Yo creo que lo primero es que no nos dejemos envenenar por la criminalización tanto del estado como de algunos genios, y del alarido de terror falso de lo que puedan pensar de esta multitud. Les puedo decir, cuando el gobierno mexicano se atreva a devolver a esa gente, los devuelve con una sentencia de muerte. Ustedes mujeres, que son mamás, jamás expondrían a sus hijos muertos de hambre, sin salud, sin protección del Estado, a una aventura donde no encontrarán un futuro realmente de bienestar.
La situación de toda esta gente que viene huyendo de la pobreza, de la violencia, del desplazamiento forzado y sobre todo del abandono social y de las amenazas de muerte de muchísima gente. Jamás ustedes como mamás atravesarían por ríos, estarían días y días caminando, cargando a sus bebés simplemente diciendo a ver qué sale. ¡No, de ninguna manera! No es cierto que tan solo se busque en una forma romántica calidad de vida. No, entendamos realmente, estas gentes buscan la vida, la vida porque los están matando. Vienen asesinados, ya sus esposos, sus hijos amenazados por los Maras.
En ese sentido, es vergonzoso que la policía federal haya apaleado a mujeres o niños si la iglesia es la casa de los que no tienen casa. ¿Por qué han puesto esas fallas? Es falso que el Estado no tenga recursos para atender esta casa si hace otras obras falsamente suntuosas. Nosotros somos realmente la respuesta a este signo de violencia, de hambre. No es cierto que esta gente sea una caravana de muerte, un fantasma que viene a destruir el medio ambiente, que viene talvez cargarnos, o el mito (porque ya tenemos refugiados) que nos van a quitar el trabajo, no es cierto, ¡de ninguna manera! Precisamente, no han sido recibidos con toda divinidad.
Como cristianos no somos cómplices, sino al contrario somos actores de los derechos humanos, cualquiera que tenga una fe de verdad. De manera que, tumbemos esas vallas, tumbemos esa criminalización, ¡claro que podemos! Lo podemos hacer, sobre todo cuando estamos viendo la miseria, la tristeza y el dolor de toda esa gente. Esta gente no puede regresar a sus países, son países de muerte, países realmente colonizados por el terror, por el hambre y el abandono social. Son mensajeros de la esperanza, son valientes porque se han atrevido a retar a un modelo económico sumamente opresivo. Vuestras casas de emigrantes (más de 67) están abiertas; y si ustedes no abren sus corazones, están traicionando el evangelio. Muchas gracias.
*Imagen tomada de Youtube.
Enviado por Carlos Sandoval con base en una publicación de Mónica Peredo.
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