Por amor fue torturado atrozmente en el Gólgota
Freddy Pacheco León
«La punta algo roma, se perdió al instante en el interior de los tejidos. La piel que rodeaba el metal estalló como una flor, brotando al instante una densa corona de sangre. La punta del clavo, al abrirse paso entre los tendones, huesos y vasos, debió rozar el nervio mediano, uno de los más sensibles del cuerpo, provocando una descarga dolorosa difícil de comprender. Instantáneamente, los brazos se contrajeron y la cabeza de Jesús se disparó hacia lo alto, permaneciendo tensa y oscilante, paralela al suelo. (… )”
“Al fin, derrotado por el dolor, el Maestro dejó caer la cabeza, golpeándose con la roca. La sangre había empezado a brotar con extrema lentitud, formando un brazalete rojizo alrededor de la muñeca izquierda del Nazareno», escribe J.J Benítez en su novela El Caballo de Troya. Jerusalén.
Difícil no imaginar el magno sufrimiento padecido por el Hijo de Dios, durante su injusta Pasión a partir de una falsa acusación, algo que el novelista español hace magistralmente, y de la cual recogemos breves párrafos.
«El segundo mazazo fue tan preciso como el primero. El clavo se inclinó igualmente, apuntando con su cabeza hacia los dedos del Maestro. (…)”
“En este segundo enclavamiento, el rabí no levantó siquiera la cabeza. Gruesas gotas de sudor habían empezado a resbalar por las sienes, tropezando aquí y allá con los coágulos», continúa.
“Luego de clavarlo despiadadamente en la cruz, causándole un dolor indescriptible, no satisfechos con su fanático odio hacia Jesús, el verdugo separó el cráneo del Maestro del patibulum y de un golpe le encasquetó el capacete de púas en la cabeza… y la masa espinosa quedó medio bailando sobre las sienes del prisionero. (…)”
“El Maestro permaneció con la cabeza baja y sus torturadores continuaron con el izado del tronco».
«La operación fue laboriosa. Mientras la sangre salió corriendo, formando un extenso charco sobre la superficie del Gólgota»…