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Etiqueta: Semana Santa

A la historia… por media calle, con Vladimir

La transcripción proporcionada es una narración detallada y extensa sobre las reflexiones del hablante sobre la Semana Santa y diversos aspectos de su vida y sociedad costarricense. Comienza con una reflexión sobre la importancia de la Semana Santa en la tradición católica y cristiana, así como la influencia de la religión en su familia, que estaba dividida entre una parte fervientemente católica y otra más anticlerical.

El hablante comparte recuerdos de su infancia durante la Semana Santa, mencionando cómo solían ser las celebraciones en la playa y las procesiones religiosas. También habla sobre su abuela materna, quien tenía creencias espirituales diferentes a las de su familia paterna, y cómo influyó en su crianza.

Posteriormente, la narración se desplaza hacia la reflexión sobre la muerte y la importancia de aceptarla como parte natural de la vida. Se menciona la preparación de libros y la revisión de manuscritos, así como la importancia de documentar la historia de Costa Rica, especialmente en relación con la Segunda República y su impacto en la sociedad actual.

El hablante discute la situación actual de Costa Rica, haciendo hincapié en los problemas económicos y sociales que enfrenta, como la crisis de la clase media y la vivienda. También aborda malentendidos sobre su carrera política, aclarando que nunca ha sido diputado ni ministro, aunque ha tenido experiencias cercanas a la política parlamentaria.

Compara la situación política de Costa Rica con la de otros países, como Venezuela, destacando la importancia de la educación en la construcción y la interpretación de la historia nacional, en la cual se discute la importancia de la educación histórica en Costa Rica, específicamente en relación con la Segunda República. 

Se señala que a lo largo de la historia educativa del país, no se ha enfatizado lo suficiente la importancia de este período, lo que ha llevado a una comprensión limitada de su relevancia en la historia nacional. Se mencionan logros significativos de la Segunda República, como la creación de la Caja Costarricense de Seguro Social y el impulso del Estado Social de Derecho. Sin embargo, se lamenta que estos aspectos no sean ampliamente conocidos ni valorados por la población debido a la falta de un sólido proceso educativo que los destaque.

Además, se habla sobre la experiencia del autor durante la Semana Santa, donde aprovechó el tiempo para realizar actividades relacionadas con la lectura y la preparación de nuevos libros. Se destaca la importancia del Día del Libro y se menciona la participación en la Feria Internacional del Libro Universitario, donde se presentará un libro sobre la dinastía de Los Conquistadores.

Posteriormente, se aborda un informe que indica que Costa Rica ocupa el último lugar en la escala de acceso a la información pública según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Se critica la falta de transparencia y acceso a la información por parte del gobierno, especialmente en lo que respecta a las agendas de los ministros y las sesiones de los órganos de gobierno. Se compara esta situación con otros países que tienen procesos electorales más transparentes y establecidos, lo que destaca la necesidad de mejorar la integridad y la transparencia en Costa Rica.

En esta parte de la transcripción, se enfatiza la relación entre la falta de transparencia en las contrataciones gubernamentales y la corrupción. Se menciona que la falta de agendas precisas y accesibles crea un ambiente propicio para la corrupción en todos los niveles, incluso con actividades ilícitas como el narcotráfico. Se destaca que, a pesar de la existencia de leyes que obligan a las entidades públicas a publicar información sobre sus sesiones y contrataciones, muchas instituciones incumplen con esta obligación, lo que ha dado lugar a casos de corrupción notorios, como el escándalo relacionado con el aeropuerto de Liberia.

Se critica la falta de regulaciones sólidas para garantizar el acceso a la información pública y se señala que, aunque existe una Comisión Nacional para el Estado Abierto, su funcionamiento y efectividad son cuestionables. Se resalta que Costa Rica ha recibido una baja calificación en materia de acceso a la información según la OCDE, lo que sugiere una falta de transparencia generalizada en el país.

Se concluye mencionando que el secretismo del Estado y la falta de sanciones efectivas para los funcionarios que incumplen con sus obligaciones contribuyen a mantener un ambiente propicio para la corrupción. Se expresa la preocupación de que, si no se toman medidas para mejorar la transparencia y la rendición de cuentas, el país podría continuar en una espiral descendente hacia niveles aún más bajos de integridad gubernamental.

