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Etiqueta: convivencia

De enanos y gigantes históricos

Isabel Ducca D.

Uruguay está despidiendo a un gigante histórico. Nos referimos, evidentemente, al revolucionario José Alberto Mujica Cordano, llamado cariñosamente Pepe Mujica. Secuestrado, desde 1972 hasta 1985, por una dictadura militar, impuesta por los Estados Unidos. Padeció la tortura, la cárcel y un trato inhumano por ser parte del Movimiento de Liberación Nacional – Tupamaros. Cárcel de la que escapó cavando un túnel y de la que salió para cambiar el fusil por la trinchera de ideas. Fue presidente en ese país del 2000 al 2015. Hoy se despide a los 89 años por padecer un cáncer terminal. En su país y en el mundo entero, hay quienes lo hemos escuchado como se escucha a un sabio. Nos dice en un vídeo que circula por redes sociales:

…Soy feliz … porque la lucha continúa por un mundo mejor. He gastado mi juventud, mi vida y tengo que venir a agradecerles de corazón. Los más jóvenes van a vivir un cambio en el mundo que no ha conocido la humanidad. La inteligencia va a ser tan importante como el capital: lo que significa que la formación terciaria se va a imponer para las nuevas generaciones. Si no somos capaces como país de educar y de formar a las generaciones que vienen van a pertenecer al mundo de los irrelevantes y de los que no sirven ni para que los exploten. … Se precisa un gobierno que abra el corazón y la cabeza con todo el país. … Yo soy un anciano que me voy, pero los jóvenes que están ahí, van a vivir un mundo que no tiene piedad. … Por lo tanto, el desafío de hoy … es tener los medios para desarrollar a las nuevas generaciones. … PARA ESO HAY QUE HABLAR CON TODO EL PAÍS. QUE ESTE PAÍS, POR LO MENOS, ACUERDE CUATRO O CINCO COSAS:

NO AL ODIO

NO A LA CONFRONTACIÓN

HAY QUE TRABAJAR POR LA ESPERANZA” …

En Costa Rica, padecemos todas y todos el afán obsesivo y compulsivo por destruir no solo las instituciones públicas, sino las normas básicas de la convivencia humana: el respeto a la dignidad de todas las personas, la cortesía, la amabilidad, la gentileza, el buen trato y el buen decir.

El insulto es la norma de quien fomenta con regocijo minuto a minuto el odio y la confrontación.

Carece por completo de la mínima compasión y misericordia humana.

Parece ser que fue un auténtico matón de barrio que no superó ese esquema mental de humillar y ofender a las personas vulnerables, como las mujeres, infantes y personas adultas mayores e identificarse con las superiores. Su mente funciona como una escalera: servir a los que están arriba de él para treparse y ocupar su lugar y utilizar a las demás personas. En esa escalera mental, no cabe el argumento, necesita descalificar constantemente para sentir que sube un peldaño.

Como buen enano histórico destila odio y lo promueve porque no tiene más proyecto que servir a sus amos del capital, como lo hizo tal auténtico “Yes man” en el Banco Mundial. De paso, saca tajadas para él.

Pobrecito mi país tan engolosinado con un enano histórico y tan lejos de diferenciar qué es un estadista y un gobernante que ponga siempre por delante el bienestar general de toda la población.

Imagen: Prensa Latina.

Tocar fondo

Por Memo Acuña
Sociólogo y escritor costarricense

Una publicación de un querido amigo guatemalteco hacía la comparación del comportamiento del entorno en las finales de fútbol tanto en su país como en Costa Rica. Se refería a las celebraciones que sin violencia se desarrollaron en el estadio Mario Camposeco, sede del equipo Xelajú, flamante campeón con su sétima copa obtenida.

Mientras tanto, colocaba una imagen de los bochornosos actos ocurridos a gran escala en la final del fútbol costarricense recientemente desarrollada.

En respuesta a su post, algunos comentarios se apresuraron a recordar cuánto sentimiento de superioridad hemos mostrado los costarricenses a lo largo de la historia, tal vez por el desarrollo institucional que fuera fortaleza durante décadas, tal vez por la ausencia de ejército, tal vez por la construcción idílica y fantasiosa del eje democracia-paz-estabilidad.

Quisiera detenerme en el segundo de los enunciados.

Hasta hace poco, la narrativa de paz como emblema se sostenía. Y era sostenida e impulsada por los grupos hegemónicos a quienes les interesaba diseminar esa noción fantasiosa de la horizontalidad en las relaciones sociales, la ausencia de conflictos bélicos a la usanza centroamericana, la posibilidad de los pactos sociales y las transiciones políticas sin mucho desorden y con un alto control social.

