“Mártires, héroes y heroínas Internacionalistas”
El 27 de agosto de 2024 recibí la “Condecoración Mártires, héroes y heroínas internacionalistas» y la medalla del Trabajo Combativo Militar (T.C.M.): Brigada “Carlos Luis Fallas» 1979 – 1981 y Brigada «Mora y Cañas» 1981 – 1986.
Varios centenares de hombres y mujeres, camaradas de lucha y de armas recibimos con orgullo estos reconocimientos por nuestra participación en la retaguardia, en el campo de combate, en general en el Trabajo Combativo Militar.
Por Lenin Chacón Vargas
Extracto de “Memorias de un militante”
Dedico este
extracto de mis memorias a los Internacionalistas, a los hijos de Sandino y de Juan Santa María, Mora y Cañas.
“Partimos alegres a liberar a Orión/enviados a cubrir de estrellas el valle/entre el silencio de la noche y la luna /posaban nuestras sombras una por una/vestidos de verde olivo…/aquellos que fueron a llenar el valle de estrellas/y volvieron con el corazón y las almas llenas…”
Jossy Alemán 1980
Poeta y guerrillera panameña, Internacionalista
Aprovecho la ocasión para rememorar la experiencia vivida en la militancia combativa militar en el Partido Vanguardia Popular (P.V.P.). Es conocido que los comunistas se movilizaron como los que más, durante la Guerra Civil de 1948, pese a la falta de armas. Los milicianos y militantes comunistas lucharon con sobresaliente arrojo en la batalla de San Isidro del General que se libró entre el 22 y 23 de marzo de 1948 cuyo Jefe fue Carlos Luis Fallas, comandante del Ejército del Pueblo, y en la batalla del Tejar de Cartago con la columna de la Juventud Vanguardista en la que uno de los jefes fue Álvaro Montero Vega, para solo citar esas.
Al terminar la guerra, el Partido está ilegalizado. Perseguidos sus dirigentes, fueron encarcelados y víctimas de crímenes políticos sin precedentes, como los del Codo del Diablo y la Cangreja. Se vivieron 18 meses bajo un sombrío régimen de terror por parte del Gobierno de facto, de José Figueres que gobernó como una dictadura.
En búsqueda de la legalización
Entre 1949 y 1950 fue un periodo muy difícil de paso a la vida y actividad clandestina del Partido. En ese contexto se celebró del 3 al 5 de Junio de 1950 la cuarta Asamblea Nacional del P.V.P. que hizo el balance de los acontecimientos de la Guerra y adoptó una de las orientaciones tácticas esenciales de lucha en la década de los 50 que señalaba que “el Partido debería agotar todos los medios a su alcance para conseguir la legalización de sus actividades y consideró ésta, la tarea central de la lucha por la democratización del país” El Partido se opuso categóricamente a las intervenciones armadas que desde Nicaragua protagonizó el calderonismo con ayuda de Somoza en diciembre de1948, y entre diciembre de 1955 y enero de 1956.
Es claro que el Partido aún y con una importante experiencia militar, solución armada no estaba a la orden del día, todo lo contrario, según se desprende de las resoluciones de dicha Asamblea. La prioridad fue luchar por la democratización del país, reconstruir el Partido con métodos de trabajo y vida clandestina, normas de seguridad y autoprotección,
Se realizaron esfuerzos importantes: la edición del periódico semanario “Adelante”, se crearon nuevas organizaciones sociales como la Alianza de Mujeres Costarricenses, La Confederación General de Trabajadores, las Juntas Progresistas, la Juventud Democrática, La Liga de la Juventud Revolucionaria de la que también formó parte Adolfo García entre otras.
Los zapateros y la búsqueda de las estrategias de organización
Al empezar la década de los sesenta, de acuerdo con el Partido Socialista Nicaragüense, el Partido Vanguardia Popular organiza un destacamento armado integrado con obreros zapateros, todos nicaragüenses que vivían en Costa Rica, históricamente se reconoce como la “guerrilla de los zapateros”. Se internaron en las montañas de Nicaragua donde se unirían campesinos del Partido Socialista de Nicaragua, que nunca llegaron. Esa guerrilla tiene que enfrentar fuertes combates, varios mueren, los sobrevivientes deciden la retirada. Uno de los Jefes fue Adolfo García para evitar que los Guardias Somocistas lo asesinen, cruza a nado el Río San Juan para regresar a la Patria. Al llegar a San José la policía lo detiene y pasa varias semanas en la Penitenciaría central, hasta que el Partido logra su libertad. De inmediato García se integra al trabajo Partidario, con él trabaje junto otros camaradas: Jorge Mora Paniagua, Rodrigo Chacón Vargas, Ricardo Chacón Salazar Max Santos Pastor en las red de imprentas clandestinas móviles donde imprimíamos muchos materiales del Partido y algunos libros de literatura Marxista, Adolfo García nunca dejó de prepararse para la guerra revolucionaria que él sabía que vendría.
