El despertar de «Beelzebub» o «Belcebú»

Alberto Salom Echeverría

Belcebú, avaricioso
De rostro hinchado; coronado con una cinta de fuego;
Cornudo, amenazante;
Peludo y con alas de murciélago.
Pensar es fácil, actuar es difícil,
Y poner los pensamientos de uno mismo en acción
Es lo más difícil del mundo.
Goethe.

Continuación del relato.

Después de la reunión de los estudiantes en la Facultad de Filosofía, el grupo de los cinco jóvenes universitarios quedaron entusiasmados. Sintieron que había sido un buen comienzo, por más que era una gota en el gran océano; lo sabían. Pero, también suponían que era el primer eslabón de una larga cadena, mediante el que, se iniciaría una gran lucha por el “Planeta”, por los ecosistemas, por la vida. Después de todo, -había repetido Ismael el viejo aforismo- “el camino de las mil leguas comienza por el primer paso”. Y Polo, que se ha convertido en el gran estudiante de filosofía, e inspirador de esta lucha contra el calentamiento global, no tardó en citar al gran dramaturgo y poeta alemán de la primera mitad del siglo XX, Bertolt Brecht, quien dijo entre muchas de sus célebres frases: “Quien no ha compartido la lucha, compartirá la derrota”.

Natalia y los demás compañeros les celebraron a ambos lo dicho como si aquellas frases fueran axiomas, es decir algo irrebatible que los inspiraba -dijo Natalia-.

Así que, como puede observarse el optimismo que se había apoderado de ellos era rotundo; una excelente disposición para acometer la gran tarea que se estaban proponiendo.

No tardaron en hacer una nueva convocatoria con una lista de estudiantes ampliada, de las universidades públicas especialmente; aunque no escatimaron esfuerzos en citar también alumnos que conocían de las privadas.

La nueva reunión, que la citaron en un gran sótano que tenía la casa de Natalia, fue exitosa también, ya que asistieron cerca de cincuenta personas, en cuenta los padres de Natalia, Jean Paul y Olga, quienes estuvieron desde el principio muy interesados en la actividad. Allí mismo se dividieron en comisiones de trabajo y eligieron un grupo coordinador de siete personas, igual número de mujeres que de hombres, sin contar al coordinador general. Como se puede imaginar, votaron la gran mayoría por Leopoldo (Polo) Mora como el primer responsable de la organización. Alguien sugirió entonces organizar un debate, en la universidad, ya que conocía de personas que combatían abiertamente la lucha contra el cambio climático, llamando a sus propulsores con el despectivo apelativo de “los agoreros del apocalipsis”.

No demoraron en organizar la actividad, valiéndose de la aquiescencia de la Asociación de Estudiantes de Filosofía, quienes convocaron para una noche entre semana, en el mismo auditorio de la escuela. Leopoldo, naturalmente fue escogido para defender el punto de vista de lo que denominaron como “la imperiosa lucha contra el cambio climático”. El otro punto de vista lo sostendría un impetuoso profesional en economía, que estaba convencido de que la lucha contra el cambio climático no tenía sustento en bases reales, era un invento que, no haría más que retrasar el desarrollo, porque -sostenía con vehemencia- se oponía a toda iniciativa que se encaminara a crear represas, construir puentes, extraer petróleo y gas, talar árboles para recoger madera de los bosques que, luego se podía resembrar y, un cúmulo de aseveraciones como esas que, requerían ser rebatidas o, cuando menos replanteadas. Además, argüía que, la ola de calentamiento global se deriva principalmente de condiciones naturales como la mayor cercanía de la tierra al sol en determinados momentos, y no, como sostenían los ambientalistas, de la acción humana sobre la faz de la tierra.

El auditorio de la Facultad de Filosofía y Letras estaba inundado de estudiantes que, se congregaron ese día para presenciar el debate entre Polo y el profesional en economía. Leopoldo se había preparado muy sólidamente haciendo acopio de un arsenal de datos muy convincentes. Para lo cual fueron requeridos por Polo, para que colaborasen con él en la tarea, Natalia y los otros tres jóvenes amigos, todos del grupo original.