Esta narrativa era diseminada sin problemas por los diferentes estratos y grupos sociales. Había un proyecto en el que La paz narrativa y La Paz en la práctica eran valores universales en una sociedad como la costarricense.

Esto ha cambiado porque las reglas del juego sociopolítico han cambiado. A los grupos hegemónicos no les interesa ya sostener esa premisa tan identitaria de un proyecto que fue asumido por el colectivo de una forma pasivo-agresiva.

Los intereses de esos grupos no están en el país. Y sus interlocutores ya no son los voceros de los partidos políticos.

Más de 112 grupos criminales operan en Costa Rica y son ellos los que controlan los territorios, las agencias individuales, las microeconomías familiares de quienes han sido excluidos por un sistema económico y político que por más de 40 años ha avasallado al ser humano y su esencia.

Las reglas del juego democrático son otras. Otra la interfaz que dibuja un escenario quebrantado, vulnerable, a punto de tocar fondo si no es que ya.

Quiero hacer aquí una precisión y una disculpa conceptual. Durante muchos años en mi ejercicio sociológico utilicé la expresión “Costa Rica se está centroamericanizando” para hacer referencia al aumento de la violencia y la desigualdad, dos ideas precursoras con las que alguna vez se construyó eso que llamábamos los académicos “la excepcionalidad costarricense”.

Es decir, en ausencia de violencia y siendo uno de los países con menos desigualdad a nivel regional, podríamos ver por encima de los hombros a nuestros vecinos. Y si, con tono de superioridad, racismo y burla.

Qué daño nos hizo la idea de la excepcionalidad. Porque si para afuera lo éramos, hacia adentro el germen de la violencia y la ruptura de la convivencia y la igualdad imaginada, empezaba a cristalizar un nuevo proyecto social basado en la competencia, el individualismo y la construcción de un enemigo social interno, que ha erosionado nuestras formas más básicas de coexistencia comunitaria.

Acabamos de pasar una semana de terror en esta materia. El bochorno sin comparación vivido en el Estadio Alejandro Morera Soto debe ser leído en una clave más amplia. Si la base material está quebrada, la dimensión sociocultural está aniquilada. Ya no sabemos cómo divertirnos ni a nivel subjetivo ni colectivo. No sabemos respetarnos. No sabemos convivir.

Si para pasarla bien debemos acudir a la violencia contra el otro; si para divertirnos debemos asistir a la muerte de dos caballos en un desfile de caballistas, es porque inexorablemente hemos tocado fondo.

Trato de encontrar una fecha significativa en la cual podamos colocar un diálogo nacional para revertir esto.

Se me ocurre 2025: el primer cuarto de siglo de una época absolutamente disruptiva. Aprovechar este momento porque del fondo no salimos si no apalabramos en la enfermedad social, económica y cultural en la que nos hemos convertido.

Desafíos y oportunidades en la regulación de bicimotos en Costa Rica

Kidier Manuel Obando Serrano
Estudiante de la UNED Cartago

Como estudiante de la UNED en el curso de Gerencia Pública, he decidido reflexionar sobre un problema que afecta nuestra sociedad: la proliferación desregulada de las bicimotos en las vías públicas de Costa Rica. Este fenómeno, que en un principio parecía ofrecer una solución accesible y económica de transporte, ha desatado una serie de problemas que van desde la inequidad fiscal hasta el incremento de riesgos en la seguridad vial. Mi intención es evidenciar estos problemas y proponer soluciones desde la perspectiva de la gerencia pública.

La proliferación descontrolada y sus consecuencias

El auge de las bicimotos responde a una necesidad real de transporte económico, especialmente para sectores vulnerables. Sin embargo, la falta de regulación ha generado un vacío que impacta no solo en la seguridad de quienes usan estas bicicletas asistidas, sino también en el resto de los usuarios de la red vial. Actualmente, los conductores de bicimotos no requieren licencia de conducir, marchamo, ni revisión técnica vehicular, lo cual crea una evidente falta de responsabilidad ante posibles accidentes y deteriora la convivencia vial.

Además, esta situación genera una distorsión en términos de equidad fiscal. Los conductores de automóviles y motocicletas están obligados a pagar impuestos, cumplir con regulaciones estrictas y someterse a controles, mientras que los usuarios de bicimotos, que comparten las mismas vías y en ocasiones alcanzan velocidades similares a las motocicletas, no contribuyen de manera justa a la financiación del mantenimiento de la infraestructura vial ni a la seguridad del sistema de transporte.