En esos años sesenta el Jefe de las tareas de seguridad fue el camarada Adolfo García Barberena, por su experiencia militar, su disciplina a toda prueba, excombatiente en la guerra civil de 1948, jefe de la llamada “Guerrilla de los Zapateros” (1960-1961), más adelante guerrillero dentro del Frente Sandinista de Liberación Nacional (1977 1979), muere en combate en la guerra revolucionaria anti somocista el 17 de mayo de 1979, siendo uno de los tres Jefes de la Columna guerrillera «Jacinto Hernández» que tenía la misión de abrir el Frente Guerrillero de Nueva Guinea para apoyar la ofensiva insurreccional final de julio de 1979.
En el P.V.P. nos organizamos en el trabajo de seguridad, de protección de dirigentes y actos públicos del Partido, para repeler la agresión fascista de organizaciones anticomunistas como el Movimiento Costa Rica Libre y lo hicimos en actos y desfiles del primero de mayo que llegaban a atacarnos con piedras y palos, nos defendíamos con valor y arrojo para lo que teníamos unidades especiales preparadas e instruidos por Adolfo García, decenas de militantes recibíamos una incipiente preparación militar, arme, desarme y uso de armas, pistolas y ametralladoras M1 y M3 que recuperamos de un contrabando abandonado en la costa de Limón y unas pocas heredadas de la Guerra Civil, además en mi caso cumplir misiones clandestinas de diferente índole, como narro en mis memorias.
Durante esta misma década, el movimiento revolucionario de América Latina debatía sobre las vías de la Revolución, lo que llevó al Partido a adoptar resoluciones tácticas estratégicas de prepararse para todas las formas de lucha por llegar al Poder: la vía pacífica, participación electoral y lucha política parlamentaria, movilización popular la lucha cotidiana por la democracia, las libertades públicas, la libertad de sufragio, para eso era esencial lograr la legalización del Partido, y por otro lado se nos planteábamos la vía armada, limitada o desplegada con apoyo y movilización popular, si en la eventualidad nos mantuvieran ilegales y la reacción descargara, represión y violencia contra el Partido y los movimientos populares y no tuviéramos más opción que enfrentarnos con la armas en la mano .
Había que prepararse y a eso dirigimos aquellos incipientes esfuerzos. Aun así, se logró dar formación militar a varias decenas de cuadros dirigentes intermedios del Partido, obreros, sindicalistas, campesinos, y logramos organizar pequeñas unidades en las diferentes provincias y regiones del país.
Ya organizados: hacia la montaña
En los años setentas creo que alrededor de 1975 es nombrado como Jefe de Seguridad y del trabajo político militar, el camarada Manuel Mora Salas, quién ya tenía una sólida y buena formación política y militar adquirida en escuelas militares de la Unión Soviética, con él la Comisión de Seguridad, el apoyo incondicional de la dirección del Partido, organismos intermedios y de la Juventud Vanguardistas, se construye un cuerpo y estructura político militar de elevado nivel, con hombres y mujeres formados en diferentes especialidades, se crearon las “Unidades de Autodefensa de actos públicos” (UDAP) y se formaron especialistas en diferentes materias del campo militar, la inteligencia y contra inteligencia, el aseguramiento operativo, se crearon mejores condiciones para que estuviéramos preparados para todas las formas de lucha, garantizando una estructura político militar capaz de asumir las misiones necesarias o conducir una lucha popular armada dentro o fuera del país o ante una eventual intervención armada de los Estados Unidos en Centroamérica.
Guiados por el principio del internacionalismo, el Partido toma la decisión de poner nuestra fuerza al servicio y la solidaridad con la lucha revolucionaria centroamericana, con los movimiento armados de El Salvador, Guatemala y de manera especial la lucha insurreccional y armada del Frente Sandinista de Liberación Nacional. Así el Partido decide formar la Brigada Carlos Luis Fallas al mando de Manuel Mora Salas, Comandante “Ramiro” integrada por varios centenares de militantes, obreros predominantemente bananeros, artesanos, campesinos, profesionales, trabajadores y académicos universitarios, hombres y mujeres que marchan a las montañas del sur de Nicaragua a unirse al Frente Sandinista y participar en fieros combates, en los que mueren valerosos compañeros y otros caen heridos. En la ofensiva insurreccional final la brigada se traslada junto a las tropas victoriosas de milicianos y guerrilleros al centro de Managua donde de inmediato y desde el primer día del triunfo anti somocista se integran a cumplir diferentes misiones y contribuir a la preparación de las primeras unidades militares listas en setiembre de 1979, de lo que llegaría a ser el Ejército Popular Sandinista.