Compartimos el enlace a la transmisión de Facebook: https://www.facebook.com/watch/?v=1109157286870544

La televisión la radio y la Semana Santa, entre otras cosas

José Luis Amador

José Luis Amador. Antropólogo social.

Cuando era niño, en los días de Semana Santa prácticamente desaparecía toda actividad que no fuera religiosa. Los autobuses dejaban de correr desde el Jueves Santo a mediodía. Cerraban las pulperías y los restaurantes. De manera que si usted no comía en su casa se veía en verdaderas dificultades para encontrar un bocado. No había donde comprar, ningún negocio trabajaba. Algunas Iglesias tenían un comedor al lado, donde las señoras de la parroquia preparaban y vendían variadisimas viandas, y las cocineras se lucían haciendo deliciosos platillos, que por cierto se consumían después de las procesiones, sin faltar los dulces, arroz con leche, panecitos, dulce de chiverre y otros.

En las casas esos días las señoras no cocinaban formalmente, sino que previamente preparaban comidas frías y en conserva y en esa línea tenían además sardinas, atunes, encurtidos.

En el campo a los niños se les impedía jugar, ni subir a los árboles, ni hacer bulla y muchos no se bañaban el Viernes Santo, por temor a convertirse en sirenas.

Pero, así como apagaban las cocinas, también apagaban las emisoras de radio. Sólo quedaban algunas cuántas emisoras, que por lo general eran las emisoras noticiosas como Columbia, Reloj, Monumental, pasando programaciones radiales propias de Semana Santa, representaciones radiofónicas de los Evangelios y momentos culminantes de la historia de Jesús y sus Apóstoles teatralizados, el Mártir del Gólgota y todas estas historias bíblicas que siempre terminaban con un coro de gente gritando ¡Milagro Milagro!

Por supuesto que la televisión tampoco transmitía en Semana Santa. La televisión apagada totalmente.

Por aquel entonces yo era un fan de la radio y siempre estaba oyendo todo tipo de programas, como Woody Allen en “Días de radio”. En Semana Santa sintonizaba en la parte del dial donde no había emisoras locales funcionando y en ocasiones pescaba emisoras de otros países, que entraban al espectro nacional.

Por aquellos días de adolescente en mi casa había mucho rechazo hacia la música rock que era la que yo empezaba a escuchar “rupturando” el gusto y “estrideciendo” la paz familiar. Sobra decir que mi música, que sonaba a otros oídos como “tarros”, no era por aquel entonces valorada como música, ni como arte, en las altas esferas políticas de mi hogar, en resumen, no le gustaba a mi madre, y no la quería para nada. Me acuerdo que una vez iba caminando con mi radio de transistores cuando empecé a escuchar en una de esas emisoras que se colaban de no sé qué país por Semana Santa, un programa que explicaba la evolución de la música sacra. La narración empezaba desde el canto llano y quién sabe qué otras músicas, iba pasando por diferentes manifestaciones clásicas de la música religiosa y culminaba con la ópera rock Jesucristo Superestrella

No puedo describir la alegría que sentí cuando culminó aquella evolución con una ópera rock, porque eso era una valorización de la música que empezaba a descubrir, y con la que me identificaba.

Pero bueno, volvamos al tema acerca de cómo se fue dando la incursión de la televisión y de la música “profana” en la radio, durante la Semana Santa. Debo decir que la incursión de la televisión y la radio, y su tránsito hacia temas profanos en Semana Santa, fue así como de puntillas y con argumentos de que lo hacían por razones religiosas y para llenar las necesidades espirituales del “culto público”. ¿Y cómo no? Quién iba a pensar otra cosa. Casualmente recuerdo que una vez Teletica anunció que: 

“Este Viernes Santo, Teletica uniéndose al fervor religioso del pueblo costarricense, programará, – oiga usted- Las Sandalias del Pescador”. Una película que posiblemente todavía la esté pasando y que trata sobre la historia de un Papa. Y así fue como con este pretexto y con esta estrategia, esta emisora empezó a abrir la programación en Semana Santa, iniciando claro está, con temas religiosos.

