Este 25 de noviembre a las 5:00 p.m. en el Parque Central de San José se estará dando la Gran Marcha Nacional del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres.
La marcha está organizada por diversas organizaciones universitarias, activistas e independientes.
Le invitamos a participar de esta marcha, y hacer que se escuchen sus voces: ¡Basta de violencia machista en Costa Rica! ¡Ni una menos! ¡Emergencia ya!
Nos encontramos consternadas y profundamente indignadas por otro caso de femicidio en Santiago de Palmares. Con gran pesar, informamos que Floribeth Monge Anchía, una mujer valiosa y querida por su comunidad, ha sido víctima de esta violencia intolerable.
Este feminicidio no es un caso aislado, sino parte de una trágica tendencia que continúa cobrando vidas de mujeres en nuestra sociedad. Es un doloroso recordatorio de la urgencia de tomar medidas efectivas para prevenir y erradicar la violencia de género.
Llamamos a la acción
Exigimos que las autoridades competentes investiguen este caso a fondo y que se haga justicia de manera expedita. Es crucial que los responsables de este crimen sean identificados, capturados y juzgados conforme a la ley.
Instamos al Estado a asumir su responsabilidad en la protección de las mujeres y en la implementación de políticas públicas efectivas para prevenir la violencia de género. No podemos permitir que más mujeres sean víctimas de esta violencia brutal y sistemática.
Extendemos nuestro más profundo apoyo y solidaridad a la familia y amigos de Floribeth,. Es hora de actuar de manera decisiva y urgente. No podemos tolerar más pérdidas de vidas humanas debidas a la violencia de género.
Instamos a la comunidad a no permanecer en silencio frente a estas injusticias. La violencia contra las mujeres no puede ser tolerada ni normalizada.
Nos comprometemos a seguir luchando por un cambio real y tangible en nuestras comunidades. Este feminicidio nos duele profundamente y nos impulsa a redoblar nuestros esfuerzos en la lucha contra la violencia de género.
Justicia para Floribeth y para todas las mujeres que han perdido la vida debido a la violencia de género. No descansaremos hasta lograr un mundo donde todas las personas puedan vivir libres del miedo.
Enid Cruz Ramírez Mujeres Unidas en Salud y Desarrollo
Ocurrió hace unos cuantos años, en el 2019 para ser exacto. Me topé de manera accidental con el programa radial de una conocida periodista. Se supone que estaban haciendo la despedida al Mes del Hombre (sic). Era el último programa del mes dedicado al género masculino supongo yo.
En días pasados algunos amigos jocosamente habían enviado un meme de un hombre abrazándose a sí mismo y decía, te felicitamos en este día porque posiblemente ninguna amiga lo vaya a hacer hoy. Era sólo un chiste, por supuesto, pero resultó así, con alguna excepción.
El punto es que, en dicho programa, que se celebraba supongo yo, en homenaje al hombre, y por supuesto para generar reflexión sobre temas de masculinidad, se concentró en analizar el dramático testimonio de una señora, que hablaba del maltrato recibido por su esposo. El programa se volvió un poco lacrimoso y además cargado de referencias al machismo, a la agresión de los hombres y a los hombres tóxicos.
Honestamente me alegré mucho de que sólo un “mes del hombre” haya en el año. Aunque este tema y este tipo de tratamiento es recurrente todos los días. Por otra parte, pensé que la referencia a los hombres agresores y los testimonios de este tipo son usuales durante las efemérides femeninas. Pero me pareció bastante curioso y poco creativo terminar el mes del hombre con el mismo abordaje.
Y es que el punto es el siguiente: no dudo, ni yo, ni otras personas, hombres y mujeres, que el tema de la violencia de género es sumamente grave y debe ser atendido, y el femicidio, erradicado. De lo que no estoy seguro es que la forma de abordar el tema de la masculinidad, del género hombre, de la mujer, o de la relación hombre-mujer, deba ser siempre la misma. Ni siquiera estoy seguro de que los temas de violencia deban ser los que eclipsen toda la rica gama de posibilidades temáticas y realizaciones del vínculo hombre mujer.
Pero hay algo más que me preocupa. ¿En qué momento ser hombres se convirtió en sinónimo de femicida o de agresor? ¿En qué momento la agresión como tema pasó a ser esa la única faceta de la masculinidad, y del aporte que damos a la familia y a la sociedad?
Como persona y como hombre, me rehúso a tener que cargar con la culpa de los femicidas. Ni siquiera con la responsabilidad del patriarcado como fenómeno histórico. Ni con las agresiones reales o imaginadas de mi padre, ni mis abuelos. Simple y sencillamente no me reconozco en ese estereotipo.
