡Chao chao! Pero conociendo que él es de esos tipos difíciles de verlos correr con las primeras bombetas, nos llamó entonces la atención con la facilidad con que tira la toalla en la noble misión de formar jóvenes.

Su carta de despedida de la cátedra vista a la ligera refleja a todas luces “sentido común” de un soldado cansado y con las manos en la cabeza exclamando: ¡Basta ya! Se da por vencido por los estragos cosechados entre los estudiantes por el mal uso de las tecnologías actuales, especialmente, sobre los futuros periodistas uruguayos. Analizando, por otra parte, su renuncia, ella lleva un dolor interno profundo por la forma específica como los muchachos confiados a él, son en la práctica, víctimas y victimarios a la vez de un modelo de convivencia en el cual todos somos desconocidos, aunque todos creemos conocernos.

Así, como en el “Mito de la caverna” de la Platón la “realidad” hecha la nosotros con imágenes distorsionadas, como cuando nos dicen las ventajas de acabar con las listas de espera en la Caja mediante el copago o los problemas de la inseguridad y el sicariato es cosa de más leyes, usar la Inteligencia Artificial etc., cuando la llana verdad es el interés existente de las aristocracias es seguir administrando los dineros de los pueblos para ellas crecer económicamente sin desarrollo social, o en el caso concreto costarricense alzarse con una de las pocas actividades controladas por el estado, como es la sanidad.

Tras la pandemia de Covid 19, la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS), soportó todas las pruebas habidas en cuanto al resguardo de la vida de las personas, superada en la región solo por la sanidad cubana. Esta fortaleza de la institución, a pesar de desnaturalizarla desde hace más de 30 años tercerizando los servicios primarios de atención médica con los llamados EBAIS, quitando a la entidad la producción de muchos productos para que los produjeran laboratorios privados o reduciendo los servicios de odontología y oftalmología para favorecer a grupos médicos, abrió el apetito de unos cuantos consorcios privados dedicados al negocio con la salud. Actualmente controlan el 20% de la demanda interna cuando, por ejemplo, en México, Colombia y Chile el pastel pertenece en su totalidad a sus burguesías…

De esta manera, aparece recientemente en Costa Rica la “ruta de la salud” con clara “inspiración” en las naciones mencionadas la cual, nuestras élites empezaron a venderla como solución a los problemas en la seguridad social costarricense engendrados por ellas mismas.

A decir verdad, las preocupaciones expresadas ahora por representantes de estos grupos financieros por la crisis de la sanidad nacional esconden el negocio multimillonario con la seguridad social de todos los costarricenses y las finanzas de la CCSS. Los miembros de nuestra burguesía van a curarse a los hospitales locales privados dotados con última tecnología, o bien a Miami o a Europa, sí la situación requiere de otra especialización.

Sí bien dicha “ruta de la salud” significan 200 mil millones de colones (aproximadamente $ 376.697.000) para la compra de urgencia de servicios médicos privados esté, a lo mejor bien intencionada ante el congestionamiento de nuestros hospitales y espera por una cita médica, la “solución” no resuelve el problema del control ejercido sobre la Caja por diversos grupos interesados en colapsar la seguridad social. El modelo de “copago” de servicios asistenciales por parte del paciente y las instituciones aseguradora eleva los gastos de salud a los trabajadores, dejando de ser un derecho a la salud por respeto a la inviolabilidad de la vida, para convertirse en el mediano plano en un escandaloso negocio financiero determinado por la máxima del mercado: “sí tienes recursos aquí estamos para tratarte; sí no que te mueras, bien merecido lo tienes”. (Ver recuadro: cuánto tendrá que pagar…)

El periodista uruguayo nos revela como la tecnología nos mueve de un lado a otro, en ocasiones no sabemos a dónde llegar, cuando ella debería ayudar a todo el mundo a hacer de la solidaridad y convivencia en el planeta el afán de cada día. El profesional en comunicación, como especial excepción, está mucho más obligado a enrumbar su quehacer en la búsqueda de justicia social, elevar la voz por quienes por años son arrinconados, levantar la bandera por los pueblos sedientos de protagonismo y democracia de real participación. Recordando en lo conducente a quien falleció recientemente, Enrique Dussel, a identificar a los despojados y a sus despojadores.

Por eso la anécdota contada por Haberkon en cuanto mandó a sus pupilos a buscar en la ciudad un acontecimiento novedoso para enseñar la redacción de una noticia periodística, pero una muchacha llega con la “novedad” y “descubrimiento” que en Montevideo todavía hay puestos de venta de revistas y periódicos, lejos de causar risa tal ingenuidad, debe remitirnos a pensar sobre de qué nos despojan actualmente y quiénes son sus despojadores. Otros, tan despistados como esa alumna, al ser preguntados sobre quién es Almagro (Luis Almagro, excanciller uruguayo colocado por el nazi fascismo regional como actual secretario general de la OEA), o qué pasaba en Venezuela, país con más de 600 agresiones comerciales estadounidenses y tema central además del presidente costarricense, Rodrigo Chaves, cada vez que aborda cuestiones inflacionarias, desconociendo la aplicación ilegal de la extraterritorialidad de la ley norteamericana por el Tío Sam), son reflejo de un siglo de multilateralismo que sí ignoramos de dónde venimos y hacia dónde vamos, pueblos enteros serán arrasados por las llamadas guerras “proxis”. La dignidad valdrá según lo que tengas en el bolsillo, las guerras impuestas será antídoto para la paz y el derecho internacional es monopolio del más fuerte y del mejor cínico.

Como en todas partes, quienes resistan el despojo no serán, ya no “Los hechiceros del siglo XX”, parafraseando el título del libro del escritor nacional, Carlos Morales, sino quienes en el siglo XXI están obligados a ver qué hay afuera de la caverna de Platón. Un universo multicolor rechazado por quienes hoy son genocidas de niños y mujeres, pero son “pacifistas”. Invaden y destruyen naciones enteras y son el ejemplo de la “democracia” activa; “invierten” en una semana un billón de dólares en el negocio de las armas, mientras 828 millones de seres humanos padecieron hambre en 2021;46 millones de más que en 2020 y 150 millones más que en 2019. Toda una locura organizada ante nuestras narices.

Víctimas y victimarios

Así como hoy el “genocida” es “pacifista”, el “racista” cuenta con “bendición” sagrada” para sojuzgar a medio mundo, Costa Rica, con sus 51 mil kilómetros cuadrados de “pura vida”, jamás va escapar de los nuevos paradigmas. A pocos años después de la separación del saqueo español no hay “mejor” alternativa de gobernanza que las élites. Al menos ellas así nos lo expresan. Nos educan para convencernos que los pueblos no tienen capacidad para administrar el dinero de provenientes de sus impuestos ni pueden dar el mejor uso a los bienes del estado para satisfacción y felicidad de la colectividad. Por el contrario, se disfrazan proclamándose como “el país”, “la nación”, etc…

La multitudinaria manifestación del pasado 25 de octubre- atomizada, por cierto, de consignas, según el interés particular de cada grupo- nos hizo olvidar, por momento, que algunos “colados” y, en ese momento abnegados marchantes, son directa o indirectamente responsables de millones las víctimas costarricenses por 40 años de un modelo interesado en disminuir el Estado y priorizar el crecimiento económico sin distribución ni desarrollo social. En palabras dichas en lo conducente por el presidente Chávez: en la medida que el estado no estorbe es mejor económicamente. (Conferencia de prensa 8/11/2023; canal 13).

Nunca, como ahora, cuando estamos a la vuelta de unas elecciones municipales, quedaron en el olvido los victimarios del pueblo costarricense desde 1982, pues en dicha marcha lograron camuflarse y ahora son “víctimas” de la inseguridad ciudadana, el desempleo, la desigualdad social, la falta de presupuesto para vivienda, la muerte lentita, pero segura de nuestro campesinado, la judicialización de la protesta social, el elevado precio de la educación privada, amenaza de cierre o venta de bancos etc.

