¿Ciudadano distinguido?
José Luis Valverde Morales
Calificaría usted como ciudadano distinguido.
Si es hijo de papi y mami, esposo de…, adulador consumado, aprovechado de descuentos sin precedentes en bonos de la deuda política, importador de lo que sea, sobalevas, muñeco de portal asintiendo con la cabeza, a lo mejor puede ser considerado para presentar una futura solicitud de referéndum.
¡No gracias!
Si debe salir a pellejearla cada día, ver cómo se las agencia para mandar a los hijos a estudiar, proveerles el sustento, ya está quedando al margen de los escogidos.
Salir a doblar el lomo en los surcos de la tierra lo descalifica, si le toca jalar ubres o conectarlas a una máquina de madrugada para ordeñar vacas, ya tiene tarjeta roja.
Si es mujer la cuesta es más empinada, sin estudios u otros idiomas como segunda lengua, si no se doblega a caprichos, está quedada.
La persona común y corriente sólo es tonto útil para aclamar al líder ante la pregunta cajonera de encuestadores a sueldo.
Si es inconsciente o manipulable al depositar el voto, ni hablar.
Para acceder a donde viven esos “ciudadanos distinguidos” debe franquear altas murallas de residenciales de lujo, donde no sobrevuelan ni avionetas, ni drones, los mortales a pata, salvo servidores domésticos, no tienen cabida.
El resto de los mortales no escalan más allá del rango de “muertos de hambre”, como le espetó la hija del embajador del partido contrario, dejado en el cargo, en esas componendas politiqueras, aparentemente reservadas a los notables.
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