Soluciones: de la gestión reactiva a la proactiva

Desde la perspectiva de la gerencia pública, es imperativo adoptar un enfoque proactivo que aborde este problema con la urgencia que merece. Las soluciones pueden agruparse en dos áreas clave:

  1. Regulación y fiscalización integral: Es necesario que las bicimotos estén sujetas a las mismas regulaciones básicas que otros vehículos motorizados. Esto incluye la exigencia de licencias para los conductores, la imposición de marchamo, y la obligación de una revisión técnica periódica. Estas medidas no solo aumentarán la seguridad, sino que también garantizarán que todos los usuarios de las vías contribuyan de manera equitativa al mantenimiento de la infraestructura.
  2. Infraestructura y seguridad vial: La expansión de las bicimotos ha revelado una carencia crítica en la infraestructura vial costarricense. No existen carriles exclusivos ni señalización adecuada para estos vehículos, lo que incrementa los riesgos de accidentes. El gobierno, en colaboración con el sector privado, debe invertir en la creación de ciclovías adecuadas y seguras que puedan ser usadas por bicicletas, bicimotos y otros medios de transporte no tradicionales. Un plan piloto en zonas urbanas con alta densidad de tráfico de bicimotos podría servir como modelo para una implementación más amplia en todo el país.

Un llamado a la gestión eficiente

El reto de regular las bicimotos en Costa Rica no es solo una cuestión de crear nuevas leyes. Es un llamado a la gestión pública para que responda a los cambios en el comportamiento social y las necesidades de transporte. La gerencia pública eficiente requiere anticipar problemas, gestionar recursos de manera justa y, sobre todo, asegurar que el bienestar colectivo prevalezca sobre los intereses individuales. Regular las bicimotos no solo es una necesidad en términos de seguridad, sino también una cuestión de justicia social y fiscal.

Como estudiantes de administración pública, estamos llamados a analizar críticamente estos desafíos y proponer soluciones que realmente generen valor público, Es imperativo que las autoridades tomen medidas urgentes para regular este fenómeno, estableciendo normas que aseguren la seguridad vial, la micro movilidad y la equidad fiscal. La coordinación entre instituciones como el Consejo de Seguridad Vial, el Ministerio de Comercio, Ministerio de Hacienda, las municipalidades y las aduanas es crucial para implementar políticas efectivas. Solo así se podrá garantizar una convivencia segura y equilibrada entre todos los usuarios de la red vial, promoviendo un entorno más seguro y ordenado para todos.

La otra danza de la ira

Por Memo Acuña
Sociólogo y escritor costarricense

Hace unos días asistí al teatro a ver la puesta en escena “La danza de la ira” protagonizada por la actriz costarricense Marian Li. En una tremenda demostración histriónica, Marian dio cuenta de una realidad compleja, a veces tirada debajo de la alfombra con el resto del polvo, porque forma parte de eso que se denominan los secretos familiares.

El abuso infantil en Costa Rica es una realidad que lacera y lastima la dignidad de las personas que lo experimentan y que crecen con todo tipo de cargas emocionales hasta bien entrada su edad adulta. Si no se acompañan desde el plano psicológico para sanar y reparar, difícilmente sus vidas transcurrirán de forma adecuada.

Así como esta ira descompone vidas, hay otras danzas de enojos que están comprometiendo la paz social en Costa Rica. En las últimas semanas, cada vez con mayor frecuencia, se ha empezado a notar el aumento de la violencia en espacios públicos, particularmente en carretera.

Son verdaderas batallas lo que se observa en videos que circulan en redes sociales, con el agravante de que en algunos casos las personas en disputa están armadas y eso agrava aún más el deterioro de la convivencia que una vez tuvimos como sociedad.

Las reglas del juego colectivo parecieran haberse agotado. La incapacidad de hablar, de compartir los espacios, de dirimir las diferencias (cualquiera que sean) de forma respetuosa, conversada y reposada, ha provocado una lesión sin retorno a los intercambios y las formas civilizadas de comportamientos.

Estas otras iras también son resorte de la Salud Pública y deben ser abordadas de forma integral. Es absolutamente urgente detener estas batallas campales y darle paso a otras maneras de hablarnos y vernos de nuevo a los ojos. Es imperativo.

El desafío de escuchar-nos

Por Memo Acuña
Sociólogo y escritor costarricense

La sociedad costarricense transita hoy por una de las horas más oscuras en su vida republicana. El talante en su conducción es cosa ya del pasado y la confrontación pareciera ser política pública declarada.

Esta semana que termina, un hecho inédito al menos en épocas recientes llamó la atención y encendió todas las luces de alarma para el sentido de convivencia.