Son 40 años de garrotazos sin parar difíciles de olvidar. Algunos de estos asistentes, hasta con pancarta en mano, quisieron que olvidáramos cuando desde una curul, la cátedra universitaria, el sindicato blanco, la televisión o cualquier medio de entonces, privatizaron el servicio de buses, cerraron las empresas Transportes Metropolitanos (TRANMESA) y CODESA, vendieron Línea Aérea Costarricense (LACSA), ordenaron no más estancos del Consejo Nacional de Producción (CNP) para los trabajadores humildes, nos impusieron el negocio de la educación superior privada, sin mayor oposición desde la cátedra, desmantelaron la cultura, el deporte y la educación primeria y secundaria como derecho del pueblo y un largo etcétera.

Consignas variadas en la marcha del 25 de octubre pasado (Tomada de Universidad).

Así configuraron dos Costa Rica (no preocuparse, por favor, también hay dos Uruguay, dos Perú, dos Colombia, dos Honduras, dos Panamá…). Una oficial. vista cómodamente desde el interior de la caverna de Platón, vendida en gran medida por una prensa dicharachera o alquilada cuando hay cámaras interesadas en desmovilizar a las masas. La otra, la mayoritaria, con salarios de hambre, jóvenes lanzados al sicariato, gente que muere en pasillos hospitalarios a la espera de atención médica, millares de personas haciendo sus vidas sin agua, luz y en medio de destartalas láminas de zinc etc., interesa solo sí hay elecciones.

La madre de nuestros males

Por cierto, hablar de elecciones en nuestra región – Costa Rica no es excepción – es definir, sí nos movemos en el campo de la politiquería o de la politización. El diccionario mexicano define la politiquería así: s f (Popular) Práctica engañosa, truculenta y tramposa de la política o de las relaciones sociales, que busca dañar a otras personas para lograr los fines propios: “Hundidos en la politiquería, no les interesa que se hunda el país” (https://dem.colmex.mx/ver/politiquer%C3%ADa). En el caso la politización, causante de tanto horro en los pasillos de la aristocracia, pues nos la confunde con “polarización” o ”populismo”, se define en su primera acepción, así:
1 Educación de una persona o de una colectividad en el conocimiento político, la conciencia y la responsabilidad con respecto a la sociedad en que viven: “Su espíritu de clase trabajadora y su politización han ascendido en grados mayores” (https://dem.colmex.mx/Ver/politizacion).

En el caso costarricense, cobra principal relevancia diferenciar ambos preceptos, pues en el país, como parte de nuestra América, la “politiquería” desplaza la “politización”, dando tierra fértil a la corrupción activa y pasiva, con los consecuentes problemas fiscales y endeudamiento externo.

En esta línea, el semanario Universidad, en su edición del 13 de octubre de 2023, pone algunas banderillas al toro, cuando informa que un total de 160 empresas calificadas como Grandes Contribuyentes Nacionales (GCN) y Grandes Empresas Territoriales (GETES) reportaron cero ganancias o pérdidas en el 2022, a pesar de reportar activos por más de ¢8.406 billones e ingresos brutos por ¢3.775 billones.

En promedio, agrega, entre el 2021 y el 2022, un 13,2% del total de contribuyentes (60.934) al impuesto sobre los ingresos y las utilidades declararon pérdidas (35.467) o cero ganancias (25.467). Los activos totales declarados por este grupo ascienden en promedio a ¢19,4 billones y los ingresos brutos declarados a ¢7,3 billones. La Contraloría General de la Republica estimó que la cantidad de contribuyentes que omiten declarar impuestos sobre ingresos pasó de un 20% en el 2021 a un 25% en el 2022 añadió ese medio de comunicación

Por eso, el reciente caso de ¢3.200 millones hurtados de una bóveda del Banco Nacional de Costa Rica, jocosamente denominado como “gallo tapado”, ya no extraña más allá´ de los canales de televisión, aunque debiéramos preguntarnos quienes pagarán el hurto, en caso de que se haya cometido.

Bernardo Alfaro, gerente general del BNCR, muy triste por “manotacillo” de 3.200 millones de colones.

Por este mismo norte va la reciente denuncia realizada por Flora Fernández, una de las sobrevivientes del llamado “caso ALDESA”, quien estimó en $ 12 millones las pérdidas para los ahorrantes de una complicada trama bursátil, dónde de momento, dice la Fiscalía, se investiga el asunto y, por tanto, no hay personas juzgadas y, por ende, nadie es culpable mientras no se demuestre lo contrario.

En su libro “Destructor de idas y sueños”, Fernández nos cuenta que en este afer financiero y bursátil cerca de 30 asociaciones solidaristas perdieron US$ 10 millones por medio de ALDESA Valores Puesto de Bolsa SA,

Estamos hablando de 27.550 trabajadores solidaristas, quienes perdieron US$450 de sus ahorros en la asociación, sostiene en su libro, añadiendo que resulta extraño – señala – que el Movimiento Solidarista y la dirigencia de las empresas afectadas guardaran silencio y se limitaran a rebajar de los ahorros de los trabajadores la pérdida sufrida.

Públicamente los afectados consideran necesario cerrar el Consejo Nacional de Supervisión del Sistema Financiero (CONASSIF) – encargado de regular y supervisar el sistema financiero- porque dicen incumplieron los deberes de fiscalización Por este presunto incumplimiento de deberes no hay juzgamientos judiciales.

De esta manera, la corrupción nos presenta sus efectos desastrosos en toda la región. En Costa Rica, el escamoteo de recursos públicos se traduce en menos educación para jóvenes, ridículas jubilaciones para ancianos, menos servicios de salud etc., traduciéndose sus efectos en más sicariato, narcotráfico, violencia en las calles, entre otros.

Usted lleva razón: estamos pensando en lo mismo. Cuando estalló el llamado caso de las “Trocha”, no volaron unos cuantos pesos. Se fueron el equivalente a construir al menos 7 escuelitas para hijos de jornaleros. ¿Cuántos EBAIS hubieran construido la CCSS con la plata que se fue en los sonados casos Cochinilla, Azteca y Diamante?; solo para citar unos poquitos saqueos de que nos hemos enterado.

Precisiones y definiciones

Sin embargo, para el próximo año 2024, estiman, sobre la base del presupuesto enviado recientemente a los diputados, deberá destinarse un promedio de ₡5.814.000.000.00 para “atender” el servicio de la deuda pública. “Eso significa que, por cada uno de los 12 meses de 2024, se presupuestan ₡484.500.000.000 (cuatrocientos ochenta y cuatro mil quinientos millones de colones). Y, si consideramos el tipo de cambio actual, a un promedio de 538 dólares estadounidenses, tenemos la también enorme cantidad de 900 millones 557 mil 620 dólares ($900.557.620).”, destaco recientemente el secretario general de la Asociación Nacional de Empleados Públicos y privados (ANEP), Albino Vargas Barrantes.

Los motivos para endeudarse como forma de gobierno son variados: quienes nos endeudan no son ellos quienes pagan. Tienen sus tecnócratas especialistas en saber administrar la pulpería hacendaria: sí a la gaveta entra menos plata de la que gastaron, entonces hay déficit fiscal. “Hay que amarrarse el cinturón “, sentencian y, de inmediato, usted verá quienes pagan con menos escuelas, colegios, carreteras llenas de huecos, falta de policías y subidas de impuestos indirectos, porque no hay plata en Hacienda.

Sentirá entonces que usted eligió un presidente de la república y 57 diputados, pero vienen dos o tres delegados del Fondo Monetario Internacional e imponen de donde sacar la plata para enfrentar el déficit fiscal. Dicen cómo imponer los medios para sacar la plata a las mayorías, mientras quienes nos saquean unen voces junto a los que piensan que la situación es insostenible e inmoral.

“Y entonces, cuando uno comprende, que ellos (sus alumnos de periodismo) también son víctimas, casi sin darse cuenta va bajando la guardia…ellos querían que terminara la clase. Yo también”; Leonardo Haberkon.

¡Son estos los momentos cuando se nos agranda Joaquín García Monge, José Martí, Julius Fucik, José Ricardo Maseti y Eduardo Galeano, entre otros!

*Periodista, abogado y notario por la U.C.R.

¡Cuidado con la democracia nacional!

