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Desafíos del diálogo social como forma de construir una visión compartida de país

Vivian Rodríguez Araya

Vivian Rodríguez Araya
Directora nacional Asamblea del BPDC*

El diálogo social es, hoy en día, una práctica de gran valor. Para algunas personas sería más favorable y sencillo ejercer la autoridad de manera unilateral, inconsulta y autocrática. Lo cierto, es que el diálogo social se halla en los cimientos de todo lo bueno que se ha construido en este país desde el punto de vista institucional y de ampliación de los derechos políticos, económicos y sociales de nuestra población.

Es necesario reivindicar el diálogo social como pilar de la vida democrática, porque este ejercicio cívico permite a personas con visiones distintas construir una perspectiva común, que respeta y celebra la diferencia.

El diálogo social no implica que todos pensemos y actuamos de la misma manera. Eso no es diálogo, sino un soliloquio entre varios. La fortaleza del diálogo social radica, justamente, en la pluralidad de actores y la diversidad de opiniones. Y por ello se requiere una vocación y compromiso para el diálogo. No es algo dado: es una práctica que nos exhorta a ejercer el respeto por la diferencia, a anteponer el interés de la colectividad antes que el interés individual.

La Asamblea de Trabajadores y Trabajadoras ha demostrado, desde su fundación, un compromiso genuino para con el diálogo social. Y es que su composición heterogénea, esa diversidad tan rica de sectores que integran esta instancia, obliga a que la población delegada que integra este órgano colegiado desarrolle competencias para la negociación, el diálogo y la toma de decisiones consensuada.

Este compromiso genuino con el diálogo social nos llevó, como Directorio Nacional, a dar un paso al frente para, junto al Consejo Nacional de Rectores y la Mesa Nacional de Diálogo Social y Productivo, liderar la génesis e implementación del Foro Diálogo Nacional de Alto Nivel, conscientes de la necesidad de construir una visión de país compartida, que nos permita atender las múltiples dificultades que están erosionando la calidad de vida de nuestra querida Costa Rica.

Una de las dimensiones que ha priorizado el Foro Diálogo Nacional de Alto Nivel es la salud y la previsión social, que es la temática que nos convoca esta mañana.

El drama de las listas de espera es una problemática que, de una u otra manera, toca a cada uno de los hogares de nuestro país. Todas y todos conocen a alguien que está a la espera de un diagnóstico, cirugía o procedimiento, espera que se prolonga por meses y hasta años. Lamentablemente, quienes esperan son una madre, un padre, un hijo o hermano. Una vida humana que, poco a poco, se deteriora ante la falta de una pronta y oportuna atención médica.

Con preocupación observamos cómo, bajo la actual Administración, las listas de espera lejos de reducirse se han incrementado. Lo que significa que, en lugar de llevar esperanza a las familias que actualmente esperan que su familiar sea atendido, lo que reciben es mayor preocupación e incertidumbre.

La Caja el Seguro Social, “la que nos cuida”, reza uno de su eslogan institucional, hoy atraviesa una dificultad sin precedentes, donde se observa una ausencia de soluciones articuladas y coherentes que permita reducir esas dificultades.

Conocido esto, el mayor desafío de la seguridad y previsión social son los problemas estructurales que arrastra la política pública del país, la problemática que enfrentamos hoy los usuarios de la salud pública costarricense se encauza como un núcleo estructural dañado de políticas públicas enfermas que impactan negativamente en el servicio de salud pero que arrastra consigo en ese núcleo a la educación a la seguridad ciudadana, la empleabilidad, la productividad y las finanzas del país.

De modo que ese núcleo defectuoso y carente entendido como un problema estructural país, nos obliga a reflexionar y a profundizar en propuestas serias que impacten significante las problemáticas y sean trasformadas en políticas sanas de prevención y de sostenibilidad de la seguridad social.

Pero esta no es una tarea únicamente para el sistema público es una tarea en conjunto con sectores privados, políticos, sociales, productivos, sociedad civil, poderes del estado y otros que articulen la voluntad política y el compromiso de todos los involucrados, bajo el respeto de los derechos fundamentales.

El dialogo social es un instrumento que se ha utilizado en muchos momentos de la historia costarricense, y me remonto a los años 40, cuando una alianza entre diversos sectores promovieron una importante reforma de políticas progresistas que dio lugar a las Garantías Sociales, esas garantías que permiten todavía en Costa Rica una atención medica universal, acceso a una educación pública gratuita y obligatoria para optimizar los índices de alfabetización, que permite al ICE dotar al país de accesibilidad en telecomunicaciones y electrificación a todo el territorio, y que dota a los trabajadores y trabajadoras costarricenses de una serie de derechos laborales gracias al Código de trabajo.

Citado lo anterior, concluyo diciendo que somos todos los llamados a propiciar este diálogo social como un entorno benéfico para la construcción de soluciones reales y efectivas, el diálogo social es la herramienta poderosa para estabilizar las relaciones sociales y productivas, para preparar el camino al futuro bajo un papel esencial en el progreso de una sociedad democrática.

Reflexionar con sentido crítico y propositivo las diversas perspectivas y reflexiones que se aborden en este proceso de diálogo nacional inclusivo, para que confiados en que los insumos y acuerdos logrados permitan avanzar, de manera colaborativa, a perfilar y consensuar francas soluciones que fortalezcan el proceso de Diálogo Nacional de Alto Nivel para la construcción de una visión compartida de país.

*Asamblea de Trabajadores y Trabajadoras del Banco Popular y de Desarrollo Comunal.

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