Y es que hay que admitir que Teletica fue en el pasado una emisora terriblemente moralista y santulona, y no fue sino en los últimos tiempos que capituló con rumbo a las Narconovelas y otros temas más mundanos y escabrosos, pero también más redituables.

Un recorrido parecido tuvo la radio.

Recuerdo que radio Juvenil, que era la emisora de la música rock, también apagaba en Semana Santa. No obstante, en su momento, también empezó, incursionando de puntillas, programando, ¿qué creen?, un especial de Jesucristo Superestrella.

Pero igual ocurrió con otras empresas y establecimientos comerciales. Y un día de tantos, para servir a la comunidad religiosa, y esto y el otro, Pizza Hut decidió abrir solo por un rato, nada más, para ofrecer comidas para las personas que así lo requieran. Y de este modo como de puntillas, poco a poco, empezaron también las empresas y el comercio a abrirse paso hasta llegar al día de hoy, en que usted no se da cuenta que se está viviendo una Semana, que alguna vez fue de tanta trascendencia como aquellas que le estoy contando, y que los abuelos saben y recuerdan.

Hoy, en cambio, si usted se descuida, no se da cuenta que se está viviendo una semana de tanta trascendencia. Alguna vez leí las palabras de un Pastor, pero pudo haber sido también un antropólogo, que se refería a la importancia de que no todos los días sean iguales. Indicaba que es importante que haya momentos en el año, y en la vida, que sean distintos. Días que tengan un grado distinto de significado, para que el tiempo no sea idéntico, es decir, para que no sea homogéneo.

A lo largo del año el tiempo debe tener hitos, de lo contrario es como andar una carretera asfaltada donde todos los trechos son idénticos. Es lo que pasa cuando se han borrado todo día de celebración cívica o religiosa. Cuando todo resquicio de “tiempo sagrado”, es sustituido por el “tiempo profano”.

Esto lo he entendido mejor en los últimos años, estudiando la función de los ritos y el tiempo cíclico, a propósito, por cierto, de la tradicional fiesta boruca de los Diablitos. Y estudiando el eterno retorno y el sentido del tiempo sagrado en las fiestas rituales de los pueblos antiguos. Estas fiestas siempre fueron una manera de marcar el tiempo, de poner hitos y de darle sentido al tiempo y a la vida, para que no perdiera su circularidad antigua, quizá de origen agrario. Pero la mercantilización del tiempo, que incluso se vende como tiempo de trabajo, nos ha traído este tiempo homogéneo, idéntico, insaboro e incoloro, dónde lo mismo da Chana que Juana y viene a ser lo mismo un lunes de oferta que un Domingo de Pascua.

Escrito a vuela pluma un Viernes Santo de cuarentena por José Luis Amador. Antropólogo. 10 abril 2020.

Por amor fue torturado atrozmente en el Gólgota

Freddy Pacheco León

«La punta algo roma, se perdió al instante en el interior de los tejidos. La piel que rodeaba el metal estalló como una flor, brotando al instante una densa corona de sangre. La punta del clavo, al abrirse paso entre los tendones, huesos y vasos, debió rozar el nervio mediano, uno de los más sensibles del cuerpo, provocando una descarga dolorosa difícil de comprender. Instantáneamente, los brazos se contrajeron y la cabeza de Jesús se disparó hacia lo alto, permaneciendo tensa y oscilante, paralela al suelo. (… )”

“Al fin, derrotado por el dolor, el Maestro dejó caer la cabeza, golpeándose con la roca. La sangre había empezado a brotar con extrema lentitud, formando un brazalete rojizo alrededor de la muñeca izquierda del Nazareno», escribe J.J Benítez en su novela El Caballo de Troya. Jerusalén.

Difícil no imaginar el magno sufrimiento padecido por el Hijo de Dios, durante su injusta Pasión a partir de una falsa acusación, algo que el novelista español hace magistralmente, y de la cual recogemos breves párrafos.

«El segundo mazazo fue tan preciso como el primero. El clavo se inclinó igualmente, apuntando con su cabeza hacia los dedos del Maestro. (…)”

“En este segundo enclavamiento, el rabí no levantó siquiera la cabeza. Gruesas gotas de sudor habían empezado a resbalar por las sienes, tropezando aquí y allá con los coágulos», continúa.

