Coronavirus y Crisis Sistémica del Capitalismo

Wim Dierckxsens y Walter Formento

El Departamento Ecuménico de Investigaciones (DEI) envió a SURCOS el siguiente análisis de coyuntura:

Con el gobierno de Trump no solo se manifiesta claramente la crisis agónica, turbulenta y conflictiva del capitalismo, sino que se evidencia con la actual Gran Depresión la imposibilidad de salir de la misma.

Expresando un nacionalismo industrialista, anti-oligarquía financiera, Trump está en una confrontación total con las fuerzas del esquema de poder globalista (representadas en EEUU por el establishment financiero-político globalista en la cúpula del Partido Demócrata). En forma secundaria se enfrenta con el esquema continentalista (el establishment financiero-político del Partido Republicano, específicamente el Tea Party con el que no tiene su enfrentamiento principal y pudo acordar una coalición de gobierno para garantizar un mínimo de estabilidad).

Las empresas estrellas del globalismo en inteligencia artificial, informática, internet, robótica, supercomputadoras, telecomunicación, etc. (Facebook sino también a Twitter, Netflix, Alphabet, Google, Apple, Instagram, Amazon y Microsoft), muy a menudo con fuertes inversiones en China (Hong Kong, Shanghái, Taiwán), son atacadas a su vez por Trump, quien ha comenzado una guerra económica no tanto contra China como país, sino en primer lugar contra dichas empresas trasnacionales angloamericanas con fuertes inversiones fuera de EE. UU., con la finalidad de que se “relocalicen” nuevamente en territorio estadounidense.

La crisis bursátil de 2008 afectó a los ´valores estrella´ de la Bolsa esta manifestación ha hecho bajar las esperanzas de un nuevo ciclo tecnológico productivo dirigido por el capital financiero globalista. Con ello se manifestó en primer lugar que el capitalismo actual no estaba en condiciones de generar un ciclo expansivo en el ámbito de la producción. Lo que observamos desde entonces es la baja en las tasas de interés de los grandes bancos centrales para que los grandes consorcios obtengan crédito prácticamente gratuito para la recompra de sus propias acciones que no dejaron de subir, generando grandes beneficios para el 1% de la población acentuando una profunda desigualdad en la sociedad.

Al estar lo nacional subordinado al capital transnacional desprovisto de soberanía efectiva, tiene pocas posibilidades de mejorar las condiciones de vida de las poblaciones si no se entronca con una visión y política de soberanía popular. La imposibilidad de salir de la crisis capitalista en esta Gran Depresión obliga en última instancia una nueva racionalidad económica a escala global.

En la Gran Depresión el capital se verá obligado prolongar el ciclo de reproducción del capital para bajar el costo tecnológico a transferir al producto final y podrá sacar en el corto plazo a las empresas menos competitivas. Lo anterior es más factible al cerrar las fronteras, o sea con más proteccionismo, hecho que a su vez lleva la espiral de acumulación hacia abajo y agota la racionalidad económica capitalista.

En la Gran Formación Social Emergente (con potencialidad de estar integrada por diversos países con soberanía nacional recuperada) estas dinámicas ya han cobrado un claro tinte de “desconexión”, con marcados rasgos antiimperialistas como es el caso de China y Rusia.

De cualquier forma, es muy probable que el mundo del capital que hemos conocido hasta ahora, comandado por el Eje Anglosajón desde 1700, con sus sucesivas expansiones globalizadoras unipolares que han abortado cualquier clase de soberanía popular nacional, esté llegando a su fin con esta Gran Depresión.

El colapso e implosión de esta última fase de globalización en la actual Gran Depresión afectará también, ya lo está haciendo, la propia existencia de bloques económicos y políticos, basados en el neoliberalismo como la Unión Europea.

Frente a esa decadencia, la Gran Formación Social Emergente (con China como epicentro y el tándem chino-ruso como motor) propone reconectar el capital ficticio a la economía productiva, redes de comercio, inversiones en infraestructuras y aprovechamiento de la energía en curso, de cara a una transición energética. Una Zona de Estabilidad, en definitiva, para posibilitar una alternativa post crisis al mundo con miras a una posible transición posiblemente gradual al postcapitalismo.

Por su parte, el Eje Globalista Anglosajón se resiste a ceder el puesto como hegemón mundial. Socava todos los intentos de construcción de la “autopista de la seda”, y son casi seguramente los responsables de la actual guerra biológica iniciada en China. Trump, por su lado, es consciente del inevitable repliegue del petro-dólar frente al petro-yuan-oro.

Su administración oficialmente no se alinea con la Gran Formación Social Emergente, pero en medio de la Gran Depresión quedará clara su posición al respecto alineándose con el proyecto multipolar y pluriversal.

La crisis del coronavirus como causa pantalla de la Gran Depresión

El coronavirus está siendo usado como excusa para buscar la explicación de la quiebra de los mercados planetarios, cuando esto es algo que empezó mucho antes. La gran crisis económica se anunció mucho antes de la crisis del coronavirus. Desde setiembre de 2019 la Reserva Federal (FED) invertía un billón de dólares al día, creada de la nada o emitida sin respaldo, primero para salvar al megabanco JP Morgan, entre otros bancos, así como diferentes Fondos de Cobertura (Hedge Funds) netamente especulativos y de gran riesgo.

Como hemos señalado durante los últimos años en diferentes publicaciones nuestras, era cuestión de tiempo para que la ¨Madre de todas las Burbujas¨ (la bolsa de valores) explotase y el coronavirus sirvió para “encubrir” a los responsables de la misma y dejarla explotar con toda la fuerza. Han sido los bancos centrales, los megabancos y en primer lugar la Reserva Federal (Fed) de EEUU, los que han creado la gran burbuja bursátil otorgando crédito a tasas de interés bajas a los grandes bancos, a costo (casi) cero, para las grandes corporaciones que solían no invertir en la economía real, sino recomprando sus propias acciones obteniendo de esta forma ganancias sin producción y respaldo alguno.

Hubo una mega-inflación de los precios de las acciones que enriquecieron al uno por mil (0,001%) de la población a costa del 99,999% restante. Estos números son muy gráficos de la situación de los beneficiados, por ello la “confusión” en el seno del gran capital financiero.

El coronavirus, en otras palabras, no es el causante del colapso bursátil sino la cobertura perfecta para los verdaderos responsables de esta gran crisis económica de raíz financiera: la Banca Central, la gran Banca privada transnacional y las grandes corporaciones transnacionales.

Es difícil no dejarse llevar en la lectura de los hechos en este momento, por todo lo que implica el coronavirus, pero dentro de unos meses ya no habrá pánico en torno al virus, pero sí se nos presentará una pesadilla más duradera, una Gran Depresión Económica varias veces más grande que la de los años treinta.

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