¿Fue abusiva la intervención de la fiscalía en casa presidencial?

Luis Paulino Vargas Solís

He leído y escuchado opiniones que así lo afirman.

Y, sin embargo, noto que se ha hecho usual decir eso, cada vez que hay un allanamiento que resulta mediáticamente atractivo. Por ejemplo: hace unas semanas, el banquero Gerardo Corrales descalificó como un show aparatoso la actuación de la fiscalía en su casa, para enseguida procurar convencernos de su diáfana inocencia y de su condición de víctima sacrificial.

Desde luego, resulta chocante, realmente dramático, lo que vimos acontecer en casa presidencial, pero, en fin, suponiendo que la fiscalía hubiese optado en cambio, por una actuación reducida al mínimo indispensable -todo un dechado de discreción y de reverencial respeto a la investidura del presidente- ¿no estaríamos quizá oyendo críticas por el trato diferenciado -en último caso privilegiado- que se le daba al presidente?

Y acerca del “secuestro” de la computadora y el celular del presidente. Me parece que no es la primera vez que se hace ¿no debió entonces hacerse “por tratarse del presidente”?

¿Debería acaso existir un protocolo uniforme que estandarice este tipo de intervenciones? ¿O acaso un protocolo especial, de exclusiva aplicación a miembros de los supremos poderes y en especial del presidente?

Y, desde luego, las tesis conspirativas, tan gustadas por su capacidad para evitar la fatiga mental. Cierto que hay gente -Gloria Navas, Juan Diego Castro, Fabricio Alvarado, etc.- que le pone máxima presión al asunto con el indisimulado propósito de traerse abajo a Alvarado. Pero afirmar que la Fiscalía -y la Defensoría y los magistrados y magistradas de la Sala Tercera y váyase a saber quiénes más- son tan solo marionetas en un tinglado controlado al centímetro, es realmente abusivo.

Puede ser ilustrativo comparar el manejo que diferentes medios le han dado al asunto. En particular es notable el contraste entre La Nación y CrHoy.

Creo que ello es indicativo de los desacuerdos que esto suscita al interior de los grupos más poderosos de Costa Rica, y pone entre signos de preguntas los simplismos excesivos de ciertas tesis conspirativas.

 

Enviado por el autor.

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