Impacto de la baja del dólar

Daniel Vartanián.

Daniel Vartanián, M.Sc.

Desde hace algunos meses surgió una nueva preocupación para los agricultores, los exportadores y los empresarios turísticos: se trata de la apreciación del colón o lo que es lo mismo, una baja en el tipo de cambio que pasó de ₡ 700 por dólar a sólo ₡ 500 por cada dólar. En términos simples, solamente por efecto de la variación en el tipo de cambio, los ingresos de quienes reciben dólares disminuyen en 25 al 30%. Pero esta condición no es igual para todos.

Agricultores

Quienes más sufren esta variación son los agricultores que producen para el mercado local. A la disminución de sus ingresos, disminuye la posibilidad de vender. Como resulta más barato importar, los agricultores locales que colocan su producción a través de grandes comercializadores que tienen la capacidad de vender productos en todo el país, enfrentan la competencia de bienes agrícolas importados y cada vez más baratos que esas mismas empresas comercializadoras ponen en las góndolas al lado de los productos locales. Solo una cadena de supermercados con cuatro formatos diferentes (conocidos como Walmart, Más por Menos, Maxi Palí y Palí) domina más del 55% de esta modalidad de ventas al detalle. Y otras cadenas de supermercados operan de la misma manera: si los precios locales no bajan al nivel de productos importados con costos de importación en descenso, difícilmente podrán ser tomados de las góndolas por parte de los compradores.

En las economías que buscan proteger el mercado interno probablemente se aplicarían políticas que fortalezcan a los productores locales ya sea mediante aranceles temporales a productos importados que compiten con productos locales o mediante impulsos al desarrollo tecnológico que facilite aumentar la productividad (medida en kilos o toneladas por hectárea) que conduzca a una mejora significativa en la competitividad de los productos de consumo local o destinado al mercado externo.

A modo ejemplo podemos citar el caso del principal exportador mundial de cebolla; es el caso de Países Bajos que compite en los mercados con Indonesia, a pesar de contar con poca extensión y un clima claramente adverso la mayor parte del año. Costa Rica también tiene condiciones de desarrollo tecnológico excepcionales, como es el caso de la producción de café (cada vez con mayor incorporación de valor agregado y una creciente comercialización de producto final, en sustitución de las exportaciones de café “verde” o “pergamino”);

de piña (somos el principal exportador mundial); banano (desde hace unos 10 años el precio mínimo al productor independiente, regulado en Costa Rica es tomado como precio de referencia en los principales países productores como Ecuador y Colombia) y aceite de palma, que duplicó su productividad desde hace menos de 10 años. Otros productos agrícolas podrían seguir este camino, si se contara con una política adecuada que priorice la seguridad alimentaria.

Lamentablemente los incentivos o promoción de la producción local siguen el signo contrario. Las empresas comercializadoras pueden y se incorporan al régimen de subsidios tributarios como el de zonas francas, que acentúa el peso de la carga tributaria sobre las empresas y sectores de menor tamaño relativo.

Exportadores

Desde la década de los años sesenta; es decir desde hace al menos 60 años, el discurso de temas económicos y sobre todo el régimen de incentivos, toma como un precepto esencial la “necesidad” de ampliar el mercado hacia el resto del mundo. A la sustitución de importaciones y el Mercado Común Centroamericano siguió la política que otorgaba Certificados de Abono Tributario a las exportaciones no tradicionales y a nuevos mercados, hasta el actual régimen de zonas francas que asigna subsidios que generan cada vez mayor desigualdad y proporciona empleo a menos del 10% de la población que podría integrar la fuerza de trabajo. Ni los “Ni-ni”, ni los inmigrantes, ni los desplazados al trabajo informal y al sector tradicional rural, tienen cabida en este sector que cada vez cuenta con mayores privilegios. En cambio, las pequeñas y medianas empresas que hacen un esfuerzo excepcional por encontrar mercados en el exterior a partir de sus propios recursos perciben menos ingresos como consecuencia de la apreciación del colón. Para este sector el aumento en la eficiencia y la competitividad se convierte en un imperativo sin los cuales difícilmente pueden permanecer en el mercado. La baja en el tipo de cambio acentúa la triste estadística del fracaso del 75% de los nuevos emprendimientos en menos de tres años que caracteriza a la economía costarricense. A pesar de algunos esfuerzos aislados, resulta insuficiente la política económica que facilite la maduración de proyectos productivos, que premie la apertura de mercados y compense el faltante de ingresos ante un menor tipo de cambio.

Empresarios turísticos

Probablemente un número significativo de pequeños empresarios turísticos sufre las mismas condiciones que los pequeños y medianos exportadores; con tarifas estables como las que se ofrece en diversas plataformas informativas y de promoción, disminuye el ingreso que perciben los hoteleros que tienen un esquema de costos basados en la moneda local: salarios, cargas sociales, seguros, mantenimiento de instalaciones, insumos alimenticios para atención de sus clientes, entre otros.

¿A qué responde la apreciación del colón?

Resulta notable que a pesar de los efectos adversos que provoca la apreciación de la moneda y del aumento en las importaciones que se ven favorecidas por un tipo de cambio más favorable, los saldos del comercio y particularmente de la Balanza de pagos, muestran un superávit que se expresa en niveles altos alcanzados por las Reservas Monetarias Internacionales, que superan los US$ 13.500 millones. Esto podría explicarse por un aumento importante del endeudamiento público frente a organismos multilaterales, el endeudamiento privado que se refleja en la Balanza de pagos, así como a la Inversión Extranjera Directa y otros componentes de las Cuentas Nacionales.

Adicionalmente cabe considerar que el paulatino abandono de controles aduaneros que en pocos casos se intenta revertir (v.gr. uso de escáneres), nos colocan frente a la posibilidad real de sobre facturación de exportaciones y de ocupación hotelera y subfacturación de importaciones, con el objetivo de legitimar importantes movimientos de capitales que buscan ser blanqueados.

Los excedentes de divisas que inciden en el tipo de cambio (al menos según los postulados teóricos) tiene el impacto favorable de contener la inflación, objetivo de política nada despreciable, aunque resulta notorio que el IPC no muestra una reducción de precios del 25% desde mediados del 2022 como podría haberse esperado y mientras tanto cualquier aumento en el tipo de cambio sí se refleja históricamente en aumentos de precios al consumidor.

Algunos sectores reclaman mayor intervención del BCCR para que aumente el tipo de cambio y así “ganar” la actividad exportadora. Tal vez una forma de intervención que podría tener un impacto positivo podría encontrarse no solo en acciones que mejoren la competitividad, sino también en la realización de pagos que reduzcan la deuda externa, y con ella el pago de intereses de la deuda. De esa forma los beneficios podrán ser compartidos.

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