Vladimir de la Cruz

Ayer 7 de noviembre celebramos el 74 aniversario de la promulgación de la actual Constitución Política. La anterior Constitución fue la de 1917 que llegó hasta 1919, durante el periodo de la dictadura tinoquista, 1917-1919.

Federico Tinoco con su golpe de Estado suspendió la Constitución de 1871 que era la vigente, con 46 años, hasta ese momento. Con la caída de la dictadura sucedió igual. Cayó su Constitución y se restableció la Constitución de 1871 que llegó hasta 1948, cuando José Figueres y su Junta de Gobierno la suspendieron, gobernando sin Constitución y legislando mediante la fórmula de los Decretos leyes. Así la constitución de 1871 estuvo vigente durante 75 años.

La Constitución de 1871 se le califica de presidencialista, por el importante papel que tiene el Poder Ejecutivo en ella. Además, era una Constitución flexible, fácil de ser reformada, lo que garantizó su longevidad. A la flexibilidad de la Constitución se sumó el desarrollo del régimen municipal, desde la época del General Tomás Guardia.

Ambos elementos, su flexibilidad y el régimen municipal, fueron claves para resolver problemas y contradicciones políticas, por la vía de la reforma constitucional, y los gobiernos municipales para distribuir poder y restar presión en la lucha por el Poder Ejecutivo.

La estabilidad política en materia de gobiernos y su alternabilidad ya se había logrado de hecho desde 1849, cuando se normalizaron los traspasos de gobierno cada cuatro años. Aún bajo la presión de la presencia filibustera en Centroamérica desde 1855, cuando Walker llegó a Nicaragua, hasta 1857, cuando terminó la Guerra Nacional y Centroamericana, con su rendición y salida de la región, y la crisis momentánea del golpe de Estado contra Juan Rafael Mora en 1859 y su fusilamiento, y crimen de Estado en 1860, año en que también se fusiló en Honduras a Walker cuando se proponía de nuevo apropiarse de las cinco repúblicas centroamericanas.

Así, desde 1871 hasta hoy, 2023, en 152 años, hemos tenido tres constituciones, una de ellas por dos años. En el período anterior, desde 1821, con la primera Constitución costarricense, la del Pacto Social Fundamental Interino de Costa Rica o Pacto de Concordia, hasta la de 1869, tuvimos con sus respectivas reformas que se consideraron nuevas constituciones, prácticamente once constituciones, que se acompañaron de una profunda crisis política constitucional y militar, que el historiador Rafael Obregón Loría, recoge en poco más o menos 60 conflictos político-militares, de distinta naturaleza; en nueve gobiernos durante el período de las Juntas de Gobierno, 1821-1823; en diecisiete Jefes de Estado desde 1823 hasta 1847 y en 12 Presidentes de la República entre 1847 y 1870. Algunos de ellos repitieron el cargo. No tomo en cuenta el período que fuimos parte de la República Federal de Centroamérica que tuvo siete presidentes, que también fueron nuestros presidentes, junto a los Jefes de Estado de ese período, 1825-1838. Francisco Morazán tres veces lo fue.

La Constitución Política que ayer cumplió 74 años fue una reacción contra el presidencialismo de la Constitución de 1871. En su lugar se fortaleció el Poder Legislativo y los órganos de control político institucional y ciudadano.

Este período, 1949-2023 ha sido de gran estabilidad política, gobiernos alternos cada cuatro años, cambiando de presidentes cada cuatro años, aunque en ocasiones sus partidos políticos se reelijan, por una sola vez consecutiva.

La Constitución hasta 1997 había sufrido 44 reformas parciales. Desde ese año ha sufrido una veintena de reformas adicionales, y hoy en trámite legislativo hay casi 60 propuestas de proyectos de reformas constitucionales.

¿Con tal cantidad de reformas, y propuestas de reformas, no será mejor convocar a una nueva Asamblea Nacional Constituyente? ¿Por qué tenerle miedo?

Estoy convencido que la actual Constitución es buena. Todavía cumple un papel democrático liberal y progresista en muchos aspectos. Pero, la vida política nacional ha evolucionado rápida y bruscamente, y pareciera que la sociedad ya demanda un nuevo texto constitucional, más adaptado a las necesidades políticas de la época que vivimos.

Hace algunos años por el ambiente político conservador existente no creía que fuera necesario convocar a este expediente de nueva Constitución, por el peligro de que se impusiera una Constitución más conservadora y retrógrada. Luego, la situación del país cambió y abrió horizontes más populares, democráticos y progresistas, y se perdió, en ese ambiente la posibilidad de una convocatoria constituyente. Se había perdido el interés tanto por los sectores conservadores que originalmente la proponían, y dejaron de plantear su necesidad, como por los progresistas, abatidos y descabezados, por los tiempos de aires nuevos que suponían los gobiernos del Partido Acción Ciudadana, 2014-2022.

Reformismo y conservadurismo alrededor de la convocatoria de una Asamblea Constituyente se mueven con temor, avanzan y se repliegan como corrientes subterráneas de la gran laguna política nacional. Como corrientes de agua se mueven, no se agitan en su superficie; tampoco se expresan en remolinos, por lo menos hasta ahora. Hasta el presidente Rodrigo Chaves lo pensó hace unos meses atrás. Convocó a ciudadanos para oír sus opiniones. Pero, no se atrevió. En mi opinión, perdió una oportunidad muy valiosa para haber puesto a la sociedad costarricense en un diapasón que le hubiera permitido afinar mejor la música nacional, y, en su caso, la suya propia.

Sin embargo, no han dejado de plantearse importantes propuestas de reformas constitucionales que hay que impulsar.

La convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente puede realizarse en cualquier momento. La convocatoria misma, resultante de una iniciativa para integrar un grupo coordinador nacional, que provoque la discusión suficiente para la misma, y elabore un primer borrador de un nuevo Proyecto constitucional, no está sujeta a ningún trámite constitucional y legal, que dependa de la aprobación de alguno de los poderes de Estado, de la misma Sala Constitucional o del Tribunal Supremo de Elecciones. Es tan solo la creación de ese grupo que propicie de la manera más democrática esa discusión.

Frente a lo que se ha caminado en esta dirección hay dos proyectos de Nueva Constitución, una del exdiputado y exsecretario general del Partido Liberación Nacional, y excandidato presidencial, Walter Coto Molina, y por iniciativa del grupo de ciudadanos que con este fin se agruparon alrededor del profesor de la Escuela de Derecho, de la Universidad de Costa Rica, Dr. Alex Solís Fallas. Lamentablemente, pareciera que ambos personajes políticos han arreado, han bajado sus banderas constitucionales y de lucha por una nueva Carta Magna, por un nuevo Pacto Social.

Frente al populismo galopante, que recorre el continente, frente a la crisis política partidaria que vive el país; frente al resurgimiento de gobiernos autoritarios en América y su posibilidad en la región centroamericana, creo que es urgente abrir debates como éste, sin temor alguno. Es más importante que esto ocurra en ambientes democráticos como los que hoy hay en el país, a que surjan del resultado electoral de un gobierno autoritario, populista, militarista, reaccionario en todo sentido. O se fortalecen los cauces democráticos o los conservadores se impondrán…Podemos enfrentar esta situación. ¡Cuidado con la democracia nacional!

Compartido con SURCOS por el autor.

El plan desregulatorio del distrito de Cahuita está fracasando

Bernardo Archer Moore

Bernardo Archer Moore

El líder medioambiental Marco Machore está a punto de cortarle la pierna derecha. Corresponderá entonces a la comunidad tribal cortar la otra pierna o incluso decapitar un intento tan monstruoso y diabólico liderado por un grupo de recientes inmigrantes corruptos empeñados en desplazar las pequeñas empresas turísticas familiares de subsistencia, para transformar nuestra zona costera en un patio de recreo para los ricos y famosos como Miami Beach, Acapulco o algunas áreas del litoral pacifico.

Estos promotores inmobiliarios son tan despiadados que empezaron por drenar los humedales que durante siglos han protegido a la región contra desastres naturales como inundaciones e incluso huracanes.

De más está decir su desprecio por los pequeños negocios locales propiedad de familias originarias (tribales) que califican como: «edificios de cuatro hojas de hojalata» que, dicen, «deben desaparecer».

