Carlos Campos Rojas
Hoy evocamos el homenaje a la jornada de los Mártires de Chicago, eran anarquistas sindicalistas, ejecutados en Estados Unidos por organizar las luchas, que iniciaron el 1 de mayo de 1886, las que permitieron establecer ante las formas de explotación laboral de ese entonces, la jornada laboral de 8 horas, que hoy es un derecho pleno en nuestro país. Dieron su vida para aportar a nuestra paz social.
Este primero de mayo –en medio de la emergencia que vivimos-, debe ser para hacer una necesaria pausa que permita dimensionar hacia dónde va el país y cómo construiremos el futuro de cada uno de nosotros. Es el tiempo de demostrar que hay esperanza, porque tenemos el recurso humano para lograrlo y que ese futuro, le pertenece a la ciudadanía costarricense.
La emergencia le ha dado un aire inesperado a la deteriorada imagen del gobierno. Es una oportunidad valiosísima para lograr el reencuentro del país, para superar la fractura social y estructural, que se venía arrastrando. Es el momento de vencer los miedos al diálogo, de verse frente a frente con los disensos, para demostrar que se pueden construir consensos.
Es el momento de sentarnos –reconociendo los conocimientos y saberes de cada uno-, para construir un nuevo pacto social, donde la ciudadanía no sirva solo para poner la espalda, los impuestos y la pobreza, en beneficio de una minoría. Esto solo nos ha lanzado a la mayor desigualdad social de nuestra historia y a un círculo de violencia.
La paz –bastante resquebrajada que vivimos hasta hoy-, se logró desde 1821, con lucha, cárcel, sangre y esfuerzo, de patriotas. Destacaron, trabajadores, estudiantes, mujeres, empresarios, artesanos, que decidieron heredarnos una mejor Costa Rica, que debemos preservarla. Porque sin paz no hay prosperidad.
Replantear la economía, no es repetir recetas viejas. Nuestro futuro –sentencia Hugo Torres-, está en manos de los pequeños, de empresarios locales, mujeres y hombres, dispuestos como siempre al riesgo y que siempre pagan impuestos. La gran empresa tiene también su espacio, pero la toma de decisiones ahora no puede excluir a la ciudadanía, ni mucho menos a los que efectivamente ponen en riesgo su patrimonio. Los que hicieron su riqueza –y que les pertenece-, no la hicieron solos, ahora deben aportar de ella sin titubear, para sacar adelante Costa Rica.
Aunque estamos a menos de dos años de elecciones nacionales, no es el momento de electoralismos, es el momento de la responsabilidad política estratégica, no de disputar migajas. Es la hora del diálogo inmediato, sin exclusiones. Sin espacio para la corrupción y la impunidad, solo para la transparencia y la probidad.
Es el momento de hacer valer nuestra Constitución Política.
1 de mayo de 2020
Día del Trabajador