“Luego de clavarlo despiadadamente en la cruz, causándole un dolor indescriptible, no satisfechos con su fanático odio hacia Jesús, el verdugo separó el cráneo del Maestro del patibulum y de un golpe le encasquetó el capacete de púas en la cabeza… y la masa espinosa quedó medio bailando sobre las sienes del prisionero. (…)”

“El Maestro permaneció con la cabeza baja y sus torturadores continuaron con el izado del tronco».

«La operación fue laboriosa. Mientras la sangre salió corriendo, formando un extenso charco sobre la superficie del Gólgota»…

¿Qué significa para las y los metodistas wesleyanos conmemorar la Semana Mayor en el contexto actual?

En cuanto crucificado, el resucitado vive para todos. En la cruz del hijo de Dios,
en su abandono por parte de éste,
el Dios humano de todos los impíos y abandonados de Dios.

Jürgen Moltmann

Para el cristianismo mundial en sus diversas expresiones (ortodoxa, católica romana y protestante) y más específicamente para la tradición metodista heredera de la tradición wesleyana; la Semana Mayor, es quizás el tiempo litúrgico de celebración de la fe de mayor impacto. Es un tiempo especial, columna vertebral de la fe cristiana por cuanto el recordatorio de la pasión, muerte y resurrección de Jesús se colocan como experiencias de gran valía por el significado -en esencia- de estos hechos salvíficos.

Preocupados y preocupadas por el contexto actual, queremos compartir algunas inquietudes y desafíos desde tres perspectivas a saber: ver, juzgar y actuar.

1.         Ver

Tomar la cruz de Cristo implica hoy día llevar hacia adelante el peso del sacrificio y de la entrega debido a que la vida del o de la creyente debe considerar el despojarse de las ambiciones de su tiempo de ocio o de placer o de comodidad y de otras distracciones que la vida presenta, para poder servir en el ministerio que Dios ha puesto en sus manos.

La semana mayor es un tiempo de alegría, de regocijo, de meditación, reflexión e introspección de tal forma que nos suministre luz, energía renovada y claridad para pasar de la montaña a la llanura ayudando con ello al Señor de la historia a llevar la cruz y hacer creíble el mensaje de paz, justicia y misericordia que tanto necesita el mundo hoy.

Se hace necesario reconocer los signos del tiempo presente, incluida la situación de pandemia, que ha dejado aquí más de 8500 muertos y miles de desocupados, las guerras internacionales actuales y los desafíos en nuestro país: una campaña política que dejó sin-sabores y demasiadas dudas, dada la superficialidad por la que se ha desarrollado, existiendo temas tan urgentes para debatir como la situación económica del país, la seguridad ciudadana, el desempleo y el hambre que azota a medio millón de compatriotas que van a dormir con su estómago vacío, las condiciones de las mujeres , de los indígenas y de los niños que ven cada vez más alejada la posibilidad de vivir con decoro y con dignidad.

2.         Juzgar (Interpretar)

La tradición Wesleyana – desde sus orígenes en la Inglaterra del XVIII – supo interpretar con audacia –con las herramientas que tenían en ese momento- el momento histórico que les tocó vivir. Comprendieron rápidamente que tres dimensiones deberían guiar su trabajo eclesial, pastoral a saber: la educación, el servicio social y la evangelización.

a)         El servicio social (diaconía) desde y para los empobrecidos de su tiempo era una manera de ayudar al Señor a llevar su cruz, incorporando a las mujeres en tareas muy diversas en las que éstas han demostrado a lo largo de la historia sus talentos, dones y habilidades: escuelas, bibliotecas ambulantes, casa de préstamos para los pobres con un fondo rotatorio, hospedaje para las huérfanas y os, dispensarios de salud, cuido de los niños etc. El binomio fe y obras era un imperativo para hacer creíble el mensaje de la buena nueva.

b)         La educación secular, así como la catequesis (educación cristiana) siempre estuvieron presentes en los planes del Rev. John Wesley, en su equipo de trabajo gracias al estímulo permanente de aquella gran educadora que se llamó Susana Annesley (su madre) quien se había formado en educación, filosofía y asuntos eclesiales. Las mujeres jugaron un papel protagónico en este ministerio de la educación, los cientos de escuelas, colegios y universidades alrededor del mundo que posteriormente así lo atestiguan.