En esa línea de pensamiento, son ellos los que deben desaparecer de nuestras comunidades y permitirnos seguir viviendo en paz; junto a otros emigrantes dignos que respetan nuestra cultura y forma de vida.

Lo último que necesitamos es una desregulación de nuestras comunidades que han sido reguladas desde hace más de un siglo por nuestras costumbres y formas de vida ancestrales de protección del medio ambiente y en congruencia con las leyes 35 de 1915 y 166 de 1935.

Publicado en Las Cosas Son Lo Que Son y compartido con SURCOS por el autor.

Seis hipótesis sobre el crecimiento de las derechas autoritarias

Javier Milei y el dirigente de Vox Santiago Abascal en la feria de la ultraderecha internacional Viva22, realizada en Madrid en octubre de 2022. (foto vía Wikimedia Commons)

Álvaro García Linera

La convulsa y cambiante coyuntura que atravesamos no durará para siempre: en algún momento tenderá a estabilizarse. Si lo hace adoptando rasgos conservadores y autoritarios o progresivos y democráticos, depende de la audacia y la perseverancia con las que las distintas fuerzas políticas y sociales concurran al encuentro con la Historia.

En los últimos años, el mundo entero ha presenciado el fortalecimiento de fuerzas políticas de derecha. Estas organizaciones se han lanzado no solo a combatir toda propuesta progresista o de izquierda que pretenda ampliar la protección estatal de la sociedad, sino también a atacar a las propias organizaciones tradicionales de derecha por no impulsar con energía las leyes del mercado, haber cedido terreno al progresismo cultural y permitido lo que consideran una degradación moral del orden social.

Las derechas autoritarias se asumen como portaestandartes de una «santa cruzada económica» para salvar al mercado y a «la libertad» contra cualquier atisbo de estatismo o colectivismo, y como parte de una regeneración espiritual para reestablecer el propio orden moral del mundo, comenzando por el pater familias en la casa, el patrón en la empresa, la piel blanca en la historia patria y Dios en el control de las almas.

En algunos casos, paradójicamente, mezclan el apego a preceptos neoliberales con la idea de una patria de propietarios, como lo hacen Trump en Estados Unidos, Bolsonaro en Brasil o Abascal en España. En otros casos, enarbolan primitivos recetarios de libre mercado, como Kast en Chile, Milei en Argentina o Meloni en Italia. Consideran que hay un orden natural de la humanidad que emerge únicamente de las reglas del mercado y que cualquier desviación de ello no solo es ineficiente, sino dañina y ofensiva. En conjunto, aborrecen del Estado, proponen reducir los impuestos a los ricos y juran que los derechos colectivos son un robo y que hay que privatizar cualquier bien público.

A continuación, seis hipótesis que pretenden explicar el crecimiento y la configuración de estas derechas autoritarias.

1º) La derecha extrema es autoritaria y no democrática

Aunque todas estas derechas emergentes se presentan a elecciones para ganar adeptos y, en ocasiones, han llegado al gobierno mediante el voto, en realidad no son democráticas. De ser necesario, están dispuestas a emplear la violencia para alcanzar sus metas.

Cuando Trump perdió las elecciones el 2021, por caso, no tuvo reparos de mandar a paramilitares a tomar el Congreso para impedir la proclamación del presidente Biden. De la misma forma, Bolsonaro perdió las elecciones, nunca reconoció su derrota e impulsó a sus seguidores a rezar en las puertas de los cuarteles para que los militares den un golpe de Estado y, luego, tomaran los edificios ministeriales para saquearlos. En Bolivia, Mesa y Camacho convocaron a sus seguidores a quemar ánforas electorales y aplaudieron cuando las tropas militares salieron a asesinar a los pobladores indígenas que respaldaban al gobierno democráticamente electo. Kast y Abascal, por su lado, son grandes defensores de los exdictadores Pinichet y Franco y consideran que su sanguinario accionar fue necesario para «frenar al comunismo». Y no pierden la esperanza de que, a futuro, sean necesarias acciones similares.

Para estas derechas extremas, la democracia no es un principio político innegociable sino un medio provisional y meramente instrumental para lograr sus metas de promover el mercado y las sacrosantas jerarquías racializadas de los vencedores. Pero, a diferencia de antes, cuando creían que la autoridad del mercado era fruto del convencimiento y su superioridad histórica, ahora creen que hay que imponerla… a palos, si es necesario. Creen que la democracia ha premiado a una mayoría incompetente e ignorante y que, por razones de «salud pública», hay que hacerles entrar a la fuerza a las virtudes del individualismo, el mercado y la ley del más fuerte.

La democracia se les aparece como un exceso y los derechos como un exabrupto y un insulto a la igualdad. Por ello no se sonrojan cuando mandan a asaltar parlamentos: están dispuestos a masacres y golpes de Estado, y consideran que las dictaduras salvaron del caos a la sociedad. No son demócratas por convicción, sino por utilidad táctica.

Detrás de su grito en defensa de la «libertad individual» se agazapa la violencia purificadora contra lo público, lo colectivo, lo común, lo asociado. No hay un intento por convencer de sus virtudes sino una furia desatada para imponerse contra el «zurderío», al que consideran una calamidad mental. Y por ello no disimulan la esperanza de su exterminio físico.

2º) La derecha autoritaria crece en tiempo de crisis económica y política

Si bien las derechas autoritarias tienen una larga existencia, lo cierto es que los momentos de crisis económicas y turbulencias políticas constituyen terrenos particularmente fértiles para su crecimiento y su capacidad de disputa en el terreno político.

En momentos de estabilidad y crecimiento económico —más aún si se dan bajo el paraguas del neoliberalismo—, las derechas autoritarias son pequeñas y marginales. Dejan testimonio de que están ahí, como guardianas de la estabilidad, pero no pugnan por convertirse en fuerza dirigente. Claro, hay un orden económico que «funciona», hay reglas que se cumplen y las ganancias empresariales se expanden sin que el malestar social de los menesterosos ponga en entredicho el régimen. Son momentos de hegemonía de derechas, de consensos amplios y tolerancias pasivas de las clases subalternas hacia las clases dominantes. Para las grandes élites propietarias, el mundo funciona civilizadamente y los furibundos llamados al orden no son necesarios para que las jerarquías se respeten. Incluso pueden darse el lujo de cooptar a izquierdistas arrepentidos que ahora suplican un espacio bajo el paraguas de la legitimidad cultural neoliberal.

Pero las cosas cambian cuando la economía se estanca, el crecimiento se reduce, los mercados se retraen, las ganancias se comprimen y los excedentes a redistribuir a cuentagotas se secan. La frustración crece entre las clases plebeyas; el malestar se expande y todos comienzan a buscar salidas a la angustia por medio de opciones diferentes a las prevalecientes. Así, la hegemonía inicia su declive.

Entre las élites dominantes, la confianza en el viejo orden se fragmenta; ellas también discrepan sobre cómo retomar el curso del enriquecimiento y la pasivizacion de la sociedad. Estos son momentos de divergencia entre las élites sobre el mejor rumbo a seguir. Unas pugnan por mantener las cosas como están, otras consideran que hay que ceder parte de los beneficios para aplacar a las clases pobres, en tanto que otras consideran que hay que sentar mano dura y defender el viejo orden con renovadas dosis de autoridad.

Viendo el modo en que los antiguos consensos políticos se disuelven y crece el descontento social contra las instituciones, las derechas autoritarias, hasta entonces una fuerza minoritaria, ahora se consideran llamadas a preservar la «civilización» que comienza a desmoronarse. No buscaran defender al gobierno existente en ese momento —sea de derecha o progresista— sino recuperar un imaginado orden pasado en el que el mercado funcionaba, las jerarquías se respetaban y los pobres no reclamaban. Solo que, para ello, en vez de la seducción abanderan la sanción, el castigo o la venganza hacia quienes consideran como los responsables de este desorden, tanto económico como moral: sindicatos «ambiciosos», migrantes que «arrebatan» empleos, mujeres que «exageran» en sus derechos, indígenas «igualados», comunistas que envenenan almas, etcétera.