Pienso que soy parte de una generación que, por las razones que sea, ha empezado a cambiar de ruta. Nos ha tocado, a veces con mucha incertidumbre y mucho dolor existencial, y mucha agresión de la que nadie habla, dar un cambio en nuestra conducta. Las más de las veces sin ninguna orientación, más allá que la experiencia misma, ensayo-error. No ha sido fácil, y estamos en ello. Y no espero ningún reconocimiento para esta generación de hombres en proceso de cambio. A esos hombres en transición uno los ve todos los días con sus niños y niñas de la mano, cambiando pañales, haciendo oficios domésticos, siendo compañeros de sus compañeras. Pero es curioso, los discursos anti-hombre provenientes de la institucionalidad y desde la prensa, y cierto sector profesional, no los ha descubierto aún en su histórico proceso existencial de cambio.
Mas, sin embargo, experimentamos a diario una descarga brutal, emocional, visceral, en contra de todo el género masculino, al que somos acreedores por el solo hecho de haber nacido hombres. Como decía arriba, no me siento responsable ni portador de la responsabilidad o de los actos de todos los hombres que me precedieron. Yo no soy responsable del patriarcado, ni del machismo histórico, ni mis congéneres contemporáneos tampoco.
Y es que algo no anda bien, cuando cada vez que encendés la radio o la tv, te encontrás con programas que repiten casi que por moda (en sentido estadístico), la misma bofetada indiscriminada, que no va al agresor, sino a todos los congéneres masculinos. Recientemente me decía un amigo que participa en colectivos sociales donde hay gran presencia de muchachas vinculadas a grupos activistas en temas de género, acerca de lo mucho que le cuesta expresar sus reflexiones y posiciones, solamente por el hecho de ser hombre. Y es que, cuando no podés expresarte y discrepar sin exponerte a un ataque indiscriminado y a mansalva, fundamentalmente por el hecho de ser hombre, algo está ocurriendo, lo mismo que cuando no podés expresarte sólo por ser mujer, y eso lo entendemos también. Y es que estamos pasando a la misma realidad enfermiza e injusta, de la que estamos pretendiendo salir, solo que invirtiendo el signo.
Igual que en el esquema anterior, donde la institucionalidad, la convención y el sentido común, defendía al varón en contra de la mujer, estamos pasando a un esquema de inequidad inversa, donde hay una institucionalidad y un sentido común, que defiende a la mujer y pone en situación de injusticia y desventaja al hombre, por el solo hecho de serlo. Que lo digan los padres de familia que luchan porque injustamente se les impide ver a sus hijos, a veces tan solo por el capricho de alguien.
En algún momento me tocó llegar a hacer fila en el Patronato Nacional para plantear un tema relacionado con el bienestar de mi hijo y encontrarme con el rostro de personas, ante las cuales, yo era sospechoso de algo, cuando no culpable ad-portas, solamente por el hecho de ser hombre, casi que sin haberme escuchado.
He tenido guardadas estas reflexiones posiblemente desde el 2019. Hoy me animé a sacarlas a la luz, porque alguien me mandó un “saludo del día del hombre”. Fue una querida amiga, pero me envía un texto donde dice: “Feliz día del hombre, porque no todos los hombres son iguales, existen hombres buenos”.
Bueno, yo por mi parte agradezco mucho la “deferencia”, pero no me identifico con la “diferencia”. Soy hombre, igual a todos. Pertenezco al género humano. Estoy en proceso de aprendizaje y evolución. Y esperaría que ustedes, mujeres, gays, lesbianas, TAMBIÉN.
Se trata de una lucha colectiva por la convivencia y el amor. Se trata crear un mundo mejor para todos, con esperanza. Ahí estarán nuestros hijos e hijas, y no podrán nacer marcados con ningún tipo de culpabilidad, ni por su género, ni por su orientación. Nunca más.
Sí entendido esto alguien me dice, feliz día del hombre, acepto y doy las gracias.
¡Feliz día para todos y todas!
Publicado en Facebook y compartido con SURCOS por el autor.
Debo de reconocer que luego de la alharaca de vestimentas rosa relacionadas con el lanzamiento de la película Barbie, tanto en Costa Rica como a nivel internacional, no tenía la menor expectativa sobre los alcances de la misma.
La primera advertencia vino de parte de una de mis sobrinas, quién haciendo un resumen de la misma, trajo a colación los conceptos de machismo, patriarcado y misoginia; todo un logro comprensivo para una chica de quince años, formada toda su vida en centros educativos de naturaleza católica, y para rematar, viviendo en una sociedad que privilegia valores conservadores que cosifican y discriminan a la mujer.
El empujón definitivo para verla lo encontré en un video que me llegó por Whatsapp, en el cual una mujer del movimiento profamilia atacaba la película, y aducía que la misma procuraba destruir los valores de la familia tradicional.
Barbie plantea una ficción temporal y espacial que se enfrenta de manera violenta en varios planos con la realidad en la que nos desenvolvemos. En primera instancia, encontramos una sociedad material, perfectamente organizada alrededor de la protagonista, y en la cual dominan las mujeres hermosas y estilizadas, con una organización social superficial, inamovible, repetible todos los días.
