¡Cooperación, SÍ; sometimiento, ¡NO!

Oscar Madrigal

Así proclamó López Obrador ante una multitud antier para enfrentar los intentos de los representantes republicanos de EEUU de intervenir en los asuntos internos de Méjico.

Es la definición moderna del anti-imperialismo: mientras AMLO firma un TLC con Canadá y USA, nacionaliza el litio y la energía. El anti-imperialismo es la defensa de la Soberanía de los Pueblos, como también lo afirmara Sandino.

Es claro y evidente que EEUU es la primera potencia mundial económica y militar del mundo y que su política es la de imponer sus intereses individuales y de seguridad a otros países. Eso, creo, nadie lo discute: se trata de una política esencialmente propia de un Imperio.

Por esa razón la lucha de los pueblos latinoamericanos ha estado marcada históricamente por la defensa nacional ante los intentos de dominación de la Nación del Norte.  

La política latinoamericana actualmente es, junto con otras pretensiones, la Defensa de la Soberanía, lo que significa la defensa de los intereses nacionales, propios del país, ante los intereses ajenos y contrarios a esos intereses nacionales, vengan de donde vengan. Más que política anti-imperialista, hay que hablar de Soberanía Nacional.

Por otro lado, nuestros países están en un mundo globalizado donde la Cooperación entre Naciones es imposible de obviar, tanto en cuanto a la inversión de capitales de un país en otro, como la defensa de las materias primas y el desarrollo conjunto de los países.

Que un país como Costa Rica debe colaborar con EEUU en diferentes campos es una realidad imperiosa. Sin embargo, esa colaboración debe hacerse con respeto entre las naciones.

En el PVP definíamos el carácter o contenido de la Revolución (el cambio en las relaciones de poder) como Democrática y anti-imperialista. Ese anti-imperialismo era inmediatamente una declaración contra EEUU, el país imperialista. Desde ese momento tomábamos partido, en ese entonces de bipolaridad, con la Unión Soviética y sobre todo como enemigos -per se- del gobierno estadounidense. Eso estaba consignado así en un programa concebido teóricamente y, probablemente, en términos abstractos. Pero un partido para gobernar, con vocación de poder y gobierno, la posición internacional no puede ser -por definición y de entrada- contra un país. Las relaciones internacionales, en la realidad, más que posturas ideológicas, deben ser conductas realistas en beneficio del propio país. Un partido de gobierno debe tener presente que vive en un mundo determinado y, para nuestro caso, en una región importante para EEUU.

De todas maneras, hay que comprender que América Latina solo será tomada en cuenta si actúa como una sola voz, si se une para lograr algún peso en esta nueva situación internacional de lucha entre potencias, por un lado, EEUU y por otra China-Rusia.

La defensa de nuestros océanos, la prohibición de la exploración y explotación de petróleo o el rechazo a la minería abierta, son posiciones nacionalistas y casi seguro anti-imperialistas

La política internacional de un país como Costa Rica es la defensa de la Soberanía Nacional y en esta tesitura, tal y como lo definió AMLO, se trata de combinar acertadamente la cooperación con todos los países, pero conservando la altivez y dignidad de nuestra soberanía.