No menos importantes fueron los procesos de formación social y legal a los primeros sindicalistas y luchadores/as por las reformas para abolir la esclavitud en el parlamento británico, logro que se va a ver reflejado posterior a la muerte de Juan Wesley. Libros, bibliotecas ambulantes, círculos de oración al estilo de comunidades eclesiales de base, eran parte de los procesos de formación y capacitación en los que no solo se aprendía a leer y escribir en muchos casos sino también a interpretar su realidad y tomar conciencia para una posterior transformación social según fueran las condiciones de cada comunidad. Educarse mejor era una forma de servir a las personas y de conocer mejor el evangelio posibilitando con ello un mensaje contextualizado.

En la campaña política de C.R hoy (abril del 2022) ni siquiera el tema sobre la educación ha sido discutido a profundidad siendo que es una de las necesidades sociales más apremiantes y que nos quedan debiendo los líderes políticos para esta semana mayor que se avecina. Era también una manera de ayudar a Cristo a llevar la cruz.

c)         La evangelización (kerigma). La evangelización permanente era la tarea misional central para el wesleyanismo en sus orígenes, el anuncio de la buena nueva de salvación y liberación lograda a través de la pasión, muerte y resurrección de Jesús, así como la llegada del Reino de Dios en Jesucristo fue tarea impostergable de los metodistas de ayer y de la Iglesia Metodista Wesleyana Costarricense, lucha hoy para ser consecuente con ese mensaje. Del mismo modo, la denuncia de aquellas condiciones que nieguen esa presencia del Reino entre nosotros caracterizada por signos de justicia hacia la población empobrecida, huérfana y desvalida, así como las viudas y los extranjeros entre nosotros, deberá ser una constante en el anuncio del evangelio del Señor y otra manera de decirle a Jesús: permítame ayudarte a llevar la cruz hasta el final del camino insoslayable por el que la iglesia de Cristo hoy debe transitar en esta Semana Mayor y en las venideras. Evangelizar en esta semana mayor debe implicar llevar el mensaje de la llegada del Reino de Dios en medio de las condiciones sociales y de fe que vive nuestro país y el mundo hoy.

Recopilando lo anterior, se debe decir que la educación y el servicio social son dos grandes brazos que dan sentido a la tarea evangelizadora de la iglesia, fe y  obra social, como corazón del anuncio del evangelio señalan el camino por donde se debe marchar en el contexto de un pueblo herido por la ausencia de un liderazgo político que no tiene dentro de sus prioridades las necesidades de la población pobre de este país.

Los obreros de las minas carboníferas, los obreros textiles, los trabajadores del campo, los pequeños comerciantes fueron el norte de la tarea pastoral de las metodistas wesleyanos de la Inglaterra signada por la inmoralidad y el despojo social de los obreros, como también hoy en la CR que vivimos, nos encontramos con una realidad similar, diferenciada por casi tres siglos y a muchos kilómetros de distancia.

Los laicos, laicas, ministros y ministras acogieron la palabra salvífica y llevaron la cruz de Cristo anunciando que en Jesús había vida y en abundancia y resurrección por gracia de Aquel que los sacó de las tinieblas a la luz admirable para que experimentaran una vida de mayor valía con más calidad y alegría. La diaconía, la educación para las mayorías desprovistas y el Kerigma eran, son y serán una tríada indisoluble en el quehacer misional de la iglesia hoy.

3) Actuar

La pandemia del COVID 19 que ha empobrecido aún más a los sectores más desprotegidos del mundo durante los dos últimos años, así como la guerra de Ucrania-Rusia con la OTAN (Europa y EEUU) como actores paralelos al conflicto, ofrecen hoy un panorama bastante desolador en el contexto de un reacomodo de los poderes de este mundo del cual todavía desconocemos los resultados que sobrevendrán a corto y mediano plazo. La Iglesia Metodista Wesleyana Costarricense mira con preocupación, valora y estudia, desde el contexto: ¿cuáles serían los retos y desafíos por los que tendrá que caminar en el aquí y ahora?

