Lloran el bosque y sus criaturas

Freddy Pacheco León

Freddy Pacheco León

Los troncos llorosos, recién arrancados a pedazos, de los centenarios árboles extraídos del bosque, en el área de conservación en el Caribe sur, son testimonio de una acción criminal, ejecutada impunemente. Aunque grandes, las mentiras conque pretenden justificar la acción de las motosierras y equipos pesados, no son tan grandes como algunos de los monumentales árboles destrozados. Los gigantescos almendros de montaña, «torres de condominio» para infinidad de valiosos animales, son algunas de las víctimas. Igual las caobillas, balas de cañón, cativos, cedros maría, chilamates, escobos negro, indios desnudo, entre otros, son el desmentido innegable a las falsedades oficiales, de que, en Limón, “todo está en regla, solo estamos respetando los derechos adquiridos”, de sus amigos vecinos, les faltó decir.

Y es que, solo cuando prestamos un poquito de atención, hacia las criaturas, generalmente esquivas del bosque, es cuando adquirimos conciencia del maltrato a que están expuestas, incluso en áreas de conservación, formalmente protegidas por leyes de la República.

Detrás de lo que, con desprecio, el presidente Chaves y el ministro de Ambiente Tattenbach, llaman despreciativamente, esos «monos», que «los que se oponen al desarrollo dicen querer proteger”, existe una formidable, e invaluable, biodiversidad, que, pese al desdén de esas autoridades, ha sobrevivido cientos de años.

Destacan, más de 1.200 especies de plantas vasculares, donde más del 90% son nativas, parte fundamental del hábitat, en que se interrelacionan con infinidad de anfibios, reptiles, monos congo y cariblanco, el simbólico perezoso, ardillas, guatusas, osos colmenero, armadillos, tolomucos, mapaches, pizotes, zorros, serafín del platanar, así como más de un millar de especies de mariposas, escarabajos, dípteros, hormigas, avispas y abejas. Y, sin olvidar, nada menos, que, a las 377 especies de aves, ¡cerca de la mitad existente en el país!, que, sin duda, son de gran valor biológico.

En fin, plantas y animales, grandes y pequeños, algunos diminutos, pero cumpliendo una función ecológica insustituible, aunque todos indefensos ante la avaricia destructiva. «Cada criatura en desgracia tiene el mismo derecho a ser protegida», clamó sabiamente San Francisco de Asís. Sentencia que desdeñada en Gandoca-Manzanillo; en ese privilegiado lugar de Costa Rica, que forma parte de las áreas de conservación que caracterizan a nuestro pequeño pero gran país, que demanda ser conservado.

15.8.2024.