El último día del hombre

José Luis Amador.

Por José Luis Amador

Ocurrió hace unos cuantos años, en el 2019 para ser exacto. Me topé de manera accidental con el programa radial de una conocida periodista. Se supone que estaban haciendo la despedida al Mes del Hombre (sic). Era el último programa del mes dedicado al género masculino supongo yo.

En días pasados algunos amigos jocosamente habían enviado un meme de un hombre abrazándose a sí mismo y decía, te felicitamos en este día porque posiblemente ninguna amiga lo vaya a hacer hoy. Era sólo un chiste, por supuesto, pero resultó así, con alguna excepción.

El punto es que, en dicho programa, que se celebraba supongo yo, en homenaje al hombre, y por supuesto para generar reflexión sobre temas de masculinidad, se concentró en analizar el dramático testimonio de una señora, que hablaba del maltrato recibido por su esposo. El programa se volvió un poco lacrimoso y además cargado de referencias al machismo, a la agresión de los hombres y a los hombres tóxicos.

Honestamente me alegré mucho de que sólo un “mes del hombre” haya en el año. Aunque este tema y este tipo de tratamiento es recurrente todos los días. Por otra parte, pensé que la referencia a los hombres agresores y los testimonios de este tipo son usuales durante las efemérides femeninas. Pero me pareció bastante curioso y poco creativo terminar el mes del hombre con el mismo abordaje.

Y es que el punto es el siguiente: no dudo, ni yo, ni otras personas, hombres y mujeres, que el tema de la violencia de género es sumamente grave y debe ser atendido, y el femicidio, erradicado. De lo que no estoy seguro es que la forma de abordar el tema de la masculinidad, del género hombre, de la mujer, o de la relación hombre-mujer, deba ser siempre la misma. Ni siquiera estoy seguro de que los temas de violencia deban ser los que eclipsen toda la rica gama de posibilidades temáticas y realizaciones del vínculo hombre mujer.

Pero hay algo más que me preocupa. ¿En qué momento ser hombres se convirtió en sinónimo de femicida o de agresor? ¿En qué momento la agresión como tema pasó a ser esa la única faceta de la masculinidad, y del aporte que damos a la familia y a la sociedad?

Como persona y como hombre, me rehúso a tener que cargar con la culpa de los femicidas. Ni siquiera con la responsabilidad del patriarcado como fenómeno histórico. Ni con las agresiones reales o imaginadas de mi padre, ni mis abuelos. Simple y sencillamente no me reconozco en ese estereotipo.

Pienso que soy parte de una generación que, por las razones que sea, ha empezado a cambiar de ruta. Nos ha tocado, a veces con mucha incertidumbre y mucho dolor existencial, y mucha agresión de la que nadie habla, dar un cambio en nuestra conducta. Las más de las veces sin ninguna orientación, más allá que la experiencia misma, ensayo-error. No ha sido fácil, y estamos en ello. Y no espero ningún reconocimiento para esta generación de hombres en proceso de cambio. A esos hombres en transición uno los ve todos los días con sus niños y niñas de la mano, cambiando pañales, haciendo oficios domésticos, siendo compañeros de sus compañeras. Pero es curioso, los discursos anti-hombre provenientes de la institucionalidad y desde la prensa, y cierto sector profesional, no los ha descubierto aún en su histórico proceso existencial de cambio.

Mas, sin embargo, experimentamos a diario una descarga brutal, emocional, visceral, en contra de todo el género masculino, al que somos acreedores por el solo hecho de haber nacido hombres. Como decía arriba, no me siento responsable ni portador de la responsabilidad o de los actos de todos los hombres que me precedieron. Yo no soy responsable del patriarcado, ni del machismo histórico, ni mis congéneres contemporáneos tampoco.

Y es que algo no anda bien, cuando cada vez que encendés la radio o la tv, te encontrás con programas que repiten casi que por moda (en sentido estadístico), la misma bofetada indiscriminada, que no va al agresor, sino a todos los congéneres masculinos. Recientemente me decía un amigo que participa en colectivos sociales donde hay gran presencia de muchachas vinculadas a grupos activistas en temas de género, acerca de lo mucho que le cuesta expresar sus reflexiones y posiciones, solamente por el hecho de ser hombre. Y es que, cuando no podés expresarte y discrepar sin exponerte a un ataque indiscriminado y a mansalva, fundamentalmente por el hecho de ser hombre, algo está ocurriendo, lo mismo que cuando no podés expresarte sólo por ser mujer, y eso lo entendemos también. Y es que estamos pasando a la misma realidad enfermiza e injusta, de la que estamos pretendiendo salir, solo que invirtiendo el signo.

Igual que en el esquema anterior, donde la institucionalidad, la convención y el sentido común, defendía al varón en contra de la mujer, estamos pasando a un esquema de inequidad inversa, donde hay una institucionalidad y un sentido común, que defiende a la mujer y pone en situación de injusticia y desventaja al hombre, por el solo hecho de serlo. Que lo digan los padres de familia que luchan porque injustamente se les impide ver a sus hijos, a veces tan solo por el capricho de alguien.

En algún momento me tocó llegar a hacer fila en el Patronato Nacional para plantear un tema relacionado con el bienestar de mi hijo y encontrarme con el rostro de personas, ante las cuales, yo era sospechoso de algo, cuando no culpable ad-portas, solamente por el hecho de ser hombre, casi que sin haberme escuchado.

He tenido guardadas estas reflexiones posiblemente desde el 2019. Hoy me animé a sacarlas a la luz, porque alguien me mandó un “saludo del día del hombre”. Fue una querida amiga, pero me envía un texto donde dice: “Feliz día del hombre, porque no todos los hombres son iguales, existen hombres buenos”.

Bueno, yo por mi parte agradezco mucho la “deferencia”, pero no me identifico con la “diferencia”. Soy hombre, igual a todos. Pertenezco al género humano. Estoy en proceso de aprendizaje y evolución. Y esperaría que ustedes, mujeres, gays, lesbianas, TAMBIÉN.

Se trata de una lucha colectiva por la convivencia y el amor. Se trata crear un mundo mejor para todos, con esperanza. Ahí estarán nuestros hijos e hijas, y no podrán nacer marcados con ningún tipo de culpabilidad, ni por su género, ni por su orientación. Nunca más.

Sí entendido esto alguien me dice, feliz día del hombre, acepto y doy las gracias.

¡Feliz día para todos y todas!

 

Publicado en Facebook y compartido con SURCOS por el autor.