En contraposición a ese escenario, el acercamiento de Ken a la sociedad humana, le hace copiar y disfrutar de los “mejores valores” del patriarcado, para imponerlos en Barbieland, mediante un supuesto proceso democrático (dicho sea de paso, manipulado) que terminaría beneficiando a los machos.
Barbie, la película, coquetea con algunas explicaciones y posibles soluciones al nefasto patriarcado, incluso hace una velada crítica a la sociedad capitalista norteamericana. Aunque, es insuficiente en explicaciones (léase a Simone de Beauvoir, Rita Segato o Judith Butler) hay que reconocer que para ser una comedia de cuño hollywoodense, se toma algunas libertades políticas de mal gusto para algunos de los sectores más conservadores: la mujer dueña de su cuerpo, de sus afectos, de sus proyectos personales, de su capacidad organizativa.
Barbie, la película, habría sido imposible en nuestras sociedades hace unos 15 o 20 años, lo que hace alusión a los limitados, pero decididos avances que el movimiento femenino ha venido alcanzado, pero que en cualquier momento pueden ser cercenados como de hecho ya ocurre en El Salvador, Estados Unidos de América o Polonia.
Tengo la sospecha que a diferencia del capítulo titulado “Lisa contra la Baby Malibú” (Los Simpson, 1994, quinta temporada), en el cual solo una niña aprovechaba el trabajo crítico de Lisa, esta producción cinematográfica influirá de manera positiva en millones de mujeres y varones, deconstruyendo así prácticas nocivas para el desarrollo de la humanidad. Sobre el particular, en 1992 Gabriel García Márquez externó una idea que tiene plena vigencia: “Lo único realmente nuevo que podría intentarse para salvar la humanidad en el siglo XXI es que las mujeres asuman el manejo del mundo (…) Sería, por primera vez en la historia, una mutación esencial del género humano (…) Pero, aunque solo fuera por eso, la inversión de poderes es de vida o muerte”.
Al final de la comedia, en esas reservas que permite la ficción, me encantó que Barbie, la muñeca, se convirtiera en una humana imperfecta, y que, de paso, se decantara por ser una chancletuda; el pensamiento crítico en plena construcción, tan necesario en una sociedad en que se exaltan la discriminación, el odio, la exclusión social, el individualismo, y el nefasto neo fascismo que ya toca a nuestras puertas.
Comunicado del Observatorio de Medios de Comunicación y Género (GEMA)
Costa Rica a la deriva… Se gestiona por la vía del oportunismo
Desafortunadas declaraciones (a Telediario canal 8) por parte del jerarca del Ministerio de Obras Públicas y Transportes, Luis Amador, sobre la búsqueda del financiamiento para la ruta 27 ponen en evidencia el oportunismo, el machismo, el desconocimiento, la falta de criterio y sensatez de la administración actual. Acomodando (una vez más) las circunstancias para obtener provecho y beneficio, pero obviando principios éticos relevantes que benefician la colectividad.
El jerarca de uno de los ministerios cruciales en el desarrollo del país, trátese de transportes público y privado, construcción, ampliación y mantenimiento de carreteras y vías, actividad portuaria, obra pública, entre otras funciones derivadas por ley, se refiere a las contrataciones públicas comparándolas como cuando se “busca novia, pero hay varias intenciones”.
Para no violentar de nuevo la dignidad de las mujeres que representan la mitad de la ciudadanía, y son sujetas de derecho a una vida libre de discriminación y violencia; no vamos a reproducir su censurable mensaje, en el que compara el oportunismo de su gestión, con el comportamiento patriarcal que “cosifica” a las mujeres colocándolas como productos de elección y consumo.
El país paga 5,3 millones de colones por minuto por concepto de intereses por préstamos a entidades internacionales. Estamos viviendo el año más violento de la historia en Costa Rica (solo hablando de crímenes). Se ha recrudecido la ola de violencia contra mujeres y niñas. Las mujeres siguen desempleadas, la salud pública peligra y vemos como se fortalecen nuevas formas de violencia y exclusión.
Este país apunta a la deriva con esta administración, y la ciudadanía amanece cada día con nuevas y más desagradables formas en las que se instrumentaliza el socavamiento de la institucionalidad pública. Son muchos temas que merecen discusión, pero no podemos permitir, que un jerarca se refiera a las mujeres de forma misógina como si fueran golosina o premio. Es inaceptable.
Las autoridades de gobierno y órganos de control deben exigir una disculpa pública y su renuncia por tratarse de una forma irrespetuosa de validar la relación con las mujeres, haciendo uso del oportunismo, en un contexto absolutamente machista.
Solicitamos a las señoras y señores del Consejo de Gobierno, que empiecen un procedimiento disciplinario contra un ministro, que no sólo no sabe hacer su gestión mediante procesos planificados y ordenados, si no que compara su oportunismo como el de un coqueteo machista y depredador.