Sin comprender que el debilitamiento del proyecto neoliberal es el resultado de sus propios límites, confían en que el disciplinamiento feroz de los díscolos será la llave para que la sociedad pueda retornar al acatamiento de los viejos valores morales. La incertidumbre y la desesperanza son su terreno fértil para su intervención. Desprecian la solidaridad y la acción en común para remontar las adversidades, que les parece una herejía contra los valores del individuo y la propiedad. Las derechas autoritarias fomentan la salvación individual porque consideran que en el mercado los capaces triunfan y los ineficientes pierden, y también porque saben que la frustración individual y en soledad es la mejor garantía para la recepción del mesianismo político del gran pastor que conducirá a su rebaño a la redención.

Estas son derechas autoritarias que buscan canalizar el miedo social a la incertidumbre y la ausencia de futuro hacia el odio, la venganza y el castigo. Añoran la vieja estabilidad del mercado, aborrecen los derechos cristalizados en el Estado; les indigna la igualdad porque consideran que eso destruye las jerarquías sagradas de la empresa, la familia y la servidumbre individual. Son melancólicas de un idílico pasado mercantil en el que los capaces tenían lo suyo y los fracasados el desprecio merecido de la marginalidad. La imposición y la fuerza como método generalizado, aunque las distingue y les aporta seguridad para perseguir sus objetivos, también constituye el síntoma revelador de la fase decante del propio neoliberalismo que propugnan.

3º) Las derechas extremas son la contracara de las centroderechas

Ya dijimos antes que las derechas autoritarias no nacen de la nada. No aparecen de repente. Siempre han estado ahí, acurrucadas bajo el ala de las derechas centristas y moderadas. En tiempos de estabilidad económica son minorías activas que, en sus cenáculos, cual monjes reservados, guardan la sagrada llama del mercado y la autoridad. Pero cuando estallan las crisis abandonan sus monasterios y salen como apóstoles a reclutar adherentes. Y lo hacen, en primer lugar, entre las filas de las derechas moderadas que se hallan desorientadas por el malestar social, la divergencia entre las élites y la devaluación de sus antiguas recetas económicas.

Las derechas fracadas alimentan las derechas extremas. No hay necesidad de reconversión de creencias, sino que se trata simplemente de una transición hacia posturas más firmes. Al fin y al cabo, las derechas moderadas en sus tiempos de gloria también abrazaron el libre mercado, la austeridad fiscal, la reducción de impuestos y el control salarial, como lo demandan ahora las derechas autoritarias. Solo que las primeras comprendían que para que esas políticas sean duraderas había que amortiguar el ajuste con políticas sociales puntuales, garantizar el goteo de la riqueza para alentar el consumo y tolerar algún que otro progresismo cultural.

Pero cuando la economía cruje y los recursos a distribuir se secan, el derechista moderado entiende que perseverar en la misma senda puede generar mayores riesgos a su propiedad. Entonces le resulta natural sintonizar con quienes hablan de cambio, pero en su mismo lenguaje mercantil y propietarista. Entre la centroderecha y la extrema derecha hay, pues, una afinidad electiva que permite simplemente modular los grados de intensidad de sus adhesiones. El paso de la primera postura a la segunda —y viceversa— no requiere de una crisis existencial del militante.

Entre ambas existe un continuo: las separa una frontera difusa que se escora al centro o al extremo dependiendo de la gravedad de la crisis que se atraviesa. Por eso los energúmenos que hablan de «exterminar a los zurdos», que aplauden el libre uso de armas para aniquilar la delincuencia, que consideran lícito vender partes del cuerpo o que celebran que se deje de proteger a los pobres son los mismos vecinos que años atrás escondían su simpatía por las dictaduras o que pensaban en silencio que la ayuda social a los más pobres debería reducirse o ser más selectiva.

Son las mismas personas que votaban al centro, pero ahora tienen miedo, desazón y buscan aferrarse a algo que les devuelva un mínimo de certidumbre. Y lo más cercano e inmediato a sus adhesiones ideológicas de centroderecha es la derecha extrema, que no solo tiene una explicación de por qué las políticas de centro fracasaron, sino que promete una solución inmediata —ilusoria y falaz, pero solución al fin— en medio del caos imperante. Esta es la primera fuente de la que se alimenta la expansión de las extremas derechas. Y es que, al fin y al cabo, detrás del demócrata de derechas se esconde, como una doble personalidad dormida, un enfurecido derechista autoritario.

4º) Las derechas extremas crecen como reacción material y moral a la igualdad

Por lo general, en la historia política de las sociedades del mundo, los progresismos y las izquierdas políticas son fuerzas minoritarias cuando los programas económicos y de legitimación de políticas conservadoras atraviesan una etapa de expansión y apogeo. Son tiempos en que el consenso del mercado, la meritocracia y el emprendedurismo copan el imaginario social. Hay crecimiento económico y gobierna la esperanza de que se podrá mejorar los ingresos familiares si uno se esfuerza más. El horizonte predictivo de la sociedad se mueve en torno al mercado y el riesgo individual, como en los años 90 del siglo XX.

Cuando eso falla, aumenta el desempleo, la riqueza se concentra en muy pocas manos, bajan los salarios y las oportunidades de crecimiento se truncan. Las derechas que gobiernan se aturden ante sus fracasos y, antes de que las extremas derechas puedan reaccionar, es más probable una expansión de las fuerzas progresistas y de izquierda. Los viejos paradigmas de organización económica se desmoronan, especialmente entre las clases populares, en las que la gente se desprende de las anteriores expectativas ancladas en el mercado que, a fin de cuentas, solo les ha traído empobrecimiento y abandono.

Entonces es cuando las personas se hallan en disponibilidad a revocar antiguas creencias y adherirse a otras nuevas. Y si existe en ese momento un progresismo audaz que persiga de manera creíble el fortalecimiento de los bienes comunes del Estado para ampliar los derechos sociales de los necesitados, es previsible que esa apuesta sintonice directamente con la propia memoria histórica de las clases subalternas respecto a los momentos de bienestar conquistados mediante un Estado redistributivo y benefactor. Son los tiempos de las oleadas progresistas, como sucedió a inicios del siglo XXI en el continente latinoamericano.

Es probable que, en la crisis, una parte de las clases populares y medias se incline por proyectos de derecha. Pero también se inclinan hacia el progresismo, permitiéndole eventualmente ganar las elecciones. Ya en el gobierno, si el progresismo toma medidas inmediatas de reforma económica para ampliar los bienes comunes, distribuir la riqueza y proteger a los más débiles, la pobreza comenzará a ser revertida, aumentará el consumo interno y se verá favorecido el crecimiento económico. Cuanto más audaces sean estos cambios en la reasignación de la riqueza, mayor será la movilidad social ascendente de las clases populares.

A la par de la ampliación del consumo de los sectores empobrecidos crecerá el mercado interno y se ensanchará la base de las clases medias de origen popular. Así, de la clásica figura del triángulo achatado, con una gigantesca base de pobres, una clase media escuálida, y un vértice de ricos —imagen típica de las políticas neoliberales—, se pasará a una figura más parecida a un rombo, con un amplio espacio en el centro compuesto por las clases medias, tanto tradicionales como emergentes, y un decreciente sector pobre. Esta es la imagen que muestra el éxito de las políticas de igualdad que caracterizaron a algunos de los gobiernos progresistas en América Latina.

La misión del progresismo y la izquierda es precisamente el aumentar la igualdad, y eso se logra generando riqueza, distribuyéndola mejor y reduciendo las diferencias entre los que más y menos tienen, todo ello por medio de políticas estatales de justicia económica, tributación progresiva y nacionalización de bienes estratégicos.

Pero a la par del crecimiento de las nuevas clases medias de origen popular se produce, inevitablemente, una devaluación del estatus y los privilegios de las clases medias tradicionales, que ven perder la exclusividad de sus colegios privados, de sus locales de distracción, de sus destinos vacacionales o de puestos laborales anteriormente reservados para sus redes familiares. Y si las clases populares favorecidas por las políticas progresistas son además de origen indígena o afrodescendiente, no es solo el estatus y las distinciones de consumo de las clases medias tradicionales lo que se ve afectado, sino también su jerarquía, su capital étnico, que sea por el color de piel, el apellido o la ubicación geográfica, les garantizaban anteriormente el acceso a determinados privilegios.

