José Luis Callaci
La reciente noticia sobre la no invitación de Claudia Sheinbaum a la toma de su posesión como presidenta electa de México, al máximo representante de la Corona Española, el Rey Felipe lV, ha tomado por sorpresa a Tirios y Troyanos, provocando una ola de protestas por parte de unos y nutridos aplausos por parte de otros.
Por su parte el presidente saliente Andrés Manuel López Obrador ha apoyado, la valiente decisión de la nueva mandataria respondiéndole a la vez al actual Gobierno español por haber decidido este no asistir a la ceremonia de investidura de la nueva presidente.
Lo ha hecho con esa elocuencia, que lo caracteriza y con palabras precisas, al afirmar que España viene ofendiendo al pueblo mexicano por no haberse disculpado nunca de los graves abusos cometidos durante la Conquista y que “esto no es un asunto personal, sino que tiene que ver con el respeto a los pueblos».
Las actitudes de soberbia y las reprochables actuales conductas de quienes fueron colonizadores, que por los hechos fueron saqueadores y genocidas de otros pueblos, pareciera aún prevalecer en el ADN de muchos europeos.
Por eso no les pasa por la mente pedir disculpas. Aplaudimos la decisión de México y bueno sería que, a futuro, cuando celebremos el Día de la Independencia los latinoamericanos agreguemos sin tapujos de quienes lo hicimos, o sea: DÍA DE LA INDEPENDENCIA DE LA CORONA ESPAÑOLA.
El día que abandonen esas actitudes de soberbia y prepotencia y pidan disculpas podremos entonces reconsiderar lo sugerido, pero reescribiendo la historia de ése “descubrimiento y conquista”.
O de esa absurda denominación de “encuentro de dos culturas”.