El machismo es una expresión de la masculinidad patriarcal, ejercida por hombres, que se concreta en la vida cotidiana, en violencia, dominación, abuso, discriminación, acaparamiento, toma de decisiones unilaterales y egoístas, irrespeto, intolerancia, entre otros fenómenos, pero no se genera ni se sostiene por sí solo. (Tiene más de dos mil años y ahí sigue).
Fuentes y sostén del machismo.
“Comportate como hombre”. “Aprendé a ser hombre”. “Te voy a enseñar a ser hombre”. Son voces de ayer, de hoy y de … pronunciadas por hombres y por mujeres, que comportan una serie de mandatos que se concretan en el entenderse, en la práctica del ser hombre, de los individuos masculinos patriarcales.
El machismo, es eso, una expresión de la masculinidad patriarcal. Ésta es a la que hay que visibilizar, porque es muy sutil, muy astuta y es la que lo genera, es la que lo hace mostrarse, para no mostrarse ella, que se esconde y disfraza, en otros “valores” aceptados y para nada cuestionados, sino más bien sostenidos por la generalidad de hombres, mujeres e instituciones sociales.
Para entender la masculinidad patriarcal, es necesario tener en cuenta dos dimensiones (En otro trabajo más extenso me refiero a esto, de manera más amplia: “Masculinidad: legitimidad, ética y estética del trabajo sobre masculinidad”):
1- La dimensión que tiene que ver con los hombres como individuos en cuanto a su entender y práctica de ser hombres. ¿Cómo vivimos y concretamos de manera práctica los hombres, el “ser hombres”, en el día a día?
2- La dimensión que tiene que ver con la masculinidad como ideología dominante, que es creada, mantenida y responde a la sociedad patriarcal y sus instituciones, emisoras de valores, mandatos y roles y creadora de consensos para hombres y para mujeres.
La masculinidad, no es sólo una conducta de personas aisladas, sino también, una estructura ideológica cultural, desde donde se decide, emite y modela esa conducta.
Reafirmando, la masculinidad crea y a la vez se sostiene en una armazón constituida por dos ejes: en un eje, se encuentra lo individual y lo cotidiano, todo aquello que la persona vive y hace en el día a día; y en el otro eje, se encuentra la sociedad expresada en sus instituciones fundamentales, en su historia y en su proyecto expreso de sociedad, valores, creencias, tradiciones, costumbres, que fundamentan lo que “es bueno” y lo que “es malo”.
En lo individual, la conducta de los hombres se concreta en mandatos y roles fundamentalmente, que modelan un sistema de relaciones, con otros hombres, con mujeres, con el ambiente y consigo mismos.
Entre los mandatos y roles más conocidos están, fuerte, callado, valiente, competente, competidor (que no son lo mismo), proveedor, entre otros.
En cuanto a las relaciones consigo mismo, la masculinidad se disfruta y se celebra (“por dicha soy hombre”). Pero también se sufre y es fuente de temores, inseguridades, ansiedades, complejos, dolores, mutilaciones y violencia (“y si no doy la talla” “y si no cumplo con lo que se espera de mí”).
Como estructura ideológica organizadora del patriarcado, en tanto sistema social, hay instituciones que actúan como vehículos de transmisión y fuentes de valores: el Estado, la religión, la patria, la familia, la educación, el arte, la ciencia, los cuales también se encargan de elaborar un complejo sistema de premios y castigos, según se cumpla o incumpla, aquello que obedece a los valores organizadores de esa sociedad.
Desde ahí se emiten valores fundamentales que deben ser seguidos y practicados por hombres y mujeres, se legitiman unas opciones de vida y se condenan otras (…es que ella es “desviada”, se dice de alguna mujer que ha optado por no cumplir el rol de ser esposa y madre abnegada… ¿no será machorra? se pregunta sobre una mujer que ha decidido no tener hijos).
La masculinidad patriarcal como ideología, es un sistema que une y a la vez aísla a las personas de un grupo social: junta a los individuos en cuanto cumplidores de mandatos y roles y seguidores de un modelo ideal (por ejemplo gremios, clubes, equipos deportivos), pero los aísla en cuanto personas con sentires y emociones, sustraídos de las imágenes y corazas del mundo público, simplemente en cuanto personas. Y así también descalifica. “Playo” es una de las palabras más usadas: “No seás playo”, “dejate de playadas”. Es un sistema que funciona para beneficiar al género masculino en su expresión patriarcal.
Algunos ejemplos de fuentes y mensajes: ¿Y las consecuencias? ¿Y la violencia?
Conocido es que, según expresiones religiosas, primero fue creado Adán y después Eva, quien fue sacada de la costilla de Adán. Fuente de un mandato, primero es el hombre. En todo y para todo y por lo tanto manda y dispone.
Luego, la biblia dice: “Pero quiero que entiendan que … el esposo es cabeza de su esposa… la mujer refleja la gloria del hombre, pues el hombre no fue sacado de la mujer, sino la mujer del hombre. Y el hombre no fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del hombre”.