En todos los casos, la igualdad económica —que, en términos de ingresos monetarios, amplía la clase media— genera devaluaciones clasistas y, con ello, resentimiento de los igualados. Los sectores medios tradicionales afectados no pierden ingresos ni propiedad. De hecho, estos aumentan. Pero, a la par, también aumentan (y a una mayor velocidad, si las cosas se hacen bien) los ingresos de los sectores populares, que gracias a las políticas estatales ahora pueden ahorrar, comprar una pequeña vivienda, mandar al hijo a la universidad, mejorar su consumo, etcétera.

Esta es la igualdad en acción, y aunque inevitablemente provoque aversiones y resistencias (e incluso resentimientos viscerales, en caso de que las diferencias clasistas hayan estado acompañadas de distinciones étnicas), el progresismo no puede permitirse retroceder o cambiar de dirección. Dicha democratización de los ingresos y los consumos no solo desmontará el viejo orden jerárquico de la sociedad, sino también el orden moral del mundo inscrito en el color de la piel.

En tal caso, la igualdad será asumida como un agravio que buscará ser revertido de la manera que sea, mejor violentamente para restablecer las viejas jerarquías étnicas. La extrema derecha racializada será entonces el mejor refugio para segmentos de clases medias que verán con espanto cómo los colores y la estirpe del poder se «ennegrecen». Contener al indio, si es que no se lo puede eliminar, o expulsar al migrante pobre, si es que no se lo puede detener en la frontera, serán los nuevos lenguajes profilácticos con los que las extremas derechas buscarán dar cohesión a sus nuevos seguidores reclutados entre las clases medias tradicionales.

5º) Las derechas extremas crecen por las decepciones de los progresismos

Las derechas extremas crecen en oposición a la efectividad de las políticas de igualdad que pueden impulsar las izquierdas y progresismos gubernamentales. En esos casos, sin embargo, es posible aislar o fragmentar esos impulsos antigualitarios creando continuamente mayorías sociales y políticas con el éxito de la igualdad.

Que no se crea que es el aumento del consumo de los sectores populares emergentes lo que los puede conducir a posiciones de derechas: es la incapacidad que a veces muestra el progresismo y las izquierdas para comprender las nuevas expectativas, aspiraciones y formas organizativas que adquieren estos sectores populares emergentes lo que eventualmente los empuja a abrazar posiciones conservadoras. Pero lo que sí provoca un daño demoledor en la articulación entre progresismo político e importantes sectores populares es la frustración que puede provocar un gobierno progresista al tomar decisiones que no detienen (o incluso incrementan) el deterioro de la economía popular.

La gente apoya a las izquierdas y los progresismos porque ha experimentado en carne propia el maltrato y el empobrecimiento neoliberal. Pero si el progresismo que llega al gobierno prometiendo bienestar y protección no cumple lo que prometió o empeora las condiciones de vida de las clases populares, lo que se produce inicialmente es un colapso cognitivo de las adhesiones y las esperanzas. El estupor se apodera de todo; las creencias se diluyen, el desánimo y la desafección lo inundan todo. Los humildes se sentirán traicionados y, luego, buscarán aferrarse a cualquier solución nueva que les devuelva la certidumbre imaginaria de un porvenir y les permita sancionar a quienes los defraudaron.

El apoyo de los sectores populares a soluciones de derecha autoritaria será la vía para exteriorizar ese enojo colectivo. No es que el pueblo se ha vuelto neoliberal ni que haya abrazado la creencia de que todos pueden ser emprendedores exitosos o que hay que destruir los derechos y los bienes comunes resguardados por el Estado. Lo que pasa es que las clases populares no pueden soportar más la incertidumbre de un porvenir que no aparece y, por ello, tienen que agarrarse de algo que les devuelva un mínimo de creencia en mejores días. Lo que sea, pero diferente a lo que ahora están soportando. Y mejor si es que pueden hacerlo distanciándose de quienes los desilusionaron, rechazando lo que ellos representan: la protección estatal.

Las derechas extremas se alimentan entonces de la pasividad de los progresismos, de su moderación ante los graves problemas, de su falta de compromiso con los sufrimientos más intensos que desgarran el cuerpo popular. No se le puede pedir a la gente que actúe con conciencia cuando la pobreza interminable desgarra los estómagos de sus hijos. Es el progresismo el que tiene que tomar conciencia de esa pobreza y actuar inmediatamente en consecuencia, como supo hacerlo en otras ocasiones.

Si este reflujo social viene además cabalgando una inflación que el progresismo no ha podido contener o ha agravado, la disponibilidad social a políticas de shock y antiestatistas será inevitable. Y es que la inflación disuelve, como aire en las manos, el más importante y estable artefacto colectivo de medición, resguardo y cambio del esfuerzo laboral de las personas: el dinero. Con ello, desvanece cualquier vieja lealtad hacia los gobernantes y hacia el Estado que han permitiendo ese colapso. Si a todo esto sumamos también la cercanía en la memoria popular de un Estado que durante la pandemia encerró a la sociedad más allá de lo económica y físicamente tolerable, entonces no cabe duda de que los sedimentos libertarianistas y antiestatistas, que habitan fragmentos del sentido común, se verán convocados y reforzados.

Pero a estas alturas vale preguntarse por qué esta frustración popular no se canaliza con salidas más de extrema izquierda o revolucionarias. La razón es que la experiencia de lo popular como cuerpo movilizado, como conquista de derechos colectivos y cuotas de poder ha transcurrido al interior de las banderas del progresismo durante décadas. De no mediar un estallido social que formatee la base de la memoria histórica, la evocación de cualquier forma de lo popular y sus conquistas colectivas toma cuerpo en el progresismo, incluso en contra de sus propios deseos.

Esa es la lógica de las profundas y duraderas lealtades populares forjadas en los momentos ígneos de la historia social. Eso es lo que da persistencia al recuerdo de los grandes líderes y grandes conquistas históricas con cuyas banderas una y otra vez los progresismos llaman a cambiar el mundo. Pero a la vez, esa es también la frontera con la que la gente asocia, llegado el caso, el fracaso de la capacidad de transformación progresista y de izquierdas, y la razón por la que decide abrazar salidas derechistas y autoritarias. Cuando el progresismo tiene raíces profundas e históricas en la íntima experiencia popular, el fracaso del progresismo es el fracaso de cualquier izquierda posible.

Recapitulando, tenemos entonces que las extremas derechas crecen al calor de las crisis económicas devorando a las derechas moderadas. Que se endurecen en sectores medios ante el avance de las políticas de igualdad exitosas y que adquieren apoyo popular al momento de la decepción del progresismo moderado. Por donde se vea, son y serán actores de primera línea mientras la crisis general se mantenga.

6º) Las derechas extremas serán derrotadas saliendo de la crisis económica con mayor igualdad material, redistribución de la riqueza y bienestar popular

¿Qué hacer mientras el neoliberalismo paleolítico cobra fuerza y quiere colonizar los ímpetus de cambio y bienestar? No es casualidad que el enemigo público de esta oleada regresiva y represiva a manos de un tipo de neoliberalismo cavernario sean los derechos sociales inscritos en el Estado.

El Estado es el receptáculo de lo común de una sociedad. Bajo la forma de monopolios y burocracias, el Estado es el depositario de una parte de toda la historia común que han producido los pueblos; es la condensación de lo común de sus luchas, lo común de sus victorias y lo común de sus derrotas; sintetiza sus logros colectivos, su épica y sus bienes acumulados a lo largo de décadas y siglos. El Estado es la cristalización de los derechos de las personas conquistados en miles de batallas —incluso contra el mismo Estado— que, para mantenerse en el tiempo y heredarse a las nuevas generaciones, se instituye como ley, como norma, como presupuesto y como institución en el propio Estado.