No olvidemos que septiembre es el mes del Ejército Popular Sandinista. Desde Managua se movilizaron varias unidades de la Brigada CALUFA a la lucha armada contra los grupos contra revolucionarios armados que acechaban por el Norte. En esos combates cayeron heroicamente, la guerrillera obrera Yamileth López y el obrero zapatero, Pepe Romero. Para 1981 se inicia la movilización de la Brigada al Castillo a la margen de Río San Juan para enfrentar la agresión contra revolucionaria desde Costa Rica al mando de Edén Pastora y la organización denominada Asociación Revolucionaria Democrática (ARDE). Ahí nuestros camaradas constituidos esta vez como Brigada “Mora y Cañas” cumplieron todas las misiones con éxito hasta julio de 1986, participando en la operación denominada “Soberanía”, se contribuyó a defender la integridad territorial de Nicaragua, derrotar a la contra revolución y nos preparamos, si llegaba a ser necesario, para combatir una eventual intervención armada estadounidense a territorio nicaragüense usando el territorio costarricense.
El jefe de la Brigada “Mora y Cañas” Manuel Mora Salas, (Comandante Ramiro), dirigió la lucha con un Estado Mayor y un segundo comandante, el obrero bananero Gerardo Delgado Agüero (Comandante Racha). Toda esa actividad de los internacionalistas tenía un objetivo estratégico militar: dar nuestro aporte en la defensa de la Revolución Sandinista, foguear y preparar nuestras fuerzas para combatir contra una eventual intervención armada de los Estados Unidos en Centroamérica y que tuvieran como centro de operación el territorio nacional.
Para ello nos preparamos
En todo este proceso, se había creado una estructura nacional que actuaba como retaguardia tanto en aseguramiento operativo, logístico, y de acciones armadas con el objetivo de desmantelar capos de operación y de entrenamiento de contra revolucionarios. Al mismo tiempo desplegábamos clandestinamente la solidaridad con las organizaciones guerrilleras de El Salvador y de Guatemala, aportando combatientes y armas. En esas labores recuerdo que destacaron German Chacón Araya no solo porque lo recuerdo en los jornadas infatigable de aquellos años movilizándose por todo el país y por todo Centroamérica para cumplir con las misiones de militante y combatiente, sin detenerse en el riesgo, el sacrificio, incluso el peligro de perder la vida y caer preso en algún país de Centroamérica, además los que henos leído su libro “Sueños de Revolución” así lo verificamos. no puedo dejar de recordar al camarada y también uno de nuestros comandantes trabajando en esas tareas: Carlos Blanco Cole, quien ya desde los 60 junto a Adolfo García cumpliendo misiones como militante y soldado de la lucha Revolucionaria. En esas mismas tareas tenemos que recordar a Mario Ordóñez formando parte de una estructura clandestina del Partido en San José cumpliendo misiones de alto riesgo con las organizaciones guerrilleras de Guatemala, de igual manera destaco al camarada Gerardo Riba y un grupo valeroso de mujeres cumpliendo misiones de retaguardia, recuerdo a Inés Gutiérrez.
Lo logrado en este campo fue sin duda un mérito de Partido por tomar las decisiones tácticas oportunas, un mérito de sus militantes que actuaron en consecuencia y estuvieron siempre a una orden y de los y las militantes que se vistieron de verde olivo y con las armas en sus manos y adecuada dirección política militar contribuyeron a derrotar el somocismo y la contra revolución.
Yo fui testigo, fue parte de mi vida militante entre 1961 y 1990, colaboré y cumplí las misiones que desde los años sesenta me encomendó la Dirección del Partido y la Comisión Nacional de Seguridad. Actuábamos en consecuencia con resoluciones de los máximos organismos del Partido, nos inspiraba el discurso de Manuel Mora Valverde como máximo líder y comandante en Jefe de los destacamentos del Trabajo Combativo Militar, que en el contexto de esos años entre 1979 y 1985 quedaba clara la decisión y la disposición del Partido de luchar contra cualquier intento de intervención armada de los Estados Unidos en Centroamérica.
En este recorrido de mi memoria vital y comprometida, recuerdo estas vibrantes y combativas palabras de Manuel Mora en 1981:
“ Estamos a la par de los pueblos y siempre estaremos integrados a las luchas de los pueblos centroamericanos porque esa es nuestra propia lucha, si el imperialismo resuelve ocuparnos , lucharemos contra la ocupación con todos nuestros recursos” y parafraseando unas palabras de Fidel termina con elocuente voz : “en este suelo no cogerán a ningún Patriota vivo, Cogerán cadáveres, no cogerán nuestro suelo seco, lo cogerán empapado en sangre de mártires, de patriotas, de revolucionarios, pero aún en este caso jamás impedirán que la Revolución Triunfe en América Latina”.
También evoco los aplausos de una militancia convencida y dispuesta a lo que viniera, no cesaban. Las palabras de Manuel respondían a la convicción y preparación combativa de nuestras fuerzas para lo que viniera, para eso estábamos, para ello nos preparamos.