Y lo repiten e inculcan curas y pastores; el Papa, otros líderes y gestores; así como la “femineidad complementaria”.
El hombre es primero, la mujer después, por lo tanto, el hombre manda y la mujer obedece. El hombre es la cabeza, la mujer no, por lo tanto, el hombre piensa y decide; la mujer calla y sigue.
Y trayendo a cuenta algunas dicotomías: el hombre es del mundo público, la mujer es del mundo privado; el hombre es fuerte, la mujer es débil; el hombre es el protector, la mujer es la protegida.
Para lo anterior, lo que nos muestran, la política, el arte y el deporte, por ejemplo, son acciones afirmativas.
La Música. Para muestra un botón: “Mariposa traicionera”, de Maná.
“Eres como una mariposa…fácil y ligera de quien te provoca… ay mujer cómo haces daño… abres tus alitas, muslos de colores. Donde se posan tus amores.”
El vídeo es lamentable: alcoholismo, provocación, degradación, pornografía, violencia material, psicológica. En ocasiones, hombres y mujeres, cantan, gesticulan, acompañan y parecen disfrutar la canción y su mensaje.
¿Y la violencia intergénero e intra géneros? Y nos asustamos de lo que sucede, de las estadísticas.
No hace falta traer a colación a Pedro Infante o Jorge Negrete. Para que alguien venga a decir que eso ya es viejo, que ya pasaron de moda. Entonces el asunto “ya pasó”.
Esas son las fuentes, hacia ellas debemos dirigir nuestros esfuerzos, si no, sigamos entreteniéndonos, combatiendo y condenando el machismo y el patriarcado estará muy contento porque nos está poniendo a dirigir nuestros esfuerzos en la dirección equivocada, sin que pongamos atención en el meollo del asunto: en las fuentes emisoras que lo sostienen todo. “Pelearse” con el machismo es pelearse con el cascarón, es como a quien le dan algo para que se entretenga y no moleste.
Hay instituciones y empresas que están contra el machismo, algunas reciben dinero por eso; hay fechas en las que se condena el machismo y como dice una de sus fuentes, si en eso nos quedamos, ahí seguiremos “Por los siglos de los siglos. Amén”.
El Estudio Nacional de Opinión Pública (ENAOP) de Borge y Asociados de este mes de marzo vuelve a mostrar un gran apoyo al presidente y a su gestión. Sin embargo, creo que el mandatario no debería cantar mucha victoria, porque ese apoyo está inserto en grandes signos de interrogación.
Creo que los más llamativo es que los entrevistados consideran que en los temas más importantes el gobierno no está cumpliendo. El fracaso gubernamental, en algunos casos, es crítico.
Para los costarricenses, los temas económicos y sociales, vale decir Desempleo, Situación Económica, Costo de Vida y Pobreza, suman el 48,8% de las opiniones cuando se les pregunta por los problemas principales del país. Cuando se trata de las familias o de sus familias, es decir, cuando se vuelve más íntimo y personal, se elevan al 57,3% de las opiniones.
Pues bien, en esos tópicos, la mitad de los encuestados considera que la gestión gubernamental es mala (reducir el desempleo, bajar la canasta básica y otras).
La Seguridad es, individualmente considerada, la preocupación que ocupa el lugar más alto (27,2%) cuando se les pregunta por el país, pero es de solo el 5,6% cuando se trata de la situación de sus familias. Como siempre ha ocurrido, la percepción de inseguridad es mucho más alta que la inseguridad misma y esa percepción es introducida, en gran parte por nuestra mala prensa.
Y aquí el gobierno vuelve a delinquir: el 49,7% califica de mala su labor en el combate a la delincuencia, mientras que solo un 13,5% cree que ha hecho buena labor en el combate al narcotráfico y el crimen organizado.
Aun así, la persona del presidente Chaves sigue siendo bien valorada (63% de los encuestados), y el apoyo a su gestión, si bien ha bajado, se sigue manteniendo en un 70%. Curioso, ¿no? Los ticos seguimos creyendo que el gobierno hace mal las cosas, pero le damos una alta valoración.
El porqué de ese apoyo sigue siendo motivo de dolores de cabeza. No he escuchado la sola explicación convincente. Claro que yo no pretendo tener algo así. Pero voy a dar algunas opiniones.
Pienso que el triunfo de Chaves y su popularidad nacen del desplome de todos los demás partidos. El elector costarricense ha vivido un trauma inédito. Se le destruyó el PUSC, el gran partido de Calderón Guardia, lo que fue para muchísimos costarricenses un golpe en el alma. Luego vivo el desprestigio, también traumático, del PLN, el partido de don Pepe, y que ya va por tres elecciones perdidas. Las emociones, las esperanzas, los entusiasmos, volvieron a surgir con el PAC, que termina escribiendo una de las páginas más vergonzosas de nuestra historia. Termina no obteniendo ni un 1% de los votos. Y esto fue tremendamente impactante para muchísima gente. Conozco personas que todavía lloran cuando recuerdan eso. Lloran literalmente, con lágrimas de agua y desengaño.