El Estado no es el derecho ni produce el derecho de los pueblos. Los derechos los conquistan los pueblos mediante huelgas, paros, marchas e insurrecciones. Para consagrarlos y mantenerlos en el tiempo después de las grandes batallas, los propios pueblos buscan que esas luchas queden grabadas e instituidas en el Estado en forma de derechos, como fuerza legal con efecto vinculante. Es cierto que también en el Estado gravitan predominantemente las influencias y la fuerza de los poderosos. Pero para legitimarse necesitan tolerar, aceptar o soportar la historia y las victorias —tanto las pequeñas como las medianas— de los pueblos.

Esa es la dimensión paradojal de los Estados: son estructuras de dominación pero también de inclusión, de agrupación y de defensa de los pueblos. Se trata de una fluida y cambiante tención, que es inherente a su existencia.

Por eso cuando los neoliberales autoritarios se plantean «dinamitar» el Estado, lo que quieren hacer es dinamitar ante todo la historia de luchas y derechos que los pueblos han conquistado con sangre y sacrificios. Lo que pretenden hacer es borrar lo poco (o lo mucho) de derechos comunes que las sociedades han labrado a lo largo de la historia: la educación pública y gratuita, la salud pública, los bienes públicos, los recursos comunes (el agua, el gas, los minerales, el litio) o los servicios públicos, que luego del gran derrumbe inducido, como siempre ha sucedido en cada afrenta liberal, serán subastados ante una jauría de ricos en busca de ampliar su riqueza privada con la riqueza pública.

La sustitución de lo público por lo privado, por el mercado, es la extinción de lo común que tienen los pueblos, de los lazos que los unen como comunidad histórica y de destino. La propiedad privada que se ofrece como el becerro de oro de los egoísmos individuales es lo opuesto a lo común de una sociedad. Es la conversión de una nación en un conglomerado de átomos zombis sometidos despóticamente a la gran propiedad de unos cuantos adinerados. Pues es privada, es decir, propiedad de unos pocos que excluyen, arrebatan y someten a otros muchos. Y cuanto más grande es, más exclusiva y excluyente se torna.

Por eso es que las oligarquías no tienen patria. Nunca la han tenido ni desean tenerla. Porque no tienen nada en común con el resto del pueblo. Es más, lo desprecian y les avergüenza. Pero al mismo tiempo lo necesitan, porque su riqueza privada nace del robo de la riqueza común producida por el resto. Las oligarquías necesitan del pueblo para succionar sus esfuerzos, para expropiar sus bienes comunes.

A eso se refieren cuando hablan de «dinamitar» el Estado. Pero lo paradójico es que su antiestatismo es en realidad un estatismo vergonzante y falaz, pues necesitan al Estado para vaciar y privatizar al mismo Estado en beneficio de unas diminutas oligarquías. Los «antiestatistas» necesitan del Estado, además, para coaccionar e imponerse a la fuerza a los insumisos. El mercado no lo puede hacer. Solo el Estado tiene la fuerza coercitiva legal, es decir común y reconocida por todos, para garantizar y defender el derecho a la gran propiedad y la riqueza de un puñado de personas.

Perder la batalla de los derechos y de lo común de una sociedad frente a la gran propiedad es perder la batalla de lo que convierte a un conglomerado de habitantes de un territorio en una nación. Y la única manera de defender lo logrado en común y en derechos es ampliar lo común y los derechos. Los pueblos no pueden conservar sus derechos sin avanzar hacia otros nuevos. Solo preservar implica retroceder.

Por eso la única manera de derrotar a las extremas derechas, de impedir que crezcan, es resolver la crisis económica y la crisis de esperanzas que las alimenta. Hay que resolver la crisis, pero no en favor de los ricos, sino en beneficio común de los humildes, de los trabajadores. Quitar la riqueza acumulada en pocas manos para distribuirla mejor entre la gente común e impulsar más producción para producir más riqueza a distribuir entre todos. Los paliativos temporales no resuelven el problema e incentivan la angustia.

Así es que el primer problema a abordar desde la sociedad y desde cualquier gobierno progresista, en esta oleada o las que aun vendrán, son mejoras rápidas y visibles en los ingresos económicos de manera duradera y previsible en el tiempo. La inflación corroe la certidumbre diaria de las familias y, con ello, las lealtades y apoyos políticos.

Para contrarrestar aquello no existen en el mundo más que dos vías: o bien se mutilan los ingresos reales de las mayorías o bien se reducen las ganancias de los empresarios. El progresismo y las izquierdas solo son realmente progresistas o de izquierdas si hacen esto último. Control de precios, control del comercio exterior, aumento de los impuestos a las fortunas, eliminación de exenciones de privilegio que estabilicen el valor de la moneda y el salario real de los trabajadores, estatización de empresas estratégicas que generen excedentes elevados.

Hay que dejar de lado el credo liberal, añejo, de ajuste y austeridad fiscal. Las economías más avanzadas tienen un endeudamiento promedio de entre el 100% y el 150% de su PIB y a pesar de ello están implementando planes multimillonarios de empleos, modernización de obras públicas (Estados Unidos), subvención a la energía (Europa) y subsidios a las industrias estratégicas de softwares, energías limpias, inteligencia artificial (Estados Unidos y Europa).

En nuestras latitudes resulta indispensable darle sostenibilidad en el tiempo a las reformas sociales para que no dependan de las fluctuaciones de los precios de las materias primas. Esto significa impulsar procesos de reindustrialización selectivos a gran escala y masivos en pequeña escala, tanto públicos como privados. El continente necesita un shock de industrialización de materias primas, de alimentos, de energías verdes, de química básica, de electrodomésticos, de autos eléctricos, etc. Pero también precisa un shock de industrialismo en los ámbitos micro del consumo local, en la artesanía, en las pequeñas empresas y en los servicios, que es donde se ubica la mayor parte de la población laboriosa.

Lo importante es crear una base productiva duradera y ecológicamente sustentable para redistribuir la riqueza común de la sociedad y ampliar nuevos derechos colectivos. Al hacerlo, simultáneamente, se logrará promover un nuevo horizonte de futuro movilizador y garantizar el apego democrático de la población, con el fin de que la democracia y el protagonismo social estén asociadas a la igualdad y la justicia económica.

Desde hace quince años América Latina y el mundo viven en medio de un vórtice de transición de la economía global a otro modelo, más fragmentado. Se trata de un vórtice caótico y lleno de incertidumbres, plagado de perplejidades y complicaciones, de nuevas oleadas y contraoleadas, tanto progresistas como conservadoras, sin que ninguna de ellas pueda aun estabilizarse. Esta situación puede durar tal vez una década más, años que estarán llenos de victorias cortas y de derrotas también cortas.

Pero este flujo y contraflujo no puede durar indefinidamente. La situación tendrá que estabilizarse. De qué manera se estabilice, si adoptando rasgos conservadores y autoritarios o progresivos y democráticos, depende de lo que hagamos hoy. Depende de la audacia y la perseverancia con las que las distintas fuerzas políticas y clases sociales concurran al encuentro con la Historia. Y, ojalá, en ese enorme torbellino de fuerzas contradictorias las fuerzas de la justicia social, de la igualdad radical y de la comunidad triunfen por sobre las del egoísmo, la gran propiedad y el autoritarismo.


Este artículo es una adaptación de la conferencia brindada por Álvaro García Linera en la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata (Argentina) el 22 de septiembre de 2023.

Compartido con SURCOS por Nora Garita.

Bertrand Russell. Matemático, filósofo, visionario, escritor y Premio Nobel de Literatura

El filósofo británico Bertrand Russell.

Juan Jaramillo Antillón

Nació en Gales, Inglaterra, en 1872 y falleció en 1970 en Gales. Provenía de una familia de la nobleza británica, su abuelo Lord John Russell había sido un primer ministro liberal de Gran Bretaña. Su padre era el vizconde de Amberley, un aristócrata británico que era un libre pensador. Él tenía el título de conde y no lo usó, lo mismo el de Lord. Quedó huérfano a la edad de 4 años y quienes lo educaron fueron sus abuelos.