En este tiempo especial de cuaresma y de cara a la celebración de la pascua, hacemos un llamado a la unidad, a la oración, al intercambio fraternal, a la valoración de las condiciones de la injusticia social por las que atraviesa nuestro país (el encarecimiento de la canasta básica, el desempleo, el aumento en los precios del combustible que afectan todo lo demás, en los intereses calculados en dólares para las viviendas de la clase media baja, entre otros asuntos) son señales que niegan los valores del Reino de Dios entre nosotros/as.

El pueblo creyente de Costa Rica debe- en esta semana mayor- estar por encima de esas circunstancias, continuar afirmando la vida, la búsqueda de la justicia y llevando una palabra de fe y esperanza, de aliento de parte de aquel humilde carpintero de Galilea que tantas veces insistió…” he aquí que yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin de los tiempos y no los dejaré huérfanos/ as, por el contrario, estaré con ustedes siempre “.

Que esta Semana Mayor, que es tiempo especial de pascua y de resurrección, se convierta en espacio para la reflexión, de creatividad, de análisis de la coyuntura nacional e internacional de tal forma que ello permita encontrar alternativas de economía doméstica solidaria en cada una de las comunidades donde vivimos y servimos.

Cerramos estas pequeñas reflexiones con la cita del Pastor Metodista argentino don José Miguez Bonino quien afirmó …” El viene a nosotros como un desconocido, sin nombre, como vino de antaño, a orillas del lago, a aquellos hombres que no lo conocían. Nos dice la misma palabra: sígueme, y nos señala las tareas que tiene que cumplir en nuestra época. Nos manda, y a aquellos que lo obedecen sean gentes sabias o sencillas, él se les revelará en las tareas, los conflictos y los sufrimientos por los que han de pasar en su compañía, y, como misterio inefable, aprenderán en su propia experiencia quien es El”.

¡Que Dios les bendiga en esta semana mayor!

La televisión la radio y la Semana Santa, entre otras cosas

Por JLAmador

Cuando era niño, en los días de Semana Santa prácticamente desaparecía toda actividad que no fuera religiosa. Los autobuses dejaban de correr desde el Jueves Santo a medio día. Cerraban las pulperías y los restaurantes. De manera que si usted no comía en su casa se veía en verdaderas dificultades para encontrar un bocado. No había donde comprar, ningún negocio trabajaba. Algunas Iglesias tenían un comedor al lado, donde las señoras de la parroquia preparaban y vendían variadísimas viandas, y las cocineras se lucían haciendo deliciosos platillos, que por cierto se consumían después de las procesiones, sin faltar los dulces, arroz con leche, panecitos, dulce de chiverre y otros.

En las casas esos días las señoras no cocinaban formalmente, sino que previamente preparaban comidas frías y en conserva y en esa línea tenían además sardinas, atunes, encurtidos.

En el campo a los niños se les impedía jugar, ni subir a los árboles, ni hacer bulla y muchos no se bañaban el Viernes Santo, por temor a convertirse en sirenas.

Pero, así como apagaban las cocinas, también apagaban las emisoras de radio. Sólo quedaban algunas cuántas emisoras, que por lo general eran las emisoras noticiosas como Columbia, Reloj, Monumental, pasando programaciones radiales propias de Semana Santa, representaciones radiofónicas de los Evangelios y momentos culminantes de la historia de Jesús y sus Apóstoles teatralizados, el Mártir del Gólgota y todas estas historias bíblicas que siempre terminaban con un coro de gente gritando ¡Milagro Milagro!

Por supuesto que la televisión tampoco transmitía en Semana Santa. La televisión apagada totalmente.

Por aquel entonces yo era un fan de la radio y siempre estaba oyendo todo tipo de programas, como Woody Allen en “Días de radio”. En Semana Santa sintonizaba en la parte del dial donde no había emisoras locales funcionando y en ocasiones pescaba emisoras de otros países, que entraban al espectro nacional.