Entonces los costarricenses, sobre todo los más humildes y olvidados, vuelven los ojos a un tecnócrata desconocido, sin nexos con la política, sin pertenencia a ningún partido, que muestra, además, un lenguaje antisistema. Una cosa muy similar ocurrió en Perú: los peruanos, hastiados de los partidos viejos y nuevos, terminan apoyando a un tecnócrata llamado Fujimori. Los resultados son bien conocidos.
El segundo gran motivo es ideológico: no en todos los casos, pero en muchos el voto se decidió por un mensaje que gran parte de los ticos comparten, el del neoliberalismo, una ideología y un programa político antipopular por sus fines pero popular por las preferencias. Antisistema significó, en nuestro caso concreto, no anticapitalismo, sino anti-capitalismo proteccionista, no anti-empresa-privada, sino anti-estado-de-bienestar. La gente ha sido ganada por un mensaje que habla contra los empleados públicos, contra las desigualdades y privilegios, contra la burocracia, y termina votando por los grandes privilegiados y en contra de sus mismos intereses. Es el triunfo ideológico de la oligarquía, representada por los grandes partidos y apoyada por la gran prensa.
En esa derrota ideológica nosotros, los que nos llamamos de izquierda, tenemos una gran culpa. Ha sido ni más ni menos nuestra derrota. Primero por nuestra debilidad orgánica, por nuestra manía fatal de ocultar nuestros fines y decir las cosas a medias, pero nuestra división y nuestro menosprecio por la labor teórica, que a veces consiste en renuncia a toda teoría, por nuestra falta de espíritu crítico. La derecha nos ha ganado la batalla en ese campo, el de las ideas.
Mucho de nuestra derrota proviene de un apoyo acrítico de nuestro estado de bienestar y de derecho. Apoyamos el estado con todo lo bueno, pero también con todo lo malo, y en nuestra lucha por defender a los trabajadores estatales terminamos siendo defensores de la burocracia, de la ineficacia y de los privilegios de las altas esferas, de los sueldos indefendibles y demás. Allí incluyo a las universidades públicas y muchas de sus conductas insostenibles. No quisimos discutirlo a tiempo, y ahora nos cae encima el tsumani neoliberal. La gente está harta, todos estamos hartos, de este estado ineficiente y corrupto. Entonces, en estas circunstancias, quien perdió fue la seguridad social. Fue el PLN y el PUSC los que iniciaron el proceso, pero fue el PAC, un partido falsamente tildado de izquierda y vergonzosamente apoyado por la izquierda, quien nos pone al borde del despeñadero.
De aquí se desprende una tercera cuestión, y que tiene que ver con el valor de la democracia. Un régimen político que nos aporta hambre, pobreza, corrupción e ineficacia se ve superado por el ideal de la dictadura. Necesitamos un régimen fuerte, dice la gente, un presidente que no le tenga miedo a nada. Igual que con Fujimori, Chaves logra canalizar ese sentimiento y llevarlo a Zapote. Mientras tanto, la izquierda sigue hablando de defender la democracia y en vez de proponerse sustituirla por una democracia nueva, sigue creyendo que el camino es ponerle betún a la bota vieja y rota, en vez de proponerse cambiar de calzado.
La última cuestión tiene que ver con el machismo. La sociedad costarricense ha avanzado muchísimo en materia de los derechos humanos asociados al papel de la mujer y las opciones sexuales. Estas transformaciones han involucrado a personas de todos los gustos políticos, izquierda de primera, pero también al PAC, ministros y activistas suyos.
Este cambio tan positivo crea, como es lógico, una reacción, una respuesta del mundo machista y discriminatorio que está herido y en su lecho de muerte. Y los representantes de ese mundo se levantan en respuesta. Curiosamente, pareciera que las acusaciones de este tipo en contra de Chaves que no lo dañaron, sino que lo impulsaron.
De la mencionada encuesta hay cuatro cosas que me reconfortan. La primera es que las universidades públicas son las instituciones más respetadas, con un 76,0% de apoyo. Me reconforta no solo por la defensa de la institución, sino porque es una derrota de las prédicas de la derecha.
Una segunda es que los encuestados no muestran un apoyo claro a la ley de empleo público. Los pocos que responde a esta pregunta se reparten casi por mitades entre apoyarla o rechazarla.
La tercera es que solo una cuarta parte se manifiesta por ilegalizar totalmente el aborto. El resto, tres cuartas partes, lo apoyan con diversos matices.
La última es que la iglesia católica apenas representa poco más de la mitad de la población (es, por cierto, el porcentaje más alto en Centroamérica). Los míos, los ateos o no feligreses de ningún credo, llegamos ya al 15%. Toda una noticia.