Leopoldo comenzó contextualizando la discusión, señaló que en esta ocasión el calentamiento global era obra en primer lugar del ser humano de esta época industrial, que arrancó en 1850 aproximadamente. El problema álgido surge cuando la cantidad de CO2 lanzado a la atmósfera y que se queda atrapado en ella es mayor que la capacidad del planeta para absorberlo y convertirlo en oxígeno, que es el trabajo de los bosques y selvas, de las plantas en ellos, del “plancton” de los océanos; también contribuye el permafrost que es un fenómeno endémico del clima frío. Por eso -expresó Polo- la mayoría se encuentra en el hemisferio norte, en Siberia, Tíbet, Groenlandia o Alaska, cuya función es almacenar el carbono, evitando en este caso que escape a la atmósfera. El problema mayúsculo -dijo Leopoldo- comienza en cuanto el hielo que está depositado en el suelo, se comienza a derretir y la ola de calor ya no permite que se restituya como antes. Allí es cuando todo lo que estaba bajo el hielo, el CO2, el carbono, virus insospechados, etc, saltan a la atmósfera.

La mayor expulsión de CO2 a la atmósfera, sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo XX, proviene de la producción de hidrocarburos o combustible fósil como son -agregó Leopoldo- el carbón mineral, el petróleo, el gas natural y el metano. La industria contemporánea está sustentada en ello. Los gases emanados de todos estos combustibles se quedan atrapados en la atmósfera, generando así el cambio climático, es decir, esta ola de calentamiento global que padecemos. Los desastres derivados de este calentamiento, que no hemos logrado controlar, están a la vista, golpeando más a los más pobres de la tierra. Son todos los eventos extremos con los que debemos lidiar, fenómenos como los incendios, por un lado, el derretimiento de los casquetes polares por otro, cuyas aguas dulces son vertidas a los océanos, afectando los ecosistemas marinos, como el mismo plancton del fondo marino. Las lluvias torrenciales, los vientos huracanados, son otros de estos fenómenos que se han hecho más recurrentes y de mayor envergadura.

Enseguida dio datos. La concentración en la atmósfera de dióxido de carbono -dijo el joven filósofo con propiedad- desde la década de 1960 hasta hoy, ha mostrado un crecimiento constante. Mostró al auditorio una gráfica que evidenciaba una curva ascendente desde 1959, hasta 2023. Luego detalló: las emisiones de dióxido de carbono ya sobrepasaron las 421partes por millón, comparadas con las 317 partes en el año 1960. Las emisiones de dióxido de carbono no han cesado -repitió- hasta el extremo de que, en el 2022, alcanzaron 37.550 toneladas métricas, superior a cualquier otro momento en la historia reciente.

Después de haber mostrado otras convincentes estadísticas como esta, terminó argumentando Leopoldo:

– O sea, que desde finales del siglo XIX nuestro planeta se ha venido calentando y en las últimas décadas este fenómeno se ha acelerado. La temperatura de la Tierra en el 2020 se tornó casi un grado más cálida que el promedio de la temperatura en el siglo XX. Es por eso, por lo que el siglo XXI ha sido el siglo por excelencia de los eventos extremos y citó en concreto los acaecidos en el 2020: el terremoto en Turquía y Siria, el tifón Doksuri, conocido como el supertifón Egay en Filipinas; el cual en ciertos países de Asia ocasionó pérdidas por más de $20.000 millones de dólares americanos.

Finalmente, de manera bastante atinada, convocó a los presentes a sumarse a la lucha contra el cambio climático en donde nos corresponda, en nuestro país que está lleno de desafíos, no obstante, haber comenzado a introducir, desde hace más de treinta años tecnologías limpias a la matriz productiva. Les convoco a todos, sin que nadie se quede por fuera.

El aplauso para Leopoldo fue sonoro, los asistentes se pusieron de pie aplaudiendo por un lapso prolongado.

Natalia fue la primera en acercársele y lo abrazó románticamente, sin importar cuántos los veían. Gritos de aprobación surgieron de inmediato entre los compañeros de Polo en la Facultad. A partir de ese momento, el evento se fue diluyendo de a poco. Los jóvenes se sentían recompensados por todo el trabajo realizado en la organización de esta actividad; decidieron ir juntos a tomarse y comer algo. Allí comentaron más incidencias que se habían producido en la “mesa redonda”. Algunos de ellos se mostraban asombrados por lo seguro y sereno del desempeño de Leopoldo, lo comentaron entre ellos sin externarlo a Polo, porque sabían de su humildad que llegaba al extremo de no permitir que se le lisonjeara, aun cuando no se tuviera el deseo de adularlo. A Natalia en particular, se le veía muy impresionada e identificada con quien ahora era su novio.