En la Universidad de Costa Rica se recibió una amenaza de bomba, atribuida a seguidores del gobierno central y particularmente la figura del presidente Rodrigo Chaves.

Es ya de sobra conocido el tono confrontativo e insultante con que el mandatario se ha referido en sistemáticas ocasiones acerca de las universidades públicas y particularmente su aporte a la sociedad costarricense.

Es de sumo cuidado este episodio experimentado en la casa universitaria porque enciende todas las alertas sobre la sociedad que somos.

En esta hora de las polifonías y la sobre representación de las distorsiones y las posverdades, el principal desafío que resulta no es tan solo el restablecimiento del juego democrático, entrado en crisis recientemente.

La urgencia ahora es al menos escuchar, escuchar al otro, escuchar-nos. Y eso pasa por bajar tonos y dejar el insulto. Acudir al respeto. Volver a darle clase y prestancia al ejercicio político, reconstruir el pacto social desde la horizontalidad. Debemos empeñarnos en esa tarea. Es urgente.

Despertar y hacer la vida poesible

Por Memo Acuña. Sociólogo y escritor costarricense

A escribirse esta columna el país se acerca a la alarmante cifra de 600 homicidios. En la noche previa 5 hombres fueron asesinados bajo lo que en apariencia serían ajustes de cuentas.

Al iniciar la semana un medio de comunicación local me consultaba acerca de hechos de violencia ocurridos en actividades de celebración en vías públicas. Es la ausencia de convivencia y sentido colectivo, indiqué en su momento.

Sin embargo, me parece que es más que la necesidad de tejido colectivo lo que le está ocurriendo a una sociedad como la costarricense. Es claro que los tiempos violentos transcurren en el mismo momento que la desigualdad y la exclusión social aparecen como ejes vectores de nuestra sociedad.

Y entonces empiezan las preguntas: ¿qué hacer? He dicho hasta la saciedad que para sacar al país del lastre violento al que lo sometió 40 años de agenda neoliberal, se requiere algo más que voluntad política.

Hemos tenido un violento despertar hacia otro país, hacia un vacío que nos puebla. Para sacudirnos de la oscuridad, se requieren acciones para recuperar nuestro carácter subjetivo e intersubjetivo.

He dicho hasta el cansancio que creo en el arte como vehículo transformador. A eso le apuesto. Sobre eso voy. Por eso mi camino actual. Por eso mi convencimiento que en el arte está la clave.

En los años noventa Medellín era una de las ciudades más violentas del planeta y apostó entre otras cosas por recuperar los espacios públicos para la gente y por la poesía con sentido comunitario.

Yo sueño con que nos demos la posibilidad de caminar espacios públicos con calidad, libres de violencia y poetizar la vida en todos los sentidos.

Los jóvenes pueden construir entornos de paz

El Instituto Costarricense de Masculinidad (Instituto WEM), su programa WEM JOVEN y la Red de Masculinidades Juveniles (MAES), ante los recientes hechos de violencia entre personas adolescentes que han circulado en videos a través de las redes sociales y medios de comunicación, manifestamos lo siguiente: 

  1. Por respeto a las personas implicadas en los hechos presentados en los videos no vamos a referirnos a casos particulares, por su condición de personas menores de edad y porque las situaciones están en tutela del Patronato Nacional de la Infancia, única instancia autorizada para referirse a los casos mencionados.
  2. Más allá de los casos presentados en los videos y de los lugares donde se dieron, en nuestro país estamos en presencia de situaciones de diversos tipos de violaciones de derechos humanos y de violencia, desde el bullying hasta la violencia física, emocional y sexual, en contextos que la toleran, la promueven y hasta la normalizan y homologan como “bromas”, con la complicidad y silencio de las personas que observan y hasta directa o indirectamente participan. Esta situación se da en todos los contextos socioculturales, en la calle, en las familias, en el mundo de la política y, por ende, en los contextos educativos y en el mundo de las personas adolescentes, que no están aisladas de la sociedad ya que reproducen las conductas, íconos y formas de interacción que les han enseñado el mundo adulto. Por tal razón, creemos que lo presentado en los videos son tan solo un ejemplo de las muchas situaciones de violencia que en nuestro país viven a diario las mujeres, las personas menores de edad, las personas con discapacidad, las personas adultas mayores y otros hombres. En ese sentido, las acciones de violencia entre las personas adolescentes no deben ser vistas como conductas propias de ese grupo etario. Sería injusto y un error proyectar sobre este grupo toda la violencia que se vive en la sociedad ya que lo que hacen es un reflejo de lo que observan a diario en las noticias, en los medios de comunicación, en sus familias y comunidades.
  3. Sin que sea la única explicación de lo sucedido, en estas situaciones está presente un modelo de masculinidad machista, en el cual los jóvenes deben demostrar su hombría y ser reconocidos como “muy hombres”, o como “muy cool” – en lenguaje adolescente- ante su grupo de pares, y para ellos realizan en público actos de violencia hacia otras personas, ganando así popularidad, lo que les acarrea una cuota de poder entre su grupo.
  4. Estos hechos suscitan diversas reacciones y emociones en la población, desde la decepción, impotencia, tristeza, hasta la ira y deseos de venganza. Sin embargo, en medio de este tejido de emociones y pensamientos, el Instituto WEM y su programa WEM JOVEN desea realizar humildemente los siguientes aportes para el manejo y prevención de hechos como los ocurridos:

a) Se requieren acciones entrelazadas que articulen la sanción a las conductas cometidas con procesos educativos, de prevención, terapia y rehabilitación de las personas implicadas y sus familias. Y acá es necesario generar procesos restaurativos que involucren la reflexión, la acción, la reparación y el cambio, en donde las personas asuman su responsabilidad, reparen la acción y realicen compromisos de no repetición e inicien la sanación de la experiencia vivida.

b) Es necesario trabajar en los contextos educativos, comunitarios y familiares en donde ocurren estas situaciones, para evitar la complicidad, los comentarios y conductas que revictimizan a las personas que sufrieron los agravios y las acciones de “venganza” hacia las personas que las perpetraron.

c) Deben realizarse campañas de prevención en los centros educativos y en las comunidades dirigidas a las personas adolescentes de diversos géneros, para informar sobre las violencias y sus consecuencias y promocionar formas positivas de relación, en contextos sociales donde los valores de la sana convivencia puedan construirse, tales como empatía, respeto a las diferencias, diálogo, negociación, cuido y auto cuido.

d) Deben realizarse además campañas educativas en las instituciones, empezando por la familia, el centro educativo, las iglesias, grupos culturales y deportivos, en donde se promuevan los valores de una sana convivencia y se brinden herramientas concretas para trabajar con las personas adolescentes; herramientas que deben aprender las personas adultas para aplicar en su vida personal para ser ejemplo a seguir.

WEM JOVEN ofrece sus servicios de talleres y grupos de reflexión en torno al programa y campaña “Soy un joven no machista”, el cual promueve que los jóvenes construyan formas alternativas de relacionamiento con las demás personas y consigo mismos, bajo las consignas “Los jóvenes podemos construir una cultura de paz”. Instamos a las instituciones públicas, a las organizaciones de la sociedad civil, a las familias, las comunidades y especialmente a la población adolescente del país a detener la violencia y promover modelos positivos de relacionamiento entre todas las personas.

Compartido con SURCOS por Esteban Umaña Picado.

Siguen los bárbaros

Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)

En el estadio del Atlético de Madrid en España este fin de semana se escucharon insultos xenófobos y racistas en contra del jugador Nico Williams, del Athletic Club.

Lo destacable del hecho es que en esta ocasión el bárbaro fue solamente un aficionado. Por su acción, (la imitación del sonido de un mono al estar cerca el jugador del equipo contrario) el equipo madridista fue multado a nivel económico y el sector donde este bárbaro profirió sus insultos, será cerrado en los dos partidos siguientes.

Acciones como estas, estamos claros, son ejemplarizantes, pero no detendrán el mal estructural del racismo y la intolerancia en una sociedad que poco ha entendido de qué va el ejercicio de la convivencia.

El racismo no es una contingencia. No es un grito por allá. Un insulto por acá. Es el resultado del ejercicio de un poder colonial de décadas que entiende la superioridad biológica y social como un juego de aniquilación sistemática del otro al que considera inferior.

En Costa Rica, un día si y otro también los actos de barbarie racista se repiten en los campos de juego. En Pérez Zeledón, ubicado al sur del país, un juego fue detenido y un aficionado fue sacado del estadio por su acción contra el jugador Joel Campbell. Eso estuvo bien.

Dias después en otro estadio ubicado en el Pacífico costarricense otro jugador, Jonathan McDonald, denunció haber sido insultado de la misma forma. Pero en esta ocasión el protocolo no fue activado. Eso estuvo mal.

Las acciones contra los bárbaros deben ser sistemáticas y sostenidas. En la medida en que se vean acorralados y limitados en sus actos, sentirán que la sociedad los señala por lo que hacen. Esto es el principio de la construcción de una nueva colectividad, más cercana a los valores de la horizontalidad y el reconocimiento del otro y la otra. Una sociedad donde los bárbaros como estos no vuelvan a sentirse empoderados.