En esto de lenguaje inclusivo hay que cortar con bisturí muy fino. La cosa no es sencilla. Primero, porque la lengua es un ser vivo, y cosas que hoy nos parecen disparate se convertirán a la vuelta de algunos años en formas corrientes y normales de la comunicación humana.
Siempre que veo purismos yo me río. Yo detesto la RAE, primero por ser “Real” y yo odio la monarquía, segundo por ser una caverna de ayatolas inamovibles. Pero ni modo, hay que recurrir a ella. Recuerdo que la Gramática de la RAE de 1927 (que era una reproducción casi intacta de otra edición anterior) condenaba galicismos que hoy usamos lindamente. Garaje, avalancha, banalidad, bisutería, son algunos de ellos.
Me hace mucha gracia también los que levantan armas contra abreviaturas como q’ (qué o que), xq (porque o por qué) y otras. Lo curioso es que la Real Academia Española recoge muchísimos otros garabatos por el estilo, tales como Uds, Q.d.D.g., P.D., Sr., Sra., pág., FF.AA. y cientos más. Es muy posible que dentro algunos años aquellas u otras formas abreviadas de escritura sean perfectamente aceptadas y aceptables. Las modificaciones de la ortografía caduca de nuestra lengua es un anhelo de muchos desde hace mucho. Y esa ortografía, encadenada a la roca a hierro y fuego, cambiará, sin duda alguna.
Lo del lenguaje inclusivo es una demanda social que proviene de los cambios sociales que se están produciendo en el rol de los géneros en los últimos años. La lengua es un reflejo de las relaciones sociales y como tal los idiomas modernos, unos más, otros menos, reflejan en sus formas y estructuras las relaciones desiguales, de discriminación y de opresión, que se dan en la sociedad. El lenguaje estándar (“Real”) es inadecuado para expresar las relaciones sociales modernas. Lo he vivido en carne propia. Una vez la maestra de mis nietas envió una instrucción para los niños, y mi hija no sabía si mis pequeñas debían cumplirlas. Mi modo, la maestra tuvo que corregir: los niños y las niñas. En su abolición de la esclavitud, el padre Hidalgo tuvo que decir “esclavos y esclavas”, para asegurarse de que las mujeres no quedaran por fuera.
Lo mismo ocurre con los títulos académicos. Mi esposa tiene que protestar en cada conferencia. “Yo no soy ingeniero”, dice, y todos ponen los ojos en blanco. “Yo soy ingeniera”. Tengo médicas en mi familia que siguen llamándose a sí mismas “médicos”, como si ese problema no estuviera resuelto desde ya hace muchos años. (Sigue pasando con las maestrías y no oigo que nadie levante la voz. Las mujeres se siguen graduando de “master” o “máster”, es decir, de maestros. Deberíamos exigir que les otorgue el título de “magistra”, así en femenino). Hay quienes se molestan conmigo porque digo que Cervantes era un feminista. Pues bien, él usa el término “huéspeda”, femenino de huésped. Luego leí por ahí que en la Edad Media esas formas del lenguaje inclusivo eran normales en la lengua castellana.
Pero el problema no es lingüístico. Los enemigos del lenguaje inclusivo no protestan porque quieren defender el idioma. Si se tratara del sexo de las bacterias ni se enterarían. Su “lucha” no es por la lengua, es por su posición dominadora en la sociedad. Luchan en defensa del lenguaje sexista porque temen perder los ancestrales privilegios que les otorga la sociedad machista.
Y para ello se valen de algunos extremos del lenguaje inclusivo que son muy dudosos. Santiago Muñoz Machado, director de la RAE, reconoce que la lucha por el lenguaje inclusivo es la “manifestación de una realidad que es la desigualdad del sexo femenino que se refleja en muchas cosas. Las herramientas de esa lucha son varias y una de ellas se ha centrado en el lenguaje”. Pero se refiere a esos “extremos” como “tonterías”.
Uno de ellos es el uso de la “e” como terminación de adjetivos y sustantivos: les muchaches, les trabajadores, etc. Acabo de estar en un concierto en Chile y la animadora, una persona muy seria, decía: “Amigos, amigas y amigues”. No me sonó nada ortodoxo y me puso en duda. Luego pensé que hay seres humanos masculinos, seres humanos femeninos y seres humanos que no pertenecen a ninguno de esos dos grupos. Eso está ya claramente aceptado por la ciencia. Los tres grupos estábamos representados en la audiencia de esa noche. Y a estos últimos, ¿cómo los vamos a llamar?
La lucha por la igualdad de género y los cambios que ella suscita no están ni muchos menos terminados. Entonces no se pueden pedir soluciones definitivas al lenguaje. Hay que tener tolerancia y paciencia. El idioma se irá adaptando a las nuevas realidades sociales y a las nuevas necesidades comunicativas. Y esto es una buena noticia.