Se casó cuatro veces y tuvo tres hijos, no creía en la fidelidad del matrimonio. En el campo religioso, de niño y joven su abuela paterna tuvo una gran influencia en él y lo instruyó sobre la Biblia. Años después, ya hacia afirmación publica de no ser religioso y señalaba: «La religión se basa primeramente en el miedo. Es en parte el terror hacia lo desconocido y el anhelo de sentir que se tiene un hermano mayor que siempre lo protege a uno y está ahí si lo necesitas». Russell considera que hay argumentos lógicos para afirmar la no existencia de Dios. Años después se calificó como un agnóstico, porque no creía que existiera un argumento concluyente con el cual uno demuestre que no existe un Dios.

Fue un pacifista declarado contra la guerra; se opuso públicamente a la Primera Guerra Mundial por lo que fue destituido de su puesto de profesor en la Universidad de Cambridge y hasta sufrió prisión por esa causa. De hecho, lo calificaron como traidor al país que lo había visto nacer y alimentaba.

Aceptó la necesidad de una Segunda Guerra Mundial debido al peligro de Hitler y sus ideas. Criticó a los Estados Unidos por la guerra con Vietnam. Era un detractor de la propiedad privada ya que decía que el origen de ésta estaba en la violencia, el robo por el capitalismo y cómo el Estado protegía a la propiedad privada.

Consideraba al Estado otro mal y creyó durante un tiempo que la cura era él comunismo. Afirmaba que: «La libertad es el bien supremo, pues sin ella la personalidad es imposible. Solo por la discusión libre podemos abrirnos camino a través de errores y perjuicios, hacia la perspectiva total que es la verdad». Sin embargo, luego de haber ponderado el socialismo marxista de la Unión Soviética, establecido por Lenin, cuando visitó Rusia se desilusionó del comunismo personalmente al ver el totalitarismo de Stalin y darse cuenta de que jamás ahí se podría tener una democracia. Pensaba que la misión de los intelectuales era la difusión de una cultura que habituara a los hombres a la revisión de sus propias ideas y a la mutua colaboración.

Después de su viaje a Rusia y luego a la India, pasó en 1921 a vivir y a enseñar un año a China y de ahí que yo lo califique de «visionario» pues él se dio cuenta de que la lentitud y calma del pueblo chino para realizar sus labores sí tenía mucho valor, y ponderaba el respeto y obediencia a los mayores y el colaborar con sus gobernantes. Todo eso, decía, se debía a que China poseía una cultura muy antigua y quizás más profunda que en Occidente. Y señaló lo siguiente:

Me he convencido de que la raza blanca no es tan importante como pensaba que era. Si Europa y América se matan en una guerra, ello no significaría la destrucción de la especie humana y ni siquiera el fin de la civilización. Quedará todavía considerable número de chinos, y en muchos aspectos China es el mayor país que yo he visto. No es sólo el mayor numérica y culturalmente, sino el mayor intelectualmente. No conozco otra civilización donde haya tal apertura de mente, de tal realismo, tal disponibilidad a enfrentarse a los hechos cual son, en vez de tratar de distorsionarlos según su patrón particular.

Todo lo relatado antes sucedió antes de la guerra civil en 1927 entre los nacionalistas chinos de Chiang Kai-Shek y los comunistas de Mao Zedong. O sea, antes de que los comunistas llegaran al poder en 1948.

Ahora entiende uno por qué al morir Mao, su sucesor Deng Xi Ping no solo realizó cambios al comunismo con una apertura al capitalismo con empresas privadas y a los mercados mundiales, sino que restauró las enseñanzas del maestro Confucio, quien había enseñado sobre el respeto a la familia, la obediencia patriarcal y el respeto y colaboración del pueblo para el gobernador o gobierno de turno. Por eso su gran laboriosidad, su dedicación y la falta de huelgas tan frecuentes en Occidente; de ahí que su industria y comercio floreció tan rápido, como ninguna nación lo ha hecho, ni siquiera los Estados Unidos.

Fue un declarado defensor del desarme nuclear. Terminó siendo una especie de socialista-liberal, aunque se reía cuando se lo decían. Autor de numerosas obras filosóficas y sobre matemáticas. Fue coautor de una gran obra: Principia Mathematica junto a G. Moore, A. Whitehead y L. Wittgenstein. Sus trabajos tuvieron una influencia importante en matemáticas, lógica, teoría de conjuntos, ciencia del conocimiento y hasta en inteligencia artificial. Ahí llegaba a la conclusión de que la aritmética y posiblemente las matemáticas en su totalidad derivan de los principios fundamentales de la lógica. Él decía:

Las matemáticas si se les contempla debidamente poseen no solo la verdad, sino la suprema belleza, una belleza fría y austera, como la de la escultura… es sublimemente pura y capaz de una perfección adusta, como solo el mayor arte puede mostrar.

Se señala que este libro constituye la mayor contribución al desarrollo de la lógica, después de las enseñanzas de Aristóteles en este campo.

Era ahijado del famoso escritor John Stuart Mill quien decía: «Por encima de uno mismo, por encima de su propio cuerpo y de su mente, reina el individuo», y sus escritos influyeron mucho en su manera de pensar.

Apoyó la idea de una filosofía científica y propuso aplicar el análisis lógico a problemas como el de mente-cuerpo o a la existencia del mundo físico: «La meta de la filosofía debería ser igualar la perfección de las matemáticas, confinándose a afirmaciones similarmente exactas y similarmente verdaderas antes de toda experiencia. Las proposiciones filosóficas han de ser a priori».

En 1950 le dieron el Premio Nobel de Literatura por sus innumerables escritos donde defendía los ideales humanitarios y la libertad de pensamiento y de acción.

Notas

Durant, W. (1978). Bertrand Russell. The Story of Philosophy. Nueva York: Ed. Simon and Schuster.
Grattan-Guiness. (2000). The Search for mathematical Root. Reino Unido: Princenton University Press.
Magee, B. (1995). Bertrand Russell. Historia de la Filosofía. Barcelona: Ed. Blume. Russell, B. (2017). Viaje a la revolución práctica y teoría del Bolchevismo. Barcelona: Editorial Ariel. Wikipedia. (2023). Bertrand Russell. Internet. Vía Google.

Publicado en https://www.meer.com/es/76954-bertrand-russell y compartido con SURCOS por el autor.

Ante la amenaza conjunta de Nogui Acosta y sus jefes del FMI al salario escolar, una nota…

Freddy Pacheco León

Hace 28 años se aprobó ese ajuste salarial que se paga diferido. Para el trabajador significa una retención obligatoria que cae muy bien a inicios del año. Al sector privado se le propuso inicialmente algo, al menos similar, pero pocos lo aceptan porque quizá muchos patronos, reportan salarios menores haciendo pagos como »servicios profesionales», para escamotear cargas sociales y llevar una contabilidad paralela que les permita no reportar ganancias (por eso ¡la evasión de impuestos supera el déficit fiscal!).

Esos «patroncitos», no podrían pues, reportar salarios reales porque se les «jode el negocito». Pero dichosamente no todos piensan así, por lo cual, a través de un mecanismo formal facilitado por el Banco Popular, donde el patrón deduce un porcentaje mensual del salario para depositarlo en cuentas individuales a nombre del trabajador, este ve recompensado su esfuerzo, al contar con un salario escolar al iniciar el año.

Para el 2023, cerca de 13 mil trabajadores privados contaron con ese ingreso extra, que en total sumó más de ¢1000 millones, y que se espera siga aumentando, de ser acogido voluntariamente por trabajadores y patronos, con mayor entusiasmo y acorde con los postulados de la ley.

En fin, para conocer el origen histórico del «salario escolar» veamos lo que nos dice su gestor, en el gobierno de Figueres Olsen, el exministro de Trabajo Farid Ayales:

“El salario escolar es parte integrante del salario del trabajador con la particularidad que el 8.25% se paga en forma diferida a final de la primera quincena de cada enero. Se constituyó de acuerdo a mi propuesta que el aumento salarial del primer semestre de 1995 se pagara así. Mi propuesta fue acogida por el Consejo Nacional de Salarios que es independiente. Por tanto, NO se puede eliminar o incautar porque sería una rebaja ilegal del salario».

¡Lástima que hace un año Feinzaig, que pretendió eliminarlo, y ahora Acosta y sus titiriteros del FMI, no son dados a estudiar, porque se hubieran evitado el ridículo que están haciendo!