Por aquellos días de adolescente en mi casa había mucho rechazo hacia la música rock que era la que yo empezaba a escuchar “rupturando” el gusto y “estrideciendo” la paz familiar. Sobra decir que mi música, que sonaba a otros oídos como “tarros”, no era por aquel entonces valorada como música, ni como arte, en las altas esferas políticas de mi hogar, en resumen, no le gustaba a mi madre, y no la quería para nada. Me acuerdo que una vez iba caminando con mi radio de transistores cuando empecé a escuchar en una de esas emisoras que se colaban de no sé qué país por Semana Santa, un programa que explicaba la evolución de la música sacra. La narración empezaba desde el canto llano y quién sabe qué otras músicas, iba pasando por diferentes manifestaciones clásicas de la música religiosa y culminaba con la ópera rock Jesucristo Superestrella

No puedo describir la alegría que sentí cuando culminó aquella evolución con una ópera rock, porque eso era una valorización de la música que empezaba a descubrir, y con la que me identificaba.

Pero bueno, volvamos al tema acerca de cómo se fue dando la incursión de la televisión y de la música “profana” en la radio, durante la Semana Santa. Debo decir que la incursión de la televisión y la radio, y su tránsito hacia temas profanos en Semana Santa, fue así como de puntillas y con argumentos de que lo hacían por razones religiosas y para llenar las necesidades espirituales del “culto público”. ¿Y cómo no? Quién iba a pensar otra cosa. Casualmente recuerdo que una vez Teletica anunció que: 

“Este Viernes Santo, Teletica uniéndose al fervor religioso del pueblo costarricense, programará, – oiga usted- Las Sandalias del Pescador”. Una película que posiblemente todavía la esté pasando y que trata sobre la historia de un Papa. Y así fue como con este pretexto y con esta estrategia, esta emisora empezó a abrir la programación en Semana Santa, iniciando claro está, con temas religiosos.

Y es que hay que admitir que Teletica fue en el pasado una emisora terriblemente moralista y santulona, y no fue sino en los últimos tiempos que capituló con rumbo a las Narconovelas y otros temas más mundanos y escabrosos, pero también más redituables.

Un recorrido parecido tuvo la radio.

Recuerdo que radio Juvenil, que era la emisora de la música rock, también apagaba en Semana Santa. No obstante, en su momento, también empezó, incursionando de puntillas, programando, ¿qué creen?, un especial de Jesucristo Superestrella.

Pero igual ocurrió con otras empresas y establecimientos comerciales. Y un día de tantos, para servir a la comunidad religiosa, y esto y el otro, Pizza Hut decidió abrir solo por un rato, nada más, para ofrecer comidas para las personas que así lo requieran. Y de este modo como de puntillas, poco a poco, empezaron también las empresas y el comercio a abrirse paso hasta llegar al día de hoy, en que usted no se da cuenta que se está viviendo una Semana, que alguna vez fue de tanta trascendencia como aquellas que le estoy contando, y que los abuelos saben y recuerdan.

Hoy, en cambio, si usted se descuida, no se da cuenta que se está viviendo una semana de tanta trascendencia. Alguna vez leí las palabras de un Pastor, pero pudo haber sido también un antropólogo, que se refería a la importancia de que no todos los días sean iguales. Indicaba que es importante que haya momentos en el año, y en la vida, que sean distintos. Días que tengan un grado distinto de significado, para que el tiempo no sea idéntico, es decir, para que no sea homogéneo.

A lo largo del año el tiempo debe tener hitos, de lo contrario es como andar una carretera asfaltada donde todos los trechos son idénticos. Es lo que pasa cuando se han borrado todo día de celebración cívica o religiosa. Cuando todo resquicio de “tiempo sagrado”, es sustituido por el “tiempo profano”.

Esto lo he entendido mejor en los últimos años, estudiando la función de los ritos y el tiempo cíclico, a propósito, por cierto, de la tradicional fiesta boruca de los Diablitos. Y estudiando el eterno retorno y el sentido del tiempo sagrado en las fiestas rituales de los pueblos antiguos. Estas fiestas siempre fueron una manera de marcar el tiempo, de poner hitos y de darle sentido al tiempo y a la vida, para que no perdiera su circularidad antigua, quizá de origen agrario. Pero la mercantilización del tiempo, que incluso se vende como tiempo de trabajo, nos ha traído este tiempo homogéneo, idéntico, insaboro e incoloro, dónde lo mismo da Chana que Juana y viene a ser lo mismo un lunes de oferta que un Domingo de Pascua.