El extremismo es resultado de la hipertrofia de la irracionalidad y esta hipertrofia se da cuando se está objetiva y emocionalmente inmerso y dominado por intereses materiales, que podrían ser en sí legítimos, sino trajeran consigo miseria y la injusticia a la mayor parte del país.
Ignacio Ellacuría
Luis Andrés Sanabria Zaniboni
Seguimos dando el prudente tiempo al gobierno que recién empieza, para que pueda amueblar la casa presidencial, preparar la documentación y proyectos de ley. Es así que como comentamos en el artículo anterior, podemos seguir reflexionando sobre nuestro contexto. Por esta razón nos preguntamos ¿Cuáles sociedades se encuentran al margen del proyecto dominante?
Empecemos por desnudar un falso principio, que la concentración de riqueza ordena nuestras sociedades, que premia el “esfuerzo”, es decir genera las legitimidades y relaciones que reconocen el “esfuerzo”. En cambio, lo que dicha concentración si evidencia son las formas y modos que reproducen la dominación y explotación en nuestras sociedades, pero también impiden el surgimiento o reproducción de otras lógicas que atenten ese monopolio del discurso del “esfuerzo”.
Una supuesta “meritocracia” que premia al más vivo, en detrimento de las personas que se quedan “dormidas”, es decir aquel que sabe cómo se mueven las cosas, a quien llamar o a quien citar, dista mucho de ese esfuerzo que representa el trabajo de tantas personas, que a partir de su fuerza mueven un país.
¿Por qué falso principio? Porque la concentración de riqueza, lejos de demostrar la idoneidad de algo, es precisamente la consecuencia de muchas acciones que van desde la privación de algo hasta el despojo violento de comunidades y de nuestros bienes comunes (naturales, sociales, culturales).
Este marco nos permite identificar que proyectos de sociedad se privilegia sobre otros, es decir leyes, políticas, discursos y prácticas. En esta ocasión, no nos preocuparemos por aquellos que se imponen, sino a pensar sobre esas sociedades que desaparecen.
Siguiendo esto, podemos mirar nuestras comunidades campesinas que han sido devoradas por la expansión de monocultivos para la exportación en beneficio de la agroindustria y los mercados financieros. Esta voluntad de los sectores dominantes por la supuesta “tecnificación”, genera no sólo la destrucción del mundo rural y la migración a la ciudad, sino que la mezcla de ambos vulnera nuestra naturaleza, ya que el abandono de la tierra representa la desprotección del bosque y de los ciclos de la vida.
Esto nos lleva a repensar el conflicto que viven los pueblos indígenas ante su voluntad de permanecer en sus territorios, lo cual ha reflejado el extremo al que llega el despojo, ya que por un lado la indiferencia refleja la grave reducción de los pueblos indígenas a meros portadores del “folklore”, es decir sus formas y modos de ser en el mundo, no son reconocidas ni legitimadas.
Por esto la galopante impunidad ante los actos de violencia que procuran aterrorizar y desmovilizar a las personas indígenas en sus territorios. Sin la intensión de escarbar mucho detalle, podemos remontar la agudización de estos actos desde el 2012 al presente.
La anulación de los derechos colectivos, es una muestra más de este cercamiento de la “ciudadanía”, es decir de esas sociedades que habitan los territorios y espacios públicos, erosión y reducción constante de los “servicios públicos” (salud, educación, cultura entre otros) , muestra el camino de la reconfiguración de la ciudadanía “real”, en donde el poder económico, es decir la propiedad, poder adquisitivo y la concentración de riqueza determina el grado de libertad y capacidad de autorrealización posible de los individuos y los sujetos colectivos.
Sumado a esto, la ofensiva por la revisión de todo lo que se pueda denominar “ideología de género” muestra una vez más el cercamiento que sufre la diversidad sexual y los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres. Es decir una sociedad que estratifica los roles de género, privilegiando una supuesta “tradición” moral y un falso determinismo biológico, que esconde las relaciones de desigualdad que es fruto del poder de la dominación-esclavitud que enajena la voluntad de muchos a pocos.
Este es un vistazo hacia esas sociedades negadas, a cómo esas violencias estructurales se configuran para impedir su realización, establecen no sólo relaciones, sino también mecanismos para negar su existencia, desde la institucionalización se garantiza su invisibilidad. Tal vez, la muestra más clara de este proceso, es la ya mencionada oleada contra la “ideología de género”, que nos evidencia este proceso de negación en clave de retroceso.
¿Cómo llegamos a esto? Son muchas las trenzas de dominación que han estructurado nuestras sociedades, en ocasiones identificamos al capitalismo, patriarcado y el colonialismo, que se manifiestan desde la xenofobia, el racismo, machismo y otros más que tal vez han escuchado en otras ocasiones. Sin embargo, también son muchas las experiencias que han apuntalado hacia un compromiso por la liberación, desde la necesidad y la crítica han convertido su pensar-hacer en formas y modos instituyentes de otra cosa. Este será el centro de nuestra última entrega.