El siguiente día y los sucesivos fueron motivo de preocupación para Leopoldo y sus padres, porque sin dejar que la noticia saliera de ese círculo, por el momento, a petición del mismo estudiante, comentaron que le estaban empezando a llegar por medio del teléfono, amenazas anónimas, sumamente agresivas. Ana Caballero, la madre de Leopoldo expresó con extrema preocupación, “¡Ay, Dios mío1, ¡el despertar de Belcebú!”; una expresión común en la familia de Ana, cuando por la acción de algún miembro de la familia se desataba un peligro espantoso. Leopoldo, sin dar cuenta de lo que acababa de escuchar de parte de su madre que, lo conocía de sobra, decidió con su padre tomar algunas medidas de seguridad, como no caminar solo por la noche, menos en los alrededores de Barrio Cuba, donde había un círculo delincuencial que, aunque nunca había actuado contra Leopoldo ni ningún miembro de su familia, era gente necesitada de recursos y el sicariato estaba a la orden del día.

El silencio ante las amenazas anónimas no se pudo sostener, porque en las redes aparecieron también una serie de “noticias falsas” (“Fake News”), con tinte de infundio calumnioso (noticia tendenciosa), en contra de Leopoldo Mora que, también llevaban la impronta de la maledicencia y agresividad. Sus amigos se le acercaron con preocupación, Natalia se puso a disposición para trasladar a Polo más recurrentemente con el vehículo de su padre a diferentes diligencias, pero, el mismo Leopoldo no permitió que lo llevara hasta su casa, porque entonces iba a ser ella la que corría peligro. A la casa regresaba generalmente con Ismael que, aunque -como es sabido- estudia matemáticas en la UNA, “campus Omar Dengo” en Heredia, también vive en Barrio Cuba. Ambos, se pusieron de acuerdo para encontrarse en lugares abiertos y cómodos para los dos, con el fin de regresar juntos a sus respectivas casas.

Las amenazas anónimas continuaban produciéndose, al punto que Leopoldo se vio impelido a poner una denuncia en el Organismo de Investigación Judicial (OIJ), creyendo que de ese modo resguardaba mejor su seguridad personal. Nada cambió, las amenazas continuaron.

A los días, Ismael y Leopoldo caminaban, en horas de la noche, desaprensivamente por el Barrio, aproximándose a sus respectivas viviendas muy cercanas la una de la otra, como a cien metros, cuando fueron interceptados por cuatro motociclistas armados, con pasamontañas en sus rostros, quienes los detuvieron e inmediatamente arremetieron contra cada uno de ellos, dejándolos en muy mal estado, tirados en el pavimento, manando sangre por diferentes partes del rostro y maltrechos en las costillas, porque fueron pateados con aviesa intención de provocar daño en la humanidad de Ismael y Leopoldo. También recibieron serios daños en los brazos y piernas los dos estudiantes. Quedaron inconscientes. Por fortuna, una patrulla pasó por el lugar como un minuto después del suceso, encontrándose con aquellas personas en muy malas condiciones. Parquearon la Patrulla, cumplieron meticulosamente con el protocolo, avisando a la ambulancia por un lado y por el otro activando los mecanismos de seguridad para que se intensificaran las rondas por la zona y se iniciaran las pesquisas sobre el grave hecho ocurrido.

Los jóvenes fueron rápidamente trasladados al hospital más cercano, en este caso a emergencias del San Juan de Dios, donde permanecieron toda la noche, sin poder regresar a sus casas. A las horas, los padres de ambos jóvenes, que se habían comunicado entre sí, se presentaron a emergencias del nosocomio, donde se les informó lo ocurrido con la información acopiada hasta ese momento de la madrugada y, adicionalmente se les hizo saber que, sus hijos se encontraban siendo atendidos con la urgencia que correspondía, ya que su situación era -como se dijo- delicada. Afortunadamente no se habían producido disparos. Ana Caballero, la madre de Leopoldo, bastante alterada y fuera de sí volvió a proclamar “¡esto es el despertar de Belcebú!” …