Escrito a vuela pluma un Viernes Santo de cuarentena por José Luis Amador, antropólogo.

10 abril 2020

Sanabria, Romero, Bergoglio

Arnoldo Mora

Arnoldo Mora
Arnoldo Mora

Desde 1980 la Semana Santa reviste en Nuestra América un significado particular que ahora, entre otras causas, gracias al Papa Francisco adquiere resonancia planetaria. Un 24 de Marzo de 1980 fue asesinado por militares, armados y entrenados por el gobierno de los Estados Unidos, el Arzobispo de San Salvador, Oscar Arnulfo Romero, mientras celebraba misa a las 5 de la tarde, hora en que, 20 siglos atrás, murió Jesucristo. Monseñor Romero ha llegado a ser en la actualidad el centroamericano más conocido y venerado en el mundo entero. Su vida, su palabra y, sobre todo, su martirio, se han convertido en el paradigma de la fe llevada hasta sus últimas consecuencias. Como él mismo lo dijera: ” Si me matan resucitaré en mi pueblo”. Sus proféticas palabras se han hecho realidad más pronto de lo que sus perseguidores, dentro y fuera de la jerarquía católica, temieron. En efecto, desde hace dos años fue elegido papa, en histórico cónclave, Jorge Bergoglio, jesuita y arzobispo de Buenos Aires. Contrario a sus antecesores inmediatos, el Papa Francisco es un confeso admirador de Monseñor Romero.

Por eso no nos ha de extrañar que, enfrentando a la obstinada oposición de la burocracia vaticana y de no pocos jerarcas y movimientos religiosos de tendencia conservadora, el actual pontífice haya decidido beatificar el próximo 23 de Mayo a Oscar Arnulfo Romero, declarando que, para hacerlo y a tenor de lo dispuesto por el derecho canónico, no es necesario verificar que a Monseñor Romero se le haya atribuido un milagro bajo su intercesión, sino que la declaratoria de “beato”, paso previo a su canonización (declararlo ”santo” y objeto de veneración universal y oficial) se debe a su muerte martirial. Lo cual es particularmente significativo, pues sus reaccionarios “cohermanos” (¿?) y sus adversarios políticos, han alegado que la sangrienta muerte de Monseñor Romero se debió a su militancia dentro de las filas de la oposición política de izquierda y no a consecuencia de su fidelidad al mensaje de Cristo. Al igual que Jesús en su época, Oscar Arnulfo Romero es, como dice el Evangelio, “piedra de escándalo”. Porque su fe no fue solo de palabras, sino la expresión práctica de convicciones que provienen de una dramática conversión, que lo hicieron asumir la defensa inclaudicable de los oprimidos. Romero se convirtió, gracias a sus homilías trasmitidas a todo el Continente, en un grito liberador, que superó el terror impuesto por el despótico régimen sostenido por la oligarquía criolla y el Imperio. No otra cosa han hecho quienes profesan la teología latinoamericana de la liberación.

No otra cosa hizo el más connotado líder religioso de Costa Rica, otro Arzobispo. Monseñor Víctor M. Sanabria hizo un pacto con el Secretario General del Partido Comunista, D. Manuel Mora, con el fin de promover la más importante reforma social de nuestra historia, junto al Dr. Calderón Guardia. Para justificar su actuación, Monseñor Sanabria dijo en su célebre alocucíón al clero (1945): “Se acusa a la Iglesia de ser de izquierda. Pero la Iglesia no es de derecha ni de izquierda. ¡Sursum! (hacia arriba). La Iglesia siempre ha estado con la justicia. Pero como la mayoría de las veces la justicia está del lado de los pobres, la mayoría de las veces la Iglesia está con los pobres”. Romero ayer, en el insurrecto El Salvador de hace 35 años, y Bergoglio en la Roma de hoy, siguen los pasos de nuestro Sanabria. Por eso ahora se debe emprender la causa de beatificación de Monseñor Sanabria.

 

Enviado a SURCOS Digital por el autor.

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