Mirar a la par y con empatía

Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)

Los trajes que llevan puestos delatan un origen, un lugar de procedencia. Antes que cualquier cosa son mujeres que por diversas situaciones han debido marcharse de su hogar y aventurarse a buscar nuevas oportunidades donde sea.

Ahí están, entonces, con la representación de lo que son, de lo que sienten, de lo que traen. Los trajes que visten esa mañana les recuerdan que vienen de lugares con historia, con olores y sabores, con humanidad.

Participan en un espectáculo teatral denominado “MigrArte: historias de vuelo”. No son actrices profesionales. Son mujeres cuya historia de vida las ha llevado a atravesarse en un país como Costa Rica y tratar de enraizar, acoplarse, vivir aquí.

En un afiche promocional que anuncia la actividad se indica:

“Se trata de un espectáculo en el que 10 mujeres de diferentes nacionalidades latinoamericanas, nos narran cómo es el país en el que nacieron y crecieron pero que tuvieron que dejar por diversas razones, en su mayoría la seguridad y bienestar de sus vidas y la de sus familias”.

El grupo ya ha ido modificando sus integrantes pues algunas de ellas lo han abandonado por distintas razones. Finalmente son mujeres que continúan sus luchas diarias, sus caminos.

Escrita y dirigida por la actriz costarricense Raquel Hernández Castro, la pieza de aproximadamente una hora con treinta minutos rememora un viaje en un avión imaginario en cuyo tránsito las distintas mujeres van tejiendo historias alrededor del lenguaje, la comida, los rituales de celebración de la vida y muerte que se reproducen en cada país del que provienen.

Representando a Colombia, Venezuela, Panamá, Costa Rica, Nicaragua y Honduras, los personajes interpretados proponen una forma sencilla de entender las movilidades humanas. Lo hacen si con un mensaje directo en el que el humor es el combustible que hace posible tocar las fibras de quien observa esta excelente pieza teatral, que lleva irremediablemente a la reflexión y la sensibilización.

Hace unas semanas recibí una llamada de la psicóloga Estela Paguagua, funcionaria del Departamento de Gestión Social Inclusiva de la Municipalidad de Heredia, ciudad donde está ubicada nuestra Universidad Nacional.

Me habló del proyecto y de la necesidad de buscar un espacio en el que se pudiera presentar este trabajo.

De inmediato pensé en el curso optativo Migraciones en Costa Rica, impartido por el Instituto de Estudios en Población (IDESPO) de la Facultad de Ciencias Sociales, conversé con su docente la Doctora Cynthia Mora y organizamos la presentación de este material a sus estudiantes.

Considero que este tema debe trabajarse más fuerte desde la sensibilidad, buscando llegar al entendimiento. Y por eso una vez más el arte puede ser un excelente vehículo para hacerlo.

Acompañada por su esposo Luis Diego Solórzano, cantautor costarricense y está vez el sonidista del espectáculo, Raquel explica que durante cuatro meses impartió un taller de actuación y técnicas teatrales a las mujeres, pero ante todo, observó como esa acción se fue convirtiendo en un espacio de reflexión, conversación y encuentro.

Costa Rica debe asumirse como eso precisamente. Debe mirar a la par y con empatía las historias de aquellos y aquellas que han llegado a nuestro territorio buscando una vida mejor. Convertirse en ese espacio de encuentro cálido que tantas personas buscan y necesitan.

El espectáculo termina con un enunciado directo y franco: “No es nuestra culpa haber llegado aquí”. Atendamos pues las causas de sus historias de movilidad. Las verdaderas. Mirémoslas a los ojos con amor, abracemos sus luchas, que son nuestras también.

Imágenes de representación del espectáculo teatral “MigrArte: historias de un vuelo” realizada el jueves 27 de octubre en el marco del curso Migraciones en Costa Rica, impartido por IDESPO de la Universidad Nacional.